Partida Rol por web

La comida ya se había terminado pero aún así seguía teniendo ante ella un vaso con bebida que apenas había tocado. Había comido poco y menos había bebido y hablado, pendiente de cada movimientos, de cada reacción, de cada palabra que resonara en la sala comunal. No había visto nada extraño, pero aún así la völva seguía pensando que aquella aldea encerraba un secreto y que dicho secreto se encontraba en el bosque o más allá.

Por eso, cuando su anfitrión lanzó aquellas preguntas, Hild levantó la cabeza sin ocultar la sorpresa en su rostro. ¿En qué momento habían dicho que venían de Hirsk? Hasta donde ella recordaba nunca se habían pronunciado palabras que indicaran su procedencia, entonces ¿cómo se había enterado Hrapp? La única respuesta posible que la völva encontraba era la de que había un traidor entre ellos, alguien que había hablado más de la cuenta.

Hild clavó su mirada en los dos jutos. Si había un traidor tenía que ser uno de ellos, o los dos, ya que confiaba plenamente en el resto de sus compañeros. Si sus sospechas acababan siendo ciertas entonces tendrían un problema más a añadir a todos los que tenían.

Volvió a centrar su atención en el vaso que tenía delante esperando que la respuesta de Jorunn, la más indicada para hablar, fuera lo más convincente posible.
 

- En malos momentos...?? Teneis algun problema?? Algo con lo que, quizá podamos ayudaros??, digo, dejando el trozo de pescado que estaba mordisqueando, mirando con interés al señor de aquella aldea del demonio que, según las visiones de la völva, tendría ocultos a los principes en algun tipo de construcción, en el bosque que la circundaba. Tras eso, miro a mis compañeros, procurando estar tranquila, antes de contestar:

- Nosotros hemos sufrido una tormenta de mil demonios, camino de Borre, que daño nuestro skkedar y nos desvió de nuestra ruta. Sois la primera población que hemos encontrado, y hemos decidido probar suerte. Si los nuestros pueden arreglar nuestra nave, seguiremos camino. Si no, es probable que tengamos que fondear en Hirsk...

- Bien, está hecho!!, pienso, echando un trago a la cerveza, y mordiendo un trozo de pan. Ahora es el momento de ver si Hrapp se da por satisfecho..., continuo en mis elucubraciones, mientras veo las facciones poderosas del segundo al mando en la Ciudad de las Cadenas. Siempre se me dió bien distinguir a aquellos que mentían de los que no, y este era un buen momento para que las nornas estuviesen de nuestro lado: - Pues somos como ovejas durmiendo con lobos...

-No debeis preocuparos de nada, nuestros hombres ayudarán en las reparaciones de vuestro snekkjar-dijo el consejero con una sonrisa al escuchar a Jorunn hablar-. Ahora despreocupaos y saciaos para reponer fuerzas tras la tormenta-y diciendo esto hizo un gesto a los esclavos para que rellenasen de nuevo los cuernos con cerveza.

- Skal!!, digo, levantando mi cuerno, cuando lo rellenan de cerveza, mientras no pierdo detalle de si se sirve de esa misma cerveza tanto al señor de la Aldea, como a sus hombres de confianza, solo entonces bebiendo sin reparos. Se agradece esa ayuda, de verás. Osviff, nuestro capitán, os dirá que necesita para poner en forma de nuevo nuestra nave. Pero brindemos, sí!!, continúo , sonriendo también al consejero del Señor de Ann.

Después, girándome hacia Hrapp, le pregunto, con una cara de franca ingenuidad: - Y por que decís que son "malos momentos", mi señor?? Vuestra aldea parece gozar de buena salud...

Tras la pregunta, trato de rememorar la cena, recordando detalles que me ayuden a saber si han podido haber estado dandonos distinta cerveza que al resto, lo cual solo podría indicar una cosa: - Saben quienes somos, o al menos, que venimos tras los Principes.

Con tranquilidad, paseo la mirada por cada uno de mis compañeros, tratando de percibir sus sensaciones, mientras el Señor de Ann contesta... o no, a mi pregunta.

¡¡Sköll!!- Dije junto a Jorunn incitando a los locales a continuar bebiendo la cerveza que nos servían los esclavos.

La völva seguía escuchando la conversación, pero no intervenía en ella tanto por discreción como por respeto ya que consideraba que la conversación, siendo los dos que hablaban los representantes de cada grupo, debía proseguir entre ellos. Por otra parte, tampoco se atrevía a hacer comentario alguno a sus compañeros, aparte de alguna que otra palabra sobre la comida o la bebida, por miedo a que alguien tuviera los oídos demasiado centrados en ellos.

Así que, dadas las circunstancias, lo único que podía hacer era forzar una sonrisa mientras levantaba su cuerno y brindaba con el resto, aunque sólo mojó los labios ya que quería mantener todos sus sentidos alerta.

—Skål.
 

-No debéis preocuparos por eso, no es mas que una simple discusión que se resolverá con el tiempo. Nada que os deba quitar el sueño. Es tiempo de grandes cambios y lo creais o no a los "piratas"-dijo con un rintintín que daba a entender que no se consideraba como tal pero que era de sobras conocido que los hombres de la ciudad de las cadenas eran considerados piratas- también nos afecta la política-bromeó.

Escucho atenta, aunque intentando que el nerviosismo no trascienda a mi cara, la respuesta del 2º al mando en la Ciudad de las Cadenas: - Así que, entonces, es verdad que la relación con su Rey no pasa por su mejor momento..., pienso, aunque simplemente le sonrío, y digo:

- Me alegro de no sea mas que eso, jefe Hrapp!! Discusiones hay en todos los sitios, "Piratas" y "No Piratas", y al final, o se arreglan con las palabras, o estas acaban dejando paso al acero..., usando la misma cadencia de voz que ha usado él.

Continúo con la mosca detrás de la oreja, vigilando, sin prisa, que todos beban de los mismos barriles que de los que nos están sirviendo a nosotros.

Durante el transcurso de la velada observo todo lo que hay a nuestro alrededor, quizás algún detalle insignificante podría sernos útil, presto poca atención a las vanas palabras que se van intercambiando mientras dando pequeños sorbos voy intentando urdir un plan para poder salir al exterior...

La völva escuchaba el cruce de palabras entre el jefe Hrapp y su amiga en completo silencio, pero eso no significaba que no estuviera al tanto de cada matiz en la voz, por mínimo que fuera, de cada gesto en la expresión de su cara, de cada mirada que pudiera indicar temor, duda o mentira.

Si, tal y como parecía desprenderse de sus palabras tenían problemas, Hild sospechaba que estos tendrían que ver con los príncipes. Necesitaban a toda costa idear la manera de poder escabullirse durante la noche para adentrarse en el bosque, tenían que encontrar la cabaña que había visto en los sueños, encontrar a los príncipes, liberarlos y escapar.

Sí Hild... Todo muy fácil.

El hombre parecía tener muchas cosas en la cabeza. No se mostraba nervioso pero si preocupado. ¿Por los héroes? No, no los conocía. Sin duda tenía que ver el hecho de tener problemas con el rey de la ciudad de las cadenas, él era su segundo al mando pero fuera lo que fuese lo que había pasado entre ellos su relación estaba en la cuerda floja. Pero también había algo más. Algo que parecía preocupar tanto al jarl como a los habitantes de Ann pero era imposible discernir de que se trataba.

-Bien has hablado Skjäldmo, ahora disfrutad y bebed-dijo el hombre que aconsejaba al jarl alzando la copa-ojalá nuestras tierras quedasen alejadas de la politica y pudieramos vivir libres, como comerciantes y vikingos*. ¡Sköl!

Daba la impresión de que Hrapp no se mostraba con nosotros demasiado a la defensiva, aunque Hild sí pudo apreciar la preocupación que, como una nube negra, giraba sobre su cabeza. Algo estaba sucediendo allí, el qué... eso era difícil saber. Quizás, si era él el responsable de tener a los príncipes cautivos, se estaba viendo desbordado por esa carga, máxime si su relación con el rey de la Ciudad de las Cadenas era tensa. Pero que allí sucedía algo, la völva estaba convencida de ello.

Cuando escuchó al hombre al lado de Hrapp, su atención se centró exclusivamente en él. Debía ser el segundo al mando, y por lo que se veía, alguien de plena confianza de Hrapp ya que había tomado la palabra con una insistencia hacia la bebida que a Hild, ya recelosa desde que se habían sentado, no le gustó nada. Por su parte seguiría haciendo lo que había hecho todo el banquete, beber lo menos posible.

Eso mismo ha pensado siempre Thorgrim.- Corroboró el berserk las palabras de Hermod levantando la pata de ternero de la que había dado ya buena cuenta a modo de afirmación.- La vida es mucho más feliz si dejamos en manos de nuestros nobles los asuntos de gobierno.¡Skoll!

Tras el brindis con el segundo, o al menos consejero, de Hrapp Annson, empiezo a dar sólo leves sorbitos al dorado caldo, meneando levemente el cuerno. Después, me dirijo al jefe de la aldea, diciéndole:

- Habláis de problemas debidos a la política. Son esos problemas con los nobles de Hirsk??

Se que puede levantar las sospechas, pero trato de hacerlo como algo casual, como llevada por la curiosidad. Simplemente trato de sondear un poco qué reacciones despierta en el jefe y sus allegados.

Además, al fin y al cabo, la cena está llegando a su fin, y nuestro tiempo, el tiempo de los Príncipes, se agota.

-No vais desencaminada-le respondió el hombre- Una simple diferencia de opinión con el rey de la Ciudad de las Cadenas... una diferencia que se solucionará en de una manera u otra-dijo casi como si hablase para si mismo aunque en sus poalabras podía verse que escondía una rabia que rozaba lo personal. En seguida el otro hombre Hermod le dijo algo al oido y el hombre dio otro trago  y se mantenía callado mirando hacia el techo de la cabaña que se encontraba cubierto de humo de las hogueras que asaban la cena en el centro de la sala.

La actitud del Consejero de Hrapp no me gusta, es desconfiado, y pone límites al evidente disgusto que tiene el Jefe con el Rey de la Ciudad de los Piratas, lo cual no nos viene bien. Tras preguntarle directamente por el origen de esos problemas, Hrapp empieza a responder... para que el Consejero, enseguida, venga a cortarle: - Con este de por medio, poco podremos hacer..., pienso, cuadrando la mandíbula, mientras doy un sorbito a la bebida, a la vez que, sin que se note demasiado, trato de escuchar que es lo que le dice el subordinado...

La völva seguía dándole vueltas a las palabras dichas por Hrapp, ¿acaso le preocupaba la política? Era un tanto extraño pues no dejaba de ser un pirata. A no ser... ¿Conseguir ascender en su posición? Sí, seguramente sería algo parecido, pero el tema había sido zanjado de muy buenas maneras por parte del hombre apostado tras él.

No estaban consiguiendo nada. Ni sacaban información importante ni Hild comprobaba movimientos extraños que pudieran alertarla, pero ella estaba convencida que los príncipes se encontraban en la isla, los dioses habían hablado a través de los huesos, aunque también hablaban del gran peligro que se cernía sobre todos ellos.

La conversación languidecía y Hild estaba pendiente de ver si los aldeanos se emborrachaban, más que nada porque así quizás tuvieran una oportunidad durante la noche de indagar en el bosque. Pero, a pesar de que la bebida fluía como un caudaloso río, nadie parecía estar perdiendo el sentido.

—Parece que no hemos sido los únicos que hemos tenido problemas con su barco. —Al no ser un tema político ni que afectara a cualquier tipo de trato, Hild aprovechó el silencio para sacar un tema cualquiera a coloación—. Hemos visto que uno de los anclados en el muelle tenía graves desperfectos. Me imagino que, al igual que nosotros, les alcanzaría la tormenta ¿cierto?

Se le había ocurrido que ese barco tan destrozado podía ser uno de los que habían secuestrado a los príncipes, lo que confirmaría que estaban en poder de Hrapp. ¿Estaría enterado el rey de la Ciudad de las Cadenas?