Partida Rol por web

Al ser el primer día decidisteis hacer un esfuerzo por no llegar tarde hoy. Aún faltaban dos minutos para empezar cuando pudisteis ver como casi todos los pupitres habían sido ya ocupados; pese a eso notasteis que faltaba alguien de la lista, pero ya fuese por el sueño o por la cantidad de gente no fuisteis capaces de deducir quien lo suficientemente rápido ya que de pronto apareció vuestro nuevo tutor por la puerta.

Os doy la bienvenida a todos a este nuevo curso que se inicia- dijo mirando al alumnado antes de darse la vuelta y coger una tiza para escribir su nombre en la pizarra -Mi nombre es Ichi Taiki, y seré vuestro tutor durante este año escolar- tras escribir el nombre se gira nuevamente hacia vosotros -Espero que nos llevemos bien- después una leve inclinación de cabeza siguió -si alguien necesita ayuda ya sea por un problema en el ámbito de los estudios o extraescolar puede contar con mi ayuda; podéis acudir a mi al final de una clase, a la hora del patio o antes de marcharos, me encontraréis en el departamento de biologia o en la sala de profesores.-

Escucháis como alguien interrumpe la presentación picando a la puerta y finalmente la abre.

Lo siento- escucháis por parte de una bajita chica inclinada nada más se abre la puerta -me despisté y el otro día no fui a mirar las listas así que tuve que consultarlo en secretaría- dice algo avergonzada mientras se rasca la cabeza por detrás y deja ver su lengua.

El profesor la invitó a sentarse y siguió con la presentación hasta que finalmente llegó la hora del patio.
Pese a que era el descanso vuestro tutor se ofreció a quedarse en el aula durante ese primer día para solucionar cualquier tipo de duda o poder escuchar a aquel que tuviese algo que consultarle.

Nagisa había buscado sitio a ser posible cerca de Mamoru y Kohana. La joven había llegado puntual, como siempre, sumergida en un libro y se había sentado, saludando amable a sus comapañeros pero sin integrarse demasiado. Sumida en sus propios pensamientos y en su lectura. Se la veía un poco inquieta únicamente por como movía los pies bajo el pupitre y es que una parte de ella seguía incómoda. Otro año mas en Tokyo sin apenas poder ir a Hatsukaichi, y con la decisión sobre su futuro a la puerta de la esquina. Cuando entró el profesor se quedó quieta y guardó el libro que estaba leyendo.

En clase, como siempre, se mostró dispuesta y atenta. Y es que le encantaba aprender cosas nuevas. Disfrutaba con las asignaturas, y principalmente historia y literatura le apasionaban. No intervenía mucho ya que era bastante tímida pero tomaba apuntes diligentemente. 

En el descanso se armó de valor y sacó  libro de la mochila antes de buscar a Hayato, esperando dar con él y que no estuviese rodeado de demasiada gente. Cuando lo tuvo frente a ella avanzó hacia él y le saludó con la mano. - Konnichiwa, Hayato-san. - le respondió amable y sonriente. 

Shinji llegó a clase de manera relajada, le dolía la pierna, pero el estar hablando afuera con Mia le relajó bastante. Con tranquilidad cojeó hasta su asiento se sentó, abrió la mochila y empezó a atender a la clase. Se le hizo un poco dolorosa, y con razón, a fin de cuentas la prótesis le estaba doliendo de una manera inimaginable. Deseaba llegar a casa para poder quitársela y relajarse un rato sin hacer nada.

Al finalizar la clase y llegar la hora del recreo, Shinji buscó un sitio tranquilo en el recreo, ahí se sentaría, intentaría comer algo y se relajaría antes de llegar a clase.

Los primeros días de clase eran los mejores. Podía ver a gente agradable y distraerse con las clases pero todavía no suponían un trabajo extra. Claro que prefería las vacaciones pero si el curso pudiese avanzar igual que la primera semana siempre…

En la clase había procurado sentarse en la mitad posterior para evitar taparle la vista a algún compañero en la medida de lo posible por eso durante el descanso se levantó rápidamente antes de que sus compañeros bloquearan demasiado el paso para poder llegar al profesor. Por el camino dedicó una pequeña sonrisa a Emi-chan. Tan despistada y encantadora como siempre.

-Ichi-sensei, ¿podría hablar con usted un momento?

Prefería dar sus explicaciones desde el principio a que pensara mal de él. Claro que también era posible que hubiese escuchado de su situación de boca de sus anteriores tutores.

Gracias a la ayuda de Iwa-san había podido solucionar su problema: ¡Incluso estaban en la misma clase! Al parecer había sido un error de papeleo. Ahora sí vestido con su uniforme de verano, ya que aun hacía calor, entró a la clase donde ya gran parte de sus compañeros se encontraban hablando entre sí. Escogió un asiento de los más cercanos a la pizarra, en la segunda fila, ya que la primera parecía estar ocupada. Al menos era un buen sitio para atender y evitar distracciones, eso estaría bien.
Comenzó a sacar su cuaderno para tomar nota de lo básico, así como su portaminas del escuche cuando el profesor entró en la clase. Se le cayó el portaminas de manera algo torpe por estar jugando con él así que se agachó a recogerlo avergonzado, esperando que nadie hubiese visto aquello y se sentó derecho, atendiendo a la presentación y tomando nota de todo. De vez en cuando miraba a su alrededor. Menos mal que por las ventanas abiertas entraba la fresca brisa que atenuaba el calor, así como movía su cabello, el cual miraba en ocasiones de reojo.

Al finalizar todos se levantaron rápidamente para ir a hablar con los demás, algunos salieron del aula. El prefirió sacar su comida, un obento envuelto en un pañuelo amarillo apagado. Prefería desayunar tranquilo en la clase, mientras su mirada perdida se fijaba en el chico de cabello claro que se dirigía a hablar con el profesor. ¿Habría tenido algún problema como él con las listas? 

Llevaba una pequeñas ojeras en el rostro, debido a la emoción de aquel primer día. Había repetido en mi cabeza aquel día anterior al comienzo de clases, cuánto me había divertido y cuántos nervios me había sembrado enterarme que iría a clases con aquella chica. A pesar de estar algo cansado y somnoliento las primeras horas de las mañanas, intenté concentrarme lo mejor posible en la clase. Para no olvidar nada, había sacado un bloc de hojas lisas donde iba tomando apuntes a la par que iba haciendo dibujos en miniatura del profesor para acompañarlos. No eran perfectos, pero tenía que practicar para lograr un buen dibujo tarde o temprano. 

- Al fin~! -suspiré aliviado cuando el profesor anunció la hora del recreo. Como un zombie con los brazos extendidos hacia adelante, me acerqué hacia el asiento de Momo-san- Muero de hambre, amigo ¡Bento! ¡Bento! -comencé a balbucear mientras picaba con un dedo su hombro. No es que no tuviera forma de traer mi propio almuerzo, sino que desde que había conocido a mi amigo me había vuelto fanático de su comida, y había conseguido convencerlo de que me vendiera sus propios bentos para todo el año escolar- ¿Qué has traído hoy, eh? Necesitaré mucha carne o mariscos si quieres que esté con energía para ese partido en el que me involucraste- dije con fingido desanimo, para ganarme definitivamente un buen almuerzo como paga. Me senté en la primer silla vacía que encontré cerca de Momo-san, observando al resto de la clase con curiosidad. Al parecer mi llamativo pelo verde pasaría desapercibido aquel año, pues compartía salón con una chica super llamativa que había venido disfrazada a clases, y aquella chica que había llegado tarde, portando una combinación de rubios y celeste en su cabello.

Me mantengo sentado, algo despreocupado, piernas cruzadas que pasan hacía adelante del pupitre y brazos atrás de la nuca. Entra el tutor y se presenta, seguido por una joven que llegaba atrasada.

Mis ojos no dejan de mirar a la chica que me hizo un desaire hace unos minutos. Su belleza me enloquece, por lo que las palabras del tutor y la llegada de la chica atrasada me pasan desapercibidas. 

- ¿Aún no me dirás tu nombre? Digo con una sonrisa a aquella chica que al parecer para ella no existo (Kohana).

Llego con el tiempo justo, con el pelo todavía húmedo de la ducha y la corbata en una mano, ya que al salir de casa no estaban mis padres y NO, aún no he aprendido a ponérmela. De alguna manera, me libro de la inspección de vestimenta y consigo llegar a clase sin problemas, aunque ni siquiera tengo tiempo de hablar con los demás, ya que la batalla por ocupar sitios ha empezado y yo ya tengo un lugar fichado: un asiento cercano a la ventana, en las filas del medio. Esquivo a gente, salto evitando mochilas-obstáculos mal intencionados y finalmente, ¡HOME!, Yuuma Ito hace la carrera que da la vuelta al partido.

No lo celebro porque en ese momento llega el tutor. Me quedo pasmado con su apariencia, llegando incluso a dudar por un momento de si era un hombre o una mujer. Al rato llega Hon-chan, que como siempre, está en su propio mundo. Apoyo la barbilla en mi mano y el codo en la mesa, mirándola con una sonrisa.

Luego de que las insufribles clases terminen, me levanto de mi asiento con una exclamación triunfal. La hora del almuerzo siempre es mi tercer momento favorito del instituto, por detrás de las actividades del club y Educación Física, ya que puedo ir a jugar un rato a fútbol. Sin embargo, al ser el primer día, prefiero quedarme en clase. Me acerco a la mesa de Momo-kun, donde ya está Misato-kun robando comida a los demás.

- Si quieres puedes coger de mi bento, Misato-kun. -Le digo, dejando mi bento en la mesa. Lo desenvuelvo y saco la tapa, olfateando el aroma que sale de dentro. - Tú también, Momo-kun, puedes coger lo que quieras.

Hoy mi madre ha tenido que salir antes, sin embargo, no ha escatimado a la hora de cocinar: arroz, pescado, vegetales, una banana y un tetrabrick de zumo. "Ñam, ñam". Cojo los palillos.

- ¡Itadakimasu! -Rezo con las manos juntas, agradeciendo a mamá por prepararlo, a los recolectores por la fruta y a todos aquellos que han participado en la elaboración de mi comida. Es una de las costumbres japonesas que más me gusta y que fielmente intento emular: la gratitud. - Momo-kun, deberías comer vegetales, así no fallarías tanto.

Al fondo y del lado de la puerta. Después de años había encontrado el mejor lugar posible para sentarse. En el fondo uno podía dispersarse más sin que lo molesten, podía observar al resto del curso desde una posición táctica excepcional, veia lo que sucedía afuera del lado del pasillo y no estaba demasiado lejos de la puerta.

Aquel era su nicho. Ya comprobado de antemano que las clases no serían complicadas este año tampoco al leer el plan de estudios se había encargado de llevar un cuaderno anillado para escribir (uno por asignatura) y unas cuantas lapiceras.
El resto del espacio en su mochila lo ocupaban otras cosas: un par de anotadores para detalles extra, alguna que otra herramienta y, lo más importante (al menos para Misato): alimento.

Ayame efectivamente estaba en la clase, tenía una imperante necesidad de que aquella muchacha se pudiese incluir en la clase por lo que el día anterior se encargó de presentarla a algunos de sus amigos, sinceramente parecía agradable. Probablemente podría hacer maravillas si se la presentaba a Asahi y la introducían al club de teatro.

Tomaba apuntes acerca de las clases mientras meditaba.

Daisuke entrecerró los ojos al pensar en eso -Maldito Asahi, ayer no pasaste ni a saludar- hizo una nota mental para vengarse de su amigo por lo despistado de su actitud -Quizás Ito, Misato y Akihiko deseen participar del club también... Sería interesante y ciertamente poseen aptitudes actorales ocultas. Ni hablar de la chica de los cosplays, también debería- comenzó a reir para sus adentros justo cuando el tutor, Taiki-sensei, anunciaba que era hora del almuerzo.

Sus ojos recorrieron una parte del salón de clases que aun no había mirado demasiado, allí estaba esa persona, lo sabía. Abrió su mochila y empezó a contar la cantidad de sandwitches que traia, distraído con la visión que tenía no notó el "ataque sorpresa" de Togashi.

-¡AAhh! ¡¿Qué?!- preguntó sorprendido pese a que el muchacho era claramente visible y estaba junto a él. Recobró la compostura -Dios, Misato, casi me das un infarto-* comentó riendo un tanto nervioso. Yuuma se acerca entonces bromeando acerca del partido de ayer a lo que Momo se limita a contestar riendo aun más. Aclaró su garganta y respondió -Preparé algo distinto, no es bento, justamente son vegetales. Y hay para repartir entre nosotros cuatro, como siempre- digo señalando a Akihiko -Ahhh y uno extra para Ayame-.

 Maldito fallón. Darle tanto pase para nada.

No me cabe duda de que Daisuke, el artífice de mi derrota en el 2vs2 de la tarde anterior...y mi compañero de equipo...es capaz de sentir la mirada con que lo atravieso desde mi lugar en el centro de la clase.

Merece morir. Estoy segura de que estas dos se van a pasar tres pueblos.

Suspiro, viendo a mi lado a las gemelas mirarme con cara de maldad extrema. Acerco mi silla un poco más a Nagisa, al otro lado, huyendo de ellas. Me siento junto a la señorita Takahashi, en la misma mesa, y detrás nuestra están Mamoru y Kohana.

Apenas me entero de cuando llega la hora del recreo. No lo habría hecho si "ella", mi musa, no se hubiese levantado. Tendré que acabar el dibujo en otro momento. Guardo la libreta y salgo para comerme mis onigiri a la sombra de algún árbol.

- Go-men-ne~- dije suavemente mientras me disculpaba con Momo-kun- Sir Yuuma-san, es muy amable usted- apunté al ver que nuestro rubio amigo se nos unía con su usual amabilidad, y continuando con nuestro juego de roles-. Mi principal fuente de alimento y nutrientes son las deliciosas preparaciones de Daisuke- anuncié aquello en voz alta con orgullo, mientras mis ojos brillaban felizmente al observar mi almuerzo, como para que todos se enterarán de las cualidades prodigiosas de mi amigo, casi una publicidad-, pero aceptaré con felicidad tu propuesta- Al ver el envase de zumo de Yuuma, me apresuré a disculparme mientras me retiraba en reversa- Momo, iré a conseguirnos unos refrescos, y de paso aviso a Ayame-sama que has traído comida para compartir.

Salí con prisa del salón, saludando a aquellos con los que mi mirada se cruzaba, dedicándoles una sonrisa. Excepto en el momento en aquel momento en el que mi mirada se cruzó con la de Noriko-san. Su ardiente mirada parecía ser la llave de las puertas del infierno. Por suerte, sólo parecía estar molesta con una persona en el mundo. De forma silenciosa y tímida, pasé por su lado saludándola con la mano.

Al salir al pasillo, fui directo a la maquina expendedora, encontrando a Shinji en el camino de regreso. Me quedé perplejo observándolo unos segundos. Me había costado reconocer su figura al principio. No le había visto durante un buen tiempo, y sobre él imperaba un aura diferente a la que recordaba. Podría haber sido considerado algo descortés el hecho de haberme quedado tanto tiempo mirándolo, como examinando cada detalle de su rostro. Había escuchado rumores sobre algo de un accidente. Fuera lo que fuera, parecía que una chispa se había apagado en él. Finalmente me acerqué a él, y le extendí una lata de refresco de naranja.

- ¿Eres Kanaeda-san verdad? Soy Togashi- me tapé con la mano la frente, tapando en parte mis cabellos de color verde, esperando que me reconociera, pues antes llevaba todo el cabello castaño rojizo- ¿Te gusta el sabor naranja? Me equivoqué al seleccionar y la máquina me termino dando ésta por error. Qué tonto soy ¿verdad? - mentí, mentí como mejor sabía hacerlo, poniendo mi sonrisa más simpática, confiando en que no rechazaría mi regalo. Siempre era agradable cuando alguien se interesaba por tí, y esperaba que con aquello pudiera mejorar un poco el ánimo de mi compañero.

Ohayô- saludé devolviéndole la sonrisa, seguidamente extendí la mano como si tratara de pedirle algo, no había olvidado que prometió traerme aquel libro destinado a gustarme según sus palabras.

Vi como uno de los chicos que se sentaban cerca del fondo de la clase se dirigía a mi, le respondí con una sonrisa -sin problema ¿aquí te parece bien o prefieres algo más de intimidad?- como no sabía de que quería hablarme ni si podía ser violento para él hablarlo estando sus compañeros allí le invité a ir a otra aula si lo creía necesario.

-Lo cierto es que preferiría que fuera en privado, si no tiene inconveniente.

Simplemente prefería no aburrir a sus compañeros con sus cosas y, además, seguro que se alegraban de tener el salón para ellos solos.

Me giré para hablar con Mamoru cuando de repente escuché como alguien se dirigía a mi, así que dirigí mi mirada a la fuente del sonido -¿Eh? yo... yo ya te dije mi nombre, soy Hana Kohana- digo ruborizándome al recordar la escena del otro día, al hacerlo caigo en que quien realmente no se presentó fue él -Quien no sabe tu nombre soy yo...- dije casi sin pensarlo.