Partida Rol por web

El escaparate y las sillas indicaban algún tipo de bar. No tenía mucho sentido que la señal viniera de allí pero no íbamos a dar marcha atrás. Miramos por los cristales apuntando con la linterna pero no pudimos ver qué había al fondo.

No dijimos nada, pero no hacía falta. Dedicamos unos minutos a observar el interior y creo que ambos pensábamos lo mismo: Aquello no podía ser cierto.

Picon en una mano, linterna en la otra, corazón a mil y sentidos alertas. Estaba preparado para entrar. Asentí con la cabeza y me dispuse a cubrir a Valerii.

Conteniendo el aliento Boomer accionó el picaporte de la puerta principal y ésta se abrió hacia adentro haciendo tintinear el móvil que pendía sobre el dintel. El sonido, natural y de bienvenida en cualquier otro momento, resonó en vuestros oídos como si fuese una sirena y durante unos segundos permanecísteis inmóviles, esperando quizás que alguien saliese desde el interior a recibiros. Pero sólo el silencio, roto a intervalos regulares por el pip de la señal proveniente de la radio y el deslizar de vuestras embarradas botas contra el suelo de linóleo, reinó en el interior una vez que el metálico tintineo se hubo extinguido. Despacio, en tensión y con todos vuestros sentidos alerta, entrásteis en lo que debía ser el comedor del local mientras a vuestras espaldas la acristalada puerta se cerraba con un chasquido. Las cortinas metálicas que pendían sobre ella chocaron contra el cristal y se mecieron adelante y atrás movidas por la inercia cada vez más despacio hasta que se detuvieron. Totalmente ajena a la tormenta que estaba teniendo lugar en el exterior, la atmósfera tranquila y aislada del lugar os envolvió como una manta mientras os adentrábais y los haces de luz de vuestras linternas resbalaban sobre las pulidas superficies de las mesas y hacían brillar las metálicas patas de las sillas. A la escasa luz de los focos vuestros ojos distinguieron la forma de una barra detrás de la cual parecía haber una cafetera y una amplia oquedad a modo de amplia ventana sin cristal que parecía comunicar con la cocina, aunque desde donde estabais no podíais distinguirlo con claridad. A la izquierda de lo que era el comedor, unos pocos escalones bajaban a lo que parecía ser un saloncito con sillones y mesas bajas aunque la penumbra que envolvía todo impedía que distinguieseis más detalles detalles. 

Un suspiro de alivio se escapó de entre mis labios cuando nada ni nadie pareció responder a nuestra entrada. Aún así, la tensión todavía no me abandonó y cautelosa me adentré en lo que parecía el comedor de la cafetería iluminando con el haz de la linterna entorno mío. ¿volverá a comer alguien alguna vez en estas mesas? pensé estúpidamente mientras examinaba todo con detalle. Volviéndome hacia Helo que sostenía el receptor entre las manos pregunté entre susurros.

-¿Hacia dónde indica el aparato? La verdad es que no sé cual es su resolución pero a lo mejor nos da una pista de dónde mirar..si te soy sincera sigo sin entender muy bien cómo algo en este sitio puede estar emitiendo una señal del ejército- constaté. Ya lo había dicho antes, pero seguía estando igual de extrañada y aquel silencio no ayudaba en nada. Tras meditar unos segundos volví a hablar- mientras tú lo miras, creo que voy a registrar este sitio..a lo mejor en la cocina hay algo de comida que nos pueda venir bien- sin esperar que me diese su aprobación y sin soltar la pistola que llevaba en la mano avancé en dirección a la puerta del fondo. pasando entre las mesas. La oscuridad que había allí dentro me ponía el corazón en un puño pero permaneciendo quietos no arreglábamos nada.

Boomer entró y me quedé petrificado al escuchar el tintineo característico de las tiendas de barrio. Esos lugares donde el tendero podía estar metido en la sala de estar de su propia casa mientras la tienda permanecía descuidada, o lo que es lo mismo, una zona dentro de su propia casa, adaptada para atender a la clientela. La diferencia es que en aquella cafetería nadie iba a tendernos ya.

-O eso espero

La puerta se cerró tras de mí y mientras Valerii se dirigió a la cocina me abrí en ángulo acercándome a los escalones de la izquierda.-Yo tampoco entiendo qué está pasando aquí, pero debemos confiar en que esto sirva de algo. Ten cuidado.-Si había alguien ahí dentro no servía de nada ir uno tras otro por la puerta y debíamos investigarlo todo para que no nos pillaran por sorpresa, así que sin dejar de mirar de soslayo a Boomer, fui a explorar mientras el pitido constante nos acompañaba. La verdad es que no era el lugar esperado tras tanto camino. No parecía que aquello nos fuera a salvar la vida ni a sacar de aquel planeta, pero no teníamos muchas más opciones.

Como dos barcas llevadas por corrientes opuestas optasteis por separaros para explorar más detenidamente el lugar. Intentando no hacer ruido y con el cañón del arma firmemente apoyado contra el mango de la linterna, Boomer cruzó entre las mesas y pasó junto a la barra en dirección a la cocina. La clásica puerta batible con ventana circular separaba las dos estancias y el haz de luz dibujó un círculo cada vez más grande según la piloto se fue acercando. Apenas tuvo que presionar sobre su plástica superficie para hacer que girase sobre sus goznes y, una vez al otro lado, en la penumbra que le rodeaba, sus ojos distinguieron las lisas y limpias superficies de las encimeras y fogones. Aquí y allá las siluetas de cazos, cacerolas y sartenes se adivinaban colgadas de las paredes, así como las agarraderas de diversos hornos y armarios. Al fondo, a la izquierda, el haz de luz resbaló sobre la superficie blanquecina de lo que parecía la puerta de una cámara frigorífica. Todo estaba tranquilo y en orden, tal y como debían estar todas las cocinas en espera de un largo día de trabajo, y nada parecía fuera de lugar.

Mientras tanto, Helo sorteó las mesas que había a su izquierda y, precedido por el pitido del localizador, descendió lentamente los escalones que conducían al saloncito. Al estar más cerca, la linterna iluminó con más detalle los mullidos sofás de dos y tres plazas así como los puffs que había a los lados de las mesas bajas, donde había algunas revistas apiladas. Las paredes estaban decoradas con cuadros, dotando a la estancia de una atmósfera más acogedora, y, a intervalos regulares, varias estanterías repletas de libros se apoyaban contra ellas. A pesar de la vacilante luz proveniente de la calle, las sombras allí eran más densas y en ocasiones, la escasa luz de la linterna apenas lograba penetrar en ellas. Al principio, ensimismado en repasar con su mirada toda la zona el ECO no fue consciente del pitido del localizador, que hasta ahora había sido tan constante como el latido de un corazón y, precisamente por ello, hasta había dejado de escucharlo. Sin embargo, de repente, un cambio en la cadencia de éste le hizo mirar el aparato con detenimiento. La frecuencia se había incrementado considerablemente ¿quizás indicando la proximidad del emisor de la señal?

Investigué por la zona y no encontré gran cosa, estaba desierto. Miré a mi alrededor y no había amenaza alguna así que me giré sobre mí mismo para volver hasta donde había ido Boomer. Sin embargo me detuve un instante al darme cuenta de que el sonido había cambiado. El transmisor emitía un pitido de mayor frecuencia, más rápido. ¿Significaba aquello que estábamos más cerca de la fuente?

Miré de nuevo con la linterna intentando ver la fuente, por si estaba en aquella sala, pero mi mente me decía que debía ir con Boomer ya que allí no había peligro. Ya volvería luego.

Giré de nuevo y me dirigí a la cocina en busca de Valerii.

Aquel sitio estaba desierto, vacío como un cáscaron de una concha abandonada, y su silencio me impactaba más de lo que habría llegado a imaginar. Mientras, cañón en mano, iluminaba nerviosamente los utensilios de cocina y las superficies metálicas del lugar no podía dejar de pensar en las personas que habían trabajado allí y que sin duda nunca más volverían a hacerlo. La atmósfera que emanaba de aquella cafetería era tan absolutamente definitiva que helaba la sangre. Por un segundo me planteé registrar los armarios que iba viendo pero sabía que la comida que pudiera hallar allí estaría contaminada por la radiación. Todo está muerto...todo está perdido pensé al tiempo que avanzaba hacia el fondo de la cocina donde el haz de la linterna me había permitido entrever la puerta de una cámara frigorífica. Tenía la boca seca de la tensión y mi cuerpo temblaba ligeramente cuando, sugetando linerna y pistola en una mano, posé la otra en el picaporte que la cerraba. Sin darme tiempo a pensar giré la muñeca e intenté abrirla.

La puerta de la nevera se abrió con un característico sonido siseante. Mientras te apartabas para poder asomarte a su interior un hedor, denso y asfixiante te golpeó en las fosas nasales y se introdujo en tu interior provocando que tu estómago se revelara. Sintiendo como las arcadas ascendían por tu esófago rápidamente te echaste un lado y vomitaste todo el contenido de tu escasa cena en una esquina. Durante unos segundos no pudiste hacer nada más que rendirte a la respuesta de tu cuerpo y cuando por fin terminaste te notaste débil y temblorosa. El olor que seguía saliendo de la cámara frigorífica seguía igual de penetrante pero en tu estómago ya no quedaba nada más que expulsar.

No estaba acostumbrada a que mi cuerpo tomase posesión de mi voluntad de aquella forma, por lo que ,una vez hube vaciado todo el contenido de mi estómago, aún permanecí varios segundos inclinada, asqueada ante la situación. Qué frágil es el cuerpo humano...Temblorosa al final me incorporé mientras me secaba el sudor que perlaba mi frente. Por el olor me podía hacer una idea de lo que había dentro de la cámara, días sin electricidad habían provocado sin duda que los alimentos que allí hubiera congelados terminasen por descomponerse, pero aún así sabía que tenía que salir de dudas. Armándome de valor y respirando siempre por la boca avancé hacia la puerta entreabierta y apunté con la linterna hacia el interior.

Desandando el camino y siempre acompañado del pitido del receptor, te encaminaste a largas zancadas hacia la cocina por donde minutos antes había desaparecido Sharon. Lo primero que notaste cuando atravesaste la puerta batible fue el olor, denso y nauseabundo que parecía impregnar la atmósfera del sitio. Sólo entonces oiste el característico sonido de alguien vomitando y, al girarte en dirección a él, el haz de tu linterna resvaló sobre la figura de Boomer. Con el cuerpo recorrido por las náuseas Valerii se hallaba agachada a un lado de lo que parecía la puerta entreabierta de una cámara frigorífica  de donde seguramente procedía el olor que percibías.

Cuando abrí la puerta de la cocina vi como Boomer había vomitado. Aún no era consciente de por qué había vomitado, pero según avanzaba tras sus pasos, el hedor que salía de la cámara frigorífica se iba haciendo más y más intenso. La mezcla de olores a vómito y comida descompuesta iba a provocar que se descompusiera mi maltrecho estómago.

Boomer entró en la cámara y yo seguí atento los pitidos para ver qué secuencia seguían. Quizás la señal proveniera de esa parte del bar o puede que hubiera algo oculto en la que estuve, pronto lo averiguaríamos.

POST PARA HELO

Desandando el camino y siempre acompañado del pitido del receptor, te encaminaste a largas zancadas hacia la cocina por donde minutos antes había desaparecido Sharon. Al principio tardaste en percibirlo pero un ligero cambio en la frecuencia del receptor te indicó que te estabas alejando del emisor de la señal. Aún así continuaste adelante y entraste en la cocina. Mientras el haz de tu linterna iluminaba la silueta de Boomer entrando en la cámara frigorífica, el olor, denso y nauseabundo, que impregnaba la atmósfera del sitio te asaltó haciendo que tu estómago se revelara contra él. Sintiendo cómo las arcadas ascendían por tu garganta tuviste que hacer uso de todos tus reflejos para echarte a un lado a vomitar la escasa comida que contenía. Durante unos segundos no pudiste hacer otra cosa que estar inclinado sobre uno de los fregaderos, rendido por completo a la debilidad de tu cuerpo humano.

POST PARA BOOMER

A medida que te acercabas a la cámara el olor iba siendo cada vez más insoportable pero nada quedaba en tu estómago que pudiese ser expulsado. Haciendo uso de toda tu fuerza de voluntad permaneciste ante la entrada de la misma iluminando con tu linterna el contenido de la misma. En seguida tus sospechas se vieron confirmadas. Diversos tapers, cajones y contenedores de plástico que contenían una gran variedad de alimentos se hallaban apilados en las estanterías metálicas que tapizaban las paredes. Hacía una semana probablemente el lugar hubiera despedido un frío helador y una nube de vapor te habría salido a recibir, pero en aquel momento la temperatura era la misma que fuera y el olor que emanaba del sitio era nauseabundo. No hizo falta asomarte al interior de los contenedores para concluir que toda aquella comida estaba en total proceso de descomposición.

Asqueada ante lo que mi nariz percibía y la idea de lo que encontraría si se me ocurría asomarme a aquellos contenedores sali de la cámara y cerré la puerta con contundencia. El pitido del receptor de la señal me advirtió de la presencia de Helo tras de mí y al volverme vi cómo se inclinaba para vomitar el escaso contenido de su estómago. Una oleada de solidaridad me invadió e hice una mueca mientras esperaba que se recuperase. Instantes antes yo había pasado por lo mismo y sabía lo desagradable que era.

-Toma, aquí..enjuágate la boca..-le sugerí acercándome a él y tendiéndole la cantimplora una vez que vi que había recuperado la compostura.-Toda la comida está perdida, Helo...aquí no hay nada que nos pueda servir...¿tu has encontrado algo?

Según me acercaba a Boomer y la puerta por la que había entrado, sentía que algo no iba bien. El olfato, no me iba demasiado bien, posiblemente fruto de la radiación o de la fuerte medicación. Lo que sucedió inevitablemente fue que el golpe de olor pútrido golpeó mi pituitaria y un reflejo, proveniente de los más hondo de mi ser, provocó una arcada casi instantánea. Sin tiempo para reaccionar ante lo que se me venía encima, me incliné sobre el fregadero más cercano y allí solté lo poco que mi cuerpo tenía para alimentarse. Una viscosa y maloliente papilla manchó todo el fregadero dejándome mal cuerpo y un peor sabor de boca.

Abrí el grifo sin mucha convicción para ver si había agua potable y corriente aún para poder enjuagarme la boca y de paso beber algo para reponerme de aquel desastre.-Si, he encontrado el origen. Bueno, la zona, porque el punto exacto no lo he encontrado -Cuando Boomer me tendió la cantimplora preferí no arriesgar con el agua que pudiera salir del grifo y le di un largo trago al recipiente.

-Sígueme -Salimos de aquel apestoso lugar y me dirigí de nuevo a la sala contigua. -Lo que sea debe estar por aquí, ayúdame a buscar -Estuve atento al cambio de sonidos en el receptor intentando localizar la fuente.

Tras guardar la cantimplota seguí de buen grado a Helo fuera de aquel apestoso lugar. El regustillo ácido seguía estremeciendo mis papilas gustativas y durante unos segundos me sorprendí pensando en mi cepillo de dientes. Lástima que hubiera tenido que dejar todo aquello atrás...Meneando la cabeza para centrarme de nuevo en el presente avancé detrás de él sin dejar de iluminar a uno y otro lado. Parecía cada vez más claro que allí no había ningún peligro pero no habíamos llegado a donde estabamos por no ser precavidos.

-¿Qué es lo que descubriste exactamente?-le pregunté entre susurros mientras descendía las escaleras que llevaban a la zona donde estaban los sofas. Alzando la mirada recorrí con el haz de luz las estanterías de libros y los muebles con curiosidad.

Guiados por el constante sonido del receptor pasásteis de nuevo entre las mesas y bajásteis las escaleras hacia la zona de los sofás. Afuera, la lluvia seguía cayendo implacable contra los cristales y las gotas al resbalarlanzaban destellos cuando los haces de vuestras linternas los iluminaban. En cuestión de segundos estuvisteis ante las estanterías que tapizaban las paredes y ahora sí, percibisteis con claridad que la frecuencia de la señal había aumentado. Parecía señalar sin ninguna duda a una de las estanterías, cargada hasta arriba de libros de bolsillo y tomos encuadernados en tapa dura, colocados desordenadamente en los estantes. Esta vez no vacilásteis. Uniendo vuestras fuerzas echasteis a un lado el pesado mueble tirándolo al suelo sin ningún miramiento y, sorprendidos, descubristéis lo que parecía una puerta de madera pintada de blanco, que hasta entonces había estado hábilmente oculta.

Tomando las precauciones necesarias, Boomer se adelantó a agarrar el pomo y al accionarlo descubrió que la puerta no estaba cerrada con llave, aunque si un poco dura. Tras varios tirones por fin logró abrirla y un denso olor a polvo y a aire estancado os llenó las fosas nasales. Detrás del dintel había lo que parecía el comienzo de unas escaleras que descendían.

Parada en el umbral iluminé la espesa negrusa que se abría ante nosotros con la linterna. Para poder abrir la puerta había tenido que cambiarme de mano la pistola, pero ahora volví a asirla, afianzando su posición junto al cañon del arma. Lamiéndome los labios agrietados me volví hacia Helo. Por fin, el momento que llevábamos esperando había llegado.

-¿Vamos?- no dije nada más. No hacían falta más palabras

No sin esfuerzo conseguimos abrir la puerta que se escondía tras la estantería. Al principio habíamos dudado de la ubicación a las que nos había llevado la señal, sin embargo, esta habitación oculta nos indicaba que posiblemente no fuera todo bar lo que era aquel lugar.

Acepté la invitación de Boomer y pistola en mano la seguí de cerca por aquellas escaleras que podían ser nuestra única y última forma de salir de allí o que podía ser nuestra tumba. Sólo lo sabríamos si andábamos el camino que se abría ante nosotros. El receptor nos había llevado hasta allí, ahora había que ver qué había en la madriguera.