Partida Rol por web

-Sólo nos alejamos algunos metros para hacer unas pruebas. Mi pelotón ya está listo para la acción.- Respondió en el mismo canal por el cual Foley se comunicó para de inmediato hablar a su pelotón.

-¡Pelotón, regresad a la de ya a la zona de las capsulas! Estos burócratas todavía no nos dejaran hacer lo nuestro.- Habló por medio del canal de su pelotón con tono bastante apresurado.

- Traiga aquí a su gente, los exploradores han localizado la zona de aterrizaje del pelotón de la Compañía Alfa.

Joder, los que vamos a rescatar se nos mueren antes de que consigamos empezar la puñetera misión.

Mientras en su cabeza Akira grita insultos contra la burocracia, coloca bien el rifle en las manos y marcha de nuevo hacia la zona de las cápsulas. 

Volvéis a la carrera a la zona de aterrizaje y desde ahí en la dirección que ha seguido el resto de las tropas desplegadas. Al llegar encontráis la cápsula de la escuadra de la Compañía Alfa pero no se ve rastro de ellos.

Parece que el sonido de los pájaros y de las hojas al ser movidas por el viento desaparece y de entre la maleza una especie de dinosaurios de la altura de un humano aparecen con velocidad sorprendente saltando sobre todos vosotros utilizando sus potentes mandíbulas para desgarrar metal y carne mientras emiten una especie de agudos chillidos.

++++++ 16:20 +++++++

Los soldados reaccionan y comienzan a combatir a los salvajes enemigos con armas cortas o de cuerpo a cuerpo.

A falta de ordenes de los suboficiales me pongo espalda con espalda con Akira lanzando tajos con mi hacha.

Aaaahhhhh hijos de putaaaaaaaaaa

Sheriff dispara a lo loco pero no puede apuntar a esa distancia y la caga miserablemente

—¡JAJAJA! —el comentario de Carlson le hizo gracia a Benito— JAja… ja… —sin embargo, rápidamente dejó de hacérsela cuando se dio cuenta de que se estaba burlando de él.— Cómeme los huevos —fue lo único que respondió, pues le dijeron que si enfadaba a los jefes le mandarían de vuelta «al sitio», le quitarían el arma y ya no podría matar cosas. Al menos le consolaba el esperar al momento en el que podría devolvérsela, pero devolvérsela a su manera.

La llamada del sargento Tequila hizo que su mente volviera a estar dirigida hacia la consecución del objetivo de la misión.

Y que al poco comenzar la marcha el sargento se largara se la trajo floja, pero lo que le tocó las pelotas fue el tener que volver a la zona de las puñeteras cápsulas: no solo estaba en una misión de mierda, sino que además le estaban toreando. Activa la radio de su traje, ahora sí, y pregunta— ¡Qué putos coños pasa JODEEEER! ¡Esto parece un puto entrenamiento de novatossssSS! —alarga la última ese más de lo normal, fruto de la fuerza que estaba ejerciendo con su mandíbula.

Vuelve de muy mala hostia a la zona de aterrizaje, pero que el ambiente se encuentre tan tranquilo le daba muy mala espina, por lo que por precaución reactiva la parte frontal del casco, cerrándolo completamente.

—Vamos a ver, zorra —ésa era la manera cariñosa que tenía de llamar la mayoría de veces al sistema operativo de su traje, probablemente por la voz de mujer con la que estaban programadas sus respuestas— Dime qué coño pasa aquí, por qué no se oyen los putos bichos.

… … … … —no aparece nada en la pantalla de la visera del casco, y Benito no se da cuenta de los putos bichos hasta que tiene uno encima.

—PUTO… CACHARRO… ¡DE MIERDA! —se cagó en el puto programador del software del traje, o en el puto mecánico, o en el puto gilipollas que haya escoñao la función del radar (que Benito descarta, por supuesto, haber sido él). Sin embargo una sonrisa parecía comenzar a dibujarse en su rostro: —¿ya? ¿por fin puedo matar aliens?— Fue lo que se le cruzó por la mente.

Sin embargo el puto bicho parecía estar ciclao, pues el cabrón no dejaba de acercar su puto hocico al cuello de nuestro héroe, a pesar de estar empleando los dos brazos para pararle— ¡¡¡HIJA DE PUTA!!! ¡¡¡MÉTEME UN CHUTE DE ESA MIERDA!!! —Eso sí que lo reconoció el software de la armadura, por lo que le metió un pinchazo directo en vena. Sin embargo, parece que al amongolao de Benito se le olvidó revisar su brebaje mágico antes de la misión y se metió mierda, sí, pero mierda caducada, así que se empieza a cagar en la puta que lo parió mientras ve cómo se acercan cada vez más las fauces del puto bicho a su cuello.

Aunque Akira se había sentido frustrada cuando les ordenaron desandar el camino hacia las cápsulas, se le pasó cuando se encontró con que se dirigían hacia la supuesta localización de la Compañía Alfa. Al llegar no había ni rastro de vida, y aquello pintaba mal. Si se hubieran movido habrían dejado alguna señal, pero no había nada. Akira se acercó a la cápsula para examinarla en busca de respuestas, y se agachó un segundo antes de que el caos se desatara de pronto.

Antes de darse cuenta, tenía un dinosaurio de terribles dientes encima, que apartó de un cabezazo su rifle y le mordió en el costado. La armadura chirrió y crujió bajo las poderosas mandíbulas del ser, y Akira notó la sangre corriendo abundante por el interior del traje. El dolor le subió como un rayo, agarrotándole el cuerpo, mientras observaba como otro alienígena saltaba sobre ella, con unas garras terribles, grandes como su brazo, dispuestas para despedazarla. 

Sin embargo, cuando tan sólo faltaba un paso para que las cuchillas de sus brazos la alcanzaran, Akira notó un familiar pinchazo por todo el cuerpo: los mecanismos supresores de dolor de la MandelBrite se habían activado. Las conexiones neuronales que procesaban el dolor fueron violentamente cortadas de súbito, y el agarrotamiento desapareció, permitiendo a sus miembros moverse de nuevo y su cabeza despejarse el tiempo justo para que sus dedos saltaran hacia la empuñadura de la espada al hombro. Notó en la espalda al soldado Pedraforca, que luchaba junto a ella, y se alegró de tener un aliado tras ella que le cubriera. 

Empleando la técnica desarrollada por sus antepasados japoneses hacía siglos, atacó en el mismo movimiento con el que desenvainó el arma, y el acerado filo bloqueó las garras, haciendo que tres dedos del ser salieran volando. Filofrío se agachó y saltó hacia delante, pasando por debajo de las garras del monstruo en un relampagueante arco de gotas carmesí, lo que dejó un enorme tajo que seccionó el vientre de la criatura. El alienígena bajó las garras, y con ellas intentó, impotente, volver a meter las vísceras azules que se desparramaban a través de la herida, antes de que el filo del arma, afilado como una hoja de afeitar, encontrara la blanda piel bajo la barbilla del ser, sajando el cuello como mantequilla y separando las vértebras del cuello. La cabeza reptiliana salió despedida por el aire lanzando un chorro de sangre mezclada con gotas de líquido cerebroespinal. 

Antes de que el monstruo tocara el suelo, Akira ya había retrocedido de nuevo hasta tocar la espalda de Pedraforca, para que los monstruos no la rodearan. 

Su espada destellaba recubierta de sangre de la punta a la empuñadura: un río rojo que goteaba al suelo lentamente, con una parsimonia como de regocijo ante la muerte vertida por su filo. 

El maldito de Ring una vez más se las había jugado con todo este asunto de la misión. En los pensamientos del joven sargento se sucedían cientos de ideas sobre como divertirse a costa del buen teniente, pensamientos que le llevarían a no notar la gran emboscada que las criaturas nativas le tenían preparada.

El sargento iba a la cabeza del pelotón, todos examinaban el área de la capsula sin pista alguna de la compañía perdida cuando de entre los arbustos cercanos una veloz figura se abalanzó sobre Tequila. La especie de humanoide dinosaurio golpeó con la testa en el pecho del sargento, el golpe fue preciso y potente. Tequila salió volando varios metros atrás, quedando incluso a las espaldas de su pelotón.

El golpe había casi fracturado las fuertes aleaciones de la armadura. La respiración se le complicaba al joven sargento, quien sentía profundo dolor cada vez que tomaba la poca cantidad de aire que su estado le permitía. Todavía medio aturdido pudo apreciar como el resto de su pelotón también recibió los letales ataques de las criaturas, en la mayoría de los casos utilizando unas poderosas mandíbulas.

Tequila se puso en pie con dificultad e inició un repliegue táctico para poner a las criaturas al alcance de su fiel rifle de postas. -¡Alejaos de las mandíbulas de esas cosas!- Le gritó a su pelotón por medio del canal habitual en sus comunicadores. -¡Hijoputa, será mejor que demuestres todo ese ímpetu ahora!- Luego animó a Jiménez mientras se acomodaba en posición en que su maltrecho cuerpo pudiera disparar con suficiente precisión.

Intento recular disparando para cubrir mi movimiento, pero tropiezo con un desnivel en el terreno y me caigo de culo, permaneciendo en distancia cuerpo a cuerpo, y con un arma jodidamente enorme imposible de manejar con eficiencia con el enemigo tan cerca.