Partida Rol por web

Al mismo tiempo que Kamal se endereza a duras penas ve como el monstruo antes llamado Txetxu carga con los cuernos por delante hacía la posición de Osorio. Sus patas van dejando huellas negras que se incendian al instante. Con gran rapidez se planta delante de Osorio, el cual está a punto de recibir una letal embestida. Por detrás de este surge Kamal con la brillante cimitarra aun en la mano...

Al ver que el dolorido cuernífero se dirige hacia él respoblando por todos sus belfos, el cómico ensaya una finta rocambolesca y digna de los espectáculos de lidia que consigue apartarle de la trayectoria de la carga.

-Ele, ahí.

A pesar del dolor, no hay tiempo para quejidos. Me lanzo contra Txetxu, lanzando una estocada con el brillante arma que llevo en la mano derecha, gruñendo entre el esfuerzo y el dolor.

La estocada falla y la brillante hoja de luz se disipa como si fuera aire de los dedos de Kamal. No ha contado con que el movimiento de Txetxu fuera tan rápido. El sarraceno cae de bruces pero se incorpora rápidamente. El costado aun le duele debido a la coz de Maçueles, puede que tenga una costilla rota.

Caigo de bruces al suelo tras el esfuerzo efectuado contra el espíritu de fuego, respirando agitadamente pero muy satisfecha por el logro. Sigue sorprendiéndome de lo que son capaces los poderes celestiales, y aún más, que se muestren tan atentos conmigo cuando más los he necesitado, pocas veces me han fallado.

Me siento bastante cansada pero aún así me obligo a sobreponerme y volver la atención a mis compañeros, atacados por el imponente Demonio en el que se ha convertido Txetxu.
Preferiría poder convencerle, llevar a cabo algún tipo de exorcismo, pero me temo que no sabría ni por donde empezar y las posibilidades de que repitiera sus errores serían demasiado elevadas. No podemos arriesgarnos.

Así pues, vuelvo a levantarme con un resoplido, todavía parcialmente oculta entre algunos árboles mientras los guerreros, o algunos de ellos, plantan cara de forma directa al Diablo.
Esta vez levanto la mirada y los brazos al cielo, entrecerrando los ojos cuando empiezan a distinguirse varios truenos cada vez más sonoros.

El trueno alcanza a Txetxu, iluminando la escena. Su cuerpo se contorsiona y, en una luminosidad azulada, se puede ver incluso su esqueleto a través de la piel. Después cae al suelo como un saco lleno de piedras, llenándose el aire de olor a ozono, azufre y madera quemada. Como si la oración de Patricia diera una orden a las grises nubes estas comienzan a verter agua copiosamente, como si se hubiera abierto la compuerta de los Cielos. Pronto los olores son ahogados por la humedad. Y las hogueras comienzan a apagarse debido a la lluvia.

La fe de Patricia, capaz de convocar semejantes pruebas de la Ira Divina, dejan casi sin palabras a Alonso. De un solo golpe Divino ha logrado deshacerse del elemental que casi lo achicharra vivo; prueba de ello es el anciano pino que yace chamuscado detrás de ellos.

Ahora vuelve a convocar la Ira Divina sobre Txetxu, cuando la espada de luz pura de Kamal ha desaparecido y nuestro buen judío ha esquivado por poco a este siervo del mal.

Recapacito sobre la poco útil que he sido en este combate, llegando a la conclusión de que es cierto que para combatir al infierno hay pocos dioses mejores que el cristiano, sus santos y sus vírgenes.

Es por ello que una vez más vuelvo a confiar en mi acero y en que la Divina providencia guíe mi mano y mis pies para dar el descanso eterno quien antes fue conocido como Maçueles.

- ¡Virgen de las Angustias, guía mi mano para dar eterno descanso a esta pobre alma atormentada! ¡Que mi espada lo envíe al descanso y que vuestra misericordia interceda por él!

Aprovecha el ataque que ha fallado contra Osorio para lanzarle una estocada desde un flanco, saltar por encima suya y clavar de nuevo el acero desde el otro flanco, aunque ha podido notar cuan dura es la piel de este siervo del mal, pues apenas ha mojado el acero.

Pero no parece cejar Txetxu, tras una breve parálisis, intentan ponerse en pie. Alonso intenta clavar su espada sobre el demonio, pero este rueda sobre si y esquiva el primer golpe. El segundo acierta, introduciéndose solo un poco en su pecho, la piel del cual parece dura como el cuero. Alonso aprieta con todo su peso y solo consigue que mane algo de sangre del demonio-hombre.

Pero Txetxu deja de luchar, como si comprendiera que ya ha perdido...

Alonso contiene su mano ante su nuevo ataque. Parece que Maçueles para. ¿Será otra estratagema del infernalista? No te puedes fiar del infierno. Eso seguro. Deja su espada extendida, apuntando a Txetxu, cerca suya, dispuesto a mojar su acero otra vez aunque ese mal nacido tenga la piel tan dura como el cuero curtido.

Igual que antes, espera a que Osorio o Patricia sean prestos a hablar. A él nunca se le dio bien hablar con los prisioneros. Tampoco es que esté acostumbrado a hacerlos.

Me quedo mirando a Txetxu con seriedad, pero ya no hay lástima ni piedad en mi expresión.
-Lo lamento, pero ya tuviste tu oportunidad de redención. Ahora deberíamos rezar para que el agua limpie tus pecados- vuelvo a entrelazar las manos con mayor tranquilidad y parsimonia. No podemos permitirnos aflojar nuestro puño bendito porque el enemigo haya sido derrotado. Ha dejado demasiado claro que él no lo hubiera hecho en caso contrario y no puede apelar a nuestra compasión de manera tan injusta.

Los demonios, inmortales como son, han visto pasar siglos y siglos. Han visto las primeras hogueras y caer la Torre de Babel, han podido ver como se alzaban y caían imperios. La vida humana para ellos pasa en un suspiro. Sin embargo, por el mismo motivo, temen aun más a la muerte que los seres humanos mortales y vulnerables. No se pasan una vida entera sabiendo que les llegará la hora. Esperan vivir para siempre... como si el Día del Juicio Final no se les aplicara a ellos igual que a los mortales.

Así Bhaal Adramelech, que fue adorado con ese nombre por babilonios y asirios, alias Frimost y Thamur para los ocultistas y adoradores del Diablo. Adramelech, el Azote de los Cielos y Señor de las Destrucción ,sintió miedo. Miedo a quedarse atrapado en un cuerpo mortal y sufrir la misma agonía que el mortal que poseía. Así el demonio desapareció y solo quedó el humano desnudo...

Cuando el agua bendita cayó de manos de Patricia fue como echar cal a una piel humana. La piel roja y dura ardió como si se consumiera y empezaron a salir pequeñas grietas aquí y allá, como si fuera cerámica mal cocida que sufriera los estragos del tiempo. La forma demoníaca se deshacía mientras Txetxu volvía a su verdadero ser. Un verdadero ser magullado y herido de gravedad, mortal del todo.

La misma mirada del Txetxu agonizante ya no parece llena de la ira demoníaca y la rabia descontrolada de antes. Es de un hombre que se enfrenta a la muerte y parece darse cuenta del terrible error que ha cometido.

-Dios mio... que he hecho... la he matado... yo... no tengo perdón de Dios...-Balbucea mientras se le escapa la vida por los labios a cada instante.

Y los cielos no dejaban de llorar, calando a los que estaban en exteriores hasta los huesos.

Alonso no mueve ni un ápice su espada. Su cara refleja la duda y el desconcierto al ver por primera vez como se evapora un demonio de un mortal. Aún así, algo en su interior sigue inquieto, dudando, si seguirá siendo está una estratagema del demonio y si fuera la propia vida de Maçueles la última que debía ser arrebatada para traer al demonio a este mundo.

Sin embargo, debe confiar en que el agua bendita vertida por Patricia sea más que suficiente para expulsar del todo al demonio y cerrarle las puertas de este mundo en sus narices.

El dolor y el sufrimiento del Txetxu humano no hace mella en él. Ha visto ya demasiado dolor y sufrimiento como para verse afectado. Demasiados amigos y seres queridos perdidos como para afectarle la perdida de un ser que se buscó su propia ruina y que por poco no la trajo a todos los seres de este mundo.

No obstante, una última pizca de compasión y humanidad quedaba en su interior... o quizás no fuera más que su maldita curiosidad manipuladora vestida de compasión.
- No somos sacerdotes, mas confiesa tus crímenes, muestra arrepentimiento y de buen seguro el buen Dios podrá juzgarte mejor, y ganarás al menos mis plegarias por tu alma inmortal.

Permanezco erguida a pesar de que todo mi cuerpo tiembla como una hoja arrastrada por el viento, mezcla de frío y de agotamiento, pero cuando la parte demoníaca de Txetxu es al fin expulsada y Alonso toma la iniciativa de acercarse a él con precaución, no puedo soportarlo más y me dejo caer con un resoplido que queda silenciado gracias a la propia lluvia que nos rodea.

Jadeo intentando encontrar el aire que me falta, deseando fervientemente encontrarme en una cama mullida y tranquila en lugar de en medio de la intemperie, pero supongo que no puedo quejarme ya que en el anterior enfrentamiento que tuve que asumir por poco pierdo la vida. Creo que ahora podré recuperarme con algo de descanso prolongado... está claro que éste tipo de vivencias no son para mí.

Tras unos segundos consigo normalizarme y me quedo quieta y sentada en el barro, observando el intento del andaluz mientras Maçueles pierde la vida debido al cúmulo de sus pecados. Siento lástima, pero el alivio de haber salvado al resto de ciudadanos inocentes lo compensa.

Al final miro alrededor y acabo por hacerle gestos a Luis para que se me acerque, ayudándome de su brazo para volver a levantarme.
-Volvamos a la taberna, estoy agotada...- admito en un susurro.

Frustrado y con el costado dolorido, aferrándomelo con la mano para evitar que se mueva demasiado, me acerco a la escena, consciente de que todo parece terminar. La asombrosa intervención de Patrícia y sus plegarias al Cielo no deja duda de que, como poco, hemos ganado tiempo. Al aproximarme más veo que Txetxu ha recuperado la forma y resoplo, entre tranquilo y cansado.

Alonso aún habla con él, pero yo siento demasiado caos en mi cabeza, demasiadas cosas juntas en poco tiempo, y encima persiguiendo a espíritus infernales. Me voy hacia Patrícia, al ver cómo cae rendida al suelo. Coloco mi alfanje en su vaina y apoyo la mano izquierda libre en su hombro.

Sin duda, Dios te ha bendecido con un poder inmenso... —le digo, aún asombrado por otra de sus maravillosas hazañas. Me siento incluso abrumado, mis sucesivas torpezas me hacen palidecer al lado de la gracia de la que Patrícia parece dotada. Y ahora todo ha terminado, no sé cómo continuarán las cosas. Aún no me he recuperado de la pesadilla que tuve, y estoy muy cansado.

Echo una última mirada hacia Maçueles, como si eso fuera a hacer que las cosas pasasen más rápidamente y que podamos descansar por fin después de nuestra llegada a Badalona.

Txetxu murmura sin fuerzas, solo puede escucharlo Alonso que es él que está mas cerca del caído.

-No... mi al... mi alma está perdida... mi ira me cegó... y maté lo más querido para mí...- Escupe sangre, gorgoteo ahogado. Pero consigue de alguna forma continuar. -Cuidaos de quien llaman el Rey Diablo... parece un muchacho... pero sus ojos... sus ojos son viejos... y fríos como el averno...-

Me siento tentado a curar parte de sus heridas. Al menos lo justo para poder continuar interrogándolo… No me resisto a la tentación. Mi curiosidad será mi ruina un día, pero el demonio se ha marchado o eso parece…

- Señor apiádate de éste alma. Dale halito de vida mientras perseveré en su intento de redención. – miro serio a Txetxu mientras mi espada no se mueve ni un ápice dispuesta a contrarrestar rápidamente lo que acabo de hacer – Habla, redime tu alma, busca la expiación, Txetxu. ¿Dónde está ese Rey Diablo? ¿Cómo es? ¿Qué persigue?

-En realidad nos ha protegido a todos, ¿no crees?- respondo a Kamal poco dispuesta a asumir que todo lo acontecido ha sido sólo por mí. Al final resulta ser él el que me presta ayuda pero por suerte una vez en pie consigo mantenerme en esa posición con estabilidad.

Alonso sigue junto a Txetxu pero esta vez niego con la cabeza y me acerca hasta ambos.
-Ya es suficiente, déjale descansar en paz, el Demonio ha dejado de existir- le pido con un tono algo más autoritario de lo que querría debido al enfado que me produce verle prolongando su muerte y su sufrimiento por la ambición de más respuestas. No, así no deben conseguirse.

-Y además nosotros también tenemos que descansar...- esta vez mi voz suena más tranquila ante la sencilla idea de poder dormir toda la noche seguida en cualquier cama silenciosa. Con eso me conformaría.

La cara de Osorio se tensa de preocupación.

-¿Un... un muchacho? ¿Cómo que un muchacho? ¿Sabéis quién nos envío hasta ti, monstruo? Estoy... estoy algo confuso. Parece que la lluvia está oxidando mi vieja cabeza de ignorante, pero por alguna razón creo a este enviado del averno... -El cómico guarda su cuchillo en el cinto después de secarlo en sus calzas.

-Que me aspen si esto ha acabado. Que me aspen...