Partida Rol por web

Utilizas con maestría tu bastón, haciéndolo girar de un lado a otro, golpeando con este a uno de los úrgalos que venía a atacarte en toda la sien, tumbándolo de espaldas en el suelo, con el cuello roto en varias partes.

Los demás lo miran y sonrien, mientras lanzan sus ataques contra ti, escondiendo su miedo...

Las espadas de los cuatro enemigos caen sobre ti como una lluvia, abriéndote brechas en varias partes de tu cuerpo, pero aún así, herida, puedes seguir luchando.

Los Úrgalos te miran ahora temerosos, y retroceden unos pasos cuando ven que con todas las heridas que te sangran por todo tu cuerpo, todavía tienes fuerza para luchar.

Bella maldice sus heridas y torpezas. Mucho entrenamiento, pero poca puesta en práctica. Al fin y al cabo, apenas había luchado de verdad. Pero aún así, se mantenía firme, la imagen de Micah no desaparecía de su cabeza y provocaba que su fuerza de voluntad no desfalleciera.

Con un movimiento rápido y mortal, golpeas a tres de los cuatro enemigos que quedaban en pie...

A dos los golpeas en toda la frente, hundiéndoles el cráneo hacia abajo, haciendo que caigan al suelo completamente muertos.

Al otro, tu bastón lo alcanza con su punta en todo el pecho, rompiendole costillas y el esternón, haciendo que este se clave en su corazón.

Un borbotón de sangre salta de su pecho y te mancha de arriba abajo...

Ahora, sólo queda uno, pero al parecer se lo ha pensado mejor y sale por patas, siguiendo a los demás fuera del lugar...

Bella decide que es inútil seguirle fuera, pues lo que ella quiere es buscar a Micah. Aunque tampoco era mala idea intentar que le dijera donde estaba, ahora que estaba asustado. ¿La entenderían?

Sin pensarselo dos veces sale corriendo detrás del último úrgalo.

Corres con todas tus fuerzas, y te sorprende, ya que aún herida como estás, no sientes nada de dolor.

Corres hasta que al final, alcanzas la ropa del Úrgalo que escapa y de un tirón, lo tiras al suelo.

El enemigo tiembla como una hoja mecida por el viento cuando ve tu rostro, ya que aún tienes esa aura mágica de terror rodeándote.

Solo lo diré una vez... Le dice con mirada severa y apuntando con su bastón la garganta de la criatura.

Dónde... está... el niño. Dice vocalizando, pues no sabía si el úrgalo la entendería.

El Úrgalo señala un pasillo que se encuentra al final de la sala, aún temblando...

Después, intenta cubrirse la cara con sus manos, para evitar que lo golpees.

Está claro. Te tiene miedo... mucho miedo...

Eres aterradora.

Gracias. Dice con falsa voz amable, y termina de asestarle el último golpe. No iba a perdonar a nadie que hubiese separado a Micah de su lado.

Luego se dirige una vez más corriendo hacia el pasillo que le había señalado. Desprendiendo fuerza y poder por sus poros. Estaba a tope. Ni siquiera pensaba en lo que podría encontrarse allí.

Corres con todas tus fuerzas hacia el lugar que indico el enemigo, al cual has asesinado a sangre fría... pero claro, eso a ti te importa muy poco.

Lo que a ti te interesa es rescatar a tu amigo... y eso es lo que estás haciendo.

Llegas al pasillo, iluminado por una serie de antorchas con fuego azulado y ves que al final del mismo, hay una enorme puerta doble de madera, con listones de metal y remaches gruesos como tu brazo.

Apoyas la oreja en la puerta y puedes escuchar como dos o tres personas hablan en su interior.

Las personas hablan sobre matar a un prisionero...

¿Será Micah?

La intención de Bella, es entrar. La puerta parece vieja, por lo que no cree que pueda entrar sin hacer mucho ruido. Pero aún así lo intentará, y al oír solo a 2 o 3 personas, la arma de valor para cargarse a todo aquel que pille por delante.

Abres la puerta de golpe y ves que al final son sólo tres.

Tu oído no ha fallado.

Los tres úrgalos levantan sus espadas cuando te ven entrar.

Dos de ellos se colocan justo frente a ti, dispuestos a atacarte mientras que el otro, saca a Micah de detrás de uno de los arcones y coloca su daga sobre el cuello.

Bella se pone en posición de defensa.

No te atrevas a hacerle ni un rasguño, asqueroso amorfo. Le dice en tono desafiante al úrgalo que tenía a Micah.

Luego espera el ataque de los dos úrgalos que tiene delante.

Creo que no eres la indicada para dar órdenes. Dice el que tiene el cuchillo sobre el cuello de Micah.

Los otros dos úrgalos se lanzan hacia ti con sus espadas desenvainadas dispuestos a quitarte la cabeza de encima de los hombros.

Bella se prepara para detener los golpes de los dos úrgalos. Y en cuanto lo hace, se prepara para descargar su furia con ellos.