Partida Rol por web

BAÑO MIXTO CUBIERTA SUPERIOR. ZONA DE PILOTOS

En cuanto tus pies pisaron la rugosa superficie del hangar te encaminaste directo hacia la salida sin dirigir la palabra a nadie ni detenerte por el camino. A tu alrededor los pilotos fueron bajando de uno en uno, los rostros sonrientes y satisfechos y se gritaban los unos a los otros para hacerse oir por encima de los motores, si pasabas cerca de alguno se apresuraban a cuadrarse para luego continuar con lo suyo al ver que tenías prisa. Un poco apartado distinguiste el viper de Starbuck que en ese momento se disponía a abrir la cabina pero preferiste seguir el protocolo que te habías marcado las doscientas treinta y siete veces anteriores. Sin embargo, la acuciante necesidad de asearte un poco hizo que tus pasos se desviasen hacia los baños de la Cubierta superior, los cuales sorprendentemente estaban vacíos ,y en cuestión de pocos minutos un chorro de agua fría caía sobre ti llevándose todo el sudor y el estrés de las pasadas horas. Justo cuando cerrabas el grifo y scompletamente revitalizado salías de la ducha con la toalla enrollada a la cintura la señal de llamada sonó por el altavoz.

-"Capitán Adama, capitán Adama..acuda a puente"

Apenas se habían apagado las palabras con un chasquido cuando con un sonoro "clonc" la escotilla de la puerta que daba al pasillo se abrió y una sudorosa y despeinada Starbuck entró. Parecía que, a pesar de haber buscado eludir tus problemas aunque fuese durante cinco minutos, estos  habían terminado por encontrarte.

Había esperado que nadie acudiera en aquel momento a las duchas, pues resultaba agradable desconectar por unos instantes, aunque fueran apenas unos minutos de toda la tensión que me rodeaba, sin embargo allí estaba una de las mayores causas de mi desasosiego e incomodidad. Kara, era terca como una mula y su forma de negarse a tomar los estimulantes había resultado excesiva, sin embargo era más que probable, o eso al menos esperaba que la teniente también hubiera decidido refugiarse allí para tomar una ducha tranquila y reparadora de manera que traté de poner mi mejor sonrisa y olvidarme de mis deberes hasta que saliera de los baños.

- Tanto trabajo para eliminar los bombarderos y resulta que los hojalata deciden no usarlos esta vez, estoy seguro que tratan de hacernos confiados.- Comenté mientras secaba mi pelo y el resto del cuerpo con la toalla, había pensado en un buen afeitado y para ello había dispuesto los utensilios necesarios, pero por la llamada parecía que tendría que aguantar el picor y posponer la operación para otro ciclo. -Últimamente visitaba poco este lugar, pero vista la tranquilidad creo que voy a introducirlo en mi rutina de alguna manera.- Era difícil abstraerse del trabajo teniendo en cuenta que este había ocupado todo su tiempo desde hacía más de cuatro días y por el momento no parecía que fuera a cambiar.

Kara permaneció un momento mirando a Lee, desde su sitio, en apariencia con la misma sorpresa que él de verla a ella en aquel lugar. Tenía los ojos fijos en su rostro, y no los movió un ápice de allí, como si estuviera sosteniendo con ello algún tipo de resistencia o recuerdo repentino. Sin embargo, aún antes que él decidiera poner su mejor sonrisa y continuar como si nada, ella ya había reaccionado haciendo caso omiso a la inesperada casualidad. Sonrió con ironía y le dio la espalda, cortando con ello la comunicación visual y, así, aislándose de aquella fuente de incomodidad mutua.

- Mientras no estén reuniendo las naves en otro punto, y nosotros no nos olvidemos de esa posibilidad, que sigan mandando a las tostadoras livianas que siempre es un placer derribarlas - dijo, y comenzó a quitarse la parte de arriba de su ropa - Pero ve a explicar eso a los demás, que están demasiado felices ahora - arrojó la prenda a un costado, quedando a torso casi desnudo, y se inclinó para quitarse las botas - Hasta pareciera que lo han hecho a propósito, que han esperado hasta justo este momento para retraerse, ¿no?

Sus últimas palabras destilaron sarcasmo, pero fueron pronunciadas en el tono serio de quien disfraza un temor fundado en el humor ácido para que pese menos al alma. Kara hizo silencio, como si por una vez en la vida considerara que sus palabras habían sido inoportunas. En vista de ello, dejó las botas a un costado y se desplazó, descalza, a abrir el grifo. Permaneció mirando el agua caer unos segundos antes de girarse apenas y mirar a Lee por encima del hombro.

- Nos están rastreando desde adentro, Apolo. Aquí en el Galáctica hay un señuelo: lo sé. Si lo eliminamos, dejaremos la necesidad de luchar - lo miró intensamente un momento, y los ojos se le desviaron por primera y única vez; retomó el control casi de inmediato, y le dio la espalda completa de nuevo, empezando a desabrocharse los pantalones - Y tendremos un poco más de tiempo para venir aquí - agregó de forma casual, pero Apolo no pudo ver su sonrisa irónica.

CUBIERTA SUPERIOR CENTRO. CAMAROTE DE PILOTOS 1.

Sin detenerte siquiera a buscar a Jefe o a dar instrucciones al especialista de turno sobre lo que había que revisar en el raptor, te apresuraste  hacia la salida, ansiosa como estabas de descansar un poco. El pasillo semidesierto y en semipenumbra constituyó todo un contraste con el bullicio que había en el hangar y durante unos segundos el silencio resonó más en tus oídos que los gritos y las risas de tus compañeros que habías dejado atrás. A pesar de que, extrañamente, no estabas tan cansada como para tomar los estimulantes las horas sin dormir y el desgaste físico de los doscientos treinta y ocho combates que habíais librado comenzaban a hacer mella en tí y si eras sincera contigo misma no veías el momento de tumbarte en tu mullido colchón. Con pasos resueltos caminaste a largas zancadas por los pasillos los cuales conforme te alejabas del hangar iban llenándose de gente, de mirada perdida y acosada, que sin hacer ningún gesto de reconocimiento hacia nadie en particular se dirigían presurosos hacia su destino. Cinco minutos después tus manos se cerraban sobre la escotilla del camarote que compartías con Apolo, Starbuck y Crashdown entre otros y sin vacilar la hacían girar para abrir la puerta. Estaba vacío y aunque normalmente no había sido un sitio especialmente ordenado signos del estres y el cansancio que os embargaban a todos se hallaban por doquier. Toallas tiradas por el suelo, tazas vacías o medio llenas sobre la mesa metálica, monos de vuelo arrugados y tirados de cualquier manera sobre las camas desechas cuyas mantas estaban enrolladas a los pies y cuyas sábanas echas un lío se hallaban apartadas a toda prisa...incluso un vaso metálico se había caído durante el impacto del misil nuclear y un charco de agua se había formado en el suelo allí donde se había volcado. Estaba claro que hacía tiempo que nadie pasaba por allí y, si lo había hecho, se había limitado a contribuir al caos.

Caminé por los pasillos en un estado de aturdimiento y distanciamento similar al del resto de tripulación con la que me topaba. Ellos no tenían ganas de ser interrumpidos y la verdad es que esta vez yo tampoco.

Llegué hasta la habitación cerrando tras de mí, resoplando entonces sonora y hondamente mientras dejaba caer los hombros bastante cansada.
Retiré la parte superior de mi mono y me adentré en el cuarto con cara de desagrado, aunque podía comprenderlo. Ni yo misma disponía del tiempo o ganas suficientes para ponerme a recoger todo aquel desorden caótico, sólo podríamos permitirnos "perder" esos valiosos minutos cuando al fin lográramos solucionar ése problema.

Seguía confiando en que el equipo de técnicos y científicos que seguían en el Galáctica entre salto y salto dieran con la clave, probablemente algún receptor extraño o quién sabe qué... pero había que admitir que estaban tardando bastante.

Froté mi cuello dolorido moviéndolo de lado a lado y me dejé caer pesadamente sobre mi cama. Nunca había sido la litera más cómoda del mundo pero ahora se me antojaba el paraíso... estaba tan cansada que apenas era capaz de pensar en algo que no fuera dormir y despertarme para asistir a otra nueva y repetitiva reunión.

Suspiré por última vez y programé el reloj para que sonara en el minuto apropiado, cerrando después los ojos para sencillamente descansar tranquila por un rato... porque a eso no podía llamársele dormir.

Mientras te tumbabas todavía vestida y programabas el reloj, una llamada sonó por el altavoz que había instalado en el camarote.

-"Capitán Adama, capitán Adama..acuda a puente"

A pesar de la estática reconociste la voz de Gaetta y el tinte de urgencia que dejaba traslucir. Sin embargo, era normal que se reclamase al CAG después de cada salto, por lo que, sin darle mayor importancia al asunto, acomodaste la cabeza en la almohada y te dispusiste a dormir los pocos minutos que te restaban antes de la siguiente reunión. Arrastrada por el cansancio, a los pocos segundos de cerrar los ojos perdiste la consciencia y el mundo se desvaneció a tu alrededor mientras caías en un profundo sueño....

Estoy soñando fue lo primero que pensaste mientras caminabas por los pasillos en penumbra de la nave. Normalmente estaban bastante vacíos, sobretodo en aquellas zonas más alejadas de los hangares o del puente de mando, pero la atmósfera que te rodeaba en aquel momento era la típica de los viajes oníricos. Una esquina difuminada aquí, una puerta que destacaba más que el resto allí, el brillo extraño de un fluorescente...todo parecía menos nítido, menos claro, y, sin embargo, era lo más real que habías visto en mucho tiempo. Era como si todos tus sentidos estuviesen siendo usados al máximo de su capacidad a la vez y fueses consciente de todo lo que te rodeaba hasta el más mínimo detalle. Como si el mundo real fuese el sueño y te acabases de despertar de él a una realidad más bella y clara de lo que habías sido consciente hasta ahora. Olvidados el cansancio y la somnolencia, súbitamente te sentías viva, alerta, y no podías dejar de mirar a tu alrededor fascinada.

-Sharon…-una voz acariciante que despertaba ecos en ti te hizo volverte. A pocos pasos, justo por donde acababas de pasar, una mujer rubia, alta y sensual, cuyo aspecto te resultaba extrañamente familiar, te observaba intensamente con una sonrisa pintada en los labios.

No quería discutir pero con Kara resultaba en ocasiones imposible no hacerlo. - Yo tampoco me fío de los Cyclon y todos sabemos o pensamos que hay un señuelo una especie de baliza que les indica donde nos encontramos, por eso la importancia de darles tiempo al resto de la tripulación, para que puedan encontrar el dispositivo y deshacernos de él.- Ya había mal secado mi pelo, repuesto parte de mi ropa y únicamente me quedaba calzarme las botas antes de partir hacia el puente donde se había solicitado mi presencia.

-Kara prefiero hombres falsamente felices que realmente muertos.- Comenté finalmente tras dirigir una seria mirada hacia la ella y antes de darme la vuelta e irme de las duchas, por mi parte daba por zanjada la discusión sobre los estimulantes, aunque en mi mente se agolpaban muchas más palabras y explicaciones, como era habitual el tiempo imponía ser concisos, a parte del hecho que cada vez me sentía menos propenso a tener que justificarme constantemente.

Caminaba entre embobada y maravillada, apreciando cada detalle de esa nueva perspectiva sin poder contener una sonrisa casi infantil. "Estoy soñando..." volvía a repetirme al girar cada esquina, pues el simple hecho de que los pasillos estubieran pasillos ya lo confirmaban pero aún así... era realmente extraño, nunca había tenido ningún sueño como éste anteriormente.

Súbitamente una voz me sacó de mi embelesamiento. Me sentí irritada por un segundo pero enseguida me giré en redondo y me aparté un par de pasos de la mujer rubia.
La miré de arriba a abajo varias veces, entrecerrando los ojos debido al esfuerzo de intentar recordar... ¿por qué me resultaba familiar?, ¿a caso no debería reconocerla al instante? Al fin y al cabo estaba claro que era muy llamativa...

-¿Nos conocemos...?- le pregunté a pesar de conocer la respuesta, pero aún así quería oírla de su boca, sobretodo para saber de qué.

Con su mirada seria, Apolo encontró la mirada aún más seria de Starbuck. Su cuerpo podía estar desplojado a la vista, pero sus ojos no: había pocos momentos donde estaban desprotegidos, realmente descubiertos. Suficiente tenía ya con todas las insinuaciones sobre su reticencia a los estimulantes, para la cual tenía muchas más razones de las que tenía Apolo para hacerlos tomar. No podía creer la falta de visión que tenían, ¿en qué estaban pensando? No quería creer que estuvieran pasando a propósito por encima de la vida y los instintos de la mayoría: una cosa era arriesgar la vida voluntariamente, como todos lo estaban haciendo... otra cosa era se transformados en simples engranajes sin reacción de la maquinaria defensiva.

No, jamás. No podía si no resistirse a semejante idea. Apolo no podía esperar que hiciera otra cosa.

- Lo están haciendo mal. Les ganaremos el tiempo que sea necesario, pero si no quieren admitir las posibilidades, seguiremos combatiendo hasta que ya no quede nada de nosotros - dijo sin tapujos, hacia la espalda de Apolo que se alejaba - Al menos moriremos felices, claro.

La puerta entonces se cerró, y Starbuck se quedó sola. El eco de sus palabras todavía latía en la frialdad de las paredes.

Una vez que Apolo se hubo marchado, Starbuck terminó de desnudarse. Se metió bajo el agua fría aguantando estoicamente el dolor de aquel contacto con su piel ardiente, acelerada y herida de cansancio. Permaneció un tiempo bajo la ducha, moviendo la cabeza y todo el cuerpo para aflojarlo, cosa que fue imposible de hacer bajo la sensación de la humedad helada. No importó: eso era lo que esperaba. Sus ojos abiertos, fijos en la pared, trataron de generar concentración. No iba a tomar los estimulantes: no podía hacerlo. No podía resignar su instinto, no podía manejar sin real control sobre sus acciones. No, no podía hacerlo. Tenía que soportar, sola. O con ellos.

Denme fuerzas, por favor. Quizás estamos cerca del final: no nos abandonen ahora.

Salió de la ducha y se secó por completo, sintiéndose congelada. Volvió a vestirse con movimientos mecánicos. Se sentía más despierta, pero a la vez más relentizada. Maldijo: tenía que volver a ponerse en funcionamiento. Empezó a caminar para salir de los baños, y dar una vuelta por la cubierta para reactivarse.

Por toda respuesta la mujer rubia se limitó a sonreír misteriosamente y girándose se internó por un pasillo al tiempo que hacia un gesto con la mano invitándote a seguirla.

-Ven...-su voz era rica en matices y durante un segundo estuviste a punto de saber de qué la conocías. Pero el momento pasó y antes de que pudieses darte cuenta te encontrabas caminando en pos de ella por el pasillo escasamente iluminado. Mientras avanzabas una suave brisa de golpeó en el rostro y jugueteó con tu flequillo trayéndote el olor denso y penetrante de la tierra mojada y la resina de los pinos. Un crujido sonó bajo tus botas y cuando bajaste la mirada pudiste ver que el suelo ya no era la rugosa superficie metálica que tapizaba toda la nave, sino una mullida capa de mantillo marrón oscuro cubierta de cientos de acículas resecas y en distintos grados de descomposición. La brisa volvió a ondear y hasta tus oídos llegó el rumor de las ramas de los árboles golpeando las unas con las otras. Cuando por fin alzaste la mirada descubriste sobresaltada que ya no estabas en el familiar entorno de Galáctica, sino en lo más profundo de un bosque de coníferas. Altos y rugosos troncos se alzaban entorno tuyo como las columnas en el templo de los Dioses y las densas copas de los árboles filtraban la luz del sol dándole impregnando a la atmósfera que te rodeaba con un tinte verdoso. Hasta tu compañera había cambiado. Ahora vestía unos pantalones negros y se protegía de la humedad con una elegante gabardina blanca cuyo color contrastaba visiblemente contra el verde del bosque antiguo y primigenio que os rodeaba y que, por algún extraño motivo, te recordaba a tu hogar, a pesar de que nunca había habido un bosque como ése en las cercanías del orfanato donde te habías criado.

-¿Recuerdas? Te encantaba venir aquí...-te interrogó la mujer deteniéndose para mirarte con especulativa pero no exenta de cierta ternura.

Me molestó un poco que no accediera a responderme, pero a fin de cuentas se trataba de un sueño así que probablemente la respuesta no importase demasiado...¡ aunque también por ese mismo motivo era de esperar que sí lo hubiera hecho! Sacudí un poco la cabeza y cuando quise darme cuenta ya estaba siguiendo sus pasos como una autómata, pasando después a estar rodeada de un extraño bosque que observé con mucho interés.

No conseguía entenderlo, pero me resultaba tan familiar como la mujer que me había guiado hasta allí. Podía asimilar que en un sueño pasaran cosas sin sentido y raras, pero esto no, nunca me había sucedido algo así y casi empezaba a sentir algo de miedo.

-N... no, me temo que no...- volví a mirar los árboles que nos rodeaban, hechizada, acercándome a uno de ellos para apoyar la mano con suavidad en su tronco como si fuera capaz de romperlo -Pero creo que ya he estado aquí antes. ¿Dónde estamos?- miré a la mujer con el ceño algo fruncido debido a la confusión. Quería respuestas y podía intuir que no recibiría demasiadas.

CUBIERTA 4. PASILLO CENTRAL DE PROA. 20 minutos para el fin del ciclo

Todavía con el pelo corto húmedo y encrespado por la toalla saliste al pasillo dispuesta a desentumecer un poco los músculos agarrotados tras las innumerables horas pasadas en el interior de la cabina de vuelo. La fría ducha había hecho efecto y todavía podías sentir un leve cosquilleo superficial allí donde la baja temperatura habia reactivado la circulación sanguínea. Sintiéndote más ligera y vigorizada, te disponías a dirigirte hacia tu camarote cuando tus ojos se centraron en dos personas que acababan de subir la escalerilla que comunicaba con la cubierta inferior. Con su característico gesto adusto e inmutable el Comandante Adama se apartó para dejar paso al tiempo que comentaba algo en voz baja al capitán Apolo y hacía un gesto en tu dirección.

-Teniente Thrace...-oiste que te llamaba en voz lo suficientemente alta como para que le oyeses.

El tronco del árbol bajo tu mano estaba húmedo y frío por la condensación y su superficie rugosa te arañó las yemas de los dedos cuando deslizaste la mano sobre él. Al apoyarte en él la palma del la mano se te manchó de resina, pegajosa y dorada y su olor penetrante te  inundó las fosas nasales. El viento que anteriormente había movido las copas de los árboles se había calmado y un extraño y expectante silencio parecía haberse adueñado de vuestro entorno, como si los animales y las plantas estuviesen conteniendo el aliento. Situada a pocos metros la mujer caminó lentamente hacia ti sin dejar de estudiarte y sin prestar realmente atención a por dónde pasaba.

-¿Esto? Es un bosque que hay en Cáprica-contestó en un tono desenfadado al tiempo que se encogía de hombros. Su respuesta te resultó aún más extraña pues, aunque estuvieses soñando, sabías perfectamente que nunca habías estado en uno de los famosos bosques de coníferas que cubrían el planeta. Sin embargo, la mujer no permitió que pensases mucho en ello ya que, cogiéndote por sorpresa, alzó una mano y te acarició tierna y dulcemente la mejilla. Su contacto era suave y muy leve, y la expresión de sus pardos ojos te hizo estremecerte por la diversidad de emociones que dejaban traslucir. En los breves segundos que transcurrieron antes de que su rostro se viese transformado por una cálida sonrisa pudiste ver cariño, ternura, duda, determinación y...¿deseo? No más bien parecía anhelo, como si quisiera algo de ti aunque no sabías qué. Inmersa como estabas en el sueño, ni siquiera te planteaste cómo en un breve contacto visual podías haber captado tanto, pero, aún así, sabías que era verdad.-Mi pequeña Sharon...¿sabes si quiera lo importante que es lo que estás haciendo?-susurró finalmente con voz aterciopelada y sensual.

No recordaba la última vez que había visto al Comandante, desde el principio de todos los saltos y las huidas. La reunión con Tigh le había impedido mirar de verdad a su alrededor, por lo que no estaba segura de haberle visto o no. De todas formas, eso no importaba: no cuando se trataba del Comandante Adama. Starbuck sacudió levemente la cabeza, lo suficiente para que las gotas de su cabello se perdieran, e hizo un gesto de asentimiento en la dirección de quien la llamaba. No tardó demasiado en acordar la distancia, con sus pasos firmes y rápidos. Al llegar a su lado, no hizo un saludo militar: pero su tono estaba revestido de tal respeto que no hubieran bastado todos los protocolos juntos de las fuerzas armadas para demostrar algo parecido.

- Comandante Adama - saludó, sin sonreír pero con los ojos brillando - ¿Qué le trae por estos pasillos?

Levanté la vista y mi atención a los árboles que nos rodeaban. O mejor dicho, al silencio. Parecía bastante inverosímil que dicha quietud se produciera en un bosque, poblado de animales e insectos variados, pero para extraña la mujer que tenía delante así que tampoco podía darle demasiadas vueltas a lo que estaba sucediendo, sólo era un sueño... aunque extrañamente nítido y vívido. Casi asustaba.

Cuando la mujer se acercó sentí un cúmulo de emociones tan dispares y contradictorias que no sabía ni cómo reaccionar, hasta que al final retrocedí un pequeño paso observando a mi interlocutora con fijeza, sin apenas parpadear. No quería perderme ni un detalle de sus reacciones y gestos, quería comprender quién era, y estaba claro que para ella era importante, al menos conocida. ¿Cómo podía haberme olvidado por completo?, ¿quizá una chiquilla del orfanato...? No lo creo, pues entonces nos hubiéramos reunido en ése entorno, supongo.

-Lo siento, pero creo que no te entiendo... ¿te refieres a pilotar los Raptor?- pregunté con una inocencia que tiraría de espaldas a más de uno, aunque quizá lo más lamentable fuera que sencillamente era así, lo único que se me ocurría. ¿A qué otra cosa importante podía referirse?