Partida Rol por web

Tokyo 2020, Agosto, 4 a.m de la mañana

Las oficinas de Neuromind INC están cerradas, los ordenadores apagados y en los pasillos solo había algunos guardias de seguridad, aunque siendo una de las empresas punteras del mundo en cyberseguridad había motivos de sobra para estar tranquilos.

Hacía más de un año que Nagisa no entraba allí, desde que su manada había sido arrasada en su gran mayoría en parte por su culpa. Y estaba entrando sin hacer ruido pero es que se había conectado al sistema de seguridad que ella misma había diseñado y lo había hackeado para acceder. Así que avanzó por aquellos pasillos hasta el despacho del director. El que había sido su prometido.

Todavía no sabía que iba a hacer cuando le viese la cara, ¿Disculparse? Era un buen comienzo. Pero probablemente le tirase las disculpas a la cara. Y merecidamente porque si alguien lo había hecho todo mal, era ella.

Esta historia, como las grandes historias dramáticas, estaba llena de malas decisiones y giros dramáticos. Pese a que se enamoró de él como ella era cambiaformas y el humano siempre lo había tratado con cierta condescendencia. Manteniéndolo a un lado en casi todos los temas como solía hacerse en la manada con aquellos que humanos.

Ella era la mano derecha del próximo líder de la manada, aunque no tenía un interés romántico en él si que sentía admiración y lo defendía con todas sus fuerzas. El joven al principio era inteligente y resuelto pero poco a poco esa actitud fue convirtiéndose en algo mucho peor, adquiriendo tintes egocéntricos y autoritarios mientras ella le respaldaba en todo momento.

Eso provocó que las cosas con Hayato, que además aquella situación le pillaba de cerca porque el era el hijo del actual alfa pero no iba a heredar por haber nacido humano, empeorasen hasta el punto en que ella canceló la boda semanas antes de hacerlo.

Y peor aún, fue incapaz de ver cuando Rai se corrompió y pactó con vampiros, perdiendo la razón a cambio de una mayor fuerza y haciendose adicto a su sangre. Hasta que fue tarde y atacó la manada que iba a liderar junto con varios vampiros.

Hubo muchas víctimas, de todas las edades, y Nagisa si luchó contra él, pero quedó malherida y fue incapaz de matarle cuando tuvo la oportunidad. Destrozada y avergonzada se hizo pasar por muerta pagando a un mago para que hiciese aparecer un cadáver falso y huyó lejos.

Y Hayato, dada la situación, que fue una humillación para su propio padre y todos los ancianos que habían depositado su confianza y esperanzas en Rai se quedó administrando la manada y la empresa de la madre de Nagisa, aquella que iban a llevar juntos. Tras haber tenido que enterrar a Nagisa.

Y esa mañana, esa maldita mañana, cuando llegue a la oficina se va a encontrar que alguien ha entrado hasta su despacho con el sistema de seguridad millonario que había diseñado Nagisa y que le dejó una tarjeta de una cafetería en la torre de Tokyo con una hora, las 11:30, escrita a lápiz.

Dudé un instante tras encontrar la nota ¿era buena idea presentarse a aquella cita? ¿y si era una trampa de Rai? suspiré, todo eso no quedaría como algo más que una suposición si no iba para averiguarlo, y realmente tenía ganas de encontrarlo y desafiarle en búsqueda de venganza... pero era plenamente consciente de que no había ni una mínima posibilidad de que yo pudiese ganarle en combate. Tras mirar la nota la solté con desgana sobre la mesa nuevamente y me senté en el sofá posando mi cabeza en su respaldo mirando hacia el techo, definitivamente no iba a huir incluso si era una trampa.

Una hora antes de la quedada ya me encontraba allí, así lo hice para poder contemplar si había algo sospechoso en aquel lugar, pese a que no vi nada que me hiciese sospechar no bajaría mi guardia... aunque eso terriblemente no iba a ser suficiente para estar seguro.

Así pues, esperé allí a que llegase la hora y aquel que quería encontrarse conmigo hiciese su aparición.

Llegué un poco tarde y como suponía el ya estaba allí. Me había preparado mil discursos pero en realidad no sabía que le iba a decir. A medida que subía en el ascensor los nervios fueron consumiendome. No era la misma que se había ido hace un año. Y ya no se trataba del físico, los cambios habían llegado a un nivel mas profundo.

El ascensor se abrió y la cafetería se extendió ante mí. No había amenazas, y únicamente el ruido de conversaciones discretas se extendía como un murmullo de fondo. Me ajusté la chaqueta y los vaqueros por última vez mientras me acercaba a la mesa, una vez cerca, me senté agilmente en una silla frente.

- Hola. - No era original, mas bien sonaba estúpido dada la situación pero fue lo primero que salió de mí, y seguía siendo bastante inepta a nivel social. -

Cuando apareció Nagisa, no pude evitar sorprenderme, si la situación hubiese sido distinta posiblemente hubiese desatado mi mal genio contra ella, pero tras haberla dado por muerta... verla ahora ahí... ¿como iba a hacerlo? levanté mi mano para tocar su mejilla -no habré perdido totalmente la cabeza y serás una ilusión ¿verdad?- dije con los ojos algo húmedos, no podía negar que durante mucho tiempo la odié, siendo incapaz de aceptar algunas de sus acciones, pero una vez me enteré de que había muerto parte del mundo se me cayó en cima y todo el rencor desapareció mientras me encontraba prácticamente solo con una situación que me sobrepasaba; así pues, verle frente a mí solo me resultaba un respiro dentro de toda aquella situación asfixiante en la que me encontraba ¿era a caso una señal de que a partir de ahora las cosas iban a mejorar?

Cuando acarició mi mejilla me quedé un poco descolocada, negué con la cabeza y le miré a los ojos. - No, no la has perdido, probablemente estés mas cuerdo que yo. - le respondí sin poder evitar una sonrisa amarga. Ver su mirada húmeda hizo que aumentase mi sensación de culpabilidad. - He vuelto. -

Yo tampoco había podido evitar odiarle sintiendo que siempre había ido contra mí, pero tras todo lo que ocurrió, tras darme cuenta de los errores que había cometido y haber estado tanto tiempo separados no pude evitar alegrarme de tenerle frente a mí de nuevo, dándome cuenta de lo mucho que le había echado de menos. Pues ya habían sido dos años de distanciamiento desde que había cortado la relación.

Levanté mi mano y acaricié su mejilla yo también por un momento. - Me alegra ver que estás.. bien. - dije sinceramente.

- Creo, que te debo una explicación. - tragué saliva preparándome para lo que iba a decir, retirando la mano y bajando la cabeza. - Pero al menos mereces que te lo diga a la cara. Por eso te cité hoy aquí. - ¿Quien habría podido saltarse los sistemas de defensa si no era ella?

- El día del ataque luché contra Rai, le derroté y conseguí que se replegase pero quedé malherida y no tuve el valor de acabar con él. - le confesé avergonzada. - Destrozada, física y mentalmente por todo lo ocurrido pagué a un mago una cuantiosa cantidad para que fabricase un cadáver falso para que no me buscaseis y huir lejos, pensando que estarías mejor sin mí. - Negué con la cabeza pasando la mano por la frente y mirándole para ver su expresión. Probablemente ya estaría cabreándose.

- Con el tiempo, cuando me fui recuperando me di cuenta de que eso solo había sido una excusa para huir y ocultar mi orgullo herido. Que había sido egoista y no había pensado realmente en como os sentiríais los demás. Así que tras reunir el valor necesario para dar la cara he vuelto a Tokyo. -

Nagisa actual (He calculado que tendran unos 30 años )

Tras escucharlo todo solté un suspiro -no puedo decirte que hicieras bien y que no pasa nada, que todo se arreglará- expliqué -sin embargo no creo que pueda echarte nada en cara ya que estando en tu lugar no estoy seguro de que lo hubiese hecho mejor que tú- mi tono era serio pero no mostraba enfado -al menos has dado la cara ahora, más vale tarde que nunca- no es que no estuviese nada enfadado con ella, pero en el fondo tras tenerla ahí después de tanto tiempo y tras escuchar su historia no podía simplemente hacerle pagar por todo, ya que yo mismo también había cometido muchos errores en el pasado, de todos modos necesitaría tiempo para asimilarlo, realmente no sabía que más decir en un momento como aquel.

Tragué saliva mientras esperaba su respuesta. Al ver que no parecía enfadado aunque tampoco contento por la situación esbozé una breve sonrisa. - Arigato goazimasu por tu comprensión Hayato-kun. Pero yo si se que lo habrías hecho mejor que yo. - le respondí antes de retirar la mano que acariciaba su mejilla, sin saber si queria que siguiese haciéndolo dado que tampoco parecía contento.

Lo que dije, lo hice con conocimiento de causa ya que había seguido sus pasos y había visto como se había desenvuelto como alfa, mucho mejor de lo que Rai lo hubiese hecho, le había fallado, tenía que haberle apoyado desde el principio aunque su padre hubiese elegido a otro. Estaba claro que me había equivocado en todos los aspectos.

Respiré profundamente antes de continuar hablando. - Si quieres podría instalarme en Tokyo, volver a la empresa, dado que no habéis encontrado a alguien mejor porque seguís usando mi sistema de seguridad. Y... bueno, ayudar a la manada. - Esto último lo dije indecisa porque no estaba segura de que fuesen a recibirme con los brazos abiertos por lo que había hecho, pero por algo había que empezar.

No sabía si algún día podría llegar a perdonarme, pero al menos no me había mandado al infierno que es lo que esperaba.

Guardé silencio un momento antes de comenzar a hablar -está claro que me en momentos como estos cualquier ayuda es bien recibida- expliqué -pero antes de aceptar la tuya tengo una pregunta que hacerte- mi tono y mi rostro mostraban que realmente para mí se trataba de algo muy serio -¿estás prepara para volver?- hice un parón antes de seguir -supongo que sabes que no todo el mundo te acogerá con los brazos abiertos después de lo ocurrido, será más que común que escuches comentarios hostiles, que como tu has dicho, ataquen directamente a tu orgullo herido; si estás preparada para soportar eso, además de lo que pueda venir... entonces podrás contar conmigo tanto como yo pienso contar contigo; pero, si no crees que lo estés, entonces márchate ahora... prefiero que lo hagas en este momento, antes de que vuelva a posar plena confianza en ti-

Ver la seriedad de su rostro hizo que apretase los labios, expectante de lo que pudiese decirme. El que aceptase mi ayuda era un paso sabía que había algo más.

Escuché sus palabras con atención, mientras algo de mí se revolvía. Sabía que me enfrentaría a eso pero escucharlo de esa forma tan contundente hizo que por un momento mi voluntad se tambalease. Todavía no estaba recuperada del todo y realmente no lo estaría hasta que enmendase mis errores, y eso incluía lidiar con mi vulnerabilidad actual.

Mi mirada tembló, insegura por un instante y me quedé unos segundos callada pero tras eso asentí. Había venido hasta aquí para eso, y el estaba dispuesto a confiar en mí así que debía estar a la altura. - Hai, venir aquí implicaba todo lo que acabas de decir, y viniendo de ti, que habría sido mucho mas doloroso. Ya que sinceramente no esperaba que fueses a darme la oportunidad que me estás dando. -

Tras eso miré un segundo por la ventana, contemplando la inmensidad de la ciudad antes de volver a mirarle. - No será perfecto. Los dos sabemos que sigo herida y que cometeré errores. Pero lidiaré con la hostilidad y no huiré. - le respondí con seguridad y honestidad, sin mentirle ni guardarme nada. - Es una promesa. -

Por un momento vi inseguridad en ella, estuve a punto de simplemente levantarme mientras le decía: "olvídalo, gracias por haber venido de todos modos". Fue entonces cuando comenzó a hablar, la inseguridad que se plasmaba en ella hacía apenas unos instantes parecía ahora una alucinación, pero estaba seguro de que no fue simplemente impresión mía; dudé un instante antes de darle respuesta ¿acaso esperaba algo distinto? Estaba claro que no podía estar segura de lo que estaba haciendo, y menos de si realmente sería capaz de aguantar lo que viniese de ahora en adelante, pero si había un momento para poner a prueba que realmente planeaba confiar en ella era este, definitivamente era necesario. Una vez mis dudas desaparecieron finalmente contesté -Cuando lo necesites puedes apoyarte en mí, cuando la hostilidad comience a hacer que tu fortaleza se tambalee... o tras cometer un error; yo intentaré ayudarte, esa es mi promesa-

Ver como aceptaba mis palabras y me respondía de esa forma me hizo sonreir, como acto reflejo cuando me dijo eso extendí mi mano para coger la suya. - Gracias.. otra vez. - mi voz sonaba honesta y emocionada por la situación, mientras se me humedecían los ojos. Ni en mis mejores sueños habría esperado un recibimiento así.

Cuando me dí cuenta de lo que estaba haciendo, me ruboricé por un momento y solté su mano. - Lo siento. - susurré algo avergonzada.

Suspiré, dándole un trago al café antes de hablar de nuevo. - Ten por seguro que lo haré. Al fin y al cabo uno de mis mayores errores fue no confiar y no apoyarme en tí. - Y es que en último año me había repetido eso interminables veces desde el ataque.

De nada sirve lamentarse- expliqué tras escuchar sus últimas palabras, agachando tanto la mirada como la cabeza -solo queda intentar avanzar desde donde estamos ahora, sobreponiéndonos a la situación y a los errores del pasado... más los que podamos cometer de aquí en adelante- tras decir eso me mantuve unos segundos en silencio no más de dos, aún sin levantar la cabeza, transcurrido ese instante alcé nuevamente tanto la mirada como la cabeza, mirando primero a la ventana y después a Nagisa -espero que al menos ese café te guste- dije mostrando una sonrisa algo triste.

- Hai, tienes toda la razón Hayato-kun. - le respondí asintiendo ante su comentario. De nada servía ahora mirar atrás. - Y si, el café aquí esta genial, como siempre. Este sitio siempre me ha encantado, y es la mejor vista de la ciudad. - fue mi respuesta antes de observar su sonrisa triste, llevando una mano a su mejilla.

- Eh, no pongas esa cara, mirame. Eres.. Lo has hecho siempre genial y has estado a la altura de las circunstancias. Mas que eso. No tienes nada de que avergonzarte, ni nada que enmendar. - le respondo con admiración sonriéndole con dulzura.

-gracias- contesté aceptando sus palabras aun si no estaba de acuerdo, seguidamente me levanté de la silla -si me disculpas... yo me retiro ya, aún me quedan cosas por hacer en la oficina. Disfruta de tu café- dije haciendo una ligera inclinación antes de comenzar a caminar.

Pude ver su expresión, leer su gesto, le conocía demasiado bien para notar sus discrepancias. ¿Por que no estaba de acuerdo? ¿En que estaría pensando? Las dudas atravesaron mi mente pero dado que no quería continuar la conversación me las guardé para mí misma.

- Cla..claro.. Gracias por haber venido - le respondi con una sonrisa mientras vi como se alejaba. - Mañana nos vemos. - Habíamos quedado en que volvería a la empresa y a la manada así que mañana estaría allí dando lo mejor de mi misma.

Me quedé un rato allí una vez se fue, removiendo el café con la mirada perdida mientras no dejaba de pensar en la conversación. Tras eso saqué una tablet y empecé a buscar apartamentos en Tokyo. De momento solo había pillado una habitación en un hotel pero dado el giro de los acontecimientos necesitaría un sitio donde quedarme.

Una figura descansaba fumando en un callejón. Un vampiro alto, rubio, rasgos occidentales y de mirada perdida ni siquiera reaccionó cuando un hombre de pelo oscuro y rostro anodino se acercó hasta él.

- Señor, hay una cambiaformas nueva en la ciudad. Una felina de nombre Nagisa. -

El hombre da otra calada. - Nagisa.. me resulta familiar ese nombre. -

- ¿Aviso a Rai? - le pregunta y ante eso el niega con la cabeza. - No. Mi labor es ocuparme de los disturbios en la ciudad, no soy el recadero de nadie. - arroja la colilla a una papelera y tras eso se va hacia su moto.

Los días siguientes en la empresa fueron de júbilo al fin y al cabo la había fundado la madre de Nagisa, de modo que muchos la conocían. Mantuvo un ritmo de trabajo bastante solitario pero eficiente pese a que llevaba un tiempo fuera.

Tres días después el padre de Hayato fue a verle a su despacho. Mucho había tardado, ¿No es así?

- ¿Podemos hablar? - Pregunta cortesmente, aunque el tono marca una imposición.

Parpadeé un instante antes de dar respuesta a mi padre -claro- contesté dejando los documentos que estaba consultando sobre el escritorio.

El hombre entró en el despacho con paso firme cerrando la puerta tras de sí y sentándose en una silla. Se tomó unos segundos antes de empezar a hablar. - Voy a ir al grano. - le avisó con voz suave.

- Me alegro de que Takashi-san esté viva, pero creo que no deberías dejarla volver a la empresa y muchísimo menos la manada. Sabes que era la mano derecha de Rai y que canceló vuestra boda. - Sacó los recuerdos mas dolorosos nada mas empezar, para presionarle. - Siempre ha sido demasiado temperamental, inestable y de poca confianza. Y además después de todo lo que pasó entre vosotros no creo que pueda ser bueno para ti. - El hombre habló con severidad, usando el mismo tono que cuando era alfa, llevaba mucho tiempo apartado sin opinar sobre las acciones de su hijo, mas que nada porque el había aupado a Rai como sucesor, pero había decidido cambiar de actitud.

- No sabemos que ha estado haciendo este último año. Puede que huyese junto a Rai y ahora sea su espía aprovechándose de tu buen hacer. -

Estaba claro que muchas de las palabras de mi padre hacían daño de manera intencionada para intentarme hacer despertar, hacerme cambiar de opinión, pero había decidido y no pretendía echarme atrás porque alguien me repitiese cosas que ya sabía cuando me decanté por aceptarla. Intentando disimular lo mejor que pude el daño de las heridas aún no cicatrizadas sobre las que estaba lanzando sal comencé a hablar -estamos en una situación en la que cualquier ayuda es buena, si comenzamos a dudar de todo el mundo simplemente nos queda la derrota- paré un  instante -que ella se equivocase en el pasado no la hace peor trabajadora- añadí -además, ella no es la única que ha cometido errores en el pasado- dije como un reproche a mi padre, aunque yo mismo también los había cometido; no quería simplemente echarle en cara cuánto había faltado todo este tiempo y preguntarle como se atrevía a aparecer ahora preocupándose por mí y aconsejándome...así que guardé silencio mientras borraba esa imagen de mi mente -si ella merece o no confianza lo averiguaremos pronto- terminé, sabía que si me fallaba posiblemente sería el fin de todo... pero definitivamente algo me decía que si no confiaba en ella el final sería el mismo... me giré dándole la espalda a mi padre antes de mostrar una sonrisa llena de amargura "no puede ser bueno para ti" las palabras de mi padre se repitieron en mi cabeza, sentía que para mi posiblemente ya era muy tarde, fuese cual fuese el final de la historia.