Partida Rol por web

Si había una palabra para describir aquel horror, nadie sería capaz de encontrarla.

La carretera estaba destruida por completo en aquella sección, donde los rayos de energía pura y concentrada habían surcado el ferroasfalto quedaban unas profundas marcas; donde las andanadas de cohetes habían impactado se podía ver como los cráteres aún humeaban. Cascotes diseminados por todas partes mezclados con los restos de metal, pertenencias y cadáveres daban aquel lugar un aspecto terrible.

¿Cuantos acababan de morir? Miles... miles de civiles masacrados sin misericordia alguna, miles de fieles servidores al Imperio asesinados sin posibilidad a responder, miles de almas perdidas en un lapso tan corto que la vida misma se sentía insultada por completo.

Uno a uno se fueron despertando de aquel sueño horrible en el que muchos creyeron que habían muerto, pero en cuanto se recobró la consciencia muchos desearon no haber despertado.
El transporte que os llevaba estaba destrozado, abierto por la parte superior y sin ninguna duda, listo para desguace, el espíritu maquina del pequeño chimera había muerto sin duda alguna, pero tanto como el chimera había más muertos diseminados... El primero en encontrar uno fue Strelinov, ya que el pequeño Ratling estaba comprobando, aliviado, que su ponzoñosa esposa seguía con vida.

Artuhr Blum no había sobrevivido, estaba aplastado contra el asiento que tenía en frente y un girón de metal retorcido le atravesaba el pecho.

Nellis estaba partido por la mitad y le faltaba demasiado cuerpo, seguramente un misil le impacto y la detonación vaporizo lo que le faltaba.

Jorn no había tenido mejor suerte y solo se encontró su bota derecha con el pie todavía dentro, no era difícil saber que era la suya ya que el precavido Jorn siempre ponía en sus botas una pegatina con su grupo sanguíneo para que su atención médica fuera más rápida... esta vez no ha podido ser.

Viktor Hark, el comisario estaba sentado en su asiento como si no le hubiera pasado nada, tenía los ojos abiertos y una sonrisa le surcaba los labios, casi parecía que estaba vivo hasta que uno bajaba la vista y veía como una viga del chimera lo había ensartado contra la pared y lo mantenía "pegado" de torso para arriba, ya que donde debería empezar la cadera no había nada salvo serpientes rojizas y ennegrecidas por las explosiones.

Shuman, Anele y Elena estaban vivos, la explosión los catapultó varios metros y aquello les salvó la vida, como al resto y sin duda era una suerte que solo hubieran muerto cuatro camaradas después del ataque recibido.

Todos los demás estaban gravemente heridos, pero Strelinov y Edd estaban vivos de una pieza y heridos, sumándole una poderosa jaqueca que no les dejaba pensar con claridad.

Fuere como fuere, estaban vivos.

La pocas horas de oscuridad empezaban a acercarse, el ultimo Sol estaba en su órbita más baja amenazando con oscurecer en el lapso de treinta minutos. La carretera seguía su camino hacia la base, y desde vuestra posición, a la cola de aquella masacre, estabais a unos cien metros del chimera lider, el conducido por Mell.

Una imperiosa sensación os asolaba, no podía ser.

Antes de caer presa de la inconsciencia pudisteis ver una sombra gigantesca que empezaba a alejarse, pero aquello no tenía sentido. El recuerdo era vago y confuso, difícil de poder saber si aquello fue cierto o una alucinación. La garganta se os secaba al recordarlo y el miedo atenazaba vuestras almas. ¿Qué era eso? El recuerdo de sus pasos, el recuerdo del grito metálico enfatizando su victoria...

- Pero... pero... ¿Qué mierda ha sido eso?-

le dijo el Storm Trooper al pequeño ratling que había acabado a su lado. Strelnikov estaba acojonado -literalmente- por un no-se-qué que había debido ver, medio en sueño medio de veras, hacía escasos momentos.

Y además, un oscuro grito que helaba la sangre había recorrido el aire... mal asunto.

Como pudo, comprobló el fusil automático que se había agenciado en la garita de los guardias que controlaban el portón. Había que estar preparado ante cualquier eventualidad. Sobre todo ahora, que el chimera se había ido directamente a hacer puñetas y, según suponía y pudo comprobar más tarde, bastantes de sus compañeros había palmado dentro; joder, hasta el comisario estaba hecho mierda.

-Joder, joder, joder...-

musitó muy por lo bajo Artyom. De no haber sido un Storm Trooper se podría haber jurado que temblaba...

Edd...Edd no sabía ni qué pensar. Un dolor interno y externo le acosaba.

¿Estamos muertos? No, mierda, seguimos vivos. Vivos, en el Infierno. 

La carretera...todo aquello era una mierda. Un caos. Una pesadilla. Su mujer al menos estaba vivo, era un consuelo, en cierto modo. Le sujetó la cabeza e intentó despertarla con cautela.

¿Que qué ha sido? Eso ha sido un ataque orbital por lo menos. ¿Estás viendo todo esta...esta destrucción? Ah, joder. El comisario ha muerto. Artyom, ¡el Comisario ha muerto! Nos van a colgar...nos van acolgar.

Los ojos se abrieron y la luz impactó tan directamente que solo vi el destello cegador. ¿El cielo? Pensé al instante. No, los cabrones como tú no van ahí... Me dijo algo al oído. ¿Que había sido eso? Era la voz de Artuhr, estaba claro, se encontraba cerca... Volví a cerrar los ojos y esta vez los abrí poco a poco. No oía nada, y todas las escenas que sucedían ante mi estaban mitigadas por un largo "PIIIIIIiiiiiiii...." que poco a poco fue disminuyendo. El crepitar de las llamas lo sustituyó mientras cenizas me caían sobre la cara como copos de nieve. Intenté llevarme una mano al rostro pero fue como si tuviera un yunque sobre el pecho. Estaba hecho trizas. Como pude, con gran esfuerzo, me recosté contra un vehículo abierto como una lata.

El chimera estaba frente a mí, diseccionado como uno de aquellos ejemplos de la instrucción en la que los vehículos habían sido cortados por la mitad. Intenté llamar a algunos de mis hombres, pero no fue posible, las palabras no salían de mi boca, no era posible. Me tomé unos segundos y antes de volverlo a intentar. Eres oficial, maldita sea. ¡Reacciona! Era la voz de Artuhr de nuevo, enérgica, decidida, despreocupada, todo lo contrario a lo que ese soldado era. Aquello me izo ponerme las pilas, ningún patán como Artuhr me hablaba en ese tono y vivía para... En aquel momento lo vi. Ahí estaba, en el asiento hecho una masa y atravesado, inidentificable salvo por el brazo que escapaba de entre el asiento y lo que había detenido su camino.

Oh... maldita sea. Me puse en pie y caminé dando eses y clavando la rodilla en tierra hasta llegar al transporte. Un brazo, una pierna, medio cuerpo, y el Comisario... ¿Había sobrevivido alguien? No lo veía con claridad, la visión estaba borrosa, pero el interior del chimera parecía un matadero industrial. La suerte del tanquista... Esta vez sí fue mi propia voz oída en mi cabeza. Es el final que espera a los nuestros... Alargando una mano puse dos dedos en el cuello del Comisario. Si, estaba muerto. Era definitivo. Pero había que comprobarlo.

Mi cuerpo me dolía como si me hubiera pasado por encima un tren. Pensando sobre eso miré hacia atrás y me di cuenta de que había despertado lejos del chimera. ¿De verdad salí volando hasta ahí? Es un milagro seguir vivo... Con cuidado y no poco desagrado, busqué entre los restos de los hombres sus chapas de identificación y recolecté una de cada dos. Luego las guardé en el bolsillo interior de la armadura y exhausto por el esfuerzo caí contra el lateral del blindado resbalando por el hasta quedar sentado. Tenía que recuperarme un poco y emprender el camino tras buscar supervivientes.

     Entre los restos retorcidos de metal en que ahora se había convertido el chimera se encontraba entre otros el cuerpo de Delta-Nu-5. Si hubiese estado consciente sin duda habría elevado una plegaria al sagrado Omnisiah por la partida del espíritu máquina del vehículo, pero no fue así. Tan cerca del Dios Máquina y a la vez tan lejos, pues su parte humana no pudo resistir la sobrecarga de dolor y se sumió en la oscuridad de la inconsciencia para protegerse de daños mayores. Tanta tecnología para acabar sometido a una respuesta fisiológica automática de autoconservación. Aun vivo pero sin sentido, sus procesos de autosanguine se activaron para intentar paliar los daños de su carne herida. Su cogitador craneal tomaría el control de las funciones residuales de su parte mecánica mientras se encontrase en aquel estado.

Susi estaba bien, como su esposo, aunque el había perdido la conciencia. Anele y Elena estaban ayudando a la doctora a mover los cuerpos de los inconscientes a la sombra - están vivos.. es un milagro - dijo entre jadeos por el cansancio que sentía la mujer, estaba al borde de desfallecerse y eso hizo, cayó inconsciente justo al lado de Edd.

El conductor Lars, Susi, Edd y el tecnosacerdote estaban inconscientes pero vivos...

Señor - se acercó a Wolff - ¿Qué vamos a hacer? Estamos a al menos un kilometro de la base, de esta guisa no llegaremos con vida y más con esos xenos horribles... - se humedeció los labios - creo que deberíamos montar un campamento aquí o algo... - se atrevió a sugerir - ¿Y Shuman? No lo he visto entre los cuerpos... esta desaparecido

Al parecer había supervivientes, y del interior del chimera emergió el tecno-sacerdote. Era bastante comprensible que siguiera vivo, de entre todos, el tenía más posibilidades. La gente comenzaba a impacientarse así que puse en marcha órdenes que los mantuvieran activos y nos ahorraran tiempo. Atención escuadra. Dije poniéndome en pie como pude empleando la espalda y la chapa del blindado. Delta-Nu-5, quiero que recojáis todas las armas, los rifles recuperados antes, las pistolas personales de cada uno, incluso la de los caídos. No me gusta pero las necesitaremos. Luego revísalas por si han sufrido daños. Señalé a las dos chicas. Susi, Elena, quiero que barráis la zona alrededor del chimera y me encontréis al resto del grupo, estén vivos o muertos quiero saber su paradero, no dejaremos a nadie atrás. Si están inconscientes me los ponéis en pie aunque sea a puntapiés. Por ahora no parecía haber nadie más. Yo me encaminé la chimera y me puse a buscar por los compartimentos de material mapas y una radio, si fuera posible la del propio blindado, que poder usar.

Bruul abrió los ojos y se sintió mareado; al ir fuera del chimera la onda expansiva le dio de lleno y el la explosión de la munición del bólter pesado le alcanzó en el torso. A pesar de la armadura sentía que las costillas le iban a estallar y le costaba respirar. Los oídos le pitabana todavía, se pudo a cuatro patas y sacudió la cabeza intentando despejarse lo suficiente para ponerse en pie.

Pasados unos minutos se apoyó en los restos del vehículo y se incorporó lentamnete. Una vez en posición vertical miró alrededor buscando a sus compañeros; veía al capitán, a Susi, a Strelinov, ...alguien se acercó y le dijo que fuera hacia la derecha...allí encontró la bota de Jorn, no lo había conseguido, depués de tantos años esta vez no le había traído suerte....no pudo dedicarle má que ese pensamiento, había compñaeros heridos e inconscientes y su fuerza bruta era necesaria para sacarlos de entre los amasijos de hierro.

Artyom apareció entre los restos de un vehículo civil, el soldado temblaba de manera muy notoria y tenía la mirada perdida... no eran heridas físicas sino más bien miedo en estado puro lo que sentía

Stelnikov llegó hasta donde estaban sus compañeros, algunos bastante malheridos, otros, definitivamente muertos.

El Storm Trooper temblaba casi fuera de sí, con los nervios a flor de piel y los ojos abiertos como platos. Si los demás lo hubieran visto... estarían como él.

- Yo... Yo... He..., joder, sombra...- intentó articular malamente el Storm Trooper.

Luego, intentado calmarse, procuró explicar lo que había medio-visto.

- ffff.... la explosión... el chimera... joder, Edd y yo lo vimos después... una sombra enorme... y un grito metálico... Me cago en la p... aquí estamos en peligro...-

consiguió balbucir.

Luego escuchó a la tal Elena, con su idea de quedarse ahí y montar un campamento.

-¡Ni de puta coña me quedo yo aquí!¡Hay algo raro, venido de el Emperador sabe donde y que nos anda rondando por aquí cerca, ¿y tú quieres que nos quedemos a esperarle?¿Armados con qué, con cuatro baratijas saqueadas a unos pobres diablos que custodiaban el portón?!¡Espabila, nos jugamos el pellejo!.-

le gritó fuera de sí a la pobre chica.

Le vino bien el desahogarse, con gritos a pleno pulmón, para descargar algo de adrenalina y pánico. Pero su corazón aún seguía latiendo como alma que llevaba el Diablo pues sentía que el peligro acechaba cerca.

Me asomé desde los restos del vehículo donde estaba buscando objetos útiles y puse orden. !Soldado Strelnikov mantenga la calma y el orden ahora mismo! Dije señalándolo con un dedo acusador. Recuperamos a los supervivientes, las armas y el equipo útil que tengamos y buscamos refugio en un edificio. Y ahí, a cubierto, idearemos un plan, pero maldita sea, necesitamos el mapa de la ciudad, raciones si las hay, el equipo que esté decente y sobre todo los fusiles y las pistolas. !Así que adelante y a buscar! No hay tiempo que perder. Mover vuestros culos. Seguí dentro de la chatarra rebuscando entre la carnicería. Me llevé una manga a la nariz, aquello olía a matadero que echaba para atrás, y encima eran nuestros amigos, familiares. Mierda, ahora tendré que escribir a casa una carta explicando como Artuhr murió heroicamente, y obviando totalmente el hecho de que acabara... como ha acabado de mal. Aparté la mirada y rebusqué por el suelo.

Elena y Anele pronto empezaron a ponerse manos a la obra, se perdieron por entre los restos buscando cualquier útil o pieza que pudiera ser usada para luchar o como parapeto como había ordenado el capitán, pero por desgracia no había edificios cerca como para cubrirse, solo un basto e inmenso desierto cálido y odioso...

El interior del vehículo era un desastre, todo estaba desperdigado, manchado con la sangre de nuestros amigos por todas partes. Había que encontrar las cosas rápido y replegarnos. Miré bien entre los restos y luego en los cajones. ¿Dónde demonios...? Por fin parecía que encontré algo de utilidad. Echando ojeadas a mi espalda para ver si los hombres de la escuadra comenzaban a volver poco a poco en sí, extraje lo encontrado de entre los restos.

Bruul hacía más de maquinaria pesada levantando restos que de buscador avezado.

La búsqueda fue un tanto inmisericorde... poco había que encontrar, metales retorcidos y requemados, restos humanos, pertenencias de civiles de poca utilidad... un sin fin de cacharros que no servían para nada. Fotos, recuerdos, libros, algún que otro juguete de niño... aquellos enseres de alto valor sentimental hacían que cada soldado se sintiera, como menos, triste y abatido, pero aquel espíritu combativo, propio de cada guardia transformaba esa pena en ira y una sed de venganza casi irrefenables.

Tras unos largos quince minutos de búsqueda, tiempo suficiente para que el resto de inconscientes recobrara el sentido, solo Wolf y Elena encontraron algo de utilidad. El oficial al mando recuperó todas las armas perdidas salvo una y Elena trajo consigo comida y agua de un vehículo de suministro destrozado cuya carga sobrevivió...

Faltaban quince minutos para el anochecer.

Lars apenas alcanzó a moverse antes de escupir sangre por la boca. El impacto le había desgarrado el interior de la mejilla y escocía. No era ni de lejos lo que más le dolía del cuerpo, pero era la herida que más notaba. Un sólo vistazo a su alrededor fue demasiado; pudo ver perfectamente que había perdido a su compañero de felonías ante el brutal asalto sinsentido. Escupió sangre de nuevo; le dolían los ojos demasiado como para llorar. Se sacudió el aturdimiento, y apretando los dientes, intentó levantarse. - Piloto de primera Stein reportando, señor. - alcanzó a gruñir.