Partida Rol por web

Joder, se va uno a cagar 5 minutos y le matan al sargento. Benito no puede despistarse ni un segundo, o eso cree él mientras piensa que sus acciones son imprescindibles para la supervivencia del grupo.

Va corriendo a reunirse con el grupo tras la cagada cuando sin coscarse del asunto le empiezan otra vez a llover las púas de los cojones. —HOSTIAS YA, JODER— grita cabreado conforme se vuelve consciente de la situación.

Corre, corre como un cabrón intentando esquivar los proyectiles, y él cree que corre como un puto crack heroico, pero entre la viscosidad del fangoso terreno como por no ser especialmente hábil corriendo con sus heridas, en realidad el desequilibrado de Jiménez está corriendo como un mongolo de tal manera que se tropieza justo en campo abierto, clavándosele en el cuerpo tantas púas como los putos aliens quisieron.

Se puede uno imaginar la cantidad y tipo de improperios que soltó, pero el hijo de puta se mantenía estoico ante la situación: a pesar de ser ahora un puñetero puercoespín humanoide, Benito se levanta aguantando el tipo. Está hecho mierda, pero antes de morir como un pringui sin llevarse a nada por delante, se pone a buscar con la mirilla de su ametralladora algún objetivo que valga la pena; no es el tipo de soldado que muere sin más, es el tipo de soldado cuya alma vagaría en pena por el mundo si no es capaz de llevarse a nadie por delante en el momento de su muerte.

Quizás por la muerte del sargento Tequila, quizás por la arenga del nuevo sargento Sheriff o quizás porque ya han caído varias veces en las emboscadas, los soldados reaccionan y eliminan un buen número de serpientes. Los alienígenas se contorsionan en los troncos en los que están enroscados y sisean amenazadores.

Pero todo fue una nueva trampa, cuando los soldados avanzaron para tener mejor tiro varias serpientes se hicieron visibles por ambos flancos y con un chirrido de triunfo comenzaron a lanzar púas afiladas; los proyectiles volaron veloces hacia sus objetivos y cubrieron de agujeros las armaduras dejándolas inutilizadas.

A tomar por culo la armadura, demasiado había durado ya. —Puta zorra, no sirves para nada— es lo último que Jiménez piensa antes de pulsar el botón de desarme manual.

Varios chasquidos metálicos tienen lugar en menos de un segundo, y de repente caen al suelo de manera aparatosa y pesada todas las piezas de la armadura del soldado. —Aaaah... sí... Así es como me gusta luchar...— dice para sí mismo mientras lo único que cubre su cuerpo es una ajustada tela que le aísla de las inclemencias del tiempo, además de las botas.

Sabía que desde tan lejos, con la ametralladora no iba a matar un carajo, así que fuerza al máximo el cañón de su arma concentrando en un solo tiro la energía de 10 disparos —Uno... dos... tres...— se le dibuja a Benito en la cara una sonrisa cada vez más grande, incluso comienza a babear —ocho... nueve... *ZZZZUP... BOOM*— se escucha un petardazo metálico al realizar el disparo. Un rayo rojizo mucho más grande del que se acostumbra ver en una ametralladora sale disparado en dirección a la copa del árbol que Jiménez había identificado como aquél del que provenían la mayoría de disparos (o, al menos, los que le dieron a él): quizá el disparo fue demasiado bestia y habría llegado de sobra acumulando 5 disparos láser en vez de 10, pues el cabrón hizo un boquete tal en la parte superior del tronco del árbol que hizo que su copa cayera al suelo como si nunca hubiese estado unida al resto del árbol; y bueno, por supuesto, al menos una de las puosas desgraciadas no tuvo tiempo ni de gritar de dolor, pues se desintegró de tal manera que pareció que nunca estuvo ahí.

La parte superior del árbol comenzaba a arder, y de su escondrijo salieron gran cantidad de criaturas alienígenas que, ya fuesen inofensivas o no, Benito no dudó en disparar para tratar de llevarse algo más por delante.

Sheriff se echó cuerpo a tierra y se arrastró hasta situarse a distancia de tiro. Durante su camino recibió gran cantidad de púas de los malditos bichos y su armadura empezó a humear. Trozos de lo que, a primera vista, parecería maquinaria importante del sistema de protección y soporte vital, fueron dejando un reguero de piezas inservibles. 

Al llegar a una pequeña elevación, Sheriff vio su oportunidad. Un numeroso grupo de serpientes se enroscaba alrededor de un árbol cercano. Se levantó abruptamente, puso su arma en fuego automático, y apretó el gatillo. Kilojulios de dolor salieron a la velocidad de la luz del cañón de energía, vaporizando carne alienígena ofidia.

"Esto es por Tequila, hijos de puta" - murmuró entre dientes.

Las serpientes fueron cayendo poco a poco hasta que no quedó ninguna, solo trozos de ellas, sangre verdosa y olores nauseabundos que ahora se filtraban por las maltrechas armaduras. Esperaron unos segundos por si era una nueva emboscada pero nada ocurrió; habían estado a punto de no salir de aquel pantano maldito....bueno, Tequila no saldría.

En los visores de los que todavía mantenían el casco apareció un punto de reunión para todas las tropas desplegadas.

Sheriff llama al resto del pelotón y les informa: "Señores, parece que tenemos que acudir al punto de reunión. Estamos hechos ceniza, y como nos embosquen otra vez más estos bichos malnacidos, estaremos jodidos.

Vamos a curarnos y nos dirigiremos al punto de reunión. Para que los bichos no nos pillen a todos a la vez, ¿qué os parece si avanzamos todos a la vez, pero separados unos 20 o 30 metros uno de otro? Así cubrimos más terreno, y les ponemos más dificil emboscarnos a todos."

Akira observó con consternación cómo la mitad de las pantallas y sensores de la armadura se apagaban al quedarse sin energía. Por lo menos aquel maldito trasto había parado las suficientes espinas como para salvar su vida, aunque sus condiciones eran deplorables. El diagnóstico mostraba heridas en toda la espalda y los hombros, contusiones y ligamentos destrozados a lo largo de las dos piernas y el brazo izquierdo. 

Akira saca otro medipack y comienza a aplicárselo por todas las heridas, sanando del todo las más graves y deteniendo la hemorragia en las demás. El impulsor de ADN regeneró el músculo perdido a gran velocidad, y pronto pudo mover el brazo con libertad de nuevo. Mientras escuchaba al recién nombrado sargento, avanzó hacia el cadáver de Tequila y se agachó junto a él. A través de su fracturada armadura arrancó las chapas identificativas del soldado, que pendían de una cadena, cerró sus ojos, y le puso el que había sido su rifle sobre el pecho, agarrado con ambas manos. 

Murmuró unas palabras que nadie oyó, y que tampoco habrían entendido de haber oído, ya que no estaban en inglés.

Finalmente avanzó hacia donde estaban sus compañeros reunidos. La idea de Sheriff parecía bastante acertada. 

-Sí, señor -dijo escuetamente antes de avanzar al frente, separándose de sus compañeros la distancia indicada. 

Una vez acabado el combate la armadura hermética parece la rejilla blindada de las salidas de aire de los tanques gravitatorios parecen herméticas cuando están parados pero se abren casi sin proteger con los motores en funcionamiento.

Acabo de sacarme las últimas espinas y aplicarme el medipack manualmente esta vez cuando Sheriff da las ordenes de marcha marcándonos en la pantalla de navegación la nueva ruta y destino.

No podemos perder el tiempo cuando antes salgamos de este planeta mejor.

Activo el rifle de energía por si acaso volvemos a caer en una emboscada y doy un paso siguiendo a Akira.

– Sargento Sherriff ocuparé la segunda posición. – Vigilo el monitor para ver cuando esta a 25 metros para proseguir.

Benito estaba hecho mierda, pero en contra de lo que pudiera parecer esa situación le daba más ánimo, más ganas de avanzar, más deseos de reventar aliens.

Se vuelve a donde estaban los restos de su armadura y le pega un par de tiros a la pieza que contenía los medipacks. *FUM* - La armadura comienza a chorrear un reconocible líquido de color azul verdoso; Jiménez agarra la metálica pieza y deja que el líquido caiga sobre sus heridas y sobre su cabeza, para que se escurriera por todo su cuerpo. El cabrón iba a apestar a sala de quirófano hasta que no se pegara una ducha, pero al menos consiguió algo más de tiempo para reventar un puñado más de extraterrestres y no llegar demasiado tarde para ser tratado como es debido en la nave.

Posteriormente Jiménez no dice nada ante las órdenes del nuevo sargento, simplemente se limita a obedecer con cara de pocos amigos y sin dar la nota. Parece que cuando la muerte acecha de verdad, su instinto de supervivencia se impone sobre su instinto de gilipollas.

Siguiendo las órdenes del nuevo sargento se dispersaron a una distancia que a priori parecía mortal dada la capacidad de emboscarles que habían demostrado los dinosaurios. Pasados un par de kilómetros dejaron la zona pantanosa atrás y se internaron de nuevo en un bosque tropical. De vez en cuando se escuchaban en la distancia disparos y explosiones, señal de que el resto de pelotones no lo estaba pasando mucho mejor que ellos.

La tensión fue creciendo, la falta de enemigos era una incertidumbre ¿no había más? ¿les habían cogido miedo? ¿les esperaba una trampa aún mayor? 

Cuando llegaron a una elevación del terreno pudieron ver que a sus pies se extendía un inmenso valle en el que los árboles clareaban dejando paso a arbustos y pastos.

El comunicador resonó y la voz del sargento Foley les llegó con dificultad: Hemos en...trado su coto de ca.... Nos ha costado...hasta....quí pero vamos a ac..ar con esos di...rios para veng.... caídos. ¡¡¡Por Terra !!!

Gritos de respuesta se unieron al lanzado por el sargento y las tropas se lanzaron a la caza del alien.

Los gritos resonaron en el valle y de la vegetación comenzaron a surgir bichos, muchos bichos...los había rápidos como los que les atacaron junto a al cápsula del pelotón Alfa, había serpientes como las de los pantanos, había otros que parecían utilizar las corrientes de aire para planear y escupir ácido sobre los soldados, moles de carne y huesos que embestían como arietes....pero sobre todo había un enorme dinosaurio que sobresalía entre las copas de árboles.