Partida Rol por web

-No seas ridículo, Magnar -sonrió Eon-. No voy a pelear contigo, ni pienso ir a Terra a demostrar cosas que ya sé. Confío en ti, hermano, pero de ninguna manera voy a meterme por voluntad propia en Khangba Marwu. Me alegra que hayas recuperado tus recuerdos, si es que lo has hecho, pero no creo que me puedas revelar algo que desconozca.

Dio la espalda a Vulkor y tecleó unas coordenadas en el holoproyector más cercano.

-Antes de la próxima traslación me habré marchado. Mi flota se internará en Pacificus y no regresará... al menos hasta que tenga claro que puedo ganar esta batalla. ¿Quieres ayudarme a acabar con el Emperador? Prepárate, piensa como un pirata. Él espera un ataque directo y siempre vigila su espalda. No necesito más necios dispuestos a morir con honor: necesito monstruos capaces de inspirar miedo al dios que les dio forma.

La imagen fantasmal de un mundo imperial apareció en el proyector.

-Istvaan -dijo Eon-. No es gran cosa, pero dentro de unos años será la clave de nuestro primer movimiento. Necesito que alguien implante agentes en la corte del gobernador imperial. Quiero gestar una sedición que estalle dentro de unos años. En ese tiempo, Vulkor, tendrás que poner de mi... de nuestra parte a otros primarcas. No encontrarás muy difícil convencer al Caballero del Arca, pues él también ha visto la putrefacción bajo la cáscara dorada del Imperio. Nephleim se siente despreciado, y no sin motivo. Seguro que puedes conseguir su apoyo si te alzas como Señor de la Guerra y le cubres de laureles. Hay otros demasiado duros de mollera, como el Alcornoque Eterno o el Tiburón. Son peones de Padre y siempre lo serán. Tal vez encontremos a nuestro hermano Doblegador en estos años, pero no deberíamos contar con ello. 

Se giró para mirar a Vulkor a los ojos. El Corsario sonreía, pero una una sonrisa sombría.

-Te apoyaré para ser Señor de la Guerra, aunque mi apoyo tiene poco peso político en este momento. El resto quedará en tus manos. 

-No creo que seas un monstruo aunque crea que te hayas equivocado en tus maneras, como con Aegror y Magnar. Ya veremos quien usa esa espada y para que, hermano -fue la última respuesta sobre el tema del arma que dio Ark'sul antes de desprenderse de esa comunicación extraña.

Unas semanas después Ark'sul, por medio de unas tecnologías extrañas, desconocidas y posiblemente prohibidas, consiguió comunicarse con Eon desde casi la otra punta de la galaxia. El brillo en los ojos de la Araña de Marte había desaparecido por completo, parecía estar confuso y miraba de forma caótica hacia los lados, como si temiera que en cualquier momento fueran a atacarle.

-Hermano... tenías razón -fueron las primeras palabras- he encontrado pruebas que muestran que la XX sigue viva entre nosotros, sigue existiendo cuando se dio por destruida. Fueron ellos los que mataron a Nimrod tendiéndole una emboscada. Durante la batalla de Ullanor II las dos escuadras de pretorianos de nuestro hermano comenzaron a enfrentarse entre ellas y una usaba proyectiles con punta de diamante, especiales para atravesar las armaduras de nuestros hijos. Tenías razón, la XX sigue entre nosotros y no se ya de quién ni de qué puedo fiarme. ¿Y si los hijos de Nimrod que me han informado de esto son en realidad de la XX? ¿Y si los Caballeros en su totalidad eran en realidad de la XX? Solo puedo fiarme de mis hermanos más cercanos, pero ahora Duncan tiene muchas cosas con las que tratar dado su nuevo puesto. A eso hay que sumarle que algunos miembros de la X, aquellos que se alzaron contra el Emperador tiempo atrás, están afiliados entre los hijos de nuestro hermano Nephleim y se me ha ordenado ir a por él. 

Guardó silencio durante unos segundos.

-Hermano, necesito ayuda y no se a quien más a parte de ti acudir. Tú ya tienes experiencia en este tipo de situaciones, ¿qué podemos hacer? ¿Como saber de quien fiarnos?

Eon se sorprendió mucho cuando supo que su hermano había logrado comunicarse con él. Se encontraba en el Halo, sumergido en negros pensamientos mientras depredaba todos los mundos que aparecían ante él. A todos les ofrecía lo mismo: la Muerte o el Imperio. Lo que los moradores de aquellos planetas no entendían hasta que era demasiado tarde era que el Imperio también significaba la muerte. Después de todo, el Príncipe Corsario había sido declarado renegado y Hostis Humani Generis: Enemigo de Toda la Humanidad.

Y con él, toda su legión.

A Eon le parecía un título mucho más grandioso que "Señor de la Guerra".

Estaba de un humor sombrío cuando recibió la transmisión de la Araña, aunque la visión del otro primarca consiguió arrancarle una sonrisa auténtica.

-Debes ser uno con el Omnissiah si has logrado llegar hasta mí -comentó.

Iba a preguntar por el resto, pero las palabras de su hermano ahogaron cualquier necesidad.

-Ya veo -asintió-. Bueno, supongo que consideras que esta Red tuya es segura, hermano, así que te seré franco: siempre he sospechado que la XX formaba parte del plan del Emperador para purgarnos. Por Lileath... es posible que él mismo fuera el padre genético, o Valdor... ¿por qué no? Siempre he pensado que era demasiado fuerte -no ahondó en sus propias cavilaciones. Su hermano necesitaba apoyo, seguridad, no más dudas-. Lo que quiero decir es que es difícil poner alcance a esa traición porque puede que, después de todo, no fuera ninguna traición sino parte de Su estrategia. Aún así, permíteme que te de esperanza. Hablé con Vulkor antes de marcharme y él también ha visto esa podredumbre. Pregúntale por Istvaan.

Después apoyó el dorso de la mano en la barbilla, con gesto aburrido.

-El Segador, ¿eh? Tiene sentido, supongo. Nadie supo nunca qué andaba tramando. Nephleim... el caballo de batalla; la bestia de carga de Padre. Me pregunto si no estará harto de ser un lacayo. Tal vez puedas ofrecerle convertirse en un primarca. Y si no... en fin, no es el mejor soldado entre nosotros, y tú eres el Caballero del Arca. Acude a él sin esa túnica roja, sin armadura y sin armas. Muéstrale tu sangre y tu hierro, háblale de tus hijos, de aquellos que asesinaste por orden de Padre. Si le he juzgado bien, te entenderá, y si no es que es un peón, y será mejor que le arranques de esta Galaxia. Pondrá las cosas más fáciles... si regreso.

-Esta red es segura porque usa tecnología prohibida. No sabía qué más hacer, no se en quien confiar o en quien no. Tengo unos cuantos Caballeros del Emperador a bordo de mi nave, los que me informaron de lo sucedido, pero no sé si puedo fiarme de ellos. Todas estas mentiras y engaños hacen que la Verdad Imperial no tenga ningún sentido ni sustento. El Imperio en el que creía se está desmoronando a marchas forzadas y todo parece comenzar por las mentiras y la falta de confianza. La unidad que promulga Duncan es más que necesaria, pero creo que ahora llegará muy tarde.

La comunicación se desestabilizó un momento antes de volver a ser completa.

-En realidad temo por todos nosotros. La presencia de la XX fue una pesadilla por lo que me contaste y tal y como están las cosas, no estoy seguro de como reaccionarán los demás primarcas, ni los custodes, ni siquiera sé como reaccionará Padre, pues se ha recluído en Terra y abandonado su gran proyecto por cualquier otra cosa. Si de verdad la XX es el verdugo invisible de Padre, temo por todos aquellos que no puedan estar a la altura de sus expectativas o se inmiscuyan en sus misterios. Puede que Padre regrese a Terra para ver como nos destruimos, puede que nuestro destino ya esté echado y hayamos cometido nuestra labor al terminar Ullanor, haciéndonos innecesarios.

En ese preciso momento se giró de golpe y miró por encima de su hombro. Lo último que vio Eon fue a su hermano de espaldas antes de que la comunicación se cortara de forma abrupta.

Las investigaciones llevadas a cabo por Ark'sul y Sir Zaifodias hicieron que empezaran a sospechar de todas las legiones. Con discreción y usando sus contactos con sus hermanos, poco a poco fueron investigando de forma clandestina a sus primos, esperando no encontrar nada. En realidad era una misión imposible, pues los Caballeros del Arca no eran grandes investigadores y se enfrentaban a una serie de espías muy cualificados y que llevaban años, décadas, infiltrados.

Pero no estaban preparados para lo que encontraron.

Según sus descubrimientos, miembros de la X legión eran miembros de la XIII. Eso era imposible, la X había sido purgada por alzarse contra el Emperador; pero los datos que tenían decían otra cosa. Nunca había tenido mucho trato con su hermano, nunca había tenido trato. Los datos escaparon al control del primarca, pues sir Zaifodias los transmitió a Terra y rápidamente le encargaron la ejecución de Nephleim y sus hijos a Ark'sul, los Caballeros del Emperador y unas pocas tropas auxiliares más. 

-Bellur, intenta mantener ocupado a nuestros invitados impacientes y recuérdales que todos la información debe de pasar por mí antes de ser enviada. Tengo que meditar sobre unas cuantas cosas.

El Caballero Andante salió a cumplir sus órdenes y Ark'sul utilizó un objeto que había diseñado personalmente. Era un comunicador de larguísima distancia que usaba el coro astropático de su nave para hacer una comunicación precisa a cambio de la muerte de varios de esos pobres hombres y mujeres; pero la comunicación era necesaria y vital. La idea había venido en base al Astronomicón, pero sin la necesidad de ser tan poderoso.

La conversación que tuvo con su hermano duró menos de lo que esperaba. Quería haberle preguntado muchas cosas, pero en una cosa tenía razón, tenía que aprovechar y hablar con su hermano en lugar de ejecutarle. Cada vez estaba más seguro que todo dependía del punto de vista de cada uno y eso empezaba a preocuparle. La puerta se abrió y tuvo que girarse bruscamente y cortar la comunicación. 

Había entrado Zaifodias en la sala y Bellur había intentado detenerle.

-¿Qué haces? -preguntó casi como un gruñido a ese astartes. En ese instante lo vio claro, había informado a sus espaldas, había ignorado las órdenes de un primarca, estaba trabajando por su propia cuenta. Sí, claro, todo tenía forma ahora mismo. Zaifodias y esos "Caballeros" eran miembros de la XX- ¿Cómo osas interrumpirme en mi Sanctasactorum? ¿Acaso interrumpías a tu padre sin llamar ni pedir permiso? -la ira se iba formando en él- ¡¿ES QUE NO SABES LO QUE ES EL RESPETO?! ¡ERES UN INVITADO EN ESTA NAVE!

Eon golpeó la consola de mandos cuando vio a su hermano desaparecer.

No podía recrear los prodigios de la Araña, ni tampoco podía recurrir a las artes eldar para lo que necesitaba decirle. No cuando iba a revelar uno de sus secretos a su hermano. No obstante, no estaba dispuesto a rendirse.

Encontró un planeta adecuado en cuestión de semanas. M'khand; un mundo-forja apartado en el que los sacerdotes no habían conocido la moderación de Marte. Los Corsarios y sus aliados xenos tuvieron que masacrar infinidad de esclavos, servidores y tecno-herejes hasta que encontraron una cábala dispuesta a colaborar. Agotaron los recursos del planeta alimentando unos fuegos verdosos que parecían carcajearse. Los hemónculos de Comorragh supervisaron las hileras de humanos de mirada vacía que fueron desangrados para saciar a las voces que llevarían en mensaje de Eon a través del mismo Empíreo. Mientras sus capitanes y aliados alienígenas saqueaban botines arcanotecnológicos, el primarca subió a la torre de los astrópatas, donde trescientos de estos psíquicos (todos los que habían podido tomar prisioneros sus astartes) aguardaban su destino.

Cuando el Corsario habló, los engranajes de la máquina de amplificación empezaron a absorber la vida de los astrópatas. Era algo que Eon había visto en los sueños de Laeran, algo similar al Trono que su Padre estaba construyendo, aunque de mucha menor potencia.

Hermano, escúchame a través del espacio y el tiempo. Escúchame en la voz de tus adeptos. Es poco lo que puedo revelarte con el tiempo que me permite este mecanismo, así que no puedo explicarte todo lo que necesitas saber: necesitamos cargar nuestros dados si hemos de enfrentarnos a Padre. Necesitamos amañar las posibilidades. Es por eso que te digo esto sabiendo que tendrá consecuencias: busca a los C´tan. Busca a los Devoradores de Soles que hace millones de años soñaron con los mismos hijos que Padre te hizo destruir. Busca a los C´tan y comienza a reclutar a aquellos que caminan bajo su sombra. Padre tiene algunas, las llama sus Hermanas del Silencio. Funda una nueva orden en tus Caballeros del Arca. Recluta Caballeros del Silencio que puedan soportar los trucos de Padre.

Y por último, dile a Nephleim algo de mi parte: hace décadas, al comienzo de la Cruzada, acordamos que seríamos aliados. Le prometí que le ayudaría a elevarse hasta donde merecía; le juré amistad más allá del consejo. Recuérdale mi promesa y la suya, que fue recíproca. Dile que regresaré y querré cumplir con esas palabras. 

Nephleim busca la trascendencia genética como tú buscas la mecánica. Esa debe ser su carta ganadora, como la de Vulkor es su conocimiento del Sha´eil y la mía las alianzas alienígenas. Él es sangre y carne donde tú eres hierro, pero ambos queréis lo mismo. A ese respecto hay alguien...

Los astrópatas empezaron a llorar lágrimas rojas, a gritar y a morir a su alrededor.

Cawl. Cawl es el as oculto del Segador...

Primeras etapas de la Herejía.

Al final, los esfuerzos de Duncan habían sido en vano. La unidad, el bello sueño que compartía con su padre, se había fragmentado. Pero no del modo que él había supuesto, ni del que ninguno esperaría jamás. El ahora Señor de la Guerra esperaba peleas, quizás alguna escaramuza, si no tenía éxito. No una auténtica guerra civil, un alzamiento de la mitad de las legiones, contra el Emperador.

Desde la sala de mando, observaba con preocupación diversos datos, cotejando trayectorias y analizando posibles desenlaces. En Istvaan, se había descubierto el pastel, y los traidores que se habían mantenido ocultos habían demostrado su verdadera cara. Hantei… Ese perro rabioso había demostrado su catadura desde el principio, pero nunca pensó que se habría alzado violentamente contra el Imperio. Y sin embargo, ahí estaba, atacando a traición, junto con Nicola. Demasiado había escuchado su hermano al “Hijo del Sol”, como ya le había advertido, y ahora, ahí se encontraban.

Un nuevo informe llegó, y consiguió lo que hasta ese momento le había parecido imposible: su preocupación aumentó. Según lo que leía, los Caballeros del Arca habían sido infiltrados por la XX. No solo seguía en activo, si no que parecía haber contaminado ampliamente a la legión de su querido hermano. Ya había perdido a Eon, y no estaba dispuesto a perder también a Ark’sul.

-Enviad un mensaje a los astartes de Uliq y Leucas. Quiero que partan de inmediato en apoyo de Ark’sul y le ayuden a acabar con cualquier resquicio de la vigésima-dijo con seriedad, enviándose automáticamente aquel mensaje.

Por desgracia, con lo que no contaba es con que la vigésima no solo se encontraba infiltrada entre los hijos de la Araña de Marte.

Un mensaje como aquel debía ser rebotado en varios puntos, debida la distancia a la que se encontraban los destinos del emisor. Y en uno de esos rebotes, el mensaje cayó en manos de un agente de esos condenados astartes. Viendo la ocasión de sembrar más discordia, no dudó en alterar el mensaje, que pasó a decir:

-Enviad un mensaje a los astartes de Uliq y Leucas. Los Caballeros del Arca se han revelado. Quiero que partan de inmediato a atacar a Ark’sul y acaben con cualquier resquicio de la décimo novena.

Y dicho mensaje, con la autoridad del Señor de la Guerra respaldándolo, fue obedecido sin dudar. Por desgracia, Duncan jamás se enteraría de lo que había ocurrido en realidad, y tendría que lamentar la pérdida de otro querido hermano, ignorando que fue la vigésima la que le privó de un gran apoyo en las luchas que estaban por venir.

Una transmisión entrante fue directamente hacia el sancta sanctorum de Nephleim. Esa transmisión ignoró astrópatas y cogitadores, conectándose directamente en la consola que usaba el primarca de los Segadores para comunicarse con el antiguo Consejo de Terra. La holoproyección era oscura y se escuchaba estática, disparos y se veían reflejos en el rostro de Ark'sul.

-Hermano -gruñó- se que miembros de la X legión están dentro de tus tropas, infiltrados o no. El Imperio te ha marcado como un objetivo a ser destruido -gritos y más fuego de bolter resonaba en la sala desde la que estaba enviando el mensaje la Araña de Marte- la XX está intentando acabar conmigo y han hecho que Duncan envíe a Uliq y Leucas tras mí antes de ir a por ti. Te aviso porque no creo que debas ser ejecutado, además que tengo un mensaje de nuestro hermano Eon. Busca a Cawl, será tu as oculto -la transmisión se llenó de estática y se pudo ver como Ark'sul agarraba la cabeza de un astartes con su mano izquierda y la estrujaba hasta aplastarla como si fuera una fruta antes de lanzar el cuerpo fuera de la imagen- Busca a Cawl.

La transmisión se terminó ahí.

La Caída de la Araña de Marte

Ark'sul había cortado todas las comunicaciones y su flota había sido dispersada por diferentes puntos de la galaxia. No había ido a Ullanor, no había mandado a sus hijos en representación, no había aparecido desde que dijera un par de palabras durante la elección del Señor de la Guerra. 

Había desaparecido en pos de su hermano Nimrod y ese camino fue aún más oscuro. Nunca debería de haberlo seguido, nunca debería de haber intentado encontrar a su hermano pues lo que descubriría en él sería la propia perdición de su hermano. 

Durante todo este tiempo, Ark'sul consiguió pruebas de algo que ninguno de ellos quería saber, y era que la XX seguía infiltrada en muchas otras compañías y legiones. Investigó todo lo que pudo, se informó intentando ser algo que no era, un investigador y un espía; y encontró algo que no debería de existir. El descubrimiento de las fuerzas de la X legión entre las filas de Nephleim le asustó, pues ya no era solo una legión "desaparecida" que resurgía a modo de fantasma, sino dos. Eso era algo superior a él y se envió un mensaje desde la nave personal del primarca hacia Terra, avisando de estas posibilidades y de todo lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Lo que pocos saben es que no fue Ark'sul quien lo envió, sino sir Zaifodias, el miembro de mayor rango vivo de los Caballeros del Emperador que había estado ayudando al Huérfano a investigar sobre la XX, el que le había avisado del destino de su hermano y le había mostrado las pruebas de una munición expresamente diseñada para acabar con astartes. Se había saltado la cadena de mando, un legionario había ignorado y saltado la autoridad de un primarca que le había invitado a su nave. Recibió el mensaje de ir a por su hermano Nephleim; pero lo que nadie supo fue la guerra que estaba sufriendo. Comenzaron a ocurrir escaramuzas en su flota y todas las pruebas apuntaron a los Caballeros del Emperador, los mismos que habían ignorado la autoridad del primarca y Ark'sul lo vio claro. Esos Caballeros eran miembros de la XX en realidad y habían estado jugando con él. Un mensaje fue interceptado en el que se decía que Leucas y Uliq tendrían que purgar a los Caballeros del Arca.

Eso destrozó a Ark'sul.

Su legión era Leal. Su legión no tenía infiltrados, eran esos malditos Caballeros del Emperador que habían hecho lo que querían. ¿Y ahora era él quien debía ser eliminado? Y eso no era lo peor. Lo peor es que Duncan ni había intentado comunicarse con él, no le había preguntado. Se fiaba más de unos sobrinos sin rango que de un hermano que había luchado y sangrado con él en diversas ocasiones, haciendo que terminara de romperse algo en su interior. Padre le había abandonado, Duncan le había traicionado y lo peor de todo es que el único que no le había dado la espalda era Eon, el otro prófugo.

-Purgad a vuestros primos -fue la sentencia de Ark'sul, que empezó a hacer una limpia de Hijos del Emperador. La gran escaramuza en su nave le había pillado de sorpresa a primeras, aturdido por la verdad que se descubría ante él. Mandó un único mensaje en el momento en que se rehacía y comenzó a luchar de nuevo. Nunca en su historia la Bern'hol había visto tanta sangre. Astartes contra astartes estaba bastante igualado, sacando los hijos de Ark'sul ventaja por el conocimiento de la nave y cuando la Araña comenzó a combatir todo cambió. Luchaba contra sus sobrinos como si fueran Chatarreros de su mundo natal, con la misma furia y el mismo odio hacia todos ellos. Los últimos de ellos se habían hecho fuertes cerca del motor de disformidad de la nave pensando que allí no usarían armas de fuego y tendrían ventaja en el uso de las armas de cuerpo a cuerpo en las que los hijos de Nimrod eran mucho más diestros que los hijos de Ark'sul.

Pero estaban equivocados.

La Araña ordenó ir sellando todas las cubiertas conforme se iban evacuando a todos los miembros de su nave hacia otros navíos de su flotilla, dejando encerrados a los incautos que no sabían lo que les venía encima. Lo último que hizo Ark'sul fue sabotear el campo Geller de la nave y provocar un sobrecalentamiento del motor de disformidad. La Bern'hol acabó explotando en una fisura de disformidad, haciendo que parte de ella saltara a ese otro lado del universo, sin protección y saltara por los aires. Eso no había sido algo fortuito, pues en el momento en que esa nave explotaba, el resto de la flotilla saltaba en una dirección desconocida, asegurándose que ningún astrópata o navegante pudiera conseguir encontrar el rastro de hacia donde habían ido.

Y así fue como la XX empujó a los Caballeros del Arca a un bando en el cual podría haberse evitado que estuviera. 

Habían pasado tres semanas desde la última comunicación entre Eon y Ark'sul, aquella en la que dejó a la nave de la araña sin coro astropático y demasiadas cosas habían pasado en muy poco tiempo. Cuando la Araña supo que había perdido a Leucas y Uliq y que no caerían sobre él como unos buitres sobre carroña, solo entonces fue cuando se arriesgó a mandar un mensaje su hermano más cercano. El problema es que no podía seguir perdiendo astrópatas, por lo que solo mandó unas coordenadas planetarias.

Cuando Eon llegó, se encontró en un sistema un tanto raro. Se suponía que no tenía que haber nada, pero las coordenadas marcaban algo extraño. Dos planetas medio destruídos y cuyos escombros, por llamarlos de alguna forma, hacían que parecieran dos gitantescas medusas interestelares entorno a una pequeña estrella azul que emanaba más radiación que calor. El mensaje le dirigía hacia la parte destruida de uno de los dos planetas, lo que hacía necesario una gran habilidad de pilotaje, que en los Corsarios sería lo más normal, para poder llegar a su destino. Cuando se acercaron, pudieron ver que había una pequeña porción, como del tamaño de un antiguo coliseo, construido como una pequeña fortaleza. Todas las piezas eran modulares, salidas de una PCE obtenida de Duncan, pero tenían un sistema para generar una pequeña atmósfera apropiada para los astartes y seres suprahumanos.

-Eon Sycorax -una voz mecánica que se expresaba de forma entrecortada hinundó las comunicaciones- acuda a plataforma 3.

En el punto mencionado, una enorme zona aplanada para que las naves pudieran aterrizar de forma apropiada, estaba esperando Ark'sul que ya no vestía la túnica de Marte. La armadura que llevaba estaba remachada a su cuerpo como había hecho antiguamente, el arnés se veía completamente ensamblado a su espalda y columna vertebral y gran cantidad de cables surgían de entre la espesa y desgreñada melena y de los lados de su cara. Ahora parecía más un servidor o un Magos sin la túnica que un ser humano, pero lo extraño es que no parecía tener necesidad de ningún tipo de sistema respiratorio adicional mientras espraba a su hermano fuera de la zona cubierta de esa pequeña fortaleza.

Cuando Eon descendió de su stormbird, lo hizo en solitario. Su legión y él habían cambiado mucho, pero aún seguía confiando en Ark´sul. Su hermano había acudido a él en su peor momento, y el Corsario tenía intención de demostrar que no había sido en vano. Por eso no había arlequines, señores de las bestias, mercenarios ni horrores cósmicos. Sólo él, sólo un hombre. 

"Un hombre no" se recordó con amargura, "un primarca. Nunca serás un hombre". Había sido forjado como un joven dios y nunca tendría un alma humana. No estaba atado a las limitaciones del hombre, pero tampoco sabría nunca cómo sentían aquellos... ¿inferiores?

Se adelantó para abrazar a su hermano, pero dudó cuando vio sus arneses metálicos. Aún así, sonrió. Vestía con su capa de escamas laer, su armadura artesanal y su collar de piñoz de orko, pero no llevaba espada ni pistola.

-Te has tomado muy en serio tu apodo -comentó-. Aunque no soy quien para hablar, supongo.

Los Corsarios se acercaban cada vez más el Segmentum Solar. Habían prendido fuego a la mitad de las colonias de Pacificus acompañados por su carnaval de xenos. Se habían internado en el Imperio hasta aquel objetivo "al azar" de Istvaan y lo habían convertido en un golpe a la garganta contra el Imperio con ayuda de otros traidores.

Y el paso a Terra estaba cerrado por los Custodios, nadie podía acceder al Emperador. El Señor de la Guerra formaba fuera de las murallas con sus ejércitos, pero estaba tan atrapado como los traidores. Más incluso.

Para colmo, estaba el Joven Halcón. El piloto, pues no era más que eso, permanecía siempre cerca del primarca. Al parecer, recibía indicaciones del Sigilita en persona, que le empleaba como su "Cuervo". Aquello daba al Corsario renegado un peso extraño, y, por lo visto, aquella mañana lo uba a utilizar, pues solicitó una audiencia con Duncan.

-Hay ocasiones en las que uno debe de dejar de luchar por encajar y luchar por ser como eso -fue la respuesta a su hermano. Le molestó que dudara en saludarle como antaño habría hecho, y era cierto que habían cambiado muchas cosas; pero él no quería que cambiara eso, por lo que el Huérfano dio un paso adelante y abrazó a su hermano- ven, hermano, tengo un regalo para ti.

Guió a su hermano hacia el interior de las instalaciones. Había bastantes astartes cuyas armaduras habían cambiado y mostraban gran cantidad de implantes, como si dieran un paso más allá y quisieran ser más máquinas que humanos. El interior de ese lugar era completamente sobrio, como si repudiaran la decoración o, simplemente, aún no hubieran tenido tiempo de decorarlo de ninguna forma.

-Siento la escasez de decoración, pero no ha habido demasiado tiempo para ello. Este lugar se llama Camaxtli y era, fue o se supone que iba a ser, una colonia de las lanzadas por Marte durante la Era de la Tecnología. En los archivos de mi mundo natal había menciones de otras muchas flotas y algunas directrices y, cuando estuve en Marte pude cotejar y comprobar unas cuantas y esta siempre me llamó la atención. Resulta que Camaxtli era un antiguo dios de la Terra primitva, de la zona mesoamericana. Fue uno de los cuatro dioses creadores de la tierra, además de ser dios de la caza, la guerra, el fuego -sonrió- y la esperanza.

El interior recordaba a un navío por la cantidad de cubiertas y niveles que tenía. Iban bajando por ese laberíntico pasillo hasta que, en un momento, llegó a un lugar que se abría a una enorme fisura planetaria y en el que se podían ver gran cantidad de pasillos y escaleras ensamblados a los laterales del planeta, recordando más a un hormiguero que a una colonia de cualquier tipo.

-No sé bien qué pasó para que este planeta acabara así o tal vez cuando llegó la colonia marciana ya estaba así; pero lo importante es esto -guió al interior de una sala y una ráfaga de aire casi ardiendo golpeó el rostro de ambos primarcas. Resulta que desde el lugar al que le había llevado se podía ver lo que en su momento podría haber sido el núcleo del planeta, que estaba siendo revivido a base de gran cantidad de aparatos tecnológicos y un montón de seres completamente mecánicos que los manipulaban- esto, hermano, va a ser la forja para el arma que soñabas. Padre tenía sus laboratorios secretos en Terra, nosotros tendremos nuestra forja secreta aquí. Aún no la he puesto ningún nombre, pero tengo intención de que llegue a ser un lugar que la historia recuerde.

Se giró una última vez para mirar a su hermano.

-Y ahora dime de donde podemos obtener el material del que hablabas.

Hacía ya tiempo que Duncan no se encontraba del buen humor habitual. No había modo de estarlo, no en aquella situación tan terrible, no cuando la traición dolía tanto. Especialmente por parte de dos hermanos tan cercanos. Y por si fuera poco, el cerco sobre Terra se estrechaba. Dada la cerrazón de los custodes y los adeptos de Marte, el Señor de la Guerra se preguntaba qué posibilidades reales tenía de defender aquella plaza, ya que no se prestaban a colaborar precisamente. 

Se encontraba analizando las pantallas tácticas cuando el Joven Halcón entró.

-Pasa y siéntate. Hay recafeinado por allí-dijo, sin apartar la vista de los datos, indicando con un gesto vago una zona-se me ha acabado todo lo que sea más fuerte, al menos de momento. ¿A qué debo tu visita?

Eon apreció el gesto de su hermano y se dejó conducir. En una ocasión, el mismísimo Constantin Valdor le había dicho que era "encantador cuando no está paseando gente por la tabla". Aquello había sido un comentario ligero, casi jocoso, pero Eon entendía a qué se refería. Cuando estaba en compañía de la Araña, como cuando había estado con Duncan, o con Aegror, podía ser aquel joven de Sycorax que charlaba con Aliathra. Porque con ellos no era el Rey Pirata, sino sólo Eon.

-Cuando te conviertas en Fabricador General tendremos que explorar esta Galaxia de punta a punta en busca de mundos-forja, ¿eh? -comentó-. Ya hemos sacrificado infinidad de mundos para nuestro Padre, así que es justo que honremos un poco a otros falsos dioses como Camaxtli.

Imaginó aquel futuro. Volar junto con los Caballeros en busca de tesoros de la Edad Oscura de la Tecnología. Sonaba... esperanzador, sí.

Pero claro, antes había que acabar con Kronos.

-Tengo la localización desde antes de internarme en el Halo -asintió-. Las cartas de navegación lo llaman "Drokon", pero sé que los antiguos necrontyr tenían otro nombre para él. Allí, bajo las colmenas, bajo los desiertos donde los orkos salvajes campan entre la chatarra, aguardan sus fábricas, sus ciudadelas y sus monolitos. Al principio, mi plan era tomar el planeta e intentar fabricar yo mismo la Hoja del Silencio a partir de metal saqueado. Ahora creo que, cuando limpie Drokon, tú y tus tecnomarines entraréis en esas cámaras y hallaréis respuestas que ni siquiera yo imagino. Drokon y sus secretos serán mi regalo para ti, un nuevo Marte desde el que construirás un nuevo Culto a la Máquina. Tal vez la Espada del Silencio sólo sea una alegoría. Tal vez tú seas esa Espada, mi hermano de sangre y hierro, tal vez tus caballeros lo sean.

El Halcón era uno de los pocos Corsarios que lucían aún el bronce y azur de la legión original. Según los rumores, Eon había convertido la XVI en una horda de salvajes adoradores de la muerte y el saqueo que pintarrajeaban signos alienígenas en sus armaduras y se decoraban con cráneos y trofeos macabros.

-Mi señor primarca, tenemos poco tiempo -saludó Iliyan-. El Regente me envía un comunicado de urgencia. Va a enviar a la Roca un prisionero de las Celdas Oscuras, uno que no estaba seguro en Terra. No sé nada de él, pero por lo visto mi s... mi primarca está intentando sacarle del planeta mediante sus agentes en la corte... y en los Clados.

El Joven Halcón se cuadró.

-Se me ha informado del peligro de infiltrados en la legión y en vuestra flota, mi señor. Y se me ha ordenado proteger al prisionero a toda costa, ¿puedo contar con vuestro visto bueno?

Guarde silencio, —son tiempos complejos estos que vivimos… no puede ser que los recursos de una legión sirvan para que crezca otra, sin embargo, hay que poner el punto de mira en los Segadores. Los Portadores de la Agonía no han tenido que ver —resoplé —tenéis que crecer, nosotros mismos tenemos que crecer, hay que aprovechar las clonaciones —.

La búsqueda de la Araña de Marte

Recibimos las órdenes del Señor de la Guerra. Aquello me sorprendió sobremanera, la traición que estaba teniendo lugar era a todas luces inesperada. Antiguos compañeros eran ahora los mayores traidores jamás conocidos. El objetivo era Ark’sul, el Señor de la Guerra había hablado. Otra caída en desgracia, era algo noble para la Tempestad Imparable el acabar con ellos, pues normalmente nos vemos arrinconados a tareas menores, pese a la victoria de Ullanor Prime.

Decidí acompañar a mis mejores astartes, ellos no podrían lidiar con la Araña. Abrí mi comunicador para que mis legionarios me oyeran —hoy caminamos a por un antiguo hijo del Emperador, uno de mis hermanos. No tengáis piedad de ninguno de ellos pues cuando los veáis enfrente estaréis viendo a un enemigo, como un sucio orko o un xeno. Estaré con vosotros —sin embargo no fue una persecución fructífera. La ubicación de Ark’sul no era clara, estaba disperso, no hacía acto de presencia. Cuando recibíamos información de que estaban en un lado llegábamos y ya era tarde, dispersé mis tropas, tuvimos algún intercambio con algunos rezagados, bajas mutuas.

Desconocía si el mensaje llegaría Ark’sul pero aun así lo lancé, sin cifrar, sin ningún tipo de protección, permitiría la localización de la nave emisora pero el odio que sentía ahora mismo hacia mis hermanos traidores me cegó —morirás Araña, tu nombre no será más que algo del pasado —deseaba para todos mis hermanos traidores una aniquilación completa, esperé más tiempo del razonable esperando una respuesta en aquel confín del espacio. No entendía como un hermano cuyo mayor búsqueda era el conocimiento, algo parecido a mi, se aliaba con la sin razón.