Partida Rol por web

Nunca pensé que el Galáctica se me fuera a hacer pequeño, pero ciertamente cada vez me resultaba más opresivo su ambiente y sentía que mi mundo se había visto reducido a un pequeño espacio en el cual siempre estaban las mismas caras, un lugar en el cual era prácticamente imposible alejarse de los problemas para poder observarlos desde otros puntos de vista. - Teniente Thrace, el Comandante y yo estábamos hablando sobre el trabajo de rastreo y la búsqueda del señuelo que guía a los Cyclon tras nosotros.

Si había dos personas en aquella nave con las cuales me sintiera más incómodo eran aquellas dos, me recordaban demasiado a Zak, el pasado y lo que había sucedido, de manera que tras mis breves palabras prefería mantenerme en silencio esperando que fueran ellos quienes llevaran el peso de la conversación.

Aun en mi interior me sentía incapaz de perdonar lo que había sucedido con mi hermano, ellos le habían forzado, le habían lanzado hacia la muerte y yo había sido incapaz de ayudarle, ¿cómo podía perdonarles si no podía perdonarme a mi mismo?. Cuánta gente había confiado en mi y yo les había fallado, a cuánta gente fallaría ahora.

La tensión, el cansancio y la presión eran los mejores caldos de cultivo para atormentarme recordándome el pasado y quienes quedaron atrás, hermano, mujer e hijo, nunca fui capaz de salvarlos y ahora debía hacerlo con miles de personas. En aquellos momentos vislumbraba la terrible carga de mi padre y lo que parecía su fuerza, realmente era su flaqueza, había relegado los sentimientos para mantenerse firme, inmutable ante cualquier contratiempo, pero en su interior el dolor le corroía, Tightt se desahogaba bebiendo, qué hacía mi padre para liberarse de los fantasmas, qué hacía yo, porqué aborrecía a mi padre si en el fondo eramos tan similares. Aquella comprensión quizás pudiera ayudarme en otro momento, pero en aquel instante sólo hacía más doloroso mi rencor. Odiar un poco más a mi padre era odiarme un poco más a mi mismo.

Haciéndose eco de las palabras de Apolo, Adama asintió levemente al tiempo que miraba atentamente a Starbuck.

-¿Tiene alguna novedad al respecto, Teniente?-preguntó en tono serio y comedido sin dejar traslucir ninguna emoción en su rostro ojeroso y visiblemente fatigado. Sin dar muestras de importarle el que Starbuck no se hubiese cuadrado o de haber acusado la tensión que de repente se había adueñado de Apolo, el comandante separó los pies en posición de descanso al tiempo que enlazaba las manos a la espalda en espera de una respuesta.

Al dar un paso hacia atrás tu espalda chocó contra la corteza del árbol cuya rugosidad te hubiera dañado sino hubieras estado protegida por el traje de vuelo. Ante tu reticencia, la mujer se limitó a reir con una carjada límpida y armoniosa, llena de matices, y con un leve cabeceo desechó tu inocente pregunta. Sus labios se curvaron ligeramente en una mueca irónica e interiormente supiste que no la habías engañado. Avanzando de nuevo hacia ti, volvió a cogerte el rostro, esta vez más firmemente y casi con violencia, atrapándolo entre sus largos y delgados dedos en un contacto tan íntimo y sensual que por un momento pensaste que te iba a besar. Inclinándose hacia ti pegó su rotro al tuyo y clavó sus ojos almendrados en los tuyos con una intesidad y fijeza tales que parecía que quisiese poseer tu alma y todos los secretos que pudiese haber en ella. Sin poder controlarlo un escalofrío bajó por tu espalda ante su mirada y el mundo entero pareció girar entorno vuestro en los segundos en que la mujer permaneció en silencio. Por fin, cuando habló, su voz fue apenas un susurro entrecortado, tan bajo que si no hubierais estado tan cerca ni siquera la habrías oído pero que, aún así, repicó en tu interior como las campanas de un templo y aceleró los latidos de tu corazón y te embargó con una gran agitación.

-Pronto...muy pronto...comenzarás a saberlo...-y mientras sus palabras se desvanecían un viento fuerte, huracanado, hizo que las ramas de los árboles golpeasen las unas contra las otras al tiempo que el bosque giraba sobre sí mismo esfumándose en un torbellino vertiginoso...

...con un jadeo abriste los ojos y tuviste que volver a cerrarlos para protegerlos de la brillante luz de los fluorescentes. Mareada alzaste la mano y ésta se cerró sobre algo duro, de tacto rugoso que tu cerebro en seguida registró como tela. Y mientras tu mente intentaba acomodarse al mundo al que acababa de regresar una voz sonó cerca tuyo en tono preocupado.

-¿seguro que no quiere que le ayudemos, Jefe?

Starbuck dirigió una mirada a Apolo antes de responder.

- No, señor. Le di mi parecer al Coronel Tigh, quien dijo que ustedes ya habían pensado en todo lo que se me pudiera ocurrir - luego de sus palabras, Starbuck pareció aflojar la repentina tensión en el ambiente. Volvía a su territorio, donde estaba segura, y donde no había nada que pudiera hacerla flaquear. Ni Apolo y su rostro tan parecido a los recuerdos que aún aparecían con fuerza; ni el Comandante y la serie de sentimientos que despertaba su figura en ella. Volvía, y pisando con fuerza, a lo suyo - Se ha escuchado que existe un Cylon con forma humana, y que podría estar a bordo de la nave. Apolo ha visto que el rumor, si es que sólo es un rumor, ya circula con mucha fuerza. Imagino que si hay algo que nuestros sensores jamás podrían haber detectado es eso. No se me ocurre otro tipo de señuelo que se le haya pasado por alto al Galáctica.

Miró al Comandante a los ojos, sin retroceder frente a la evidencia de que su aporte a la situación no tenía ninguna importancia.

- Hay que intensificar la búsqueda y acabar con el señuelo pronto. Los Cylon están reservándose ahora por algún motivo, y seguro estaremos en desventaja cuando decidan volver a la misma estrategia que antes. ¿Quiere que colabore en alguna búsqueda, en este lapso que queda antes de volver a salir?

El comandante escuchó atentamente las palabras de Starbuck y frunció el ceño ante la mención del rumor. Desviando un momento la atención de sus dos subordinados miró entorno suyo para comprobar que no había nadie más que pudiese estar escuchando y luego se pinzó el puente de la nariz con los dedos. Durante unos segundos envenjeció ante sus ojos pero el momento de debilidad pasó pronto y sacudiendo la cabeza recuperó la compostura.

-Estos no son temas para tratar por los pasillos, si lo que dice sobre el rumor es cierto...-meneó la cabeza y dejó la frase inconclusa. Girándose hacia el pasillo hizo un gesto con la mano-vayamos a mi camarote, allí podremos hablar con más calma. Además de comer algo-su intensa mirada se clavó en los dos pilotos y los taladró antes de añadir-¿cuanto hace que no comen nada? Es importante que lo hagan, sobretodo después de tomar los estimulantes-su tono normalmente serio y tajante de pronto pareció el de un padre recriminando a sus hijos mientras echaba a andar pasillo adelante.

No pude evitar negar con la cabeza, nuevamente parecía que no se daba cuenta de los problemas que traería consigo hacer público aquello y no dudaba como Boomer, en hablar de ello abiertamente en los pasillos sin cuidarse de oídos indiscretos. Al menos el comandante era de su opinión. - Era el tema del que quería hablar, pero lógicamente en privado.

La mención de la comida distendió un poco el tenso ambiente que se estaba formando y ciertamente tenía razón, no recordaba cuando había probado bocado por última vez, aunque no tendría problemas con los estimulantes pues tampoco había tenido tiempo para tomárselos y Kara se había negado. - No creo que la teniente Kara tenga problemas con los estimulantes, por el momento no hemos considerado oportuno que los tomara.

Mantuve el ritmo mirando al frente tras los pasos del comandante que nos dirigía hacia su camarote, aunque estuve tentando de mencionar que Starbuck se había negado a tomar los estimulantes, era algo de lo que yo me debía encargar, era mi deber mantener la disciplina aunque cada momento se hacía más cuesta arriba. Lo mismo ocurría con aquellos rumores, había tenido la intención de ver la posibilidad de poder certificar el rumor a mis oficiales para que ellos también pudieran ayudar, pero antes debía tratarlo con mi padre y ahora que Kara estaba allí no quedaban muchas alternativas.

Las palabras de Adama hicieron que Starbuck reconsiderara su impulso de decirlo todo. Su mirada se clavó en los dos hombres, resistiendo el análisis de los ojos del Comandante con estoicismo, y no la desvió hasta que el hombre sugirió que dejaran la faz de los pasillos para pasar a una parte verdaderamente privada. No era la idea que tenía Starbuck de cómo debían ser las cosas, al menos no en ese momento; pero las palabras de Apolo abrieron una mella en su interior. Siempre haciéndose cargo de situaciones que no le correspondían, Apolo: siempre remediando cosas que los otros no eran capaces de poner en orden por sí mismos. Starbuck respetó su atrevimiento guardando el silencio correspondiente a la marcha, que encabezaba el Comandante Adama, pero finalmente habló. Cuando lo hizo, fue sin agachar la cabeza, y sin ningún tono de disculpa:

- Señor, no considero que el uso de los estimulantes sea lo mejor. Cercena mucho el instinto de los pilotos, y lo necesitaremos para vencer la mente mecánica de los Cylon cuando volvamos a salir allá afuera. La variación en la forma de ataque que han tenido esta última vez me convenció de que saben perfectamente que han empezado a administrarlos aquí adentro. No sé cómo, y no sé cuándo, pero sí sé que se han enterado. Lo aprovecharán contra nosotros.

Habló mientras caminaba a paso firme, siguiendo las huellas del Comandante Adama. No miró ni un momento a Apolo: lo aisló de la vergüenza de escucharla decir eso, en ese momento, exponiéndose de forma tan violenta y poco racional ante el artífice de la orden del suministro. Pero Starbuck estaba demasaido convencida de lo que decía como para que ni siquiera la opinión del Comandante amedrentase su protesta. Al menos, tenía que decirlo: que luego se terminara haciendo otra cosa... ya era otro asunto del que ocuparse. Si le dedicaba un segundo de atención, y había un segundo de esperanza de que la situación cesara, Starbuck no lo consideraría una pérdida de tiempo ni de honor. No se podía perder el honor por defender lo que se creía. No, no se podía.

- Pero no me negaré a comer un poco, si puedo.

Hizo silencio y, sin bajar un momento la cabeza, continuó siguiendo a Adama, con el brazo de Apolo rozando el suyo.

Ante la mención de los estimulantes Adama se paró en seco y se volvió a mirarlos fijamente, sus ojos duros y acerados mostrando claramente su opinión al respecto. Sin embargo, no comentó nada y, tras unos segundos, se dio la vuelta y continuó andando por el pasillo, sin duda con la intención de aguardar hasta llegar al camarote. Dos marines, de aspecto ojeroso y pálido bajo la cubierta protectora del casco negro que llevaban montaban guardia a ambos lados de la escotilla metálica, sus manos sujetando firmemente el fusil de asalto ante ellos. Al ver que os  acercábais se apresuraron a cuadrarse y saludar en señal de respeto antes de hacerse un lado para franquearlos el paso. Mientras uno continuaba mirando fijamente al frente, el otro abrió la puerta y la sujetó mientras pasabais. Saludándoles con una leve inclinación de la cabeza, Adama entró en su camarote y caminó hacia la mesa baja donde había varios recipientes de comida humeando al lado de varios platos de color negro y unos cuantos palillos. Tras sentarse pesadamente en el sofá de cuero hizo un gesto con la mano para que también tomáseis asiento mientras a vuestras espaldas la puerta se cerraba con un crujido.

-Servíos lo que gustéis-comentó señalando los recipientes de comida. Luego se reclinó y cruzó las manos ante si mientras os observaba detenidamente.-¿Y bien...? Creo que aquí hay varios temas que tratar y poco tiempo para hacerlo...-dijo al fin en su característico tono serio y monocorde. Volviéndose hacia Apolo preguntó-¿puede explicarme qué es lo que ha pasado con Boomer?

Las palabras de Kara me hicieron darme cuenta que había acelerado quizás en exceso mi paso, sin embargo una vez fuera de la sala de recreo reduje el ritmo para esperar a su compañera. Otros pilotos, mecánicos y personal vario iban y venían, saludándome al pasar, algunos de manera más marcial, otros algo más despreocupados, pero no había motivo para aquellas formalidades, por decirlo de alguna forma todos estaban disfrutando de un merecido y breve descanso.

- Starbuck no pensé que te fuera a costar tanto dejar la mesa de apuestas, deja de arrastrar los píes y vamos, de momento no me he puesto a correr.

Dije mientras me detenía a esperarla en una zona menos concurrida del pasillo. Al instante apareció Kara caminando con parsimonia, incluso juraría que más despacio aun de lo normal, seguramente para recalcar que no estaba dispuesta a darse prisa, que iba a tomárselo con calma y que si no me gustaba aquello podía irme yo solito a ver al comandante.

- Bueno supongo que por el momento no tenemos prisa.

Me había acostumbrado al ritmo endiabladamente rápido que los cyclon nos había impuesto con su persecución y ahora costaba volver a adaptarse a una velocidad menor.

Kara miró a Apolo con una media sonrisa cuando pasó por su lado.

- No, a menos que vuelvan a prenderse los relojes. Pero, ¿a que no cuesta dejar de correr?

Caminaban por el pasillo con una tranquilidad ganada a pulso, la cual nunca iban a poder internalizar del todo. La vida militar les había enseñado a dormir con un ojo abierto, con la sangre preparada, todos los días de su vida; la lucha con los Cylon había acelerado la adrenalina ínsita en sus cuerpos hasta lo máximo. Apolo no era más que un exponente, quizás el más representativo de toda la nave, de lo que había significado aquello. La aceleración de los días sin dormir y los días sin calma, sumada a la que se habían inducido por vía química, se marcaba aún en cada uno de sus pasos, en los bordes de sus ojos ligeramente temblorosos, y la necesidad de tragar muchas veces de más.

Caminaron, envueltos en uno de los grandes silencios a los que también habían perdido costumbre. La guerra impide la soledad del cuerpo y del espíritu, si estás en la agitación del frente y entre los que son tus hermanos de armas. Pero, a pesar que la batalla del espacio está librada en el vacío, los intercomunicadores todo el tiempo abiertos delatan sonidos hasta en el momento mismo de la respiración. Habían pasado tanto tiempo escuchando voces, órdenes, gritos, gemidos, lamentos, oraciones, golpes, destrozos, latidos, aire agitado, inhalando, exhalando, ahogándose, rogando, escupiendo la rabia, muriendo... Algunos incluso hubieran jurado que jamás volverían a oír el silencio en lo que les restaba de vida. Siempre habría, al borde de su oído, aunque fuera el zumbido del recuerdo de una leve respiración.

- Dime, Apolo, ¿cuánto de cierto hay en los rumores? - dijo de pronto Starbuck, mirándolo de frente - Y olvidemos lo de callarnos porque están los demás. Quiero saber qué opinas antes de ver qué dice el Comandante. Luego de lo que ha pasado con la Olimpic, ¿de verdad crees que no hay un infiltrado?

La pregunta, aquellas palabras que lejos de sorprenderme fueron un sencillo y directo bálsamo para mi conciencia, hacía tiempo que evitaba aquella pregunta, aquellas palabras, sin embargo ahora que la tensión había disminuido, que los pasos podían detenerse y el ritmo del corazón volvía a ser rítmico y tranquilo, en aquellos momentos de tregua, era cuando, por mucho que deseásemos el silencio y el olvido de lo sucedido, aquel instante era el apropiado para hablar.

Miré directamente a los ojos de Starbuck, con la sonrisa cansada en mis labios, esperando aclarar mi mente para poder hablar y liberarme del peso, devolver la confianza pese a los muros.

-Nunca negué su existencia Kara, no puede ser de otra forma, la pregunta es, ¿cuántos y quiénes?. No podemos permitirnos dudar de nosotros mismos.

Había dado mil vueltas a aquello durante los escasos momentos de descanso que nos habían dejado y ahora en las últimas horas aquellos pensamientos habían regresado con fuerza. Cómo descubrir, mejor, cómo diferenciar a los infiltrados, cómo no sucumbir a la desconfianza absoluta y terrible.

- Que los cyclon nos hayan dejado no es más que el comienzo de nuestra lucha, incluso ahora pienso que ha sido la parte fácil. Tengo la sensación de ser uno de esos ratones de laboratorio, nos están poniendo a prueba, ellos o lo dioses, da igual.

El rostro de Starbuck no daba lugar a interpretaciones divergentes. Escuchaba con atención y se abstenía de decir lo que pensaba, posiblemente porque lo que estaba escuchando no era más que lo que había esperado escuchar. Seguían caminando, pero quizás por casualidad o adrede, sus pasos se hacían más lentos o el camino mucho más largo. O quizás eran sus mentes jugándoles una buena pasada. La voz de Apolo terminó de resonar en el pasillo y, por unos segundos, sólo quedaron los ruidos de sus pasos cortando el silencio. Starbuck asintió a la opinión del CAG, y habló directo:

- Nos están poniendo a prueba, sí, pero hemos demostrado que podemos. Y si ha sido una demostración de fuerza, pues ya veremos quién se jode la próxima vez que nos enfrentemos. Su táctica de jodernos haciendo que tuviéramos que volar a Olimpic sin saber si había humanos dentro no logró doblegarnos - Starbuck hizo un gesto automático con la boca, que parecía descartar la mera idea de que pudieran haberlo hecho - Lo que no nos mata nos hace más fuertes. Los Cylon deberían saberlo mejor que nosotros.

Negó con la cabeza. Ya había pasado su momento moralizador. En realidad, Kara no tenía ninguna habilidad para moralizar a nadie que no fuera ella misma. No era su función, y estaba conciente de ello. Apolo ya sabía todo lo que estaba escuchando, y aún así, había sentido la visceral necesidad de repetírselo. Era un pequeño truco que enseñaban en la vida del ejército. Repítelo tantas veces que al final te lo creas. Cuando vayas a desfallecer, repite tantas veces en tu mente que puedes hacerlo, que lo lograrás.

- Si hay uno o hay muchos, el problema inicial es el mismo. ¿Cómo los identificamos? - largó Starbuck con su habitual sutileza - ¿Qué se te ocurre? No sé cómo lo haremos, pero debemos hacerlo inmediatamente. No podemos perder más tiempo. Sí, existe el riesgo de que al enterarse el infiltrado que lo estamos buscando, se comunique con sus colegas y les llame a montar la fiesta. Posiblemente esa es la señal que están esperando para volver - hizo una pausa, extendiendo una sonrisa irónica - Pero si continuamos dejando que trasmita nuestra posición, nos emboscarán con más facilidad. Eso es lo que no nos podemos permitir. Incluso, al lado de eso, nos podemos permitir cierta paranoia. Pero de nuevo el problema, ¿cómo los identificamos?

CUBIERTA SUPERIOR 4. PASILLO DE PROA

A lo largo de vuestra conversación habíais ido avanzando por los pasillos sin apenas cruzaros con nadie. Los pilotos y demás tripulación que no estaba de servicio o en la Sala de Recreo sin duda estaba disfrutando de un merecido descanso por lo que por fortuna para vosotros, dado el contenido de vuestras palabras,  nadie os escuchó ni os interrumpió. Finalmente, en un tiempo que os parecieron segundos pudisteis ver un poco más adelanta las inconfundibles figuras de los dos marines que montaban guardia ante la puerta del camarote del Comandante. Vestidos con todo el equipo, las armas prestas entre sus manos como si de verdad esperasen un ataque contra Adama en cualquier momentos os observaron acercaros con el gesto impasible y sin un sólo pestañeo. La vida de los marines y de los militares de la Estrella de Combate eran como dos planetas que orbitasen el uno al lado del otro pero sin nunca chocarse. Poco sabíais de ellos, salvo que su presencia en esta nave era más fruto del azar que su posición natural. Las circunstancias habían forzado su reubicación en la nave y no os quedaba más remedio que toleraros mutuamente. Hasta ahora, el ritmo desfrenado que habáis llevado apenas había dado lugar a ningún encuentro pero no pudisteis dejar de pensar que quizás ahora las cosas podían llegar a ser diferentes. Cuando estuvisteis a pocos metros el hombres que había a la derecha de la puerta os saludó ligeramente con la cabeza antes de girarse y llamar a la escotilla. A pesar de que no oisteis ninguna voz proveniente del interior, a los pocos segundos hizo girar la manivela y asomó la cabeza diciendo algo. Al cabo de un segundo se giró echándose a un lado.

-El Comandante os recibirá ahora-se limitó a decir en tono marcial.

CAMAROTE DE OFICIALES. CUBIERTA SUPERIOR

Los minutos pasaron mientras os entregábais al deseo y al placer que durante tanto tiempo habíais tenido que contener. Sin dejar de acariciaros y besaros con urgencia os arrancásteis la ropa el uno al otro, olvidada por completo cualquier tipo de prudencia o pudor. Habían pasado demasiados días ya desde que habíais estado sólos y una vez abiertas las compuertas vuestro deseo se desbordó borrando cualquier otro tipo de pensamiento de vuestras mentes.

Estabais tan absortos el uno en el otro que al principio no percibisteis los golpes en la puerta que tan mañosamente había atrancado Tyrol. Pero pronto los golpes se hicieron más fuertes y finalmente una voz os sobresaltó haciéndoos volver a la realidad.

-¡EY! ¡Los de dentro! Que hay gente aquí fuera que quiere poder dormir!-el sonido de vuestras respiraciones aceleradas y vuestro acaloramiento os impidió reconocer a su dueño pero los golpes continuaron igual de insistentes. Si no abríais el escándalo que estaba montando seguramente terminaría por llamar la atención.

Galen, con la mirada fija en la puerta, arrugó el entrecejo cuando tomó conciencia de la realidad. Si bien era cierto que los que estaban allí fuera tenían derecho a entrar, estaba seguro de que si la situación fuera a la inversa no les gradaría nada tanta insistencia.

Se tomó unos segundos para darle un último beso a Boomer y se concentró en disfrutarlo, quién sabe cuándo podría volver a besar aquellos labios de nuevo. Finalmente cedió ante la presión de los que estaban fuera y se vistió a toda velocidad.

Una vez que Boomer también estuvo presentable, le susurró un "te quiero" y con un tierno beso en la mejilla procedió a desmontar la barricada que tan bien les había proporcionado un poco de intimidad.

Cuando abrió la puerta simuló estar muy enojado y salió por la puerta exclamando:

- ¡Hasta pronto teniente, e insisto en que va a tener serios problemas con los estabilizadores de su nave si no tiene más cuidado en el futuro! -

Se paró lo justo para saludar a quienes esperaban fuera y explicarles sucintamente que lamentaba el retraso, pero que se encontraban en mitad de una acalorada discusión técnica y no se habían dado cuenta de que estaban allí fuera. Avanzó por el pasillo en dirección a su propio camarote para descansar un poco. Era consciente de las miradas, enfadadas unas y burlonas otras, que se clavaban en él en aquel momento.

Boomer estaba tan concentrada en el tacto de la piel de jefe contra su cuerpo, en el sabor de sus labios, en el sonido de su respiración acelerada en sus oídos que al principio no oyó los golpes en la puerta. Sólo cuando Galen se separó de ella a regañadientes fue consciente de que su idea de pasar un rato a solas con él, se iba a quedar en eso, en una mera idea. Arrugando el ceño contrariada se puso la camiseta interior y los pantalones y se sentó en el borde de la cama viendo como el suboficial se vestía a toda prisa.

-Yo también te quiero-murmuró alzando los labios para devolverle el beso mientras en su interior la contrariedad que sentía se condensaba como las nubes de una tormenta.-No sé quién es el de fuera pero te aseguro que le va a caer una buena-dijo malhumorada a la espalda de Tyrol cuando este se disponía a abrir la puerta.

Cita:

Terminando de calzarse las botas y recomponiéndose el pelo lo mejor que podía avanzó hacia la puerta a su vez, preparándose para descargar rayos y centellas sobre el instruso que tan poco tacto había demostrado.

Cita:

Jefe salió abrió con tanto ímpetu la puerta que Crashdown a punto estuvo de descargar un puño sobre su boca movido por la inercia.

-¡Caramba! ¡Ya era hora!-exclamó echándose a un lado para dejar vía libre al suboficial que a penas se detuvo el tiempo necesario para presentar una excusa que por supuesto no se creyó nadie.-Sí claro, estabilizadores...¿desde cuando se necesita tener la puerta cerrada a cal y canto para hablar de algo así eh?-preguntó riéndose a su espalda antes de disponerse a entrar en el camarote.-Boomer creo que a alguno de los dos se os ha perdido ésto-añadió enarcando una ceja irónico mientras atravesaba la puerta llevando en la mano lo que parecía un trozo de tela con un montón de nudos.

Galen dejó las chazas atrás sin darse la vuelta para evitar que nadie se percatara del tono rojizo que estaba adquiriendo su rostro. Su corazón saltaba contento en su pecho, tanto por el feliz rato que había compartido con Boomer como por haber descartado las sospechas de que estuviera siendo utilizada por los Cylon.

Decidió tomarse una ducha relajante y luego volver al trabajo en la cubierta de hangares.

Sonriendo para ti mismo te alejaste del camarote dejando muy pronto atrás a Crashdown y sus chanzas. Las energías renovadas te dispusiste a reanudar tu trabajo con los Viper Mark VII por donde lo habías dejado...

***FUNDIDO EN NEGRO***