Partida Rol por web

Estoy preparado para el combate como nos han entrenado pensando que les habrá podido pasar al pelotón que tenemos que encontrar, alguna zona pantanosa en que estarán clavados, alienigenas con tecnología para ocultarse de los sensores de la nave.

De pronto apenas recorridos unos metros el sargento nos ordena que lo esperemos. Se habrá olvidado los donuts.

Nuestro cabo es todo un profesional en que se te vaya de la cabeza cualquier pensamiento de índole militar, todo un profesional.

Al cabo de unos minutos el sargento nos llama por la radio en un tono que nuestros superiores estarán convencidos que hemos sido nosotros los que nos hemos separado de él.

Al volver a ponernos en marcha estoy pensando mas en que se basan los de personal al otorgar galones que en otra cosa hasta que una especie de dinosaurio intenta comerme con armadura incluida aunque afortunadamente para mi no es lo suficientemente grande. De todas maneras algunos sensores se ponen en naranja y noto la espalda como acartonada a pesar de los estimulantes que me injecta automáticamente.

Rápidamente me coloco espalda con espalda respecto a Akira e intento devolverle la caricia al bicho con mi hacha pero es mucho mas rápido que yo esquivando mis tajos sin problemas. 

El ataque de los dinosaurios es frenado en un primer momento por vuestros compañeros, los animales esperaban quizás una victoria fácil debido a su superioridad numérica.

Segundo turno

Ataque con rifle de postas.

Ataque con ametralladora

Ataque con hacha

Intento recular disparando a ver si soy más rápido que los bichos

Durante una leve pausa aprovechando que mi adversario también necesita recuperar energías activo la vista táctica viendo que se están concentrando entre nosotros al estar dispersos. Después de evaluar la situación dejo mi hacha en mi armadura activando su enganche magnético.

Tomo una de las granadas y la lanzo sintiéndome muy esperanzado cuando cae exactamente entre tres de ellos. Cuando me quedo sin visión ni sonido en el presentador frontal de mi casco como si se hubiera desactivado. Tampoco noto la vibración que debería acompañar a la detonación de la granada a tan corta distancia.

– Pero qué ha pasado…

Akira ya se disponía a atacar a otro de los dinosaurios que cada vez les cercaban más cuando la granada de Pedraforca reventó, cegándola y aturdiéndola durante unos instantes. Detuvo su ataque, sin entender por qué su compañero había hecho algo así (¿Es que no sabía que nos aturdiría también a nosotros, no solo a los aliens?) y retrocedió un paso. 

Sin embargo, cuando pudo pensar con claridad de nuevo, y observó la lucha, lo entendió al instante: había hecho fallar a sus propios compañeros, sí, pero también a los aliens, y un vistazo rápido bastaba para ver que, de no haber sido por la granada, la carga de los dinosaurios habría sido devastadora sobre el pelotón, cuyos miembros, a pesar de que no lo parecía gracias a la armadura, estaban todos heridos. Gracias, Pedraforca, pensó para sus adentros, y, sin detenerse un instante más, atacó. 

-¡Potencia a la pierna derecha!- gritó. La armadura zumbó mientras el ordenador desviaba la energía a los impulsores de su muslo, y Akira recibió al alien que cargaba contra ella con una brutal patada lateral que rompió los huesos de su costado con un satisfactorio crujido. El animal bramó, pero llevaba tanto impulso de correr que no pudo detenerse a tiempo, trastabilló y cayó, golpeándose contra el suelo. Le lanzó una dentellada desde su posición, pero las mandíbulas sólo mordieron el aire con un chasquido, ya que, aprovechando la potencia de la pierna, Akira saltó, aterrizando sobre el ser, y le hundió con ambas manos la espada en el costado, clavándole al suelo hasta que dejó de revolverse. Rápidamente sacó el arma, haciendo que saltara un surtidor de sangre de la herida, y retrocedió hasta donde estaba Pedraforca, para tener la espalda cubierta. La energía de la armadura abandonó sus piernas para volver a repartirse por el cuerpo de manera normal, mientras el chorro de sangre menguaba al ritmo de los latidos del corazón del dinosaurio. 

Jiménez comenzaba a sudar como un cerdo, no sólo por el esfuerzo físico sino también por la angustia de ver que iba a morir a manos de un puto alien, unido a que el chute de mierda estaba comenzando a darle bien fuerte con sus efectos secundarios.

*BABOOM* — se escucha la explosión de la granada de Pedraforca. «¿Qué coño ha sido eso?» sería lo que pensaría alguien normal, pero como una rata arrinconada que de repente ve una salida a la trampa que el gato le tendió, Jiménez se la jugó a un todo o nada.

—¡¡ ZORRA, CHUPA LA ENERGÍA DE LA AMETRALLADORA Y PÁSALA TODA A LOS BRAZOS !! — y como un obediente siervo, la armadura recoge a gran velocidad el cable que la conectaba con la ametralladora láser, haciendo que ésta se encajara en aquélla y le cediera toda la energía que la hacía funcional.

En el visor del casco de Jiménez aparece el siguiente aviso: «Sobrecarga de energía en extremidades superiores, 167% y subiendo» – «PELIGRO, RIESGO DE CORTOCIRCUITO» — CÓMEME LA POLLA, ZORRA — contesta ante la tentativa de acojone que ejerció la armadura sobre el soldado con su aviso.

Tan rápido como pudo, no trató de zafarse del alien aprovechando su aturdimiento, sino que sus manos fueron directas a la cabeza de su enemigo, agarrándola con una fuerza sobrehumana y con sus pulgares ya dentro de las cuencas oculares de su objetivo.

El alien dio un desagradable rugido de dolor — jajajajaja… JAJAJAJA… ¡¡HIJO DE PUTA, LA HAS CAGADO!! — dice Benito, como si el alien pudiera entenderle, o tan siquiera escucharle.

Un cabeceo, dos, un giro de 180º sobre sí mismo, un intento de mordisco… es inútil. Los metálicos dedos de Jiménez se encuentran ya directamente clavados en la carne del extraterrestre — *crrock* … *crrock*… — JAJAJAJAJA — los huesos craneales de quien intentó ser asesino comienzan a ceder mientras Jiménez ríe con su característica risa psicópata — … … … *CRRRRAAACK* *PLONK* — finalmente el cráneo del alien cede, sonando un fuerte sonido metálico al chocar las palmas de la armadura de Benito. Huesos, dientes, carne y, sobre todo, mucha sangre es lo que baña la armadura de Jiménez, dándole ahora un aspecto totalmente rojizo.

— ¡¡¡¡ JAAAAAJAJAJAJAJA — abre la parte delantera de su casco, dejando que algo de sangre le bañe la cara – JAJAJAJAJAAAAA !!!! — El soldado no había soltado en ningún momento la cabeza, o lo que quedara de ella. Se pone en pie y agarra el cuerpo del alien por sus vértebras cervicales, todavía enganchadas al resto de musculatura, y dando un par de vueltas sobre sí mismo lanza el cadáver sobre otro de los aliens que todavía seguía en pie.

Se podían ver a lo lejos las venas que se le marcaban al soldado en la cara, con sus ojos inyectados en sangre y bufando como un minotauro. Su rostro y armadura estaban claramente manchados con sangre alienígena, y de sus brazos salían pequeños rayos de energía que le daban un aspecto intimidante... o temerario, para quien se diera cuenta de que Jiménez estaba escoñando su armadura.

Con una sonrisa inquietante Benito estaba buscando a su próxima víctima, o más bien decidiendo quién sería.