Partida Rol por web

"...Databa la fecha de 15 de Uktar, del año de los Dragones Solitarios..."

Databa la fecha de 15 de Uktar, del año de los Dragones Solitarios del calendario de Harptos. Si alguien pudiera haber visto la luna, Selûne, aquella noche. Solo podría haber intuido donde estaba, pues aquella noche era Luna Nueva. Luna de presagios y maldiciones, luna de cuchillos y no de espadas.

El rayo descargó sobre el agua del mar de las islas Moonshae. Iluminando las olas encrespadas en un mar violento y despiadado. La lluvia caía sin piedad acompañada de fuertes vientos provenientes del norte, a través de las islas Norland y de mas allá del océano impenetrable. Una tormenta traída por los mismísimos dioses, para poner una vez mas a prueba, a sus hijos elegidos. Y cortando las aguas, avanzaba “El Temerario”. Un pequeño Drakkar de 14 metros de eslora y una vela negra con un lobo plateado pintado en ella.

En su proa, dos figuras envueltas en túnicas, arrebujados contra las cuadernas, agarrados a la cabeza de dragón tallada toscamente en madera. Ambos miraban al frente, estando empapados debido a la lluvia y el oleaje. Un elfo de ojos color ámbar, de casi dos metros y un hombre de cabellos negros y mojados, pegados a su frente. Observando al barco atravesar el agua.
Justo detrás diez remeros trabajaban incansables con la madera en sus manos, domeñando el mar. De los primeros, una mujer de cabello rojo bella como pocas, Valkiria del norte. Sus ojos como dos esmeraldas relucían violentos contra la tormenta y maldiciendo a la mismísima Umberlee. Diosa de los mares.
-Maldito seas, mago. Tanto poder que posees y no puedes doblegar la mar. ¡Urde uno de tus embrujos y danos mar calma, Basil!- Dijo con mirada desafiante. A su derecha, un hombretón de dos metros de altura, norteño de cabello gris atado en una basta coleta, con una cicatriz profunda y mal curada cruzando su cara. Abrió los ojos aterrado, pensando en los maleficios que poseía el mago. El elfo de túnicas rojas miró a su contrapartida en la popa como participando en una vieja broma.
-Heidal… ¿quizá…?- . El humano le devolvió la sonrisa. Y el gigante se volvió a la guerrera.
-¡Cierra la boca, mujer!. No hagas que obren sus conjuros. ¡Y deja de maldecir al viento!. Traes mala suerte, Roja.-
-Tan grande y tan miedoso, Halga.- Y comenzó a reírse con voz dulce pero sana y desmelenada. Detrás de la pelirroja, un norteño rubio y desgreñado acompañó a su risa con una carcajada aguda y picara.
-Yo solo digo una cosa. Si ya estamos mojados por fuera, ¡bebamos y mojémonos por dentro!. ¿Tu que dices Edgtho?.- Dijo el rubio guerrero, echando una consabida mirada al guerrero de su derecha. Un hombre alto y delgado, moreno y rizado de mirada seria.
-Que deberías callar la boca Herger.- Y continuó remando en silencio.
Detrás del moreno explorador, un enano de barba castaña que aferraba con fuerza y seguridad su remo. Como secundando la moción del rubio norteño, sacó despreocupadamente un pellejo de cabra y le dio un buen sorbo. Sus labios se tornaron sonrisa, y repitió el gesto como para reafirmar su sabor en el paladar. Miró al remero de su izquierda y le ofreció el pellejo con una sonrisa, sabido de la respuesta.
-¿Bewin…?-
-No Gárdar.-
Le contestó, mirándolo con desaprobación, un elfo de aspecto joven. Que capaz, remaba con mucha mas continuidad y firmeza que el enturbiado enano. Como mordiéndose la lengua, siguió con su labor, intentando paliar el mal remar del enano. Detrás de este, un norteño de greñas rizadas y negras, de prominente barriga oculta en su peto metálico, que con barbada mirada observaba sonriente a ambos remeros, que eran como el día y la noche. Su nombre era Helfdanne
A la izquierda de éste, un guerrero de los Ffolk, de cabello rojo como el fuego con cota de malla y talabarte verde y el oso plateado de la Alta Reina Alicia Kendrik en su pecho. Recordaba constantemente su misión, y durante el laborioso trabajo de remero se concentraba en las últimas palabras de la reina.
-¿… lo harás, Erik?.- Y continuaba pensando la respuesta correcta.
El último par de remeros eran un semielfo, que haciendo sonar el cuero de su armadura continuaba remando al ritmo del resto, concentrado, manteniendo la respiración.
-Aidan, recuérdame cuanto falta para que me releve Zenram.-
Su pareja, a la derecha, un elfo de cabellos blancos y mirada seria. Que observaba descontento la falta de atención del resto de los remeros, le contestó.-
-Sigue remando Fingon. La noche es larga y tu turno acaba de empezar.- Apretó los dientes y una vez mas, empujó el remo hacia delante con todas sus fuerzas. Fingon observó al alto guerrero que estaba sentado entre los bultos de la popa. De cabellos lisos y rubios, estaba sentado apoyada su barbilla entre los puños, pensativo. Miraba a su derecha donde dos hombres hablaban en la tormenta. Observándolos escrutador, perdido en sus hondos pensamientos.

De los dos hombres de la popa, uno estaba sentado en el borde del Drakkar, manejando el timón del navío con una mano. Un ancho madero que guiaba la barca cortando la mar justo detrás de la embarcación. Era un hombre alto y grande, de poderosos brazos y mirada de fieros ojos azules. Portaba una coraza de cuero ricamente decorada en acero. Con una mojada capa de pieles de lobo que acampaba en sus hombros. Estaba ciertamente serio, escuchando las palabras del hombre que estaba a su izquierda. Este era un druida, por su atuendo. Una capucha fabricada con una piel de animal cuya cabeza adornaba su frente. Su piel era morena, pero sus cabellos marcaban sus raíces norteñas. Pues era rubio, aunque algo oscuro. Y sus ojos, azules como el cielo de verano. Y desde su poblada barba, hablaba con mucha tranquilidad al guerrero que lideraba el barco.
-Una vez mas, pasas por las costas de Norland, sin mirar atrás. Es de buen seguro que Grunnarch el rojo, recibiría con agrado a su hijo, aunque tu último viaje no te aportara grandes tesoros. Wolwyff.- El hombre esperó respuesta. Pero como esta se hacía esperar, y a Viejo Roble le encantaba hablar. No dudó en volver a la carga. –Estoy seguro que Raag Hammerstaad rey de las Norheim, podrá esperar dos días mas a nuestra llegada. Al fin y al cabo, su mensaje a tardado dos meses en encontrarte.- Entonces el guerrero rubio habló, y su voz sonó firme y segura.
-Hammerstaad dice ser atacado por un gigante invencible. Que ninguno de sus guerreros consiguió hacerle mella. Y que esta criatura desapareció de su salón del Aguamiel dejando solo cadáveres y muerte. Ten por seguro que no dejaré que nadie se me adelante a este reto, Skeld. Solo un guerrero puede matar tal bestia. Y ese ha de ser yo.-
-Realmente has de estar emocionando, si me llamas por mi nombre, tal y como hacías cuando era tu maestro. Por fin veo en tus ojos una chispa que creía desaparecida. Ten cuidado de no arder, Wolwyff príncipe de Norland. Pues tu futuro te depara espadas, sangre y gloria, pero no olvides que tienes a tu cargo a toda la gente de este Drakkar.-

El mar.Ese gran cumulo de agua.Era algo que por mucho que hubiese visto a menudo en sus viajes con Wolwyff no por ello dejaba de incomodarle.
El agua nunca le habia gustado y eso dificilmente cambiaria con el tiempo.
Asi pues recurria de nuevo a su pellejo para sobrellevar sus pesares a los que añadia el tener que navegar con semejante tormenta.

El paladín se mantenía todo el tiempo oteando el horizonte muy cerca de la orilla del barco, la cosas no estaban saliendo como lo había previsto, hacia ya mucho tiempo que viajaba con el grupo y la gente de aquel lugar salvaje seguía viendo a Wolwyff como el ejemplo del guerrero perfecto.

No comprendo como alguien con tan poca disciplina y con un carácter tan explosivo puede imbuir confianza en tanta gente, ahora mismo este viaje demuestra que mis esfuerzos no han abonado nada para la causa de mi dios, es evidente que esta gente adora su estado de incivilidad y salvajismo...

«...tu futuro te depara espadas, sangre y gloria, pero no olvides que tienes a tu cargo a toda la gente de este Drakkar»

Wolwyff rumia unos 3 eternos segundos las palabras del Druida, y clava la cuña en la caña del timón para tener libre movimiento unos pasos. Con la capa apenas sujeta por una fíbula de bronce que hace que esta se agite desde sus hombros con el viento, el guerrero se dirige a la tripulación.

¿Acaso querrían los Dioses que cayéramos en esta pequeña llavizna que nos refresca la cara? ¿O acaso no preferirán ver cómo acabamos con un gigante, o lo que sea que nos espera en las costas que están más allá de estas oscuras nubes?
Señala hacia la proa del barco, que es hacia donde nos dirigimos.
No, hermanos... el Temerario es un bocado demasiado grande para ser engullido por tán poca tormenta.

Wolwyff va hacia la Proa, donde están las dos figuras y se pone en pie sobre la baranda, aferrándose con una de sus poderosas manos al cuello del Drakkar. Haciendo un teatro mal inventado a posta, acerca el oido a la cabeza de madera.

¿Qué? Temerario quiere saber si hay alguno que no tenga más ganas que él o que yo en llegar cuanto antes a Norland... le he jurado que sólo hay valientes a los remos, ¿Acaso me equivoco?

(Respuesta, supongo que afirmativa)

Entonces duro!!! Tengo prisa por beber sangre de monstruo!!!

De un salto WolWyff vuelve a la cubierta saca a Heldeif del banco mandándolo a gobernar el timón mientras da con fuerza al remo, como uno más que comparte, no solo sangre y gloria, sino también esfuerzo y sudor.

Despues de escuchar a Wolwyff pienso ¿Intentando levantar la moral? .... a ver este enano esta vez demuestra lo que vale ... clavandole la mirada y luego tomando el remo con ambas manos sigo remando

Por Tempus, que llegaría antes a nado!!! Remad con fuerza, hay Nordlaners muriendo y una gloria por conquistar!!!

Wolwyff hecha una mirada fugaz a Viejo Roble, intentando adivinar la expresión de su rostro. Sabe que no aprueba esos arranques por su parte, y sin embargo, siempre le dice un algo más los enigmáticos ojos del Druida.

Basiliskadiel, divertido, mira a la popa y rumia lentamente el conjunto de circunstancias que, percibe, han minado la moral de sus compañeros y los tripulantes del drakkar.

Por no hablar de su humor.

A un gesto de sus dedos, su capa se tensa sobre su cabeza, protegiéndole de la incómoda lluvia y, sin sorprender a nadie, pregunta, como si tal cosa y sin venir a cuento:

- Si los barcos flotan porque están sobre el agua... ¿qué pasa con la lluvia? -y mira, enarcando una ceja, a Gardar- al fin y al cabo, ahora hay agua abajo y también arriba...

Golpea las tablas de la cubierta con los pies, para desembarazarse algo del frío y, como si se hubiera olvidado de lo que acaba de decir, se levanta y dirige a Wolwyff, con su capa siguiéndole y aislándole de la lluvia.

- Wolwyff... ¿no te extraña que un gigante llegue a un sitio, lo destroce todo y luego, simplemente, desaparezca sin más? Es bastante posible que me equivoque, pero desde que nos contaste lo de esa misiva y este llamado, me siento... -una ola golpea el barco, salpicándolos a ambos de espuma fosforescente y las hebras de algunas algas- ...perdona ¿qué estaba diciendo? ¡Oh, ah! ¿esto son algas? ¡qué raras!

Heidal se limpia la lluvia de los ojos para escrutar el horizonte en busca de tierra. Por más que le tenga cariño al barco que tan buenos servicios les presta en estos momentos quisiera no volver a acercarse al mar en una buena temporada. La tormenta arrecia arrojando sus olas contra los costados del barco mientras los relámpagos descargan sobre el mar, los truenos les ensordecen con su retumbar y la lluvia... la puta lluvia se cuela hasta los calzones, empapa, ahoga, es un jodido coñazo.

- ¡Los dioses nos amparen!¿Puede alguien explicarme que le veis de bueno los norteños al mar? - exclama tras ser completamente empapado por otra ola descomunal.

¿Qué importa que haya desaparecido esa cosa? Lo importante es llegar los primeros y plantar justa batalla. Si tanto te asusta, puedes volverte a tu tierra...
(Cae una ola)
...sólo necesito a Tempano para acabar con ese sea lo que sea, y a los valientes que deseen acompañarme.
(cae otra ola)
¿Ves? la mar nos refresca la cara durante la boga!!! (Rie)

Observo a Bewin mirandome y se que es lo que piensa o creo intuirlo,quiere que me esfuerce con los remos.Despues mira a Eigil es una mujer increible y cuenta con mi respeto,en otras circunstancias estaria seguramente como compañero suyo o muerto por intentarlo,pero ahora mismo no quiero una mujer en mi vida y menos una a la que facilmente puedo perder como ya me sucedio.Maldigo interiormente esta situacion que me quema por dentro y hace que beba para achacar ese ardor a la bebida o a la adrenalina del combate.
Cojo finalmente el remo y grito en voz alta.
Acaso un enano al que no le gusta la mar ha de responder a preguntas estupidas?.
He de ser yo quien os enseñe a remar?.
Venga esos brazos.
Dicho esto el enano se pone a remar con gran furia.

¿Lo escucháis, compañeros? ¿Esucháis a Gardar? Esa es la forma correcta de quejarse!!!

Dicho esto, Wolwyff se sume en un mutismo total, mientras su cabeza no deja de pensar y pensar, con un brillo de excitación en su mirada. Los músculos tensos, el rostro severo, la actitud desafiante...

«Nada puede deternerme, ni tormenta, ni monstruos, ni la furia de los dioses. Tempus favorece a los valientes, y por la sangre de mis venas, que coraje no me falta... estoy deseando enfrentarme a esa bestia»

"Qué costumbre la de los enanos y humanos de expresar lo que sienten y piensan a voz en cuello" pensó Aidan "Por qué se quejan entonces acerca de la sana costumbre que tiene la naturaleza de expresarse también".

El elfo continuó remando con la misma cadencia y disiplina que lo caracterizaban, pensando acerca de la ferocidad de la tormenta, y de las grandes posibilidades de no volver a tocar tierra. Que interesante sería aquello, pues habiendo explorado gran parte de las islas, tenía gran curiosidad por conocer los parajes del Reino de Corellon Larethian. "Esa si sería una gran aventura" pensó mientras le sonreía a la tormenta.

El paladín asiste mudo a la sarta de tonterías y nimiedades en las que se preocupan sus compañeros...

Si yo fuera el líder de este grupo ya estaríamos planeando la estrategia a seguir contra el gigante, reuniríamos información sobre el rey y sus costumbres, sobre sus aliados y posibles enemigos, prepararíamos una estrategia de búsqueda, preguntaríamos sobre el terreno y sus alrededores... maldición, nos comportaríamos como hombres y guerreros, no como niños y payasos...

Cansado de la falta de seriedad y compromiso de sus compañeros el paladín eleva susurrando una plegaria a Bahamut...

Oh todo poderoso drago de noble estampa, ilumina mi camino para que sea capas de mostrar a estos herejes el poder que me otorga mi fe y devoción a ti, ayúdame a sembrar las semillas de tus futuros dominios, la semilla de una gran iglesia erigida en tu nombre y difundida por todas las islas...

Helfdanne ocupó el puesto del piloto, justo al lado del druida. La mirada de este era de Halcón, pero no era acusadora, era meditativa. Como siempre, parecía estar analizando a Wolwyff, como leyendo entre las líneas de su futuro en ese mismo instante.

Ante la frase de Basiliskadiel, Halga, el gigante de pelo gris abrió sus ojos como platos, incluso llegó a dejar de remar. Luego arrugó el gesto y maldijo en su idioma. Después le dedicó una mirada de reproche a la guerrera pelirroja, que no pudo evitar estallar en carcajadas de nuevo. Coreadas de nuevo por Herger, que nunca perdía la oportunidad de reírse. Y después dijo Heidal.
- ¡Los dioses nos amparen!¿Puede alguien explicarme que le veis de bueno los norteños al mar? – y después fue completamente empapado por otra ola descomunal. A lo que Eigil, la guerrera contestó.
-La mar es nuestra madre, y Tempus nuestro padre. Los hombres de tierra teméis el mar y las tormentas, nosotros las amamos y nos reímos, demostrándole a Tempus que no tenemos miedo. Si hemos de morir en la mar, Tempus ya lo ha decidido hace tiempo, y no podemos hacer nada. En cambio, si no nos acobardamos, nos acogerá en su Salón del Hidromiel como sus vasallos, para siempre.

Luego Wolwyff volvió a animar a la tripulación y todos los norteños de la nave corearon, ¡¡Tempus!!. Y siguieron riéndose.

Viejo Roble se acercó a Zenram, y apoyandose en el cuello del dragon de madera, y le habló a Zenram, sobre el rugido del viento.
-Nunca disfrutas de la alegria y la camaradería de la nave. Me pregunto si hay algo que te incomoda, hijo de Heironeus. Y si realmente deseas continuar con nosotros.

- Me gusta la lluvia sobre los campos cuando estoy en una taberna caliente y acogedora, Eigil, pero cuando he de viajar por los caminos o debo surcar los mares prefiero con mucho un día claro y tranquilo. No es como si... - una nueva ola salta sobre la borda e interrumpe el resto de la frase.

Basiliskadiel observa pensativo la espuma en el mar, se fija en la estela que corta el drakkar sobre la superficie del agua y el rítmico chapoteo de los remos.

- ¿Os dais cuenta de que ahora mismo flotamos sobre el mismo agua en la que viven todos los monstruos marinos del mundo?

Alborozado, se vuelve hacia sus compañeros y con una enorme sonrisa de genuina alegría en el rostro exclama:

- ¡Es fantástico! ¡Nada sino una distancia que no podemos discernir nos separa de ellos! ¿¡No os parece una perspectiva fabulosa!?

(Boga con fuerza)

Ahora mismo eso debe ser lo que se están diciendo los monstruos unos a otros de nosotros, elfo!!!

(Boga con fuerza)

Si tanto miedo te causan, vuelve a tu tierra, que el Norte es sólo para los héroes...

(Boga con fuerza, y una ola se mete por encima de las cabezas de los remeros)

No, Mago... son ellos los que deben temer a Wolwyff, y no Wolwyff a ellos. Bogad fuerte, y cantad, para que sepan bien dónde estamos!!!

Aquí se levanta un instante apoyándose en la borda agarrado con una mano a las cuerdas de la vela.

Dejad que vengan!!! Y si lo hacen, juro por Tempus arrojarme yo al agua a por ellos!!!

Cita:

Puedo disfrutarla como cualquiera, simplemente no entiendo como pueden dejar todas las cosas al ultimo, es como si no les interesara su vida, como si lo único en lo que pensarán es en el momento...