Partida Rol por web

Después de llegar al pasillo central, torceis hacia la derecha, en dirección contraria a la plaza,camino a la zona de los barracones.

Rimmar dispone de una estancia bastante amplia, aunque no especialmente lujosa, que está algo separa del resto de las dependencias de los soldados de Valle Roto. Un privilegio de su rango.

El capitán entra en el barracón y guía a Grurkl hacia una esquina de su barracón. El espacio es pequeño pero “cuco”, una cuadro de un familiar olvidado corona una mesita de “trabajo” al fondo (donde puede sacarse mocos sin que nadie le vea y trabajarse el pelo sin interrupciones) y unos cuantos troncos de madera cortados en filetes a modo de sillitas esparcidos por ahí. Rimmar lanza tres de los troncos delante de la mesa y le ofrece uno a Grurkl. El tronco es ridículamente pequeño, para las enormes posaderas del goblin, pero que se le va ha hacer, el único XXL es el que utiliza él mismo - Zientate, por favód. Yo voy a pod algo de bebed mientraz. - Rimmar vuelve con unos cuencos de madera y un culín de una botella de lo que parecen ser las últimas existencias de sangre de oveja que quedan por el lugar. Al menos el resto de los goblins mortales, hace meses que no ha podido probar semejante manjar. Se sienta a la mesa. - Parece que tus amigoz tardan. - Bebe un traguito de la botella y luego se la pasa a Grurkl, - Bebe, bebe! Mientraz llegan. Tengo una oferta para vozotroz. Perooo ¡ah! Que dezpiztado zoy, ¡Tu recompenza! Clado, ezpera amigo… Cdeo que te va a guztar- rebusca por debajo de la mesa hasta dar con lo que quería.- Una bola-cadena para ti zolito, mola eeeehhh.- dice clavando el codo en el costado de Grurkl buscando complicidad por su parte -

Grurkl siguió las indicaciones del capitán abrumado por la familiaridad que el jefe del ejército goblin mostraba. En su estado de shock apenas era capaz de balbucear un - Z-z-z-í mi capitán. - cuando Rimmar le ofreció una silla para sentarse con él. Pero la timidez se le pasó tan pronto como el capitán mencionó las palabras algo de beber y pasó a tener que hacer esfuerzos para no abalanzarse sobre la sangre de oveja y no dejar ni una gota.

- Compodtate. - se dijo a sí mismo - Eztaz codeándote con la cdem de la cdem. Mi mamá eztadá odgulloza de que el capitán me haya invitado a tomad unaz copaz en zu badacón. -

Cuidando los modales agarró la copa que el capitán le ofrecía tan pronto este hizo además de haber terminado de servir y apuró el contenido sorbiendo ruidosamente. Luego para demostrar lo mucho que le había gustado la bebida relamió el vaso hasta no dejar nada. Sólo acabado este proceso se acordó de que debía decir algo.

- Muchaz gdaciaz, eztaba equiz.. ezquitr... muy buena. Eztaba muy buena. -

Cuando el capitán mencionó lo de su recompensa, se borró de su mente lo de Tengo una oferta para vosotros. Eso sí, mientras Rimmar buscaba lo que fuera debajo de la mesa, aprovechó a mirar si se había dejado algo de sangre de oveja en su vaso. Para su decepción el capitán lo había dejado tan limpio como él mismo. Estaba empezando a sentirse tentado de alargar la mano hacia le botella cuando Rimmar salió de debajo con ¡Una bola-pincho!

- ¿Pada mi zolito? - dijo con lágrimas en los ojos - ¡Muchaz gdaciaz capitán! Hadé que ze zienta odgullozo de mí cuando me vea uzadla en combate. -

Acto seguido Grurkl se levantó de la silla y comenzó a calibrar su nueva arma, con evidente peligro para la integridad física de Rimmar y, lo más importante, para la de la botella.

Llaman a la puerta.

Rimar ríe gravemente, con el estómago, congratulado por la ilusión que pone Grurkl al recibir su recompensa.- ¡Venga dale ahí! ¡ZI! ¡Erez un maeztro de la bola-cadena! - Extraña imagen la del capitán alborozado, alentando al goblin para que haga el rodaje a su nueva arma…en mitad de su adorado salón. Por todos lados vibran las distintas redondeces de su cuerpo, como una gelatina al son de la risa, y generan extraños ruidos al chocar entre sí: Pecho con papada, ombligo con rodilla…- JO JO JO - Alcanza la botella y se sirve otro chupito, para acentuar el regocijo del momento. Llaman a la puerta. - Bienbien. Llegan loz refuerzoz. - Llena otro de los cuencos con sangre y sosteniendo los dos en una mano, uno encima de otro, se acerca a abrir la puerta.

Grurkl, animado por un espectador tan entregado ensayó algunas posturas de combate con la bola-pincho que a él le parecían especialmente heroicas. Aunque por las risas del capitán empezó a sospechar que más que heroico debía parecer un payaso. ¿Qué más daba? Las cosas en los últimos tiempos se estaban poniendo tensas en la horda, y un poco de diversión para relajarse siempre venía bien.

Cuando llamaron a la puerta Grurkl dejó de hacer ensayos con su arma y esperó a ver quien era. Eso sí, se llevó una gran desilusión cuando su capitán tan solo llenó dos cuencos.

Abre la puerta.

Abres la puerta y ves a Bolwock, el capitán de los capuchas negras que estaba esperando a que le abrieran.

Con mirada penetrante y actitud altiva, el encapuchado entra en el barracón de Rimmar. No tiene ganas de iniciar un nuevo enfrentamiento, por lo que va al grano:
- La horda ze impazienta. ¿Cuález zon tuz planez? Pronto empezarán laz dizcuziones y con ellaz loz agravioz. Ezo loz hará luchar entre elloz. El hambre agudiza zu rabia y la horda ze verá reduzida. Tenemoz que partir ya zi no quierez que ze coman loz unoz a loz otroz...

Grurkl intentó, con escaso éxito debido a su tamaño y a que estaba plantado en mitad del salón del capitán con una bola de pinchos en la mano, pasar desapercibido ante el jefe de los capuchas negras.

¡Ooooh Bolwock! ¡Que bueno verte! Qu… - tiende un cuenco repleto con sangre de oveja al líder de los capuchas para que beba, pero las palabras de este le interrumpen y hace que cambie de opinión. - MMM, zi. Tienez razón, - Pasándose la mano por la melena. - Aun no han pazado las doz horaz pedo ya queda poco. Adelantate reuniendo a la gente en la china gorda, por favor, ahoda voy yo también cuanto acabe aquí. Azegudate zi puedez tambien de que el armedo haya prepadado el cañon como le dije.

Grurkl se acordó de repente de la orden/amenaza del capitán. En dos horas en la china gorda. Tímidamente le preguntó a su superior.

- Capitán, ¿debo id ya a la china goda? -

Grurkl se quedó aguardando una respuesta con la esperanza de que le dijeran que no, que se podía tomar el otro cuenco de sangre.

Bolwock asiente ligeramente con la cabeza y da media vuelta sin decir una sola palabra. Por el camino, para un momento en el barracón de los Capuchas Negras y ordena a sus hombres que reúnan a la horda.
- Ya han pazado laz doz horaz. Quién no acuda zerá automáticamente caztrado...Una vez en la roca, el encapuchado espera erguido a que la tropa esté reunida.

Graciaz, graciaz - Rimmar despide a Bolwock con la mano y cierra la puerta tras él cuando este se aleja unos pasos. Al acordarse de algo vuelve a abrir la puerta y grita - No te olvidez de lo del cañón, ¿vale Bolwockcito, majete? - Cierra la puerta.

Cerrada la puerta, Rimmar, contesta a Grurkl. - No, quédate un minuto. Puedez beberte la zangre. - Tiende uno de los cuencos al goblin, y espera a que termine de bebérselo, esta vez mirándolo con cierta impaciencia, debe atender a sus otras obligaciones. - Bueno, vayamoz al grano. Ezta claro que erez un goblin especial, me lo haz demoztrado y tienez toda mi confianza. Lo que te propongo ez lo siguiente. - Hincha su pecho como un globo y levanta la barbilla. Su voz adquiere un tono entre marcial y soberbio. - Pertenecer a la gloriosa zeción ezpecial bajo mi mando. Tu tarea zería vigilar a los demaz goblinz zecretamente y contadme que ez lo que hacen, zi me dezobedecen a miz ezpaldaz vienez y me lo cuentaz ¿Facil no? – da un par de codazos a Grurkl de complicidad. – Ademáz contariaz con todaz laz ventajaz de zer de la zección ezpecial. Yo zoy muy bueno con loz goblinz de la zección ezpecial ¿zabez? – Dice tendiéndole el otro cuenco de sangre. – Que dicez ¿Te apuntaz? -