Partida Rol por web

Son los pies de un marino diferentes de los de un peregrino. Si los del primero son fuertes, los del caminante son resistentes. Unos tienen que ser impenetrables a las astillas y se curten al aire salado, y los otros sufren el roce continuo encerrados en calzado. Eso valoras, sentado en el borde de un río mientras sumerges tus marinos pies en el agua helada. Las llagas escuecen cada día más, y cada día haces menos leguas.

Tus ahorros menguan, y eso es motivo de preocupación, pero no tanto porque el hambre, el frio, los bandidos y los perros, se interponen en el camino a tu tierra natal, sino porque temes ser alcanzado. Ya está, vuelves a ello, tropiezas en un pozo negro de recuerdos: sólo ves un enorme cortejo funebre, un pueblo entero en duelo, a cuya cola  ves locos, predicadores y plañideras, que siguen una carreta llena de mortajas, y entre las mortajas asoma una mano, que todavía se mueve..

Un rezo en romance te saca del pozo. Cuatro figuras se acercan al río. Absorto no les has visto llegar y están a tiro. Peregrinos. Les conoces, compartistes lecho de paja en Cañaveras, ¿o fue en Alcocer?

Son inofensivos, pero les oíste hablar algo por aquella noche que te llamo la atención.

Muchos días de peregrinación en mis pies me estaban pasando factura, no me arrepentía de mi promesa, pero cada vez se me hacia más difícil cumplirla. Aún me queda más de la mitad del camino y los recuerdos me acompañan a cada paso de mi viaje, había dejado tanta desolación tras de mi que no creía poder olvidar nunca.

Veo a los peregrinos acercarse mientras intento recordar que porque me había fijado en ellos cuando coincidimos. No eran pocos los peregrinos que hacían el camino y algo habían dicho que me hizo quedarme con sus caras.

-Buenos días.. !Válame diós!, ¿Acaso no avemos encontrado a vuesa merced ant en el camino? ¿Va vuesa merced a Burgo de Osma también?  Caminémos juntos, pues.

Ves detrás a otras dos figuras vestidas con hábitos de monje que ya conoces, y a un joven, vestido con hábito también que no conoces.

También recuerdas lo que pasó la noche que les conociste. Amables, habían compartido su pan contigo. Te creían dormido ya y habían estado hablando de ungüentos. Uno de ellos, el más gordo, de nombre Froilán "El Bueno", se había puesto a explicarle al otro, de nombre Pere, como debía untarse un ungüento para no abrasarse. Los motivos por los que debía darse ese ungüento te parecieron oscuros. Se afanaba Froilán a explicar la aplicación a Pere, que por lo visto, en ocasiones se daba en los pies, en otras se embadurnaban bien las manos, e incluso en todo el cuerpo, para cuando "el forno". Te había pareceido oir como a Pere le flaqueaba la voz al oir aquello último. 

- Dirigimonos a Burgo de Osma, puesto que havemos escoltado que de nuestros servicios precisan, pues somos ensalmadores et salutadores. Et cuemo marchábamos a Santiago, encontráse la villa en nuestro camino. -  Volviéndose al cuarto caminante - Aqueste es Godesteo, le dicen el Saludable- 

Recuerdo haberles conocido y la extraña conversación oída sin querer. Me pregunte en su momento que sería el forno que necesitaban un ungüento en los pies para no arder. Más el camino es solitario y portaronse amablemente compartiendo viandas y lecho cuando coincidimos en el camino y siempre es más llevadero andar en compañía.  

- Bien hallado frater - le respondo amablemente - en buena hora nos volvemos a encontrar. Si, llevame mi peregrinación a Burgo de Osma siguiendo el camino del Apostol y me place compartir camino con vuesas mercedes -

- Aquesto, ¿ocurre algo en Burgo de Osma que vuesos servicios allí se precisan? - les pregunto intrigado 

- Saludos, mi buen peregrino. Mi nombre es Godesteo et me dicen El Saludable. ¿Acaso puedo preguntarle de o sodes?- Dice el más joven de los cuatro peregrinos, el único que no conocías de antes.

- Poco sé de lo que acontece en aquellas tierras, más puedo desir que es asunto de lobos, et que fray Tomás se a avenido a llevarme con ellos, ca yo también soy salutador... - 

-...De lobos et de obispos, ca el buen obispo de Burgo de Osma a prometido su bendición... et unos dineros, a quien de lobos libre un condado de aquend lado.- 

Interrumpe Froilán, a quien ya conoces, que llega a donde estáis acompañado por el cuarto peregrino, el llamado Pere. 

Levanteme y volvime a calzar para continuar acompañado, mientras conteste las preguntas fechas por los monjes.

- Nacido na vila de Pontevedra, hermano Godesteo, más face bastante tiempo que marche dela - respondí al joven peregrino.

- En buena hora encontramonos de nuevo hermanos - hablé dirigiéndome ahora a Froilán y Pere

- ¿Lobos, decís?, es bueno entonces que pueda continuar camino convosco, siempre es más seguro viajar en compañía - guiñe un ojo al decir - empero espero que logredes vos los dineros por librar de lobos el condado -

Cargando mi morral a la espalda comencé a caminar de nuevo, dandoles conversación, mientras pensaba para mí, mala suerte la mía, escapo de la enfermedad, para encontrar más problemas en el camino.

El camino se te hace más llevadero charlando con Froilán y Pere. Fray Tomás y Godesteo van por delante, pero no hablando, Fray va recitando rosarios, y Godesteo, parece absorto. De vez en cuando Fray Tomás reza en voz alta, y Froilán, Pere y Godesteo replican al unísono. 

Debéis llegar a Burgo de Osma el domingo por la mañana, por lo que sólo hay un día para el camino, así que Fray Tomás tira del grupo apretando el paso.

También parece curioso por Godesteo, puesto que éste se les ha juntado más tarde durante el camino, y no se conocen de antes como si es el caso de Fray Tomas, Froilán y él. Pero su curiosidad se va volviendo hacía tí según habláis.  Él es de Alicante, y quiere saber de dónde venís...

Pero hace un día radiante -¡Faze un calor abrasador!- interrumpe Froilán a Pere, mirándole y riendo a carcajadas. Éste palidece y calla. 

Ya sólo queda un día para llegar a Burgo de Osma, si bien al principio agradecí la compañía de los frailes en el camino, que con su conversación facían más llevadero el trayecto, la insistencia de Pere por saber de donde venía me esta poniendo nervioso. No se mentir, pero no quiero hablar de Alicante ni de la peste, además tendría problemas si la gente supiera que he estado cerca de la enfermedad.

La interrupción de Froilan fue providencial, Pere dejo de preguntar y quedo en silencio, era el momento de desviar la conversación.

- En verdad face calor Froilan - le contesto - nestos días faimen desear tornar al mar. El calor siempre es menor cerca del agua -

Más me llama la atención la reacción de Pere, y vuelvo a recordar aquella conversación oída a escondidas. Que problema tendrán con el fuego, me pregunto.

Durante el día andando departes tranquilamente con Froilán y Fray Tomás. Menos con Godesteo y casi nada con Pere, que camina ensimismado. Froilán está de buen humor y suelta chanzas que os hacen sonreir a tí y a Tomás. 

Durante todo el día, Froilán no suelta el zurrón que lleva, ni cuando paran para descansar. Cada poco acaricia una de la parte específica del mismo, como si quisiera comprobar algo. Y en uno de los únicos descansos del camino, le ves como saca un tarro del zurrón, que abre  y cuyo interior mira y huele (poniendo cara de asco), para volver a cerrar y guardar. 

Anochece cuando veís el campanario de la catedral de Burgo de Osma, y para cuando atravesáis la Plaza Mayor, siguiendo el arrabal del este, ya es de noche. Fray esta preocupado de que los portones estén cerrados ya, y tengáis que pasar la noche en alguna posada de mala muerte, porque sabe que les acogeran en el refectorio de la catedral como salutadores y conjuradores del señor que son. Por supuesto, estás invitado a acompañarles, al menos por la noche. 

Al llegar a la puerta del este, véis una carreta parada en el portón,y parece que a su ocupante, un hombre enjuto de barba poco poblada que lleva un sombrero, le están gritando los soldados para que aparte la carreta de la entrada.

-¡Non podéis pasar adentro! Si non quitáis la carreta de la entrada al punto, levaremosla dentro para dársela a los monjes et  vos quedaréis fuera!

-..Mas, mas traigo melecinas et hungüentos... que reconfortaren a los peregrinos et buenos omnes que arrivan fatiga...-

-¡Atrás!- Le grita el soldado, mientras comienza a golpear a sus bueyes, y de paso a él, con un palo. 

-¡AY!-

Y se baja para tirar de los bueyes para atrás.

-¡Apresurémonos compañeros!, pues el portón quieren ya cerrar- Dice con autoridad Fray Tomás, que se adelanta a hablar con los guardias. 

Ya estaba anocheciendo cuando divisamos a la villa. Fray Tomas nos metía prisa para que llegáramos antes de que cerraran las puertas y poder dormir en el refectorio. Me parecía buena idea la verdad, era un buen sitio para descansar.

Íbamos un poco justos de tiempo, los guardias le prohibían la entrada a un mercader y su carreta estaba atravesada en la puerta. Fray Tomas se acerco para hablar con los guardias.

Mire a mis compañeros, que también apuraban el paso para poder entrar y me fije en el zurrón de Froilan, me pregunte que llevaría en él que tanto le preocupaba que no había dejado de vigilarlo en todo el trayecto. ¿Tendría algo que ver con el ungüento del que hablaban la primera vez que coincidimos?

Centre mi atención de nuevo en Fray Tomas y en la conversación que mantenía con los guardias y espere que pudiera convencerlos para que nos dejaran entrar, pues no me apetecía dormir en una posada.

Sueñan campanadas. Son las vísperas. Véis que los dos soldados se desgañitan para empujar los bueyes fuera del umbral. Pero los pobres animales no entienden que tienen que marchar hacia atrás y el carretero y sus bueyes siguen recibiendo palos y la carreta sigue bloqueando la puerte.
Fray Tomás pareciera haber fracasado en el intento de lograr el paso y os mira con impotencia. No ha conseguido siquiera entablar conversación con los soldados, que se han limitado a empujarle a un lado, mientras dan golpes a bueyes, carreta y carretero. Las campanas les han enardecido, y quieren cerrar para irse a descansar.

El tañido de las campanas llamando a visperas nos hace saber que será imposible entrar hoy en la villa, y la cara de Fray Tomas lo confirma, habremos de buscar otro sitio donde hacer noche.

Los soldados continuaban golpeando a los bueyes y al carretero y compadezco de ellos, intento ayudarlos a moverse y calmar un poco los ánimos.

- Compadres, tranquilos, dejaime ayudar, no creo que a golpes entiendan los animales que facer - les digo a los soldados, mientras me acerco con cuidado para no recibir golpes e intento ayudar al carretero a moverlos - asin podremos irnos todos a descansar - 

- Frateres, ayudadme con los animales - les digo a los hermanos, que seguro saben manejarlos mejor que yo. - et logo buscareimos una posada donde facer noche, que las puertas hoy ya están pechadas -

Los soldados se quedan perplejos y dejan de respartir palos. 

Fray Tomás, Godesteo y Froilán aprovechan, y se lanzan a ayudarte a tirar de los bueyes. No así Pere, que se queda atrás. 

Con la ayuda de Fray Tomás, Godosteo y Froilán conseguimos mover los bueyes de la entrada.

- Buena noche compadres - les dije a los guardias mientras alejábamos el carro de la puerta

- Maese carretero, ¿sabe vostede por ventura de alguna posada cercana donde podamos facer noche? - le pregunte al carretero por si podía recomendarnos alguna para no ponernos a buscar donde dormir.

Una sonrisa de oreja a oreja te sorprende, que dura unos instantes, como si no te hubiera entendido, antes de decir. 

- Más, ¡mi buen amigo! Non puedo dejar mi carreta sola, ca dentro mil melecinas et ungüentos guardo, et si separárame de ella, algún golfín trataría de llevarse aquello que vendo por un precio razonable, sin pagar... Yo quisiere pasar la noche dentro de la muralla, mas agora, en aquesta vezindat extraña la noche en vela en de passar.- 

Tiene un acento familiar y extraño, que no logras identificar. 

Al fondo, Fray Tomás intenta, suplicando con las manos, que los soldados os dejen pasar por la rendija de la puerta. 

Pero los guardas le empujan y le hacen caer de espaldas, dándose una costalada y manchándose de barro.