Partida Rol por web

Una vez terminado, Darkhar devuelve los papeles al Master.

- De acuerdo, creo que está todo listo.

¡Más goblins! Son muy abundantes aquí. ¿Y qué es eso, esa . . . esa máquina?

Es la segunda vez que nombran las remolachas, deben ser moneda común aquí. Tendré que intentar hacerme con algunas por si las moscas.

Disculpe master director, ¿quién es Unai? ¿Un maestro constructor? ¿Y qué es una máquina de hacer goblins portátil? ¿Quiere decir que estos goblins han salido de esa . . ., eso . . ., ese sea lo que sea? Parece nueva a estrenar. ¿Cuál será esa primera tarea? ¿Vamos a trabajar como peones fabriles? ¿Cuál será la jornada? ¿Con qué frecuencia se han establecido los descansos? ¿Y las remuneraciones? ¿Qué convenio rige nuestra nueva tarea desconocida? ¿En qué consiste esa tarea? ¡Hum! Eso ya lo pregunté antes, mejor paro antes que me líe con mis propias preguntas.

Discretamente procuro situarme entre mis compañeros, en medio y apenas un paso por detrás. Examino atentamente a los goblins y la máquina, así como la cara de ¿satisfacción? del master director, sin perder ojo a la reacción de mis acompañantes por supuesto.

Remolachas? uuhmmmm.... debe ser algún tipo de moneda de cambio ¿no? Procuro no preguntar mucho para no pasar como estupido, ufff!! creo q ya se habian dado cuenta. Lindo lugar, me recuerda mi antiguo monasterio en donde viví la mayor parte de mi vida, pero que recuerdos.....

Me vuelvo a mi lugar esperando nuevas palabras del Señor Goblin.

Unai es un capataz. Todo lo demás... no seas impaciente, y deja de desvirtuar.

Ellos luego se reproducen solos, pero los cuervos los hacen personalizados utilizando esta preciosidad. Ahora vosotros tendréis que crear vuestros propios goblins.

La máquina, angulosa y recubierta de paneles diversos, ofrece un aspecto improvisado. Muchos de los cables se quedaron por fuera, y la mayoría no llegan a ningún lado, o se hayan conectados a sí mismos. Unos enormes contadores menean sus respectivas agujas.

Lo primero que tenéis que hacer es su historia. Por supuesto que será falsa, pero bastará con que ellos se la crean. Queda masa de sobra para vuestros goblins. Comprueba rápidamente unas agujas especialmente alegres, y echa un vistazo a la especie de hormigonera soldada sobre aquel mazacote. Sí, de sobra.

Busca las palabras indicadas, y se concentra de nuevo en sus jugadores.

Es recomendable que este paso -la historia- sea el primero, porque al hacer la historia se desarrolla todo lo demás. Aunque claro, tenéis que tener una idea de cual queréis que sea el resultado para ir por una línea concreta. Así pues... ¿Grimpogg? ¿Spluj?

Dos goblins ansiosos corren, chocando uno contra otro e intentando hacerse zancadillas, hacia Pájaro. Llevan en sus manos papeles de pergamino y plumas recién entintadas. Estos goblins son un ejemplo de lo mucho que influye la historia sobre la personalidad, e incluso sobre el aspecto. Y eso que no hice más que hablarles de mí... gracias, Grimpogg. Gracias Spluj.

Ante el agradecimiento ambos seres olvidan su reciente competitividad para alejarse, abrazados, como borrachos.

En fin. El master ofrece los pergaminos a sus invitados. Ahora vais a crear la historia de vuestros personajes. Os recomiendo que os extendáis, como yo en este post. Os parecerá difícil, porque se os irán agotando las palabras, pero con un poco de esfuerzo conseguiréis personajes con muchos más matices... vamos, mucho más reales.

Y en cuanto a la ambientación... me da exactamente igual. Aquí hay dos objetivos: que se crea la historia (lo que, debido a su moderada inteligencia, no es difícil) y que no se duerma de aburrimiento cuando trate de recordar algo (lo cual, debido a la misma razón, es bastante más complicado), lo que podría provocarle amnesia por motivos obvios. Y con amnesia, por supuesto, la existencia de la historia sería inútil.

Y... bueno, los goblins no tienen una lógica muy entrenada que digamos... pero tienen un agudísimo sentido del absurdo y del humor tonto, por lo que se sentirán como en casa si les pones algo de eso en la historia.

Muy bien, ya que esta es su historia leámosla en sus propias palabras, tal como la conocerá en su recuerdo.

Historia de un goblin

Mi historia

Recuerdos de infancia

El goblin Kippel

Mamá siempre hacía unas tartas riquísimas, con moras, arándanos y algunas otras cosas menos buenas pero que daban también sabor y sustancia a todos sus guisos. Papá en cambio era especialista en tortas, las daba de todos los tamaños, casi siempre gordísimas. Daba color y forma a mis mejillas con sus tortas aunque dejaban un regusto amargo.

Echo de menos las tartas de mamá. Las tortas de papá no. Mamá me enseñó lo más importante para un goblin, los mandamientos que gobiernan mis actos: 1 – Conseguir comida. 2 – Cocinar comida. 3 – Comer la comida. A mamá le gustaba adornarse con flores. Siempre tenía cerca geranios o girasoles. Ella pronunciaba distinto, algo así como ggggeeerrrrraniossssss y ggggirrrrassssoleessss, como si estuviera un poco ronca.

Son tres reglas sencillas, fáciles de recordar. Me dijo que si las olvidaba moriría. Nunca las olvido. En alguna ocasión intentó explicarme que la segunda regla no hay que seguirla estrictamente pero no entiendo por qué decía eso. Finalmente decidió hacer las cosas bien y mantener las tres reglas.

A mi me gusta cocinar. Mamá me enseñó. La que más me cuesta es la primera, a veces los que tienen comida quieren que haga cosas muy raras para dármela y no siempre lo consigo. Entonces tengo que atrapar yo mismo la comida y es difícil. Cuando ya tengo la comida es cuando disfruto. Me gusta cocinar. A veces no me dejan encender fuego y no puedo cocinar, solo mezclar la comida. No es lo mismo. A mi me gusta cocinar.

Cuando era pequeño era muy pequeño pero crecí más que los demás. Crecimiento tardío dijeron que se llamaba. Una vez que ya era grande papá me encontró cocinando y él puso las tortas. Fueron muchas y grandes. No lo recuerdo muy bien, pero desde entonces mamá siempre le acusó de ser el causante de mi lentitud. No se por qué le decía eso, yo corro como los demás, no soy más lento. Fue entonces cuando mamá me enseñó las tres reglas. Conseguir comida. Cocinar comida. Comer la comida.

No se por qué pero recuerdo mejor mi infancia que muchas cosas que han pasado después. Un día, cuando ya era grande mi papá dijo que debía buscarme la olla, ser autosuficiente, enfrentarme a la vida. No es que lo dijera una sola vez. Me acuerdo porque lo repetía cuando discutía con mamá. Una y otra vez, una y otra vez. Mamá lloraba y suplicaba que me dejara quedarme. Decía que ella cuidaría de mi.

Pero el día llegó y ni siquiera estaba marcado en el calendario. Yo no lo vi. Papá volvió de la taberna y como otras veces me dio algunas tortas. Desde que me hice grande ya no me preocupaba que me diera tortas, no me dolían. Después de las tortas dijo algo sobre que la vida me daría más tortas y puso mis cosas en una bolsa. Luego puso la bolsa en mis brazos. Y luego me puso a mi en la calle.

Yo estaba ante la puerta, sin entender que ocurría pero podía oír a mamá y papá discutir dentro. Papá era más fuerte pero mamá casi siempre ganaba las discusiones. Cuando papá perdía volvía a la taberna. Supongo que iba allí cuando abrió y me encontró ahí. Empezó a soltar juramentos y tacos. Mamá dice que no debo repetirlos nunca. Me agarró del brazo y me llevó a la plaza. Había mucha gente, era viernes por la noche.

En una esquina de la plaza había una mesa guardada por hombres armados, con una banderita al lado. (Se llama pendón de enganche, lo he aprendido después). Entonces no entendía por que la guardaban. Era vieja, no valía nada. Solo tenía encima unos papeles, una pluma y un tintero. Papá me empujó hasta allí y me hizo firmar en uno de los papeles. Yo se firmar, mamá me enseñó. Pese a las tortas siempre obedezco a mamá y papá así que firmé: Kippel.

Luego de eso papá me agarró los brazos y me miró casi con ternura. Me dijo << hijo, no olvides esto nunca. El sargento será ahora tu nuevo padre. Le obedecerás en todo lo que diga >>. Y se fue a la taberna. Realmente el sargento fue otro padre. También daba tortas. Yo le obedecía siempre y eso le gustaba. Pero me equivocaba a veces y entonces tocaba ración, como él decía.

Creo que el sargento me entendió mejor que mi otro padre. Él descubrió que yo solo necesitaba repetir muchas veces para aprender. Cuando los demás terminaban un ejercicio y se iban yo no. Me hacía repetir una y otra vez. Una y otra vez. Soy grande y fuerte, pero a veces conseguía agotarme. A cambio siempre, siempre, me daba comida.

Una vez hice algo muy malo, no recuerdo qué. El sargento se enfadó muchísimo y me dijo que como castigo no me daría más comida. Abrí los ojos como platos y susurré: << pero . . . moriré. >> El sargento se fue y me dejó allí. Es la única vez que he llorado desde que me hice grande. Horas después, no se cuantas, el sargento volvió. Juraría que me miró con compasión. Pero mamá decía que no debo jurar. Me dijo: << ven conmigo, pasmarote. >> Me llamaba pasmarote a menudo.

Me llevó con él y me dio comida. Habló mucho mientras yo comía. No recuerdo casi nada de lo que dijo porque estaba comiendo. Pero luego siempre estuve con él. Fue bueno conmigo. Siempre tenía comida para mi o me decía qué debía hacer para conseguirla.

Cuando el sargento dejó el ejército también me dijo << ven conmigo, pasmarote. >> Yo fui con él, claro. Siguió teniendo comida para mi, aunque algunas veces era escasa. Tuvimos que pelear muchas veces por la comida. Casi siempre ganábamos. Había otros con nosotros, más listos, que hacían otras cosas. Mi tarea era sencilla. Debía permanecer quieto. Con la boca cerrada. Hasta que el sargento me hacía “el gesto”. Y también cocinaba, por supuesto.

Todo fue bien hasta ayer. Ayer es el día más triste de mi vida. Todo fue mal y no ganamos. El sargento quedó despanzurrado en el suelo. La barriga reventada por un hacha. Las tripas esparcidas por el suelo. Se murió. Otros más murieron. Los que quedaban se fueron como la niebla asustada por el viento. Estoy solo.

¿Quién me ayudará ahora a conseguir comida?

Bueno aqui va mi historia, espero poder hacerlo bien...

mi goblin se llamara Torlet y la contare en tercera persona:

Nacio en una pequeña aldea de goblin dentro de una familia muy trabajadora, por lo que desde pequeño trabajo junto a sus hermanos y amigos, su madre llamada Tica siempre lo miraba con mucho orgullo, de sus hijos él era el que mejor destacaba, pero dentro del corazon de Torlet habia un gran vacio, uno que no llenaba el trabajo, ni los amigos, el deseaba mas que nada, salir y conocer, sentia que habia tanto por ver, tanto donde podria demostrar todo lo que habia aprendido a lo largo de su vida, sin embargo estas ideas no eran posibles para él en estos momentos.

Hace unos meses atras, llegaron a la aldea unos Goblins Obscuros llamados a si mismo, los DarkGob, querian apoderarce de todas las aldeas de la region para establecerse entre todas ellas y gobernar, habian destruido ya algunas aldeas vecinas, y estaban comenzando los problemas en esta.

Estos goblins no eran nada parecido a lo que querian expresar, eran feos pero de una manera muy graciosa, lo unico que daba miedo de ellos era su nombre, sin embargo intentaban sembrar el temor a los habitantes, Caplop el padre de Torlet junto a otros trataron de dar frente a ellos, y en una batalla lograron sacar de la aldea a los DarkGobs.

Nuestros goblins alegres celebraron toda la noche, pero dentro de ellos sabian que en cualquier momento podian regresar, asi que comenzaria pronto a prepararce, las semanas pasaron  y los DarkGob nada que regresaron.

Torlet tubo que aprender el arte de la gerra, ademas de ser el trabajador numero uno de su familia, no habia tiempo para salir del lugar, pues la aldea los necesitaban a todos, torlet toda las noches miraba al cielo, deseandio que regresen los DarkGobs de una vez por todas, solo asi, la aldea quedaria en paz, y el podria salir a realizar sus sueños, ser un goblin aventurero.

Eso es todo...

Termino mi historia y solo miro al director y a raton para ver sus reacciones, me habia tomado un tiempo crear esta historia, y solo deseo que les haya gustado.

Ante la parálisis de Sr.Folla, el master sólo espera que a su vuelta pueda recuperar.

Llegamos al siguiente paso, entonces. Pulsa un botón y sale un par de guantes para cada uno de los presentes de las entrañas de aquel trasto, que parece servir también de máquina expendedora. Luego pulsa otro, y la hormigonera que gira en su elevada posición empieza a vaciarse por un tubo en espiral que culmina en un barreño.

Éste no tarda en llenarse de una masa verde gomosa. Necesitaréis los guantes; esta sustancia es abrasiva hasta que se seca. Moldeadlos como queráis, aunque claro, inspirándoos en las fotos. El milagro de la masa verde que utilizaréis es que es capaz de almacenar emociones y movimientos para reproducirlos posteriormente.

De pronto se despliegan numerosos cajones con una gran variedad de ojos, dentaduras, cabelleras, uñas, etc., todos de plástico, como sacados de una tienda de artículos de broma. Ah, sí... los complementos. Gracias, Máquina De Hacer Goblins Portátil. El master hace una reverencia.

Me fijo muy bien en como el master director manipula los controles de la máquina de hacer goblins portátil y lo que sucede a continuación.

¡Qué pasada! Yo también quiero aprender a manejar esa máquina. ¿Podremos usarla nosotros más adelante?

Un momento, debo estar atento a lo que dice: . . . ¡ajá! Descripción física, movimiento y psicología, vamos allá.

Me pongo los guantes y me concentro durante unos segundos antes de empezar a moldear la fascinante masa verde. Compongo primero la imagen mentalmente y voy probando con cautela, sin prisa pero sin pausa.

Kippel será grande, pero no exageradamente grande. Tendrá la costumbre de permanecer encorvado así que aparentará un tamaño más normal hasta que decida erguirse, momento en que mostrará toda su altura y anchura que será un 25% mayor que la media. Me fijo en los otros goblins almacenados en la sala y preparo una cantidad de masa proporcional.

Será fuerte en la misma proporción pero dada su afición extrema a la comida no lo aparentará. Sus músculos quedarán ocultos bajo una buena capa de grasa así que su aspecto será más bien redondeado, engañosamente blandito. Sus anchas espaldas quedarán disimuladas por el hecho de mantener los hombros caídos casi todo el tiempo, pareciendo así desproporcionado puesto que sus manos llegan muy abajo colgando de los brazos.

Su cabeza está surcada de pequeñas cicatrices si alguien se fija bien en ello, pero aunque le pregunten Kippel no recordará como han llegado ahí. Su rostro tendrá cierto aire bonachón, e incluso bobalicón. En él destaca otra cicatriz, recuerdo de su etapa con el sargento, que recorre la mandíbula izquierda. El cosido que le hicieron fue “casero” y dejó una huella indeleble.

Habitualmente se moverá con una calculada lentitud y extremo cuidado. También esto será engañoso pues cuando resulta necesario puede correr o moverse tan bien como cualquier otro. Pero esta lentitud de movimientos no es premeditada para engañar, sino porque siempre trata de ser cuidadoso y no romper nada, siempre le han gritado cuando rompe cosas y no le gusta que le griten. Lo acepta, puesto que le han gritado mucho en su vida, pero no le gusta. Sus reflejos no son nada del otro mundo, incluso podemos decir que es lento en este aspecto. En cambio a la hora de correr, saltar y otros ejercicios corporales se mueve con normalidad pese a su masa. Este movimiento cuidadoso le hace ser más bien silencioso, pero terriblemente lento. Para moverse a velocidad digamos normal o rápida necesita que le digan “orden de marcha”. O que su cabeza equipare lo que le dicen a ese concepto, entonces se mueve rápido, sin importar el ruido o romper cosas.

Le encantan los objetos pequeños y complejos, puede pasarse horas estudiándolos antes de tocarlos o intentar manipularlos. Si le dan un reloj puede pasarse días, semanas o incluso meses estudiándolo, descubriendo como se desmonta y vuelve a montar, es como un juguete. Disfruta con la precisión de esos objetos pequeños. Evidentemente le cuesta mucho más que a otros descubrir como funcionan pero cuando tiene uno de estos “juguetes” no pide ayuda para investigarlos, se toma esta tarea como un desafío personal.

Seguramente esta afición al detalle procede de su hábito culinario. Mamá le enseñó muy bien que en la cocina hay que prestar toda la atención a lo que se hace y estar muy atento a los más mínimos detalles para obtener un buen resultado. Es como saborear un plato completamente nuevo e ir desgranando sabores para averiguar los componentes que se han usado en su elaboración, así como el método utilizado para conseguir el efecto final.

Kippel se muestra habitualmente silencioso, tranquilo y de risa fácil aunque nadie que no le conozca podrá entender de que se ríe. Como los conceptos medianamente complejos son un gran problema de entendimiento para él suele tomarlos literalmente, al igual que las palabras y expresiones que no comprende. Eso le lleva a asociaciones de ideas generalmente absurdas que generan en su mente imágenes igualmente ridículas, de ahí que se ría a veces sin que nadie pueda entenderlo. Esto a veces le ha traído disgustos puesto que puede empezar a reírse incluso en situaciones en que todo el mundo está angustiado o serio como un entierro, un discurso, etc. Ha aprendido a controlar su risa (a base de pescozones) cuando está con mucha gente o con desconocidos, en esos momentos a lo sumo se sonríe misteriosamente (para los demás). En cambio si está con conocidos y en cierta intimidad puede soltar grandes risotadas sin vergüenza alguna.

Busca siempre una figura paterna, un líder, alguien a quien seguir y obedecer. Si su líder le da una orden tajante obedecerá sin rechistar y con presteza, siempre que la orden sea clara y fácil de entender, por supuesto. Si se trata de acciones complejas necesita que se lo repitan varias veces. Cuando tiene dudas, no entiende las órdenes o se encuentra ante una situación imprevista tiende a tartamudear. No llega a bloquearse pero necesita tiempo para encontrar algún modo de adaptar lo que le han dicho que haga a esas situaciones así que puede parecer “paralizado” en ocasiones. Por ejemplo, si le dicen: <<ve al sótano, abre la puerta de la despensa y trae una jarra de vino>> todo irá bien mientras al llegar al sótano no encuentre más de una puerta. Para cualquier otro sería cuestión de probar puertas hasta encontrar la despensa pero Kippel puede tardar varios minutos decidiendo como ajustar la sencilla orden al hecho de que tiene que escoger que puerta abrir. En cambio si la orden hubiera sido: <<ve al sótano, busca la despensa y trae de allí una jarra de vino>> Kippel no habría tenido dificultad en realizarla aunque es posible que lo que lleve sea una jarra de vino “vacía”.

En condiciones de combate en cambio Kippel no tiene ninguna duda. El sargento le enseñó muy bien en este sentido, tan machaconamente, que esa lección está grabada en su mente tanto como las tres normas de mamá. Estará tranquilo hasta que se le de la orden de atacar y entonces la máxima es: todo lo que no es amigo es enemigo (puede entender que un bebé no es enemigo, pero no ocurrirá lo mismo con la madre). Simple. Y mortal. Si es atacado sin previo aviso o sin recibir órdenes previas se defenderá y luchará con normalidad pero no atacará a nadie que no le ataque (o demuestre que va a hacerlo) a él primero.

Mi Goblin Torlet, Tenia la historia, ahora como darle forma a mi personaje, Comenze haciendolo de tamaño promedio, aunque un poco alto comparado con sus compañeros, muy delgado y de pies grande, ojos verdes, un poco jorobado por su estatura, y con unos gestos faciales un poco picaro, entre los goblin podria considerarce apuesto, siempre tiene una actitud de inconformismo, y cansancio, y es un soñador por excelencia, ademas de muy enamoradizo, tiene el autoestima bajo a causa de haber sacrificado sus sueños, es luchador, y un visionario, tiene grandes brazos, y largos pies, es rapido y agil, aunque no es muy fuerte, solo lo necesario, es estratega, por lo que se sabe mover con cautela, tiene un gran defecto y es que a veces deja las cosas a medias, o las hace por simplemente hacerlas.

Me habia gustado la aparencia de mi goblin asi que termine de formar su ser con la hermosa maquina.

Maravilloso, es sencillamente maravilloso. Acabo de dar forma a mi primer goblin. Tiene un encanto especial, es como tener un bebé a quien debes criar y educar. Y es taaaaaaaaan guapo.

Por una vez me quedo absorto contemplando mi obra y sin que se me ocurra ninguna pregunta.

El master revisa sus fichas durante largo rato y hace un gesto de aprobación.

Entonces... ya sólo nos quedan las notas, y esas nos meten directamente en las reglas. Lo que debe haber ahí, dado que es una ficha de Goblins y Grutas, es... la ficha de Goblins y Grutas.

Pájaro les enseña la ficha mientras la comenta.

Goblins & Grutas
FICHA DE PERSONAJE

Nombre: Ésto ya lo habéis puesto en su ficha.
Raza: Ésto debe ir en la clase. recordad que es un goblin.
Profesión: Ésto también en la clase.
Puntos de vida (Fuerza x 3):

Características: (16 puntos a repartir. Mínimo 1 punto, máximo 8 puntos).
-Fuerza:
-Agilidad:
-Inteligencia:
-Carisma:

Habilidades: (20 puntos a repartir. Mínimo 1 punto, máximo 8 puntos).
-Combate:
-Ataque:  (pueden bonificarlo las armas)
-Defensa:  (puede bonificarlo la armadura)
-Conocimientos: 
-Sociales: 
-Latrocinio:
-Magia: 

Equipo: Inventadlo todo.

Si tenéis alguna duda sobre el significado de las habilidades o cualquier otra cosa, aquí tenéis el reglamento. El master reparte entre sus jugadores unos libros con tamaño de panfletos. A ver si encontráis en él los modificadores de razas no humanas (concretamente goblins) porque es que a mí me da una pereza...