Partida Rol por web

Jules tarareaba una alegre cancioncilla de infancia mientras examinaba el tórax de la victima y tomaba muestras de tejidos corporales y otras cosas que a cualquiera con un estomago decente le harían vomitar de inmediato. Peter supo de inmediato que no podría volver a escuchar aquella canción infantil sin sentir nauseas.

-No claro. Así podré tener una cita solas con ella. -Dijo de forma algo ausente por lo concentrado que estaba en su trabajo. -Cuando vuelvas podremos hablar, estoy descubriendo cosas muy interesantes de la guapa Lucile. - Añadió.

Peter abandonó la habitación y descendió las escaleras tratando de recordar el camino que les había llevado hasta allí, pues la mansión era enorme y había sido el sirviente el que les había conducido hasta la habitación del crimen. Finalmente logró llegar hasta el hall donde les habían recibido y salió a la oscuridad de la noche. Allí se escuchaban, en la lejanía, los gritos autoritarios de la sheriff ordenando la búsqueda de los hombres. Pudo ver varios haces de la luz de las linternas que portaban moviéndose de un lado a otro.

El agua caía como si una cascada se hubiera instalado justo encima de Ashville, Peter trató de orientarse y fue bordeando la casa mientras alzaba la vista para tratar de encontrar la ventana rota. Para cuando dio con ella ya estaba completamente calado y el agua del pelo le bajaba directamente por la cara. De vez en cuando un fogonazo iluminaba la negra oscuridad de la noche y a los pocos segundos el cielo retumbaba con los truenos.

Lucius Stevenson era uno de los dos hijos de Lucile y, como les había dicho el alcalde, era quien había descubierto el cadáver de su madre. Para un niño tan pequeño ver a su madre tan ferozmente asesinada era todo un trauma, afortunadamente Amanda, la hija pequeña de tan sólo cinco años, dormía ajena a lo ocurrido. Lucius era un muchachito de once años que se abrazaba fuertemente a su prima, tenía el pelo castaño y vestía con uno de esos pijamas antiguos de franela que llevaban los niños en las películas de los sesenta, a cuadros rojos y negros. Se encontraban ante un niño bastante traumatizado por la muerte de su madre, y por lo que seguramente había visto, por lo que ambos agentes decidieron actuar con cautela. 

El pequeño sorbió por la nariz y se encogió de hombros cuando Salina preguntó si podían pasar, y nuevamente cuando John le dijo que querían hablar con él. Su prima, Linda, intervino asegurando que aquellos dos agentes habían venido para ayudar y que tenía que contarles todo lo que había visto. El chico parecía asustado, pero estaba dispuesto a colaborar.

-¿De qué quieren hablar?. -Dijo débilmente con la voz entrecortada. El pobre todavía temblaba. 

El que de buenas a primeras no se negara a hablar con ellos le pareció a Salina una buena señal. Así que decidió ir al grano, aunque asegurándose de no utilizar palabras complejas o enrevesadas que solo servirían para confundirlo aún más.

Se adentró un par de pasos en la habitación, manteniendo una distancia que le resultara cómoda a todos. No quería invadir "su" espacio, y tampoco quería estar demasiado lejos como para no escucharle perfectamente. 

-Siento tener que preguntarte esto, pero de verdad es muy importante. ¿Puedes contarnos qué ha pasado? - Habló suavemente, pero sin querer demostrar compasión. No la soportaba. 

Entre sollozos el niño empezó a relatar lo ocurrido.

-Yo.. estaba... estaba durmiendo y... -Sorbió por la nariz y se pasó la manga del pijama por los ojos para secar sus lágrimas. -Me despertó un grito y corrí hasta el cuarto de mama y la encontré... la encontré... muerta. -Las lágrimas volvían a caer por sus ojos como ríos. -Y alguien... alguien salía por la ventana.

Peter se fijó en los adornos de la fachada, sería probable que el asesino los hubiera utilizado para trepar desde allá abajo. Justo debajo de la ventana apreció unas marcas en la pared que iban hasta la parte de abajo y fue hasta ellas para averiguar de que se trataba. Las marcas eran hendiduras, producidas por algún tipo de pico o herramienta perforante que quien hubiese subido por allí podría haber utilizado como ayuda para la escalada. A juzgar por la profundidad de dichas hendiduras, lo habría hecho clavando con gran fuerza.

También en el barro del suelo, Peter descubrió restos de paja y unas huellas que se alejaban hacía el maizal que rodeaba la finca.

Peter camina rodeando la casa maldiciendo por lo bajo. Se estaba calando enterito, ya ni los calzoncillos se estaban salvando con ese aguacero. Chapoteando consigue llegar a la altura de la ventana rota y empieza a inspeccionar con avidez y rápido, antes de que la lluvia haga desaparecer los últimos vestigios que puedan haber.

-Como pensaba...- ha escalado y el pico que utilizó para ayudarse probablemente lo usó también como arma, no es tan diferente de la guadaña del viejo loco, no si sabes cómo usarla. El joven hace las fotos lo más deprisa que puede y sigue las huellas hacia el maizal. Total, ya más empapado no puede estar, así que qué más da si se mojaba o embarraba un poco más...

La lluvia caía con mucha fuerza y, tal y como se estaba temiendo Peter, las huellas empezaban a borrarse bajo los charcos. Además la noche estaba muy oscura con la luna cubierta por las negras nubes que descargaban sobre ellos con rayos, truenos y agua. Pudo seguir el rastro durante un buen trecho entre los maizales hasta que finalmente lo perdió, pero por lo que pudo ver el rastro se alejaba en línea completamente recta hacía el Oeste.

Y una de las pocas cosas que había en esa dirección siguiendo aquella línea recta, ya que el pueblo estaba algo más al Norte, era la Granja Hill.

-¿Recuerdas cómo era, qué llevaba puesto? Cualquier detalle es importante Lucius. Incluso si andaba raro o...algo que te llamara la atención. 

Se le ocurrían un par de preguntas más, pero prefería evitar agobiarlo con distintas cuestiones para que se centrara en cada una de ellas, y así poder ir paso a paso, recopilando la máxima información posible. 

-Sí. Era un hombre de... -Se lo pensó un momento. -Mmm... de hojalata. -Dudó unos instantes y de pronto añadió algo más, rectificando sus palabras a toda prisa. -¡No, de hojalata no, era un hombre de paja!.

El niño estaba claramente afectado. John no sabía ni como era capaz a veces de seguir así, sin pausa. Quizá su prima le diera fuerzas. Él decidió no intervenir, hasta que el chico mencionó a un hombre de paja. Esa pista podía ser el delirio de un niño o una pista. Intentó sonsacarle más, intentando no ser brusco.

-¿Como el del Mago de Oz? ¿Era alto, corpulento? Cualquier cosa más que sepas sobre él ayudaría.

El investigador ignoraba si iba disfrazado o si la imaginación había traicionado a Lucius. Era, por otro lado, el único testigo que tenían. Un niño de 11 años. Desde luego, la fortuna se estaba riendo de ellos en este caso.

A ambos les pareció extraño que el niño dudara de algo que había visto hacía poco tiempo y que suponía un trauma tan grande para él, pero se podía achacar a la confusión del momento y de lo que había vivido.

-¡Sí, eso es!. - Exclamó apoyándose en las palabras de John. -¡Como en el Mago de Oz!. Era alto, y muy corpulento, sí. Pero... no pude verle mucho tiempo, todo fue muy rápido y sólo vi como salía por la ventana.

Para Salina estaba claro que había algo que no cuadraba en la historia del pequeño. Esa forma de describir algo que acabas de ver, y que te ha impactado profundamente, no era muy lógica. Lucius notó que Salina le miraba inquisitiva y eso hizo que se pusiera nervioso y que se frotara las manos y lanzara miradas furtivas hacía la puerta de la habitación.

-Lucius, quiero que nos digas la verdad - Lo miró fijamente, dando a entender que no pensaba dejarle irse por las ramas ni admitiría ninguna mentira - Dejémonos de comparaciones, y ni se te vaya a ocurrir hablar ahora sobre que parecía el león cobarde. Ya te he dicho que esto es importante, y quiero una descripción detallada. Puedo saber si me estás mintiendo, avisado quedas.

La actitud de Salina había cambiado. Había pasado de sentirse apenada por el pobre niño a empezar a sentirse molesta. 

¿Por qué actúa de esta manera? Debería intentar ayudar todo lo posible a los que investigan lo que ha pasado, no esquivar así las preguntas. ¿Acaso conocerá al asesino?

Era la única razón que se le ocurría para que se sintiera tan inquieto, pero tampoco entendía del todo por qué. 

-¡Pero les digo la verdad!. -Exclamó Lucius. -Era un hombre de paja, ¡tienen que creerme!.

Lucius se puso nervioso y empezó a morderse el labio y lanzar miradas hacía la puerta de la habitación. Salina se dio cuenta de que estaba mirando a la habitación que había frente a esa y Lucius se dio cuenta de que Salina le había descubierto. Lucius era un niño muy inteligente pese a su edad y estaban a punto de saber por qué.

-Está bien... - Dijo rindiéndose después de una última mirada severa de Salina. Linda, la prima de Lucius no entendía nada. -Sólo quería protegerla... No fui yo quien vio lo que ocurrió... La verdad es que fue mi hermana pequeña quien lo vio todo. Vino corriendo a contármelo y le dije que se acostara y no dijera nada. Sabía que vendrían ustedes a hacer preguntas y se me ocurrió hacerme pasar por el testigo para ahorrarle sufrimiento a mi hermana pequeña. Sólo tiene 5 años.

Y Lucius sólo tenía 11 y ya hablaba y actuaba como alguien mayor...

Con una exhalación, Salina se libró de su incipiente enfado.

-Está bien Lucius, entiendo el por qué lo hiciste, pero no es buena idea que hayas dejado a tu hermana sola para hacerte pasar por el testigo. No creo que lo esté pasando mejor solo por no poder contarnos lo que ha pasado. Voy a hablar con tu hermana, y te prometo que las preguntas que le haremos son imprescindibles, ¿de acuerdo? ¿Cómo se llama tu hermana? - Preguntó suavemente. Prefería saber el nombre para poder hablar menos fríamente con la pobre niña. Le enternecía y le apenaba al mismo tiempo el que un niño de 11 años ya tuviera que actuar tan seriamente. Nadie se merecía pasar por ese trauma. Y no eran la única familia de Ashville que lo estaba pasando mal en ese momento. 

Cada vez tenía más ganas de atrapar al maldito culpable. ¿Qué importaba un ascenso? Lo importante era evitar que más asesinatos se llevaran a cabo. 

-Amanda. -Respondió Lucius en un susurro agachando la cabeza y asintiendo a las palabras de la agente federal. -Lo siento. -Añadió al final, antes de que los agentes fueran a la habitación de enfrente.

El investigador jefe se veía a sí mismo como un novato cuando su compañera acorraló al chico de esa manera pero sin hacer que se cerrara. Al contrario, les confesó haber mentido. Su hermana era la testigo, o eso parecía, si es que Lucius no había vuelto a mentir.

Supuso que del niño ya no sacarían nada y siempre podían volver a preguntarle después. Ahora tocaba Amanda... una niña de 5 años. El caso se ponía más difícil si cabía. Un testigo de 5 años sería algo que ningún juez admitiría, porque el abogado defensor lo desmantelaría en cuestión de segundos. 

-Hola, Amanda- dijo golpeando la puerta de la habitación de la niña- tu hermano ha dicho que podemos hablar contigo- decidió presentarse, pues a los niños tan pequeños se les instruía para no hablar con extraños- me llamo John y ella es Selina. ¿Podemos pasar? Será breve, aunque si quieres, puedes tomarte el tiempo que quieras para contestar.