Partida Rol por web

Vaya, vaya exclamó Baltar al encontrarse de golpe con tan variopinto grupo. Si es mi querida teniente Thrace. ¿abusando de los civiles de nuevo, querida? Tsk,tsk, qué costumbres más desagradables... dijo el doctor mientras intentaba abrirse paso entre los soldados, en dirección a los demás miembros del gabinete presidencial.

Y seguro que ahora querrá impedirnos el paso, ¿no es cierto? remató con ironía, seguro de que los soldados no se atreveríana apuntarle ¡a él!, con sus armas

Starbuck se dio de lleno, no con el grupo, si no con una pared de insolente pedantería.

- Ah, doctor Baltar - respondió, con una insolente indiferencia - Veo que al final, pese a su herida letal, no ha muerto.

Echó una mirada a los civiles que venían con ella, y luego la dirigió hacia los nuevos.

- Soy la teniente Thrace. ¿Ya les han atendido en la enfermería y se encuentran en condiciones? - preguntó, y esperó a que asintieran para continuar - Bien, entonces la próxima parada es la cafetería. ¿Puede caminar, doctor, o la caída en la sacudida le ha roto las piernas? - Starbuck sonrió, de costado - Lamentaría mucho que ese fuera el caso. Por órdenes de la Presidente, no tendría más remedio que arrastrarse tras nosotros hacia la cafetería.

Hizo un gesto a la comitiva, junto con Allison, para que la siguiera mientras tomaba camino hacia ese sitio. El doctor podía quedarse o ir tras ellos, pero el resultado sería de cualquier forma el mismo: terminaría en la cafetería, sentado como todos, soportando el hastío. Aquel hombre era de los que perdían guerras: gritaba demasiado estando en paz y luego, cuando el lobo realmente aparecía para comérselo, ya nadie reaccionaba a sus gritos. Iba a tener que adoctrinarse o, lo juraba por el favor de los Dioses, Starbuck lo haría con gran placer.

Para su tranquilidad le diré que el doctor Cottle, en clara muestra de cómo se trata a los civiles en esta nave, insistió en darme el alta sin hacerme más pruebas. No obstante añadió el doctor con tono ciertamente condescendiente me halaga que se preocupe por mí. A lo mejor aún no está perdida del todo, querida.

Acto seguido, el doctor se volvió de cara a sus acompañantes Shanon, amigos míos les dijo, abriendo los brazos en cruz en ademán protector será mejor acudir corriendo a la cafetería. ¡Son órdenes de la Presidenta! Ya ven, la Presidenta NO ELECTA de una magnifica democracia galáctica ordenando a sus seguidores que correteen de un lado a otro. No se porqué, pero a mí me suena más a la típica advertencia militar. Quizá sean órdenes, pero del Comandante, y no podemos desobedecer, ¿verdad?

Algunos de los civiles ante las palabras del doctor empezaron a hablar entre ellos en tono agitado sin que lo que decían se llegase a entender claramente. Entre ellos, el secretario Keykeya abrió mucho los ojos espantado ante lo que acababa de oir y avanzó hacia delante mientras detrás de él el teniente Allison miraba a Starbuck con expresión estupefacta.

- Aunque aquí la teniente Thrace lo haya impregnado de un tono obligatorio no es una orden- exclamó en tono conciliador mirando entorno suyo a todos los miembros del equipo.- La Presidenta en persona me ha encargado la búsqueda de los miembros de su equipo y que me asegure de que todo el mundo está bien y a salvo. Las circunstancias vividas en la última hora hacen recomedable que todo el personal civil se reuna en un sitio seguro donde su integridad no esté en peligro. La situación actualmente es seria señores- añadió y, aunque su rostro era joven y denotaba vacilación, sus palabras estaban cargadas de idealismo y confianza-, son horas para atender a la voz de la sensatez y el sentido común. Son horas para estar unidos- concluyó con voz persuasiva mirando de reojo al doctor. Luego añadió dando el tema por zanjado- Por cierto, doctor Baltar, la Presidenta querría saber si podríais brindarla vuestro consejo en un asunto de suma importancia.

Nuevos comentarios siguieron a esta declaración. Ceños fruncidos, gestos de asentimiento, susurros, no sabríais decir si el efecto había sido el deseado o si efectivamente la semilla de descontento sembrada por Gaius había germinado. Una persona pareció especialmente afectada por lo dicho. La portavoz del gabinete presidencial, Shanon Carlile, parecía haber despertado de un sueño y cuando habló, lo hizo llena de seguridad.

-El señor Keykeya tiene razón...el continuar discutiendo sobre ésto no hará más que entorpecer el trabajo de esta gente. Deduzco, señor Keykeya que la Presidenta está bien. Íbamos de camino al CIC a asegurarnos de ello- explicó en tono suave. Por su expresión parecía avergonzaba de algo y estaba claro que evitaba mirar al doctor Baltar.

Billy se apresuró a asentir para despejar las dudas al respecto. Su rostro se veía acalaroda aunque más relajado que segundos antes cuando la tensión había sido mayor.

-Por supuesto, está perfectamente. Sólo que han ocurrido ciertas cosas que requieren su atención y dado que la situación es delicada quiere asegurarse de que todo el mundo esté a salvo. Veo que todos están bien...más o menos.

Baltar calló al ver la reacción de los demás miembros del gabinete de la presidenta. Estaba claro que la conversación mantenida minutos antes daría que pensar a los demás, pero ante la presencia del perrito faldero de Roslyn, ese joven impúber de Keykeya, ninguno se atrevería a decir nada más.

Por supesto, joven... oh, discúlpeme, no reucerdo su nombre, quizá sea por la conmoción... respondió falsamente a la petición del propio Billy. La Presidenta siempre cuenta con todo mi apoyo, faltaría más. Dígame, joven ¿de qué se trata? Seguro que durante el trayecto puedo improvisar algo...

Billy no pareció percatarse de la ironía en las palabras del doctor, así que dijo su nombre antes de contestar a la pregunta de éste.

-Era Billy Keykeya, doctor Baltar...la Presidenta simplemente quiere consultar algo con usted. Se lo dirá ella misma cuando le vea- añadió dejando claro que no iba a decir nada más al respecto. Sería joven e inexperto socialmente en muchos aspectos pero si de algo se caracterizaba el secretario era por su discrección. Luego tras mirar nerviosamente al reloj desvió la vista hacia la teniente- Deberíamos irnos ya...

Starbuck asistió a la revolución interna de los civiles con los ojos entrecerrados y una expresión de genuina incredulidad por lo que estaba presenciando. Respondió a la mirada de Allison con severidad, pero no hacia él, si no a lo que se estaba gestando allí. Podía no estar metida entre los civiles, ni estar al tanto de la situación política, pero veía claramente a qué apuntaba el doctor Baltar. Su ceño se frunció, un poco más, pero se mantuvo apartada mientras los civiles decidían qué hacer. No sería ella quien instara a nadie a no revelarse contra una autoridad a la que no respetaban, por el contrario. Le enorgullecía que el hombre pudiera tener la libertad de mirar a través de aquella necesidad de constante autoridad, y buscara soluciones que le dejaran satisfecho sin detenerse en ninguna imposición. Aún así...

Starbuck miró al doctor Baltar, de frente, con seriedad.

- Si tiene algún problema con la autoridad, fantástico. - le dijo, sin ningún atisbo de ironía en la voz - Pero tenga cojones, dígalo de frente, y no se escude detrás de una parafernalia de sutilezas.

Se dio vuelta para mirar al resto del grupo de civiles. No podían estar más perdidos y asustados, confundidos. No podía culparlos, pero la situación se los comería. Indudablemente estaban disconformes con lo que sucedía y con la forma en la que se estaban manejando las cosas. Y en vez de preocuparse activamente por modificar el rumbo de los acontecimientos, o por darse a escuchar, se quedaban en conversaciones a escondidas y a espaldas de todos, o peor aún, almacenándose a presión en el cuerpo de cada quien. Aquella era la semilla de un golpe de estado.

- Lo mismo para ustedes. La situación que se está viviendo requiere de la colaboración de todos, no de conversaciones a las espaldas de nadie. Si tienen ideas diferentes sobre cómo llevar las cosas, les aliento a que se hagan escuchar - Starbuck pasó la mirada por todos y cada uno de ellos - Siempre es mejor gritar a hablar a susurros.

Hizo una seña a Allison para que se pusieran en marcha.

- Les sugiero que nos acompañen, pero no les obligaremos a hacerlo, a menos que interrumpan o molesten las tareas que la tripulación está realizando para hacerse cargo de la situación.

Nadie se atrevió a añadir nada más a las palabras de Starbuck, por lo que el grupo entero precedido por los dos militares fue guiado a través de los pasillos de la nave hasta la cafetería en medio de un tenso silencio. Todos salvo la teniente Thrace, el secretario y el doctor Baltar fueron dejados allí al cargo del teniente Allison que no parecía para nada molesto por tener que hacer de niñera de un grupo de civiles preguntones. La sala, funcional y escasamente iluminada, estaba semivacía y el pequeño grupo se apiñó entorno a una de las mesas metálicas mientras el piloto iba a por unos cuantos cafés con los que amenizar la espera. Tampoco el silencio fue roto mientras volvíais a la cubierta cuatro. Haciendo gala de su discreción Billy se negó a contestar ninguna pregunta y la atmósfera era tan tensa entre el doctor y la piloto que sobraban las palabras. Por fin, tras un recorrido que se os hizo eterno os detuvisteis en frente de la escotilla que conducía al camarote del Comandante donde suponíais os estaría esperando la Presidenta. Los marines que custodiaban la estancia os miraron seriamente y, tras hacer un gesto de reconocimiento a Kara, se echaron a un lado mientras uno de ellos hacía girar el picaporte. Hubo un ruido metálico y de escaparse de aire y la luz de la estancia iluminó el pasillo. Sorprendidos descubristeis en el interior no sólo a Laura Roslin sino también al Comandante y a Apollo. Los tres se hallaban sentados en el sofá entorno a la mesa baja y al oíros alzaron la mirada en vuestra dirección. William Adama hizo un gesto con la mano invitándoos a pasar y se levantó del asiento.

-Pasen teniente, señor Keykeya, doctor Baltar...veo que ha resultado herido. Espero que no haya sido nada grave. Por favor, siéntense unos minutos…-os invitó señalando los asientos que había.

-¿Pudo encontrar a todos los miembros de mi equipo, Billy?- preguntó Roslin a su secretario mientras este tomaba asiento al lado suyo.

EN ALGUN PUNTO DE LOS PASILLOS DE LA NAVE. HORA DESCONOCIDA

-¡Ey! Ten más cuidado- la voz, en tono de advertencia, te hizo volver al presente.

Confundida te paraste y miraste a tu alrededor, sin saber muy bien dónde estabas. Luz suave, indirecta, paredes inclinadas recubiertas de paneles de color grisáceo y un poco más allá un cruce en donde la persona que te había llamado la atención se perdía con varios bultos entre los brazos. Te notabas extraña, como ingrávida y tu cabeza parecía moverse entre algodones. Una sensación de irrealidad lo impregnaba todo y al hacer memoria fuiste incapaz de recordar cómo habías llegado hasta allí y cómo había terminado tu conversación con el Comandante. Varias preguntas se agolparon en tu mente aturdiéndote ¿qué hora era? ¿cómo habías llegado allí? ¿cuándo...?...pero por más que pensabas menos cerca estabas de contestarlas. Era como si las respuestas estuviesen ahí, al alcance de la mano, pero cuando alargabas los dedos para asirla sse convertían en humo y se escabullían, eludiéndote. Un fuerte dolor de cabeza comenzó a martillearte en la frente.

Miro a mi alrededor aturdida - ¿dónde estoy? ¿Cómo demonios he llegado aquí? - Cierro los ojos y me aprieto las sienes en un intento de calmar el dolor de cabeza que empieza a palpitar en mi cabeza. Intento pensar - Recuerda, recuerda, recuerda... - Pero por más que me esfuerzo no logro aclarar mis ideas. Me inspecciono a mi misma buscando alguna pista que me indique cómo he llegado aquí o que he podido estar haciendo un momento antes. Comienzo a caminar léntamente detras de la persona que he visto para intentar situarme. La frustración no ayuda a calmarme y avanzo turbada por el pasillo.

Al bajar la vista para inspeccionarte pudiste ver que seguías llevando el uniforme de gala con el que te habías vestido esa mañana. Completamente desorientada decidiste caminar en post de la figura que acababas de entrever, pero cuando llegaste a la curva por donde había desaparecido no viste ni rastro de ella. En su lugar, cientos de rostros te devolvieron la mirada desde las fotos en las que se hallaban. El nombre de aquel sitio surgió lentamente desde las profundidades de tu mente atontada, enlantecido por el martilleante dolor de cabeza y la nebulosa que era tu cerebro en aquellos instantes. El Pasillo del Recuerdo. Santuario, lugar improvisado de recogimiento donde los supervivientes al holocausto podían velar a sus desaparecidos y no olvidarlos en la vorágine de los días que habían acontecido.

Me detengo ante las fotos totalmente desconcertada. Todas esas caras me miran, son personas que ya no están, de las tantas que murieron hace tan solo unos días. Pero no conozco a ninguna de ellas, yo no dejé a nadie. Tan solo Helo... el recuerdo aún me duele. - Él dió la vida por salvar a los que quedan, a los que están en esta nave. ¿y tú Boomer? ¿qué estás haciendo por esta gente? Todo lo que tienes está en esta nave - Una oleada de frustración y rabia hace que el dolor de cabeza aumente. - ¿Qué demonios me pasa? - La rabia la sustituye un pánico atroz cuando recuerdo lo que pasó depués de mi último desvanecimiento y mis sospechas y sentimientos de culpabilidad se vuelven casi palpables ante las miradas inertes, pero casi acusadoras de los rostros de las fotografías.

- Tengo que averiguar qué hora es y qué ha ocurrido en el tiempo que sea desde que hablé con el Comandante ¿y qué demonios me diría el comandante?- Salgo corriendo por el pasillo, decidida a encontrar a cualquier persona que me informe de qué hora es o de si hay novedades. Mientras corro exprimo mi cerebro en busca de recuerdos - ¿QUÉ DEMONIOS ME DIRÍA EL COMANDANTE? -

Corro por los pasillos dirigiéndome de forma casi inconsciente a la cubierta de hangares - Allí siempre hay alguien y están informados de las últimas instrucciones. Además, necesito ver a Galen...-

Cuando me acerco a las zonas más transitadas dejo de correr para no llamar tanto la atención, pero sigo caminando todo lo rápido que puedo. En cuanto veo una cara conocida casi me abalanzo sobre ella para preguntar la hora.

Debido a la proximidad con la Cubierta de Hangares casi en cuanto saliste del tranquilo y reservado Pasillo del Recuerdo tuviste que frenar tu carrera, obligada por la cantidad de gente con la que te encontrabas. Sin duda tu respiración agitada y rostro alterado debían de llamar bastante la atención, pues más de un tripulante y marine se te quedó mirando al cruzarse contigo. Sin embargo, la determinación que destilaba de tus ojos y tus pasos decididos les disuadían casi inmediatamente de pararse a preguntarte. La luz de los pasillos aunque seguía siendo ténue era más birllante que la que habías dejado atrás, por lo que de vez en cuando te veías obligada a guiñar los ojos, molesta. El martilleante dolor de cabeza que sentías se había ido incrementando, irradiando desde la base de la nuca hasta la frente y sus constantes punzadas habían empezado a afectarte al estómago, revolviéndolo. Apenas habías avanzado unos metros cuando un familiar rostro te hizo detenerte. Sonriendo con cierto alivio y casi pegando saltitos, el piloto Allison se dirigió a ti, aparentemente sin notar la agitación en la que te hallabas.