Partida Rol por web

Papagena, ya mas tranquila y lejos del fuego, asistia en silencio al debate de la mesa de magos. En esos momentos preferia callar ya que realmente no tenia nada que aportar, ella era una maga de accion, no se le daba mal hacer planes, pero lo normal para ella era estar en primera linea.

Le recordaba a aquel de dicho "Las francesas no somos tontas..." aunque ella no lo fuera.

Vampiros... habia oido hablar bastante de ellos, pero sobretodo leyendas populares, lo cual no es que fuera muy fiable, pero los conocia.

A ver como se desarrollaba aquello.

Excelsius parecía abstraído. Tal vez más "ido" que "abstra". Sin duda su cabeza daba todavía vueltas a las cosas que habían sucedido.

-Hemos perdido una oportunidad de derrotar al vampiro, pero hemos salvado la vida y tenemos otra oportunidad. Su invitación suena a trampa y no hace falta ser muy listo para darse cuenta -miró hacia el resto de sus compañeros, parpadeó un momento y añadió- Bueno, como sea, seguro que es una trampa. A lo mejor lo que quiere es añadir nuevos miembros a su grupo de vampiros, además del libro... ¿Partimos ya o esperamos a que abran las puertas de la ciudad?

Un fuego en la ciudad, gente corriendo y dando voces por todas partes, un vampiro suelto... y Excelsius ahí estaba, felizmente exponiendo los hechos con total frialdad y sugiriendo que siguieran la caza casi en tono de felicidad.

-Esa oportunidad jamás existió, Excelsius. Esos... seres... no son fáciles de derrotar. - Tenía el rostro cansado, como envejecido de repente. Últimamente estaba viviendo muchas emociones fuertes. No ocultó su cansancio en el tono de voz, ni en la mirada. 

Esperó a ver si alguno añadía algo más, pensativo. 

Armand escucha atentamente a los magos que han intervenido y luego levanta la mano

- Intentemos no apresurarnos más de lo necesario. Por lo que sabemos tenemos la ubicación de la alianza de esos seres... y si uno ha podido con cuatro de nosotros, no quiero ni imaginar lo que hará una alianza completa. Por mucho que me agrade la idea de solventar entre nosotros todo este embrollo, y ser unos héroes para la Orden, tenemos información valiosa que no se puede perder y eso sería lo que pasaría tanto si nos atacan ahora, como si nos matan o doblegan nuestra voluntad en esa alianza. Y es lo que pasará si actuamos sin pensar - guarda unos momentos silencio-  Lo que averigüé sobre nuestro enemigo son datos quizás, escasos, pero que creo pueden sernos de utilidad. El fuego y la luz del sol son sus enemigos. Tiene gran velocidad, y fuerza. Y al alimentarse de sangre, esta puede ser usada para atraerle a una emboscada

La maga miraba el intercambio de opiniones.

- Yo tambien pienso que puede ser una emboscada. Pienso, que quizas, deberiamos convocar a un poder superior.

La maga era muy arriesgada, tenia muchas ganas de accion, sin embargo tambien sabia cuando era hora de pedir ayuda.

- No dudo de vuestro poder sodales, pero hay mas fuerzas en el cielo y en la tierra que las que pueblan nuestra filosofia y nunca se esta suficientemente preparado para enfrentarlas.

Poco a poco, muy paulatinamente me iba relajando, aunque parecía que nadie había notado nada. Estaba siendo muy consciente de la conversación y, recobrado poco a poco el color y soltado el borde de la mesa, finalmente añado algo para mis compañeros.

- Sodales... temo que lleguemos a un callejón sin salida. Desconocemos las capacidades exactas de dichos seres y con ese desconocimiento estamos arriesgando mucho más de lo que parece. -comento- ¿Y si mi mano no llegase a agarrar el artefacto para solicitar refuerzos cuando son necesarios, o bien me lo arrebatan antes de activarlo? -niego con la cabeza, levemente preocupado, y añado- Sugiero que nos comuniquemos de alguna forma al menos con Val Negra para que estén precavidos de los acontecimientos, independientemente de que tomemos una ruta de acción antes de recibir órdenes.

Niego con la cabeza ante las últimas palabras de Barry.

-Lo siento, pero si la idea es servir de distracción mientras llega el resto, debo oponerme, al menos por mi propia vida. No dudo de las capacidades de los magos de Val Negra -al parecer ya había ofendido a Septimus, sin contar lo que había pasado con los huargos, mejor no buscar más las cosquillas al resto-, son de las mías propias. Hemos estado tres de los aquí presentes delante de esa criatura y no es que hayamos conseguido gran cosa. Me cuesta imaginar lo inútiles que seamos cuando sean más de uno.

De sobra sabía que no aportaba nada con mi comentario, pero quería dejar clara mi posición sobre acudir a la cita a ciegas, nosotros solos y con la esperanza de que acudan el resto de magos.

-Si se elije contactar con Val Negra y esperar respuesta, lo mejor sería que la misiva saliese ya mismo.

Lo de la misiva parecía una buena idea, pero le daba la impresión que entre tanto mago de carácter volátil, las sutiles artes de mandar mensajes a grandes distancias se les escaparían a la mayoría de ellos.

Mandar un mensaje a Val-Negra contándoles lo que hemos descubierto me parece una buena idea, pero estamos a varios días de distancia del Covenant; ¿alguien tiene el conocimiento mágico suficiente como para hacerles llegar un mensaje desde aquí? Porque si mandamos un hombre a caballo con la información va a tardar bastante en ir y volver, y no creo que sea buena idea quedarnos aquí esperando una respuesta.

Pero la verdad, creo que demostramos una preocupante falta de iniciativa. Se nos ha encargado encontrar al ladrón del libro y ya sabemos donde está. Como os he dicho antes, si nos quisiera muertos, ya lo estaríamos. ¿Ahora que sabéis donde está, os asustáis? Que sí, que sí, que solamente sois "precavidos" y "cautos" y "si me vuelves a llamar cobarde te mando una bola de fuego", me doy por advertido; pero si sabemos dónde está el enemigo, ¿por qué no vamos tras él?

Y cuando le encontremos, ya veremos qué pasa. Como solía decir mi maestro, no hay plan de batalla que sobreviva a la primera escaramuza.

Remiel sabía que pinchar a unos magos tan irascibles quizás no era una buena idea, pero podía ser que fuera la chispa que necesitaban para seguir adelante. En cualquier caso, estaba harto de bravuconadas entre ellos y que cuando llegara la hora de enfrentarse al Verdadero Enemigo empezaran a hacerse los remolones.

Además, recordad, y esto es importante: si nos quisiera muertos... Ya. Lo. Estaríamos.

Propongo mandar un hombre de confianza a caballo a Val-Negra, contarles lo que hemos descubierto, decirles cuál es nuestro plan de acción inmediato (voto por ir al encuentro de la Bestia) y reiniciar la marcha.

Armand guarda silencio unos instantes y luego niega

- ¿Y por qué no nos acercamos al lugar y a la vista de este abrimos el portal? Coincido con Remiel en que no debemos limitarnos... y que debemos combatir - hace un gesto señalando al objeto- Pero si vamos a luchar contra una alianza de magos vampiros prefiero hacerlo con los superiores de nuestra orden al lado, esa es la verdad. Y si, tengo miedo tanto de morir como de poder ser capturado y que hagan algo a mi mente. O me transformen en una aberración como son ellos  

-Tienes razón en un par de cosa, Remiel, es cierto que el mensajero tardaría demasiado, y también que lo mejor sería plantarles cara, con los superiores cerca, como indica Armand. Pero creo que infravaloras a nuestro enemigo. ¿Acaso un cerdo está más seguro en el corral que en el matadero? Sólo está alargando la espera para encontrarse con la muerte, y pienso que algo parecido nos está pasando a nosotros -me paso una mano por la cara y termino atusándome la barba-. No nos mató porque no estábamos todos y querían darnos un mensaje, es totalmente comprensible que el mismo que le ayudó en Val Negra ya le haya avisado de que somos nosotros quienes tenemos que cazarlo, cuántos y quiénes somos. ¿Irías uno a uno tras tus perseguidores o preferirías cazarlos a todos juntos y dejar en ridículo a la orden, por segunda vez?

Qué fácil es hablar cuando se estaba en la taberna llenando el estómago en lugar de tener que encararse con aquella criatura y ver parte de lo que es capaz de hacer. Se veía que nuestro anfitrión era demasiado arrogante, mandando a uno de sus lacayos a encontrarse con nosotros, invitándonos a su alianza, revelando la ubicación de su escondrijo. Seguro que sabría de nosotros incluso antes de estar a una milla de distancia, ir de frente era una locura, y no quiero pensar en que ocurriría con un encontronazo directo con todos ellos.

-Sea como sea, debemos funcionar como un todo, no como una parte aislada del resto. Así que, lo que se decida se hará por mi parte -ante esta última frase, me quedo mirando a Armand, que había llevado cierta voz cantante en algunas ocasiones y ahora es cuando más se necesitaba de ello-.

-Supongo que ni os habéis planteado que el vampiro pudiera mentir, ¿verdad? Porque claro, deben ser tan arrogantes que pensarán que señalar a la Orden y a los Tremere con una flecha gigante el lugar donde se esconden es una gran idea, ¿verdad? Para empezar creo que tendríamos que escribir un mensaje y esconderlo en nuestra habitación. Escribir otro mensaje y dárselo al posadero para que se lo de a alguien si nos vienen a buscar en un par de días (y no antes). Y enviar a un grog ahora mismo. Por si acaban con todos nosotros, por lo de tener una justa venganza y todo eso. Y a parte de eso, supongo que deberíamos ir a la Alianza, ya que nos lo ofrecen, ¿no?

Excelsius no pretendía eclipsar ni dar grandes sermones o clases magistrales, no lo pretendía, pero lo cierto es que tenía cierta facilidad para ello. Pero al menos se notaba que no lo hacía por fastidiar. Bueno, en todo caso no mucho. A lo mejor el problema residía en que era un cerebrito, pero un miope social. Sí, eso debía ser.

Remiel se volvió hacia la caterva de grogs que les acompañaban; desconocía a la mayoría de ellos, pero sabía que podían ser útiles si se les empleaba con astucia.

A ver, ¿cuál de vosotros es el mejor jinete? Tenemos una importante misión que encargarle.

Por otro lado, parecía que la mayoría de los Magus se decantaban por dirigirse hacia la Trampa, y al llegar allí cerca ya se reflexionaría sobre el siguiente paso. Pero bueno, cruzarían aquel puente cuando llegaran a él.

Así pues, a no ser que alguien tenga algo más que hacer en Toulouse, podríamos empezar a ponernos en marcha, ¿no les parece? Y cuando lleguemos cerca de su Refugio ya sopesaremos nuevas opciones.

Un Siervo del Mal vagaba libremente por aquellas tierras, y esto era algo que Remiel no estaba dispuesto a tolerar.

-Ejem, ejem, sí, sí, sí, sí, pero las puertas de las ciudades las abren a primera hora de la mañana... -escueto pero problemático pensamiento el expresado. Los jinetes que salen por la noche son los que tienen el beneplácito del poder gobernante, en este caso la ciudad o la guardia, que no es el caso. Y la gente que sale de noche de una ciudad o bien tiene ese mismo beneplácito, o ha sobornado a los guardias, o bien es bastante bueno escalando murallas. O es mago, claro.

- Esperad un momento, sodales. Hagamos esto bien. Hay varias ideas que se han expuesto. Decidamos primero cual seguimos. Yo opto por la mía. Sabemos que la luz del Sol es enemiga de estos seres. Acerquémonos a la zona en donde se supone que está esa alianza, y antes que caiga el Sol, usemos el artefacto para que los refuerzos de Val Negra lleguen. Les informaremos de lo que sabemos, y del lugar en donde se encuentra la alianza de esos engendros. Y ellos, como superiores que son, tomarán la decisión que proceda. Yo desde luego opto por esta solución. Si alguien opta por la mía, que lo diga. Y si tiene otra idea que cree mejor, la proponga. Y cuando todos hayamos expresado nuestra opinión, la opción que sea más seguida, será la que emprendamos  

Papagena asentia con la propuesta de Armand, apreciaba su vida, pero tenia un deber para con la Orden y si era cierto que habian vampiros debia alzarse y proteger la Casa, a los habitantes inocentes y los intereses de la Orden.

- Estoy de acuerdo, pese a todo -se acerca un poco hacia sus sodales- creo que deberiamos tomar ciertas precauciones, todas las leyendas tienen una base de verdad. Y ante la falta de informacion, procuremos armarnos como podamos... yo no puedo luchar con el fuego, aunque tengo un buen conocimiento en leyendas. Por ello creo que Aigor mañana deberia pasar por la iglesia y recoger agua bendita de la pila. Podemos pedir ajos y sal al tabernero.

A Remiel, mientras el plan fuera dirigirse hacia el refugio de la bestia, todo le parecía bien. Los matices no le importaban; estaba seguro que antes de llegar se habrían replanteado su estrategia media docena de veces.

Me parece bien, Armand. Pero en cuanto a lo de ir cargando con agua bendita, pues... ¿qué opinarías, Papagena, si yo te dijera de ir avanzando cargando con antorchas encendidas? Porque el agua bendita y nuestros poderes mágicos no suelen hacer buenas migas, además de que yo, como otros muchos Magus, tengo poco aprecio por las conjuraciones de origen celestial. Bueno, quizás cargar un poquitín de agua bendita no sea mala idea, pero que sea poca, ¿de acuerdo?

Desde que habéis llegado los grogs se han apostado a vuestro lado, vigilando con recelo y muchos sin soltar la empuñadura de sus armas. El que actúa como superior se dirige hacia vuestra mesa y tras recibir permiso para hablar, suelta sin tapujos:

-Si habéis tomado una decisión mejor será que marchemos raudos mis señores. A fe mía que los tolosanos os buscarán en cuanto consigan apagar los incendios o incluso antes, pues de seguro querrán culpar al alguien de sus desgracias y como ya saben, los magos no despiertan simpatía en las gentes sencillas. De no ser ellos, a buen seguro que será el nuevo conde de estas tierras, para tranquilizar a sus súbditos. Los hombres estarán listos para partir en cuanto lo ordenéis.

Aigor se planta delante de los grogs y de los magos quedando completamente en medio. 

- Bien, vosotros procedereis a coger las pertenencias de los magos y las dejareis en la posada donde se ospedan los magus Papagena y Barry, luego os dispersareis y estareis de guardia, hoy no vamos a dormir ninguno. 

Se gira hacia la compañia de magos.

- Yo me encargare de que el tabernero no diga nada -sonrie mirando a Papagena y ambos dicen al unisono sonriendo- ¡Sir Porpmington Wulfric Abelino III! Perdonen señores que haya tomado el "mando" en esta situacion, pero mi deber es protegerlos, quieran o no quieran, y es facil suponer que los guardias sospecharan de todo aquel que trate de salir ahora, saldremos al alba. Habia algunos de ustedes que sabian manejar el arte de ilusorio ¿no? Sera bueno salir con un carromato lleno de articulos para vender. Ya me entienden.

Descarado, muy descarado, eso es lo que era Aigor y sin embargo Papagena le apretujo entre sus grandes senos por la templanza que estaba demostrando ahora. Era evidente que todo el plan estaba respaldado por una maga de la compañia, aunque hubiera salido de la boca de un grog.

Sin medir palabra va a la habitacion, se lleva a Papagena con el, le da un tintero y un pergamino y comienza a dictarla.

Al salir ya no estaba el grog renqueante que habia soltado aquel discurso, si no un noble en toda su gloria, con una cojera debida a una vieja herida de guerra en la cuarta cruzada que le obligo a retirarse del frente.

- Vamos

"Yo Honorius III, Papa de Roma, he encomendado a Sir Porpmington Wulfric Abelino III, conde-duque de Walamita, caballero de la Orden de la Rosa-Cruz, Cruzado venerado y Defensor de la Cristandad, la mision de investigacion sobre la ciudad de Toulousse, todo aquel que no le ayudare o que dificultare de cualesquiera manera por obra u omision, quedare desde tal mismo momento de cometer o no dicho acto, excomulgado y quedare considerado un hereje y fuere perseguido y ejecutado como tal.

Con mi venia y la de Dios, nuestro señor todopoderoso, firmo la presente.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo"

Para rematar la faena Aigor toma el escrito y falsifica la firma del sello papal.

Ambos bajan, Papagena se va junto a los magos y Aigor resoluto se acerca al tabernero.

- Buen hombre hemos de hablar un momento en privado

-Bueno, yo puedo cambiar mi apariencia e incluso me atrevería a decir que podría atravesar las murallas de la ciudad sin ser detectado de ser necesario, pero preferiría no hacerlo si no es imprescindible. También puedo cambiarle la apariencia a quien lo desee. Tengo algunas ideas en mente para eso. ¿Monjes tal vez? Los monjes son fáciles, anodinos y lo suficientemente respetados... -dijo Excelsius, recapacitando brevemente y dándose golpecitos en la sien con el dedo índice- Por otro lado yo votaría por llevar de esa agua bendita que habéis dicho. Y el ajo, sal, unas cebollitas y algo de perejil serán estupendos para la comida de mañana, sí, estoy de acuerdo también.

De acuerdo, pues; si estáis seguros de que las puertas de la ciudad están cerradas por la noche, y igualmente nuestro enemigo es más poderoso cuando no brilla el Sol, quizás lo mejor será esperar a mañana a primera hora para abandonar la ciudad e ir en busca de este monstruo. 

Remiel se dirige hacia su habitación.

Mejor que estemos listos en cuanto brille el primer rayo de luz; no debemos permanecer en esta ciudad más de lo estrictamente necesario.