Partida Rol por web

Tu nuevo carrito no daba los beneficios que habías esperado. Incluso con pósters de tus productos a ambos lados de éste y un calentador para la carne, es inconcebible que a esta gente no le guste tu carne, y debías terminar de pagar tu carrito.

Dennis y Stan, esos putos gordos llevaban dos semanas reportándote las ganancias de un día entero. Comían como cerdos, masticaban como cerdos y realmente olían como cerdos, al menos cuando a la hora de plegar del trabajo salían sudados por el tremendo esfuerzo que les suponía usar las escaleras.

Ambos trabajaban en LightBioLabs, normalmente bajabas con tu carrito hasta el garaje, te abrían la puerta y pedían casi dos quilos de carne grasienta y zumo de cangrejo para el desayuno. Más tarde, a mediodía, aún volvías y el viaje volvía a salir altamente rentable al pedir cuatro quilos de carne y cuanto les ofrecieras para acompañar.... desde luego debían ser alguna clase de monstruo tragón.

Te habías levantado temprano, tras tus pesadillas con deudas y tus sueños frustrados, te habías arreglado convenientemente y habías salido de aquel apartamento compartido con tu carrito de Kebab en dirección a LightBioLabs, esperabas fervientemente que ambos estuvieran hoy trabajando, ya que solía ser tu mayor recompensa.

Bajaste la rampa del garaje a las siete y cuarto de la mañana. El buen trabajador era madrugador, aunque no estuvieras todo lo alerta que debieras, el tacto de los billetes no requería toda tu atención visual. Frente a ti las puertas de seguridad que solías pasar para llevar carne a los dos super-gordos.

Aceptaste este curro hace ya tres meses, empezaste como informático de LightBioLabs, pero ahora eras más un controlador de seguridad y manitas de los ordenadores de los médicos. Esos manazas siempre tocaban donde no debían, preguntaban cosas absurdas ¿Como se guarda una partida al buscaminas? Ahora te dedicabas a estas chapucillas diarias de los sistemas y vigilabas a través de las cámaras para llamar a Braum o Stan, los miembros de seguridad o Freddy el viejo de mantenimiento. Es un curro como otro cualquiera, hasta que encuentres uno al que realmente se deba tu vocación.

El edificio de LightBioLabs tenía dos plantas superiores y seis subterráneas. En la planta -1 estaba el garaje y en la -2 estaban las puertas de control, cuatro puertas con los símbolos de peligro bioquímico que había que atravesar vigilados rigurosamente por vuestras cámaras, identificándose, estaban también vuestras cabinas y la de los dos guardias.

Todas las plantas requerían el uso de una targeta magnética para abrir las puertas y los ascensores, en la planta -3 habían varios servicios: una cafetería, vestuarios, lavabos..., en la -4 estaba todo el meollo de la cuestión, laboratorios, consultas, máquinas.... a la -5 no tenías acceso, pero habías bajado a arreglar algun softwhare y estaban los almacenes de material científico y algunas jaulas con los animales con los que a veces experimentaban.

La planta -6 era un misterio aunque con toda probabilidad debían haber calderas y cosas de mantenimiento, el viejo Freddy solía pasearse por allí.

Teníais control visual de todas las plantas y alguna vez el pervertido de tu compañero Dennis se había deleitado al ver experimentación con mujeres que, obviamente y por la ciencia, debían desnudarse. Poco ético y poco excitante la verdad, pero de poco servía meterse con el gordo de Dennis, pues su hermano mayor Stan, casi tan gordo como él siempre estaba en la cabina para amenazaros.

Era una mañana como otra cualquiera, habeis llegado hace una hora, habeis tomado un café para poder abrir los ojos y ver a la guapísima Lucy de cafetería sonreíros coqueta, y los tres os sentais en la cabina a tiempo para ver llegar un autobús de la prisión a las 7 de la mañana. ¡Ah es cierto! El día 0.

Hoy empezaban un gran proyecto. Alto secreto decían y Dennis ya había bromeado con venderlo a laboratorios de la competencia. Solo sabíais lo que Freddy y Braum habían oído, que los sujetos esta vez serían presidiarios y que de 8 a 12 cerrarían conductos de ventilación de la planta -4. A vosotros os habían ordenado cerrar accesos magnéticos de la planta -4 para evitar fugas de los presidiarios y -2, para que nadie pudiera acceder desde el garaje. Stan señalaba a los presos como el motivo y temía que pudieran venir a por ellos.

Pasaron por las puertas, eran seis, cuatro hombres y dos mujeres. Braum les cacheó, comprobó que no llevaran nada y les acompañó, debía estar un poco asustado porque los presidiarios iban sin esposas, les acompañaba un policía – Espabilad Frikis – os dijo Braum antes de desaparecer en el ascensor, allí no habían cámaras, pero reapareció al poco en la planta -4 donde empezaron a colocar a los sujetos en camillas.

Aceptaste este curro hace ya tres meses, empezaste como informático de LightBioLabs, pero ahora eras más un controlador de seguridad y manitas de los ordenadores de los médicos. Esos manazas siempre tocaban donde no debían, preguntaban cosas absurdas ¿Como se guarda una partida al buscaminas? Ahora te dedicabas a estas chapucillas diarias de los sistemas y vigilabas a través de las cámaras para llamar a Braum o Stan, los miembros de seguridad o Freddy el viejo de mantenimiento. Es un curro como otro cualquiera, hasta que encuentres uno al que realmente se deba tu vocación.

El edificio de LightBioLabs tenía dos plantas superiores y seis subterráneas. En la planta -1 estaba el garaje y en la -2 estaban las puertas de control, cuatro puertas con los símbolos de peligro bioquímico que había que atravesar vigilados rigurosamente por vuestras cámaras, identificándose, estaban también vuestras cabinas y la de los dos guardias.

Todas las plantas requerían el uso de una targeta magnética para abrir las puertas y los ascensores, en la planta -3 habían varios servicios: una cafetería, vestuarios, lavabos..., en la -4 estaba todo el meollo de la cuestión, laboratorios, consultas, máquinas.... a la -5 no tenías acceso, pero habías bajado a arreglar algun softwhare y estaban los almacenes de material científico y algunas jaulas con los animales con los que a veces experimentaban.

La planta -6 era un misterio aunque con toda probabilidad debían haber calderas y cosas de mantenimiento, el viejo Freddy solía pasearse por allí.

Teníais control visual de todas las plantas y alguna vez el pervertido de tu compañero Dennis se había deleitado al ver experimentación con mujeres que, obviamente y por la ciencia, debían desnudarse. Poco ético y poco excitante la verdad, pero de poco servía meterse con el gordo de Dennis, pues su hermano mayor Stan, casi tan gordo como él siempre estaba en la cabina para amenazaros.

Era una mañana como otra cualquiera, habeis llegado hace una hora, habeis tomado un café para poder abrir los ojos y ver a la guapísima Lucy de cafetería sonreíros coqueta, y los tres os sentais en la cabina a tiempo para ver llegar un autobús de la prisión a las 7 de la mañana. ¡Ah es cierto! El día 0.

Hoy empezaban un gran proyecto. Alto secreto decían y Dennis ya había bromeado con venderlo a laboratorios de la competencia. Solo sabíais lo que Freddy y Braum habían oído, que los sujetos esta vez serían presidiarios y que de 8 a 12 cerrarían conductos de ventilación de la planta -4. A vosotros os habían ordenado cerrar accesos magnéticos de la planta -4 para evitar fugas de los presidiarios y -2, para que nadie pudiera acceder desde el garaje. Stan señalaba a los presos como el motivo y temía que pudieran venir a por ellos.

Pasaron por las puertas, eran seis, cuatro hombres y dos mujeres. Braum les cacheó, comprobó que no llevaran nada y les acompañó, debía estar un poco asustado porque los presidiarios iban sin esposas, les acompañaba un policía – Espabilad Frikis – os dijo Braum antes de desaparecer en el ascensor, allí no habían cámaras, pero reapareció al poco en la planta -4 donde empezaron a colocar a los sujetos en camillas.

El café no le ha sentado bien, de hecho no es algo que le guste mucho pero hablar con Lucy siempre le alegraba el día. Se queda  mirando fijamente el movimiento helicoidal del logo de LightBioLabs, bailando en el monitor de avisos generales, mientras piensa en qué escenario podría ser el mejor para la tercera pantalla del videojuego en qué está trabajando. Sacude la cabeza y entra en la cabina de seguridad. Otro día más. No le gustaba trabajar allí, no le caían bien los de seguridad siempre dando vueltas y estorbando;  a los compañeros ni se había molestado en conocerlos a fondo. No tenía intención de seguir allí mucho más, sólo hasta que encontrara algo mejor.

Saluda con poco entusiasmo a sus compañeros - Buenos días – y ocupa su silla. Ve un autobús entrando al edificio. Ya no recordaba que hoy traían a los de la cárcel para hacer pruebas. No sabía muy bien que es lo que hacían allí abajo y casi que prefería no saberlo. Así se ahorraba una charla sobre ética y valores humanos por parte de Amy.

Mira de reojo a Braum mientras se va con los presos y desea que alguno de los presos se “divierta” con él. El pervertido de Dennis  no puede contener una sonrisa cuando cachean a las dos presidiarias. Por lo que se puede ver en los monitores, el trayecto del garaje a los laboratorios había sido tranquilito y sin ningún percance. Una lástima.

Eh Jay – pregunta dirigiéndose al relamido de las gafas enormes – ¿sabes si tenemos que bloquear ya los accesos? – Mira a Stan y le pregunta - ¿Esperamos a Braum o se quedará allí vigilándolos personalmente?

Stan se había levantado de la silla y observaba vuestros monitores.... ¿o estaba observando el monitor del garaje? Como si esperara que viniera alguien más. Notábais el olor del desodorante puesto sobre el sudor, ese olor amargo que parece que él mismo no era capaz de percibir y se apoyaba contra una de las paredes con su codo izquierdo - Braum se quedará con ellos claro, solo ha bajado un funcionario de prisiones, estará ahí para ayudar en presencia.

 No sé a qué hora había que bloquear los accesos pero beh... si Braum tampoco se entera, creo que da igual ¿No?

Triki, triki, triki...

El agónico chirriar de la cuarta rueda del carrito era música para los oídos de Mahmed. Y cuando digo música, me refiero a ese horrible heavy que escuchan los jóvenes americanos en su cultura decadente. Mahmed lo odiaba. Y al igual que la industria de las discográficas, la rueda del carrito no giraba bien.

Sacó un papel manchado del bolsillo y lo limpió en el delantal untándolo de más grasa. Pulsó el interruptor del interfono. Como cada día en su monótona vida, Mahmed leyó en cada vez más imperfecto inglés:

Johnny Kebab: de la quiabra, el cierdio y la vaquia a la boquia; de la bioquia a los estómiagos felises de Amériquia.

  Bueno, otro aburrido día mas en un curro de mierda, ¿cuál será la primera estupidez que me pidan hoy? ¡Qué mas dará, si me mandarán a hacer todo tipo de gilipolleces como siempre! Inútiles... Si al menos fuesen capaces de saber cuándo la impresora no tiene papel...

  Estaba claro que a Jay el trabajo que tenía no le resultaba para nada estimulante, simplemente iba, cumplía y se iba, poco mas le interesaba de aquel lugar y, mucho menos, con los dos gordos que tenía por guardias de seguridad trabajando junto a él.

  Si estos dos son guardias de seguridad yo soy el presidente de Mocosoft, por favor si podría contra los dos juntos y no me despeinaría.

  Tras el café de rigor, que simplemente tomaba para perder tiempo de trabajo, se dirigió a su puesto de trabajo en la cabina de seguridad junto con los dos gordos seguratas y su compañero Andrew.

  Hoy llegaba un transporte con prisioneros que iban a usar como sujetos para experimentos en la planta -4, así que teníamos que hacernos cargo de que todas las entradas y salidas del piso estuviesen selladas por completo.

  ¡De 8 a 12! Hay que bloquearlas de 8 a 12 por dios, ¡que sois los de seguridad!

  Pero será inútil el gordo mierdas este...

  En fin, procedamos con el sellado y esperemos que todo salga bien...

Jijijiji - Rio Dennis, el tercer miembro de vuestro trío informático y hermano menor de Stan - Aún son las siete y media Jay-Jay tranquilízate, he empezado a ejecutar ya los programas de barras magnéticas y solo hará falta que lo iniciemos a la hora - Su voz era pedante y el capullo necesitaba apuntar los comandos del MS_DOS, solo uno de vuestros ordenadores usaba el windows95 y todas las claves de seguridad estaban en ordenadores viejos... seguro que se andaba equivocando en algo... esto no era como arreglar un acceso o cambiar una contraseña, esto era importante y si alguien hacía algo mal la ibais a pagar o os podíais cargar el sistema de las puertas

Se quedó mirando a Stan con cara de incredulidad ¡Pedazo de gilipollas! Andrew compadecía a los padres de ese par de descerebrados, uno por estúpido y otro por… por mucho que Dennis presumiera de sus habilidades, cuando se trataba de un asunto serio, no se fiaba de él. Aún les quedaba media hora, pero mejor dejarlo todo bien preparado por si acaso.

Buff… qué lentos iban esos ordenadores. Sería todo más fácil si no tuvieran que trabajar con un sistema operativo como ese en el que los pantallazos azules eran más habituales que algún comentario ingenioso por parte de Stan. Si el siguiente Windows funcionaba igual que ese, el teclado solo necesitaría tres teclas: Ctrl, Alt y Supr. Acabó de modificar unas bases de datos en las que estaba trabajando y se levantó a mirar la ventana de comandos que había empezado a ejecutar Dennis.

Todo parecía estar en orden, pero antes de cagarla sería mejor darle un buen repaso a todos los inputs, no querían ningún preso por ahí suelto. Pidió a Jay que se acercara –Échale un vistazo a esto, que tú controlas mejor este tema -  además, seis ojos veían mejor que dos

Ahí está... murmura Stan al tiempo que da dos palmadas a Dennis que se levanta y sale del control por las puertas de seguridad. Por la rampa del garaje, pasando junto al autobús penitenciario baja un carrito empujado por un inmigrante... ¿¡ PERO QUÉ COÑO !?

Cuando vais a protestar Stan os baja los humos - Es Jhonny, que nos de algo para picar la jornada va a ser larga hoy y mi hermano y yo siempre comemos de ese indio.

El inmigrante se acerca dubitativo a la puerta y con sumo cuidado alarga el dedo para abrir el interfono. Le dais pie y escuchais en un horrible inglés:  Johnny Kebab: de la quiabra, el cierdio y la vaquia a la boquia; de la bioquia a los estómiagos felises de Amériquia.

Stan sonríe - Ahora sale Dennis - Dice a través del interfono a un sonriente indio que se encoge nervioso como a punto de tener una cita

Efectivamente Dennis sale abriéndole las puertas al inmigrante, y comienza a coger comida con él en unas cajas. Stan sonríe y asciende y desciende con las puntillas de sus pies  impaciente.

En las cámaras podeis ver como Dennis prácticamente asedia al indio y empieza a hacer que lime y lime los rollos de carne para servirle montones y montones de kebab, ¿Ocho?, Además cogen más cosas pero no teneis ni idea de qué. Dennis y el inmigrante empiezan a pasar las puertas que Stan va cerrando tras ellos,Dennis cargado de bolsas y el pakistaní con un cuchillo detrás . Desde luego si os ve alguien os mata... y a ver como explicará Stan a Braum de donde ha salido toda esa comida

Ahora sale Dennis - Dice una voz algo robotizada -

Escuchas las puertas abrirse, una a una, un total de cuatro, cerrándose antes de abrirse la siguiente. Reconoces en las puertas los símbolos de peligro biológico y reconoces al gordo de Dennis que te recibe alzando las manos con una sonrisa - hihihi Johnny que alegría nos das, hoy toca trabajar mucho. Stan está dentro y estamos hambrientos.

Había empezado a hablar desde medio metro, a medida que decía cada palabra rodeaba el carro acercándose más y más y ahora estaba prácticamente encima, podría haberse lanzado perfectamente contra el lomo de cerdo que descansaba en uno de aquellos pinchos.

Dame... cuatro de cerdo para mí y cuatro de ternera para mi hermano, pon también de eso que tienes ahí que no sé que es y un par de salsas tuyas picantes. ¿Y llevas algo para beber? Dennis se encontraba ocioso viendo como recogías su pedido y envolvías los kebabs uno a uno en papel de charcutería para ir colocandolos en bolsas.

Me va a hacer falta un poco de ayuda - Obviamente el carrito no pasaba por la puerta y Dennis cogió cada bolsa de kebabs con cuidado para que no se volcaran y desparramaran toda la carne en la bolsa. Te insistió en que cogieras el resto y pasaras con él un momento, que Stan no podía salir a ayudar.

Las puertas eran todas correderas, un par de enrejados y un par de metal, todas ellas con letreritos de peligro biológico, y al otro lado de las cuatro puertas estaba el gordo de Stan con un par de jóvenes barbudos.

  Aún quedará tiempo Dennis, pero me gusta tenerlo todo listo antes de tiempo, además, si ya están todos abajo, ¿qué mas da que los encerremos ya? No quiero arriesgarme a que alguno se pueda escapar antes de empezar.

  ¡Puto gordo!

  Intentando ignorar a los dos sabelotodos me puse a ayudar a Andrew a programar las cerraduras de los distintos pisos, que ya era bastante trabajo dado los equipos y la compañía que teníamos.

  Todavía me pregunto cómo han conseguido trabajo aquí los dos hermanos redondos estos.

  Me acerqué a ver qué era lo que necesitaba Andrew que mirase, aunque él nunca solía equivocarse en sus códigos, se podría decir que eran incluso mejor que los míos.

  Déjame ver...

El barbudo hombre hindú, pakistaní o sirio, o vete tú a saber de qué etnia rara de fuera de los Estados Unidos, lucía en su delantal, en su riñonera y en el lateral del carro el inconfundible y vistoso logotipo de la cadena de comida basura Johnny Kebab.

Sí-asintió como respuesta al guardia, solo habiendo entendido palabras sueltas.

Ni idea de lo que había querido decir Dennis cuando dijo "And take you something to drink?", pero sabía que "dink" era un insulto. Por tanto "drink" debía de ser un insulto también, así que en venganza sacó del compartimento nevera dos latas de cola para que el azucar terminara de reventar a esos dos gordinflones hijos de puta que se reían del pobre Mamhed.

El resto del pedido era fácil: lo mismo que pedían todos los días. Mamhed dió al pedal para hacer girar el pincho del carro, mientras subía y bajaba su cuchillo jamonero con la mano en un movimiento sencillo. Los trozos de carne caían sobre el grasiento soporte de metal, que seguramente no había sido limpiado en semanas, y con la zurda y unas pinzas iba recogiendo aquellas lonchas rizadas, casi virutas.

Cogió unos sobrecitos de salsa prefabricada Made In Minnesota para darle el auténtico e inconfundible sabor oriental a la carne, y los derramó despreocupado sobre el menú sabiendo la tolerancia radiactiva que tenían sus dos mejores clientes al picante. Cuando Mamhed terminó el segundo pedido y alzó la vista, Dennis ya estaba caminando por aquella ratonera que llevaba al interior.

Miró a un lado. Miró a otro. No estaba seguro de que Dennis volviese a por la otra bolsa. Tampoco de que volviese para pagar, y aquellas puertas automatizadas podían cerrarse en cualquier momento. Dubitativo, siguió a Dennis con un cuchillo en una mano y una bolsa de carne en mal estado en la otra, abandonando su fiel carrito en el garaje.

¿Dennis? Son cinquio diólares amaricanios. Son cinquio diólares amaricanios-son cinco dólares por ración, y Johnny no necesitaba aprender otra cifra; si no le pagaban lo suficiente por varias raciones le bastaba con volver a pedir otros cinco dólares-. Presidiente Abriaaaaam Lilcom.

A través de los monitores podían ver como el grasiento de su compañero casi salivaba por la ingente cantidad de comida que le pedía al tío del kebab. El propietario del carrito le había puesto los ocho durums en cajas. Si no conociera a ese par de hermanos, pensaría en la posibilidad de que reventaran, pero habiendo visto lo que solían llegar a comer, lo único que le preocupaba eran las consecuencias del picante en una sala tan pequeña cerrada.

  Vamos a ver... - Digo quitándome las gafas y dejándolas sobre la mesa con cuidado, llevándome las manos a la cara y frotándome los ojos con las yemas de los dedos. - Dime que no es verdad esto que estoy viendo, ¡DIME QUE... EL PUTO GORDO DE TU HERMANO NO HA DEJADO ENTRAR A UN REPARTIDOR DE COMIDA CON UN PUTO CUCHILLO EN LAS MANOS - Me levanté de golpe mientras me ponía frente a Stan mirándole muy cabreado - ¡PERO QUÉ COJONES OS PASA A VOSOTROS DOS PEDAZO DE MIERDAS!

  Me di la vuelta aspirando aire para tranquilizarme. - Juro que un día los reviento a hostias a los dos, lo haré y lo disfrutaré. - Volví a girarme para mirar a Stan a la cara con el dedo índice en alto, a la altura de mi cara. - Te voy a decir una cosa Stan, como a mi me despidan por tu culpa, por esto, voy a daros tal paliza a tu hermano y a ti que no os reconocerán ni por el ADN.

  Dejé al gordo a mi lado y le ignoré, verle la cara sólo hacia que me entrasen ganas de darle una buena tunda, volví a colocarme las gafas y miré a Andrew, sólo converle la cara sabía que estaba flipando tanto como yo.

  Y para colmo entran Dennis y el repartidor en la sala. - ¿Pero qué coño estás haciendo Dennis? ¡Ese repartidor no puede estar aquí y lo sabes!

  Moví airadamente el brazo señalando la puerta. - Haz que se marche, ¡ya!

07.45 h

En cuanto Jay insulta directamente a los hermanos, Stan, que aunque gordo es guardia de seguridad por su metro ochenta y cinco, se levanta y con su tamaño prácticamente hace desaparecer a Jay en la silla.  - ¿Qué nos estás llamando? - Las enormes manos de Stan ni siquiera se dirigen a la porra, como si la necesitara para reventar a un friki como Jay, se muerde el labio inferior y mantiene ambos brazos al lado de su cuerpo.

Por detrás, su hermano Dennis más reconciliador le toma de la espalda con una risita nerviosa- Hihi, venga Stan déjale, es un idiota, va venga déjalo estar - Intenta apartar a su hermano de Jay, y se gira con una rara sonrisa a Johnny Kebab quien aún está esperando que le paguen y observa la discusión que se ha generado entre todos- Quizá será mejor que hoy te marches Johnny, ahora te tendré que abrir las puertas

Stan se mantiene aún frente a Jay, visiblemente nervioso, como solo alguien con su enorme fuerza y su poco cerebro puede estar.

¡Cinquio diólares amaricanios!-protestó.

Estar rodeado de caucásicos en un espacio cerrado empezaba a poner nervioso a Johnny Kebab, y más cuando Jay-gay alzó la voz. En la calle se escuchan rumores... Que no hay perros ni gatos en los alrededores de los restaurantes asiáticos es tan cierto como que no hay vagabundos en los alrededores de los laboratorios occidentales. Solo hay que unir los puntos.

Temiendo acabar siendo secuestrado, violado (por una sonda o un hombre), siendo conejillo de indias de productos de cosmética, o narcotizado para quitarle los órganos (o todo ello, en cualquier orden), Mahmed trató de ser diplomático. Puso la bolsa sobre una de las mesas, dejando que la grasa traspasase el plástico y empezase a formar un cerco. Metió la mano libre en el interior de la bolsa y sacó una de las dos latas de refresco.

Cola pior cuenta de la casia. La cola de Johnny Kebab ser refriescante en la bioca.

Sonrió. No era cola de Johnny Kebab, sino la misma coca-cola de cualquier supermercado. Pero la marca no importa, lo que importa es el valor añadido. Trató de ensanchar su sonrisa aún más, y los dientes amarillentos hicieron aparición, como un gato de Cheshire drogadicto.

Arrgg...no soportaba a ninguno de los tres. ¿Era necesario gritar a aquellas horas? No eran ni las ocho. Entendía que Jay se enfadara, él también estaba cabreado, pero el relamido de su compañero debería haber entendido ya que ese par no daba más de sí y que sus manos, a parte de sus estómagos, eran lo único que tenían entrenado, uno para programar y otro para repartir palizas de lo lindo. En fin, le daba igual, él no pensaba meterse en medio. El de los kebabs parecía que tampoco quería problemas, incluso regaló una lata. Menudos dientes se gasta el colega.

Dennis estaba bastante más rarito de lo habitual. ¿Por qué no le pagaba de una vez a Johnny Kebab? – Dennis tío, págale que hay que cerrar ya – Dennis seguía sonriente pero no soltaba la pasta. Andrew agitó la cabeza hacia los lados negando el comportamiento de su compañero y resopló sacando su cartera del bolsillo trasero del pantalón – Ya te pago yo.  Por cierto, ¿tienes otra de esas fresca? – Dice señalando a la coca-cola – Añádela al pedido  - Saca diez pavos de la cartera y se los deja a Johnny  en la mesa al lado de la bolsa que empezaba a sudar aceite por la base  - Ahora que ya se te ha pagado, puedes irte – señala con la cabeza hacia la puerta por la que acababan de entrar. A ver si se piraba de una vez y podían cerrar las malditas puertas.

Todo está borroso y en blanco y negro, puedes adivinar ir y venir de personas por las batas blancas, pero nada más. No hay demasiados monitores de cámaras, tres de ellos parecen de ordenador, y una pequeña televisión en el lugar vacío que por los restos de comida supones que es de Dennis