Partida Rol por web

CUBIERTA 3. PASILLO CENTRAL

A pesar de que el leve rasguño que tenías en la frente había dejado de sangrar continuaste presionando como si te fuera la vida en ello el pañuelo de hilo contra él mientras dando tumbos salías del hangar y te internabas por el primer pasillo que habías visto. La atmósfera de aquella nave era completamente distinta a la de la Olimpic Carrier y en general muy diferente de lo que estabas acostumbrado a ver. Aunque el pasillo era amplio, sus paredes estaban ligeramente inclinadas hacia dentro y los paneles que las cubrían era de un deprimente color grisáceo, dándole un aspecto funcional más que decorativo. A intervalos no muy regulares se abrían diversas puertas-escotilla de cierre hidráulico y en determinados puntos había consolas de ordenador con teléfonos adosados a modo de intercomunicadores. Una luz indirecta, levemente mortecina iluminaba todo procedente de largos tubos fluorescentes adosados a las paredes. Todo dejaba claro que estabas caminando por una nave de combate y no por el clásico crucero de lujo interplanetario que usaban los civiles.

Apenas habías avanzado unos cuantos pasos por aquel pasillo, rumiando para tus adentros tu soledad y la descortesía de todo el mundo hacia tu persona cuando alguien te llamó desde detrás tuyo. Al volverte observaste cómo lo que parecía un piloto por el mono que llevaba se acercaba a ti con expresión ansiosa.

-¿Doctor Baltar? ¿es usted el Doctor Baltar?-te preguntó para hacerse oir por encima del ruido de la alarma que seguía sonando regularmente. Su tono de voz era una mezcla entre incredulidad y preocupación.-¿Está usted herido?-añadió deteniéndose a tu lado.

Cuando salí al pasillo aún estaba algo confusa, un nudo estrangulaba la boca de mi estómago. Sin fijarme en la gente que se movía a mi alrededor, me dirigí con paso firme hacia el CIC.

Gaius ya temía que pasaría toda la eternidad deambulando por los pasillos de aquella maldita fortaleza espacial. Mientras presionaba su herida, para evitar que su preciosa corriente sanguínea decidiera conocer otro ambiente que no fuera su cuerpo, el doctor deambuló por decenas de apsillos sin saber a dónde ir.

De pronto una voz le llamó por su nombre. Baltar abrió mucho los ojos, buscando primero a la mujer rubia que se le aparecíaa en sueños, por si acaso suufría alucinaciones debido a la pérdida de sangre. pero no. Quien fuera que le había llamado era real.

Baltar se giró en redondo, poniendo cara dee dolor, dejando que el rojo carmesí del pañuelo fuera bien visible. Al menos la parte roja de pañuelo que realmente había.

Sí, soy el Docotr Baltar.  respondió altivo. Y es evidente que estoy herido, sí. ¿quién es usted?

El piloto no dio muestras de haber notado tu tono altivo y sonrió ampliamente en señal de disculpa.

-¡Oh, lo siento! Disculpe mis modales...soy el teniente Cuartararo..ECO de Raptor-agregó y en su tono de voz pudiste apreciar cierto orgullo, a pesar de que por supuesto no tenías muy claro qué significaba eso. De repente percibiste que había algo diferente y al pensar sobre ello caiste en la cuenta de que el joven no había tenido que elevar la voz para hacerse oir. La alarma había cesado aunque por supuesto eso no tenía por qué significar que el problema estuviese solucionado. El teniente se inclinó hacia tí para observar de cerca la herida que tenías sobre la ceja, quizás más cerca de lo que se pudiera considerar normal-Sangra bastante..pero no parece nada grave. Si así lo desea le puedo acompañar a la enfermería. No está lejos pero soy consciente de que moverse en esta nave puede ser un auténtico lío. Lo sé porque yo también soy nuevo aquí-se ofreció en tono amable esbozando una sonrisa.

-¿Ves, Gaius? Hasta alguien como él se da cuenta de lo especial que eres...-susurró de repente la voz de Cáprica junto a tu oido. Su aliento, dulce, embriagador te hizo cosquillas en el cuello antes de la mujer se alejase de ti y se acercase al teniente al que sonrió de lado. Notabas algo diferente en ella pero de momento no supiste decir el qué. Sin embargo, sus movimientos no habían cambiado en nada y no pudiste evitar quedar medio hipnotizado por sus caderas. Situándose junto al joven lo observó especulativamente sin decir nada.

Gaius cerró con alivio los ojos. Gracias a los dioses... comenzó a decir, para interrumpirse de golpe.

¿A los dioses? ¿o al dios verdadero? Lo cierto es que cada vez que parece que le vuelvo la espalda  él me prueba y me protege... no, no es tiempo de eso ahora pensaba el doctor mientras el joven teniente Cuartararo le atendía la herida.

En esos instantes, como llamada por sus pensamientos religiosos, ella regresó. Baltar observó el contoneo de sus caderas la perfección de sus formas... mientras ella a su vez miraba al ECO de raptor.

Sí... respondió a la insinuación de ella en voz alta. Sí... repitió con más confianza. El era un elegido, aunque por el momento no supiera para qué. Entre tanto el joven Cuartararo ayudó a levantarse al buen doctor, pensando que la afirmación pronuciada por Baltar era para que lo condujese a la enfermería.

Gaius caminó  sostenido al principio por la fuerza del piloto, gracias a las suyas propias después.

¿Sabe qué ha ocurrido, teniente? preguntó al fin

Al apoyarte en él pudiste percibir lo alto que era el piloto así como los músculos de su brazo y hombro al caminar. Sin ninguna duda la forma física de aquel joven militar era mucho mejor que la tuya y pareció que no le costaba ningún esfuerzo el ayudarde a caminar.

-Sí...gracias a los Dioses-asintió mientras comenzábais a avanzar por el pasillo a paso lento- Sinceramente, doctor, no tengo ni idea. Pero no debe de ser otro ataque Cylon porque de serlo yo no estaría aquí-agregó riendo ante su comentario a la vez que se encogía de hombros.- Por el movimiento que ha hecho la nave hace unos minutos creo más bien que se ha debido de tratar de algún problema técnico, de estabilidad o algo así...-aventuró Crashdown frunciendo el ceño pensativo.

Sin responder a tu dubitativa afirmación, Cáprica echó a caminar al lado vuestro situándose al otro lado de Crashdown, de tal forma que si querías verla tenías que inclinarte hacia delante de manera precaria. Aún así, sabías que estaba ahí. Todo tu cuerpo, todos tus sentidos eran extraordinariamente sensibles a su presencia que era para tí tan tangible como si estuviera rozándote la piel, mucho más real que el joven piloto caminando a tu lado.

-Sospecha algo...-soltó de repente la mujer con su característica voz musical y rica, cautivándote de tal forma que todo lo demás dejaba de existir.

Frunciendo el ceño en un intento de recordar, el joven secretario te siguió fuera del puente como si de un cachorro se tratara. Antes de salir por la puerta pareció mirar brevemente atrás por encima de su hombro, pero rápidamente aceleró el paso para acompasarlo al tuyo que era de por si bastante enérgico y que ahora esta matizado por el enajo que sentías por el encargo.

-Pues...la última vez que les vi estaban desembarcando de la Colonial Uno en la Cubierta de Hangares- contestó al fin con voz vacilante quizás también un poco intimidado por tu actitud.- Teniente...¿cree que lo que ha pasado es obra de los Cylon?- preguntó en tono normal tras unos segundos de duda mientras te miraba con expresión ansiosa. Un par de marines con los que os cruzásteis os miraron con curiosidad al pasar a vuestro lado, quizás ansiando también ellos saber la respuesta a esa pregunta.

Gaius continuaba caminando apoyado en el joven teniente, mientras veía los zapatos de tacón de aguja de la hermosa mujer rubia caminar al compás de los pasos de Crashdown.

Sospecha algo dijo ella llamando la atención de Gaius. Si ya estaba nervioso aquello le puso los pelos de punta.

No digas tonterías... masculló entre dientes sin darse cuenta de que el muchacho también le oía. Las cada vez más numerosas ocasiones en que la veía y hablaba con ella le pasaban factura, y en cadaa nueva ocasión la creía más real.

¿Qué? preguntó confundido el teniente

Gaius alzó la voz, no quería que el hombre pensaba loco. Hablaba sólo, perdón. Decía que no puede ser, un ataque Cylon habría disparado todas las alarmas, tiene razón teniente Cuartararo. Creo que ya me encuentro mejor, el shock ha pasado. Si no le molesta, preferiría ayudar a solucionar el problema en lugar de ir a la enfermería añadió mirando el pañuelo, que ya estaba seco de su sangre.

Mirándote con expresión de no entender nada, el piloto se paró a tu lado.

-¿Cómo? ¡Pero si tiene media ceja abierta y hace un segundo estaba al borde del desmayo!- exclamó negando con la cabeza- Y no sólo eso sino que podría tener algún tipo de conmoción cerebral...no, no, doctor, es usted el científico más valioso que hay en la flota y no me lo perdonaría si le pasase algo...permítame llevarla a la enfermería y una vez el doctor Cottle nos asegure que está bien podrá ir a donde quiera. Está a la vuelta de esa esquina, será cuestión de minutos ya verá- comentó alargando la mano para cogerte del codo. Tenía el ceño fruncido y su expresión corporal dejaba bastante claro que no tenía ninguna intención de ceder

¿qué? Pero...pero yo... murmuró el doctor mientras el joven teniente le conducía sí o sí hacia la enfermería. Bueno aceptó, es cierto que soy el científico más importante de los supervivientes... supongo que tiene usted razón, teniente dijo, satisfecho de que alguien más lo viera aparte de él y su hermosa amiga imaginaria.

Más dócil, Gaius permitió que Crashdown le condujera hasta el doctor Cottel, quienquiera que fuese ese matasanos, para atender su ahora realmente preocupante herida...

Starbuck cruzaba a zancadas los pasillos. El pobre joven detrás de ella hacía grandes esfuerzos por seguirle el paso, cosa que conseguía a duras penas y con cierto jadeo notorio. La situación era ridículamente extrema, y el Comandante no había tenido mejor idea que mandarle de niñera de un grupo de civiles que no tenían incidencia alguna en la resolución del problema. Una cantidad de ideas de tintes que rozaban lo ridículo se iban acumulando en su cabeza mientras avanzaba, casi corría, alejándose del CIC. Ideas sobre su posible participación o ayuda en el tema de los tanques, en el posible tema de los Cylon, ideas descabelladas, producto de la profunda rabia y tensión...

Y entonces, la pregunta.

Se dio vuelta hacia el muchacho, sin detenerse su paso. No se caracterizaba por la diplomacia, y no fue la excepción.

- ¿Usted qué pensaría si de pronto, de todos los sitios posibles donde pudiera producirse una explosión, se produjera en un sector del cual dependiera la supervivencia de todos los seres vivos a bordo? - Starbuck no temía que los civiles se desbandaran y empezaran a montar en pánico. Creía en la necesidad de informarles bien y, cuanto antes, mejor - Es fácil suponerlo, y yo diría, hasta natural. No te engañes, usualmente la respuesta más simple es la acertada. Estamos en guerra. Acabamos de recibir una baja determinante en nuestros recursos. Si esto es un accidente, tenemos la peor suerte que jamás una nave de guerra haya tenido en el espacio antes.

Continuó a las zancadas y dobló para dirigirse a la cubierta de hangares. Repentinamente, volvió a mirar a su acompañante.

- ¿Cómo se te ha ocurrido que los Cylon, que no han aparecido desde hace tiempo ya, podrían haber sido los causantes de esto?

La expresión asustada que cruzó por la cara del secretario le hizo parecer aún más joven e inocente. Tu actitud agresiva y tu ritmo arrollador parecían haberle dejado sin palabras ya que durante unos segundos Billy sólo pudo abrir y cerrar la boca como si se tratase de un pez que luchase por respirar en una charca. 

-Ehhh...bueno...teniente, sólo hace una semana que ocurrió lo de la Olimpic..-comenzó al final en tono dubitativo que fue ganando en confianza conforme hablaba- el hecho de que no hayan atacado hasta ahora no significa que se hayan olvidado de nosotros ¿no cree?- te preguntó entre jadeos debido al ritmo que debía llevar para estar a tu altura. Hubo una pausa mientras bajábais por las escaleras a la cubierta inmediatamente inferior y cuando echasteis a andar de nuevo continuó- Somos como ratones acosados por un gato.

Con la palabra agua resonando una y otra vez en tus oídos te dirigiste hacia la Cubierta de Hangares desandando los pasos que habías seguidos minutos antes. Una diferencia marcaba tu actitud. Si antes habías estado inmersa en un mar de dudas, ahora éstas habían sido aclaradas pero una nueva angustia las había sustituido. Por encima de todas una pregunta flotaba en tu mente, silenciosa pero aun así igualmente opresiva. ¿Habían tenido algo que ver los detonadores en lo que había pasado? ¿Qué papel jugabas tu en todo aquello?

Abstraída como estabas, al principio no oiste la voz que te llamaba.

-¡Boomer!- exclamó detrás tuya una voz a la vez que sentías que una mano se posaba en tu hombro. Al volverte pudiste ver a Crashdown mirándote con detenimiento.- ¿va todo bien? Pareces preocupada por algo- comentó mirándote escrutadoramente.

Salgo al pasillo intentando guardar la preocupación en un rincón de mi cerebro para poder centrarme en la misión que se me ha encomendado. Cuando siento una ligera presión en mi hombro me sobresalto, girándo brúscamente la cabeza. Me encuentro frente a frente con Crashdown, plantado frente a mi mirándome fíjamente aparéntemente con preocupación. Empiezo a sentir como la furia sube desde la boca del estomago y se agolpa en mi cabeza. No sé exáctamente la causa, pero la cara amable de Crashdown es lo último que necesito ver en este momento, su preocupación me irrita y hace explotar todo el agobio acumulado en mi interior.

Con un gran esfuerzo de voluntad controlo mis nervios - "Vamos Boomer, el no tiene la culpa de nada, no descargues contra él tu frustración"- pero mi voz suena inevitablemente fría y cortante. - Estoy todo lo bien que se puede estar en una situación como esta. El capitán nos ha asignado la misión de explorar el casco exterior para evaluar los daños, así que te quiero listo y preparado para volar en cinco minutos. Vamos, no pierdas tiempo. - Sin esperar respuesta me doy la vuelta y continúo con paso firme hacia los hangares. Intento controlar mi respiración y calmar mis nervios, he estado a punto de perder el control y es algo que no puedo permitirme.

A pesar de que te apresuraste a suprimir la oleada de ira que te invadió al verle, algo debió de vislumbrarse en tu expresión porque Crashdown dejó resbalar la mano de tu hombro al tiempo que se echaba un par de pasos hacia atrás. Tus palabras en un tono frío y cortante no hicieron sino confirmar sus sospechas, así que el ECO pareció optar por callarse y seguir adelante con las órdenes. Su figura, silenciosa y quizás algo temerosa te siguió a lo largo de los pasillos y por el hangar hasta el lugar de atraque de vuestro raptor. Los especialistas que allí había habían recibido ya aviso de vuestra misión por lo que lo tenían ya todo listo. En pocos minutos te hallaste maniobrando para despegar, tus movimientos y palabras convertidas en algo totalmente automático mientras tu mente no dejaba de dar vueltas, una y otra vez, a lo que el equipo de Jefe iba a encontrar en los tanques dañados.

*** FUNDIDO EN NEGRO ***

CUBIERTA 2. PASILLO CENTRAL PROA

El piloto Allison no pareció muy molesto por la sugerencia e incluso llegó a afirmar que estaba deseoso de ayudar. Dispadas las dudas entre los civiles y más calmados quizás por la sugerencia de que Billy se iba a quedar con ellos, finalmente éstos accedieron a seguirte como mansos corderitos en dirección a la enfermería. Por supuesto, ellos carecían de toda disciplina militar y, reunidos en una piña a tus espaldas ,no dejaban de comentar entre ellos y lanzar exclamaciones mientras, haciendo verdaderos esfuerzos para no caminar más deprisa, doblabas esquinas, bajabas escaleras y abrías escotillas. Estábais en la cubierta 2 a punto de bajar a la 1 cuando una voz  hablando en tono pedante y pagada de sí misma proveniente del hueco de la escalera te hizo detenerte. Te sonaba vagamente familiar y, tras pensarlo unos segundos, reconociste en ella la característica inflexión del doctor Baltar. Hubo un silencio y no tuviste que esperar mucho antes de que la cabeza del hombre asomase seguida poco después del cuerpo. Tres civiles más, dos hombres y una mujer, le siguieron poco después y, al ver al resto del equipo de la presidenta, lanzaron exclamaciones de sorpresa y se saludaron alegremente. Parecía que, después de todo, tu búsqueda había finalizado y, tal y como decía el refrán, la montaña había venido a tí.

Acallado tan bruscamente y sumido en tus dudas, de repente te encontraste caminando de nuevo por los pasillos de la nave siguiendo a los cabizbajos civiles. Tras un breve intercambio, éstos habían optado por dirigirse al CIC que era donde suponían que estaba la Presidenta y, a pesar de que os perdísteis un par de veces en el laberinto de pasillos que conformaban el corazón de la nave, pronto os hallásteis ante la escalera del pasillo central de Proa que llevaba a la cubierta 2. Hasta el momento os habíais encontrado con pocos militares, pero cuando subiste a la cubierta 2 descubriste un variopinto grupo reunido entorno vuestro y que os cortaba el paso. La teniente Thrace que tan mal te había tratado en la Cubierta de Hangares se hallaba allí junto a otro piloto que no reconociste, el secretario de la Presidenta y dos civiles más, un hombre de mediana edad y una mujer de color, morena y elegantemente trajeada, cuyo papel en el gabinete tampoco conocías.