Partida Rol por web

Estación Espacial Babylon 5

Día 1 - Hora terrestre 1050

El check-in de aquella mañana había transcurrido sin percances en las bahías de la estación espacial Babylon 5, y la cola de pasajeros cansados de esperar para poder subir a su transporte se extiende ocupando casi la mitad de la amplia sala de la terminal C-2.

Sólo diez minutos les separan de empezar a moverse camino a sus asientos, tiempo suficiente para que los más rezagados pudieran comprar un billete a un precio desorbitado a través de BabCom, pero los ánimos siempre empezaban a crisparse pasados ese punto. Las diferentes razas alienígenas de la estación tenían una capacidad limitada de aguante mutuo. Por suerte la opulencia de los centauri, causantes de los mayores revuelos, les permitía comprarse billetes de primera clase, por lo que su presencia en las colas de ese extremo de la terminal era bastante anecdótica.

Como si fuera algún tipo de experimento sociológico ese tipo de viajes con destino a la Tierra siempre congregan a individuos de lo más peculiar. Desde refugiados narn hasta líderes centauri y, por supuesto, pasando por militares de la las Fuerzas Terrestres que vuelven a casa tras su turno de servicio o bien se dirigen a un nuevo destino.

Dominique llevaba al hombro su petate. Había hecho un viaje rápido para visitar a su hermano, de servicio en la Estación, y ahora tenía que volver a la Tierra para continuar con sus deberes en Earthforce. Había merecido la pena a pesar del dinero que le había costado el billete. Llevaba varios años sin ver a Jerome en persona y le agradaba saber que se recuperaba de las heridas sufridas en aquella maniobra de vuelo de hacía unos meses.

Llevaba un par de manuales de diplomacia en el petate para el viaje. El resto de su equipaje había sido facturado. Odiaba la idea de estar atrapada en un trozo de metal a la deriva, pero poco podía hacer al respecto. Esperaba que el viaje no se alargase demasiado.

Elijah se encontraba en Babylon para subirse a un transporte con destino la Tierra. De vuelta a casa. 

¿Pero era la Tierra nuestra casa? ¿Mi casa? Con lo que había visto ahí fuera dudaba de todo. De lo que veía y sentía. ¿Llegaría a sentirme seguro en algún lugar? El espacio estaba lleno de cosas asombrosas, razas asombrosas, algunas bellas y otras oscuras, la mayor parte oscuras, como si hubiera estrellas en la noche. Quizás en Babylon era donde había encontrado más comprensión hacia mis desvaríos. 

Me arrebujé en mi abrigo y me obligué a prestar atención a mi alrededor a la cola que entraba en el transporte. Todo tipo de gente, sobre todo humanos volviendo. Mercaderes, industriales, turistas. Yo volvía porque estaba al límite... me quedaban pocos créditos, todo en las Colonias y en las zonas francas costaba demasiado. Y además ya se me habían acabado los permisos. Los permisos y las bajas y las subvenciones. No habían aceptado ni los informes médicos. En realidad, podría mantenerme como mecánico o técnico en cualquier nave humana... pero quería estar en Babylon viendo, sintiendo, viendo que ocurría directamente, y primero tenía que acabar de servir mis años. O algo así, las órdenes de presentarme no daban motivos, pero con la guerra Lagartos-Crestas... y con los despliegues que decían que iban a ordenar... y con la muerte del Presidente Santiago... a saber. 

Al menos hacía días que los sueños y ataques no aparecían, un gran período de tranquilidad. 

Todas las pantallas señalaron que la eran las 1100, y un chasquido dio paso a una voz femenina que se escuchó por toda la terminal.

"El vuelo 17 Alpha de Galac Travel con destino a la Tierra a abierto sus puertas. Les recordamos que tienen solo quinte minutos para embarcar, por lo que pueden ir aproximándose a la puerta de embarque número 12. Las puertas se cerrarán a las 1130 horas."

En la terminal se levantó un murmullo mezcla de voces y pasos, y la cola comenzó a avanzar obligando a los militares a hacer lo mismo. No hubo mucho percance quitando quizás un brakiri que invadió durante un momento el espacio personal de Elijah para cruzar al otro lado de la fila, y en pocos minutos estuvieron frente a frente a los guardias de seguridad y a un azafato, que les pidieron sus pasaportes y el billete digital respectivamente. 

Tras pasar los controles de seguridad y demostrar que no llevaban nada peligroso encima, la larga pasarela les facilitó el acceso, donde las cristaleras les permitieron distinguir el nombre "Athena" pintado en uno de los laterales de la inmensa nave según se aproximaban a ella en el hangar.

Una vez dentro una de las azafatas les guió a ambos hasta la misma cabina (_{imagen superior}), un lugar amplio que dejaba de serlo en el momento que uno se daba cuenta de que debía compartirlo con otras cinco personas. En ese caso , y por suerte, solo parecían que iban a ser cuatro: una mujer vestida de militar, un hombre muy serio y abrigado, un narn y otro humano.

La megafonía volvió a chasquear, dando paso esta vez a una voz femenina más grave que la anterior.

"Bienvenidos al vuelo 17 Alpha de GalacTravel con destino a la Tierra. Soy la capitana Morrison, comandante de la Athena, una de las primeras naves de lujo "Princess-class". Es un placer recibirlos a bordo.

Se espera que nuestro viaje dure cuatro días. Llegaremos a la estación orbital Sahara a las 1045 el día 21 de de Enero según los estándares del calendario terrestre.

La cafetería se abrirá poco después de que hayamos despegado. A los pasajeros de primera clase les recordamos que pueden usar los terminales de sus cabinas para pedir que les sean atendidos allí mismo.

A todos los pasajeros les recordamos que todos los pasajes incluyen una cláusula de seguridad personal, y que GalacTravel no se hará responsable de cualquier problema derivado de no haber seguido las instrucciones de seguridad de la nave. Por favor, prestad atención a nuestros azafatos, que os indicarán ahora los procedimientos en caso de emergencia.

Que tengan un buen viaje".

Frente a sus asientos se desplegaron unas pantallas en las que apareció un atractivo azafato.

Las incomodidades habituales del viaje, empezando por el embarque... Elijah tuvo un momento de pánico al entregar el billete y la documentación. ¿Y si no servían? ¿Y si estaban mal? No tenía dinero para quedarse en B5. 

Pero nada de eso ocurrió y se encontró de camino a la cabina.

Tendría que estar cuatro días aguantando a los otros pasajeros. Cuatro en vez de cinco. Una pequeña mejora, pero a eso lo llamaban lujo. Bueno, el lugar era amplio y luminoso, a diferencia de la camareta de cualquier nave espacial de las Fuerzas Terrestres, donde además de estar mucho más apretados, tendrían con suerte un par de paneles luminosos y ya. Los camarotes individuales lujo reservado a oficiales.

De momento lo primero era observar las instrucciones de seguridad y, una vez acabaran, leerse los manuales anexos y los planos de la nave. Quizá fuera algo obsesivo de su parte pero no podía evitarlo, no después de lo que había pasado.

Únicamente echó una mirada superficial a los otros pasajeros, ya se encargaría de ellos después. La mujer llevaba un uniforme de las Fuerzas Terrestres y quizás tuviera alguna historia o pudiera pedirle información sobre el estado de las cosas en la Central. De momento no comentó nada acerca de que él también era parte de las Fuerzas para no sacar a colación su historia o su historial. Nada le hacía parecer bien. 

Dominique se mantuvo seria mientras escuchaba el mensaje de la capitana, pensando con desmayo lo que iba a hacer durante el viaje de cuatro días. Echaba de menos los espacios abiertos de la Tierra y la visión de un cielo azul y la luz del sol en lo alto. Era absurdo pensar que en los planetas se estaba, en realidad, más encerrado que allá fuera, en el espacio. Dominique aún no había logrado comprender la posibilidad de la paradoja, pero tampoco se rompía la cabeza al respecto.

-Buenos días -dijo, esforzándose por ser cortés con el resto de compañeros-. Soy la teniente Dominique Belrose de las Fuerzas Terrestres. Espero que tengamos un buen viaje.

En los manuales de diplomacia decía que había que mostrarse abierto y confiado, pero no pudo evitar que las palabras le salieran algo acartonadas. Tenía que ensayar un poco más. ¿Tal vez tendría que haber pasado por alto que era teniente? Pero si lo era. Llevaba el informe y las insignias. ¿No estaba siendo muy obvia? Ugh...

El atractivo humano de la pantalla comenzó a enumerar y describir las instrucciones de seguridad..

"Por favor, recuerden que las bolsas para el mareo se encuentran bajo los asientos en todas las cabinas además de en el botiquín de primeros auxilios de las cabinas de Primera Clase. En caso de que haya una pérdida de oxígeno, las máscaras caerán del techo. Los baños se encuentran al frente y al fondo de los pasillos de la cubierta principal.

Las cápsulas de escape se encuentran situadas al frente, a la mitad y al final de la cubierta principal así como a ambos extremos del pasillo de Primera Clase.

Si desean más información pueden consultar los planos de la cubierta de ocio y de la cubierta de cabinas en el menú de esta terminal.

Recuerden abrocharse los cinturones durante el arranque por medidas de seguridad. 

GalacTravel les desea un buen viaje."

Cuando Dominique habló para todos el narn solo le dedicó una fría mirada antes de seguir prestando atención al vídeo. Por su parte, el otro pasajero si que pareció reaccionar a su cortesía.

-Doctor Karlson -se presentó con una sonrisa mientras se abrochaba el cinturón-. Yo también lo espero. Siempre se me revuelve el estómago en estos viajes.

Se trataba de un humano de avanzada mediana edad que, a diferencia de Dominique, no llevaba ningún tipo de prenda que confirmase su oficio.

Un mando encima. Perfecto. Elijah no había mirado en dirección a las insignias de rango, el hacerlo seguro que le hubiera delatado. 

—Yo soy Hamish— se presentó también, enfrascado en la pantalla. ¿Si perdemos oxígeno hay máscaras? Imbéciles, llevan repitiendo esta matraca desde cuando volábamos sólo por el aire. Si perdemos oxígeno nos iremos todos al espacio congelados. Si necesitamos las máscaras es que hay un incendio o cualquier otro problema y seguro que no tienen ni idea de como solucionarlo.

—Vaya— comentó a lo que decía el Doctor. —En mi caso creo que es la nave más cómoda en la que he montado nunca— le había salido espontáneamente, pero no podía ser más cierto. Que probaran a ir de técnico en las Fuerzas Terrestres, o en vuelos privados. Te podías estirar dos veces al día, si tenías suerte. Babylon era una caja de cerillas pero en comparación con el resto de lugares parecía gigantesca, incluso en los sitios más cerrados. 

Elijah no se había quitado el abrigo al sentarse, por más incómodo que fuera. Siguió trasteando con la máquina. ¿Cubierta de Ocio? La Tierra había pagado bien por su vuelta, claro que a veces, no había donde elegir o había un hueco barato con descuento en un crucero de lujo. 

—¿Viajan mucho?— preguntó de repente a los otros dos que habían respondido algo. Quizás con un poco de conversación se les pasarían los nervios y contasen algo interesante. 

—Lo cierto es que no —respondió Dominique con sequedad.

Ya había hablado y era tarde para refrasear. No quería sonar así, pero no había podido evitarlo. Hum. ¿Por qué era tan difícil no sonar como una oficial cuando estaba fuera de servicio? Su hermano le había reprochado lo mismo. Sin saber qué hacer, se miró los dedos mientras aguardaba a que algo rompiese el hielo que acababa de formar.

La oficial parecía seca y borde. Genial. Menuda compañera de viaje. Con tal de que no se enterara que él era de las Fuerzas Terrestres... No quería ni ver a un mando pesado. No iba de uniforme así que no tendría que saludar o presentarse ni nada especial. Bien. Con suerte terminaría el viaje y no se verían más. Y mira que había conocido a oficiales buenos en su paso por el servicio. Quizá ella también era competente, pero estaba amargada por todo lo que se hablaba acerca de las nuevas regulaciones y todo lo que comentaban que Clark estaba maquinando... Tendría que haber sacado tiempo para votar por la otra candidata, pero Santiago era el que iba delante de Clark y no parecía tan malo...

Al final, ignoró a la mujer y se giró al resto —Yo sí, al menos estos últimos años. El universo es maravilloso— y lleno de sombras y cosas inexplicables— pero las naves son pequeñas e incómodas, a diferencia de ésta— extendió las manos señalando el espacio que tenían.

Se quedó mirando a los otros pasajeros por si querían añadir algo, pero si todos eran tan secos como la mujer pasaría de ellos y se dedicaría a dormir entre el lujo. O a preocuparse por la seguridad.

Día 1 - 1145

La conversación fue interrumpida por una alerta de sonido y una imagen en la pantalla que les recordó que debían abrocharse el cinturón. Poco después la nave comenzó a vibrar levemente hasta que los motores se asentaron, y los pasajeros experimentaron unas leves cacudidas cuando los anclajes de la bahía se sontaron de los costados. La Athena comenzó a salir de las entrañas de Babylon 5, y pudieron verla en todo su explendor por las ventanillas cuando se alejaron de ella en dirección al punto de salto.

-Yo viajo, aunque no se si puedo decir que mucho... Intento evitarlo lo máximo posible -sonrió el doctor, quién ahora manteía una mano apretada contra un maletín cuadrado que reposaba a su lado, como si temiera que las vibraciones fueran a afectar a algo que hubiese dentro-. Si me muevo fuera de la Tierra es siempre por trabajo. Me gusta tener bajo mis pies algo más que unas placas de metal...

Karlson miro por la ventanilla y frunció el ceño.

-Para mi la peor parte es el tirón al entrar en el hiperespacio y tener que viajar por ahí dentro. Espero que algún día inventen el teletransporte, pero hasta entonces...

—Eh, eso sería maravilloso —comentó Elijah —pero si civilizaciones y razas más avanzadas que la nuestra no han podido, no creo que nosotros lleguemos. Ya es suficiente con que demostraran que Einstein estaba equivocado y que podamos viajar más rápido que la luz...

—De todas maneras... coincido con usted en lo del Hiperespacio. No es agradable. Esos colores y... y la sensación de que siempre hay algo detrás de tí, observando, como si no fuéramos más que peces en una pecera... que fácil debía ser todo unas generaciones más atrás, sólos en la Tierra, pensando que no había nada más...

Ahora no podían rehuir la política galáctica, como decían algunos en la Tierra. Por mucho que quisieras centrarte en tu planeta, había muchos más fuera, y los aliens podían venir si querían. Y quedarte aislado significaba estancamiento, y que los demás podrían hacerte picadillo o esclavizarte o colonizarte cuando quisieran. No se iban a borrar las coordenadas de la Tierra mágicamente de sus bases de datos. No ayudaba que gran parte de los que quisieran salir y colonizar otros mundos hubieran sido aplastados en la guerra contra los Mimbari. Las colonias apenas se estaban recuperando. Elijah lo sabía bien, había viajado entre ellas. 

-Es mejor estar en un planeta, es cierto. Cualquier cosa más allá de una caja de zapatos, aunque sea una caja de zapatos muy grande -respondió ella esbozando una sonrisa.

Prefería no pensar en todo eso del hiperespacio y la negrura infinita. A veces, cuando se ponía a filosofar al respecto, se sentía rara y fuera de su cuerpo. No podía imaginarse cómo los primeros astronautas habían podido encajar esa parte del viaje intergaláctico en su día a día. Si estar suspendido en una estación en órbita en torno a un planeta era inquietante, viajar a lo desconocido era... aterrador.

La estación ya casi era imposible de distinguir en la oscuridad del espacio cuando la Athena se aproximó a la puerta de salto. La gran estructura de metal que flotaba frente a la nave respondió a la señal de aproximación creando un remolino azul y de aspecto intimidante. Nadie sabía muy bien como funcionaba, quitando quizás a los físicos que la habían ideado.

Tras un breve anuncio, la nave de pasajeros se adentró en aquella boca. La sensación era difícil de explicar. Se asimilaba a la gravedad cero que se experimentaba al subir a lo más alto en una montaña rusa; ese momento de flotación antes de volver a bajar a toda velocidad hasta el nivel del suelo. Todo pareció estirarse y deformarse alrededor de los pasajeros, y, de golpe, regresó a su estado original como la goma de un tirachinas que volvía a su posición original.

El tirón era difícil de soportar para gente que no lo había experimentado antes, así que las bolsas para el vómito eran uno de los elementos más importantes de viajes como aquellos. Por suerte todos parecían bastante curtidos en el camarote, aunque el doctor se veía algo mareado y murmuraba algo sobre esos "agujeros del demonio".

Tras varios minutos les avisaron de que podían soltarse los cinturones de seguridad.

El doctor fue el primero en soltarse el cinturón y pedir un vaso de plástico lleno de agua al pequeño dispensador que todos tenían frente a ellos. El Narn se levantó para estirar las piernas y poner en orden su maleta de viaje, mientras que Karlson había optado por un libro electrónico. Por las ventanillas solos e venían breves destellos del agujero de gusano.

Pasados los minutos un sonido electrónico anunció la apertura de la puerta del camarote, y un hombre con uniforme de tripulante apareció en el umbral bastante agitado. Tenía la frente empapada en sudor y las mejillas enrojecidas, además de hablar como si le faltase el aire. Tenía que haber corrido muy rápido para llegar hasta allí.

—¿Doctor Karlson? ¿Franz Karlson? —preguntó mirando tanto al doctor como a Elijah.

El doctor dejó el libro a un lado y se levantó. El capitán se volvió hacia él.

—Soy el Capitán Morrison. Doctor, su laboratorio acaba de ponerse en contacto con nosotros. Tengo que informarle de que los contenedores de las muestras que transporta están hechos de materiales innestables. Tenemos que expulsarlos por la escotilla ahora mismo —dijo con severidad.

Karlson empalideció y, sin contestar, alcanzó el maletín que había dejado bajo su asiento. Lo abrió con cuidado y se tomó un momento antes de levantar la tapa y revelar tres viales de cristal. El doctor resopló aliviado y miró al hombre.

—No veo que haya ningún problema, capitán. Pero si es verdad lo que me está diciendo tiene razón, tenemos que deshacernos rápidamente de los viales.

Morrison se quedó pensativo un instante antes de contestar:

—Está bien. Diríjase hacia el final del corredor, y no se desvíe. Les haré saber que está de camino.

Karlson asintión.

—Capitán. Debería aislar la nave todo lo que pueda. Por si acaso...

El capitán frunció el ceño y se aproximó al terminal que se encontraba junto a la puerta, donde introdujo un código.

—¡Señor Cohen, selle todas las zonas desde la A hasta la E inmediatamente!

Un hombre negro apareció en la pantalla delante de una pared de complejos circuitos, botones y luces.

—¿Capitán? Eso le impedirá volver al puente. Le necesitamos aquí. ¿No puede...?

—He dicho que selléis todo. ¡Es una orden!

El Narn se levantó y se acercó al doctor, quién etaba ignorando la conversación del capitán en favor del patrón con forma de tela de araña que había empezado a aparecer en uno de los viales de cristal.

—¡Karlson! ¡Saque eso de mi nave, ahora!

El doctor se humedeció los labios resecos y levantó la vista.

—Creo que ya es tarde para eso.

Día 1 - 1241 - The Outbreak.

Dominique había soportado el tirón gravitatorio con su mejor cara. Lo había experimentado no pocas veces, pero siempre que lo hacía recordaba lo mucho que le gustaba permanecer en un sistema, en un planeta, en tierra firme. Cuando todo pasó, encendió su libro y empezó a leer de nuevo su manual sobre diplomacia. Capítulo uno: postura. Iba a tener que interiorizarlo si quería aprender de verdad.

La llegada del capitán le supuso una extraña sorpresa. Frunció el ceño y prestó oído en un intento de comprender lo que ocurría. ¿Muestras? ¿Lanzar por la escotilla? Dominique sacudió la cabeza. ¿Estaban hablando en serio?

-Capitán, ¿de qué está hablando? ¿Qué es lo que hay en esos viales?

Y, de repente, cundía el pánico. ¿Ya era demasiado tarde? ¿Por qué? ¿Qué había pasado?