Partida Rol por web

Jamal se mantiene en pie a pesar de la tormenta, intentando ayudar a los marineros a manejar los aparejos del barco.

Vaya tirada más mala xD No le he sumado nada porque no se si puedo usar supervivencia para prevenir las olas y buscar la posición adecuada. (+11 en supervivencia)

Sino, me caigo al agua... Aunque he dicho que estaba en la bodega, así que no se como me caigo al agua... xD

Por que me metería yo en esto? Estoy pensando después de ver la tormenta que se avecina, justo cuando las olas golpean el barco.

Nunca había subido a un barco, y me he mareado al poco rato de empezar el viaje. Pálido y con un sabor ácido en la garganta, estoy cogido en el pasamanos del barco cuando una ola me inunda la boca con agua salada. Antes de poder escupirla, otra ola se me tira encima y una sacudida del barco me tira al suelo.

Me levanto otra vez, agarrandome con fuerza al pasamanos y poniendo los pies tan firmes como me es possible, para empezar a echar el desayuno, aguantando el equilibrio como puedo, mientras lágrimas de rabia e impotencia se deslizan por mi cara.

Casi sorprendentemente he conseguido aguantar en el barco, pero tengo claro que en cuanto tenga la oportunidad, me pondré a cubierto y lo dejaré todo en manos de los demás, pues aquí arriba parece que daré más problemas que otra cosa.

Maldita sea... cuando salga de aquí, espero no tener que volver a subir en uno de estos nunca más...

Aanam, al igual que Althalus, no está hecho para la mar. Intenta buscar lugares de protección para evitar "comerse" cada ola. Pero lo máximo que puede hacer es esconderse detrás del mástil.

No habla, pues está concentrado con su tarea, no le hace nada de gracia caerse al agua.

Pese a su nefastas habilidades de grumete Aanam consigue permanecer a bordo, al fin y al cabo, sólo es un temporal.

  El pobre Rantanplan, atemorizado ante este diluvio se queda dónde Ailush lo deja, atado por la barda a más o menos buen recaudo, junto a las pertenencias de Jonova. Antes de que salga volando ante una acometida de otra ola...

Jamal ata unas cuerdas al palo mayor, les hace un lazo en el otro extremo y se la ofrece a aquellos de sus compañeros que parecen menos hábiles.

- PASAROS ESTO POR LA CINTURA - grita entre los rugidos del mar - Y NO OS PREOCUPÉIS POR LOS VOMITOS, EL MAR LOS LIMPIA POR NOSOTROS.

Ante la tormenta, siento como el páico se apodera de mí. Nunca había estado antes en altamar y menos con estos movimientos. De pronto el mundo se me hace inmenso y me veo solo en medio de la inmensa alfombra marina, ya no escucho nada, ni tormaenta, ni gritos. Intento ayudar a mis compañeros pero el terror se apodera de mis músculos y no soy capaz de moverme. Siento que caigo, pero no soy muy consciente de nada. En lo más profundo de mi corazón, espero el impacto frío y húmedo de las aguas...

 Durante lo más duro de la tormenta, cuando Jono empieza a tomar cierta soltura en el violento ir y venir de las olas que asolan la nave ve como Omar tiene problemas, parece desorientado e incapacitado justo cuando una ola especialemtne terrible se le viene encima. Asegurando que la cuerda que la sujeta al poste aguanta se lanza en post del monje.

Cuando un de las cuerdas cae cerca mia la cojo, tiro de ella para ver como de segura está y procuro atarmela con cuidado. Depués de ello sigo agarrado al barco, pensando que podría ser yo quien estuviera en el lugar de Omar. Puesto que la fuerza y la valentía no son mi fuerte, espero que alguien pueda llegar a salvarlo a tiempo.

Gracias a la acción rápida y eficaz de Jono, Jamal y Althalus, Omar salva la piel.

Lo devolveis a bordo vivo. Él da grácias a diós y a todos vosotros y se queda tumbado, recuperándose. Vosotros le protegeis de las olas entrantes para que no vuelva a caer.

El capitán, siempre con cara de pasarlo bien dice:

- Aguantad chicos, ya falta poco!

Al rato, sobrepasais la tormenta. El nervio de la mar cesa y todos respirais tranquilos, salvo el Capitán, porque ya lo hacía des de el principio.

- Hacen falta mil como esta para vencerme. Dice el orgulloso lobo de mar.

Así, pasan los dias y vosotros navegando por un mar cada vez más frío. Llega el momento de usar algo de abrigo, no estais acostumbrados a tan bajas temperaturas.

Durante los primeros días después del... desafortunado episodio, siento una absoluta impotencia y me muestro esquivo e instrocpectivo. Durante el tiempo libre que tenga me dedico a meditar sobre lo efímero de mi existencia y doy gracias al sol por estar vivo. En pocos días voy recuperando mi actitud habitual y cuando llega el frío ya me encuentro animando al resto de mis compañeros con historias de dudosa credibilidad, cantos y bailes varios.