Partida Rol por web

El vivirmeron apenas aparta la vista de varios documentos que estaba leyendo cuando entrasteis, prestando poca atención a las palabras de Loranda. Cuando los aparta y los deja sobre su mesa os dais cuenta de que se trata de las hojas que rellenasteis para alistaros, además de varias páginas de informes, posiblemente los redactados por Jorandash tras vuestras andanzas por el norte.

-Ya veo...- Comienza a decir Vesekor. -...Que no sois reclutas corrientes. No sois los típicos voluntarios que se alistan con la intenciónd e servir durante diez años al imperio y después retirarse con una casa y un sueldo garantizados... Por lo que he leído, vuestra presencia aquí no se debe a una voluntad personal y por lo visto... habreis vivido experiencias en el norte que harían cagarse encima a cualquiera de vuestros actuales compañeros. ¿No es así? Muertos que caminan, espíritus vengativos, un lunático a lomos de bestias muertas...

Vesekor os mira fijamente y se inclina hacia vosotros, apoyando los codos sobre su mesa.

-No tiene sentido que esteis aquí. El entrenamiento que podais recibir en este campamento no os serviría para mejorar en vuestras habilidades ni haría justícia a gentes como vosotros. Si podeis mirar impasiblemente el filo de una espada o utilizar las fuerzas elementales para derribar a un hombre significa que vuestro entrenamiento ha concluido. Voy a daros un nuevo destino que seguro que os gustará. Sereis ascendidos a soldados y os buscaré algún lugar tranquilo para que comenceis a trabajar. Yo os estaré observando, guiando y enseñando todo aquello que todavía no sabeis. Tened vuestras cosas preparadas pues en breve nos iremos de aqui.

Vesekor da por concluida la reunión.

La decision de Vesekor me tranquiliza, esperaba ser castigada por actuar por mi cuenta pero no ha sido asi. Tras oir las instrucciones me voy a preparar mis cosas pensando cual sera nuestro proximo destino. 

Mientras voy saliendo junto a Loranda, estiro los brazos, y medio sonriendo le digo:

-Ha dicho un sitio tranquilos, jejeje, por fin nos tocan vacaciones pagadas. Seguro que nuestros ex-compañeros lo estarán pasando fatal entre el barro y los animales salvajes.

Sin comentarle mucho mas a mi compañera, pienso preocupado borrando mi tonta sonrisa:

Saben parte de nuestra aventura, a ver si van a esperar mas de nosotros de lo que podemos hacer... por lo menos tenemos una reputación que nos precede, y al parecer impresiona a los mandos, eso puede ser bueno, o muy malo...

A los dos dias de vuestra charla con Vesekor, una careta decorada con los símbolos del imperio: la luna roja, (forma física de la Diosa) y el Murcielago Carmesí (símbolo del poder de la Diosa para dominar al caos), os lleva en dirección al Sur. Sus ocupantes: Loranda, antigua escriba de aspecto delicado pero gran temperamento, Kilder, a ratos taciturno y otros alegre y despreocupado practicante de mágia y una tercera acompañante de anchos hombros y manos grandes con la piel tostada bajo miles de soles.

La carreta avanza en silencio por un camino de piedra sin que tengais muy claro cual va a ser vuestro destino.

Sentado junto a Loranda en el carro, voy observando a la nueva "chica" que teníamos delante. Con una mirada escrutante la observaba.

Le di un codazo con disimulo en el costado a Loranda, mientras le comentaba en voz baja sin mirarla para hablar:

-Si que es grande... ¿que habrá hecho para estar aquí?

Sin dejar de clavar la mirada en aquella extraña ni un instante desde el fondo de mi capucha, viajaba en silencio con el puño izquierdo cerrado y con el derecho atrapando mi bastón...

En realidad no le he quitado el ojo de encima a nuestra compañera, de vez en cuando la observo sin que se de cuenta. El codazo de Kilder me saca de mis pensamientos y lo miro discretamente encogiendome levemente de hombros. Yo me pregunto lo mismo, sera posible que sea una espia con la mision de controlarnos? Sonrio para mi misma pensando que otra vez la desconfianza se adueña de mi, no queda otro remedio mas que abordar a la desconocida con cualquier pregunta inocente. Hasta ahora no ha dicho nada. Decido dirigirme a ella y averiguar lo que pueda. 

-Me pregunto cuanto falta para llegar a nuestro destino- pongo mi mejor sonrisa y continuo- Sabes a donde nos llevan?- Su aspecto intimida, pero se que es mejor no juzgar a nadie sin tener datos en los que apoyarse, desde luego es grande para ser mujer. Sin dejar de sonreir espero a que me responda. 

Al notar cierta timidez en la chica nueva, sonreí mientras la miraba, pero no con una sonrisa cálida.

Escrutándola con mi mirada, le di vueltas al bastón de la calavera con los dedos, hasta que la cavidad hueca de los ojos se quedaron observándola en le silencio del camino junto a mi.

Nervioso comencé a dar golpecitos con la punta de la bota en el suelo...

Vehexa ha pasado todo el viaje mirando al suelo, con sus brazos apoyado sobre sus piernas abiertas y una enorme hacha apoyada entre ellas. No parece precisamente delicada ni haber sido criada en una corte. Lleva una túnica hasta las rodillas hecha de alguna tela sin tratar, basta y parda, sujeta con un cinturón. Una parte del cuello se ha roto, cayendo y dejando ver unos hombros anchos y musculados que más parecen los de un hombre que los de una señorita.

Levanta los ojos y mira directamente a Kilder y a Loranda cuando ésta se dirige a ella. Acto seguido escupe al suelo y agarra con fuerza el mango de su hacha.

- No se. Me da igual dónde ir, yo tengo hacha conmigo. Es suficiente.

Sigo observando a la guerrera y su falta de modales. percibo un acento extraño cuando habla, y de repente, desvío la mirada, viendo como un esputo sale de entre sus carnosos labios estrellándose contra el suelo produciendo un extraño sonido, como si quisiese atravesar el suelo.

Hago una negativa con la cabeza, otra vez intento atravesarla con mi mirada , y dando unos pequeños golpes con el bastón a milímetros de el escupitajo, le digo :

-Esto no es una cantina ni un antro, podrías haberte asomado por la ventana para soltarlo si te sobraba...

La mano de la mujer se cierra fuertemente sobre su hacha por un momento, pero luego parece relajarse. Escruta el cuerpo delgado del hombre por un momento.

- Chicos que aún no son hombres deben hablar adultos con respeto. Tú debes estar con madre hasta ser hombre... ¿Dónde está la madre tuya? ¿Madre te ha mandado en este carro para ser hombre? - Extrañamente, el tono de la bárbara no es irónico ni agresivo, sino que parece tener curiosidad.

Mis labios se aprietan tornándose una fina linea recta mientras escucho a la chica preocupándose por parte de mi familia. A punto estuve de decir alguna cosa yo sobre su madre y de como me había hecho un hombre, pero su tamaño, su hacha y falta de educación me intimidaban, aunque no lo exterioricé en ningún momento.

Mi mirada se desviaba de vez en cuando al charco que había creado en el suelo, hasta que estiré una pierna, y lo arrastré con la suela de la bota esperando que se secase antes.

Luego, al cabo de un instante, y como si ya no viniese al caso, contesté:

- Soy Kilder, de Worrion, también conocido como "fuegoscuro, el señor de la flama", superviviente junto con mi compañera de "la frontera helada" -ladeo la cabeza para señalar a Loranda - . Una vez incineré un gato para dar mas fuerza a mi discurso. -digo recordando aquel momento, y una pequeña sonrisa afloró en mi boca mientras mis ojos parecían brillar un poco por la humedad que se produjo en ellos-

Vehexa mira al chico sin mediar palabra y sin hacer ningún gesto. Cuando termina de hablar, la mujer se endereza y se lleva el puño al pecho, golpeándose dos veces.

- Yo soy Vehexa, hija de Vukor, hija de Gragmar, de la noble tribu Kastoki - dice con orgullo - Gané mis ropas de adulta hace un año y maté un caballo para agradecer a dioses su ayuda. Yo maté caballo sin armas - dice sonriendo henchida de orgullo -. De un cabezazo. 

El escupitajo de la chica me revuelve el estomago, pero mas aun ver como Kilder lo escampa por el suelo de la carreta. "Bien venida a la civilizacion., Loranda. Te pasas el tiempo esperando volver a lo que tanto echaste de menos y encuentras esto, señoritas aferradas a su hacha escupiendo en tus narices cuyo hobbie es matar caballos a cabezazos y un compañero que alardea de incinerar gatos por puro capricho". Sin darme cuenta asiento divertida al darme cuenta de lo ironico que es el destino. 

-Soy Loranda, escriba de Worion..., aunque eso fue hace mucho tiempo -suspiro añorando viejos tiempos- Una vez mate a una mosca que no paraba de molestar, creo que es lo unico que he matado sin que mi vida estuviera en peligro  -soy consciente de lo que supone tener como aliada a alguien capaz de matar a un caballo de un cabezazo. Sin vamos a compartir nuestro camino prefiero tenerla como amiga- Espero que nos vaya bien alla donde nos lleven. Es un placer conocerte Vehexa. 

No estoy muy convencida de que sea un placer pero sin duda nos conviene tenerla como amiga.

La carreta se detiene de golpe y podeis ver cómo el conductor habla con un par de guardias a la entrada de un pueblo. Reanudais la marcha y llegais hasta las afueras del mismo donde casi un centenar de personas se apresuran en la construcción de lo que parece una gran feria.

Hay puestos de comida, escenarios, juglares y músicos, caballos y otras bestias curiosas y muchísima gente aquí y allá preparando cosas. Un oficial yelmita* se coloca frente a vosotros, os mira de arriba a abajo y os saluda.

-Bienvenidos a Garhound soldados. Soy Invictus, Capitán de la Luz y líder de la milicia solar en esta región. Os preguntareis qué haceis aquí y la respuesta es sencilla: En breve se va a celebrar el "Torneo de Garhound", un espectaculo único en el imperio y en el que participan gentes de todos los confines de este mundo. Para garantizar la seguridad estamos los templarios solares, pero debido a un ataque de nómadas no muy lejos de aquí he tenido que enviar a la mayoría de mis hombres a investigar. Vuestro trabajo será sencillo: Vigilar. Le pedí a Vesekor algunos hombres (y mujeres) capaces de reaccionar si las cosas se ponían feas y confío en su criterio. Borrachos, camorristas y cualquier alborotador deberá ser llevado a los barracones sin demora. Aquí teneis vuestros uniformes de guardia y vuestra arma reglamentaria**, aunque podeis utilizar, si es menester, cualquier arma de la que dispongais y esteis más familiarizados. Si teneis cualquier duda, ahora es el momento de resolverla.

Me coloco el peto, pasando primero un brazo y aguantando el bastón con el otro, luego hago la inversa, y me lo coloco lo mejor que puedo.

Odio ir identificado -pienso para mi-

Luego apoyo el bastón en el hombro mientras golpeo en mi mano con el lado flanco de la espada corta, y la guardo en su vaina.

-Bueno, si nos dan de comer podré utilizar este cuchillo -digo mientras obserbo a las monturas-

Me preocupo un poco de que Loranda se pueda poner el peto, viendo que lo hace sin problemas, le doy un codazo a Veheza, y le digo mientras sonrío:

-Mira, caballos -apunto con un dedo- haznos una demostración...

Vehexa mira el peto un momento, y dejando su hacha en el suelo procede a ponérselo. Observa con cuidado la espada corta y pasa sus manos rudas sobre ella, mirando su factura y su calibre. Tras un momento en silencio devuelve la espada respetuosa pero firme.

- Yo ya adulta, tener arma de adulta. No necesito espada para chico.

Cuando ve que Kilder le habla se le queda mirando fijamente un momento, por su expresión parece no haber comprendido - Oh, sí, caballo. Caballo muy importante para clan, caballos es alíado de los hombres y contacto con los dioses. Yo enseñarte a cabalgar como hombre, sí - dice con orgullo - Cuando tú vuelvas a casa tu familia estará orgullosa, sí... - le mira sonriente, pegándole lo que para ella es un amigable manotazo en la espalda y para cualquier otro un intento de asesinato - Tú no te preocupes, ¡Vehexa hacer de ti un hombre!

Mira al sol con orgullo, en su rostro grabado el semblante serio de aquel que jura ante sus dioses completar una misión transcendetal. 

Al notar el golpe, suelto una bocanada de aire como si estuviese expulsando mi alma. Me sostengo con fuerza con las dos manos en el bastón, y escucho sus palabras.

Yo enseñarte a cabalgar como hombre... Tú no te preocupes, ¡Vehexa hacer de ti un hombre!

No puedo reprimir una sonrisa, al pensar lo que aquello podría llegar a significar en cualquier otro lugar y en otro contexto...

Interesante como mínimo la inocencia de aquella gran bestia.

Obserbo a Loranda a ver si ha escuchado lo mismo que yo.

El peto me resulta incomodo, pero todo es acostumbrarse. Guardo la espada por si me hace falta mas adelante. Mientras tanto escucho la conversacion y observo divertida la sonrisa que pone Kilder tras las palabras de Vehexa. 

-Yo de ti no pondria esa sonrisa. Imagina como podria llegar a ser- por primera vez desde hace tiempo rio abiertamente- Vehexa es toda una mujer, mato un caballo de un cabezazo para llegar a serlo, ademas es muy... grande, y fuerte, y... mira ese hacha que empuña. Imagina tambien que no eres buen alumno y no aprendes a cabalgar como ella quiere...- dejo la frase a medias y me da un ataque de risa al pensar en la estatura de ambos y en Kilder y Vehexa como maestra y alumno. Rapidamente me repongo y digo algo mas seria- Bueno, nunca se sabe. Tal vez si ella te enseña llegues a ser un buen jinete, incluso puede que te haga realmente un hombre  -le guiño un ojo a mi compañero y sonrio. 

Me gusta Vehexa y me alegro de que Kilder se lleve bien con ella. Despues de bromear con ellos, respondo a Invictus tratando de parecer la mas segura del mundo.  

-No tengo ninguna duda, señor.  

Después de dejar vuestras escasas pertenencias en los barracones, familiarizaros con el lugar y conocer a algunos compañeros, casi todos yelmitas, os reunís de nuevo con Invictus en su tienda. Sobre su mesa tiene un mapa de la población y comienza con una retahíla de explicaciones sobre turnos de guardia, rutinas de vigilancia, relevos, metodos de operación según diversas situaciones y otra cháchara que hace que a los diez minutos ya esteis deseando que termine.

Cuando llevais media hora en la tienda ya no sois capaces de seguir el ritmo a Invictus, que sigue explicandoos cosas sobre la grandeza del imperio y la importancia que teneis en él. Por suerte, un soldado entra en la tienda con cara de asustado y le interrumpe.

-Señor Invictus, debo hablar con usted de inmediato. Ha... -El soldado os mira unos segundos. -...pasado algo.

Invictus se disculpa y sale de la tienda y aunque no podeis oir la conversación, por las siluetas recortadas en la lona de la tienda parece que no son buenas noticias. Al cabo de unos minutos escasos Invictus entra de nuevo en la tienda y parece no tener ganas de seguir con sus explicaciones. Os mira fijamente, sacude la cabeza a modo de negación y os mira de nuevo, esta vez de arriba a abajo y sus ojos se iluminan.

-Mejor olvidaos de todo lo que os he dicho. Hay algo que quiero que hagais. Uno de mis hombres ha sido asesinado hace pocas horas; Se trataba de un teniente, un hombre de fe y convicción... Vosotros sois nuevos aquí y por ello los únicos en quienes puedo confiar. Salid y tratad de averiguar quién y porqué lo hizo. Y recordad que quiero pruebas. Fingid no saber nada más que lo que se cuenta por ahí y sed discretos: Que nadie descubra que estais investigando.

Invictus mantiene su porte serio y distinguido, pero hay algo en su rostro que revela que no acaba de tener fe en vosotros.

Doy unos cuantos pasos para irme de la zona mientras voy pensando para mis adentros.

Al cabo de un instante, informo a mis compañeras:

-Ha dicho que nadie descubra que estamos investigando, así que... -comienzo a sacarme el peto- al demonio con esto.

Lo doblo y lo meto ne la mochila.

-Cuando sea el momento, lo sacaré. -miro a las dos, y les pregunto - ¿a dónde vamos ahora?