Partida Rol por web

 El Ergido no estaba prestando ninguna atención a Gabrielle, así que recibe todo el impacto de su bastón en la cabeza que queda inmediatamente desprendida del cuerpo.

Entonces por si todo no era suficientemente loco, la cabeza del Ergido, separada del tronco, maldice a Gabrielle.

-Niña estúpida, ¿Por qué has hecho ésto?

El resto del cuerpo suelta a Calisto y se dirige contra la otra rubia, primero toma su cabeza y la coloca entre sus brazos para ver.

Me pilló por sorpresa pero no pasará más...Gabrielle lo distrajo y me suelta,y en lo que se dirige hacia ella,me abalamzo sobre mi espada de un salto,y la recojo.Estoy lista para enfrentarme de nuevo..

-¡¡Cuando jugaste conmigo,jugaste con fuego!!-,digo con rabia,y ataco..

 El arma de Calisto golpea en la cabeza del Ergido, dejándolo sin posibilidad de ver, oír o algo por el estilo. El resto del cuerpo suelta la cabeza y comienza a dar vueltas de forma incoherente, chocándose contra los árboles, y con los brazos estirados esperando porque asir a alguno de sus enemigos de camino. Sin embargo, con cada paso que va, se aleja de los tres y termina pisando el torso de Ileon, que protestando, lo tira al suelo.

Ambos Ergidos se trenzan en una lucha, lo mínimo bizarra en el suelo. El torso de Ileon y el cuerpo sin cabeza del otro, mientras Hércules sigue con las piernas del primero en la mano.

De antes descubrimos qe el fuego remataba a los érgidos,y no hay ninguno cerca..

Como los dos están enzarzados,me da tiempo a encender uno usando ramas,y un trozo de la tela que antes usó de venda Gabrielle.El fuego prende enseguida.

Me acerco a ellos.

-Hércules,Gabrielle..despedíos de nuestros viejos amigos..

y les arrojo la antorcha ardiente.Hércules desconocía el detalle y se escandaliza,pero lo detengo mientras las llamas prenden en los seres,y las almas de los atrapados se diluye,por fin liberadas..

Hércules, al ver aquellos engendros sobrevivir a los golpes de esa manera, ya no tenía dudas del origen sobrenatural de sus adversarios. Al enterarse de las noticias de Calisto, de que le fuego acababa con ellos, se acercó a los dos enzarzados y bizarros combatientes con intención de sumar las piernas del primero a la futura pira.
- Claro, como con la hidra... -consideró el héroe para si mismo.
Calisto mal interpretó sus movimientos y trató de evitarlo. Sin embargo, Hércules la tranquilizo al ver ella en él un semblante serio pero favorable. Se le ocurrió que quizás podrían haberse hecho con la cabeza del enemigo caído para interrogarle por aquel total desprecio por la muerte, pero los otros ya estaban encendidos y solo quedaba aunar las piernas con su dueño en el fuego redentor. Después se dirigió a las mujeres.
- ¿Esto es de lo que huíais, Gabrielle? -preguntó a la bardo, el rostro mudado en seriedad- ¿Y que tiene que ver el niño al respecto para que esos le busquen a él? Las fuerzas de la muerte no son juguetes de niños que puedan ser trastocados ¿Que sabeis vosotras al respecto? -su tono se volvió intranquilo- Necesito saberlo si quereis que os ayude.

 Cuando el crepitar de las llamas devora todo, incluso las piernas del Ergido que Hércules había arrojado, dos espíritus salen del fuego. Son dos hombres parecidos a los de antes, pero más delgados, menos musculosos. Más normales.

Los miran un segundo y desparecen en un haz de luz blanca, por la expresión de sus rostros se puede asegurar que están agradecidos por haber sido liberados.

Luego no queda más nada, solo el simple fuego y las preguntas de Hércules. Y el caballo con el chico que se ha detenido a unos 10 metros de donde están ahora todos.

- Esas almas parecen haber sido liberadas. ¿Habeis visto sus rostros? Era la expresión de una persona forzada que al fin está en paz... -reflexionó el hijo de Zeus, pero al instante se centró al contemplar los rostros de las dos mujeres, que más que sorpresa mostraban que aquello no les pillaba de nuevas- ...Pero vosotras ya lo habiais visto... ¿no? Mirad chicas, aclarad vuestras reticencias y hacedme saber lo que sea... voy por el niño... -y diciendo esto, Hércules se acercó hasta el caballo para tomar sus riendas y bajar al crio antes de que se pusiera nervioso y se cayera. Sus acompañantes habían parecido algo reticentes a hablar, quizás por desconfianza o más bien por temor a lo que sabian, y Hércules prefirió darles un momento para que se aclararan. La confianza solía empezar con aquellos detalles, incluidos el de dejar espacio en vez de presionar.

- No sabemos mucho más que eso.Hace unos días descabalgamos en un pueblo que había sido atacado, y donde sólo quedaban mujeres. No había causa aparente,simplemente se habían llevado a los hombres, y a los niños que no hubieran logrado esconder. Gabrielle y yo íbamos acompañados de Xena y Ares, y los cuatro decidimos averiguar qué había pasado.. Por el camino tuvimos encontronazos con varios guerreros, y descubrimos que de algún modo los hombres que buscábamos han sido transformados en....esos seres que ya has tenido el dudoso placer de combatir.Nuestro grupo se dividió, en el rescate de ese niño con el que nos encontraste. No sabemos nada de Xena y Ares, pero estarán bien...¡Se sobran solos!

Calisto, demostrándle una vez más lo impulsiva que parecía, ignoró la propuesta y descubrió información importante.
Aquello pilló al tebano a contrapie. Solo podía haber un Ares. Bautizar a otro niño con tal nombre habría sido una blasfemia que el auténtico dios de la guerra no hubiera permitido.
- ¿Xena y Ares? -preguntó Hércules sin ocultar su extrañeza y sorpresa- ¿Xena la princesa guerrera? -ellas asintieron- Tenía entendido que Xena y mi herm... Ares, había dejado de ser socios porque Xena había encauzado su camino y renunciado a rendirle culto, cosa de que me alegro... ¿Están juntos de nuevo por decisión de Xena, o Ares tiene algún ascendente sobre ella...? -la mención de tan singular amazona y de su megalómano hermano no dejó indiferente a Hércules. Había oído muchas cosas acerca de Xena, alguna notables y otras sin duda exajeradas (como a él mismo le ocurría), pero todas dignas de elogio. Su vida había dado un giro de 360º cuando dejó la senda de la matanza por una de reconstrucción. Ares no podía estar satisfecho por esto y al héroe le costaba encontrar motivos desinteresados en cada paso de su hermano.

Gabrielle no había dejado de observar a Hércules desde que empezó a luchar. Sin duda, no era un ciudadano normal y corriente. Luego cuando Calisto se lo suelta todo de golpe, observa también su reacción. Parecía conocer bien a Xena y aún más a Ares.

Trabajamos juntos por obligación. Le aclara, refiriéndose a Ares. Ni en sueños le considerarían parte del equipo.

Pero ahora dinos... ¿quién eres tú? Pregunta levantando una ceja sospechante. Porque por esa forma de luchar no eres un vagabundo normal y corriente... Explica sus razones. Además, pareces conocer muy bien a Xena y hasta...a Ares... Dice aún algo desconfiada.

- De Xena conozco lo que su reputación cuenta de ella; que antaño sirvió a los fines de Ares como su predilecta, pero que un día fue consciente de sus actos y tomó un camino de redención que ahora honra su persona. E igual que Xena, hay un vínculo que me une a Ares lo quiera o no, Gabrielle. Ojala no fuera así, porque llevo toda mi vida luchando contra lo que el representa, pero verás Gabrielle... -la conversación llevaba un rumbo peliagudo, pero Hércules sabía que no tenía nada que ocultar y decidió ser tan honesto con los demás como siempre lo había sido consigo mismo. Miró a Gabrielle a los ojos y habló con la misma naturalidad de siempre- Ambos tenemos al mismo hombre como padre, y no solo en el sentido filosófico. Como él, Zeus es mi padre y por lo tanto... Ares es mi hermano.

Gabrielle abre los ojos. ¿Hermanos? No podían ser más diferentes. Se queda en silencio unos segundos, buscando algo que decir, pero no se le ocurre nada. Si de Ares no se fiaba, eso significaba que de él sí, ¿no?

Te acompaño en el sentimiento. Dice finalmente encogiendose de hombros sonriendo.

Será mejor que llevemos al niño a un lugar seguro y vayamos a buscarles. Dice algo más confiada.

¿Cómo dijo? ¿¿Son hermanos??

La sorpresa me pilla desprevenida.

- ¡Vaya! Así que hermanos..- digo,sonrriéndole- ¡Zeus tiene un extraño sentido del humor,a veces! Siendo uno de los olímpicos, también tu reputación te precede, y no me eres desconocido. Tu fuerza y tus hazañas son legendarias.

- Solo hago lo que puedo, Calisto -dijo con humildad genuina, sin darle mucha importancia- Me parece bien buscar a Xena -responde a Gabrielle, tomando al niño en sus brazos con tono paternal- La verdad es que me gustaría conocer a Xena. ¿Tu que dices, pequeño? ¿Quieres conocer a una princesa? -bromeo Hércules con el intranquilo chaval para insuflarle algo de tranquilidad. Luego golpeó suavemente una parra cercana de la que cayó un racimo de jugosas uvas- Toma, come esto. Están dulces... -y comió una poniendo cara de tonto para hacerle reir y demostrarle que era verdad. Cuando el niño pareció más calmado y entretenido con las uvas, Hércules volvió a dirigirse a sus compañeras- Además, supongo que tengo algunas cosas que hablar con Ares... Aunque me temo que será de todo menos un reencuentro familiar amistoso... ¿Alguna idea de por donde andan, Calisto?

Gabrielle se limita a acercarse al niño, que está en brazos de Hércules y le revisa la herida, así como también toma su temperatura con la mano, con una cálida y cariñosa carícia y sonrisa. Tras comprobar que todo sigue en orden espera respuesta de Calisto, aunque no puede evitar añadir algo.

No estoy muy segura de que llevar a un niño herido dando vueltas sea buena idea... Dice sin querer mirar a Hércules, pero claramente va por la idea que le ha metido al niño de ir a ver a Xena.

-Los dejamos ya hace mucho, y desde entonces hemos ido lejos. Tal vez nos cueste encontrarles.. Pero yo no temería por ellos - digo,recordando la fiereza de Xena y el buen hacer de Ares en la lucha.

Me dirijo al niño, cómodamente instalado en brazos de Hércules..La herida no parece ya dañarlo mucho.

-¿Cómo te llamas? ¿Qué os sucedió? - tal vez él pudiese dar alguna luz a todo el misterio.

- Gabrielle tiene razón, ¿no crees? -pregunta al crio con aire de complicidad- Ya le diremos a la princesa que vaya a visitarte un día a tu casa -añadió para no desilusionarle- ¿Alguna sugerencia, Gabrielle? ¿Sabemos donde vive su familia?

Gabrielle parece meditar mirando al niño, cuando éste le mira, ella le sonríe tranquilamente.

Pues no sé... supongo que será del poblado que arrasaron antes. Con un poco de suerte sería el hijo de alguna de las mujeres preocupadas de antes.

Dinos lo que recuerdes, cielo. Así podremos ayudarte para ir con tu mamá. Le dice cariñosa.

Luego espera a ver si responde a Calisto. Cualquier información les iría bien para volverle a reunir con su familia.