Partida Rol por web

La escena pilló por sorpresa al agente Dwight. El perro atacando de improviso y Hill riendo cual hiena desquiciada después de abatir a su compañera y casi darle a él mismo. Aún así, intentó actuar lo más fríamente posible. Apuntó al perro mientras daba instrucciones.

-Johnson, no podemos perder a nadie- estuvo a punto de decir que siguiera a Hill sin atender a Salina pero no quería tener otra muerte en su conciencia, y supuso que igualmente Peter opinaba igual, o esa impresión le daba- asegúrate de que Sparks está bien. Ya tendremos tiempo de lidiar con Hill.

En cuanto a él, tenía otros planes. Sabía que lo tenía difícil, era mejor psicólogo que tirador. Pero el perro estaba hiriendo a Jules y no parecía que fuera a dejar de atacar. Disparó, aún sabiendo que su tiro podría poner en peligro a su compañero. Tiempos desesperados requerían medidas desesperadas. Sin embargo, a pesar de lo rápido de su actuación respiró correctamente, como había aprendido en la academia hace ya unos años. No podía permitirse fallar este tiro.

El lomo de Satanás saltó por los aires después de que Dwight le disparara, había sido un tiro arriesgado que podía haber terminado mal pero la puntería de John fue certera en esa ocasión y el perro terminó muerto. Jules logró quitarse el cuerpo del chucho de encima y miró a John con incredulidad en los ojos. Por primera vez desde que se conocían, a Jules no se le ocurrió ningún comentario mordaz y se quedó en blanco, mirando acojonado a John y pensando que podían haberle dado. Estaba herido por el perro, tenía la mano destrozada, con la piel levantada y chorreando sangre. Necesitaría un minuto de descanso antes de seguir.

Salina no había tenido tanta suerte. Cuando Peter consideró que podía acercarse a ella sin peligro de que le dispararan, comprobó que el disparo había resultado fatal para la joven agente del FBI. Le habían acertado en un costado, un feo boquete del que no dejaba de brotar sangre se podía ver bajo sus costillas. No respiraba. La expresión de su rostro todavía mostraba la sorpresa que le había causado el ataque y sus ojos se mantenían abiertos, inexpresivos, faltos de vida.

Mientras tanto, el viejo Hill se alejaba entre los maizales escapándose de nuevo.

En el granero no había nada. Peter se maldijo por haber sido tan lentos a la hora de decidir de entrar sin más en aquel sitio, al viejo y su compinche les había dado tiempo de sobras de limpiar de pruebas todo el lugar. Los ruidos de fuera le llamaron la atención, pero Salina se le adelantó, salvándole la vida. Por un momento, el joven se quedó impactado al ver caer al suelo a su compañera pelirroja. Cuando consiguió acercarse para ver como estaba, su vida había volado, ya no había latido alguno en su cuerpo. Peter se quedó paralizado por unos segundos. Era como revivir otra vez aquel fatídico día, en su pueblo, con su novia ensangrentada entre sus brazos...

-Maldito viejo, ¡tenía que haberte volado la cabeza cuando pude!- gruñe, cabreado, por lo bajo, cuando consigue salir de su ensimismamiento. Ya no puede hacer nada por la mujer, pero puede atrapar a ese hijo de puta y hacerle pagar por todas las personas inocentes asesinadas. Peter sale corriendo en dirección hacia donde cree oír que proceden los disparos... ¡hacia el maizal!

A pesar de sus intentos de evitar ninguna baja no pudo hacerlo. Selina había caído. Lo supo al ver la reacción de Peter al comprobar su estado. La historia se repetía. Y se sentía responsable, como ya lo hizo en el pasado. Pero debía redimirse encontrando a aquel viejo endemoniado y quien más fuera que estuviera metido en el meollo.

-Esto termina esta noche- dijo, pistola en mano.

-Se... seguid sin mi, tíos. - Dijo Jules retomando el aire a duras penas después del ataque del perro y el susto del disparo. -Necesito un segundito.

Johnson y Dwight salieron tras el Viejo Hill a través del maizal ennegrecido de la granja del viejo chiflado que acababa de matar a Salina y provocado la situación en la que se veían envueltos. Mientras huía, Martin Hill iba riendo histéricamente como un lunático. John y Peter trataban de alcanzarle pero era difícil, pues se movía entre las líneas de maizales escurridizamente sin intención alguna de ponerse a tiro. Tuvieron que seguir las sacudidas de los maizales para adivinar por donde se movía.

Finalmente, el viejo llegó a un pequeño claro donde se encontraba el espantapájaros donde habían terminado sus pesquisas la noche en la que mataron a la sheriff Joanne Baker. El viejo Hill estaba colocando unas fotografías en la cabeza del espantapájaros, pudieron fijarse que se trataba de unas de tipo Polaroid pero no alcanzaron a fijarse en quien salía en las fotos.

Lo que sucedió a continuación fue tan inaudito como perturbador.

Un estremecimiento, un ruido sordo que sonó en la profundidad de la noche. De pronto un quejido de ramas que restallaban como las articulaciones de un viejo sedentario. El espantapájaros se inclinó hacía delante y dio la sensación de que se iba a caer al suelo, pero freno, una de sus piernas se movió y se apoyó en el suelo. La otra pierna acompasó el movimiento y el espantapájaros dio un paso al frente. El viejo Hill había dejado una guadaña a sus pies y el espantapájaros movió sus brazos para recogerla y se dirigió aumentado su velocidad hacía ellos.

Peter corre como un gamo por el maizal, sin apenas tiempo de esquivar las plantas de su camino. Le golpean en los costados y sólo acierta a apartar las que le van a la cara que le puedan molestar para ver la ruta del viejo Hill. Cuando ve que aminora la marcha, desenfunda su arma, esta vez le pensaba pegar un tiro a ese loco huesudo ¡y que intentaran denunciarle luego, vamos!  Al llegar delante del espantapájaros, Peter siente una mezcla de terror primigenio e ira descomunal. Sabía que le tenía que haber disparado a esa cosa cuando tuvo la oportunidad! El joven levanta el arma, más que dispuesto a usarla contra lo que se le venía encima...

Se había negado a creer en lo sobrenatural. hasta ahora. Hace poco estuvieron delante de ese espantapájaros y a poco estuvo de hacer caso a su compañero y dispararle cuando pareció moverse. Ahora ahí lo tenían. Atacándoles. Sacó su pistola listo para disparar, aunque una duda de si eso serviría o no de algo aún asolaba su mente.

El espantapájaros se movía a una velocidad sorprendentemente rápida hacía ellos. Recordaban ahora el asesinato de la sheriff, cuando habían perseguido en coche al asesino y éste les había dado esquinazo a pesar de ir a pie. Tenía que ser aquella criatura cuya velocidad era sobrenatural. Aquello se salía de toda lógica, de toda creencia que pudieran tener, pero no había tiempo para pensar, la criatura se dirigía hacía ellos armado con la guadaña y mientras tanto el Viejo Hill reía histericamente tras él.

En un par de zancadas más el espantapájaros se colocó frente a ellos, fue tan poco el tiempo en que tardó en hacerlo que quedaron increíblemente sorprendidos de la velocidad con la que había recorrido la distancia que les separaba. De cerca, su figura era todavía más intimidante y terrible, y la impresión que causó en Peter provocó que disparara con demasiada prisa, haciendo que su disparo no fuera nada certero. En cambio, John mantuvo la sangre más fría y disparó con gran precisión y acertó justo en el pecho de la criatura, quien siguió su avance impasible como si no hubiera sido acertada.

El espantapájaros se colocó frente a ellos y alzó la guadaña al cielo justo cuando un relámpago hacía destellar todo el oscuro cielo de Ashville. La hoja curva de la guadaña brilló reflejando el resplandor del rayo y por un momento sintieron que aquello era una terrible pesadilla de la que no podían despertar.

El monstruo se colocó frente a Peter con una velocidad alucinante, pues antes de que el agente hubiera podido apuntar y apretar el gatillo, la criatura ya se encontraba frente a él con la guadaña dirigida hacía su cuerpo. El movimiento de ataque fue igual de rápido y contundente que los movimientos del Espantapájaros.  Le guadaña se clavó en el costado de Peter y la fuerza del ataque provocó que saliera despedido un par de metros hacía su derecha. El brutal golpe le dejó malherido y con la cabeza dándole vueltas, iba a tarda un rato en recuperarse y para cuando lo hiciera sentiría el brutal dolor de la herida.

Mientras tanto el viejo Hill reía tras ellos como un loco y había sacado un bidón de gasolina con el que había empezado a rociar los maizales de alrededor.

Peter lo intenta, con todas sus fuerzas, apuntar y disparar a aquel horror con patas y exceso de atrezzo, pero los nervios le traicionan por todos sus poros. La velocidad de aquella cosa, impensable para su tamaño, le pilla desprevenido y para cuando se da cuenta de lo que está pasando, la guadaña ya cae sobre él. Lo último ve antes de caer es el brillo metálico de la hoja curvada clavándose en su carne. El dolor y la fuerza del golpe le dejan totalmente fuera de combate por un rato, que le parece al joven media vida. El dolor en su costado no tardaría en dominarle, en cuanto el daño superara al anestésico de la adrenalina y entonces bye-bye. Peter sólo podía sentir rabia mezclándose con la confusión mental del ataque. Sabía que tenía que hacer algo para ayudar a su jefe, para vengarlas, a las dos. Porque ese monstruo debía caer aquí, esta noche, como fuera.