Partida Rol por web

Entre el elfo y el enano logran acabar con los esqueletos restantes, lo que es un alivio, - aún me encuentro bien maese Cirión, ha sido un corte de nada, miro en derredor buscando al espectro que se desvaneció sin acabar de fiarme del todo mientras me aproximo a la pequeña.

La veo tomarse una poción y realmente me había preocupado, - que tal Alyss, un día de estos me harás caso y dejarás que abra las puertas, le digo sonriente aunque con lo testaruda que es lo dudo mucho.

- echemos un vistazo a la sala y salgamos cuanto antes, yo me quedo vigilando por si aparece ese espectro.

-Pues yo no veo ninguna puerta, ¿y tú? -respondió curioso a Tenhial, quien parecía estar convencido de que iban por el camino correcto.

Al escuchar las palabras de Grimm el enano se puso a inspeccionar el lugar, aliviado porque su compañero decía estar bien, pero muy temeroso por lo que podía pasar.

Lentamente, al rezo interno de "Que no aparezca el fantasma, que no aparezca el fantasma" fue avanzando hacia el final de la sala, palpando la pared en busca de alguna entrada o salida oculta.

Grimm se puso a inspeccionar la sala. En el centro de la sala está el catafalco, dentro del catafalco central descansa un esqueleto que se os antoja muy antiguo, enfundado en una gran armadura completa de un diseño viejo y extraño. Las placas de metal herrumbroso se engarzaban entre sí mediante toscas arandelas broncíneas imitando puños cerrados. En la pieza pectoral se puede percibir, bajo la gruesa capa de polvo y pequeñas larvas de insectos resecas, una talla en el metal realizada con pavonado de ácido que muestra la faz monstruosa de una mujer cuyos ojos no tienen pupilas. La celada del casco está abierta, mostrando la calavera del difunto con la mandíbula desencajada en una mueca siniestra. Sus manos esqueléticas descansan sobre la parte baja del torso asiendo el filo de un gran espadón enfundado en cuero muy deteriorado y reseco. En el fuste de la hoja hay unas runas inscritas en piedra negra pulida que forman las palabras “Pozo de Almas”.

Bajo los sillares del trono del “Ser de la Cripta” hay un compartimento secreto que contiene los siguientes objetos:
1200 monedas de oro, una cimitarra mágica +1 con la empuñadura de oro y marfil, una cota de mallas de bronce mágica +1, un pequeño receptáculo de vidrio con un líquido blanquinoso sobre el que flota una pequeña esfera cristalina con un licor encarnado*, un tubo sellado con lacre bermellón conteniendo un líquido azul cobalto jaspeado de blanco*, un tarro oblongo –más largo que ancho- conteniendo un elixir de color verde esmeralda y fuerte olor a sándalo*. Ya por último, una presea tallada sobre una piedra de color amarillo verdoso que desprende unos tenues e intermitentes destellos ambarinos*, un pieza hueca de forma cilíndrica fabricada en madera y recubierta de cuero que contiene varios pergaminos: bola de fuego, proyectil mágico, hablar con las plantas, luz.

El enano busca alguna puerta secreta, pero no hay nada, las paredes son de roca solida.

Aliviada del dolor gracias a la recuperadora magia imbuida en la poción ingerida, Alyss se unió a la búsqueda de la sala, y aunque estaba claro que el tesoro bien era valioso, la visión del esqueleto y su vieja armadura logró arrebatarle la alegría de lo hallado. Aún y así, guardó todas las monedas junto con la ya recolectadas en aquella maldita torre, y acto seguido esgrimió al cimitarra para estudiarla antes de centrar su interés en los objetos más raros y desconcertantes, como el receptáculo de vidrio, la presea tallada sobre la pierda amarilla o el tarro.

- Hacia tiempo que no encontraba cosas tan raras. - mascullo mientras las examinaba, una a una, y las dejaba a un lado. - Esto y esto no tengo ni idea de lo que son. - afirmó tras unos minutos, señalando el tarro y el recipiente de vidrio.

La curiosidad de Cirión lo llevó a donde se encontraba la ladrona, quien no paraba de sacar objetos extraños de algún lugar.
-Ohh... Bonita espada. -dijo con fascinación al ver lo poco común de su empuñadura de oro y marfil. Luego fijó su mirada en el compartimiento donde se encontraban el resto de los objetos. -Parece que al menos valió de algo arriesgarnos a entrar aquí... Uhm, veamos. -expresó alegremente y se puso a inspeccionar, distrayéndose un poco de lo que había pasado.
Lo primero que llamó su atención fue una cota de mallas. La levanto y la apoyó sobre su cuerpo. -Me veo guapo, ¿eh? ¿Qué dices si te invito a tomar algo? -bromeó sonriente a Alyss, quien parecía estar distraída u ocupada en ignorarlo.
Siguió inspeccionando, y encontró unos pergaminos que le recordaron los intereses de su compañero elfo. -Mmm... Veamos. Bola de fu, No. Proyectil magi, No. Hablar con las plantas... -hizo una pausa- Eh, ¡Tehnial, mira! Aquí encontré algo útil para ti. -hizo un ademán y se acercó -Ahora podrás usar tu sarcasmo con las plantas también. ¡Excelente! -concluyó con una sonrisa de oreja a oreja mientras le entregaba los pergaminos.

Me mantengo a la espera mientras acaban de registrar la habitación, - por lo que parece habéis hallado algo bueno no?; comento viendo al enano mas feliz que unas pascuas.

- Yo la verdad que guapo con la cota no te veo, mis disculpas maese Cirión pero creo que te sienta bien, intento no apartar la mirada de la vigilancia pero la cara de Alyss respecto a la invitación del enano seguro que es digna de verse, - y bien pequeña, por una ronda bien vale la pena que le digas que si, verdad?, que opinas Terhial?.

Mientras estáis comprobando el botín encontrado y decidís como se lo reparte cada uno, escucháis un golpe seco la fondo del pasillo. Se escuchan unas pisadas a lo lejos.

La mirada de Alyss fue clara en cuanto a su respuesta al respecto de la pregunta del enano, y su expresión, lejos de moldearse hacia una sonrisa, permaneció impasible y fría, incluso cuando se volvió para mirar a Grimm, quien parecía haber caído en las garras del enano en cuanto a su desagradable humor.

Dispuesta a no malgastar saliva en una respuesta, la pícara guardó los cosas que conocía, y se colgó la cimitarra de su cinto, en lado de la cadera que hasta entonces ocupaba la espada, ahora desplazada al opuesto, pues sin duda era un arma de la que podría sacar provecho.

- Vamos a... - dijo cuando alcanzó la puerta, donde se paró en seco, así como guardó silencio, al escuchar el ruido y posteriormente el claro sonido de pisadas. Con su nueva arma desarmada, se asomó para echar un vistazo al pasillo.