Partida Rol por web

El grupo de agentes era enviado a ingestigar los extraños crímenes que se habían cometido en un periodo de tiempo muy breve en una pequeña localidad del interior de California llamada Ashville. Los asesinatos tenían el modus operandi típico del asesino de la Polaroid, Arthur D. Lewis, un conocido criminal que mantuvo en jaque las fuerzas de seguridad durante dos años. Lo más extraño de todo es que aquel asesino llevaba tres años aislado en un sanatorio mental.

Arthur mantuvo en vilo a toda la población durante dos años en los cuales asesinó a un total de 42 personas: hombres, mujeres y niños. La total falta de un patrón y la aparente aleatoriedad de las muertes hicieron casi imposible su captura, hasta que una serie de circunstancias fortuitas le llevaron al sanatorio de River Side, de donde no podrá salir jamás.

El modus operandi del asesino, que fue el que le hizo ganar su mote, consistía en asesinar salvajemente a las personas que había capturado, aparentemente por azar, con su camara Polaroid. Cuando se encontraban los cadáveres, siempre les acompañaba su propia fotografia en la escena del crimen.

Los superiores estaban preocupados por un posible imitador que quisiera igualar o superar la trágica cifra de 42 víctimas conseguidas por el asesino, así que decidieron envíar a uno de los agentes involucrado en la captura de Lewis, y ya familiarizado con sus acciones.

La opinión pública todavía no se había enterado de este presunto imitador, por eso era prioritario detener al criminal antes de que se filtrara más información a la prensa y el miedo volviera a aparecer en la sociedad.

Al grupo de agentes del FBI se le había encomendado hablar con la sheriff Joanne Baker, quien estaría al tanto de su llegada. Las ordenes eran claras: tenían carta blanca para actuar pero se les había dicho expresamente que trataran de perturbar lo menos posible la apacible vida del pequeño pueblo.

El coche, conducido por Johnson, transitaba una carretera estrecha y mal asfaltada que se había bifurcado de la principal kilometros antes y recorría varias millas antes de llegar al pueblo. En aquella zona predominaban las extensas plantaciones de maiz que se alternaban con zonas de bosques mal conservadas, donde se podía vislumbrar que la mano del hombre había hecho mucho daño a la naturaleza.

Tras varias Horas de viaje en coche Peter estaba aburrido del monótono paisaje de carretera y árboles por lo que carraspeó y se rascó un poco la barbilla con una mano durante unos segundos.-Chicos,¿Teneis Hambre?.-Dijo para romper un poco el silencio que había en el vehículo.-Por que creo que me comería una vaca.-Rió un poco para intentar crear una atmósfera menos cargada,al menos para evadirse antes de tener que enfrentarse a un caso de asesinato. ¿Que nos espera allí?...Otro hombre que pierde a su mujer?....Otra madre que pierde a un hijo?....

Jules parecía distraído, observando el paisaje a través de la ventanilla. Las palabras de Peter y su posterior risa, le sacaron se su ensimismamiento. Dirigió una rápida mirada al agente Johnson, acompañado de una cálida sonrisa, y volvió de nuevo a mirar el paisaje.

- Claro, podemos para a comer algo en cuanto lleguemos al pueblo, por mi no hay problema... Por un instante pareció que el doctor quisiera añadir algo más, pero dejó la frase inconclusa.

Una broma. Una broma de mal gusto. Aquel que había pensado en enviar a John a aquel lugar, en meterle en aquel vehículo y darle ese trabajo, seguramente ese sujeto era un jodido comediante. Dos años y medio, dos años de pesadillas, de estar quieto, sin hacer nada. Dos años de psicólogos, de píldoras, de alcohol, de condescendencia y lástima. Dos y medio tirados a la basura por aquel sujeto.

Y de pronto, sin previo aviso, las mismas personas que le habían mantenido encerrado en su botella de whisky barato durante dos años y medio le dicen que está bien, que debe trabajar, que el oficial Dwight está curado y listo para volver a las calles. Le dan un beso en el culo y le meten en un automóvil directo a un pueblo en medio de la nada, detrás de un sujeto similar al causante de tantas pesadillas. Una jodida broma de mal gusto. Alguien se debía estar descojonando de risa con sus colegas en el bar...

Aquella idea no para de dar vueltas en la cabeza de John mientras observa, con la mirada perdida, aquel paisaje que se sucede de manera monótona a los lados de la carretera. Luchando contra sus  parpados, cada vez mas pesados, resistiendo a la tentación de quedarse dormido por el resto del viaje.  Abre la boca para contestar a Peter, quien termina despertándolo de manera definitiva, pero siquiera emite sonido. Tan solo tuerce el cuello mientras se lo masajea con una mano y se vuelve a acomodar en su asiento, tomando una postura un poco mas rígida, evitando ponerse lo suficientemente cómodo como para tener que luchar de nuevo contra sus parpados

– Mierda... - se dice mientras siente el efecto que aquel viaje tan largo tiene sobre su cuerpo. El sabor del tabaco inunda su boca y la cabeza le hace notar la falta de sueño. Ya sea bebiendo o no, Dwight lleva bastante tiempo levantándose con resaca, o dando la apariencia de eso. Vuelve a echarse hacia atrás, clavando la vista de nuevo hacia fuera - ¿Alguien vio alguna señal?  No creo que pueda pasar otra hora mas en el auto... - comenta, mientras mira con atención hacia fuera, como si esperase encontrar algo - mierda... realmente estoy aquí - piensa.

Salina se mantuvo todo el trayecto en silencio. Estaba allí para aprender, y para ayudar a resolver un caso, no para divertirse. Al fin y al cabo, era un viaje de trabajo. No es que pensara mantenerse fría y distante, pero un asesino no le parecía algo para tomárselo a broma. Tampoco parecía que los demás quisieran hablar mucho. Transcurrido un tiempo, en el que el único sonido que se escuchaba era el del coche en marcha, el conductor rompió el silencio. 

Salina no sabía si creerse lo de que Johnson sería capaz de comerse una vaca o no. Seguramente sí, había visto a otros hombres comer un plato detrás de otro, y asegurar que aún les cabría un par más.

- Podemos parar cuando queráis, pero no estoy segura de que sea fácil encontrar algún sitio por aquí. 

Peter Se rascó la mejilla y bostezó suavemente.-Bueno cuando lleguemos allí podemos tomar algo de comer antes o después de hablar con la Sheriff.-El viaje le estaba aburriendo en demasía y sentía ganas de poder bajarse y estirar las piernas caminar un poco,respirar aire y poder hablar antes de como constantemente recordaba comenzar el caso.-Bueno,en que pensáis chicos?Si lo quereis decir claro.-Peter los miraba a través del retrovisor de vez en cuando con una sonrisa en los labios. Tal vez así anime el ambiente....

-Pienso que es una pena que en estos parajes, donde la vida en un pequeño pueblo es tan rústica, se tenga tan poco respeto al medioambiente - Repuso Salina con voz suave - Y que a pesar de que nos han asegurado que es un pueblo apacible y calmo, se estén cometiendo estos crímenes. 

Sabía que iba a aprender mucho en ese pueblo, que conseguiría ser una mejor agente si investigaba el caso, pero no podía evitar sentir pena porque hasta a aquel pueblo alejado de la mano de Dios había conseguido llegar la violencia. 

Jules finalmente rompió su silencio. Con una sonrisa divertida en el rostro, continuaba observando el paisaje, mientras se pasaba los dedos por la perilla.

- Yo os confesaré que estoy algo nervioso. ¿Sabéis cuando en el estómago empieza a notarse un hormigueo? Pues así me siento yo. Giró la cabeza, dejando de prestar atención al paisaje, para contemplar a sus compañeros.

- Aunque nervioso no es la palabra, no... más bien impaciente... Si, impaciente. Hizo una pequeña pausa. - Tengo ganas de ver los cuerpos de las víctimas... Llamarlo curiosidad profesional, o como queráis... Lo que se es que tengo ganas de llegar. Su rostro dibujaba una sonrisa divertida, mientras volvía a girar su rostro para contemplar el paisaje.

Después de varías curvas más, el asfalto mejoraba de repente. Un cartel a la orilla de la carretera anunciaba su destino: Ahsville, población 429, unos minutos después cruzaban el pueblo.

El vehículo se adentra por la calle principal de Ashville. A ambos lados los agentes podían ver los viejos edificios que componían la parte más popular del pueblo: Un restaurante de estilo ranchero, una vieja tienda de comestibles, la vieja iglesia, un pequeño edificio con banderas en su fachada que parece ser el ayuntamiento, y una oficina del sheriff que parecía sacada de una antigua pelicula de vaqueros.

Aquí se detuvieron. Su primer paso era contactar con la Sheriff del condado, Joanne Baker, que les serviría para ponerse en antecedentes de lo ocurrido y echarles una mano en la investigación.

Cuando bajaron del coche notaron las miradas de los habitantes cercanos, que curioseaban con el descaro de los que no están aconstumbrados a ver caras nuevas. Vestían con ropas que eran curiosamente anticuadas, pero esto no era muy sorprendente teniendo en cuenta que ahora estaban en la llamada "América profunda".

La Sheriff Baker les estaba esperando en la puerta, acompañada de un joven ayudante rubio y apuesto, de complexión atlética y bastante alto. Al verles, se acercaron a ellos.

Bienvenidos agentes. Soy la Sheriff Joanne Baker y este es Fred Willis, el ayudante del Sheriff. Tenemos mucho de qué hablar y poco tiempo si queremos coger a ese bastardo antes de que siga asesinando. Dijo pronunciando las últimas palabras en voz muy baja. Acompáñenme al interior para hablar con tranquilidad. Añadió mirando a su alrededor.

La sheriff Baker era una mujer de unos 35 o 36 años, mediría casi un metro ochenta y se notaba que mantenía la forma pese a su cargo. Tenía el pelo moreno y rizado aunque lo llevaba sujeto con una coleta para evitar que le molestara.

Buenos días y bienvenidos. Dijo el joven ayudante con una sonrisa que parecía querer quitar hierro al asunto o evitar que los curiosos de alrededor se enteraran de más de la cuenta.

Jules se desperezó exageradamente al salir del coche. Observó de pasada los rostros e indumentaria de los transeuntes del lugar. - Que pintoresco...

Rápidamente dibujó una amigable sonrisa al ver los dos agentes de la ley, y tras las presentaciones, estrechó la mano a los dos. - Encantado de conocerlos. Dijo de forma cálida. - Yo soy el doctor Jules Sullivan... Podemos examinar ahora... ya sabe... los cadáveres.  Su rostro continuaba reflejando la cálida sonrisa, como si quitara importancia a su petición.

Dwight baja del automóvil y echa un fugaz vistazo a aquel pueblo perdido. Si no fuera por que, a duras penas, no pudo pegar un ojo durante todo el trayecto en auto, tranquilamente podría pensar que se acaba de despertar cincuenta años en el pasado.

Estira un poco las piernas tras tantas horas sentado mientras camina con el resto hacia la comisaria. En donde los espera la Sheriff, primera contacto asignado en el pueblo, junto  a quien parece ser su ayudante. John se arregla un poco el cuello de la camisa y se afirma el nudo de la corbata mientras va al encuentro de la Sheriff, a quien saluda.

- Encantado – dice mientras estrecha las manos de ambos oficiales -  soy el agente Dwight, ellos son el agente Johnson y la agente Sparks. Supongo que ya les habrán dicho suficiente de nosotros. Siento el comportamiento del Dr. Sullivan, aveces es demasiado...  dedicado a su trabajo – aclara respecto al comentario del forense, mientras, de manera fugaz, le lanza una fugaz mirada tan gélida como lo debe ser aquel lugar en la noche. Las palabras del doctor no le caen nada bien al agente, aunque solo traduce aquel descontento en esa sola mirada.

- Por favor, me gustaría ponerme al día antes de comenzar – dice ante la idea de entrar al lugar a hablar mas tranquilamente.

Peter bajó del coche y se estiró haciendo crujir la mayoría de su cuerpo y acto seguido tras desperezarse cerró el coche y dio alcance a sus compañeros,El pueblo era tal y como lo imaginaba,pequeño y lleno de gente recelosa y temerosa.-Oh,Disculpe,Encantado soy Peter.-Dice Mientras tiende la mano a la Sheriff y luego al ayudante,sonríe y se coloca entre ambos Hombres y mientras caminan al interior susurra.-Haya paz agentes....-Peter respira hondo y sigue a la sheriff y a su ayudante.

Jules encogió los hombros, con las palmas de las manos abiertas, en un vano intento por parecer consternado por su impetuosidad. Había percibido claramente la mirada del agente Dwigth, una mirada que, por otra parte, ya había recibido en infinidad de ocasiones.

El rostro de Sullivan reflejaba una expresión inocente, aun con su amigable sonrisa en los labios.

La sheriff no pareció ofenderse con el comentario de Jules, y les dijo que prefería ponerles al día en el interior de la oficina.

Joanne y Fred les hicieron pasar al interior de la oficina del Sheriff. El edificio estaba situado en el centro del pueblo y es uno de los lugares más antiguos de Ashville, parecía que llevara en pie desde los tiempos del salvaje oeste.

Al entrar en la oficina lo primero que vieron es una de las celdas al fondo. Seguramente aquel detalle estuviera hecho a propósito para que el que está fuera se impresione y el que está dentro vea lo que se está perdiendo.

A mano izquierda de la entrada estaba la mesa de Joanne, hecha un caos de papeles, carpetas, tazas de café y demás objetos propios de una mesa de oficina, junto a esa mesa había dos más, una para el ayudante Willis y otra para la secretaria de Joanne. Tras la mesa de Fred había una habitación en cuya puerta había un cartel en el que podía leerse la palabra Fichero. Y junto a este otra puerta, que era el servicio.

En el fondo de la oficina se encontraban las dos celdas, paralelas, con un camastro sujeto a la pared y un lavabo.

La decoración era escueta, con una bandera estadounidense en un rincón y otra del estado de California en otro rincón. En la pared había un cuadro con una foto del presidente, justo en la pared de enfrente a la mesa de Joanne, y un gran mapa de la región, repleto de chinchetas de colores. En la pared tras la mesa de Joanne había un cartel donde podía leerse: "Dios bendiga esta oficina" con letras rococo.

La secretaria de Joanne limpiaba la mesa de la sheriff tan bien como podía, intentando mantenerla ordenada y no perderle ningún papel. La secretaria era una mujer mayor de unos sesenta y dos años y pelo blanco y recogido en un moño. Aquella mujer parecía salida de los años cincuenta. Lo cierto es que vestía colores alegres, pero su vestuario debio quedar antiguo en la época de su madre. No obstante, aparentaba ser una mujer inocentona y muy amable.

Esta es mi secretaria, Patty Wilson. Se volvió hacía la mujer. Patty, estos son los agentes del FBI que estabamos esperando.

Ah mucho gusto. Dijo acercandose a ellos. Permitanme sus chaquetas.

Mostró una sonrisa amable y después colgó las chaquetas de los agentes en un perchero que había junto a la puerta. Luego entró a la puerta donde ponía Fichero y sacó un par de sillas para hacer un total de cuatro frente a la mesa de la sheriff y les invitó a sentarse. ¿Quieren un poco de café? Recogió un par de tazas semivacias de la mesa de Joanne. Perdón por el desorden pero el sheriff es algo desordenada... Miró a Joanne como la madre que reprocha a su hija. Menos mal que aún queda alguna taza limpia, ¿quieren café? Repitió alzando en su mano derecha una jarra llena del liquido negro.

Luego, la mujer fue a su mesa y se pusó a ordenar unos papeles, aparentando estar ociosa, aunque no era tan buena actriz como para descubrir que estaba intentando no perder detalle de la conversación que iban a mantener sus jefes con los recien llegados.

- Ahora mismo no, gracias. Contestó Jules, con una sonrisa, al ofrecimiento de la anciana secretaria. Con paso tranquilo, desplazó su corpulento cuerpo hasta una de las sillas, y tomó asiento de forma pausada.

Jules esperó a que los demás compañeros tomaran asiento antes de empezar a bombardear con preguntas a la Sheriff Baker. Tenía ganas de entrar en detalles con respecto a los cadáveres, y se le amontonaban en la mente infinidad de cuestiones que quería que le aclarasen.

- Tal vez podría empezar a contarnos lo que saben ustedes... dijo al fin dirigiéndose a la Sheriff.

- Yo si agradecería esa taza de café – dice mientras se sienta, con una sonrisa que a kilometros, y en la niebla, se podría uno haber dado cuenta que es forzada. Apenas se pudo mantener despierto en los ultimos tramos de viaje, por lo que el café no le haría nada mal.
- Si, por favor, comencemos desde el principio, y no omita detalles – le dice a la Sheriff mientras termina de acomodarse en su asiento.