Partida Rol por web

Un salón amplio con distintos instrumentos para el viejo arte culinario. Al entrar se puede observar un mesón lleno de verduras, condimentos y harina parcialmente regada sobre el mismo. Detrás del mesón se encuentran muebles con gavetas y estantes arriba de estos, donde hay todo tipo de salsas y especias, al lado de estos muebles se encuentra un gran refrigerador.

La habitación continúa hacia la derecha con dos lockers grandes cerrados bajo llave, un horno a un costado de los lockers y una cafetera sobre la cocina, un lava trastes y continúa con un molino para carne sobre un mesón.

Samuel entró en la cocina pasando la mirada por cada alimento, cada mueble, cada cubierto, como si pretendiese determinar que todo estuviese en su sitio. Aunque la realidad es que en esos instantes tan sólo había algo que le importase en la estancia: la señorita Rossier, la cocinera.

-Hola -​​​​​​saludó a la joven, mientras caminaba en su dirección. La verdad es que, después de haber hablado con el señor Bright, estaba lleno de dudas sobre cómo debía encarar su objetivo, y no terminaba de estar seguro de si estaba obrando correctamente-. Señorita Rossier, perdone que la moleste. Solo serán unos minutos. ¿Puedo confiar en usted?

Luego de haber dado la bienvenida a los pasajeros se dirigió a la cocina, lugar que ya había marcado como suyo, horas antes, cuando la tripulación había entrado a la nave para acomodar todo. Comenzó a revisar de un lado al otro para preparar el menú del día, además de algunos bocadillos que quería entregar a los pasajeros mientras se instalaban —experimentar con sus recetas era lo mejor de todo— hasta que escuchó la puerta abrirse.

Se volteó levemente sobresaltada al ver al jefe de seguridad entrar a la estancia. La verdad es que solo se había presentado levemente al resto de la tripulación y no los conocía más allá de sus nombres y puestos de trabajo. Le sonrió y asintió levemente —Buenas — respondió a su saludo, para luego mirarlo con preocupación, se veía algo inquieto —No se preocupe, claro dígame, si está en mi ayudarlo, lo haré.

-El señor Uriel J. Bright me ha explicado a solas que unos entes han reemplazado a parte de la tripulación e invitados de la nave -informó Callahan, respirando hondo. Se trataba de algo difícil de creer, pero el jefe de seguridad sabía que su superior no le mentiría-. No quiero que se altere, pero el señor Bright ha ordenado que no se haga aterrizar al zeppelin hasta que nos hayamos encargado de esos seres.

El hombretón se sentó sobre una de las cajas de la cocina, mientras pensaba en un plan a seguir. De momento había decidido jugárselo todo poniendo su confianza en la señorita Rossier.

-Los entes podrían ser cualquiera. Al parecer, pueden adoptar cualquier forma -aclaró el jefe de seguridad, en tono serio-. Cualquiera. -Callahan insistió en esa palabra, dejando entrever a la joven cocinera que incluso ellos dos podían llegar a ser considerados sospechosos por los otros pasajeros del zeppelin-. Pero yo confío en usted. -Se acercó y posó una de sus grandes manos sobre los hombros de la señorita Rossier-. No sé si estaré acertando al poner mi confianza en usted o me estaré equivocando, pero decido jugármela y considerarla confiable. Aquí no nos oye nadie, por lo que podemos hablar con tranquilidad. Apuesto a que posee habilidades que podrán ser de ayuda contra esos seres. Yo... también las tengo. Si confía en mí, puedo garantizar su seguridad hasta que todo esto termine. ¿Qué me dice?

Se alisó el delantal distraídamente mientras escuchaba al hombre muy curiosa sobre lo que podía ser. Al escuchar sus palabras abrió los ojos asombrada ante ello ¿Entes? ¿No poder aterrizar? Todo era muy confuso, porque según ella para poder proteger a la tripulación y a ella misma era mejor aterrizar. Sin embargo, sabía perfectamente que solo podían seguir las órdenes del superior. —¿Pero cómo vamos a saber quién es quién? ¿Tienen algún tipo de marca o señal? — ¿Y porque le estaba contando a ella sin saber si era uno de esos seres o no? Todo era muy sospechoso.

Sus respuestas fueron respondidas rápidamente. Todos podían serlo, nadie estaba a salvo. Lo miró nuevamente guardando para sí el nerviosismo y la sospecha del hombre, viéndolo sentarse y recostándose de uno de los mesones mientras pensaba y escuchaba. Aquello pintaba muy mal.

—Bien, digamos que le creo. Tampoco tengo realmente razones para dudar de usted, pero ninguna para confiar en su palabra. Sin embargo, ya que me da el beneficio de la duda, le daré el mismo trato — comenzó al escuchar su propuesta. —En efecto, también tengo… habilidades. Confiaré en usted con esto para nuestra seguridad, pero entenderá que no desvele que habilidades tengo, no hasta que no sea necesario ¿Está de acuerdo?

-Me temo que no será tan fácil saber quién es quién -expuso el jefe de seguridad, con un gesto de negación-. Pero puede que algunos de nuestros compañeros posean habilidades para descubrirlo. En mi caso, nunca he sido muy sutil, así que no, no soy de esos. -Se llevó una mano al cinto, donde Helen podía ver que reposaba un viejo revólver-. Mis habilidades tienen que ver con la seguridad, puedo mantener protegido a alguien y además mi voto es doble al ser el segundo al mando del zeppelin.

Callahan sabía que caminaba por terreno pantanoso. Quizá la señorita Rosier fuera uno de esos entes, pero por el momento el jefe de seguridad la consideraba bastante confiable.

-Estoy de acuerdo. No me diga sus habilidades. No al menos hasta que sea necesario -le previno el hombretón, en tono grave-. Y menos aún en presencia de todos. Es más, le sugeriría que sólo lo haga si las ha agotado o si se siente en verdadero peligro. -Apartó la mirada, con tristeza-. Ahora estamos prácticamente a ciegas, pero espero que con el paso de las horas vayamos despejando nuestras dudas sobre la naturaleza de los otros invitados.

Callahan vio entrar al profesor Ivo Von LifeSteal y enarcó. ¿Qué querría aquel director de instituto? ¿Proporcionarle información de vital importancia? ¿Pedir que le prepararan pasta a la puttanesca?

-Buenos días. ¿Qué desea? -le preguntó el jefe de seguridad.

-Pedirle a la Cocinera que mi plato no contenga restos orgánicos de los pasajeros, miembros del equipo de la nave o del Anfitrión. -Respondió el Profesor Ivo mientras se ajustaba las gafas- Así como inquirir en el porqué el Anfitrión apareció de una forma ligeramente desmejorada ante todos. Eso da una mala imagen a los viajes en Zeppelin.

Al Profesor Ivo no parecía importarle en lo más mínimo el hecho de que el Anfitrión estuviera muerto. Y eso se podía comprobar en lo sosegado de sus palabras, así como su mirada hacia las estanterías y diversos condimentos que hubiera en la cocina. ¡Los condimentos son la salsa de la vida!. Literalmente.

Asintió al hombre mayor entendiendo claramente todo lo que le había dicho. De acuerdo con él, pero antes de que pudieran hablar algo más o decirle alguna otra cosa, la sala se encontró ocupada por otra persona. Se sobresaltó un poco, pero volteó a ver al recién llegado, encontrándose con el profesor que había actuado tan groseramente afuera cuando todo había sucedido.

Miró al profesor completamente indignada, por el insulto implícito en sus palabras y por haber ido directamente allí a decirle aquello, culpándola de todo. —Me parece una falta de respeto — le dio a saber de inmediato. —¿Cree realmente que fue de mi agrado encontrarme con la cabeza de mi jefe en la comida? — le preguntó asombrada, no parecía tener ni un mínimo de empatía por nadie.

INICIO HORA 3 - Cocina

Por su parte el Profesor decidió tomárselo con calma, sin acercarse siquiera a los fogones, el Profesor se preparó un tentempié, o al menos ese era su plan hasta que de repente cambió a algo mucho más ambicioso e incluso, en algunas culturas, perturbador y sacrilégico. Un bocata de jamón con queso.

- Siempre me ha parecido interesante conocer dónde se cuecen las habas. Es una frase hecha, lo sé, pero creo que una cocina dice mucho de sí acerca de su propietario. Y, sinceramente, aún hay cosas de Uriel que me gustaría conocer - diciendo esto, Mr. Eggstein se pone a rebuscar en las gavetas e intentar abrir los armarios cerrados con llave en busca de alguna pista oculta.

Eggstein no se sentía comodo teniendo que realizar él mismo estas tareas, pero ni sentía confianza en los varones ni quería desagradar a las mujeres pidiéndoles que le ayudaran, a fin de cuentas, no perdía la esperanza de poder acercarse a las señoritas una vez esto se hubiera calmado y conseguir algo de... información, claro está.

Abby fue caminando tranquilamente por la cocina, aprovechando el momento de tranquilidad (Al menos por ahora) Que tenía para poder fumar tranquilamente, intentando analizar todo lo que había pasado hasta el momento con el fin de poder dibujar un pequeño mapa mental, debía ser lógica en todo momento, aunque claro aun faltaban muchas piezas en todo eso como para sacar algo siquiera decente. Se limitó por unos segundos a mirar a la cocinera del lugar, acercándose a ella tranquilamente mientras miraba lo que los demas presentes estaban haciendo de igual manera.

—Lamento mucho que tuvieras que ser la primera en ver tan horrible escena querida... De casualidad ¿No viste a alguien mas entrando en la cocina antes de que la desafortunada muerte de Uriel tomara lugar?— Preguntó mirando a la chica, no sabía si ya estaba mas tranquila (Suponía que si considerando que ya había pasado un poco de tiempo) Pero estaba curiosa por saber si la persona que había estado cargando con la cabeza de su anfitrión logró ver algo, el asesino seguramente debió entrar allí para colar la cabeza, no desconfiaba de la cocinare por el momento pero encontrar mas información era sin duda lo que mejor se podía hacer en esos instantes, no quería seguir apuntando a ciegas y recopilar información era muy importante para lograr aquello.

-Yo estuve con ella todo el rato -respondió Callahan, haciendo un gesto de negación-. No vimos entrar a nadie. Luego llegó el Profesor para... -El jefe de seguridad trató de explicar la situación como buenamente pudo- solicitar que la señorita Rossier que sus platos no contuvieran restos orgánicos de los pasajeros, miembros de la tripulación o el anfitrión, en referencia a la cabeza ya encontrada del señor Brigh. Poco después de eso fuimos convocados de nuevo en la sala principal.

Al hombretón le sorprendía que sus compañeros afirmaran que no había que votar tan a la ligera a Di Palmare pero, en cambio, se disponían a hacer lo mismo con el conserje de sexy bigote sólo por ser un desastre para la limpieza y estar en el lugar donde se produjo el crimen.

-¿Por qué Scrafy? ¿Alguno de ustedes obtuvo información sobre él? -inquirió, intrigado-. Para mí, hay otros sospechosos mucho más claros, como la reportera insistente y ese señor de ahí. -señaló al maquinista, para acto seguido tocar durante un instante el revólver que portaba enfundado.

Entonces no habían visto a nadie, era interesante y abría a mucho mas preguntas aquello, claro que no le dio tiempo a pensar mas para ella misma pues estaba prestando atención al jefe de seguridad, mientras daba su respectiva calada a su pipa con tranquilidad —Lo dicho anteriormente, el argumento del médico me dio mas sentido en estos momentos ¿Como podemos afirmar que Scrafy no altero la escena del crimen?— Comentó con prudencia —Por otro lado también comparto que la reportera no me causa tan buena espina, justo como usted lo menciona aunque la pregunta mas certera aquí sería ¿Porque Di Palmare señor Callahan?— Preguntó de vuelta, sacando el humo suavemente justo al terminar la misma con tranquilidad y estando bastante intrigada ella misma por la respuesta que pudiera dar el jefe de seguridad, si no había votado por el maquinista es porque realmente no habían dado un argumento mas allá

—¿Tendrá alguna información sobre el al respecto que nos pueda ayudar con todo esto? Estoy bastante interesada en contribuir con toda esta causa pero si no me dan un argumento es dificil apoyar— Comentó, mirando por un momento a Callahan, tal vez podría dar un poco mas de explicación al respecto del porque votaba por el, mas haya de solamente decir que estaba muy callado claramente, debía haber algo mas ¿Cierto? Por otro lado su mirada se fijó posteriormente sobre la del mismo Di Palmare en busca de alguna expresión de su parte, tal vez ¿Culpabilidad? O tal vez alguna mas.

A Vineccio le llamaba la atención lo bonita que era aquella cocina, y como el ambiente y la iluminación del lugar contrastaban bizarramente con todo lo que estaba sucediendo en la nave. Miró a un lado. Había venido a investigar el lugar en el que asumía se habría colocado la cabeza del señor Bright en aquella bandeja de plata, pero parecía que no podría hacerlo tranquilamente, pues varios eran quienes lo habían seguido hasta allí. En primer lugar estaba el señor LifeSteal, quien sin rastro de preocupación alguna se había preparado con total tranquilidad una bocata de jamón y queso. Di Palmare no lograba cómo alguien podía tener apetito luego de todo lo que había sucedido, pues tan sólo pensar en comida le hacía recordar el momento en que había visto sobre aquella delicada bandeja nada más ni nada menos que la cabeza de aquel hombre...

Luego apareció Eggstein, quien lejos de aparentar curiosidad sobre qué estaba ocurriendo parecía querer cocinarse unas habas. Quién sabe, a lo mejor, ver al profesor haciéndose una bocata le había abierto el apetito. Lo más extraño de todo era que ambos hombres estaban por alguna razón que desconocía heridos y habían presenciado ya dos muertes en la últimas horas, su principal preocupación era qué llevarse a la boca.

Abby Nel Porter por otra parte parecía una mujer más sensata. Se había compadecido de la cocinera que estaría en estos momentos posiblemente aún conmocionada por haber sido quien sin saberlo presentase tan atroz crimen al resto de los tripulantes, y luego le había preguntado si había visto algo. Vineccio asintió levemente y llevó sus ojos a la cocinera, esperando que hubiese visto o notado algo que pudiese ser de ayuda para desenmascarar al asesino.

-¿Por qué Scrafy? ¿Alguno de ustedes obtuvo información sobre él? -inquirió, intrigado-. Para mí, hay otros sospechosos mucho más claros, como la reportera insistente y ese señor de ahí.

Vineccio había mirado con seriedad y una pizca de desdén al jefe de seguridad cuando este había llevado su mano al arma, en un evidente gesto de amenaza.

—Yo no puedo acusar a nadie con total convicción sin tener pruebas, Callahan. Sólo el culpable debería ser castigado —dijo levando la mirada hacia un lado, bajando la mirada en un gesto de remordimiento leve. Estaba consciente de que Scarfy podría ser inocente, pero por mucho que no pudiese probarlo, estaba seguro de algo— pero la realidad es que sólo puedo estar seguro de mi propia inocencia, por lo cual aunque preferiría abstenerme de llevar mi dedo hacia nadie de forma precipitada, si debo elegir entre mi vida y la de un posible asesino, elijo la mía.

Vineccio levantó la mirada hacia la magnate cuando esta inquirió a Callahan por sus motivos de sospechas. Vineccio sabía que el hecho de que hubiese estado por un tiempo solo en la sala de máquinas podría generar ciertas sospechas, pero más allá de eso... ¿en qué momento se había convertido él un principal sospechoso?

—La verdad, señor Callahan, a mi también me interesaría escuchar por qué le parezco alguien tan "sospechoso" —gruñó.

Callahan no le agradaba, algo que posiblemente sería evidente para cualquiera a estas alturas. Lo había acusado abiertamente en repetidas ocasiones y esa mirada amenazante y soberbia que más de una vez le había dirigido no le transmitía confianza alguna. ¿Acaso tendría algún problema personal con él? No, eso no era posible. No recordaba haberlo visto nunca antes y no era un hombre de mal, por poco simpático que pudiese ser. Tampoco había hablado nada sobre él a sus espaldas ni tenido ningún comportamiento impropio de un maquinista.

Mientras el resto respondiese, Vineccio buscaría cualquier cosa que sirviese como pista para descubrir la verdad.

Luego de tanto desastre afuera, no podía quedarse tranquila y lo mejor que podía hacer para relajarse era cocinar, además los huéspedes y los mismos trabajadores aún debían comer algo, pasara lo que pasara y era su trabajo. Así que se dirigió a la cocinar para ello, sin embargo, la encontró llena algo que la hizo suspirar, sobre todo al ver a Eggstein revisando su cocina como si nada. —Señor Eggstein, me haría el favor de dejar de desordenar mi espacio de trabajo — le dijo un poco más duro de lo que pretendía, pero odiaba que se metieran en su terreno.

Se volteó a ver a la señorita Porter y le sonrió agradecida por sus palabras, era la única en el lugar que lo había hecho —Gracias y no se preocupe, no es algo que esperaba alguna vez ver en mi trabajo o en algún otro lugar, pero ya que estamos en esto, tenemos que tratar de tener la calma — le asintió. Iba a responderle cuando Callahan apareció, respondiendo por ella e impidiéndole hablar. Lo miró un poco irritada por esto, si bien la estaba defendiendo, ella podía hacerlo también. Suspiró negando para sí y volviendo a mirar a la muchacha. —Tal como dice, estuve aquí con el doctor y con Callahan después de todo el asunto, pero antes de ello, antes del asesinato también estuve aquí. Estaba preparando el alimento para todos. Por ello mismo fue una sorpresa tan grande haber encontrado la cabeza allí — siguió poniéndose un poco pálida ante el recuerdo. —¿Llegaron a encontrar el cuerpo? ¿O está en algún lugar del zeppeling aún? — preguntó con curiosidad. Para luego escuchar como defendían sus votaciones. Realmente tampoco veía en ninguna razón para atacar a Di Palmare, si la razón era no hablar mucho, la mitad de los que estaban allí habían estado en silencio luego de la conmoción. —Cierto es que Scraffy tiene más libertad que todos en este momento al haber estado más en la escena de crimen, aunque el doctor también, pues es quien estuvo con los cadáveres luego de todo. No sabemos las causas de muertes exactas realmente, pues no sabemos si nos ha dicho la verdad — ya que estaban sospechando de todo, ella haría lo mismo. —Ahora, el profesor Von LifeSteal a pesar de estar herido, sigue negando que algo sucedió y al mismo tiempo está muy a la defensiva acusando a la tripulación ¿Tiene alguna prueba en concreto para ello más allá de ser una persona asustada que ataca sin razones?

-Ya he explicado los motivos de mis heridas -Respondió el Profesor mirando el bocata que se hiciera- al igual que los demás heridos, suponemos que estas fueron causadas debido a la ráfaga de viento cuando abrimos la puerta alertados por el ruído, lo que, parcialmente confirmaría nuestra inocencia: Si abrimos la puerta, significa que NO estabamos dentro cuando atacaron al Señor Callahan.

Echando un vistazo a los presentes, se percató en que Konrad también estaba ahí.

-Por lo que mis confianzas son: El Señor Callahan, El Señor Eggstein y Scrafy. Por lo que, hasta el momento, veo mi voto contra el Señor Vineccio, no solo justificado, sino que el grupo de "culpables" que se encuentran en esta nave, tratan de salvarlo apoyándose en su gran número de votos.

Tras esto se volteó hacia el Señor Callahan, tratando de exponer sus puntos finales.

-Pues si Vineccio fuera inocente... ¿Por qué las votaciones iban a estar tan reñidas?. ¿Por que no seguir las indicaciones de un Inocente Confirmado y a su vez Víctima, que es el Señor Callahan?. Por lo que mis sospechas se centrarán en todos aquellos que han votado a Scrafy.

-El Doctor Pajarraco dice de vez en cuanto cosas coherentes cuando no está convirtiendo a nuestro anfitrión en un pincho moruno, pero, ¿de verdad sus sospechas sobre Scrafy son acertadas? -Callahan no encontraba motivo por el que Scrafy se venía tan sospechoso a la vista de la mayoría-. No voy a poner la mano en el fuego por el conserje, pero si el mayor argumento contra él es que limpió la escena del crimen, tengo claro que es inocente. Por eso coincido con lo que ahora acaba de decir el profesor von Lifesteal. ¿Por qué las votaciones siguen tan reñidas? Apostaría a que más de un ente se ha colgado de los votos del Doctor Pajarraco para votar a Scrafy para salvar a Di Palmare. Si tuviera que apostar, diría que, además del maquinista aquí presente, la buena de Roxanne Silver es uno de esos entes. Y seguramente habrá uno o dos más, dependiendo de si acertamos o no con los dos encarcelados.

El jefe de seguridad pensó en todo lo sucedido, preguntándose si habría algún motivo en específico por el que más de un ente estaba arremetiendo contra Scrafy y no hacia otro, más allá de querer salvar a Di Palmare.

-Echo la vista y lo único realmente diferente que hizo Scrafy fue votar por la señorita Rossier -rememoró Callahan, pensativo-. Esto tiene dos lecturas posibles: la señorita Rossier es un ente y, con la muerte de Scrafy, los entes evitan que se sospeche de ella; o la señorita Rossier es inocente y van a utilizar la muerte de Scrafy para perfilarla como la siguiente sospechosa. Rossier no ha hecho nada para que desconfíe de ella, así que diría que es la segunda opción.

El jefe de seguridad observó a Di Palmare. Ni uno ni otro se caían bien, eso era evidente, pero en el caso de Callahan se debía a que el maquinista estaba entre sus principales sospechosos.

-Usted tuvo mucho tiempo para emitir su voto en la anterior votación y al final no lo hizo -le recordó, en tono brusco-. A diferencia de esta, se trataba de una votación sin sangre, en la que se enviaría al más votado a la celda. Ignoro qué motivo puede haber para que una persona no vote, a pesar de encontrarse mucho más activa de lo que lo estuvieron el señor Scrafy y la señorita Silver. ¿Sabe lo que creo? Creo que estuvo comunicándose con Roxanne Silver mediante una vía que sólo conocen los entes. Ella estaría ensimismada, centrada en sus cosas, no respondió y usted no supo a quién votar. -Callahan esbozó una sonrisa socarrona-. Usted va a terminar muriendo, Di Palmare. Si no lo hace ahora, lo va a hacer luego. Pero puede despejar toda sombra de duda si nos revela cuál es su habilidad, tan simple como eso. ¿Usted muere dentro de dos horas atacado por los entes? No morirá en vano. Sabremos que hay un culpable seguro entre nosotros cinco que ha comunicado a los otros entes cuál es su habilidad real. Usted decide, Di Palmare.

Di Palmare intenta rebuscar pistas pero sólo se encuentra con ingredientes, cuchillos y otros cubiertos impecables. Nada fuera de lo común.