Partida Rol por web

Al menos a través de este pequeño ejercicio, Jordi logra distraerse. Es casi un juego para él y quien pensara que la seguridad informática del vaticano sería más alta, quizás obviaba el hecho de que la iglesia manejaba sus turbios negocios de otras maneras. No necesitó de mucho más que un diccionario de contraseñas que tenía y un pequeño programa al que le confiaba ese tipo de intrusiones para tener acceso al correo del finado sacerdote. Sin embargo, su humor mejoró mientras leía los correos de la víctima. No porque encontrase algo de utilidad, sino porque al menos descartaba uno de sus canales de comunicación.

-Si el tío estaba en cochinadas, fue lo bastante precavido como para no usar su correo personal- masculló entre dientes, tratando de ayudarse a pensar. Pasó un rato observando y leyendo hasta que se aburrió. Procedió a guardar una copia de los correos en latín para traducirlos luego (usando Google translator), por si había algo importante y anotó los nombres de los otros clérigos y miembros del partido con los que tenía alguna comunicación. "Al menos así estaremos en igualdad de condiciones" pensó, deduciendo que al menos algunos de ellos tendrían que haberle puesto la bota encima a Mayo para haber ensamblado de nuevo a la unidad.

Salió del correo, y dejó la pantalla en su imagen de escritorio: Una foto del logo de los Ramones. "Bah. Al final si será necesario esta mierda de trabajo de campo" pensó mientras guardaba su ordenador en su pequeña maleta y se paraba para dirigirse hacia el vagón comedor.

Jordi parecía de mejor humor, aunque no parecía muy contento cuando alguien levantaba la voz en el vagón comedor. Tanto bullicio y emoción no era exactamente su estilo. Se sentó en una de las mesas, acercándose a la ventana y volvió a sacar su ordenador portátil, se puso unos audífonos y esperó un rato hasta que puedo avisarle a uno de los encargados del Renfe.

-¿Tenéis algo más fino que el vino de cortesía?- pregunta con algo de desdén hacia la promoción. -No sé, ¿algo que valga realmente la pena beber a estas horas y con este frío? - dice con cara de pocos amigos mientras espera una respuesta y baja el volumen de la música para escuchar la respuesta del hombre que le atiende. No observa a nadie más en el vagón, sólo esperará la confirmación del empleado y volverá a bajar sus ojos sin fijarse en nadie más para seguir concentrado en su ordenador.

El camarero te escucha aunque notas una mueca de desagrado por la forma en la que lo has pedido; pero pone su mejor sonrisa y te dice:

- Tenemos una selecta variedad de bebidas caballero, ¿qué desea exactamente tomar? ¿Un güisqui reserva de 12 años, un ponche caliente o prefiere que le preparemos un chocolate?

Mientras espera a que le indiques qué quieres tomar ves que de momento tus compañeros no han hecho acto de presencia en el vagón comedor. La verdad es que su impuntualidad empieza a molestarte.

Cuando Martín llega al vagón comedor solo se encuentra a Jordi, quien, como siempre, tiene los ojos centrados en una pantalla. Lo saluda con un gesto de cabeza y un escueto «buenas noches» en cuanto cruzan la mirada y toma asiento. Niega con una sonrisa amable ante la mirada interrogativa del camarero y espera a que lleguen los demás.

Termino yendo al vagon comedor, simplemente voy a necesitar cafe, mucho cafe para pasar la noche en vela trabajando en el informe.

Entro y me siento en la mesa pidiendo un cafe solo y cargado. Aunque no me siento, simplemente me derrumbo

Sólo le dirige una mirada como único saludo a Martín mientras vuelve a fijarse en el camarero. -Oh, claro. Un chocolate. ¿Y cuántos años tendrá? ¿Será de las selvas de cacao que quedan en Francia acaso? ¿Me quiere usted ver la cara?- dice mientras pronuncia cada palabra apretando los dientes. La tensión dura unos instantes, cuando queda claro que ni Jordi está de broma ni está disfrutando del aparentemente festivo ambiente del restaurante.

-Tráigame un whisky. En las rocas. Y por el amor de Dios, trate de no regarlo de camino, o dármelo en uno de los vasos con que sirven el vino.- dice mientras vuelve a desviar su mirada hacia el ordenador.  

Sigue tecleando rápidamente, y luego bosteza. -Un cura muerto que tenía la vida social de una hostia de consagrar.- farfulla entre dientes mientras juguetea con sus dedos rápidamente, antes de suspirar un instante. Luego decide pasar a una partida de solitario sin intercambiar mayor palabra con los demás.

El joven miembro del equipo se sienta al lado del inspector catalán. A pesar de la rudeza con la que suele tratar a la gente Jordi parece que al gallego no parece importarle.

- Muy buenas... - dice mientras se sienta y pone su smartphone sobre la mesa. Al igual que todos los miembros de la brigada usa un blackphone encriptado. - Veo que en un entierro hay más fiesta que en este vagón... - dice a modo de queja viendo que el ánimo es más bien frío. Puede que las fiestas cercanas y tener que alejarse de casa hagan mella en el ánimo de los investigadores.

En ese momento las luces del vagón se apagan, dejando el vagón totalmente a oscuras. Justo en ese instante el tren entra en uno de los túneles que cruzan la sierra madrileña acrecentando más la oscuridad.

El camarero que le traiga el güisqui a Jordi tropieza con alguien y cae al suelo. En el vagón contiguo una mujer grita de dolor y se escucha un estallido, como una detonación de pequeña intensidad. Sin duda alguien ha disparado un arma en un tren lleno de policías.

Se escuchan sollozos y gemidos de dolor. ¿Qué loco ha podido hacer eso?

Daniel se levanta con cuidado del asiento y con el móvil ilumina tenuamente la mesa. Se lleva la mano a la cartuchera pero no lleva su arma reglamentaria.

- Jordi...Martín...María...¿lleváis vuestra arma? Yo la dejé en la litera joder...

Intenta iluminar más subiendo la intensidad de la pantalla del móvil y luego activa la opción de la linterna que tiene el teléfono. Ahora podéis ver un poco más. El camarero está en el suelo dolorido y apestando a güisqui. Jordi tendrá que esperar por su brebaje.

«Mierda», piensa Martín mientras desenfundaba la pistola y le quita el seguro con modos de autómata, de ensayo, de demasiadas repeticiones, «un viaje tranquilito era mucho pedir…»

Sin repetir la pregunta del gallego, mira muy brevemente a sus compañeros. «Alguno más tiene que ir armado». Y empieza a moverse hacia el vagón del que vino el ruido.

Ni tiempo me da para tomar el cafe, todo se precipita, ni puedo replicar a Daniel. 

Me echo mano a la pistolera que llevo en el costado, menos mal que la cogi nada mas salir. Asiento mientras la saco y quito el seguro.
La mirada a Daniel es una pregunta, si me pide el arma se la dare, pero de momento iremos detras de Martin a ver que ha pasado

El tres de tréboles iba siendo arrastrado lentamente hacia la fila más completa. Por el rabillo del ojo Jordi observaba al camarero alejarse para preparar su bebida, mientras negaba en desaprobación. Su humor empeoraba con cada minuto y fingir que la cosa iba a mejorar era tan sólo un enorme despropósito. Suspiró agobiado mientras el resto de sus compañeros se acomodaban y su único aporte era el de fingir que aquel era un viaje de placer.

Iba a responder a Daniel, pero optó por mirarle dedicándole un gesto poco amistoso para regresar a su juego. Impaciente como estaba, daba la impresión de que se levantaría en cualquier instante, dejando tras de sí el silencio de sus colegas. Empezó a tamborilear sus dedos con impaciencia sobre el borde de su ordenador.

Luego el caos se desata sobre el vagón y Jordi puede sentir, puede escuchar el ruido del cristal de su vaso de whisky sobre el suelo, mientras él mismo lanza una maldición. El disparo y el grito adolorido son tan sólo adiciones poco agradable a la interrupción. Cierra con rapidez su laptop y mira a los demás. -¿Y que vais a hacer? ¿Entrar disparando como héroes? Poneos una diana, a ver si podéis hacerles las cosas más fáciles- dice susurrando con fuerza. Con el ordenador bajo su brazo se dirige hacia el camarero en el suelo.

-¿Por donde pasa el cableado eléctrico del vagón? Necesitaremos recuperar las luces- dice mirando hacia el vagón contiguo.

- Creo que pasa por el techo...pero no tengo ni idea de donde puede haber un cuadro de mandos... - dice Daniel - ...puedo intentarlo pero hay que investigar primero el disparo, puede haber alguien herido.

Ilumina la puerta que da al vagón donde se produjo el disparo, se escuchan gritos ahogados.

- Puede que nos encontremos con una situación de rehenes...no escucho demasiados gritos.

Os acercáis al acceso al otro vagón. No podéis ver demasiado a través del cristal de la puerta, intuís el movimiento de una persona pero poca cosa más, os parece ver gente en el suelo seguramente aterrada. Las luces de vuestros móviles no alcanzan a iluminar demasiado. 

Lo único positivo es que no se ha escuchado ningún disparo más. Pero es posible que el tirador siga en activo y eso es un peligro para vosotros...

-La chaqueta- le dice Jordi al camarero en el suelo -pásasela a mi compañero.- luego miro a Daniel -Intenta entrar armado por la puerta y te dejarán como un colador humano. Si quieres evaluar la situación, tendrás que ponerte la chaqueta del RENFE, ir desarmado y actuar como si fueras un pobre idiota- dice frunciendo el ceño -Que supongo no te quedará difícil- y acto seguido mete su mano al bolsillo y saca dos pequeños botones de aspecto metálico.

-Por fortuna para ti, siempre cargo un micrófono de espionaje y una cámara pequeña para lo mismo. El micrófono te lo puedes poner en la solapa, si te consigues unos lentes, te pongo la cámara y transmitirán a mi equipo vía Bluetooth. Aquí la señorita maniquí- dice mirando a María -y el señor mala-cara, estarán al frente cubriendo que nadie pase a este vagón y en cuanto sepamos cuántos son y cómo están armados, podremos tomar una decisión- dice explicando mientras abre su ordenador y abre el programa para sintonizar ambos dispositivos.

-Te vas desarmado- dice mirando al camarero. -Como si quisiéramos la chaqueta hoy, tío- añade molesto. -¿Alguna pregunta Daniel? Si algo sale mal, le enviaré un correo a tus amigos y familiares diciendo que caíste como un héroe. Y si algo le pasa a mis equipos, les diré que fuiste un cobarde.- sentencia con tal seriedad, que aquello no parece una broma de un muy negro humor.

El camarero se quita su chaqueta y se la pasa a Daniel. Luego se aleja reptando muerto de miedo hacia el fondo del vagón alejándose de la zona de peligro.

Dani no dice absolutamente nada mientras se pone la chaqueta del camarero, por suerte para él le queda bastante bien aunque un poco justa de mangas. Luego mira a Jordi y le dice:

- Tu plan tiene un par de fallos básicos Jordi...A: no hay luz y es posible que el tirador no sepa si soy un camarero o una posible amenaza...y B: creo que todos pensamos que por el bien del grupo deberías ir tú, ya sabes que la mala hierba nunca muere y serías perfecto para parar balas...tienes acolchado de serie...

Sonríe tras decir eso, la verdad es que Jordi está demasiado gruñón (y más faltón que de costumbre) pero aún a pesar de serlo es un miembro de la Brigada útil y lo demuestra con los micrófonos espía que lleva encima.

Se coloca el micrófono en la solapa y la cámara en unas gafas que alcanza en una mesa del comedor.

- ¿La cámara ve infrarrojos? Porque si no no podéis ver mucho... - pregunta esperando que su 'sacrificio' sea por el bien del equipo. - Martín...cuando entre dejaré la puerta abierta, chasquearé los dedos para que accedas y tomes posición...María, estáte atenta porque si hay alguien herido tendrás que intervenir. 

Resopla tras tomar aire mentalizándose para entrar en acción. Tras ello se dirige a la puerta que da acceso al vagón y le dice a Jordi:

- Si palmo te aseguro que te tocaré los cojones desde el más allá...así que reza para que no lo haga...

Dicho sus 'últimas palabras' abre la puerta del vagón manualmente (ya que el corte de luz impide que los sensores de movimiento funcionen.

Daniel accede al vagón, echa un vistazo y chasquea los dedos. Parece no haber moros en la costa a primera vista, por lo que Martín puede acceder y colocarse adecuadamente para intervenir si lo requiere, la fama del tirador del grupo tranquiliza a Daniel que la verdad parece estar desenvolviéndose bien aunque claro poco se conoce de su pasado en el CNV.

Jordi conecta su equipo para visualizar lo que sucede en el vagón contiguo pero la cámara de momento no parece visualizar demasiado. La linterna del móvil de Daniel no ilumina demasiado...aunque algo se intuye en una de los fotogramas que capta la pequeña cámara espía...en el fondo del vagón hay un sujeto en movimiento con pasos firmes y ágiles, como si pudiera ver lo que está pasando perfectamente. El problema es que Daniel no tiene la visión de la cámara ya que sus ojos no ven tan bien en condiciones de baja luminosidad...

Si no fuera por que a veces es util, le romperia la cara de una soberana bofetada.  Voy tras Martin colocandome en el otro lado, no soy buena tiradora, pero si hubiera algun problema y heridos podre actuar en el mejor momento