Partida Rol por web

Que te den... digo no sin cierto esfuerzo y con voz vacilante a Corniack al escuchar su diagnostico, nunca me he fiado de los médicos.

Abro los ojos aunque permanezco inmovil, ya he experimentado el intento de incorporarme y no quiero repetir. Poco a poco mi mente está más despejada pero pensar en la vuelta del mecánico psicopata y del aprendiz de poli gordo y dado a preguntar no me hace sentir mejor... aunque me alegro de que "la niña" sea atendida por alguien. Tal vez tenga más suerte que Franky.. por él no doy un céntimo.

Estoy de cojones, podeis iros... murmuro, aunque a la vez levanto levemente un brazo como petición de ayuda para incorporarme.

- Joder...

Desciende lentamente de la caja de la furgoneta y observa la dantesca escena con la preocupación reflejada en su rostro. El coche parece destrozado, pero lo imagen más perturbadora se encuentra fuera de él. La niña que había conseguido sobrevivir a toda aquella carnicería permanecía en el suelo destrozada por el impacto del accidente. Una desgraciada ironía.

Tras los primeros instantes de shock, reacciona y echa un vistazo a su alrededor, asegurándose de que no haya zombies en las cercanías. No le gustaría ser el siguiente en pasar al otro barrio. Acto seguido, se acerca hasta el coche y trata de tomar el pulso al informático. No es que sea un experto en la materia, pero al menos sabe comprobar si alguien está muerto o vivo...

Wilmor toma el pulso a Ann Marie, de rodillas junto a esta, teniendo cuidado de no moverla demasiado. El encargado de seguridad se viene abajo al comprobar que su pulso es demasiado débil, y el estado de la niña no hace presagiar nada bueno. Esta claro, la niña va a morir. Hijos de puta, hijos de puta, hijos de puta…- masculla para su interior.

Aún así Wilmor no se da por vencido. No puede hacerlo… Sin ser un experto en primeros auxilios, algo ha aprendido en su carrera de policía. Acerca sus labios hasta los de Ann Marie, intentando insuflarle vida. Es inútil, esta convencido, pero no puede dejar de intentarlo. Cuando sus caras se juntan, una lágrima recorre la mejilla de Wilmor, para saltar hasta la de Ann Marie.

Ser déspota e inhumano en una situación límite como ésta, implica que en la realidad eres aún más monstruoso. La reacción del joven Óliver hace pensar que el rebelde estudiante no lleva puesta una máscara en su adolescencia tardía. Significa que es un mal-nacido. Es capaz de despreciar la ayuda de sus compañeros, sin saber tal vez que sin ella estaría muerto. De momento, nadie ha ido directamente a auxiliarle.

Jeremías está en el extremo contrario al de Óliver. El despiado y sádico pizzero saca lo mejor de sí mismo lanzándose sobre Franky para tantearlo. Estar tan cerca de él da cierta grima. Castro no sabe como actuar, si tocarle o no, si moverle o no... La cara del infrmático se ha hinchado en minutos y la sangre corre por ella. Pero hay pulso. Rítmico y firme.

Está vivo. Muy malherido al pareer, pero vivo. Sólo necesita que le saquemos de aquí y le atienda alguien especializado.

Wilmor sigue delante haciendo frente él solo al peor de los dramas. Ver morir a un niño.

Volteas con sumo cuidado a la niña dejándola boca arriba. Le palpas la cabeza y la cara con suavidad en busca de un traumatismo craneal. Usas la linterna para asegurarte de que no hay golpe. Algún corte solo, pero no golpe. Te alivias.

El pulso débil es el propio de un corazón agónico. Te lanzas a hacer lo único que sabes y puedes hacer: RCP. Cuantas horas invertidas en primeros auxilios, cuantos cursos de asistencia obligatoria... y todo para esto. Para poder darle a un inocente una oportunidad de vivir.

Le insuflas aire con ternura y decisión, mojando su cara además de con lluvia, con tus lágrimas. Combinas ésto con presiones rítmicas sobre el pecho. Con cuidado de no fracturar una costilla, pero con firmeza absoluta. Vamos, vamos!

De repente lo oyes, lo escuchas... Es tan joven y fuerte que se oye en el exterior. El corazón de la pequeña vuelve a latir.

Ahí tienes tu oportunidad, pequeña. Aférrate a ella!

Otra vez más había vuelto a suceder...no sabía quien pero alguien estaba velando por él a saber desde donde...

Había estado rodeado por zombies en la sala de autopsias y habia conseguido escapar de ellos.

Estuvo atrapado con los demás en la facultad infectada por esos monstruos y se había alejado de ellos.

Habían sido perseguidos y disparados sin piedad y se habían deshecho de ellos y, ahora, que estaba a punto de morir, alguien había ido en su ayuda.

No era una ambulancia aunque no por eso cundió el desánimo en su interior pues aquellas voces eran conocidas. No podía creerlo al principio y pensó que se trataría de algún delirio sufrido porque su cerebro se estuviera apagando poco a poco pero no, eso estaba pasando de verdad, eran sus voces...incluso podía sentir el contacto de aquellas manos buscando la arteria adecuada para buscar su pulso y aquel olor a mozarella y orégano de la persona que lo hacía.

A mí no...sólo es cuestión de tiempo...había escuchado lo que de ellos dijo Jim y confirmaba sus peores pronósticos...Anne Marie esta aquí al lado...buscadla...debo cumplir mi promesa...debe ver un nuevo amanecer y salir de ésta

¿por que no podía hablar? Debía alertarles del peligro que corría la niña... sin que él lo supiera Wilmor ya se estaba encargando de ella aunque no podía hacerse una idea del estado en el que se encontraba su queridisima y pequeña amiga...

Conrad baja del coche con una portazo, la motosierra en ristre, de forma tan familiar que parece un objeto personal. Rodea el coche y se lleva la mano libre a la cabeza:

¡Vaya golpe, Dios Santo!

Se acerca a Franky y le toca con dos dedos vacilantes, como con miedo a hacerle más daño.

¿Me oyes Frank? tranquilo hijo, te vamos a sacar de aquí. Sólo tenemos que encontrar la manera de que no se te joda el cuello al moverte. Lo he visto en el Dicovery Chanell y está chupao.

Corniack escucha a Franky decir que lo deje tirado para que vaya a salvar a la niña.

¿No te han mordido verdad? Escucha, tienes que permanecer quieto. ¡Conrad! ¿Te llamabas así verdad? A ver si eres tan mecánico como parecías.-Corniack mira hacia arriba, tiene la vista un tanto perdida. La situación supera su habitual egoísmo, pero la vena médica puede con él en este momento.-Te voy a dejar el cuello del informático atado al asiento del conductor para evitar que se le parta. Tienes que sacar el asiento o por lo menos la parte que sujeta el torso superior para evitarle una fractura ¿entendido?

Corniack rompe la manga de su chaqueta manchada con mocho de la última novena a la que asistió y empieza a entablillar la cabeza de Franky usando como sostén el frontal de la radio y su camiseta rota. Lo hace todo lo rápido que puede. Luego estira el brazo y señala al gordo de seguridad que asiste a la niña.

¡Ey orondo! Ahora mismo voy. Mantén el ritmo cardíaco al doble de velocidad que lo estás haciendo. Aprieta con fuerza las costillas, no te preocupes, más vale una costilla rota que un paro cardíaco.

Cuando termina de entablillar a Franky y se dirige a la futura difunta de Anne Marie mira a Óliver.

Y tu jódete.-Se queda mirando serio y de repente sonríe de forma estúpida.-Es broma, es broma. Pero nunca más te metas con tu médico. Joder, al final me va a tocar ser médico. Ya me dijo un profesor que sólo si caía una bomba atómica o una plaga exterminase a la humanidad yo sería médico; no andaba muy equivocado.

Wilmor se afanaba en devolverle el pulso a la niña, a pesar de que en su interior pensaba que era inútil. Aún así continua insuflándole aire, ajeno a todo lo que ocurre en el interior del coche, a unos pocos metros de el. Su atención se centra única y exclusivamente en Ann Marie, sin escuchar casi las indicaciones de Jim. Vamos, pequeña, pelea un poco…

Cuando de repente escucha el sonido del pequeño corazón volviendo a latir, el suyo propio está a punto de pararse. ¡Eso es! Buena Chica!

Había conseguido salvarla… al menos por el momento. Si no conseguía asistencia medica, no habría servido de nada. Wilmor fija la vista en la dirección de donde venían los sonidos de los disparos. Que ironía, un hospital tan cerca, y en esos momentos era el sitio menos seguro para la muchacha.

¡Eh, Ann Marie no está muerta, he conseguido reanimarla, pero necesita cuidados! ¿Cómo va la cosa ahí dentro?- mientras habla, Wilmor se quita la chaqueta, con la cual tapa el frágil cuerpo de la niña. Necesitaba algo de calor. Pasando una mano por debajo de su cabecita y la otra por debajo de las piernas, Wilmor la levanta con muchísimo cuidado, intentando mantener el cuello lo más rígido posible-. Tenemos que irnos de aquí y llevarles a algún sitio donde puedan atenderlos.

La situación mejora poco a poco. Wilmor reanima a Ann Marie, que aunque sigue inconsciente y muy delicada parece estar ahora más en el mundo de los vivos que en el de los muertos.

Entre Jeremías y Jim, siguiendo las instrucciones del segundo, inmovilizan el cuello de Franky al asiento para poderlo transportar. La idea es buena. Conrad es capaz de desmontar el asiento en un periquete, usando el asiento del Dodge como camilla improvisada.

Por último Óliver. La juventud y el descaro de este individuo le proporcionan una fuerza extraña. El joven estudiante de medicina recupera la conciencia casi totalmente. Intenta moverse. Aunque dolorido, nota que con un poco de ayuda podrá incorporarse.

La maniobra de estabilización y evacuación de los heridos está casi completa. Ahora debe comenzar la segunda fase. Llevarlos a un lugar seguro, donde a ser posible les sea facilitada atención médica. Las únicas opciones son el otro Hospital de la ciudad y la policía... La comisaría de la calle 47...

¡Eh, Ann Marie no está muerta, he conseguido reanimarla, pero necesita cuidados! ¿Cómo va la cosa ahí dentro?

Los que estaban ayudando a Franky parecieron advertirlo. Aunque aún permanecía con los ojos cerrados fue como si sus ojos se hubieran movido tras sus parpados, podía haber sido sólo un reflejo a algún gesto algo más brusco de Jim mientras inmovilizaba su cabeza contra el asiento o bien un esbozo de respuesta a la noticia. Si se tratara de esto último, puede que el estado del informático no fuera tan catastrófico después de todo...

Wilmor sostiene a Ann Marie en brazos con un cuidado y ternura difícil de imaginar en alguien como el siempre malhumorado encargado de seguridad. Observa como sacan a Franky del coche, atado al asiento.

¿Te vas a poner bien, me oyes?- Wilmor no sabe si la niña lo escucha, pero aún así la susurra al oído, intentando ofrecerle una voz conocida que pueda darla ánimos y fuerza para luchar. Con la niña en brazos, Wilmor se dirige a la furgoneta con la que han llegado hasta ahí.

Vamos, subámoslos a la furgoneta y marchémonos de aquí. Tenemos que llegar hasta la comisaría. Allí podrán ofrecerles mejor ayuda.

Como era de esperar, el último en recibir ayuda va a ser Óliver. El joven es el único que aún permanece en el vehículo accidentado.

Con sumo cuidado Jeremías y Conrad suben a Franky a la parte trasera del Chevrolet, fifando la silla a la cabid¡na del vehículo con algunas cuerdas. Habrá que ir despacio, pero podremos llegar.

Wilmor coloca a la pequeña también en la parte trasera de la pick up. La acomoda como puede y es evidente que a falta de Franky, elcuidador de la pequeña será el sugurita.

El loco permanece ajeno un poco a la escena. No se atreve a intervenir. Permanece ausente, como hace a menudo; ido en sus pensamientos y viviendo su realidad. Se diría que el tal Jack Torrance sabe algo más acerca de los extraños sucesos acaecidos esta noche; o tal vez sea el producto de una mente trastornada por la psicofarmacología.

Jim se siente satisfecho de su labor sanitaria, y mira al interior del coche donde solo queda Óliver. Resta sacarlo a él e irse a un lugar seguro. De nuevo parece que Wilmor dirigirá a este extraño rebaño de supervivientes a un redil con pastor, situado al parecer en la calle 47.

A lo lejos, al sur unos kilómetros, el sonido de los helicópteros se mezcla con el de los fusiles. La carnicería debe estar a punto de terminar. Son casi las 5 am. En el horizonte empieza tímidamente a cambiar la luz, y la lluvia es ya una anécdota. El rey sol reclamará su trono sobre Rotville. Tal vez el monarca aclare algunas cosas...

Jack había permanecido en su asiento hasta que habían parado. Con un gesto rutinario se había quitado el cinturón de seguridad. Desde entonces no había movido ningún músculo salvo los necesarios para girar la cabeza. Hasta que habían venido de nuevo al coche para coger uno de los asientos, entonces se había incorporado un poco por si necesitaban el segundo asiento también.

Su vista se desplazaba con velocidad, pero siempre permanecía en cada uno de los objetivos, en las personas en concreto al principio. Luego hacia el horizonte. Hacia donde se habían dirigido aquellos pájaros alados, aquellos carroñeros que habían estado a punto de convertirse en depredadores. El miedo invadía el cuerpo del Loco, el ejército era real, algo tangible, no como aquellos zombis, aunque después de los recuerdos... su idea sobre aquellas bestias era más cercana, más creíble, más personal.

La sangre había empezado a dejar de manar de aquellas superficiales, aunque cuantiosas, heridas. Todo el cuerpo de Jack Torrance estaba mojado, la lluvia había jugado un factor importante en ello, pero el Loco estaba sudando. Los pensamientos eran reales, empezaba a entender todo y aquello le ponía nervioso.

Mientras permanecía en la misma posición, mirando los cuerpos de los accidentados, todo su rostro se tensó. A aquellas personas las había conocido y sentía lástima si no sobrevivían. Pero los primeros auxilios de los improvisados médicos podían salvarles la vida, ese hecho hizo que las facciones de Jack se suavizasen y sus labios dibujasen una leve sonrisa.

De nuevo todo lo que había a su alrededor empezaba a darle igual, entrecerró sus ojos, su vista todavía permanecía fija, aunque sin mirar a nada en concreto, impasible ante todo y ante nada. Una mirada perdida, un relax aparente que desencadenaba una guerra interior. La anterior sonrisa dio paso a una mueca de asombro e incomprensión, más propia del Loco que de Jack Torrance. Entonces dejó pasar el tiempo así, quería volver a recordar como había hecho anteriormente. No le importaban los fogonazos en el cerebro, aquello podía ser apaciguado por las pastillas, más pastillas, pero recordar no... Jack Torrance creía que esa sería su última oportunidad, antes de que la luz le devolviese a la más cruda realidad. No recordar nada.

Sabía su futuro, había atado rápido los cabos, pronto podría explicar todo lo que sucedía, pero siempre con cuidado. Cualquier paso en falso podía suponer su muerte.
—Jack. Amigo. ¿De verdad confiarás en todos estos? —se preguntó el Loco mientras observaba al grupo.
—Sí —se respondió él mismo, aunque con una voz distinta, como si pudiese controlar su consciencia.

Ahora todo lo tenía bastante claro.

Aunque le cuesta creerlo, parece que Jim consigue estabilizar al informático, y que el ex-policía ha sido capaz de mantener con vida a la niña. Una inusual sonrisa asoma en su rostro. Hace unas horas no hubiese dado ni una gota de sudor por aquellos tipos, pero poco después se encuentra satisfecho al comprobar que parecen estar vivos. Es una sensación poco habitual en él, pero lo cierto es que le gusta. Sin duda la tensión de la noche y la supervivencia extrema que han tenido que compartir ha llegado a hacer que sienta aprecio por casi todos...

Cuando consiguen colocar Franky en la furgoneta, vuelve al coche y observa a Oliver desde el exterior. Examina la chapa del vehículo en busca de impactos de bala, para comprobar si los militares habían llegado a dispararles.

- Yo dejaría a este cabronazo aquí - Dice de nuevo con su habitual desprecio - Él se largó sin esperarnos...

Jeremías se caracteriza por hablar sin tapujos, por experesar en voz alta lo que otros piensan y callan; por ser muy a menudo políticamente incorrecto.

Hasta ahora se habían mantenido las formas, el trabajo se había hecho en equipo casi a la perfección; porque Franky y Ann Marie merecían la pena. Pero el que siembra tormenta corre el riesgo de recoger tempestades. Y las nubes negras parecen cernirse amenzadoras cargadas de odio sobre la persona de Óliver.

- Yo dejaría a este cabronazo aquí. Él se largó sin esperarnos... -

El joven estudiante, consciente y orientado permanece entre los asientos trasero y delantero del Dodge, sin poder incorporarse por su propio pie. Su vida no corre especial peligro por las heridas sufridas, pero eso él no lo sabe. Él solo puede entender que quedarse a solas no es la mejor opción estando herido y dadas las circunstancias.

Quieto dentro del Chevrolet escuchas con los ojos cerrados los disparos de las automáticas procedentes de la zona hospitalaria.

Ya deben de estar "limpiando" el interior del Hospital y de la Facultad. Malditos cerdos. El Proyecto Creación sigue vivo. No lo han abandonado. Ellos son los responsables de mi amnesia. Estoy convencido. Esos perros han intentado destruir mi cerebro. Me abandonaron en la unidad psiquiátrica... seguro! Pero los sucesos de esta noche han desvelado la verdad.

Deben haber hecho alguna prueba que se les ha ido de las manos. Quizás incluso trabajen con algún grupo de la Universidad o del Hospital. Pero ha vuelto a salir mal. Jugar a ser Dios nunca puede salir bien. Y ahora limpian y borran las huellas.

Apuesto a que mañana nadie hablará de zombies en las noticias!

Que les jodan. Estoy vivo, y aprovecharé esta segunda oportunidad!

Una gran presión oprimía su frente, tanto que sentía a la altura de sus sienes, donde la manga de Jim oprimía sus arterias, un debil pulso pero repiqueteante, como las gotas de lluvia que podía sentir cayendo sobre su cabeza. Sin embargo, tanta tensión le estaba empezando a producir dolor de cabeza.

De pronto, en un acto reflejo, intentó abrir sus brazos para asirse a algo, pues sintió como se alzaba en el aire y se tambaleaba, a punto de caer. Sus brazos no respondieron pero su respiración, que se había detenido por un instante, volvió a ser regular cuando comprendió que estaba siendo hizado entre sus compañeros.

Por fin los había encontrado...Amigos...nunca había llegado a tenerlos, salvo aquellos que se acercaban a él para que les solucionara sus problemas con las matemáticas, ordenadores o internet, pero había merecido la pena aquella espera porque sin duda estos eran unos grandes amigos. Que podian ser si no? estaban salvandole la vida!!!

Esta era una de las cosas que lo había mantenido con vida esforzándose por aguantar despues del accidente y ahora ya la había tachado de su lista de "Asuntos pendientes" en la nueva vida que pensaba iniciar.

Sintió como, lentamente, volvía a descender, como siendo depositado sobre algo. Entonces, un olor familiar casi le hace abrir los ojos...era un olor dulce, jovial, a aquella colonia que usaban los niños...era el aroma de Anne Marie. No sabía exactamente donde pero debía estar junto a ella. No la escuchaba hablar, tampoco sentía a nadie tocandolo lo que le hizo asustarse pensando en el estado que presentaba ella aunque había escuchado a los demás decir que se mejoraría...le hubiera gustado que ella pudiera tocarlo, darle la mano, escuchar esa vocecilla en su oído diciendo que se pondría bien.

Volvería a verla?, volvería a ver a los demás?, podría darles las gracias por todo...?

Corniack camina hacia la niña. Un mundo en caos y él vestido como si fuese a una fiesta jamaicana. Qué jodienda.
Entonces escucha el sonido del repartidor de pizzas y su frase humanitaria. Se queda quieto durante un segundo.

A ti no te daban muchas propinas, ¿verdad?-Gira la cabeza hacia Óliver.-¡Qué puta es la vida! Jeje. No te preocupes pringadete que enseguida te recogemos, pero ya te dije que eres el último de la cola.

Corniack camina hacia Anne Marie y la revisa. Antes de asegurarse tan siquiera de que puedan levantarla, procura buscar alguna herida o mordisco por su cuerpo procurando que el guardia de seguridad no lo vea. Después revisa a la niña y se acerca al oído de Wilmor para susurrarle algo.