Partida Rol por web

Altes Gestein

Escena I - Buscando la Vieja Roca

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21/02/2012, 22:40
Cristóbal

"Lo intentaré, si es lo que deseas. Dame unos minutos. Pero, Cristóbal, no debemos olvidarnos de los demás. Necesitaré todos los cuernos de sátiro que podamos conseguir para aliviar tantas heridas"

La sensación de angustia hizo palidecer al cruzado de forma que, ahora, las cicatrices que poblaban su cara parecían mucho más oscuras. Por un momento el rostro del veneciano se convirtió tan solo en unas cuantas líneas irregulares enmarcadas en un fondo de color blanco.  La idea de profanar un cuerpo, aunque fuera el de una criatura salvaje, le aterraba. Al fin y al cabo se trataba de un cadáver con cierta forma humana y, como tal, merecía el debido respeto, al menos si uno no quería ser objeto de la ira divina. Por otro lado, Cristóbal deseaba con todo el alma que su amigo Tadeus regresara del sueño pétreo en el que se veía confinado y, por supuesto, también anhelaba poder ayudar al resto del grupo. Sin duda alguna debía vencer su temor, además, pensó el Brazo del Emperador que había cometido suficientes pecados a lo largo de su vida como para pensar que el arrancarle un par de cuernos a unos sátiros fuese el motivo principal de su condena eterna.

Así, Cristóbal asintió, cogió su daga y se levantó con la esperanza de encontrar suficientes sátiros que no hubieran sido reducidos a piedra por el basilisco. Caminó un poco, todavía tambaleándose y jadeando por el esfuerzo, y dio con el primero, con aquel que derribara antes de ser él  golpeado en el hombro. El cruzado se inclinó ligeramente y agarró la cabeza del sátiro. La criatura tenía aún los ojos abiertos, ojos que ahora reflejaban una total oscuridad, y su barba gris empezaba a cubrirse de nieve.  El veneciano respiró hondo y procuró no pensar en lo que estaba haciendo, cerró los ojos y levantó su daga para hundirla con fuerza, en un violento movimiento descendente, en la fría extremidad. El chasquido producido por la piel al desgarrarse fue todo lo que sintió...

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21/02/2012, 23:35
Bernardett ex Bjornaer

Bernardett vio la mirada en Nuruk de urgencia, casi desesperado por hacer algo.  Era el quien la sujetaba con un hechizo, el no podía hacer mas.

"Si deseas ayudar … yo te diré cómo. ¡Por favor!"

Con esto, la chica parecía volver un poco mas en si. Aquella vez deseo poder hacer algo, incluso se juraba a si misma que de tener la posibilidad hubiese hecho algo para enmendar el error, una segunda oportunidad para poder haberlo hecho distinto… esta era esa segunda oportunidad?

Conocía una manera de poder aliviar a todos, jamás lo había intentado le parecía muy lejano a sus posibilidades, aunque realmente nunca lo intento por que nunca tuvo la necesidad, o mejor dicho, valor para realizarlo. Además, ella tenia lo que ninguno de los otros dos magos tenia, su energía estaba intacta, podía usarla, así le tocara desvanecerse.
Aun con lagrimas en los ojos, y en medio de sollozos un poco mas calmados que antes, miro como las ramas aun la sujetaban, necesitaba moverse.

- necesito vis… - pensó mirando a Nuruk, hacia poco minutos, antes del terrible incidente el le había comentado que había vis en los cuernos de los sátiros… - solo necesito vis… - vio caminar al cruzado, al que ella antes había atacado y que por fortuna estaba bien, buscar los cuernos, seguro Nuruk le había dicho… acaso estarían pensando lo mismo?

- necesito moverme… - pensó mientras intentaba soltarse de las ramas que la sujetaban…

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22/02/2012, 10:23
Cristóbal

Cristóbal cogió su daga y se levantó. Caminó un poco, todavía tambaleándose y jadeando por el esfuerzo, hasta detenerse delante del cadáver de uno de los sátiros, con aquel que derribara antes de ser él  golpeado en el hombro. El cruzado se inclinó ligeramente y agarró la cabeza de la criatura, que aún tenía los ojos abiertos, ojos que ahora reflejaban una total oscuridad, mientras que su barba gris empezaba a cubrirse de nieve.  El veneciano respiró hondo y procuró no pensar en lo que estaba haciendo, cerró los ojos y levantó su daga para hundirla con fuerza, en un violento movimiento descendente, en la fría extremidad. El chasquido producido por la piel al desgarrarse fue todo lo que sintió...

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23/02/2012, 01:19
Caduceo ex Jerbiton

Centrado en intentar aliviar el sufrimiento de Johann, o tal vez reparar temporalmente su brazo, caduceo apenas escucho el murmullo por voz que uso nuruk para llamarle la atención. Requería de sus conocimientos pesé al agotamiento que sentía encima.

Un momento, enseguida termino aquí - susurro caduceo mientras se esforzaba en hacer algo útil y ayudar a su compañero.

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23/02/2012, 17:57
Director

Las raíces que atrapaban a Bernardett se deshicieron enseguida, dejando a la desnuda mujer sobre el frío manto de nieve. Ni siquiera el helado tacto pudo aliviar su dolor. Pero, a pesar de ello, la Bjornaer se alzó, dispuesta a ayudar.

No lejos de la maga, Cristóbal lloraba amargamente. Sus lágrimas caían sobre Tadeus, pero el monje no reaccionaba. Era una estatua de piedra, cuyo rostro, cargado de paz, no devolvía la mirada al cruzado. Cristóbal, movido por las palabras de Nuruk, se alzó, con su cuerpo pesando más que nunca. Haciendo caso al mago, empezó a cortar cuernos de sátiro…

Ludwig, mientras tanto, se afanaba en curar las graves heridas de Yaun Elur. El gigante, tan poderoso, había aguantado demasiado castigo: un castigo que hubiera acabado con la vida de varios hombres. Mientras su cuervo blanco lo sobrevolaba, Yaun apretó los dientes con cada punzada del cazador, que cerraba sus cortes con habilidad. Sin embargo, el propio explorador sentía su espalda arder. Vio cómo la piel de Yaun Elur, allí donde el hechizo de fuego había impactado, empezaba a llenarse de feas burbujas, y supo que su espalda debía de presentar el mismo castigado aspecto. El simple roce del frío aire contra sus pieles quemadas era más de lo que cazador y gigante podían soportar a estas alturas.

Caduceo, por su parte, no se rendía con Johann. El guerrero, entre la consciencia y la inconsciencia, gemía sin brazo. El Jerbiton intentó unir el miembro perdido, pero su hechizo no funcionó. Estaba agotado, sin vis… y Johann se desangraba.

Fue entonces cuando Enelya, la joven arquera, llegó a su lado. Caduceo la vio agacharse junto a su Capitán. Con algunas de las vendas del malhadado Tadeus, rodeó el muñón, intentando cortar la hemorragia. Pero aquello iba más allá de sus conocimientos.

Johann, con los ojos vidriosos, empezó a sentir frío. Pero no el frío del invierno eterno de la Selva Negra. No le quedaba mucha vida, quizás unos segundos…

Cerca de ellos, Hase se despedía de su propia pérdida. El animal lamía el hocico de Anfänger, inmóvil.

Y, en el centro de todo, el agotado Nuruk ex Merinita, incapaz de hacer algo más que hablar con su mente.

Fue entonces cuando los sátiros que el basilisco había convertido en piedra empezaron a deshacerse, convirtiéndose en un montón de fina arena.

Aquello solo podía significar una cosa…

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23/02/2012, 17:57
Director

Resguardado por la gata, Otto caminó entre aquellos encapuchados. Se movió con el mayor silencio posible, como si los poderes de la extraña gata pudieran fallar en algún momento. Rodeó rocas, y enemigos de negro, hasta alcanzar el río de lava que rodeaba a aquel monstruoso brazo. Desde tan cerca, los pequeños corazones palpitaban con enorme fuerza, de alguna manera llamándolo.

Y el brazo… de alguna forma, Otto sabía que aquella cosa podía verlo. ¿O se trataba de fantasías de la edad?

Agachándose, Otto dejó caer varias plantas sobre el magma. Conocía bien sus propiedades: aquellos tallos, una vez prendidos, liberaban un ligero y verdoso vapor que, inhalado, causaba la inconsciencia o, si uno se exponía demasiado, incluso la muerte. En un lugar cerrado como aquel…

“Debemos irnos… me está buscando.”

La voz de la gata sonó nuevamente en su mente, pero no fue la única.

“¿Abuelo?”

Conocía perfectamente aquella voz. Mientras una leve humareda verde empezaba a manar del río de lava, uno de los corazones, al otro lado del magma, palpitó con mayor intensidad.

“¿Abuelo? ¿Estás ahí? Todo está oscuro aquí… y tengo miedo.”

La voz de Klara.

El corazón de Klara.

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23/02/2012, 19:00
Otto
Sólo para el director

La vos de Klara lo paralizó, no estaba preparado para escucharla, no allí después de haberla visto muerta. Las lágrimas comenzaron a brotar en sus ojos, se sentía turbado, incapaz de pensar. Respiró profundo y cuando su pecho y abdomen se hincharon sintió el tacto de la daga. Instintivamente su mano bajó hasta ella, la acarició, cerró los ojos y pensó.
Ya estaba muerta, hiciera lo que hiciera Klara no volvería a la vida, quizás aquello fuera una ilusión, quizás la criatura sabía de su presencia y jugaba con él para salvarse o tal vez el alma de su nieta se hallase atrapada en aquel ser malformado.
Otto se relajó, intentó vaciar su mente por un segundo y luego actuó con decisión y toda la velocidad que fue capaz de reunir. Su mano diestra desenfundó la daga y sus pies lo impulsaron contra la criatura, estaba dispuesto a acuchillar los corazones, a romperlos y liberar a las víctimas de aquella atrocidad.
-Sólo un poco más- susurró en su mente -Dame fuerzas Dios, sólo un poco más-
El primero de los objetivos sería el corazón Klara, luego continuaría con el resto hasta que los acabara todos, lo derribaran los magos o el gas lo dejara inconsciente. Las probabilidades de sobrevivir eran cada vez menores pero no le importaba. ¿Qué sentido tenía conservar la vida si ya lo había perdido todo?

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23/02/2012, 19:24
Nuruk ex Merinita

El polvo de los cuerpos de los sátiros sonó como una serpiente que se esconde en la hojarasca. Nuruk vio desvanecerse al primero, pero antes de que el segundo se desintegrara sus reflejos fueron más allá de su sentido común.

Ni siquiera lo pensó.

Tomó con una mano lo que le quedaba del veneno del wyvern y, con la otra en el pecho de Tadeus, cumplió la promesa que le había hecho a Cristóbal: intentaría traerlo de vuelta.

Bernardett y Caduceo, confió, sabrían qué hacer con los peones de los sátiros. Tenían suficientes, si eran lo bastante rápidos.

El tercer sátiro se desintegró, pero Nuruk no oyó nada más que el viento entre los árboles, cálido y especiado...

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23/02/2012, 19:37
Nuruk ex Merinita
Sólo para el director

Usaría su último aliento. Los reflejos del merinita eran buenos para la magia espontánea (hechizos rápidos), y seguían siéndolo a pesar de los años.

Nuruk se concentró en el hechizo "destierro al olvido eterno". En realidad quería desterrar aquel maldito hechizo para siempre. Usando los tres peones Perdo del Wyvern, las palabras en su mente repitieron el cántico en latin:

"Por lo que fluye, lo que se intuye, y lo que se agota: saludo a los vigías de las atalayas del Oeste. Reina en el ocaso, ¡destruye este sortilegio!"

Notas de juego

- ¡¡Ejem!! Es un Perdo Vim.

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23/02/2012, 21:07
Yaun Elur

- Gracias cazador - murmuró el gigante que alzó la mirada a su amigo cuervo- Hay mañanas en que mas vale no levantarse de la cama. - dijo riendo con evidente dolor- Escuchadme.... no se lo que pensais que ha pasado, magos de pacotilla - dijo con un punto de rabia- pero si por casualidad muero, debeis saber una cosa - el gigante tuvo que parar antes de seguir hablando, y aun asi le costo seguir el hilo. Su respiración era pesada y profunda, y notaba, al moverse como todo ardía, como todo era doloroso. Era consciente del paso por las venas y arterias de la sangre, del exhalar e inspirar, de los músculos y de las heridas. Se calló unos instantes. Luego recordó lo que estaba diciendo, mientras se quitaba la sangre que llenaba su rostro después de la caricia de la basilisco que había salvado de morir al empezar todo- No habeis vuelto al pasado. No se donde estamos. Pero se que no es el pasado

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23/02/2012, 22:06
Caduceo ex Jerbiton

- ¿Eh? - comento caduceo sin enterarse de lo que pasaba. Sus ojos observaban a los sátiros desaparecer mientras intentaba rebuscar entre sus conocimientos sobre criaturas mitológicas para comprender que le estaba pasando a esos bichos. Su primera idea fue que en realidad no eran más que criaturas ilusorias pero las heridas que habían provocado eran muy reales y las palabras del gigante le volvieron a la realidad, a una realidad alternativa y diferente a la que conocía.

- ¡RÁPIDO! LOS QUE AÚN PUEDAN HACER ALGO ÚTIL ATRAPAR LA VIS DE LOS SÁTIROS ANTES DE QUE DESAPAREZCAN.

No había tiempo para discutir sobre metafisica sino para aprovechar esos segundos valiosos en conseguir atrapar la vis mágica de esas criaturas antes de que se esfumaran aunque la idea del gigante era algo que había rondado por su cabeza con anterioridad. ¿Una realidad alternativa? Eso escapaba los limites de la magia formulaica pero no por ello era imposible de conseguir.

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24/02/2012, 01:34
Cristóbal

Cristóbal dejó la daga en la fría nieve, agarró la cabeza hendida por el acero del sátiro y, de un fuerte tirón, extrajo el cuerno de la criatura. El cruzado confiaba en que aquel esfuerzo, pues su cuerpo era presa del  cansancio y del dolor, sirviera para curar a los heridos. Echó mano al arma, se incorporó y buscó al siguiente sátiro. Pronto localizó a su nuevo objetivo. Éste se encontraba junto a un par de cuerpos petrificados y era uno de los pocos que no había sido víctima del basilisco. Tenía una herida profunda que recorría el pecho desde el costado izquierdo hasta el hombro derecho. El veneciano se arrodilló y alzó la daga dispuesto a repetir la misma operación que había llevado a cabo con el resto de sátiros. Sin embargo, el sonido de la piedra al resquebrajarse rompió el silencio de aquel maldito sendero y detuvo su fuerte brazo. Cristóbal miró a su alrededor y contempló como los cuerpos pétreos de aquellos monstruos se convertían en fina arena.  Horrorizado, no pudo más que pensar en el futuro que le deparaba a Tadeus.
El cruzado se levantó de un salto y vio como el Merinita ponía la mano sobre el pecho del asturiano. Un suave aroma especiado llegó hasta él y comprendió lo que su amigo estaba haciendo: iba a utilizar la poca energía que le quedaba para traer de vuelta a Tadeus. Cristóbal no pudo más que culparse. Las lágrimas volvieron a brotar de sus cansados ojos.
Y fue entonces cuando las desconcertantes palabras del gigante llegaron a sus oídos. Si no se encontraban en el pasado ¿Dónde estaban? La imagen de la estela labrada por los gentiles acudió a su mente, mientras Caduceo pedía que se recogiesen todos los cuernos de sátiro. El cruzado comprendió que debía actuar lo más rápido posible y decidió entregarle a él los que ya tenía. Corrió hacia el mago y dijo:

“Caduceo, toma”- cogió aliento, el pecho le dolía y notaba como le faltaba el aire- “ Sé que tú les darás buen uso y, por lo que Nuruk me dijo, son necesarios para curar a los heridos. Te traeré más en un momento”.

Jadeando y con evidentes signos de fatiga, Cristóbal se lanzó en busca de nuevos sátiros de los que extraer la preciada vis, tal como le había encomendado su amigo Nuruk. Debía cumplir con aquella petición, la vida de sus compañeros dependía de ello, por lo que intentó concentrarse en la tarea y no mirar hacia donde se encontraban el monje y el mago.

“Todo es culpa mía. Yo embarqué a Tadeus en este viaje y yo le pedí a Nuruk que le salvara”, pensó.

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24/02/2012, 10:18
Ludwig

Ludwig acababa de untar las quemaduras de Yaun con grasa de... Bueno, no sabía muy bien de qué. La había encontrado en su zurrón, seguramente como parte de comida para los perros, pero era lo mejor que tenía en ese momento. Necesitaría más, para sí mismo y algún otro. Miró el cadáver de Anfänger. El sabueso no estaba precisamente gordo, pero allí la conseguiría.

Una vez que terminó las curas del gigante, el cazador se levantó de su lado. Dio un par de pasos inseguros, mareado por el dolor y la pérdida de sangre, sin saber muy bien a quién acudir. El mago bien vestido, arrodillado junto a un herido, gritaba algo incomprensible sobre los sátiros, que comenzaban a transformarse en polvo. Cristóbal corría jadeante de un cuerpo a otro, mutilándolos, y de ellos al mago. Parecía algo urgente. Ludwig pestañeó, confundido. Aquello no tenía sentido alguno cuando había heridos que atender.

Arrastrando los pies se dirigió hacia Enelya, que se afanaba junto a un guerrero caído. La magnitud de su herida sobrecogió a Ludwig. Barbaridades como aquella había visto pocas, desde lo del jabalí. También en algunos animales, no muchos, durante sus extrañas cacerías... Una vez más, apretó los dientes con un quejido y se arrodilló junto a la arquera.

-¡Por los cojones del rey...! -masculló-. ¿Lo has tapado bien con telas? Aprieta nieve contra el puto muñón, hará que sangre un poco menos. Voy a intentar parar esto... -con una de las correas de sus bolsas intentaba improvisar un torniquete-. ¿Cómo está la chiquilla? Malditos mis ojos, pensé que... Yo no sabía... Donnen und Blitzen! Ahora le echaré un vistazo. Y luego encenderé un buen fuego. Necesitaremos calor.

Con las manos cubiertas de sangre propia, de amigos y también de enemigos, Ludwig jadeaba procurando detener la hemorragia. Sería difícil salvar al soldado. La herida era realmente grave. Miró horrorizado el cuerpo petrificado del monje y el incongruente gesto de paz que cubría su cara, ahora gris. Miró a la pequeña, caída a pocos pasos junto al otro mago. Los árboles se inclinaron de un lado a otro, y el suelo pareció inclinarse súbitamente. El bávaro se pasó la mano ensangrentada por los ojos, tratando de centrar la vista, dejando trazos carmesí por su propio rostro.

Notas de juego

¿Qué es eso de Vis? Para Ludwig no significa nada. Lo siento, Caduceo.

Ludwig continúa su ronda de enfermero...

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27/02/2012, 07:14
Bernardett ex Bjornaer

El frio golpe en el suelo fue como una bofetada, realmente sintió el frio intenso en la piel, pero eso no era lo qu3 le importaba. Se levanto al instante, solo para quedar inmóvil unos segundos, todavía no asimilaba muy bien todo el espectáculo que había dejado a su paso.  Tenia que concentrarse,  aprovecho esos segundos para ver todo lo que ocurría, con la calma que intentaba poner por encima de cualquier cosa, vi a uno de ellos curando al gigantes, también vio a la arquera acercarse al hombre que ella, había mutilado… giro de golpe la vista, no quería mirarlo… Fue rápidamente hasta el hombre que tenía su armadura plateada, y tomo los cuernos que tenia, el otro mago iba por más cuernos…

- yo los llevo… - le dijo sin poder si quiera tener el valor de mirarlo a la cara, le daba vergüenza. En eso vio a Nuruk usaba, lo ultimo que le quedaba de energía…

- noooooo – le grito mientras corría de prisa hasta el – Nuruk no!!! – insistía como si con ello lograría acaparar su atención.

Corrió lo más que pudo hasta abalanzarse hasta el, al llegar solo lo abrazo con todas las fuerzas de su ser, con lagrimas en los ojos mientras le susurraba al oído…

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27/02/2012, 07:15
Bernardett ex Bjornaer

- No!, tu no puedes desmayarte ahora, te necesito despierto…  todos te necesitan despierto y con vitalidad, Así tenga que pasarte hasta lo ultimo de mi energía y caer inconsciente en el suelo, pero tu no te desvaneces por el cansancio… -  y esto ultimo lo dijo con toda la fuerza y seguridad de que así ocurriría – Rego Corpus…

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27/02/2012, 07:16
Bernardett ex Bjornaer
Sólo para el director

Notas de juego

Bueno, yo sé que esto va carrera contra los segundos, pero antes de intentar algo que podría pifiar y hacer que todo termine peor que antes, voy hacer el intento de pasarle mis puntos de fatiga a Nuruk, si tengo que pasárselos todos se los paso.   Yo no tengo este hechizo pero quiero hacer lo que hace el hechizo Regalo de Vigor,  lo hare como uno espontaneo, lo que quiero es que Nuruk no caiga por culpa de la fatiga… como ya te dije que tengo que caer yo pues caigo….   Plissssssssssssssss!!!!!  Menea bien esas tiradas o lo que sea que haces  T_T

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27/02/2012, 13:27
Johann

Sus gritos se fueron apagando como reflejo de que se le escapaba la vida. El dolor disminuía al mismo tiempo que perdía el conocimiento de su existencia. Ya casi no era consciente de lo que pasaba a su alrededor y solo podía escuchar rumores, voces nerviosas y apremiante pero no podía distinguir lo que decían. Volvió a abrir los ojos, esperando echar un ultimo vistazo aquel mundo que tanto le había echo sufrir, pero solo vio la cara de la preocupada Elneya, su fiel amiga. Cerro nuevamente sus ojos cansados y sin fuerzas dejó descansar su cabeza hacia un lado, sobre la fría nieve.¿ Volvería a despertar?

Ni frío, ni dolor, nada, no sentía nada, solo paz...

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27/02/2012, 17:37
Enelya

La herida de Johann era demasiado grave para los pocos conocimientos curativos de Enelya, pero sin rendirse, continuo intentando  taponar  la hemorragia con las telas. Quizás si pudiera cauterizarle la herida, la hemorragia se detendría, pero no le quedaba tiempo, y la joven lo sabía, el rostro de su capitán iba muriendo.
-¡Por los cojones del rey...! . ¿Lo has tapado bien con telas? Aprieta nieve contra el puto muñón, hará que sangre un poco menos. Voy a intentar parar esto... ¿Cómo está la chiquilla? Malditos mis ojos, pensé que... Yo no sabía... Donnen und Blitzen! Ahora le echaré un vistazo. Y luego encenderé un buen fuego. Necesitaremos calor.
-Ludwig...- dijo con voz temblorosa sin parar de tapar la herida con las vendas – ayúdame…- la joven tenia lagrimas en los ojos. Todo lo que estaba pasando la estaba superando. Hasta ese momento la arquera no se permitió caer, pero sus fuerzas, al igual que el resto del grupo, sucumbían. Hacia rato que notó la ausencia de Khalek, por lo que se negó a preguntar ni a buscarle. Pero ya era demasiado evidente. Khalek había muerto, y su capitán, Johann, iba a seguir su camino. Este dejó caer la cabeza sobre la nieve. – Capitán! ¡Capitán! – agarró Enelya la cabeza entre sus manos tratando de volverle en si.

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27/02/2012, 18:24
Director

El corazón de Klara estalló en una pulpa de sangre, y dolor. Dolor en el propio corazón de Otto, pero también en aquella maldita mole: el brazo gritó sin voz, y la caverna tembló ante su ira. Pero no una ira cualquiera, sino la Ira, primigenia e irreductible. Cuando el segundo corazón fue destruido por otro golpe de daga, las primeras rocas cayeron desde la parte superior de la caverna que, años después, se convertiría en la torre de Altes Gestein. En aquellas estancias, Otto y Klara pasarían horas entre plantas, cortando tallos, destilando aromas, plantando semillas. Donde habría amor y felicidad, ahora solo había dolor, y rabia.

Bastet.”

La palabra resonó en la cabeza de Otto cuando acabó con el tercer corazón. Inmediatamente, un dolor horrible estalló en su cabeza, ante el mero nombre. Esta vez, no había sido la gata: aquel brazo era, al fin, consciente de los dos.

La gata maulló, girando su cuerpo hacia los encapuchados. A pesar del tormento, Otto logró verlos también. Todos miraban en su dirección, callados, amenazantes. Empezaron a caminar hacia él, mientras la toxina de su venenosa planta empezaba a inundar la cueva.

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27/02/2012, 18:24
Director

Johann se desangraba, y su consciencia era cosa del pasado. La pregunta era: ¿despertaría? ¿O era aquel su final? Ludwig y Enelya no cejaban en su intento de mantenerlo entre los vivos, vendando, cosiendo. El muñón no dejaba de sangrar, a pesar de todos los esfuerzos. La arquera notó cómo, constantemente, el cazador hacía una mueca de dolor. No puedo evitar fijar su mirada en la espalda de Ludwig durante un momento, observando horrorizada la terrible herida de fuego. El dolor, supo, debía de ser insoportable. Pero, aun así, no se rendía.

Cerca de ambos, Yaun Elur había quedado medio tendido, incapaz de hacer nada por ahora. De alguna manera, la nieve calmaba su espalda al tiempo que hacía que un sombrío dolor recorriera todo su enorme cuerpo. Su voz, algo rota por el sufrimiento, hablaba sobre el no-pasado, sobre el lugar donde se hallaban, o quizás, cuando se hallaban. Bajo la luz blanca e irreal de la floresta, aquello parecía quimérico, y extraño.

Cristóbal corría de un lado para otro, cortando cuernos, y entregándolos a los magos sin casi detenerse a mirarlos. Había visto a aquellos sátiros petrificados convertirse en polvo. El destino de Tadeus era obvio… ¿también ineludible? ¿Era ése el Camino del Señor?

Caduceo ex Jerbiton miró los diversos cuernos en sus manos, unas manos manchadas de sangre. Nunca antes en su vida había estado en una situación como ésa: era más un hombre de palabras y liderazgo, no un combatiente, no un sanador. Pero en aquel malhadado bosque, nada de eso importaba. Sintió la magia en su interior, y se deleitó con ella. Enseguida, curó la espalda quemada de Yaun, el valeroso gigante, y segundos después, la de Ludwig, el habilidoso explorador. Con su cuerpo agotado por la magia, avanzó hacia su salvador, esperando poder hacer algo por él… sin embargo, temía que aquello estuviera más allá de sus poderes de curación.

Nuruk, el Merinita, el Árabe, se acercó con pasos tambaleantes a Tadeus. Tuvo que pasar junto al cadáver de Khalek, ya frío en el nevado sendero. Intentando dejar de pensar en la muerte, el mago alzó la vis sobre el monje, y empezó a entonar mentalmente las palabras que, deseaba, traerían de vuelta al hombre. Entonces, Bernardett se abalanzó sobre él. Su cuerpo desnudo chocó contra el del hechicero, al tiempo que lanzaba contra él un hechizo. La magia curativa de Nuruk surgió de su maltrecho cuerpo, agotándolo… hasta que algo empezó a llenar su interior. Una sensación de poder lo inundó, mientras Bernardett lo abrazaba. En éxtasis, Nuruk concluyó su hechizo, y cayó al suelo, con la maga sobre él. Exhaustos, los dos descansaron sobre la nieve, juntos.

Una tos atrajo la atención de la pareja. A un metro de ellos, Tadeus, el monje, los miraba. Milagrosamente, había regresado.

Y, por cada nueva vida, otra se apaga. El corazón de Johann, Capitán de los Defensores, latió por última vez al mismo tiempo que el corazón de Tadeus latía nuevamente. El valeroso león había perdido, pero también ganado: había salvado la vida de Caduceo, tal como había jurado al entrar en la Orden de Hermes. Como siempre, había cumplido su juramento. Hasta el final.