Partida Rol por web

Acoso y derribo

Prologo

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12/03/2016, 19:50
Lothlouin Greyendil

Me levanto y camino con gran dolor, emprendiendo el camino de regreso. Sin embargo, una vez he recorrido una cuarta parte del camino, me detengo, poniendo una mano en el respaldo de un asiento vacío. Con la mirada perdida, permanezco un instante perdido en mis pensamientos. Pero, como si alguien hubiera dado una palmada ante mi rostro, me sobresalto mirando en derredor, observando cada rostro de este lugar, bajo la carpa. Ni un sólo mediano atrae mi atención, tan sólo los hombres y mujeres con los que he llegado a esta posada abandonada.

Uno, uno entre todos...

Aprieto los labios, tenso la mandíbula. Mi mano, sosteniéndome sobre el firme apoyo de este sencillo mueble de madera, tiembla por la presión. Un palacio, el ambiente en que he sido criado. Estar atento...

La niña. Busco a la niña con la mirada, apartando una gota de sudor que resbala por mi frente y amenaza con llegar hasta uno de mis ojos. ¿Quienes venían con ella? La mujer oculta por sus ropajes, y ese otro hombre... Uno, de entre todos uno... Necesito mi armadura, mi espada, debo... Descansar. Debo recuperarme, descansar. Alzo mi rostro, tomando impulso para caminar de nuevo, soportando el dolor de mi pierna, buscando la puerta por la que he sido traído a rastras. Pero finalmente me encamino en dirección a donde Caelny trata de calentarse al fuego de una pequeña hoguera.

Caballeros... -Saludo de regreso a los dos hombres que parecen estar hablando con ella, preguntándome sobre ellos mientras tanto. Venían juntos, ¿no es así?- Caelny... -Ofrezco mi mano a mi compañera, con gesto serio, para ayudarla a levantarse. Una vez lo hace, aún sin soltar su mano, clavo en sus ojos una mirada extraordinariamente seria- Es tu turno. Y luego... tenemos que hablar.

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12/03/2016, 20:55
Ojo / Airel

Regresa con el grupo tras hablar con la druida, se le veia pensativa como siempre aunque esta vez miraba sus manos parecia estar haciendo cuentas con sus dedos y espera en una esquina cercas de las medianas que cuidan a la bebe para ver si aprendia algunos trucos o consejos de como cuidarla

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14/03/2016, 00:03
Caelny

Endozal también se aproximó a la hoguera, aquella alrededor de la cual charlábamos mientras uno a uno íbamos pasando a hablar con la druida. Finalmente, Lothlouin regresó, cosa de la que me percaté al escuchar cómo saludaba a los hombres que me acompañaban. En ese momento me giré, viendo como me ofrecía su mano con serio semblante. Tomé esta y me puse en pie, no sin cierta dificultad y dolor, escuchando al hacerlo de boca de mi compañero que tras mi turno tendríamos que hablar.

“Tenemos que hablar”, que mal suena eso…

Asentí con la cabeza, temiendo qué le habría dicho aquella druida, y sin pronunciarme me dispuse a dirigirme a la mesa; eso sí, echando la mirada hacia atrás un par de veces, tratando de asegurarme de que mi compañero se desenvolvía bien.

Entonces me senté en aquella mesa, durante unos pocos minutos que parecieron horas, escuchando encriptados mensajes que sólo parecían traer desolación. Una de las primeras cosas que aquella mujer me dijo fue que no tenía que tener miedo, pero al emprender el viaje de vuelta, era el miedo lo que invadía todo mi cuerpo sin remedio.

Regresé despacio junto a aquella pared en la que me apoyara antes, con la mirada perdida y mis rodillas temblando. El dolor del costado casi parecía haber desaparecido, quedando relegado ante un intenso malestar que había aflorado en mi pecho. Mientras me aproximaba, fui mirando a cada una de las personas con las que había llegado a aquel lugar, terminando por mirar a Lothlouin, no pudiendo evitar cerrar los ojos un momento con fuerza, deseando que todo aquello no hubiera sido más que una pesadilla.

Sin mediar palabra, ni terminar de aproximarme al grupo, volví a sentarme en el suelo, apoyada contra una de aquellas paredes, con mis rodillas flexionabas y las manos apoyadas en mi frente; cabizbaja y superada por todo aquello que me había dicho la druida.

Era demasiada la información recibida, y ninguna lo suficientemente específica como para poder hacer gran cosa al respecto. Esperaba poder ir solventando la cosas a medida que sucedieran, aunque cada una de ellas era más terrible que la anterior, pero la peor…

Levanté la mirada ligeramente, durante unos pocos segundos, mirando a mi amigo junto a aquellos hombres.

No puedo permitirlo… No puedo...

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14/03/2016, 00:31
Silver Fullbuster

Al ver a Caelny regresar Silver camina hacia la druida.

- Supongo que eso puede contaroslo mi compañero mientras yo estoy con la druida -dice encaminandose hacia la mediana.

Durante la conversación come una manzana relajadamente, luego se le ve fruncir el ceño, alzar la ceja y levantarse. Cuando vuelve, echa una mirada a Tarkas. "Nada tiene sentido" sigue murmurando. Cuando se aproxima a su amigo y a los elfos esboza una sonrisa descreocupada, como si todo marchara bien. Si bien por dentro estaba furioso y fuera de si, si algo odiaba era sentir esa sensación de mortalidad.

 

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14/03/2016, 06:37
Ojo / Airel

Me quedo vigilando con la mirada a tarkas esperando a que hable con la druida, una vez que este hable con ella me hacerco a el

Notas de juego

avisame cuando ayas hablado con la druida ;P

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14/03/2016, 07:21
Lothlouin Greyendil

Durante la ausencia de mi compañera, permanezco cabizbajo, sumido en mis propios pensamientos y tribulaciones. Tan sólo cuando siento un nuevo escalofrío, recuerdo cubrirme completamente con la manta, buscando atesorar el mayor calor posible. Tengo el pelo y los pantalones aún húmedos, y sin esta manta mi torso completamente al descubierto. Pero lo que más me preocupa es el pasado y el futuro, ese concepto de destino que manejan con tanta soltura quienes ven lo que está por llegar y los que sirven a los dioses.

No soy un muñeco, un títere en manos de una fuerza mayor.

No, me niego a aceptar eso. Soy Lothlouin Greyendil, filo del ocaso y exiliado miembro de la Casa Greyendil, y todo cuanto me sucede no es fruto del destino ni la influencia de los dioses. Sólo hay un responsable de mi situación, el hombre que se aposenta en mi asiento de primogénito.

Por amor.

Esa idea me hunde aún más. Al menos, él fue lo bastante valiente para luchar por aquello que quería. Sin importarle a quién se llevara por delante, eso sí, pero luchó por ello. No era necesario, si hubiera hablado conmigo de ello, si hubiera sido honesto... Habríamos encontrado una solución.

Lo habría hecho... ¿No?

No lo sé. No estoy seguro de que quien está aquí sentado, bajo esta desarrapada manta, sea el mismo que paseaba por los ostentosos salones de la casa Greyendil. Sólo de recordar el modo en que traté a Caelny...

Caelny...

Alzo la mirada, sorprendido, viendo que mi compañera se encuentra a medio camino de regreso. Parpadeo, deseando estar viendo incorrectamente, fruto del sudor y la fiebre. Pero no, esa mirada perdida, ese gesto atribulado, esa forma de cerrar los ojos justo tras cruzar la mirada conmigo... Para mi desconcierto, no acude a mi lado, sino que permanece apartada, comenzando a sentarse apoyada en una pared cercana a una de esas pequeñas hogueras.

¿Q-qué...?

Frunzo el ceño, adelantando el dolor que me va a producir esto, pero dispuesto a afrontarlo sin inconveniente alguno. Encojo mi pierna sana todo lo que puedo, apoyando las manos en la pared a mi espalda, y me impulso como puedo para alzarme. La herida se resiente de nuevo, provocándome una punzada dolorosa. No importa, nada importa, salvo esto. Respirando con fuerza, logro ponerme en pie, agachándome para agarrar la manta, y me aparto de la pared, luchando por afianzar mi paso y caminar a pesar del dolor, con la inevitable cojera que me causa la herida emponzoñada.

Caelny... -Digo sin mirarla directamente, situándome a su lado y apoyando la espalda en la pared. Me dejo caer, lentamente, deslizándome por el muro y tratando de estirar la pierna herida. La piedra araña la piel de mi espalda, pero eso ya no reviste importancia a estas alturas- No respetas los acuerdos... -Digo con tono regio- ...debías apoyarte en mí al regresar. -Añado con una tenue sonrisa, echándole una mirada de soslayo. Entonces agacho la mirada, centrándome en desplegar la manta que he traído, enrollada de cualquier manera- Debes permitir que, de cuando en cuando, salde deudas contigo. -Digo no sin cierta tristeza, emitiendo un suspiro antes de continuar- De lo contrario, llegará un día en que no habrá forma, mortal o inmortal, de compensarte por... todo. -Vuelvo a mirarla de reojo, sin tener claro cómo continuar- No se me da bien hablar de lo que siento. He perdido práctica, desde los tiempos en que paseábamos bajo los viejos olmos, cuando se nos permitía dedicar nuestros días a la contemplación de la belleza, las charlas intrascendentes y el disfrute de la vida. -Comienzo a divagar, por lo que guardo silencio un instante- Pero... yo también deseo cuidar de ti. -Confieso, no sin un gran pudor que se agolpa en mis mejillas- Y... no dispongo de tus innumerables habilidades, pero... -Sonrío, tímidamente- ...tengo una manta. -Alzo mi mano, mostrándole un extremo de la manta con una tenue sonrisa- Y un cuerpo en el que puedes recostarte, si así lo deseas. -Ofrezco, descubriendo que ese deseo sí que anida en mi pecho. El de tener a Caelny apoyada contra mí, ocuparme de que esté tapada y entre en calor, cuidar de ella.

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14/03/2016, 11:20
Tarkas Widokowy

-Fama, honor y gloria para el apellido Widokowy- si, pero ¿a cambio de que?, ¿de una daga en la espalda?, nunca me gustaron las adivinanzas y visiones futuras, son siempre tan complejas, enrevesadas y siempre esconden algo malo.

Vuelvo a la mesa con el resto del grupo sin mirar a ninguno y se sienta en la misma silla, con los codos en la mesa y el mentón apoyado en sus manos entrelazadas.

Todos ellos iban en grupos de dos, yo soy el único que camina solo, ¿como vigilar mi espalda así?, ¿de quien puedo fiarme?, ¿de los agentes de la justicia?, bueno, actúan con la ley en la mano, si, pero eso de hacerse invisibles y acercarse sin ser visto.... no me acaba de gustar, y la mujer de las vendas tampoco me inspira confianza.

¿Los elfos? parecen una pareja entrañable pero mira como están, les han perseguido con un odio y una fiereza palpable, ¿que habrán hecho para este resultado?

Acabo posando los ojos en el enviado de Pelor, ¿podría fiarme de los dioses?, quizás, sus elegidos me han salvado la gorja en algunas ocasiones y del grupo parecían de los que mas me podía fiar, intentare un acercamiento a estos dos caballeros.

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14/03/2016, 11:40
Tarkas Widokowy

Notas de juego

Ya

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14/03/2016, 15:26
Caelny

A pesar de quedarme inmóvil en aquella posición, encogida y cabizbaja, con las manos en mi frente en un gesto de encontrarme sobrepasada; supe que se acercaba a mí. Podía escuchar su fuerte respiración y el arrastrar de su maltrecha pierna, pero aun así no levanté mi rostro. Ni siquiera cuando pronunció mi nombre, castigando su piel al deslizarse hacia abajo apoyándose en aquella pared. Pero escuchar que había faltado a mi palabra me hizo reaccionar de inmediato.

En seguida bajé mis manos y giré mi rostro en su dirección, mirándole con sorpresa y preocupación, sin comprender cuando había sucedido aquello; sin embargo, pronto me lo haría saber con una tenue sonrisa mientras me miraba de soslayo.

Apoyarme en él...

Pero sus palabras no cesaron ahí. Mientras mi mutismo continuaba, comenzó a hablar nuevamente de aquella inexistente deuda, de querer compensarme, a la vez que desplegaba la manta. En otras circunstancias habría replicado, pero no tenía fuerzas, ni físicas ni mentales.

Apoyarme en él...

Le mirada, casi sin pestañear, con un ensombrecido rostro que se oscureció aún más cuando mencionó los viejos tiempos. Sentimientos, extraño tema del que quería hablar, tratándose de él. Escuché con atención lo que tenía que decirme, preguntándome si aquello tendría algo que ver con su charla con la druida. Me quedé estupefacta ante sus palabras acerca de cuidar de mí, sobretodo por aquel rubor que se asomaba en las mejillas, el cual me resultaba algo confuso. Pero no dije nada, no de momento, viendo como entre tenues sonrisas se ofrecía a cuidar de mi con lo poco de lo que disponía.

Entonces comencé a levantarme despacio, y aún agachada en el suelo, le miré a los ojos, a lo más profundo de estos.

- De acuerdo...- acepté, con una seriedad impropia del momento y de mí.

Me senté frente a él, dejando que mi cuerpo reposara sobre el suyo, tratando de no resultar demasiada carga, siendo cubierta por aquella manta. Una vez arropada, cerré los ojos unos instantes, enturbiada por las palabras de la druida, que aún flotaban en mi cabeza. Trataba de ponerles orden, de sacar algo más en claro; pero los brazos de Lothlouin rodeándome me sacaron de aquel embotamiento, abriendo mis ojos y mirando sus brazos sorprendida.

Apoyarme en él...

Sí, quizás pudiera hacerlo. Relajarme un poco, dejar que él cuidara de mí. Cerré entonces mis ojos, disfrutando de aquella agradable y hasta ahora desconocida sensación. Sentía que podría quedarme así por décadas, sintiéndome protegida, relajada, sabiéndole a salvo, realmente cómoda entre sus brazos...

Y al pensar en aquello, mis ojos se abrieron de repente, separándo mi cuerpo del suyo con brusquedad, habiendo tenido una revelación.

Mi debilidad.

N-no deberías... - comencé a decir agitada, disponiéndome a pronunciar palabras que no quería poner en mi boca. - N-no deberías cuidar de mí... Ni siquiera... N-ni siquiera deberías acercarte mucho. No te quiero perjudicar...- terminé por decirle, volviendo a bajar mi cabeza, completamente abatida.

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14/03/2016, 15:34
Malark Bersk

Suspiro de forma audible cuando Silver me deja a solas con los dos elfos para hablar sobre lo que nos ha traído hasta aquí mientras él va a hablar con la druida. No soy una persona que haga amigos fácilmente, ni soy especialmente parlanchín. No me sale. Simplemente.

Sin embargo, por casualidades del destino, o no, el elfo que responde al nombre de Lothlouin monopoliza la atención de la bella Caelny y hace que lo que vaya a decir pierda su interés. O al menos eso parece durante unos segundos. Extiendo mis manos hacia el fuego para recuperar el calor, pero también para dejarles espacio para que puedan hablar. El rostro de Lothlouin se ha vuelto serio, regio, deseoso de proteger a la exploradora de quien, cada vez más nítidiamente, parece profundamente enamorado. Un músculo en mi boca se mueve, casi como una mueca burlona, pues su presencia me ha librado de tener que explicar nuestro origen. Al menos durante unos segundos. Quién sabe si la exploradora volverá a la carga. Yo no sacaré el tema de nuevo, aunque admito que me tengo buenas sensaciones con ella y responderé a sus preguntas si me las hace.

Mientras, observo como el hombre que se hace llamar Tarkas, el guerrero de las dos espadas, aquel a quien la druida ha señalado de entre todos nosotros me observa. Me pregunto qué se traerá entre manos. Qué deseará. Sigo absorbiendo el calor de la hoguera. Me reconforta.

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14/03/2016, 15:47
Lothlouin Greyendil

No me gusta su gesto. No me gusta su forma de mirarme, fijamente, sin parpadear, sin expresión, mientras hablo con ella. No me gusta su seriedad, su rostro ensombrecido, sombras de nubarrones oscuros, de una tormenta que no he visto venir. De una tormenta que, como siempre sucede, no logro combatir.

¿Qué ha pasado ahí dentro? ¿Qué te ha dicho esa druida...?

Sin embargo, finalmente Caelny se incorpora, lo justo para, mirándome fijamente con un gesto tan serio que no soy capaz de reconocerla, aceptar mi ofrecimiento. Se desplaza frente a mí, sentándose entre mis piernas abiertas y apoyándose en mi torso. Siento la humedad de sus ropas en mi pecho, el frío que aún invade su cuerpo, e inmediatamente rodeo nuestros cuerpos con la manta, introduciendo los extremos superiores tras mis hombros para que, apoyado en la pared, se sostengan con mi cuerpo. Llevo mis brazos a los suyos, notando el frío en sus extremidades, y estrecho a Caelny en lo que, a pesar del frío que también siento, desearía fuera un cálido abrazo.

Así permanecemos unos largos instantes. Ella apoyada en mi pecho, intuyo que dejando que sus ojos se cierren para obtener un cierto descanso. Uno que parece necesitar, especialmente tras lo que sea que esa anciana le haya dicho. Me carcome desconocer de qué se trata, no poder ayudar. Ahora cuanto me dijo a mí me parece un asunto baladí. Aunque vuelvo a pesar en ello cuando, observando alrededor con mi rostro alto y regio, contemplo a ese humano, Tarkas, en pie observando alrededor.

Un traidor.

Uno entre todos...

No puedo evitar permanecer observándole, con la mirada perdida, perdido en mis pensamientos, en las elucubraciones de alguien que no cuenta con información suficiente para descubrir la verdad que precisa, como un hombre extraviado en las profundidades de la más oscura sima, incapaz de encontrar el camino de salida más que tanteando torpemente.

¿Q...? -No cierto a responder, al ver a Caelny incorporarse súbitamente, apartándose de mí con la respiración agitada. Me dice que no debo cuidar de ella, que no debo acercarme. No doy crédito a lo que oigo. ¿Qué está sucediendo? Permanezco inmóvil, consternado, con los ojos abiertos como dos lunas llenas y la boca entreabierta sin saber qué responder. Afirma no querer... ¿perjudicarme? El mundo ha dado la vuelta, tornando arriba a abajo e izquierda a derecha, haciendo que lo bueno sea malo, y que aquella que padece crea estar haciendo padecer. Agacha su cabeza, abatida, y no puedo sino preguntarme qué brujería es esta, a qué clase de influjo, veneno o demencia puede deberse su comportamiento. Lentamente, llevo una de mis manos a su frente, palpándola cuidadosamente con el dorso- No pareces tener fiebre... pero hablas sin sentido alguno. -Le digo, con tono más calmado de lo que palpita dentro de mi pecho- ¿En qué ibas a perjudicarme, mujer, si todo cuanto tengo y cuanto soy te lo debo a ti...? -Replico a sus palabras sin sentido, pacientemente, aunque incómodo al tener que verbalizarlo- Vamos, échate y descansa... Mañana lo verás todo más claro... -Le pido tirando suavemente de ella, rodeándola con mis brazos- Permíteme hacer algo bien, por una vez...

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14/03/2016, 21:08
Caelny

Con mi cabeza gacha, sentada entre las piernas de mi amigo pero sin apoyarme en él, me quedé quieta unos segundos. Impasible, daba vueltas a aquella idea, esa de que estar cerca de él fuera precisamente lo que terminara por destruirle.

Comencé a revolverme bajo la manta, tratando de sacar mis brazos de esta, pero entonces el dorso de la mano de Lothlouin se posó en mi frente; provocando que me detuviera de repente. Enferma, creía que estaba enferma… Ojalá se tratara de eso, de una simple chaladura, pero las palabras de esa mujer…

A pesar de haberle dicho que debería alejarse de mí, de dejar de cuidarme, ahí estaba, palpando mi frente comprobando mi estado; y replicando mis palabras acerca de la posibilidad de generarle un mal.

No me debes nada. Necio, más que necio… Hazme caso por una vez en tu vida.

Emití un profundo suspiro, viéndome arrastrada después hacia su cuerpo mientras me pedía que descansara. No pude resistirme, no siendo lo que realmente quería, pero también estando completamente agotada. Entonces volví a sentir sus brazos rodeándome, escuchando cómo me decía que le dejara hacer algo bien. Aquello me quitó las pocas ganas que tenía de alejarme de allí, a pesar de que pensaba que era lo que debía hacer.

Me aferré entonces a uno de sus brazos, apretándolo contra mí.

- Eres un engreído, pero haces muchas cosas bien… - repliqué. – Pero hazme caso y haz otra… - mi voz comenzó a mostrarse agitada de nuevo. – A-aléjate de mí… H-hazlo. Y-yo no… N-no…

...yo no me veo capaz de hacerlo.

Me giré hacia él, hundiendo mi rostro contra su pecho, sujetando con fuerza aquella manta con ambas manos; sin verme capaz de continuar.

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14/03/2016, 21:42
Lothlouin Greyendil

Finalmente, agotada y abatida, Caelny cede en sus pretensiones, accediendo a recostarse de nuevo. Me afano en cubrirla de nuevo con la manta, colocar correctamente la ropa de abrigo sobre su cuerpo, casi desentendiéndome del mío, del que queda parte del pecho y un hombro al descubierto. Rodeando a Caelny con mis brazos, apoyo mi cabeza en la dura pared, permaneciendo con los ojos abiertos, perdidos en ninguna parte, preocupado por sus palabras, por los deseos surgidos de su interior. No les encuentro sentido, no tal como los expone. Hace tiempo que debería haberse alejado de mí, no debería haber acudido a buscarme para empezar. Es lo que merecía...

¿Por qué ahora? ¿Por qué de este modo?

Vuelve a hablar, en un hilo de voz sin fuerza alguna. Engreído, sí, supongo que es justo admitirlo. El gran señor, el todopoderoso noble, el general, el primogénito. Me llegué a convencer de que todo eso me situaba por encima del resto de simples mortales. Dejé que esa mentira enturbiase mi mente y emponzoñara mi corazón, y ni aún ahora que he perdido todo eso soy capaz de deshacer la mentira de creerme merecedor de algo más que el castigo por mis pecados.

Dime una... -Replico a Caelny, con un tono apagado, carente de vida y de Voluntad, cuando afirma que hago muchas cosas bien- Una sola cosa que haya hecho bien en toda mi vida...

Una sola, por la que merezca ser recordado cuando ya no esté.

Vuelve a pedírmelo otra vez. Siento una punzada en el pecho, cansado, sin ganas ya de luchar. Su rostro se hunde en mi pecho, el mío se sumerge en un mar de desesperanza. "Cuando la derrota inevitable veas a tus puertas, mantente firme, lo único que nadie debe poder arrebatarte es tu dignidad y tu honor". ¿Por qué, incluso ahora, recuerdo las lecciones de mi padre, del hombre que me arrojó al barro en base a una mentira que no quiso ver? Porque eso soy, la suya es la única educación que he recibido, la que me ha traído aquí y me llevará a mi destino final.

Lo haré. -Afirmo con voz inexpresiva, claudicando como el hombre derrotado que soy, sin siquiera mirarla, con la cabeza apoyada en la pared y la vista perdida en el techo de la carpa- Si eso es lo que quieres, me apartaré de ti. Si, al fin, te has arrepentido de lo que jamás debieras haber hecho, si quieres dejar atrás esta vida que nunca debió ser tuya... ¿Que derecho tengo a impedirlo? Regresa a tu hogar, mañana mismo, Caelny. Los asesinos de mi hermano no te buscan a ti, se te aceptará de vuelta. Regresa, con todo mi agradecimiento. Demasiado tiempo has tardado en darte cuenta... de que no hay un futuro, allá donde voy.

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14/03/2016, 23:36
Endozal Fik
Sólo para el director

Notas de juego

Cuando habla con los elfos y la pareja de aventureros revelandoles lo que le ha dicho la anciana estudiaría sus reacciones. Las de los 4. Las tiradas de averiguar intenciones tanto en reacción como en respuesta las dejo en tus manos.

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14/03/2016, 23:41
Endozal Fik

La tensión comenzó a crecer en la sala, tanto los elfos, el duelista como él habían salido de la conversación con la druida con dudas que parece que superaron sus defensas emocionales. Hasta en la pareja elfa, que hasta hacía pocos instantes se apoyaba mutuamente y parecía haber entre medias algo más que una amistad y compañerismo, había rechazado el abrigo y cuidados de su compañero herido. ¿Tan profundo habían calado sus palabras sobre nosotros? Si sus conversaciones habían estado al nivel de la suya, la desconfianza en este improvisado grupo iría en aumento, crecerían las disputas y su enemigo, aquel que quería ver muerta a la pequeña, les vencería con facilidad.

Era el momento de recuperarse a si mismo, de recobrar la seguridad y la profesionalidad que le habían caracterizado hasta que comenzó esta última y catastrófica misión. Aún no había acabado. Había una fuerza oculta y poderosa detrás de todo lo que estaba ocurriendo y debía recuperar las riendas de su misión, no dejarla más al azar y volver a utilizar su cabeza con sentido común y estar alerta.

Volvió su vista hacia la pobre criatura, la mayor afectada por sus acciones y se acerco amablemente hacia las ancianas para ver si se había dormido y podría descansar tranquilamente por una noche. Posiblemente la última noche en una gran temporada. La acarició en la cara y se puso triste al recordar como había acabado con ellos huyendo del hogar donde habría crecido y se hubiera convertido en una doncella, donde su mayor problema sería convencer a sus padres para que le permitieran desposarse con el chico del que se hubiera enamorado. Y ahora sin embargo su futuro era incierto y sus vidas estaban ligadas mortalmente. Debía protegerla a toda costa.

Se recostó viendo como las ancianas la cuidaban, la alimentaban o la hacían reír y se quedó pensativo. ¿Quién de entre todos los que están en la sala querría verla muerta? Estaba claro que lo que ganaría sería mucho oro y que el que matará sin piedad a una niña no debería tener un perfil de moralidad muy alto, pero hasta el momento había adoptado unas altas dotes interpretativas, tan bien era cierto que al estar tan preocupado por todo lo que había estado sucediendo no había deparado en que debía estar más atento al presente y que su especialidad era descubrir a la gente y entregarla a la justicia.

Se frotó unos segundos la cara y comenzó a enfocar la situación paso a paso. Uno entre los presentes en la sala iba a acabar con su vida y con la de la pequeña. Debía a empezar a retroceder en su mente hasta el momento en que ocurrió el incidente del camino. En ese momento se encontraba huyendo con Airel. Era una persona peculiar, un tanto reservada pero muy buena en combate y por lo que había oído en su red de informantes al igual que él nunca había tenido problemas en acabar una misión con éxito siempre llevando a los criminales ante la justicia, si había echo encargos de asesinato para corruptos o grupos criminales, había sido algo que nunca ha salido a la luz. Curiosamente comenzaron a trabajar juntos para esta última misión, la única en la que había fracasado y había sido engañado hasta aparecer ella en su vida no había tenido tantos problemas. Pero al igual que el mismo estaba pensando en esto ella misma podría pensar lo mismo de él. Ser demasiado sobreprotector con la niña lo podría poner contra las cuerdas con ella ya que le haría sospechar y lo mismo podría ocurrir al revés. La había visto cuidando todo este tiempo a la pequeña y podía haber acabado con su vida y la de la niña en cualquier instante, pero no lo hizo la protegió tanto como lo pudo hacer él. Se la notaba preocupada por ella al igual que lo estaba él, hasta ahora había confiado en ella y no podía dejar de hacerlo ahora.

Continuó proyectando su recuerdo hasta el momento de la batalla, nunca había visto un enfrentamiento directo acabar tan rápido contra una persona acorazada. Tarkas el Maestro de Armas, sin duda ese nombre era merecido. Era el único del grupo que no parecía ser perseguido ni demolido a golpes por nadie y que simplemente su camino se cruzó con los perseguidores de la niña y que un supuesto malentendido acabo con un duelo. No conocía apenas nada de ese hombre, ni motivaciones ni la razón que le había llevado a ese lugar pero en cierto modo tenía una especie de código moral un tanto extraño pero un código moral que le hacía presentarse ante las autoridades con su victima del duelo, aunque sea un criminal capaz de matar a una pequeña criatura. Una persona peculiar que no ha compartido aún con nosotros que estaba haciendo en el camino y apenas se ha introducido.

Aunque bien pensado el único que ha compartido información he sido yo, el resto de la gente apenas se ha presentado por desgracia. En cierto modo estarían todos exhaustos y hambrientos con sus propias preocupaciones para compartirlas.

Sonrió levemente cuando recordó cuando disipó su invisibilidad delante de todos, las circunstancias le habían obligado a tomar esa medida para tomar cualquier medida necesaria en caso de que la pequeña fuera agredida, pero esa acción y el aparecer con la bolsa de monedas en la mano con el amuleto no le debieron dejar en buen lugar, ni aún menos ser digno de confianza. Al recordar el amuleto recordó que tenía que dibujarlo en su cuaderno que ahora mismo se encontraba en la estancia vacía junto a su chaqueta. Aún tenía el recuerdo de aquel diseño que no había visto antes en ningún otro sitio.

Continuó avanzando en su recuerdo, tras el combate apareció la pareja de elfos. Él malherido y envenenado parece provenir de una familia noble, por las palabras que fue casi balbuceando y el apellido de su casa, y además de alta cuna al no rebajarse a montar en la mula de Airel. Pero al igual que comentó que ya no lo era, parece ser que ha sido exiliado y además vistas las heridas y el veneno impregnado en su pierna, lo quieren muerto. Esto me lleva a pensar que pueda ser el heredero de su familia y le hayan traicionado para llevarle a este extremo. Hasta parece perdido estando aquí entre los medianos. Parece que nunca haya vivido lejos de sus compatriotas elfos. Ella sin embargo parecía que perdía la vida por él, se la veía también testaruda, ya que aún estando un poco mejor que su compañero envenenado no aceptaría ninguna comodidad si él no la aceptaba antes. Parecía encadenada a él y por lo visto tras sus últimas reacciones la anciana, le había comentado algo al respecto. Se la veía fuerte y muy capaz pero saltaba a la vista cual era su gran debilidad. Imaginaba que habría una fuerte historia de amor entre ellos tiempo atrás y que sus estatus sociales, si su proyección sobre él era correcta, les habrían separado, hasta hace poco tiempo. Todo sobre ellos eran deducciones, de sus bocas aún no había salido ninguna información sobre qué les había acosado tan duramente. Necesito más información sobre ellos para valorar si son un peligro para la niña.

Los últimos en aparecer aparte de él mismo fueron la pareja extraña de aventureros, Malark y Silver, ambos heridos y hasta ahora sobre los que menos sabía. La poca información que conocía era que el llamado Malark era un sacerdote de Pelor, llevaba el emblema a la vista, que había agotado todas sus plegarias del día, por lo demás era taciturno y se veía muy pensativo, daba hasta la impresión de que había sido herido interiormente al ver que no era capaz de ayudar a todos los que estábamos heridos. Por otro lado su compañero Silver es otro personaje un tanto peculiar. Apenas lleva ropa encima y parece inmune al frío, cualquiera tal y como va él estaría apunto de acatarrarse. De voz amable y conciliador ha comenzado a establecer conversaciones con los diferentes miembros del grupo pero a la hora de poder relatar la situación de ambos a aprovechado a alejarse hacia la anciana y su compañero no ha dicho ni palabra. También cabría destacar que es un usuario de la magia, seguramente arcana ya que no lleva ningún símbolo sagrado sobre él. Si consiguiese confirmar que Malark es realmente un clérigo de Pelor no debería desconfiar de ambos, dudo que un seguidor de Pelor acompañe a un asesino, y posiblemente sea un buen apoyo para proteger a la pequeña si decidiera acompañarnos en nuestro camino.

Había recorrido en su pensamiento todo lo ocurrido pero sabía que algo no encajaba, sus nuevos compañeros no tenían a primera vista el perfil de matar a ninguna criatura inocente. Eran siete los que se habían unido y supuestamente uno de ellos los estaba engañando. Además de ellos habían traído el cadáver del líder de los mercenarios, ese deleznable asesino. Había confirmado con sus propios ojos que había fallecido, pero en este mundo en el que vivían fallecido no era suficiente. Deberían priorizar el deshacerse del cadáver. Bastante tétrico era ya el tener que llevarlo con ellos como para que encima pudiera ser un peligro añadido en el camino.

Volvió a repasar mentalmente las palabras de la anciana Haces muy bien en desconfiar, el traidor está con vosotros. ¿Y si no era parte del grupo, y si algo estaba alrededor de ellos vigilándolos y no lo habían descubierto? Era una posibilidad remota ya que la anciana había mencionado que necesitaría de su ayuda, seguía sin encajarle.

Se levanto de su sitio y escucho como los elfos se medio enfrentaban entre ellos. Ahora sabía de que huían. Y ese día ya había sido suficientemente largo como para intentar conversar con ellos sobre de donde venían y que harían al amanecer.

Se levantó de su sitio, besó en la frente a la pequeña ya dormida en brazos de una mediana y se acercó hacia donde estaban la pareja de elfos y los aventureros y se agachó delante de ellos para evitar que se confrontarán. Era mejor que descansarán y al amanecer retomaran todos sus asuntos, ya fuera juntos o cada uno por su lado.

- Siento interrumpiros, imagino que las palabras de la anciana os habrán impactado. Estamos todos cansados y esas palabras podrían influir negativamente en las relaciones entre nosotros. Intenta decirles lo más suavemente posible para no aumentar las tensiones entre ellos. A mi me acaba de decir que cuando más necesite a uno de vosotros acabará con mi vida y con la de la niña. Uno de los que hoy nos hemos reunido, no se en quién puedo confiar pero sin embargo ante mi se hayan otros 5 potenciales aliados que me pueden ayudar a salvar a la pequeña. Ni siquiera sé si seréis uno de vosotros a los que ahora tiendo la mano los que acabareis con nosotros, mi intuición me dice que no, y no me gusta trabajar acompañado, pero si no me arriesgo la vida de esa niña acabará demasiado pronto. Sin quererlo estas últimas palabras le entristecen y rápidamente intenta recomponerse. Lo mejor sería si nos sentáramos todos en la mesa y simplemente nos alimentemos para terminar de recuperar nuestras fuerzas y después nos retiremos a descansar. Veo que en vosotros hay algo intenso que os une y el malinterpretar unas palabras os podría perjudicar, tanto a vosotros como a todos los que están aquí. Por lo que acabo de oír a vosotros también os están siguiendo al igual que a nosotros, y cuanto más tiempo pasemos sin descansar para poder salir de aquí lo antes posible, es tiempo en el que estamos poniendo en riesgo la vida de nuestros amables anfitriones. Espero que consideréis mis palabras y que retoméis vuestra conversación una vez hayáis descansado y con la mente más calmada, hoy estamos todos agitados. Tras acabar de dirigirse a los 4 se levanta y vuelve a dirigir su mirada hacia la pequeña.

Se acercó a una mesa que dispusiera de suficientes asientos para el grupo e invitó a Airel y a Tarkas desde la mesa que se unieran a él. - Sería bueno que nos sentáramos juntos a comer y descansáramos. Al amanecer con la cabeza más despejada decidiremos nuestro destino si os parece. Esperaba que el grupo se uniera a él, lo peor que les podría pasar es que crecieran las tensiones que solo pudieran beneficiar al traidor que se encontraba entre ellos.

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14/03/2016, 23:50
Silver Fullbuster

Silver empieza a reir ante las palabras de Endozal, se siente algo avergonzado, los humanos son criaturas fragiles y aun asi, este humano ha mostrado mas valor que nadie en esta sala.

- Sospecho que la anciana nos ha dicho a todos lo mismo... ¿Pero sabes que? Tienes razón, incluso aunque entre nosotros siete estuviera un traidor, todavia tenemos cada uno 5 aliados potenciales. Celebremos y relajemonos, no dejemos que los presagios oscuros nos amargen la existencia.

Sobre nuestra historia, bueno, yo siempre he sido una persona curiosa y aventurera, un metomentodo, como me suele decir Malark. Inicie mi carrera hace 10 años, a los 16, asi que ya me considero un veterano. Y bueno, conoci a Malark en un pueblo que iba a ser atacado por un nigromante y sus no-muertos... fue divertido, no solo tuve que combatir no muertos sino algo mas duro, hacer entrar en la mollera de Malark que iba a ir a por el nigromante, le gustase o no le gustase. -en ese momento miro a Caelny y a Lothluin, como queriendoles hacer llegar un mensaje- Y menos mal que lo hice, o si no Malark hubiera caido aquel día.

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15/03/2016, 00:28
Malark Bersk

Ni gracia me hace el comentario de Silver. Me hace daño por dentro. Pero entonces mi cerebro, rápido como el rayo me grita: IDIOTA, ES UNA DE SUS BROMAS. Me enfado. Pero no tanto con él como conmigo mismo por ser inmune al sarcasmo y a las bromas. Simplemente pasan sobre mi. Los dobles sentidos y las hipérboles me desencajan, pero supongo que soy demasiado orgulloso para aceptarlo delante de nadie.

Me siento cansado.

Silver tiene razón, sin embargo en una cosa, parece que la druida nos ha dado el mismo mensaje a todos y ha señalado a Tarkas tras hablar con nosotros. Pero, ¿no es acaso demasiado evidente? Desde luego que podría ser el asesino, pero todo resultaría demasiado sencillo. Además, de querer matar a la criatura podría haberlo hecho antes. No. Algo se escapa. Está claro.

Acepto sentarme en la mesa. No ofrezco ayuda al elfo a levantarse como antes. Estoy algo harto de su orgullo. No así de la devoción de su compañera, pero no quiero entrometerme. En cuanto salga el sol le sanaré y todo estará arreglado.

Mientras camino hacia la mesa contesto a Silver, intentando parecer sarcástico, pero no lo parece. No puedo hacerlo, pues no estoy acostumbrado. Eres tú el que hubiese muerto si no hubieses tenido a un servidor de Pelor a tu lado. El poder del sol es tu salvador. No lo olvides.

Me siento en mi sitio. Suspiro hondamente. Endozal tiene razón. Demasiada tensión en el ambiente. Dame fuerzas señor para lograrlo. Pienso para mis adentros. Está bien. Mi nombre es Malark Bersk y soy un servidor de Pelor, el todopoderoso dios del sol, e inquisidor de su iglesia. Persigo el mal allá donde se esconda, sin importar lo lejos que esté y destruyo su forma más elemental y aberrante: la no muerte. Probablemente una de las frases más largas que he dicho desde que nos hemos encontrado. Mientras pronuncio no muerte no puedo evitar acariciar mi símbolo solar que representa a mi deidad. Me reconforta.

Me reclino en la silla y bebo de mi jarra que acabo de llenar. No sé cómo acabará la noche, pero mi maza estará preparada si es necesaria.

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15/03/2016, 01:48
Caelny

Refugiada en el pecho de mi compañero, apretaba aquella manta con mis manos, tratando de descargar en ella toda mi tensión, de no dejarme ahogar entre lágrimas; sacando fuera toda esa angustia anidada en mi interior.

Lo haré.

Al escuchar aquellas palabras, no sentí alivio alguno. ¿Acaso no era eso lo que le había pedido? ¿Qué se distanciara de mí para que así no pudiera salir mal parado en toda esta historia? Pero no se detuvo ahí, y continuó hablando, haciendo que levantara mi cabeza y le mirara desolada mientras cada una de aquellas palabras se me clavaban en el pecho; no pudiendo estar mi amigo más equivocado.

Arrepentirme…

Querer dejar esta vida…

Darme cuenta de que no hay futuro con él…

Nada de eso es así. Más bien, es totalmente al contrario.

Lothlouin ni siquiera me miraba, pero aun así continué mirándole mientras pensaba en sus palabras. No me había entendido. Siempre pensando en que él me debía algo, en que yo debía de arrepentirme en algún momento, nunca había logrado convencerle de lo contrario; y ahora, con mis palabras, había justificado éstas haciendo uso de aquellos pensamientos tan arraigados en su mente. Le quería a salvo, pero no con aquellas ideas equivocadas, no con él pensando que para mí todo este tiempo juntos había sido un error. No, eso no. Además, no tenía la más mínima intención de alejarme demasiado, regresar a casa nunca había estado en mi mente; sólo volvería el día que me dispusiera a probar la inocencia de Lothlouin.

Pero en ese momento, antes de poder aclarar algunas cosas, Endozal se aproximó a nosotros y a la pareja de hombres de cabello plateado, poniendo las cartas sobre la mesa. Me giré al escucharle, atendiendo a todo cuanto decía, sorprendida ante su afirmación de que las palabras de la druida podrían influirnos negativamente. Ciertamente, no sabía qué era lo que debía hacer con toda aquella información inconexa, pero mi primera reacción había sido la de intentar proteger a Lothlouin, aunque fuera yendo en mi propia contra.

También me asombró el modo en que Endozal se había tomado aquello. Donde la mayoría vería un traidor, él era capaz de ver cinco posibles aliados, lo cual era más que admirable. La druida parecía haberle dicho que alguien intentaría matarlos a él y a la niña, provocando que mi boca se abriera por la sorpresa, preguntándome si acaso no serían aquellas las vidas entre las que tendría que elegir…

Nos invitó entonces a descansar y dejar todo aquello para el día próximo, pero en un momento dado se dirigió expresamente a mi compañero y a mí. Afirmó con convicción que algo intenso nos unía, y nos advirtió sobre que malinterpretar los mensajes recibidos podría tener consecuencias perjudiciales para nosotros. Entonces me giré, buscando los ojos de Lothlouin, mirándole avergonzada unos segundos, mientras una de mis manos soltaba aquella manta para buscar nuevamente su brazo, apretándolo suavemente a la altura del antebrazo.

Endozal también hizo mención a que tanto nosotros como su compañera y él éramos perseguidos, por lo que era más importante si cabía que descansáramos. Finalmente volvió a invitarnos a descansar y a unirnos a aquella mesa donde poder conversar todos juntos, pero justo antes de retirarse también intervino el impúdico hombre de la melena, Silver. Este se mostraba igualmente optimista, expresando abiertamente que no dejáramos que los oscuros presagios amargaran nuestra existencia. Agaché la mirada ante ello, pensando en si no me había precipitado demasiado, si los árboles no me estarían permitiendo ver el bosque.

Volví a alzar mi rostro cuando empezó a relatar cómo había conocido a su compañero Malark, contando que se había enfrentando a un nigromante y su orda de no-muertos que atacaban el pueblo en el que se encontraba el clérigo, señalando que una de las más arduas labores había sido convencer a este de que se enfrentaría a aquel ser quisiera él o no; gracias a lo cual su compañero había salido con vida. Durante sus últimas palabras, nos dedicó una significativa mirada a Lothlouin y a mí, justo cuando hablaba sobre cómo había apoyado a su compañero de forma incondicional.

Traté de dedicarles una sonrisa a cada uno de aquellos hombres en agradecimiento por sus palabras, agradecimiento que esperaba hacer patente de otra forma en cuanto tuviera ocasión. Poco a poco se retiraron a la mesa, inclusive Malark, quien parecía replicar a las palabras de Silver mientras se unía a los demás.

Me giré otra vez para mirar a Lothlouin, girando también mi cuerpo, sentándome con las piernas flexionadas hacia un lado frente a él. No sabía muy bien cómo explicarme, cómo hacerle saber todo cuanto quería que supiera.

- El día que nos conocimos… - comencé a decir, hablándole en voz baja, respondiendo sin que aún lo supiera a su petición sobre que le dijera algo que hubiera hecho bien en su vida. – Me había quedado sola junto a aquel árbol del que había caído el nido, después de que uno de mis compañeros matara a la madre mediante aquella honda… Estaba nerviosa, no sabía qué hacer, e intentaba torpemente recomponer el nido cómo podía… Y apareciste tú, preguntándome qué me sucedía, mirando curioso aquellos pájaros que no dejaban de piar pidiendo comida. Me ayudaste con ellos, arreglamos su nido, les alimentamos, ese día y los sucesivos… Hasta que un día echaron a volar… - esbocé una tenue sonrisa mientras le miraba. – Pero eso no es todo… La Batalla de Eyllisanea… Escuché sobre como fuiste reprendido por no replegarte antes, todo por proteger a aquellas gentes que se encontraban en lo más profundo del bosque. O tu duelo contra el Señor de la Casa de Aeravel… Que tenía amedrentado a cuanto elfo de clase baja que habitaba en sus tierras… No te he perdido la pista durante todos estos años, o al menos no del todo…

Hice una pausa, pensativa, no tardando demasiado en volver a mirarle, haciéndolo con gesto serio.

- Quiero que me escuches bien… Jamás me he arrepentido, ni me arrepentiré, de la decisión que tomé saliendo a buscarte. JAMÁS. – dije contundente, clavando mi mirada en la suya. – L-la druida… - retomé la palabra, un poco nerviosa. - Me dijo muchas cosas, pero… Entre ellas que sobreviviría o no a un ataque, y… Que existía la posibilidad de que este se volviera contra tí… Que algo malo podía sucederte… - agaché otra vez la mirada, intentando quitarle importancia a las palabras de la anciana, concentrarme en los consejos de Endozal y Silver.

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15/03/2016, 07:21
Ojo / Airel

Airel se mantenia reservada como de costumbre, no aprueba el comentario de los demas al comentar todos que habia un traidor en la mesa, ella tenia su punto de vista y sabe que hay muchas razones para matar

No concuerdo con ese punto Fik, mi experiencia me a llevado a descubir que hay varias razones y circustancias donde una persona puede llegar a ser peligrosa para los que le rodean o depocitan su confianza en ella,  solo es necesario saber que podria empujarlo a cometer ese error y evitar que esto llegue a ocurrir, ciertamente la mayoria somos extraños entre nosotros y tenemos a alguien dentro del grupo que podriamos recurrir o por quien preocuparnos, en este caso esta persona ya sea por su mano o su descuido podra ponernos en un situacion peligrosa y posiblemente mortal, eso no quiere decir que sea un traidor solo que sera una carga o una molestia en algun momento, claro esto no tiene por que ser siempre asi, supongo solo ocuparemos descansar y meditar, y mañana puede que las ideas como el cielo esten mas claros

esperaba no haber sido muy tajante, en resumen decia que todos eran una posible amenaza para si mismos o para el grupo y no por malicia si no por incompetencia, cincluida ella misma que solia extremar sus precausiones

Supongo lo mejor seria presentarme tanto como paresca adecuado, se me conoce como airel, en otro circulos se me a nombrado como el "irirs rojo" admito haber terminado muchas vidas asi como protegido otras tantas, puede que tengamos tiempo para conocernos mejor, considero cualquier peticion de mi hacia otros como un favor y tambien cualquier cosa que se me pida como tal, no me gusta tener deudas de ningun tipo

airel desvia su mirada hacia tarkas casualmente mientras habla

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15/03/2016, 09:56
Lothlouin Greyendil

Termino de aceptar la derrota, de claudicar ante las pretensiones de Caelny, cuando oigo una voz de entre todas las presentes. Demasiado cercana, como para ignorarla. Giro mi cabeza, descubriendo a ese humano, Endozal, el hombre con la rara habilidad de volverse invisible. En un tono conciliador, ese que desapareció de mi hablar hace muchos años, nos insta a no dejar que las palabras que la anciana druida nos ha ofrecido perjudiquen nuestro ánimo y las relaciones que nos unen. Sabias palabras, para ser humano. Desconocía que conocieran el valor de la paciencia. Hay demasiadas cosas que desconozco, de ellos.

Para mi sorpresa, nos relata abiertamente lo que la Druida le ha dicho, que uno de nosotros acabará con su vida y la de la niña cuando más lo necesite. ¿Es prudente mostrar de ese modo lo que sabe? Pronto veo lo que busca. Mi ceño se frunce ligeramente, pues su intención no es otra que centrarse en la cara opuesta de la moneda. En lugar de buscar al traidor, calibrar a los aliados, aquellos que podrían oponérsele. No estoy del todo convencido de que sea la más sabía de las estrategias...

A pesar de ello, nos habla del peligro que traemos a las vidas de nuestros menudos anfitriones. Hago un barrido por la sala, viendo cómo esos medianos se entretienen y disfrutan de la fiesta. Nos han ayudado, en el peor de nuestros días, justo es pensar en ellos y exponerles lo menos posible. Es una cuestión de honor, y eso es de las pocas cosas que no han podido arrebatarme.

Lo único que me queda.

Endozal nos invita a sentarnos a la mesa, comer, y posteriormente descansar todo lo posible para partir mañana lo antes posible. Medito la idoneidad de su propuesta, tanto levantarme del suelo y de esta pared como presentarme correctamente y hablar de cuanto me ha dicho la anciana. Silver aprovecha para comentar que, por lo visto, todos podemos haber recibido el mismo mensaje. Sin embargo, ¿qué sentido tendría? Ninguno en absoluto, que el traidor lo hubiera recibido también... Pero él nunca lo confesaría, obviamente, y ahora que conoce la revelación está sobre aviso.

Silver habla de sus orígenes, de cómo conoció a Malark. Éste aprovecha la introducción para hacer lo propio, como servidor de su Dios Pelor y perseguidor del mal de la no-muerte. He conocido ese mal, en los bosques de Campoalto, y no es agradable. Una aldea entera, arrasada. Hombres, mujeres, niños... Tuvimos que ofrecerles el último descanso, por la espada y el fuego, pero no encontramos al responsable. Yo, al menos, como era mi deseo. Nuestros montaraces trajeron su cabeza siete meses más tarde. Pero cualquiera que dedique su vida a combatir ese mal, merece el mayor de los respetos.

Si es que cuanto dice es cierto...

Es cierto, las palabras de la druida nos condicionan. Saber de un traidor entre nosotros, sin ser posible determinar su identidad, nos condiciona. Al menos, Caelny estará muy lejos cuando ese traidor decida actuar...

Y entonces, oigo su voz. Se gira hacia mí, mirándome fijamente, como hago yo hacía ella sin comprender. Me habla de un hecho acontecido hace años, décadas, en un momento de mi vida tan lejano que parece protagonizado por otro hombre. Ese nido, esas pequeñas aves, esos días que pasamos dedicados a la tarea de cuidar a otros. No lo he olvidado. Pero ese hombre no soy yo, ese joven elfo enamorado de la vida se desvaneció entre acero y textos arcanos, sucumbiendo a la arrogancia de la nobleza y al orgullo de su casta.

Eyllisanea...

Ese nombre me golpea en el pecho como un ariete. Esa batalla lejana, en la que comandaba una fuerza insuficiente frente a la horda orka, cuando recibí órdenes de mi padre de replegarme hasta Árboldeinvierno para unirme al grueso de su ejército y volver a la ofensiva en ventaja. Estaba aquella aldea, con mujeres, con niños, con ancianos. No podían huir a nuestra misma velocidad, algunos ni siquiera podían moverse. Dejarles allí era condenarles a muerte, ¿es acaso hacer el bien, cuando no existe otra salida? ¿Acaso tenía en mi mano hacer otra cosa? Sin embargo, no es eso lo que me hace abrir los ojos, anonadado. ¿Cómo conoce Caelny esa historia? Los datos acerca de mi desobediencia fueron borrados de los registros, y tampoco se encontraba en tierras de los Greyendil para oír las habladurías. Estaba en Sálveryn, custodiando el salvoconducto de paso de los enanos de Awnyel.

Aeravel...

Ese duelo... Uno de tantos, pero aquel que más he disfrutado, pese al alto precio pagado. Uno que se llevó por encima del honor y la competencia, al plano personal, y que a punto estuvo de guiarme hasta la muerte. Palaurin Aeravel era un hombre despreciable, las historias acerca de cuya tiranía para con sus súbditos alcanzaban nuestra casa y avergonzaban a toda la nobleza élfica. Padre le pidió que se moderase, y su respuesta fue tal que me vi obligado a exigirle una satisfacción al honor de mi familia. Caelny, por aquel entonces, recorría los valles de Thalannarest, con mi hermano.

Y sin embargo, sabe de todo cuanto he vivido...

Pero aún hay mucho más. Tras permanecer un instante en silencio, niega con rotundidad haberse arrepentido jamás de su decisión. Incluso niega la posibilidad de arrepentirse en el futuro. Nombra a la druida, y sin desearlo aparto la mirada de Caelny para buscar de forma instintiva a la anciana, recordando todas las tribulaciones que generó en mi interior con sus profecías y visiones del destino. ¿Es eso? Algo le ha dicho, que ha generado tal congoja en su interior. Vuelvo a mirar a Caelny, a tiempo de verla exponer el peligro al que tanto teme, la advertencia de la druida de que, estando a su lado, me encuentro expuesto al peligro. Y cuando guarda silencio, éste se hace entre los dos, consternado observando la caída de su mirada.

Todos morimos... -Digo de pronto, abstraído, apartando mi vista de ella- No hay motivo para temer la muerte, en ella solamente hay certeza. -Expongo agachando la mirada- Es el modo en que ésta venga en mi busca lo que temo. No quiero dejar este mundo cómo un perro, como esos que son abandonados por no ser ya capaces de cazar, falleciendo de desnutrición en la orilla de algún camino, sólos, sin un propósito. -Mi gesto se vuelve sombrío, recordando que era exactamente ese el destino que me esperaba cuando Caelny dio conmigo bajo aquella intensa lluvia, a la sombra del gran roble. Abandonado, tirado en el barro, esperando la llegada del inevitable final. Sin embargo, mi temor y mi deseo va mucho más allá- Ya no soy un noble, pero mi alma se niega a reconocerlo. Si he de morir, y he de hacerlo en algún momento sea hoy o sea dentro de medio siglo, desearía hacerlo por una buena causa. Algo como la batalla de Eyllisanea, como el duelo con el Señor de la Casa de Aeravel… Como la liberación de los esclavos de las minas Torgelhay. -Mis ojos se mueven, con voluntad propia, lanzando una furtiva mirada a Caelny, antes de apartarse de nuevo- Yo también he estado al tanto... -Pagando cuantiosas sumas de dinero a varios de sus compañeros del cuerpo de exploradores, ocultándole los pagos a Padre, simulando que lo gastaba en lujos innecesarios- La druida ha solicitado algo de mí, algo que ninguno de los presentes puede ofrecer. Es un riesgo, pero nada temo, nada, excepto... -Enmudezco un instante, con la mirada perdida en el infinito. Esa mujer, Airel, comienza a hablar en voz alta, pronunciando algunas palabras en una forma que me resulta confusa. Tal vez emplee algún dialecto derivado del lenguaje común, o sencillamente hable mal por ignorancia, no se. Hay demasiadas cosas de este mundo que desconozco. Pero, al igual que los demás, ha decidido presentarse. Un rasgo de educación del que no he hecho gala, pese a mi linaje y la nobleza de la que presume mi alma- No temo a la muerte. Y sin embargo, curiosamente, temo a la vida. -Con un gesto de dolor, encojo mis piernas, ambas, apartándome de Caelny y pegándome a la pared para ponerme en pie. No llego a hacerlo, sin embargo, quedando con una rodilla clavada en el suelo, frente a ella. Cojo la manta, y cubro sus hombros con ella, envolviéndola para resguardarla del frío- Un sólo día, contigo a mi lado, vale más que una eternidad con tu ausencia... -Sentencio, con aire melancólico, sujetando los pliegues de la manta frente a ella. Me acerco y beso su frente, lentamente, y al apartarme aparto la mirada de ella- Ahora voy a cumplir con mi deber y presentarme como dicta el protocolo. Descansa, si así lo deseas, e infórmame de tu decisión por la mañana. -Digo poniéndome en pie, recuperando parte de ese porte distinguido y orgulloso que ha guiado mis pasos por la vida. Espalda recta, barbilla en alto, y camino hacia la mesa soportando el gran dolor de mi pierna herida a cada paso.

Mi nombre es Lothlouin, de la casa Greyendil, hijo primogénito de Lothendal Greyendil “el Intrépido”. -Me presento al alcanzar la mesa, viéndome obligado a apoyar una mano en el respaldo de la silla que encuentro libre, necesitado de apoyo- Capitán de la Guardia Plateada, general de la infantería Greyendil... Hijo de un padre engañado, hermano de un traidor al honor y a la sangre... -Mi rictus se vuelve duro, frío- Falsamente acusado y sentenciado por el asesinato de Valgaler Arandunar, despojado de todos mis títulos y posesiones, desterrado de las tierras de mis ancestros, perseguido por los asesinos y cazarrecompensas al servicio de mi hermano... Condenado a vagar, y a huir, por el resto de mis días. -Creo que eso es todo. Guardo silencio un instante, antes de continuar- Permanecer en mi compañía es un riesgo para todos vosotros. Sin embargo, se me ha solicitado prestar ayuda a quienes protegen a esa infante, ofreciendo mi conocimiento acerca de la vida en palacio, pues parece que es a uno a donde se debe llevar a la niña. Es mi intención hacerlo... -Digo tomando asiento, aguantando un gesto de dolor- ...antes de continuar mi camino.

Callo finalmente, observando la gran variedad de comida y bebida desperdigada sobre la mesa. Tomo un plato de madera, cuyo contenido parecen frutas desecadas, y comienzo a comer con desgana.