Partida Rol por web

-Dependería de la iglesia, si encontramos algunos franciscanos es posible que te dejaran entrar, al menos por una noche...- comento no del todo convencida, pero al menos es una posibilidad que deberíamos tener en cuenta.
Nuestra pequeña conversación es interrumpida por un hombre que se acerca tambaleante y muy "feliz" según él, aunque a mi me parece demasiado embriagado para saber a ciencia cierta lo que hace.

Arqueo ambas cejas cuando nos dice su hombre de hortaliza, confirmando que no es ni mucho menos de por aquí.
-Que Dios le bendiga a usted, a su esposa y a su inmediata unión, seguro que serán felices- sonrío ligeramente y espero a que se aleje.
Me resulta un tanto extraño que para estar tan feliz se encuentre solo en un lugar cómo éste.

-Gdacias gdacias... la vebdad es que estoy muy feliz, os invito a todos a mi boda.- Mientras dice esto los dos hombres de la barra miran de refilón la escena con gesto despectivo y se marchan del establecimiento.

-¿Os gudsta el vino blanco o el tinto?- Parece no sentirse aludido por las sutiles insinuaciones del grupo de que estaría mejor en otro sitio durmiendo la mona.

-Peppino, dejad de molestar a los clientes... ¡O daréis otra vez con vuestros huesos en la playa!- Una corpulenta mujer sale de la trastienda, saliendo de una puerta junto a enormes barricas de vino y reprende con potente vozarron al borrachín.

Dicho esto, el aludido cambia el gesto y se encoge de hombros, yendose sin despedirse hacía la puerta. Prefiere hacer el viaje por su propio pie y no ayudado por los brazos de la mujer.

Alonso se queda con cara de "soy idiota" durante un segundo, y vuelve a sonreir.

- La perdida de sangre ha debido dejarme sin seso, pues no miré allí, lugar más que obvio.

Alonso ya más saciado, regresa prontamente al cuarto a recuperar sus cosas. Verifica las monedas que hay en su bolsa, se pone sus vestiduras y besa su amado acero toledano. (Dime si le falta algo)

Entonces regresa a la cocina con Regina, y espera a que vuelva, ofreciendole X monedas de oro por sus servicios.

- Quisiera compensaros por todas vuestras molestias con este humilde oro, Regina. También en agradecimiento, decidme si puedo hacer algo por vos que no pueda el oro, y con sumo gusto lo haré.

(X monedas son las que Alonso estime más o menos un precio habitual por el reposo que ha recibido, la comida y la cura, más una moneda como agradecimiento. ¿Cuanto puede ser en total? ¿2, 3, 4 monedas de oro?)

Buscas a Regina y la ves en la sala común, reprendiendo a una chaval de no más de 17 años que parece por sus sonrojados pómulos que ha abusado del vino. El chaval pone mala cara y sale del lugar sin decir una palabra.

También parece que hay más gente junto a la chimenea.

-Disculpad las molestias buenos señores. Ese chaval viene de una familia problematica, los Del Piero. Vinieron de Sicilia... o de Napoles no recuerdo bien... hace unos meses, comercian con quincalleria y otras baratijas, y desde entonces no han hecho más que crear problemas. Son unos estafadores y unos bravucones, y más de una vez se les ha acusado de robar gallinas o frutos de las masías circundantes, aunque nunca se han encontrado pruebas.-

Alonso aparece en la sala común con sus ropas sucias y desgastadas, en las cuales se puede ver una raja a la altura del costado, signo evidente de alguna cuchillada (imagino que no me zurció la ropa XD).

Saluda a todos con un ademán de la cabeza.

- Buenas noches buenas gentes. Confío en que no les importe que me refugie del frío de esta noche junto a la chimenea con ustedes.

Se acerca a Regina poniendole en la mano tres maravedís de plata.

- Por favor, Regina, aceptad esta plata por vuestra generosidad y hospitalidad. También me gustaría pedirle si no fuera molestia, una aguja e hilo, para zurcir esta fea rotura.

Espera a su respuesta. (Si me ha zurcido la ropa, obviad la petición de la aguja e hilo).

- Parece por lo que contáis que estos del Piero o son muy buenos ladrones o son inocentes. Cual fuera la verdad, por favor, contadnos en que os molestan en esta noche, y si hubiera alguna forma en que pudiera ayudar a que dejen de causaros problemas.

Osorio sale de su mutismo en cuanto el joven borracho abandona la posada.

-Bien, bien. Lo siento por la pobre muchacha a la que le ha caído encima. Conozco a muchos como él: creen que descubrirán la piedra filosofal vendiendo mercaderías al doble de su valor y pronto se dan cuenta de que eso ya lo han hecho los genoveses y los flamencos antes que él, con barcos más grandes y con tres veces más ganancias. Es el signo de los tiempos. Lo que las manos fabrican ya no vale lo que la cabeza sabe y el corazón considera justo, sino el precio que un desconocido mercachifle decide que tiene. Pero estoy divagando. Sentaos, sentaos, buen señor. -Dice, dirigiéndose a Alonso-. Discutíamos dónde podrían pasar la noche un grupo de cómicos sin no demasiado dinero. ¿Conocéis vos algún lugar para nosotros?

Alonso soríe amable a los comentarios de Luis, como dándole la razón a sus palabras. Involuntariamente se fija un poco de más en Khamal, en su aspecto árabe y alfanje, aunque no dice nada al respecto. Contesta a las palabras de Luis, afable.
- Me temo que en poca ayuda os puedo ser en ese respecto. Llegué anoche a Badalona, temome que no en las mejores circunstancias. Imagino que dormiré hoy aquí si nuestra buena Regina lo tiene a bien y tiene algún lugar libre para tal fin. Mañana regresaré a Barcelona, y allí si puedo indicaros alguna que otra posada donde alojaros por un precio económico, aunque deberéis de guardaros de vuestras bolsas y espaldas, mas imagino que con vuestro amigo - dirigiendo una mirada significativa a Khamal - eso no será inconveniente. Si os dirigís allí os puedo acompañar en el camino tras acercarme a dar las gracias a un buen hombre que me salvó de morir desangrado anoche.

Osorio carraspea ruidosamente cuando el joven menciona la ciudad.

-¿Regresar a Barcelona? Lo cierto, señor, es que venimos de allí. Parece que ya hemos -paladea un poco de vino y continúa- agotado nuestro cupo de... representaciones en la ciudad. Supongo que seguiremos nuestra gira, aunque aún no hemos decidido el lugar hacia el que dirigir nuestros pasos. De momento nos interesa más saber dónde podríamos dormir. Quizá la señora... mmm... Regina también disponga de algunas camas a irrisorio precio para nosotros. -Dice, no muy convencido- ¿Y vos? ¿Es indiscreto preguntar por qué deseáis ir a Barcelona?

Me mantengo en silencio escuchando al hombre, mirándolo fijamente, dejando hablar al más ducho en las relaciones con el público; aunque lo examino minuciosamente mientras tanto.

Escucho a Regina preguntándome si el tal Peppino pretendería cometer algún hurto contra nosotros... En realidad poco más que hilos y migas hubiera encontrado en mis bolsillos, y podría apostar a que Kamal hubiera cortado su mano sin pestañear antes de que llegara a rozar a Luis o a mí misma.
Otro hombre aparece entonces en la sala, confiado y bastante extrovertido, admitiendo que anoche estuvo a punto de morir bajo el filo de otra espada.

Mi rostro es la personificación de la sorpresa por unos segundos, enseguida me afano a disimular mirando la chimenea y el resto de mesas vacías.
-Me temo que en las ciudades tan grandes no acaban de agradarles nuestras obras- comento con sonrisa tranquila, encogiéndome de hombros para seguidamente apoyar los codos sobre la mesa y la mejilla sobre una de mis manos.

No añado anda más, la labia de Luis llega a cohibirme y no creo que pudiera añadir algo más sin quedar en ridículo, así que me limito a pensar más posibilidades para pasar la noche... Sin demasiado éxito, debo admitir.

Regina mira un poco apiadada al grupo, que parece haber naufragado y haber salido nadando del mar por su aspecto.

-Bueno, si no tenéis para dormir yo os puedo dar cobijo. No os preocupeis por el dinero, mantengo la posada más en recuerdo de mi padre y para mantener contenta a la gente de aquí que por el beneficio que saco con ello. Siempre podeis echarme una mano, ya sea en la cocina o cuidando el huerto de aquí atrás, que últimamente lo he dejado desatendido.-

Alonso mira de vez en cuando a Khamal, normalmente de reojo. Así mismo, también lanza algunas miradas más directas a Patricia, aunque su atención se centra mayoritariamente en Luis que es quien habla.

- Oh, simplemente en busca de trabajo. Imagino que habrá poco trabajo para un hombre de mis habilidades aquí en Badalona. Desgacia que se me hiciera ayer de noche y me topara con esos bandidos... Oí que este alba habría una oportunidad de buen trabajo aquí cerca, mas ya es tarde... - se encoge de hombros - Que le vamos a hacer.

Mira a Regina al comentar lo del huerto.

- Buena Regina, de buen seguro que habrá de ayudarla con ese huerto si lo ha dejado descuidado. Mañana a primera hora le ayudaré con ello, de buen seguro. - le sonríe algo pícaro - Mas, ¿podría tomar una jarra de vino ahora para saborearla junto a este buen fuego? En verdad que el vino lo cura todo, y de buen seguro ayudará a la mejoría de esta herida.

(Supongo que Regina aceptará y saldrá un momento de la habitación) Alonso aprovecha el momento para levantarse y saludar a Kamal al estilo árabe, demostrando bastante soltura al hacerlo y que no es la primera vez que lo hace, añadiendo en voz baja antes de sentarse.

- Por favor, participe vuesa merced también en la coversación.

Se vuelve a Regina que trae la jarra.

- Mil gracias nuestra buena Regina. - os mira a todos - Señores, y señorita, ¿no es verdad que Regina es un ángel?

Tras esto mira a Patricia preguntándole directamente.

- Nuestra buena dama, ¿sería usted tan amable de deleitarnos a la buena Regina y a mi con relatos de sus actuaciones?

Por dentro respiro tranquilo al ver que no habrá problema en tener cobijo y cierro los ojos en un silencioso gesto de alivio. Me quedo escuchando con los ojos cerrados hasta que oigo el saludo de aquel hombre que al menos parecía agradable.

Salaam -digo, cansado-. No soy hombre de muchas palabras, lo lamento -añado, alzando las cejas-, ése vicio es más de mi amigo -señalo a Luis con el esbozo de una sonrisa, el cual noto y me sorprende por lo extraño de un gesto así en mí-. Pero descuidad que os escucho y hablaré en cuanto se me ocurra poder intervenir.

Me quedo esperando su reacción, dado que me he quedado con la sensación de que no creía que hablara su idioma con competencia suficiente. De reojo, veo el vino y me entra sed, por lo que, aprovechando que la posadera se ha acercado, le pido algo de agua o lo que sea pero que no contenga el espíritu del vino.

Por cierto, lamento la interrupción, pero, ¿hay algún nombre por el que podamos dirigirnos a usted?

Alonso parece no extrañarse de que hables bien su idioma, puede que incluso hables mejor el catalán que él a quien se le nota un fuerte acento andaluz. Simplemente asiente a las palabras de Kamal en un gesto de entendimiento.

Al preguntarle por su nombre, se da un golpe en la cabeza con la palma de la cabeza.
- Vaya, disculpadme por favor. Por ventura que he olvidado mis modales. - se levanta para hacer una leve reverencia a la vez que se presenta - Alonso de Luna, para servirles.

-¿De veras? Es muy amable- me incorporo parcialmente y mi mirada se ilumina tanto cómo mi sonrisa, impulsada por un nuevo ánimo tras las palabras de Regina. Parece que tendremos algo de suerte después de todo... esperemos que no se acabe demasiado pronto cómo otras veces anteriores a ésta. Sigo conservando la esperanza.

El todavía desconocido me pregunta entonces de forma directa acerca de nuestras actuaciones, con lo cuál me quedo un poco dubitativa, pero cuando me dispongo a hablar Kamal toma la iniciativa con su característica y grave voz que poco a menudo se deja oír.
Dejo que se exprese, gratamente sorprendida al diferenciar un atisbo de sonrisa en su rostro. Creo que le cuesta más que a ninguno adaptarse a esta nueva situación, y es normal debido a su procedencia y cultura, pero aún así ya les tengo en sumo aprecio a ambos.

-Mi nombre es Patrícia- digo reforzando el acento catalán de mi nombre -Ellos son Luis y Kamal- me tomo la libertad de presentarnos, aunque sea de forma escueta, y aunque estoy convencida de que todavía no he aprendido a pronunciar el nombre de nuestro compañero árabe mi expresión sigue manteniéndose beatífica después de la propuesta de Regina.

-Por cierto, ¿en qué estado se encuentra la herida que mencionó antes? Quizá podría echarle un vistazo...- miro de reojo el corte de su ropa recordando las decenas de casos similares que llegué a atender en el hospital.
Ciertamente siempre tuve ayuda de otros más expertos, pero si no ha tenido la posibilidad de acudir a un doctor podría intentar suavizar su dolor.

Alonso asiente a las presentaciones de Patricia.

- Un placer estar ya presentados formalmente.

Ante el ofrecimiento de Patricia, para echarle un vistazo a la herida, Alonso no puede evitar que en su rostro asome una ligera sonrisa un tanto pícara.

- Bien sabe nuestra Señora de las Angustias que no seré tan descortés de rechazar tan gentil ofrecimiento, señorita. ¿Donde consideráis más oportuno para tal proceder?

Me sorprende un poco escuchar hablar a Alonso, es tan educado que me hace pensar que su origen podría ser similar al mío, aunque yo nunca me adapté demasiado bien a esos ambientes, lo cierto es que a pesar de todas las penurias y el hambre prefiero la libertad que me ofrecen mis nuevos compañeros de viaje sin exigirme nada a cambio. Podría decirse que he tenido algo de suerte... probablemente si no hubiera conseguido ayudarles tanto en aquella ocasión hubieran seguido creyendo que no era más que un capricho.

-Supongo que lo adecuado serían sus aposentos- acabo por decir saliendo de mi propio ensimismamiento parpadeando varias veces antes de levantarme del tosco banco con suavidad.
Mi cabello está seco y mis ropas también, así que me encuentro mucho más tranquila y cómoda mientras espero que me indique el camino y Kamal nos siga.
No creo que nos vaya a dejar solos... y tampoco creo que me apetezca por el momento.