Partida Rol por web

Las palabras de Braun me traen a la cabeza toda la charla con el paladin.- Si, supongo que algo habra que me haga idonea para la mision y...- Me doy cuenta de que quizas vaya a decir demasiado.- bueno tampoco es que importe mucho sabes? minucias y todo eso, ja ja ja!- mi risa suena bastante forzada, y va seguida de un suspiro de resignacion.

-En realidad si que he vivido bastante en Ventormenta- comento para cambiar de tema.- Fui la primera draenei en contectar con humanos, y por mi familiaridad con los pueblos de este pintoresco mundo, me nombraron embajadora o algo asi. Un puesto muy aburrido

Puede ser- dice Braun siguiendo el curso de la conversación. Había un tema que no podía tocar y el enano no era quien para saber mas- pero siempre hay que mirar las cosas con otra óptica. Verás mundo y conocerás a gente importante. Y eso siempre es bueno. 

Sino mírame a mi- añade mientras se señala asi mismo- yo tenía que estar en Ventormenta ahora mismo alistándome y por extrañas circunstancias me encuentro en Trinquete. ¿Y que hacer ahora? volver claro está, pero para ello hay que conseguir recursos. Y fíjate que acabo conociendo a una encantadora embajadora draeneri y le voy a ayudar en su misión. Eso es, amiga mia, tener suerte y ver la cosas positivas.

Y quien sabe, puede que ayudándote a ti, se me abran las puertas en algún sitio. 

El goblin no parece estar escuchando vuestra conversación. Da la impresión de que no le interesáis lo más mínimo. Cuando termina de tomar las medidas mientras charláis, desaparece por un pequeño hueco de la pared y de la sala contigua os llega el sonido de chirridos metálicos, como si estuvieran moviendo las piezas de una armadura.

Finalmente el viejo comerciante aparece cargado con una armadura para enanos que parece ligera pero resistente. Es plateada y en las hombreras lleva unos adornos grabados. Sin terciar palabra, comienza a colocársela a Braun con cuidado, poniéndole pacientemente todas las piezas.

-Vaya, parece que he contratado como escolta a un enano muy optimista, maese Braun.- Agradezco las palabras de Braun con una pequeña reverencia, sus palabras me reconfortan en cierto modo. Tiene toda la razon, este viaje, pese a todo es una oportunidad magnifica para avanzar en mis estudios. De repente tengo mas ganas de explorar que nunca.- Disculpe amable tendero, sabe donde venden mapas de buena calidad en la ciudad?- pregunto al goblin.- Y para que sirve esto?- digo mientras cojo lo qe mas me haya llamado la atencion de la tienda. - y estas otras cosas? - pregunto mientras señalo mas trastos.

Dash, el vendedor de armaduras, levanta la vista de la correa de cuero con la que estaba sujetando la coraza a Braun.

- ¿Mapas? ¡Mapas! ¿Para qué vamos a vender mapas en Trinquete, señorita draenei? - pregunta con tono jocoso. La idea parece haberle resultado muy graciosa - La gente aquí se guía por los caminos. Y quienes se salen de los caminos, o se guían por las estrellas o son imbéciles.

El goblin asiente un par de veces y sigue colocándole el armatoste a Braun. Finalmente da un par de pasos y señala un espejo que no habíais visto, colgado tras la puerta de la tienda. Mientras espera a que el enano dé su veredicto, se gira hacia Lucyen y frunce un poco el ceño.

Del mostrador has cogido lo que parece un pequeño soplete con una lupa incorporada en la parte superior. En la superficie hay muchos trozos de metal, esquirlas... y unas pequeñas bolitas blanquecinas muy suaves.

- ¡Ten cuidado con eso! - el goblin señala el soplete - ¡Es una herramienta muy delicada para hacer grabados en el metal! - se acerca a toda prisa y te lo quita con cuidado de la mano - ¡Y eso son capullos de seda de gusano de gurdirraíz! ¡Los uso para abrillantar las armaduras!

Lucyen es mejor que le hag,as caso- le dice Braun. Era mejor no tocar las cosas que uno desconoce, puesto que era la mejor manera de evitarse posibles problemas- y tu, piel verde. Háblale con mas respeto a la señorita.

Tras esto, el enano se examina en el espejo, esperando encontrar algún punto flaco o fallo en la armadura. Sin embargo no fue el caso. El trabajo del goblin había sido excelente. La armadura encajaba en él a la perfección y se encontraba cómodo con ella- vaya, no esta mal, nada mal- se golpea el pecho con el puño- si, buena armadura, si señor. Hay que reconocer que tienes buen ojo, goblin.

Y ahora, ¿que puedes darme como arma? Espero que tengas hachas para un enano, sino es así me conformo con cualquier cosa, una espada o maza, tanto da.

Ante la mención del respeto a la señorita draenei, el goblin alza las cejas un poco enfurruñado pero no dice nada. A fin de cuentas, sois clientes y vais a llevaros un set de armadura completo. Tendrá malas pulgas; pero no es estúpido.

- Es una buena armadura - dice simplemente - Resistente y ligera, forjada con el mejor acero goblin.

En efecto, la coraza plateada que llevas no te resulta excesivamente pesada. Parece tener buena calidad, y a pesar de que no está tan adornada y sobrecargada como las obras de arte que se hacen en Ventormenta, te servirá de utilidad.

El mercader se rasca la nariz, pensativo. Después vuelve a desaparecer por la puerta, y esta vez tarda algo más en volver. Al aparecer de nuevo en la tienda, lleva un hacha de doble hoja de batalla. Es un poco más grande de lo que Braun está acostumbrado a llevar; pero servirá igualmente.

El mango es de madera tallada, con adornos de hojas, y la empuñadura, a dos manos, es de algún material nacarado. Los dos filos están muy afilados y parecen brillar.

- ¡Esto es lo único que tengo! ¡Ar-shalam! Es un hacha de batalla enana forjada por un troll del otro lado del mar - el hombrecillo verde hace memoria - Era un herrero de Orgrimmar, la gran capital de la Horda. Tenía asuntos importantes aquí y necesitaba una armadura especial. ¡Yo no tengo armaduras tan grandes como para un troll! Dijo Dash. Y entonces él, desesperado, dijo: ¡Te daré un hacha muy especial si me consigues algo! Es Ar-shalam, el Hacha Devoracuellos.

El goblin te la tiende.

- ¡Ahora a pagar! ¡¿Cómo pagaréis todo esto?!

Braun observa con detenimiento el hacha de doble hoja. Es un poco mas grande de las armas habituales que usa Braun mas, tras sopesarla unos instantes y lanzar varios tajos al aire se percató que no tendría problemas para manejarla. 

Es un arma magnífica- dijo tras terminar de probarla- desde luego, a la altura de los herreros enanos- añade. Ya equipado el enano se encontraba mas a gusto. 

¡Te daré un hacha muy especial si me consigues algo!

¿Que quieres que te consiga?- pregunta, curioso. Desde luego, si decidía cumplir el encargo del goblin, la prioridad era ayudar a la draeneri.

Ah, si. El dinero- el enano rebusca entre su bolsa hasta encontrar la joya que le dió Lucyen- esto pagará con creces el equipo.

El goblin coge con manos ávidas la joya, y se la acerca al monóculo del ojo. Por espacio de cinco minutos la examina en silencio, dándole golpecitos con las uñas, mordiéndola un poco y acercándosela a sus grandes orejas puntiagudas.

- ¡Vaya, vaya! ¡Una auténtica gema draénica! - dice con emoción mientras sigue sopesándola - ¡Y no una cualquiera! ¡Es una de las Piedras del Tesoro Real de Velen el Profeta, líder del Exodar!

De repente mira a Lucyen fijamente y en sus ojos aparece la sospecha de nuevo.

- ¿Cómo has conseguido robar la Piedra, muchacha? ¡Nadie tiene acceso al Tesoro Real! Si Velen se enterase de que estas piedras están dando vueltas por el mercado, ¡pedirá la cabeza de quien sea! - el goblin parece nervioso.

A pesar de las advertencias del goblin, sigo estudiando con curiosidad los capullos de seda, que parecen bastante delicados. Mientras ellos dos siguen con los negocios, permanezco al margen cotilleando.

Cuando el goblin suelta aqulla bomba, sin embargo, no puedo sino darme la vuelta con los ojos y la boca muy abiertas por la sorpresa. Rapidamente intento recuperar la compostura, colocandome las gafas correctamente y y negando efusivamente.- No no no! No son robadas, en serio! lo juro!- Alguna gota de sudor me cae por la frente. - Las joyas me las proporciono un consejero de confianza de propio profeta Velen, que los Naaru lo bendigan. Es para una mision... una mision sacreta y todo eso, sabe Asi que le agradeceria que no le contara nada a nadie de acuerdo? es muy importante!

La voz me suena un poco nerviosa, y no se por que, algo me dice que estoy hablando mas de la cuenta, pero confio en que el goblin sea una persona honesta. Por que hay goblins honestos verdad?

Durante unos segundos el viejo goblin no parece saber muy bien qué hacer. Sus ojos pasan rápidamente de la gema a la draenei, de la draenei a la gema. Finalmente, se encoge un poco de hombros y se guarda con presteza la joya en un bolsillo.

- ¡Está bien! - un brillo de codicia brilla en sus ojos - La aceptaré en pago por las armaduras del enano, y su arma. ¡Pero si alguna vez esta piedra me trae problemas...! - intenta pensar en algo para escudarse en ello - ¿Cuál es tu nombre, draenei? ¡Si alguna vez me meto en problemas por esta joya, les daré tu nombre y que Velen el Profeta te juzgue! Dicen que es sabio y calmado, ¡pero que no perdona una afrenta a su pueblo!

Pero piensa un poco, hombre- dice Braun- si esta muchachita hubiese robado la piedra no podría haber llegado hasta aquí. La hubiesen arrestado antes de salir de Exodar. Ella es de confianza, sino no estaría con ella.

- ¡Bueeeno, bueno! ¡Será muy de confianza, enano! ¡Pero yo solo soy un mercader que trata de no meterse en problemas! - la voz del viejo se hace más y más aguda. Está empezando a ponerse nervioso, y en su rostro comienzan a aparecer diversos tics que demuestran que se siente cada vez más tenso.

- Lo único que sé es que aparecéis en mi tienda para pagarme con una joya de Velen el Profeta. ¡Si tan de confianza sois, como decís, entonces no tendréis reparo en decirme vuestros nombres! - el goblin vuelve a insistir - Dash intenta vivir su vida tranquilo, vendiendo armaduras, haciéndole la existencia más fácil a la gente. ¡Un goblin bueno, un goblin honrado! ¡No me la compliquéis!

Agradezco el apoyo de Braun, que a pesar de no conocerme apenas ha salido rapidamente en mi defensa. Sin duda es un buen hombre. Por otro lado, ante la insistencia del mercader, no tengo mas opcion que presentarme.- Para que se quede mas tranquilo, le dire que me llamo Lucyen, del Exodar- Por algun motivo ese titulo, que ya use con el paladin, me hacia gracia- Si alguna vez tiene algun problema con esa joya, diga que yo se la di, y ya esta.

Con el asunto ya solucionado, paso rapidamente a otro tema.- No tendra catalejos o algo parecido verdad? Me gustaria tener uno!- Sonrio a Braun.- La verdad es que una vez probe a usar un hechizo de vision a distacia con mis gafas, pero resulto... problematico; y me gustaria algo con lo que poder otear y mirar en la distacia.

Yo soy Braun Stormhammer, y tengo pocas dudas que alguien pregunte por mi, pero si se queda mas tranquilo ese es mi nombre- ante el comentario de Lucyen no puedo mas que sonreír- vosotros los magos tenéis una capacidad de complicaros con vuestros hechizos... con lo bien que sirve la tecnología para esos casos. En fin... ¿tiene el mercader esos catalejos?

El vendedor se queda con vuestros nombres, pensando que ya tiene alguna forma de escurrir el bulto si llegase a meterse en problemas por culpa de la dichosa piedra. Después escucha la petición de Lucyen, pero niega con la cabeza.

- ¡Qué va! No tengo catalejos en mi tienda. Soy un honorable mercader de armas y armaduras. Ese tipo de cacharros no están a la altura de mis mercancías - dice vanidosamente. Luego os mira fijamente, sin pestañear - ¿Queréis algo más?

Suena un tanto descortés, como si no le gustara la presencia de gente en su tienda una vez que los negocios estaban solventados.

SI el maese Braun esta satisfecho con su equipo, nos marcharemos de inmediato- Respondo al goblin, quein parece con ganas de perdernos de vista. Me giro a Braun y me agacho para ponerle una mano en el hombro.- Tienes tantas ganas como yo de ver al hombre morsa? Ya habra tiempo para otras compras!

Braun coloca su hacha en su espalda y tras tenerla bien sujeta asiente.

Por mi cuando quieras. Estoy listo y preparado.

El goblin se despide de vosotros con un farfullante "Buen camino" y se apresura a cerrar la puerta metálica de su tienda a vuestras espaldas. Ahora que Braun está equipado, os disponéis a visitar al misterioso hombre morsa de lo alto de la colina.

Deben de ser aproximadamente las cuatro de la tarde, ya que el sol está empezando a bajar y brilla en todo su esplendor. El calor os resulta demasiado pegajoso, acostumbrados como estáis al frío de las tierras enanas o al suave clima de Ventormenta. En estos momentos Trinquete parece casi desierto. Los goblins están en sus casas, con las ventanas bien abiertas, y por muchas de ellas escucháis fuertes ronquidos mientras tomáis el sendero que os dijo el posadero, dirección sur.

Tras varios minutos caminando, abandonáis la pequeña ciudad y llegáis a las afueras. El camino se pierde en el horizonte, donde solo se ven árboles diseminados y la hierba amarillenta característica de los Baldíos. Sin embargo, unos metros más allá veis una bifurcación hacia la izquierda. Más que un camino, parece un sendero que se ha ido haciendo poco a poco con el paso de la gente; y se pierde en unas colinas lejanas.

Braun avanza en silencio, soportando el calor que desprende su armadura y el peso de su nueva y flamante hacha al cinto.

Camino feliz y contenta, tatareando alegremente a pesar del agobiante calor. Me muero de ganas de conocer al misterioso hombre morsa del norte, y ahora que tengo una buena escolta, me preocupa menos lo que podamos encontrarnos por el camino. Por suerte la mayoria de poblaciones proximas pertenecen a Tauren, que suelen ser mas calmados y dialogantes que el resto de la Horda. Aunque de momento preferiria no tener ningun encuentro...

Me fijo que Braun ma literalmente enlatado, y si yo que voy con ropas ligeras de viaje, estoy sudando copiosamente, el debe estar cociendose por dentro, literalmente. Mas tarde buscare algun encantamiento de frio para su armadura, seguro que me lo agradecera.

Cuando llegamos a la bifurcacion, no me lleva mucho deducir por donde ir.- Seguro que el hombre morsa vive al final del sendero ese. Por lo que han contado parece el tipo de persona que disfruta de la soledad.- Asi pues, decidida, me interno en el camino.