Partida Rol por web

El sargento parece que va a responder con una negativa a la petición de Roberto. Pero luego suspira llevándose la mano a los ojos.

-Apenas tenemos provisiones para nosotros, pero supongo que podemos desprendernos de unas cuantas raciones de campaña. Es comida estandar del ejército. O sea, una porquería. Únicamente proteínas y hidratos para seguir en marcha. No puedo darles nada más, ni siquiera armas para defenderse. Los protocolos son evitar tener grupos de civiles armados yendo y viniendo por el país. Imagino que si han llegado hasta aquí es porque llevan armas, pero voy a hacer como si eso no se me hubiese pasado por la cabeza.

Luego frunce el ceño ante el comentario de Jack.

-¿De qué restaurante está hablando?

Hemos visto un tipo al que han matado de un disparo. Como si no tuviésemos bastante con los come-gentes!!... la incontinencia verbal de Jack no entendía de situaciones comprometidas pero en el último momento reprimió el deseo de liarse en una discusión con aquél hombre. Al fín y al cabo nos va a dar comida, pensó.

Iba a callar, al fin y al cabo poco podían hacer ya, pero el estallido de Jack le hizo replantearse la situación. El motero parecía no soportar a la gente con uniforme, pero consideró un error no intentar dar un poco de información a los únicos que provaban poner orden a la situación.
-Fué en Storrs, en una pizzería cerca del campus... Y de hecho recibió más de un disparo de arma larga... Quizás tenga que vigilar bien su puta retaguardia, oficial, quizás haya quien le ha salido a cuenta esta crisis.
No le encantaba la idea de disparar contra gente que se había salvado de la infección. Pero estaba claro que si querían sobrevivir tendrían que cuidarse también de los locos y los criminales.
Entonces fué cuando Throuman vió realmente el alcanze de la tragedia.

- Garcie mile. En el rostro de Roberto se dibujó una sonrisa al oír de boca del soldado que les proporcionarían algunos alimentos. - Questo è qualcosa. Pesó para si, justo cuando la sonrisa se le heló en el rostro al escuchar las palabras de Jack, y la respuesta de Throuman.

Si algo había querido evitar el italiano era mencionar el desagradable encuentro en la pizzería de Sotrrs, pero ya era tarde. Miró a los soldados intentando adivinar que reacción tendrían ante toda aquella información.

Roberto seguía con la sonrisa en el rostro, pero ahora era más una mueca forzada que una señal de alegría.

El sargento ordenó a un soldado que os trajera las raciones de campaña pero su expresión era ahora de una seriedad absoluta.

-Escuchen, he tenido bastante paciencia con ustedes porque estamos viviendo una situación de crisis, ¡pero no voy a tolerar que se nos acuse de asesinos! ¡Mis hombres han estado combatiendo contra esas cosas durante tres días sin descansar! Pasamos por Storrs, de acuerdo ¡Pero no disparamos sobre nadie! Evacuamos a la gente que encontramos y seguimos hacia adelante. Las cosas ya están bastante jodidas, así que si me disculpan, tengo una puta batalla que dirigir.

El sargento vuelve a su puesto mientras el soldado os trae un pequeño saco con una docena de latas de campaña, también ha incluido un botiquín de primeros auxilios.

Frunció el ceño e intentó replicar. No los acusaba de asesinos, si no de ingenuos. Quería avisarles de lo fácil que era organizar bandas armadas.
Pero los militares se habían ofuscado, así que prefirió callar.
Cuando Graham cogió la bolsa y les dió las grácias(pues era el que en mejor posición estaba) Throuman le ayudó a colocarla en la caravana. Al ser un lugar pequeño, no era necesario que se moviese mucho y salía más a cunenta pasarse el fardo de manos en manos que hacerlo uno mismo.
Luego se agarró donde pudo para evitar caer cuando Roberto empezara su marcha.

Ya no había mucho que hacer en Hartford...

Roberto agradeció el paquete que los soldados les habían entregado, y volvió a poner en marcha la caravana. Hizo las maniobras oportunas para dar marcha a tras y salir de aquel lugar. Ya no había ninguna razón para permanecer más tiempo allí.

Miró por el retrovisor a los soldados mientras se alejaban, y estos se iban haciendo cada vez más pequeños en la distancia.

- ¿Que hacemos ahora? Dijo el italiano volviendo a centrar la mirada en la carretera que tenía delante.

Al principio de las maniobras de Roberto se tubo que agarrar fuerte, pero una vez ya en una velocidad constante pudo acomodarse y discutir a Roberto sobre qué hacer. La verdad era que de momento se estaban quedando sin ideas. Hoy todo parecía salpicado por la mierda.
-De momento, por lo que llevamos de día... Hemos conseguido comida, pero no mucha. Eso es todo.
Throuman se rascó los ojos mientras pensaba
-No podemos ir saliendo cada dos dias a jugarnos el cuello. O nos vamos todos a Atlanta o probamos de ser autosuficientes.
Si la gasolinera de antes sigue siendo segura, mejor que paremos allí y lo discutamos con Jack. Podemos volver a Storrs a ver si se han esfumado esas cosas, buscar en otro pueblo, o lo que sea.

Roberto asintió mudo ante las palabras de su compañero de viaje. Estaba de acuerdo, la decisión no era algo que solo les afectara a ellos, y había que tomarla con tranquilidad, y meditando bien el siguiente pasa a seguir.

De forma mecánica, condujo la caravana por la carretera, hasta llegar a la gasolinera en la que habían conseguido, a penas, llenar el depósito del vehículo.

Estacionó la caravana, y apagó el motor, dejando las llaves en el contacto. Con una mueca de alivio, abrió la puerta y salió al exterior a estirar un poco las piernas mientras respiraba profundamente una gran bocanada de aire.

- Parece que tenemos que trazar un plan... No creo que sea buena idea dar vueltas por ahí sin un rumbo... Dijo dirigiéndose a sus compañeros, a la vez que se desentumecía las cansadas piernas.

Throuman pidió a Graham que le abriera la puerta lateral de la caravana y lo ayudase a sentarse en su borde. No podía dar un paseo como Roberto, pero el aire fresco era el mejor masaje que podía pedir, y el calor del sol… Una bendición.
-Podemos comer algo mientras hablamos ¿no? Ahora parece un buen momento
Se moría de ganas de abordar sus preucupaciones cuanto antes mejor, pero prefería tener antes unos minutos de paz.

Jack hizo frenar la Harley junto a uno de los surtidores. Mientras sus compañeros dialogaban en la furgoneta, trató de exprimir la manguera en busca de un poco de combustible. No se cuando podré volver a llenarlo.
Levantó la cabeza hacia sus amigos. ¿Y ahora qué? dijo elevando la voz. No podemos volver sin nada de lo que salimos a buscar. ¿Qué hay de los que mandaron el mensaje? Podríamos echar un vistazo al aeródromo. Si están allí, es posible que haya algo útil o que no haya zombies por los alrededores.

Roberto, elevó la mirada del paquete de galletas que estaba a punto de abrir, cuando Jack mencionó el aeródromo. No había vuelto a pensar en ello desde que dejaron las cabañas. De eso hacía nada más que unas pocas horas, pero para el italiano, parecían semanas.

- E 'una grande idea! Dijo el obeso carnicero con una sonrisa que no se molestó en disimular. La verdad es que desde que había sabido de la existencia del aeródromo, había querido ir allí, así que las palabras de Jack le sonaron a música bendita.

- Podríamos intentar llegar, no me parece ninguna locura. Dicho esto, miró a Throuman. Este había sido reacio a explorar aquella posibilidad, pero a lo mejor, visto el éxito de la exploración que estaban llevando a cabo, cambiaba de opinión.

-El aeródromo… En su momento le daba mala espina todo el asunto, pero era cierto que la aventura de buscar provisiones era más complicada de lo que habían previsto en un principio.
-Lo del aeródromo me huele a encerrona… pero hoy hemos gastado carburante para conseguir comida para… ¿dos días? Así no duraremos mucho. Aspiró hondo midiendo sus posibilidades. Al final soltó un bufido.
-¡Bah! ¡Igualmente nos tropezaremos con esas cosas vayamos donde vayamos! Y si nos han tendido una trampa, como mínimo no los habremos avisado por radio.
Throuman se miró el reloj

- Benne. Decidido pues, dirijámonos al aeródromo de Danielson. Una mueca de felicidad se dibujó en el rostro de Roberto. Aunque aun les quedaba un largo trecho para llegar hasta allí, tener un plan y un lugar hacia donde ir, le animaban enormemente.

Con presteza se subió de nuevo a la caravana, y encendió el ruidoso motor del vehículo. Comprobó el nivel de carburante con cierta preocupación. - Espero que tengamos suficiente para ir y volver...

- ¿Nos vamos? Dijo mientras se abrochaba el cinturón, y esperaba que el resto de compañeros dieren el visto bueno al inicio del viaje.

Al no estar huyendo, esta vez pudo encontrar un buen lugar dentro la caravana donde poder abrocharse un cinturón y no ser atropellado por su propia silla. Roberto se moría de ganas de ponerse en camino, pero Throuman quiso aprovechar la tranquilidad de la zona para colocar todo bien.
Él mismo se buscó un lugar cerca de una ventana y pidió a Graham que guardase lo que habían encontrado en la nevera.
Con la excepción de dos latas de provisiones militares que se le pasaron a Jack, para que las guardase en su moto por si se separaban o sucedía algo peor.

El fuego ha arrasado gran parte de Danielson. Jack, que no había pasado por la zona, no puede menos que asombrarse ante la destrucción de lo que antes fue una agradable localidad. Para Throuman y Roberto es su segunda visita y el lugar donde perdieron a dos compañeros.

-Joder, ¿que coño ha pasado aquí? -pregunta Graham con asombro dando un silbido.

Las calles están vacías aunque pueden verse cadáveres en muchas partes. Casi todos retorcidos y carbonizados a causa de las llamas. El aeropuerto, pequeño y discreto, se ha salvado de la deflagración al encontrarse más alejado del núcleo urbano. La caravana y la moto estacionan frente a la terminal. Más allá de las puertas de cristal pueden verse algunos infectados deambulando sin rumbo por el edificio.

Jack se acerca a la furgoneta y, sin bajarse de la moto, comenta con Throuman

Busquemos una forma de entrar en las pistas sin dejar los vehículos fuera. Si es una trampa, quisiera tener mi burra a mano para salir pitando.

Acelera tratando de bordear la valla del aeropuerto, en busca de un acceso a las pistas que esté abierto o pueda ser forzado.

Roberto asintió silencioso ante las palabras de Jack. A él tampoco le hacía ninguna gracia dejar la relativa seguridad de la caravana, para adentrarse en la terminal. Ya se había expuesto suficiente por un día, y no tenía la intención de volver ha hacerlo de forma gratuita y sin necesidad.

Lentamente y con cautela, condujo la caravana tras la motocicleta de Jack, a la búsqueda de un lugar propicio par entrar, sin tener que abandonar los vehículos.

Los dos vehículos se pusieron de nuevo en marcha recorriendo el perímetro del pequeño aeropuerto. A unos cincuenta metros de la terminal, en dirección norte, se encontraba la entrada del servicio a las pistas. Estaba cerrada con la barrera y tenía dos pequeñas garitas de seguridad. Más allá podía verse los hangares y el negro asfalto de las pistas de despegue. Tras los cristales empañados de una de las casetas rondaba un infectado con aire aturdido.