Partida Rol por web

Altes Gestein

Escena I - Buscando la Vieja Roca

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27/12/2011, 16:49
Cristóbal

Cristóbal  se cubrió con el escudo mientras avanzaba, poco a poco,  con el pie izquierdo ligeramente adelantado, y sosteniendo la espada en la diestra.

-“Caduceo, amigo, cuidado con el wyvern, especialmente con su cola

El cruzado se sentía  en aquellos momentos como un émulo de San Jorge: había una pequeña a la que rescatar, igual que el santo rescató a una princesa y, por supuesto, también estaba aquel dragón, encarnación del diablo.

-“Será mejor que nos digas donde está la pequeña, mujer”.

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28/12/2011, 09:59
Caduceo ex Jerbiton

Sorprendido por la situación y atendiendo a las palabras de su amigo Cristóbal, Caduceo guardaba las distancias con la hechicera y su peligrosa mascota.

Dado que esperaban respuesta, Caduceo permanecería a la espera. Pero en el caso de que fueran atacados usaría el hechizo "La Honda Invisible" contra el agresor. En el caso de que la hechicera no estuviese dispuesta  a contarles lo que ellos querían, trataría de usar "Aura de Autoridad Real" contra ella, para que les dijese todo lo que supiera sobre las niñas y su paradero.

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28/12/2011, 22:59
Ludwig

Los perros correteaban a su alrededor, ladrando y aullando al cielo nocturno. Por entre sus voces frenéticas se filtraba el sonido silbante de unas alas correosas, allá en lo alto.

-¡Bastardos! -gritó Ludwig a la noche al comprender que habían caído en una trampa.

Empulgando una flecha disparó casi a ciegas a un cuerpo oscuro, prácticamente invisible, que se deslizaba sobre ellos a gran velocidad. No se detuvo a comprobar el resultado. Aquellos monstruos les rodeaban, y en aquel lugar despejado serían presa fácil. Los amenazantes árboles de la Selva Negra y su fantasmagórico resplandor constituían su única oportunidad. A pesar de su desesperante lejanía, Ludwig echó a correr. Necesitaban encontrar un sitio en que protegerse.

-¡A los árboles, joder! -gritó a su compañero-. ¡Aquí, Hase, aquí!

Notas de juego

Supongo que el bosque está demasiado lejos, pero tal vez haya pequeñas arboledas diseminadas más cerca: avanzadillas de la selva. Si no, cualquier otra cobertura puede ser buena: un cobertizo, unas rocas, unas ruinas, una cueva, una zanja... cualquier cosa que evite que esos bichos (o lo que sean) puedan acercarse por el aire.

¿Y qué diablos son esas cosas?

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06/01/2012, 21:24
Nuruk ex Merinita

A Nuruk de Merinita no le hacía demasiada gracia dejar al cruzado en aquel callejón. Moverse con Otto los retrasaría (en el mejor de los casos) y Caduceo no parecía muy versado en magia bélica. Por suerte, Cristóbal sabía defenderse mejor que Liara, y eso lo tranquilizó. "Johann, se han ido por el callejón. Khalek, tú deberías ir también. Caduceo necesitará ayuda. Protégeles. No te preocupes, no creo que Kuansor y Gloria tarden en venir con nosotros. Tened cuidado. Nos vemos en Altes Geisten"

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09/01/2012, 10:32
Director

Ludwig disparó su flecha sin detenerse a conocer si su destino había sido la carne de aquellas cosas o no. Cerca de ellos, varios árboles se agrupaban en pequeños grupos de cuatro o cinco, y el instinto del cazador le decía que aquello era mejor que un terreno despejado ante el ataque de las voladoras criaturas. El gigante lo siguió con pesados pero ágiles pasos, dando golpes con sus grandes hachas negras. Iluminados levemente por la cercana Schwarzwald, y bajo la nieve que caía sobre ellos, ambos vieron entre ladridos que aquellas cosas eran wyverns, crías de seguramente una amplia camada.

Y donde hay crías…

Un rugido hizo a Yaun y a Ludwig girarse. De entre el grupo de árboles donde se habían refugiado, surgió una enorme cabeza, tan grande como el propio cazador. La madre abrió sus fauces, y sus ojos rojos brillaron intensos en la noche. Sus hijos respondieron con sus propios graznidos, volando alrededor de las presas sin atacar, expectantes. Pronto tendrían su comida.

Por fortuna, el ancho cuerpo de la madre wyvern no le permitía moverse entre los árboles comodidad, por lo que sus movimientos en tierra, con sus largas alas plegadas, eran torpes y lentos. Pero el cazador y el gigante sabían perfectamente que las fauces de una criatura así son rápidas, y letales. Sin embargo, aquellos intensos ojos rojos no era típicos de un wyvern, aunque aquellos eran tiempos extraños, más en cercanía de la Selva Negra.

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09/01/2012, 10:32
Director

Las palabras de Otto y de Cristóbal fueron respondidas por una suave risa de la mujer. Lentamente, se movió a un lado, para poder ver al mismo tiempo a los recién llegados y al anciano.

-Escuchadme atentamente, pues no sabéis a qué os enfrentáis. Él va a regresar, pues pronto reuniremos el último pergamino. Y cuando lo tengamos, sabremos dónde lo enterraron… pero tranquilos, seguid oyéndome hablar.

Cristóbal sintió que su cuerpo empezaba a ralentizarse, hasta quedar totalmente paralizado. Otto sintió lo mismo en sus agotados miembros, con solo sus ojos capaces de moverse. Sin embargo, Caduceo no se vio afectado por aquel extraño efecto, aunque supo de dónde procedía.

De la voz de aquella mujer.

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09/01/2012, 10:34
Director

Johann asintió ante Nuruk, e indicó a Khalek que lo siguiera. El mago se despidió de Enelya con una intensa mirada, y siguió al Defensor a la carrera. Con la nieve cayendo sobre ellos, se movieron hasta el final de la larga calle. Llegando hasta el lugar por el que la sus compañeros habían desaparecido. Entonces el guerrero y el mago doblaron la esquina. Para sorpresa de ambos, encontraron a Otto al fondo de la calle, a unos diez metros… y no lejos de ellos, a Cristóbal y Caduceo, pero no estaban solos: la mujer de la túnica carmesí se encontraba allí. Su rostro mostraba una irónica sonrisa mientras hablaba, mientras sobre su hombro, el wyvern gruñía. La armadura de Cristóbal y la túnica de Caduceo destellaron bajo las antorchas, mientras la tela roja de aquella hechicera se movía suavemente bajo una ligera y fría brisa nocturna. Su voz era suave, e intrigante.

-Escuchadme atentamente, pues no sabéis a qué os enfrentáis. Él va a regresar, pues pronto reuniremos el último pergamino. Y cuando lo tengamos, sabremos dónde lo enterraron… pero tranquilos, seguid oyéndome hablar.

Khalek vio que el cuerpo de Johann se quedaba repentinamente rígido, con solo sus ojos en pudiendo moverse. Cristóbal y Otto parecieron ser afectados por el mismo efecto paralizador. Sin embargo, él mismo y Caduceo no se vieron afectados por aquel extraño efecto, aunque Khalek supo de dónde procedía.

De la voz de aquella mujer.

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09/01/2012, 10:35
Director

Johann asintió ante Nuruk, e indicó a Khalek que lo siguiera. El mago se despidió de Enelya con una intensa mirada, y siguió al Defensor a la carrera. Entonces, Nuruk, Enelya, Tadeus y Bernardett siguieron la marcha. Al fin, se encontraron frente a unas de las puertas de la ciudad. El enorme portal de doble hoja de madera estaba abierto de par en par. En el suelo, en el umbral, dos guardias de la ciudad yacían muertos, con sus pechos casi abiertos por unas terribles marcas de garra. Y, justo al otro lado, un inesperado manto de nieve cubría el sendero…

…y más allá, en la lejanía, a millas de distancia, podía verse la silueta de los oscuros árboles. La Selva Negra aparecía ante ellos, lejana y terrible. Enelya se agachó, y vio diversas huellas, un rastro en la nieve. Varias huellas de personas, algunas pequeñas, otras enormes, y otras de…

-Algo que vuela –dijo la joven arquera -. ¿Wyverns?

Pero ahí había algo más. Unas huellas que no conocía, y que parecían cambiar cada pocos pasos: vio lo que parecían huellas de lobo, o perro; otras de algún tipo de equino, otras eran claramente garras…

La dirección del rastro era obvia, pero la nieve que caía sobre ellos empezaba a ocultarlo. Por suerte, alguien había dejado unas marcas con palos y trozos de tela. Sin embargo, una pregunta rodeó al grupo: ¿Por qué las huellas más pequeñas, que seguramente debían corresponder a una de las niñas, o a las dos, parecían indicar que caminaban por voluntad propia en esa dirección, hacia Schwarzwald?

Poniéndose en marcha, los cuatro observaron que, a pesar de la cerrada noche, aquella vasta masa de árboles que era la Selva Negra brillaba levemente, con un aura blanquecina que destilaba una sensación ajena al mundo de la ciudad, al mundo de lo cotidiano y lo conocido.

Al menos, podían ver en plena anoche, aunque los mundanos hombres sintieron una necesidad casi imperiosa de encender un fuego, como si aquello pudiera alejar los oscuros pensamientos que acudían ante la fantasmal vista, que los esperaba a una milla de distancia… ¿una milla? ¿Desde cuándo estaba tan cerca aquel embrujado bosque?

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09/01/2012, 14:07
Otto

Todo se volvía cada vez más y más frustrante para Otto, se sentía inútil y cada cosa que hacía reforzaba esa visión, de pronto se sintió desesperanzado, su agotamiento había dejado de ser físico para volverse también espiritual. La vida de su nieta podía estar en peligro y él sólo podía confiar en terceros para que la salven. Lleno de agustia se sumió en un llanto silencioso, ya no le importaba impedir las muertes de la vieja roca, sólo quería recuperar a su nieta. De pronto su frustración se transformó en ira, recordó su llegada a la taberna y recordó cómo Caduceo con su constante soberbia había hablado en voz alta revelando todo a la mujer que ahora los controlaba. Incapaz de hablar por el hechizo de la mujer clavó una mirada furibunda en el mago transmitiéndole un todo el odio y resentimiento que sentía. Si no recuperaban con vida a su nieta Caduceo pagaría con su vida por su soberbia.

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10/01/2012, 14:54
Ludwig

-Cochino sarnoso hijo de perra -saludó Ludwig entre dientes a la gigantesca criatura, parapetándose tras un raquítico árbol deshojado.

Les tenían bien cogidos. Si no hubiese estado en juego la vida de las niñas, si el Oso no le hubiese apremiado de aquella forma, si no hubiese comenzado a nevar, Ludwig habría sido más precavido. Habría tomado la persecución con más calma y más seso, y no les habrían sorprendido de tan mala manera. Lanzó una mirada a las lindes de Schwartzwald, demasiado lejos quizá para ganarlas antes de que les alcanzasen las alimañas. Afortunadamente habían logrado refugiarse en el bosquecillo.

Los perros ladraban enloquecidos, furiosos, y un coro de agudos chillidos les respondía desde la oscuridad. Las ramas se quebraban, saltando en astillas a medida que el wyvern se abría paso entre ellas emitiendo unos escalofriantes graznidos. Yaun gritó también, uniendo su vozarrón a la barahúnda mientras enarbolaba sus extrañas hachas, más negras que la propia noche.

-Si no llegan ayuda pronto, estamos bien jodidos -masculló el cazador, encordando una nueva flecha-. Al menos, con todo este puñetero barullo no tendrán ni que buscarnos.

Dio un paso a un lado saliendo de detrás de las secas ramas, tensó el arco y tomó puntería. Dudaba de causar algún daño importante a una bestia tan imponente, pero era todo lo que podía hacer, dadas las circunstancias. Tal vez si lograba atinarle en la boca abierta, o en uno de aquellos ojos amarillos...

Ludwig sabía que no era así como debían enfrentarse a semejante monstruo, por más que hubiesen logrado evitar que les atacase desde el aire. Tenían que llegar al bosque y esconderse en su fantasmagórica espesura si querían escapar.

- Tiradas (1)

Motivo: Ataque con Arco Corto

Tirada: 1d10

Resultado: 4(+7)=11

Notas de juego

Edito: error en los destinatarios

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10/01/2012, 15:11
Ludwig
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Daño del disparo

Tirada: 1d10

Resultado: 9(+8)=17

Notas de juego

Sin saber si he acertado, tiro el daño... para ver si hay algún efecto o_O

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10/01/2012, 17:45
Khalek ex Bonisagus

 Debía de hacerla callar, así que, aunque no tenía un hechizo adecuado para tal tarea, me decanté por usar mi magia para hacerlo, esperando que pudiera librar a los demás del conjuro que los aprisionaba al hacer que callara un momento.

 - Creo Auram.

Notas de juego

 Uso el conjuro Viento Huracanado, no se que tirada debo de hacer...

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10/01/2012, 22:33
Enelya

Encendiendo una antorcha, la joven no dejó de seguir el rastro de las huellas, y de las marcas dejadas.

-¿Puedes sentirla? -preguntó a Nuruk sin dejar de mirar el suelo nevado.
Moviendo sus ágiles pies sobre la nieve, acercándose cada vez más en la Selva Negra, la joven caminó cada vez más deprisa, esperando que sus compañeros,
sobre todo Nuruk, pudieran llevar su ritmo, pero lo cierto era que la preocupación por Liara hacía que sus pies no pudieran detenerse.
Lo que acompañaba a las niñas era algo feroz y maligno, o eso creía. Pero Enelya estaría preparada, pues su arco ya era empuñado. No dejaba de pensar en los borrosos recuerdos de Liara transformándose en un extraño ser…

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10/01/2012, 23:35
Cristóbal

Un extraño escalofrío recorrió el cuerpo del cruzado. Cristóbal intentó golpear con la espada a aquella mujer, pero observó horrorizado que su brazo no respondía. Sintió como su cuerpo quedaba paralizado y recordó una vieja leyenda que le contaron cuando aun era un crío:  la de una mujer con serpientes por cabellos y que podía convertir en piedra a aquellos que la miraran...aquel fue el último pensamiento de Cristóbal antes de quedar petrificado.

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11/01/2012, 20:02
Tadeus

El embrujado bosque se alzaba ante sus ojos, parecía una metáfora de la oscuridad de los tiempos que nos habían tocado vivir. Tadeus vio a Enelya y escucho sus palabras, sus acciones no trasmitían otra cosa que valor, surgido de la desesperación. Decidió citar unas palabras, no a sus compañeros, sino simplemente citarlas en voz alta.

-Et lux in tenebris Lucet - Citó el benedictino mientras seguía a sus compañeros hacia las tinieblas.

Mientras avanzaba el monje no podía quitarse de la cabeza la prueba a la que estaban siendo sometidas las niñas, en la oscuridad, y aquellas marcas de huellas, de una fera, gracias a dios que alguien estaba con ella.

"Deus mecum est"-pensó el joven.

Notas de juego

1 "Y la luz brilló en las tinieblas"

2 "Dios esta contigo"

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12/01/2012, 01:05
Johann

<< Johann huía a caballo por la nevada pradera, por todos lados sus hombres caían a manos de los miembros del "Brazo del emperador". El guerrero no era de naturaleza sentimental, pero no podía evitar derramar algunas lagrimas por los seres queridos caídos en aquel ataque traicionero. Ya a punto de llegar a la linde de la selva negra, hizo frenar su caballo, echo la vista atrás y se secó las lagrimas. Todo se había perdido, no le quedaba nada...>>.La impotencia que sintió en aquel momento era comparable a la que recorría el cuerpo del guerrero en aquel instante. La situación era diferente pero al igual que en aquel entonces, el no podía hacer nada por sus compañeros, estaba inmóvil a causa del hechizo de aquella diabólica señora. Todo aquello le hizo recordar unos de los episodios mas triste de su vida.

Petrificado notó como los músculos se tensaban, no era en exceso doloroso pero si muy molesto. La voz lo tenía hipnotizado, pero no era el único por lo que pudo observar. El anciano y el admirado cruzado se encontraban en la misma situación. Desplazó la mirada con una extraña muesca en el rostro paralizado. Observo que su acompañante no había sucumbido al hechizo y se disponía a contraatacar. Esperaba por dios ser libero de aquella humillante situación.

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12/01/2012, 13:04
Director

Las palabras de la confiada mujer fueron cortadas de improviso cuando un inesperado y brusco viento la golpeó, lanzándola por los aires junto a su criatura, y junto a un grito de sorpresa. Cristóbal y Otto sintieron que sus cuerpos volvían a la normalidad, con sus miembros respondiendo de nuevo a sus pensamientos. Mirando a la entrada del callejón, los mundanos y un sorprendido Caduceo vieron a dos recién llegados: Johann y Khalek, que por la posición de sus manos parecía el responsable del súbito ataque violento sobre la mujer de carmesí.

Ésta aún estaba en el suelo, en una incómoda posición, gruñendo ante el repentino golpe. Su pequeño wyvern se había posado entre ella y los aventureros. La maga se sentó en el nevado camino de piedra, con un rojo tan enrojecido como su túnica, con un brillo de odio en sus bellos ojos.

Inesperadamente, la mujer se llevó las manos a la cabeza, en una horrible mueca de dolor. Un desgarrador gritó surgió de lo más profundo de su garganta.

-¡Noooooooooooooooo! –la voz desgarró la calma de la noche, mientras lejanos ladridos respondían por toda la ciudad-. ¡No le hagáis daño a ella! ¡No, a ella nooooo!

Con bruscas convulsiones, la maga cayó nuevamente, revolviéndose en el suelo en un ataque de espasmos y gemidos aullantes.

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12/01/2012, 13:05
Director

Las hachas gemelas de Yaun descuartizaron a un par de pequeños wyverns en pleno vuelo, pero otras criaturas voladoras lograron rasgar algo de su gruesa piel, incluso a través de sus anchos ropajes. Por ahora, solo eran leves picaduras de mosquito para el gigante… por ahora.

Mientras, Ludwig retrocedía ante la madre wyvern, cuyas fauces hambrientas lanzaban dentelladas sobre el cazador y sus sabuesos. Hase se acercó demasiado a la criatura, y estuvo a punto de ser devorado entero de un solo mordisco. Por suerte, una flecha, disparada sin demasiada preparación por Ludwig, cruzó el frío aire de la noche, clavándose algo por debajo del ojo derecho de la wyvern. Ésta soltó un gruñido, y lanzó un torpe zarpazo adelante, inútil entre los cercanos árboles. Astillas y ramas llovieron por el lugar, con Ludwig retrocediendo y esquivando entre los troncos, y con su mortífera perseguidora arrastrándose ruda y lentamente hacia él. Los perros ladraron, dando saltos alrededor del monstruo, logrando algunos mordiscos que solo lograron enfurecer más a la madre de aquella camada.

El instinto del cazador le decía que en cuanto saliesen de la pequeña arboleda, esa criatura podría volar… con todo lo que ello conllevaba. Mirando atrás, vio a aquel gigante partir en dos a otro wyvern, mientras el resto de los numerosos reptiles lo herían con garras y dientes. La sangre de las leves heridas de Yaun brilló en su piel y en la nieve que cubría todo aquel lugar.

Los ojos de los inesperados compañeros se encontraron entonces. Era el momento de decidirse: correr la enorme distancia hasta Schwarzwald o hasta la aún más lejana Rotweill, o pelear hasta el fin en aquel malhadado lugar.

Fue entonces cuando una luz centelleó a un centenar de metros, justo por el camino que habían recorrido hasta la arboleda desde la ciudad. ¿Una antorcha quizás? ¿Serían sus compañeros?

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12/01/2012, 13:05
Director

Guiados por Enelya y su antorcha, los aventureros aceleraron el paso. Hacía tiempo que la arquera había perdido el rastro de las primeras huellas, ahora cubiertas por la nieve que caía desde la noche sin estrellas, pero podía rastrear fácilmente las huellas más recientes: las enormes de Yaun Elur, las decididas de Ludwig, y las pequeñas y caóticas de los sabuesos del cazador. Además, varias ramas con tela marcaban claramente la dirección.

Una sensación asfixiante invadía a Enelya, cuyos pasos eran seguidos de cerca por Nuruk, tan preocupado como ella por las pequeñas. Bernardett iba junto al Merinita, tan callada como de costumbre. Tadeus, el monje, cerraba la marcha, implorando la ayuda de Dios en esta desesperada noche.

Lo primero que oyeron fueron los ladridos. Luego, el claro sonido del metal cortando carne, y el correoso sonido de alas reptíleas. Más adelante, iluminada por el sobrenatural brillo de la Selva Negra, vieron una pequeña arboleda, de no más de una docena de árboles. Distinguieron la enorme figura de Yaun Elur, que movía sus hachas gemelas en el aire. Docenas de pequeñas criaturas voladoras caían sobre él, una y otra vez, algunas para, partidas en dos, no remontar más el vuelo. Otras lograban herirlo. Y, en plena arboleda, vieron a Ludwig, o eso creyeron, retrocediendo ante algo mucho más grande que él, algo que hacía temblar árboles, algo que derribaba ramas y astillaba troncos. Los sabuesos del cazador ladraban a aquello, fuera lo que fuera.

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12/01/2012, 13:39
Otto

Otto se dirigió a paso apresurado hacia Caduceo, la ira le daba un nuevo ímpetu que parecía rejuvenecerlo, o al menos así lo sintió él. Sus articulaciones no le dolían y se creía dueño de una fuerza imparable, ignoró lo que pasaba con la maga y gruñó.

-¡Tu! Maldito mago soberbio. ¡Tu has puesto en peligro a mi nieta y Klara abriendo esa boca más de la cuenta! ¡Por supuesto, el gran Caduceo tenía que hablar en voz alta y comunicar a la taberna entera lo que el viejo decía en susurros!-

Sin pensarlo sacó el cuchillo y apuntó con el al mago. En aquel instante recodó cómo en parte el y su nieta le debían la vida al mago por haberlos sacado de la roca antes de que esta colapsara, soltó el arma y cayó junto con ella sumido en lágrimas. En eso lo habían convertido los años, en un viejo inútil y llorón. La impotencia lo embargó y los años volvieron a caer sobre él, sus articulaciones se quejaron el doble por el esfuerzo y su corazón se tensó en una punzada de dolor que asaltó su pecho y su brazo izquierdo.

-Si no hubieras abierto tu boca- susurró entre sollozos -Ellas aún estarían aquí-