Partida Rol por web

¿Linterna? Vale, vale, vale, vale...Pero debemos escondernOOOOS-dice rápidamente, antes de que termine de hablar Conrad.

El hombre parece nuevamente asustado, aunque ahora más controlado que antes, no grita pero hace altibajos. De vez en cuando se puede ver como en su boca se almacena saliva y depende de la palabra que pronuncia escupe en abundancia. Mira a todos con mirada fija, inquietante. Su mirada aunque a oscuras es penetrante.

Vienen...Vienen...Vienen esoslocos caníbales. ¡¡Meseguían!! Pero son lentos muy lentos, más que yo. ¡¡Están locooooos!!-desplaza como un rayo la vista hacia el aparente vigilante y prosigue-Cierra bien la puerta, sino entrarán.

Luego, mirando a la mujer comprensiva, aunque intentando adoptar una postura amigable y cuerda susurra:
No te vayas...Están llegando... y están locos...muy locos...-termina la frase mientras se ajusta las gafas de pasta negra con el dedo índice de la mano derecha.

-¡Eh, tu, a ver a quién llamas loco!

El orondo repartidor de pizzas deja de mal modo la caja con la alimenticia torta de pan encima de la mesa. Ante la estupefacta mirada del resto del grupo, espeta:

- ¿Que pasa, nunca habéis visto un repartidor de pizzas que trabaje de noche? Joder, perdonadme pero he tenido que venir esquivando a esa panda de borrachos que tenéis ahí fuera.¿Que coño pasa aquí esta noche? ¿Y quién de vosotros es Wilmor?

Maldiciendo en voz baja por no haber recordado traer el mechero entro a tientas en la biblioteca. Joder, a ver si pasa el apagón ya.

Busco con el tacto y forzando la vista en las penumbras algo de valor, tratando de recordar la disposición de todo. Como el empollón se haya dejado el portatil me toca el gordo.

Corniack se mantiene impávido mientras recibe perdigonazos de saliva del zumbado.
Cuando el loco termina se limpia la cara y un poco la camisa con la manga. Ve como Conrad y el friki informático se van hacia la parte superior a arreglar los fusibles y ahora ... ¡entra un repartidor de pizzas!

Bueeeeeno. Creo que he tenido suficiente ración de extravagancias por hoy. Así que, me piro a mi casa. Hasta mañana ... emmm ummm, amigos.

Corniack pasa al lado del loco tratando de que no le vuelva a salpicar con salivazos y empuja al repartidor de pizzas para que le deje pasar por la puerta. Después camina hacia su casa en donde seguro que sus padres ya tendrán la cena hecha.

- ¿Y este con pinta de backstreet boy quien es? ¿El puto Peter Pan? -dice Jeremías mientras se rasca la ingle con impetuosa aficción.

Has estado antes en la biblioteca y no te supone un excesivo problema orientarte. Según entras, sabes que a mano derecha tienes un mostrador donde se ponen las secretarias. Las pantallas duermen el sueño oscuro de las máquinas... Demasiado pesados para llevarmelos... Pasado ese mostrador y también a mano derecha, está el despacho del bibliotecario. Puede ser una opción. Pasado ese despacho la biblioteca se abre a la derecha, conteniendo estanterías con libros y libros de medicina y enfermería. El resto del espacio lo ocupan más entanterías formando pasillo, una fotocopiadore y poco más. Al fonde, recto, unos cristales te dejan ver un poco del exterior. Una luna en cuarto creciente se adivina entre jirones de nubes negras que pasan velozmente delante de ella. El ulular del viento, y ese golpeteo rítmico que no consigues identificar, completan el decorado... Un relámpago y un trueno rompen el firmamento. La luz, que acaba de volver de repente poniendo en marcha los ordenadores, vuelve a oscilar, pero aguanta. Comienza a llover con mucha fuerza. El techo de planchas de aluminio amplifica el sonido de la lluvia hasta niveles ensordecedores.

La escena se desarrolla en medio de un pequeño barullo de gente. El loco sigue advirtiendo sobre algo al resto, con palabras inconexas y a las que nadie parece hacer caso. Wilmor intenta poner un poco de orden. Conrad y Franky retroceden unos metros hasta la caseta del guardia, alejándose del resto en busca de una linterna, para subir al piso 7 y poner en marcha el generador de elactricidad.

El pizzero llega con la cena de Wilmor, malhumorado y con prisas. Está deseando cobrar para darse el piro. Mientras, Jim, harto de tanto jaleo decide irse a casa.

De repente y de manera inesperada, la luz vuelve al edificio. No se restablece completamente. El servicio electrico debe haber puesto en marcha los generadores de emergencia. Hay luz parcial en el edificio. No se encienden todos los fluorescentes pero si algunos. Los pitidos de los congeladores desaparecen al verse de nuevo alimentados de energía... La luz parece traer algo de sentido común a la escena.

Sin embargo la tranquilidad está lejos de llegar. El clima parece empeorar. Un fuerte relámpago seguido de un trueno, parecen intantar partir por la mitad el firmamento. La luz vuelve a oscilar, amenazando con volver a irse... pero aguanta la inestabilidad de la tensión. Acto seguido, la lluvia descarga con fuerza sobre la zona, como si fuera a ser aquella la ultima vez que iba a llover. El ruido es ensordecedor. El techo de planchas de aluminio amplifica el ruido de las gotas que caen, una tras otra sobre el edificio...

Rose se siente atraída de alguna manera por el personaje en bata de hospital. Siente un alástima que no puede evitar por él. Sus palabras "No te vayas...Están llegando... y están locos...muy locos..." le inquietan. Duda por un instante sobre lo que hacer. Irse a casa o quedarse con él y ayudarlo a regresar al hospital. La lluvia le resuelve la duda:

Ahora no podemos salir. La parada de autobús está lejos, y esos malditos vándalos han roto la cristalera para guarecerse... Habrá que esperar a que escampe. Será mejor que nos dediquemos a pasar lo mejor posible esta extraña noche. Y dirigiéndose a Jim: quédate! Tenemos pizza!

- ¡Eh! ¡Aquí nadie toca la pizza hasta que alguien me la pague!

Jim no escucha o no quiere escuchar el comentario de Jeremias. Se da la vuelta.

Pizza gratis. No está mal. Al fin y al cabo se va a poner a llover. Además que si me quedo un rato más aquí, tendré una historia que contar mañana.

Jim da una palmada en la espalda al repartidor.

Venga macho, saca tu material.

Me dirijo al despacho del bibliotecario, en silencio y tanteando las paredes.

Wilmor vuelve a abrir la puerta cuando llega el repartidor de pizzas. Con tanto ajetreo no se acordaba que había pedido una.
Yo soy Wilmor- le dice al repartidor. Saca la cartera del bolsillo de su pantalón para pagarla-. Toma, chico-le da la cantidad justa, ni un céntimo de propina.

Cuando está pagando al pizzero, de repente vuelve la luz, al menos en parte. Y con ella llega la lluvia. ¡Maldita noche de perros!

Escucha a Rose afirmar que hay pizza, como dando a entender que es para todos, y como Jim parece apuntarse, justo cuando un momento antes parecía que se iba- ¡Joder, encima tendré que compartir la pizza! Menuda noche, menuda noche…

Si el chaval quiere irse deja que se vaya, Rose. Es joven, así que no creo que le pase nada por que se moje un poco. ¿Por cierto…- comenta mirando alrededor-…donde está el otro chaval? El de las pintas raras.

Conrad levanta la cabeza del cajón en que la tenía inmersa buscando la linterna.

¡Coño, menos mal!

Sale de la garita, enfunda la linterna en su cinturón de herramientas y se une al grupo.

Bueno, yo en mi cuchitril tengo un bocatay me gustaría ver en la tele que coño dicen de la tormenta y el apagón. Quiero saber que está pasando ahí afuera.

- ¿Hay algún meadero por aquí? Estoy que no aguanto más... y añade, riendo Además, así el Backstreet Boy puede ver mi "material"

Te acercas a la puerta del bibliotecario. Está cerrada. Pero tal vez pueda hacerle un apaño.

La lluvia cae fuerte, muy fuerte, y te oculta el ruido rítmico que escuchabas antes...

Rose sigue al lado de "El Loco". Escucha la necesidad del pizzero y le dice: Los baños están ahí mismo, pasando la caseta del guardia a la izquierda. El de hombres es el de la derecha si dejas los ascensores a tu espalda.

Y dirigiéndose al pirado le dice: Tranquilo. Esperaremos hasta que escampe. Luego te acompañaré hasta el hospital...

El grupo parece resignado a compartir una pizza y pasar un rato juntos. El tiempo es inclemente, el apagón ha dejado mal cuerpo en algunos y la extraña persona apodada el loco crea cierta espectación para unos, burla para otros y total desineterés para el resto.

Conrad recuerda su bocata y decide bajar a la sela de mantenimientos 1, a por él y a ver la tele.

Todos se disponen a regresar a un lugar más cómodo, cuando de repente, tras los cristales, empapado por la lluvia, una figura humana, encorvada hacia adelante, mirando a través de la cristalera, con unos ojos extraños, vacuos, fríos... Permanece quieto, observando bajo la lluvia, iluminada su inquietante semblante por un nuevo relámpago...