Partida Rol por web

No se lo piensa demasiado. Coge todas sus cosas y se planta en su cuarto, junto al bicho. Espera encontrarlo dormido al entrar, tal como lo dejó. Una vez dentro, empezará a ojear el libro. No es que la educación hubiera sido una prioridad en su vida y esperaba conocer el idioma lo suficiente como para sacar algo en claro. De todos modos no podía tardar muxo en bajar si es que no quería que Robert sospechara o que Frederick tuviera razones para quejarse de ella.

Comienzas a leer el libro junto al bicho aún dormido en tu cama. El libro habla de los dragones, y de como hace mucho tiempo, estos poblaban el cielo y eran los dueños del aire.

Lo poco que puedes entender, explica como es la cria de los dragones. Dicen que poco a poco, los dragones van creciendo y a los dos meses, pasan de ser una cria a un dragón pequeño. También ves algunos dibujos de dragones, con jinetes sobre él. Dice que los dragones eligen a sus jinetes marcándolos con una marca en la palma de la mano...

Mientras va leyendo va mirando con más incredulidad al bichejo rosa.

Oh, dios mío... oh, dios... Se pone de pie, llevándose el dedo pulgar a los labios mordiendo suavemente la uña, caminando de un lado a otro de la habitación y parandose de vez en cuando para mirar al bicho. No termina de creerselo. ¿Dentro de 2 meses ese bichejo no cabría en su cuarto?

Qué hago... que marrón... Mira la palma de su mano... ¿Jinete yo? ¿De qué? ¿Cómo? ¡Si no sé ni lo que es eso! ¿Qué voy a hacer...?

Dejas de leer por un momento, ya que tienes que bajar por que no puedes dejar a Robert solo mucho tiempo. Dejas el libro a un lado y le tocas la cabeza al dragón, que sigue roncando con la tripa llena.

Bajas por las escaleras y ves que las puertas se abren de par en par nuevamente, y un hombre bastante fuerte entra por la puerta.

Otro extraño personaje entra a la taberna, y se sienta en una de las mesas. Justamente la misma mesa en la que se sento Brom la noche pasada. Va ataviado con ropas de campesino y comienza a pedir unas jarras de cerveza y algo para comer.

Freya se encarga de servir al extraño hombre de la mesa de Brom en cuanto lo tiene todo listo, llevándole un par de jarras de cerveza y un plato con carne asada que deja entre ambos. No vierte ni una sola gota de la cerveza por el camino, aunque tiene que evitar en más de una ocasión la mano larga de algún cliente que ya ha bebido más de la cuenta.

Buenos días. Saluda con una sonrisa mientras se inclina a dejar las jarras y el plato.

Serán 24 piezas de bronce. Anuncia en tono de voz suave y meloso, el mismo que usaría cualquier otra muchacha para hacer una proposición indecente... el mismo tono de voz que usa siempre de forma natural.

Toma bella dama. Te dice mientras suelta tres piezas de plata. Quédate con el cambio.

El jóven comienza a beber un poco de cerveza y a comer un poco de carne mientras te mira como aceptas las monedas que te entrega.

Dime, bella dama, ¿qué se puede hacer aquí en esta ciudad para pasar el tiempo?

Freya acepta las monedas con una coqueta sonrisa de medio lado, guardándolas en su escote mientras apoya las manos en la mesa inclinándose hacia el desconocido.

Ahora mismo estáis en el local más entretenido del pueblo. Por la noche suele haber más ambiente. Se yergue poniendo las manos en las caderas y sacando pecho mientras sigue hablando.

Podéis llamarme Freya, ¿es oportuno que conozca yo vuestro nombre, joven caballero? Pregunta con un ronroneo mientras levanta una de sus manos y acaricia suavemente el borde del escote de su diminuta camisa, mirando profundamente al chico y notando como una conocida llama despierta en su interior.

Mi nombre es Roran, pero me llaman Martillazos. Te dice con una sonrisa. Espero que se anime esto un poco más, por que sino, me aburriré como una planta.

Rorar bebe otro poco de cerveza, mientras te mira levemente el escote.

Te vas a resfríar, Freya. Te dice riéndose.

Freya también se echa a reír mientras da media vuelta para volver a su sitio tras la barra.

No os preocupéis por mí, Roran... Siempre hay alguien dispuesto a darme calor. Guiña un ojo y se contonea de nuevo hacia su lugar, haciendo ondear su melena con una mano.

No lo dudo, Freya, eso no lo dudo. Te dice sonriente mientras te guiña un ojo.

Roran se te queda mirando mientras te retiras, viendo como contoneas las caderas. El chico comienza a sudar un poco, y se seca la frente con la manga de su jubón blanco. No sabe si es la carne que está salada o picante, o si simplemente, has sido tu.

Freya sonríe satisfecha al llegar junto a Robert a la barra, desde donde envía alguna que otra mirada divertida y picarona hacia Roran. Sigue sirviendo cervezas a las diferentes mesas y aprovecha cuando pasa cerca de aquella para sonreír con picardía a Roran, notando como ese deseo que se había despertado en su interior, cada vez cobra más fuerza. Pero no... ahora tenía cosas más importantes en las que pensar... Como un dragón rosa que duerme en su cama, el peligro que puede acecharla y la incertidumbre sobre su futuro.

En ese momento sientes como un ligero pinchazo en tu mente. Acto seguido, tus recuerdos empiezan a aflorar sin que puedas decir nada. No puedes hacer nada mientras van buscando en tu intimidad tus recuerdos más profundos.

Te coges con las manos fuerte de la barra y crees que vas a dejar las marcas de tus uñas allí. Otro bandazo sobre tu cerebro, y muchos más recuerdos quedan a la luz sin que puedas impedirlo.

En ese momento, sientes otro intruso dentro de tu cabeza, pero en vez de mirar tus recuerdos, comienza a luchar con el otro, expulsándolo por fin de tu mente.

Sigue aferrandose a la barra con fuerza, cerrando los ojos para intentar expulsar a quien sea que ha entrado en su mente, algo demasiado complicado para alguien que no ha tenido nunca contacto con algo parecido. ¿Quién sería la presencia que la ayudaba? También intenta identificarla...

Ambas mentes salen de la tuya con tranquilidad. La última, la que te ha defendido, te deja una sensación de tranquilidad. No ha rebuscado en tus recuerdos, sólo ha entrado para expulsar a la otra mente de ti y nada más.

Ahora te sientes un poco más fuerte, como si una barrera protectora protegiera tu mente, pero no crees que eso sea de gran ayuda si alguien quiere volver a hurgar en tus recuerdos.

El extraño jóven sigue comiendo como si nada, pero ahora, notas una suave sonrisa en sus labios.

Cuando el aire llega de nuevo a sus pulmones, se da cuenta de que había estado sin respirar durante ese ataque a su mente. Abre los ojos aliviada y tarda unos instantes en recuperar su apariencia de siempre, seductora e irresistible para casi cualquiera.

Aunque su apariencia y comportamiento parezcan ser los habituales, su mente sigue consternada. Primero toda la aventura de anoche, luego la extraña compañía que ahora duerme en su cama, Brom y su muerte y desaparición, sin hablar del truco de magia que hizo para deshacerse del último asaltante... ¿sería un jinete? ¿Uno de esos que nombra el libro?

Inconscientemente se acaricia la palma de la mano, donde tiene la marca que el dragón había hecho en su piel horas antes.

Y después de todo lo que ya había pasado, ahora alguien intenta meterse en su cabeza para vete tú a saber qué, y ese extraño personaje a quien intentaba coger confianza, sonríe como si supiera lo que acaba de pasar... ¿Y si fuera él quien había entrado en su mente? ¿Y si intentara descubrir si el dragón seguía aquí? ¿Y si busca lo mismo que los asaltantes de anoche?

Un sudor frío recorre su espalda mientras empieza a limpiar jarras. No iba a dejar que fuera quien fuera, descubriera que el dragón estaba allí. No iba a dejar que le pasara nada a esa lagartija rosa escupe-fuego. Esta misma noche abandonaría la taberna. Cogería algunas provisiones, y todavía tenía el macuto y las cosas de Brom.

Pero antes, debía avisar a Robert... se preocuparía por ella y el chico no se merecía algo así.

Deja la jarra que estaba limpiando y pasa tras él, rozando su mano con suavidad para susurrarle...

Tenemos que hablar...

Dime, Freya. Te noto preocupada. Te dice con dulzura. ¿Necesitas ayuda con algo?

La cara de Robert muestra preocupación ante tu frase, ya que no tiene ni idea de lo que puede estar pensando tu cabeza en este momento.

Lo coge de la mano suavemente y lo lleva hasta un rincón detrás de la barra para hablar con cierto grado de intimidad.

Necesito escapar de aquí. Esta noche ha pasado algo y no sé hasta qué punto puedo contartelo... no sé a partir de qué punto pensarás que estoy loca o te pondré en peligro. Sólo sé que esta noche me iré de Carvahall... y no sé cuando podré volver.

Su voz, suave y aterciopelada, suena decidida, aunque su mirada se apena al pensar en la despedida que eso significaba. Entrelaza los dedos de su mano con los de él.

Sabes que haré lo que sea por ti, y si tengo que ayudarte a escapar, lo haré, no te preocupes. Te dice mientras acaricia con sus dedos los tuyos. Tampoco quiero que me cuentes nada, si preguntan por ti, puedo decir que te has escapado en plena noche y que no tengo idea de a donde has ido. Esa sería la verdad y por más que utilicen magia, no podrán sacar de mi mente un conocimiento que no tengo.

Freya asiente, sonriendo con ternura y a la vez con pesar, una mezcla poco usual en ella. Se lleva la mano de Robert a los labios y la besa con suavidad.

Gracias por todo, Robert.

En realidad no sabía qué más podría decirle. Siempre había estado a su lado, apoyándola y ayudándola. Y ahora... ahora debía empezar una nueva vida lejos de él. Ni siquiera sabía si volvería a verlo... Traga saliva ante éste último pensamiento y niega con la cabeza, poniéndose de puntillas y tomando con sus manos el rostro de Robert para darle un suave y corto beso en los labios. Parece que le cueste terminar con el beso, pues el deseo que había despertado aquel desconocido esta mañana en su interior, se había quedado escondido en el rincón más alejado de su corazón... hasta ahora, que sus labios rozaban los de otro.

Luego sonríe y da un paso atrás, saliendo a la vista del resto de la taberna para seguir trabajando.

Roran observa la escena risueño, mientras termina de comer su plato de carne y beberse la última cerveza. Después, se queda un rato allí, sacando una pipa de madera y comienza a fumar algún tipo de tabaco de un olor bastante dulzón.

Con un además de su mano, te llama para que te acerques, mientras rebusca en su bolso algunas monedas.