Partida Rol por web

Subís una escalera estrecha y destartalada. En este piso todo es más oscuro aún, pero menos frío. Las paredes parece que aislan mejor, y de algún lugar llega el calor de algún fuego, quizá esa columna de humo... pero no huele a comida; simplemente será un fuego para calentarse. Las paredes están cubiertas con telas, y hay muchas cortinas, a modo de paredes; cortinas densas y pesadas, que ayudan a calentar el lugar.

Luana te lleva por una especie de pasillo hasta que llegáis a una especie de 'habitación' hecha de cortinas. Se pare y te muestra su interior. Es un lugar pequeño, con una cama y una pequeña mesa. De algún lado te llega una risa, alguna chica ríe en otra de las 'habitaciones'.

- Puedes quedarte aquí, Declan. -vuelve a mirarte de arriba a abajo, con una sonrisa en la boca, pero con desconfianza en la mirada.- Ponte cómodo, deja tus cosas ahí, duerme si quieres. Luego vendrán Datura y Baccata y mirarán tus heridas.

Antes de irse te da un beso en la mejilla y te acaricia el brazo, muy sutilmente. Sonríe y desaparece entre las cortinas. Ahora estás solo, y esa cama tiene pinta de ser muy cómoda.

 los hombres... no soportáis este lugar. Algunos venís unos días pero al final ninguno se queda.

 Esa frase se queda rebotando en mi cabeza,¿y por qué será?, pienso. 

Llegamos a una pequeña habitación, oscura y llena de cortinas para aislarla, supongo. Pero tiene una cama, que ahora mismo es lo único que me importa. 

-Gracias- le contesto. Me dice que vendrán otras dos a curarme las heridas, a ver si me da tiempo a descansar un poco...

Sigo sin fiarme y creo que es recíproco. Sobretodo porque el detalle de darme un beso y acariciarme el brazo, me parece una táctica de distracción para que confíe antes en ella, todos estamos muy solos y tendemos a dar mucho con poco que se muestre.

Me tumbo, pero por si acaso, bajo mi cabeza coloco mi mochila que es lo más valioso que tengo. Hasta que no descanse y tenga más fuerzas para verlo todo con más claridad estaré prevenido.

Y mientras me voy durmiendo pienso en que tal vez haya varias cosas que pueda hacer por estas mujeres...

Durante un buen rato descansas en la cama, pero no consigues dormirte. Apenas se oye nada en el asentamiento, sólo alguna risa femenina de vez en cuando, un murmullo lejano de alguna conversación, y el viento colándose por las paredes. Sin embargo aquí estás muy cómodo.

Al rato, dos chicas se presentan ante ti. Van vestidas muy ligeras de ropa, como si no les importara el frío, de una manera muy provocativa. Mientras te hablan no paran de sonreír:

- Hola Declan.

- Yo soy Baccata.

- Y yo Datura.

Mientras te dicen sus nombres se sientan en la cama, una a cada lado.

- Luana nos ha mandado venir.

- Para hacerte sentir mejor.

- ¿Cómo tienes esa herida?

Una de ellas empieza a desvestirte, te quita la gabardina; mientras la otra te quita las botas y empieza a darte un masaje de pies.

- Debes estar muy cansado.

- ¿Te gusta esto?

La verdad es que te sientes muy bien con estas dos chicas, estás cansadísimo, y sus masajes y caricias te hacen entrar en un estado de placer y ensoñación.

Bueno bueno, la cosa empieza a tomar otros matices.

Me levanto rápidamente cortando la situación. y me dirijo a ellas -mi herida está en el hombro y mis pies están bien así- cojo mis botas y vuelvo a calzármelas. 

-Si tenéis algo para mi herida os lo agradecería, si no es así, me siento afortunado porque sois preciosas pero no busco compañía- intento educadamente mandarlas a paseo. Yo soy mentalmente más fuerte que caliente, así que con esas tácticas van a conseguir poco de mí, porque ahora tengo más claro que algo quieren.

Las chicas se muestran contrariadas, no esperaban esta reacción de tu parte. Aun así no se levantan de la cama.

- No pretendíamos...

- Sí pretendíamos.

Y ríen. Una de ellas tira de tu mano para volverte a sentar entre ellas.

- Sólo queremos hacerte sentir mejor.

- Tenemos medicinas para tu herida.

- Pero también sabemos hacer otras cosas.

- Otras cosas. Pero no quieres jugar con nosotras.

- No. No quiere.

Y vuelven a reír. Una de ellas saca un pequeño frasco de su escote, y la otra un bote con una especie de ungüento. Te los muestran.

- Toma, bebe esto. Te hará sentir mejor.

- Yo te untaré esto otro sobre la herida, pero debes desnudarte.

- Sí, ¡quítate la ropa!

Y vuelven a reír.

 - ¿Qué es lo que contiene el frasco?- ni loco bebo algo.

-Lo siento, ya os he dicho que prefiero estar solo- que pesadas y yo ahora mismo no tengo mucha paciencia.

-Podéis déjadme el ungüento ahí que ya me lo echaré,  no quiero parecer desagradable, pero estoy cansado-  espero que la situación acabe ya para volver a echarme en mi cama. No quiero que se enfaden y empiece con mal pie.

- Es un calmante.

- Te hará sentir mejor.

- El ungüento es doloroso.

Te rodean con sus brazos. Tiran de ti hacia la cama.

- Ven.

- Deja que nos ocupemos nosotras.

- ¡Ven!

Ríen, ríen mucho, intentan seducirte.

Me lo temía, al fin me dejan solo pero se han molestado y creo que bastante. Espero que no vayan con el cuento a Luana y piense que soy un desagradecido o peor, me echen de este lugar y me quiten mis cosas.

Como dormir ahora no puedo porque no paro de pensar en cómo se lo tomarán todas, voy a comer algo que me vendrá bien y en un rato salgo de la habitación y tanteo qué pasa por ahí fuera.

Las chicas se van, pero te dejan el tarro y el frasco en la mesita. Se van airadas, enfadadas. Se ve que no están acostumbradas a ser rechazadas. Te quedas solo en esa extraña habitación hecha de cortinas, en la penumbra.

Cojo el tarro y el frasco y los huelo, el tarro me recuerda a olores herbales así que me lo aplico en el hombro. El frasco tiene varios matices algo metálicos, pero no estoy muy seguro y desconfío. Lo dejo en la mesita.

Estoy ya que casi me duermo de pie, después de comer algo ya la digestión está empezando y mi cuerpo se relentiza.

Me tumbo en la cama con mi mochila bajo mi cabeza,así no estaré excesivamente cómodo, quiero descansar algo pero no demasiado, quiero salir antes de que sea más tarde.

Tras untarte el ungüento te quedas profundamente dormido, tienes pesadillas.

A la mañana siguiente te despiertas en una habitación muy diferente, atado de pies y manos, tirado en el suelo, algo mareado y con una sed terrible. Luana está frente a ti, acompañada de tus amigas de anoche y algunas chicas más. Te miran muy atentamente, las más pequeñas parecen asustadas. No te puedes mover. Luana se acerca y te da de beber.

- Debes estar sediento. -sonríe, pero no parece divertirse- El ungüento que prepara Baccata es muy fuerte. Es cierto que te curará y te hará sentir mejor, pero también te deja ko en cuestión de minutos. -suspira mirando al suelo- Sentimos todo esto, de verdad. Pero llevas muchas cosas contigo. Demasiadas para una persona que viaja sola. Nosotras somos muchas aquí y las necesitamos más que tú.

- ¿Eres una especie de científico? -en sus manos tiene tu cuaderno y sobre una mesa está tu bolsa de químico, abierta y con todo fuera de ella, todos los tarritos, las hierbas, utensilios... junto al resto de tus cosas.

Intento mantener la calma, en la medida que puedo - Sí, son muchas cosas pero con ellas ayudo a mucha gente. En cada asentamiento donde voy ayudo a sus gentes a tener agua potable, por ejemplo. De todas formas, aunque os quedáseis con mi material hay que saber utilizarlo porque si no puede ser peligroso para la salud. Yo tengo conocimientos para usarlo y no son un juguete- intento venderme en lo valioso que puedo llegar a ser si no me ocurre nada y me devuelven mis cosas.

- Hablaba de tu comida y el botiquín. Los necesitamos. El invierno está siendo muy duro, y los frateres de Soandres nos quitan más de lo que nos dejan cada vez que vienen por aquí. Bebe. -vuelve a tenderte la botella de la que te da de beber agua fresca.

- Tengo mucha curiosidad por tus herramientas. No sé si me puedo fiar de ti. ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Nos ayudarías?

Se nota que están desesperadas. Estas chicas son muy pobres y necesitan verdaderamente la ayuda de alguien. El invierno es largo, y aquí aún más, sin huertos ni bosques de los que obtener alimento y otros recursos.

Tomo la botella de agua y bebo- Gracias- 

-Y en cuanto a tanta pregunta, es lógico que queráis saber, pero que si me hubiéses preguntado sin tener que atarme también te contestaría- aquí ya se me nota que mi tono no es tan cordial-Desátame y te cuento todo lo que quieras- la miro fijamente esperando y convencido de que su desesperación la va a hacer ceder a mi petición.

Por un momento Luana permanece callada, pensativa. Las demás la miran en silencio.

- No puedo desatarte, no puedo confiar en ti. Los hombres sois muy peligrosos.

...

- Dejadnos solos. -dice a las demás, quienes obedecen en silencio y salen de la habitación.

...

Cuando todas han salido Luana se acerca más a ti. No parece tener miedo: - Ayúdanos. Nos morimos de hambre. ¿De verdad puedes ayudarnos?

-Claro que puedo ayudaros, soy químico. Y desde que empezó todo esto, me dedico a ir a los asentamientos que voy encontrando en mi camino ayudando a sus gentes. Confía en mí- ahora siento compasión por este asentamiento, están muy desesperadas y son muy vulnerables, intentaré jugar con eso a mi favor, por esta vez me aprovecharé de su situación para salvarme.

-Libérame y ahora mismo empezaremos a trabajar juntos, cuanto antes confiemos el uno en el otro, antes obtendréis resultados y sois muchas para alimentar- aunque se haga de rogar sé que al final me acabará soltando, me necesita.