Partida Rol por web

Peter revisa las estancias con cuidado pero no debía ser su día más inspirado porque no hay manera de que encuentre nada que sea chocante o que llame la atención por estar fuera de lugar, nisiquiera una puñetera inspiración de por donde podrían continuar. Sólo esperaba que sus compañeros tuvieran mejor suerte que él...

De fondo escucha el pequeño interrogatorio hacia la mujer del reverendo difunto.

"Stevenson de nuevo, para no ser el médico forense del pueblo está dictaminado demasiados cadáveres no?", piensa para sus adentros el joven, recordando las palabras del doctor, excusándose hacía apenas un rato en su consulta.

Es decir, que el párroco tenía problemas de corazón cuando le daban un disgusto...

-Perdone señora Benson, ¿sabe si alguien vino ese día para...confesarse, rezar o algo así? - Salina no estaba del todo familiarizada con lo que se hacía en una iglesia - ¿Y vio algo fuera de lo normal en su marido ese día, aparte de que no volviera a casa?

Muerto mirando hacia el altar, está claro que vio algo que le provocó el infarto, y más si lo encontró aterrorizado. ¿Qué o quién estaría alli?

No encontraron nada en el pasillo. Después de varios oficios por el alma del párroco recién fallecido por allí había tenido que haber un trasiego importante de gente que entraba y salía de la capilla. Además habrían limpiado y barrido el suelo en varias ocasiones a juzgar por la limpieza de éste.

-Fue un día como otro cualquiera. - Le respondió a la agente Sparks.  -No vi nada raro en él. Lo único raro fue que tardara en volver a casa, pero claro... -Un llanto se ahogó en su garganta y no pudo terminar la frase.

La viuda tomó las manos de Salina entre las suyas y le rogó con voz suplicante. -Ya que se van a llevar la foto de mi marido, por favor se lo ruego, háganme un favor. Vayan a hablar con mi hijo, ya que está perdido desde la ruptura con Joanne Baker y todavía más desde la muerte de su padre. Tengo miedo de que se aboque al mal camino, se pasa todo el día en el bar Simpson... Aunque ese tejano insista en llamarlo restaurante familiar... Al ser ustedes hombres importantes y de mundo quizá puedan ayudarle a superar la crisis que está viviendo.

Peter escuchaba detenidamente mientras daba la apariencia de caminar y mirar distraídamente por la nave sacra. Miró de reojo a la esposa del párroco muerto, alarmado por la voz suplicante de ésta y su cercanía repentina. El joven se acerca a su compañera pelirroja, que todavía tiene sus manos sostenidas por la señora cincuentona.

-Haremos lo que podamos- le dice a la mujer mayor. Entiende su preocupación, el muchacho con el que habló Salina en el restaurante estaba muy borracho y no es que Peter no entienda esa actitud de pérdida absoluta.

Salina bajó la vista hacia sus manos cuando la mujer se las cogió, pero no tardó en alzarla para mirarle a los ojos, respondiéndole con un suave apretón de manos.

-Hablaremos con él, se lo prometo. 

Le habría gustado decirle que también le diría al dueño del restaurante que dejara de servirle tanta bebida, pero sabía que sería inmiscuirse en asuntos que no tenían que ver con ella. Y teniendo en cuenta lo cerrados que eran en Ashville seguramente solo valdría para que la echaran de malos modos. 

Al menos al fin tenía una razón de peso para hablar de nuevo con el desagradable joven. 

-¿A qué hora suele ir al restaurante Simpson? - Quizá si hablaban con él antes de que estuviera demasiado borracho hablaría mejor...

La viuda cerró los tristes ojos durante un largo segundo y cuando volvió a abrirlos reconoció con pesar y cierta vergüenza el tiempo que su hijo pasaba en el bar.

-Se pega el día entero allí.

Después les agradeció enormemente que le hicieran ese favor y fueran a hablar con su hijo.

Parecía que la mujer no sabía nada más, así que John decidió mirar un poco por la zona para ver si había algo de interés. Cuando la mujer les pidió el favor y los investigadores jóvenes decidieron ayudarla, se resignó. No es que esas cosas fueran cometido de la policía, pero la mujer estaba muy afectada.

-Como usted sabe, somos agentes de la ley... no podemos obligar a nadie para que deje sus costumbres. pero no se preocupe, hablaremos con él.

Después de todo, la nueva pista que cernía sobre el párroco sonaba intersante, y su hijo podría saber algo más.

John no tuvo más suerte que sus compañeros a la hora de buscar alguna pista. Seguramente porque no la había después de varias misas oficiadas por el alma del difunto párroco y las continuas idas y venidas de gente que se habían producido en la iglesia desde la muerte del párroco. Suerte habían tenido de encontrar la foto que Arthur D. Lewis les había comunicado por teléfono con la extraña llamada que les había hecho.

Para Jules no había mucho más que hacer en la Iglesia, así que respetuosamente se despidió de la señora Benson, y aviso a sus compañeros que esperaría afuera. 

Mientras caminaba por el pasillo, fue repasando mentalmente lo que tenían hasta ahora. Seguía creyendo que debería de ir a los campos a ver si los técnicos se habían dejado algo, aunque sinceramente tampoco le veía mucho caso, pero era mejor esta activo que no hacer nada.

No podía evitar volver a sentir frustración, no parecían avanzar mucho con la investigación, y realmente empezaba a volverse algo molesto. Algo faltaba en todo esto, algo no terminaba de cuadrar... y no podía darse cuenta de que era ese algo.

Salina se despidió amablemente de la desconsolada viuda y salió fuera junto con su estrafalario compañero Sullivan. Poco podía hacer por aliviar la pena, pero al menos cumpliría lo que había prometido. 

Una vez fuera, esperó a que llegaran sus compañeros para plantear algo de lo que se acababa de percatar.

-Tengo una duda rondándome la cabeza. Dwight, ¿cuando has hablado con Lewis no has hablado con nadie más? Es que no sé, he pensado que quizá deberíamos llamar a la cárcel e informarnos sobre lo que realmente está pasando allí. No me fío de la palabra de un asesino, ni siquiera en esto. 

Peter se queda en silencio mientras su jefe le comenta a la señora lo que él no había querido decirle para no cerrarse puertas. La gente de pueblo tiene un concepto muy amplio de las tareas policiales, no en vano aquí todo el mundo se conoce, es lógico pedirle a un policia que le ofrezca algo de "perspectiva" a un hijo descarrilado. Y tal vez les podría dar algo de información extra si consiguen establecer una relación de confianza mínima, la ausencia de pistas y testigos fiables empezaba a parecerle sospechosa al joven exmilitar, como si el pueblo entero estuviera guardándose las cosas para sí por no ser de ahí. Peter sabía que estos pueblos funcionan todos igual de cara a los foráneos, no en vano venía de uno igual.

-Haremos lo que podamos, no se preocupe- le sonríe compresivamente a la mujer como despedida y sale afuera, después de su guapa y pelirrroja compañera, Sparks. Si su jefe no ordenaba nada más, en un rato libre se acercaría al bar familiar y buscaría al joven descarriado...

John estaba de acuerdo con lo de dejar la iglesia y hacerle unas preguntas al hijo del párroco. Pero su compañera había hecho una pregunta que a él mismo se le ha pasado mil veces por la cabeza desde que el asesino que él mismo encerró les llamó por teléfono. ¿No estaba en la cárcel? Si así era, ¿como sabía tantas cosas de esta nueva serie de asesinatos?

-Ese hijo de perra no puede estar en libertad- no era aficionado a los insultos, pero ese hombre le había provocado insomnio demasiadas veces como para tratarlo bien. Esa definición era casi un halago para él- no tiene sentido. Debemos llamar a la penitenciería de inmediato, y comprobar que no se ha movido de allí ni ha tenido contacto con nadie importante. Quizá la sheriff nos deje su teléfono para indagar más sobre el asunto.

Notablemente cabreado, el agente se dirigía hacia la comisaría cuando se detuvo.

-Si mientras me informo sobre lo sucedido con Lewis alguien quiere adelantar el trabajo con el hijo del párroco en el asador tiene mi completo permiso. Pero comprenderéis que quiera ocuparme de este asunto cuanto antes.

El agente Dwight era alguien que tenía muy en cuenta la profesionalidad. Pero aquello era personal para él... un asesino así debe pudrirse en la cárcel, y no reírse de la policía como lo acababa de hacer hace un momento.

El hijo del párroco podía esperar, pero si Arthur D. Lewis se había escapado del centro psiquiátrico de reclusión, una institución de máxima seguridad, aquello requería que estuvieran alertados de inmediato. Por lo que todos estuvieron de acuerdo en que antes de nada debían comprobarlo.

Las consecuencias sería terribles si se tratara de él en realidad en lugar de un imitador como habían pensado al principio. Pero ¿cómo era posible que se hubiera escapado?. Y si no lo había hecho... ¿cómo había conseguido llamarles?. Y más importante si cabe: ¿cómo sabía tanto del caso?.

Fueron a la oficina de la sheriff, Joanne no se encontraba allí pero Patty Wilson les dejó usar el teléfono sin poner ninguna pega. Como no sabían el teléfono del centro donde estaba recluido Lewis, llamaron al FBI. No tuvieron que esperar mucho para hablar con el director adjunto. Éste les tranquilizó diciéndoles que el asesino de la Polaroid seguía entre rejas. Había llamado al FBI y ante su insistencia en ponerse en contacto con el detective Dwight para darle importante información sobre el caso, finalmente le dejaron hacerlo.

Sin querer interrumpir, pero sabiendo que lo que quería decir era demasiado importante, Salina comentó:

-Pregúntele por las visitas del preso, por las llamadas telefónicas que haya recibido...- Añadió una explicación rápidamente antes de que alguien le pudiera lanzar una mirada airada - Si alguien está imitándolo es porque lo conoce...y más aún, si el propio Lewis está tan enterado del caso es porque conoce al asesino. Y aparte de que lo haya visitado, llamado o mandado cartas, solamente se me ocurre la opción de que sea alguien que trabaje allí. Pero no creo, la prisión está muy lejos de aquí  como para haber venido a Ashville de forma fortuita. Ya sabemos que las víctimas conocían al asesino. 

Pensando en cómo Lewis había "avisado" sobre lo del párroco, Salina terminó por concluir algo más.

-De hecho, tiene toda la pinta de que el contacto es reciente, y que han planeado juntos esto. Al menos el asesino se lo contó. ¿Por qué si no iba a saber Lewis lo que íbamos a encontrarnos en la Iglesia?

El detective puso una mano en el altavoz cuando su compañera hablaba, a la vez que asentía con la cabeza. Sin duda esas mismas preguntas le atormentaban. Si Lewis seguía entre rejas, ¿como sabía tanto? Alguien le debía de suministrar información del exterior además de que todo apuntaba a un cómplice.

-La llamada que Lewis hizo hace un rato fue desconcertante- le dijo a los del FBI- sabía demasiados detalles de este caso, incluso cosas que nosotros ni siquiera sabíamos, haciendo que sea imposible que se haya enterado por los periódicos o por televisión. Así que creo que sería importante que averigüen quién le ha visitado en el tiempo que ha estado encerrado, así como llamadas telefónicas o similares.

Lo haría él mismo si no estuviera en ese pueblo, pero su presencia aún era requerida allí. Debía evitar futuras muertes.

-Hasta ahora barajaba la posibilidad de un imitador, pero ahora estoy casi seguro de que se trata de un compañero. Por eso es importante que averigüéis todo lo que he dicho. y también sé que Lewis es duro y no es de los que colaboran, pero sería conveniente que le interrogaran. Él aún sabe cosas... cosas que nos ayudarían a evitar más asesinatos, a encontrar a su compañero.

El Director Adjunto del FBI, que era con quien hablaba John, escuchó sus palabras y de inmediato tomó una resolución.

-Investigaremos esa línea, agente Dwight. Revisaremos las cámaras de seguridad del centro e interrogaremos a Lewis, pero tenga en cuenta que lo que me dice es muy extraño. Lewis está aislado del resto de reclusos y no puede recibir visitas.

Después de un silencio incómodo en la línea telefónica, el Director Adjunto volvió a hablar.

-Pondré a un par de agentes a investigar a los celadores que tienen contacto con él. Ya sabe.. por si acaso. Les mantendré informados.

Si no hubiera sido testigo de los actos de Lewis ni él mismo se creería su teoría del cómplice. no obstante, todo apuntaba a ello.

-Sé que suena difícil de creer, pero nos dijo la ubicación de una fotografía que solo el asesino o alguien que colabora con él podría conocer. 

Más tarde, su superior dio pie para finalizar la conversación. Por su parte, john no tenía nada que añadir, así que se despidió antes de investigar la pista del hijo del párroco.

-Bien, me alegra saber que se vigilará de cerca a Lewis. En cuanto al caso, creemos que el párroco de la localidad, recientemente fallecido podría estar relacionado de alguna manera con los acontecimientos, aún no sabemos como pero esperamos averiguarlo a través de su hijo.

Y tras relatar sus hallazgos, el agente dar por finalizada la llamada, para ponerse a seguir las pocas pistas que tenían sobre el caso.

Jules se mantiene sentado en una de las sillas de la oficina de la Sheriff, meditando las palabras que se lograban escuchar y lo que decía John, sin embargo, poco se podía sacar en claro.

Terminada la llamada, Jules llamó la atención de sus compañeros, con un gesto de mano, antes de hablar.

- Chicos, creo que necesitamos revisar la evidencia y pistas que tengamos antes de movernos. ¿Qué tenemos además de lo obtenido en los exámenes forenses, y lo del hijo del párroco? Si me preguntan, es una perdida de tiempo que vayamos todos a hablar con el muchacho, épocas duras las tienen todos, sin embargo, cada pizca de información es importante.

-Apoyo la moción de Doc- responde el joven. Desde luego cuatro para un chaval con problemas de alcoholismo, más que un consejo se llevará un susto de muerte si nos ve ahi a todos sojuzgándole y es lo último que necesitan con la gente de este pueblo, ser vistos como un tribunal.

-Yo mismo me ocuparé del chaval, no creo que tarde mucho y de todos modos, tampoco tenemos mucho con lo que trabajar ahora mismo- añade éste -Y probablemente las habilidades de Doc son más vitales que las mías para las pistas que están pendientes de acabar de analizar. Mientras no haya ningún viejo loco con rifle que abatir poco puedo aportar de momento- se encoge de hombros, sonriendo divertido al acordarse de la situación tan surrealista con el abuelo loco de la horca de hacía un rato. Al joven Peter cada vez le parece más razonable la idea de un cómplice que trabaje en la institución donde está encerrado el verdadero asesino de la Polaroid, probablemente alguna enfermera enferma de amor o algo peor... Definitivamente no sabe si quiere saber esa parte.

Peter se marchó a hablar con el hijo del párroco, tal y como habían prometido a la señora Benson, mientras los demás se planteaban cual podría ser el siguiente paso a dar. El caso se tornaba cada vez más extraño y confuso a la vez que salían nuevos misterios y preguntas sin contestar.

En un principio creían que se trataba de un imitador de Arthur D. Lewis, una persona que había adquirido su particular forma de retratar con una fotografía Polaroid a sus victimas momentos antes de ser asesinadas. Habían tratado, sin éxito, de buscar un patrón entre los asesinatos del banquero Robert Bale y el tendero James Elmore. Pero incluso el asesino original carecía de un patrón concreto en la manera en que había cometido los cuarenta y dos atroces crímenes que atormentaron a la población unos años atrás (exceptuando el detalle de las fotografías), y esa falta de patrones precisamente era lo que había traído de cabeza a los oficiales encargados de su arresto, entre los que se encontraba el desdichado John Dwight que ahora veía como toda aquella frustración se repetía de nuevo en su vida. Entre las victimas de Arthur no había ninguna relación, como tampoco la había en la forma de cometer los crímenes. Parecía elegirlos al azar y matarlos de forma aleatoria hasta que una serie de circunstancias fortuitas hicieron posible su captura y posterior confinamiento.

Las diferencias entre los dos crímenes a los que ahora se enfrentaban eran tan grandes que sólo las podía relacionar el hecho de que hubieran sido cometidos con tan sólo cinco días de diferencia en una tranquila localidad donde la sheriff encargada de mantener la ley y el orden apenas tenía trabajo importante más allá de algún conductor borracho o la típica chiquillada de los chavales del pueblo. Eso, y las fotos Polaroid.

A Robert Bale le habían matado en la tranquilidad de su jardín, mientras cuidaba sus plantas. Por lo que habían descubierto con la autopsia, el asesino se acercó desde atrás y con algún tipo de arma de un sólo filo curva le atravesó el corazón matándolo en el acto. Mientras que a James Elmore le habían matado en su casa después de un intenso forcejó donde la víctima terminó con un gran corte en el abdomen y una fuerte contusión en la cabeza al golpearse contra una mesa.

Así mismo, también había varias similitudes entre las dos muertes: el arma homicida seguramente había sido la misma en ambos casos y habían encontrado paja en los cadáveres y en los escenarios de los crímenes, como coincidencias más importantes.

Pero la nueva victima, a quien nadie había relacionado con el caso hasta entonces, desconcertaba por completo. El médico del pueblo, el Doctor Stevenson, había declarado que se había tratado de un simple infarto y nadie había sospechado nada más allá por los problemas de corazón que arrastraba el párroco, además de los últimos acontecimientos en su familia donde veía como su hijo se descarriaba de las pautas del modo de vida cristiana después de su ruptura con la Sheriff Baker. Sólo la fotografía Polaroid relacionaba la muerte con el caso... Y la perturbadora llamada de Lewis.

Esa llamada arrojaba más dudas a los detectives. ¿Cómo podía saber todo aquello si llevaba tres años aislado en un sanatorio de máxima seguridad, encadenado y con camisa de fuerza?.