Partida Rol por web

En parte eso estamos haciendo, señorita Heinrich

en todo momento mantiene la tranquilidad y mira la cara enfadada de Michaella

¿Es que acaso no nos ocupamos "nosotros" de traerlos a "ustedes"?

Luego de eso, hector se toma unos segundos para comprender lo que dijo el nosferatu, una vez logrado agrego

- Si realmente les interesa saber cual es ese elemento simplemente se los dire- 

se calla unos segundos, pareciera que aproposito para generar suspenso y finalmente dice

- Tenemos su corazon - hace un risita de burla - hablando de forma totalmente literal -

Ahora es cuando se dan cuenta de porque esa sensacion extraña que tienen desde que se despertaron hace unos minutos en la habitacion ¡Su Corazon fue extraido!

Habían entrado a la habitación. Al menos, ella lo había hecho casi corriendo. Habían visto al hombre, a su postura, a sus papeles. Natalia había siseado, profunda, notoriamente. Retenía a la ira, atada con cadenas, como se retenía a sí misma alejada del hombre que dominaba la estancia y que los dominaba, o intentaba hacerlo, con su indiferencia y su actitud. Fue una suerte que otros se pusieran a hablar primero, se acercaran, se interpusieran entre ella y él. Los ojos de Natalia llameaban mientras se producía la charla, y ella en vez de quedarse quieta comenzó a caminar, breves pasos, para un lado, para el otro, hasta que se quedó quieta. Había oído algo. Algo...

Joaquín. Tienen a Joaquín.

Fue a saltar contra el hombre. Fue a hacerlo, sí, y de nuevo se metieron en medio. Natalia gruñó descolocada, desconcertada, irascisble, fuera de todos sus cánones de carácter. Sus manos se volvieron puños, sus ojos parecieron volverse sangre. Lo tenían, sí, de ello se trataba y de todo ello iba la cosa. Al menos, significaba que le tenían vivo. Casi suspiró, casi, si hubiera tenido aire, y si realmente aquello le hubiera significado un alivio. Lo era, definitivamente lo era, pero le habría las puertas a muchas cosas que Natalia no hubiese tenido intenciones de mirar. Sin embargo, si ese era el juego, si realmente eso era...

Bajo las manos. Las extendió, las relajó. Se irguió, echó la cabeza hacia atrás, dejó caer el pelo, todo se acomodó.

Y entonces el hombre habló de nuevo, y Natalia actuó instintivamente, casi de forma humana. Llevó una mano a su pecho, y tocó, tocó suave, liso, inmaculado. Tocó su piel inmortal. Y todo volvió. La certeza que le había tranquilizado se esfumó. Se adelantó hacia el hombre, directamente, hasta quedar a centímetros. Literalmente, centímetros.

- ¿Qué hicieron con Joaquín? - preguntó.

¡Hijos de puta, nos estan observando! - Digo justo antes de toparnos con el hombre de los papeles. La primera y efimera impresion es la de un desgraciado que tubo la misma suerte que nosotros. Luego es que, miserablemente, se rebela como un agente de nuestros captores. Escucho atento su dialogo con el grupo, cuando se jacta de tener nuestro corazon. - ¿A que te refieres? - alcanzo a decir, entre dientes furiosos.

Durante unos segundos permanezco sorprendido al lado de Héctor, hasta que una de las hembras me aparta bruscamente para lanzar su propia pregunta. Una pregunta interesante, en su caso deben ser al menos dos corazones los que han tomado.

Ahora es tiempo de preocuparme de mis propios asuntos. ¿Me importa que tengan mi corazón? Es una amenaza igual de efectiva que si aún estuviera en mi pecho, al fin y al cabo pueden matarme. Pero desde luego de este modo pueden ser infinitamente más rápidos. La cuestión es ¿por qué?

Me permito farfullar mi respuesta aunque nadie me escuche. Idiota, ¿'ara qué queréiss un corazón que no late ni ssiente? La pregunta es para mi mismo en realidad. ¿Para qué lo quiero yo?

De entre sus compañeros de celda le llamó la atención aquella iracunda muchacha de ojos verdes. Parecía tener suficiente carácter como para haber aguantado la vida de pandillero que él había llevado, aunque sus habilidades obviamente estaban por probarse. Le divirtió la idea de jugar un poco con ese enojo tan vivo que la mujer mostraba, clamando una y otra vez por un tal Joaquín.

- Je, no se quien carajo será ese tipo pero me agrada todo esto.- Pensó con una sonrisa cínica en su rostro, mientras clavaba sus ojos sobre la muchacha, que ahora parecía querer interrogar al esbirro de Los Jefes. Se concentro en ella, tratando de entender la furia que producía el perder algo que es querido. Y tuvo que remontarse mucho en su despojada historia para eso, a la noche en que la base de su banda fue atacada y sus camaradas muertos por los asesinos de los Jefes. - Sí, nena. Conozco esa bronca, es una mierda. ¡Que ardan todos esos hijos de puta!. Aparte, sos más linda cuando te enojas. 

El tema es muy sencillo dice intentando contestar a Yadiel y a Javier Amablemente un seguidor del set le presta sus servicios a la camarilla de la ciudad, extrayendo los corazones de vastagos vagabundos o infractores que nosotros "Recolectamos".

El corazón es solamente una seguridad extra, por si quisieran rebelarse y no seguir ordenes, pero despreocúpense, se los devolveremos una vez hayan cumplido su servicio a la comunidad. Hace un guiño al terminar la frase.

Una vez escuchada la pregunta de Natalia, el curioso oficinista toma una hoja y la repasa con la mirada.

Es cierto, tengo algunos mensajes para varios de ustedes que probablemente se pregunten que les paso a algunos de sus amigos y los detalles de porque han sido traídos aquí... en su caso dice mirando a la Brujah Al parecer burlo la Mascarada exponiéndose usted y a toda la sociedad vampirica, contándole sobre esto a un insignificante mortal. Vuelve a darle una miradita a la hoja que tenia en la mano Al parecer este tal Joaquín no pudo ser capturado, por un pequeño altercado con los anarquistas cuando intentábamos capturarlo, de todas formas es probable que esos salvajes ya lo hayan despedazado.

Derrepente tu enojo se va acrecentando mas y mas, tu rabia se va volviendo desmedida, tu pasiencia se va terminando y sientes que vas a volverte loca si no dejas salir tu ira.

La noticia del robo de los corazones le desconcertó bastante. En un primer momento pareció hacerse el distraído y no prestarle demasiada atención, al fin y al cabo ese hecho era apenas una palada más de tierra sobre la tumba en que los Jefes le habían atrapado. Era obvio que lo querían de vuelta, seguramente habría nuevos trabajos sucios que hacer a lo largo de los barrios de mala muerte de la ciudad. Y al parecer él era el hombre, pero le extrañó la apariencia de los demás reclutas. Solo el gigante de largo cabello y barba parecía un tipo recio y con madera de mercenario, con lo cuál concluyó en que ciertamente los Jefes estaban totalmente ciegos y en decadencia. Tenía que recuperar su corazón y entonces darles el golpe de gracia, era solo cuestión de tiempo para que ello ocurriera.

- ¿Servicio? ¿A quién tengo que matar para que se termine toda esta joda? - Exclamó con el ceño fruncido el joven en tono de demanda más que de pregunta. Las burlonas maneras de aquél empleado ya le estaban enfadando demasiado como para seguir en esa oficina por mucho tiempo más sin tomar alguna represalia.

Mientras pienso en lo que supone tener el corazón en depósito me pregunto también los motivos del príncipe para forzar tanto la mano. Si antes me parecía peligroso que nos trajeran aquí de este modo ahora creo que debe estar paranoico para arriesgarse a la inevitable venganza que alguno de estos vástagos le desearán. O quizá todos.

¿Y yo? ¿Le odio? ¡Bah! Aún no me ha hecho nada realmente, ya veremos. El loco ha hecho la siguiente pregunta correcta, veré como sigue esto.

Adrián siguió al resto hasta la habitación, en efecto los observaban y quien lo hacía era lo suficientemente despierto como para usar cámaras en lugar de disciplinas o rituales. Siendo su clan el que era, Adrián estaba hasta las pelotas de los vampiros anacrónicos que preferían usar magia en lugar de tecnología, la magia era detectable y rastreable, la tecnología de vigilancia y seguridad era de acceso fácil y barata en comparación. No había forma de saber por el sistema de seguridad quién los había "mandado a llamar" pero algo era seguro, se había tomado bastantes molestias para hacerlo.

Durante la conversación prefirió mantenerse al margen, escuchar, conocer a quien estaba tras la mesa antes de emitir opinión. Resultó revelador el saber que, en efecto, habían sido llevados allí con un objetivo claro, y nada tranquilizador el enterarse por que medios pretendían asegurarse su lealtad. Setitas, sería interesante poder analizar una muestra de su sangre, quizá si jugaba sus cartas correctamente... antes de hablar cambió su visión en un parpadeo, las auras de los presentes se le hicieron evidentes y le serían útiles para estudiar las reacciones de los presentes.

- Supongo, señor Hector, que presentarme sería redundante, asumo que al igual que de los demás aqui presentes posee usted un completo dossier. Quisiera sin embargo consultarle algo... ¿No hubiera sido mucho más fácil mandarnos a llamar? despues de todo, supongo que todos los aqui presentes somos leales servidores de la camarilla, y respetamos sus leyes. - la sonrisa inocente parecía corroborar sus palabras, pero algo en el tono insinuaba una ironía insidiosa - En fin, dado que ya estamos aquí no veo por que debería negarme a jugar el juego, y espero que no le moleste si pido un pequeño incentivo por mis servicios, verá usted, funciono mejor cuando tengo la zanahoria delante de mis narices que cuando me la meten en el culo.

La sonrisa de Adrián era cordial, sus palabras tranquilas, incluso la brutal diferencia entre el tono de sus palabras y la crudeza del cierre de su frase parecían controladas, pero ocultaban un miedo poco evidente para ojos poco entrenados.

Aquel jóven poco había hablado. Cuando lo hizo y se dirigió a Héctor, era exactamente lo que Mateo estuvo a punto de preguntar. De los demás idiotas podía esperar una reacción de tal magnitud. Pero de mí, un jugador leal al príncipe, tomar esa clase de conducta lo fastidiaba de sobremanera. Algo totalmente desmesurado...al menos en su caso...

Al hablar el jóven, Mateo emite un movimiento con su cabeza, de acuerdo con la pregunta formulada...

¿Y que evitaba que el principe nos convocara con condiciones mas...amables? - Pregunta rabioso, el marinero. - Esto no me da buena espina...nos van a mandar al muere, hijos de puta. - dice mientras sus ojos escudriñan el techo, buscando las camaras de seguridad.

Fue acto y consecuencia. El hombre terminó de hablar y Natalia levantó su puño cerrado y lo estrelló contra el escritorio. Sus nudillos habían hecho más ruido por sí que por la destrucción, que no había terminado de causar en la superficie. No tenía respiración que pudiera agitarse demostrando una ira creciente, volátil, tomando el control. Sin embargo, su cuerpo estéril y muerto se las arregló para estallar en decenas de pequeñísimos gestos y explícitos detalles, que lo indicaron para todo el que estuviese cerca. Natalia restregó el puño en el sitio donde lo había descargado, lo restregó como si el escritorio fuese un rostro odiado, un rostro que debía ser partido y abierto, hundido, masacrado con sus propias manos.

- Hijos de puta. ¡Joaquín jamás hubiera hecho nada! ¡Jamás! - siseó, escupiendo las palabras con un desprecio que era ácido, casi venenoso - Insignificantes son ustedes, con todas sus mierdas, temerosos de perder un poder que saben que no les pertenece. Autoritarios, ¿a ustedes qué mierda les importaba? - Natalia enseñó los dientes, pero más que el gesto de un depredador enseñando los comillos, fue el gesto de un humano declarándose suficientemente animal para lanzarse a despedazar a su enemigo - ¿Qué es lo que necesitan, cuántos perdieron antes de nosotros? ¿A cuántos más después de nosotros piensan mandar al frente a pelear sus guerras estúpidas? ¿Qué es lo que quieren, que ni siquiera confían en el egoísmo y el interés de sus propios súbditos, que siempre les ha servido hasta ahora?

Natalia ardía.

Señores, señores dice mientras se para y mueve sus manos haciendo un gesto de alto.

No hace falta ponerse agresivo, - Se vuelve a sentar - No tengo que recordarles que no están en posición de quejarse ni exigir nada, además si se les llegara a ocurrir llegar a agredirme de alguna forma, recuerden que son fácilmente reemplazables y no serian los primeros...

Larga un pequeño suspiro. Es gracioso que no se hayan visto interesados cuando hable de que tengo los detalles de porque cada uno de ustedes esta aquí, de hecho  - Hace una sonrisita, agarra unos papeles a los que hojea y empieza a citar palabras y frases mas para el que para ustedes - Ladrón, Vagabundo, Infractor, atentado, regalo, error, ¿Traidor? - se queda callado meditando unos segundos - Interesantes historias... mmmm...

Parece haberse ido un poco de la conversación.

Efectivamente las historias que cuentan esos papeles deben ser fascinantes. ¿Qué contarán de mi? Tengo curiosidad por saber que han descubierto o inventado pero no me preocupa mucho. Mi mayor pecado es ser lo que soy. Y el motivo de estar aquí es evidente . . . soy prescindible.

Así pues, ¿por qué no jugar su juego?

Me retiro tranquilamente a un lado y me recuesto en espera de las explicaciones que aún faltan. Te escoocho, ha'la.

Me pregunto si los otros le darán oportunidad a explicarse o si alguno sucumbirá a su frenesí y le atacará. No, creo que se controlarán aunque les cueste un esfuerzo. Saben aunque les cueste asumirlo que no podrían dar más de un golpe antes que su corazón fuera aniquilado.

Angel escuchó en silencio las últimas palabras de aquel sinverguenza que esquivaba sus preguntas, desviando la conversación de lo que le importaba entonces. Cuandó finalmente este amagó a contar las historias de los presos una por una, el pandillero perdió como de costumbre la paciencia y se le acercó amenazante para increparlo.

- Dejá de bicicletearnos, pelotudo. Decí lo que tengas que decirnos antes que te lo arranque a trompadas de la boca.- Exigió con vehemencia haciendo hincapie en la pregunta que había formulado hace instantes y que no que había tenido respuesta alguna por parte de aquél bizarro comunicador. Quería cuanto antes su corazón, luego se cargaría al setita que se lo hubiese arrancado, y finalmente iría contra Los Jefes. No podía haber más dilaciones...

Adrián negó con la cabeza, evidentemente ciertos elementos estaban poco capacitados para tratar con situaciones límite. El aranque del tipo de pelo largo le resultó poco coherente, era claro que cualquier intento de atacar al tal Hector resultaría fatal, nada les costaría reemplazar a loo que lo intentaran. Sólo esperaba que la eliminación de un miembro del grupo no significase la eliminación de todos sus miembros.

- Me picaste la curiosidad, aunque más no sea para saber en cual de esos adjetivos encajo, sé que no es entre los cuatro más fuertes, y me intrigan tres de ellos. ¿Alguna posibilidad de que me permitas ver que és lo que me trajo acá? Si vamos a esperar a que se tranquilicen todos, al menos puedo pasar el rato leyendo algo. - Adrián extendió la mano tentativamente, ¿que más podía hacer? - Al menos puedo confirmarte si es cierto lo que se dice de mi.

Mateo carraspea ante las acusaciones de ese sujeto. La falta de decoro de alguno de sus compañeros de encierro lo perturbaba. No podía creer que ese sujeto inmundo, sea uno de los que había mantenido una calma sepulcral, al igual que el otro jóven . Las muchachas estaban como locas... incluso esa mujer atractiva, que le había llamado la atención su clase y distinción, parecía ahora una fiera enjaulada. -ejem... Y ni hablar de la otra morena...Qué desperdicio de hembra...

Acomoda su cinturón comprobando que esté perfecto y lamenta no tener un espejo donde verificar que todo esté en su sitio....

-Creo que acá hay una confusión. Evidentemente no encajo en ninguno de esos adjetivos buen hombre...dice Mateo un tanto inseguro de sus palabras.

¿Que se supone tenemos que hacer contigo? ¿Se supone que tenemos que creer que nos vas a largar "nuestros corazones" si te hacemos un trabajito?, Bah... - Dice bruscamente el marinero, indignado ante la situacion - ¿Que garantia tenemos de que vas a cumplir con tu parte del trato? - dice de forma mas seria esta vez.