Partida Rol por web

Sin esperar a que Rainer recoja el botín me marcho en busca de los otros.

- Yo muriéndome y el clérigo se entretiene en desvalijar la torre - pienso irritado.

Me encuentro co Eldarendil y Wolfgang al borde de la escalera. Mi cara no augura buenas nuevas y así lo confirma el clérigo cuando les cuenta lo acaecido.

- Rainer tiene razón. - digo - Hemos encontrado un buen botín entre joyas y armas pero ¿a qué precio? Uno de los baules tenía una trampa y me clavó un dardo ponzoñoso. - continúo señalando el brazó donde recibí el golpe - Ciertamente me encuentro bien. Tenía la esperanza de encontrar un antídoto en la torre, pero no se si realmente hará falta. Quizás, como dijo Rainer, el veneno haya perdido su efecto con el tiempo. - un amago de sonrisa se forma en mis labios, no se sabe si por esperanza o por desesperación.

Dejo que el ulrita continúe con la explicación y una vez ha terminado sigo yo:

- Sí. En una habitación secreta de la biblioteca encontramos un registro. Se mencionaban varis incidentes relacionados con... - titubeo antes de continuar, recordando lo mal que lo pasamos en Nuln luchando con aquella bestia - ..."ellos". Ya sabeis..., los poderes ruinosos - digo en un susurro, como temiendo que me escuchen - También había un libro de apariencia maligna, que ahora lleva nuestro intrépido clérigo. - miro a Rainer - Espero que sepas que haces con eso. Al menos yo "sólo" he sido envenando. En fin, - termino dirigiendome a los demás - por último el desgraciado de la celda es un proscrito, colega de otros dos. Uno de ellos ya nos lo hemos "encontrado", creemos que es el tipo de la tumba que encontramos en el camino, el tal Alfred. Los guardias que vivían en la torre lo abatieron y se trajeron a su compañero para llevarlo a un pueblo a que le juzgaran. No hay más anotaciones después de esta, así que lo que pasara fue a continuación, pues no llegaron a trasladar al preso.

- Bueno, ¿qué nos queda por registrar en este piso? 

Rainer toma el extraño libro malvado con cuidado y lo deposita en la mesa.

Alza su amuleto divino, la cabeza de plata del lobo, y lo hace girar varias veces en el aire mientras susurra palabras en un lenguaje antiguo...

No me fio de llevarlo... tal vez deberiamos quemarlo ahora mismo... ¿habra traido la desgracia a este lugar? No podre dormir con él cerca... ayudadme y hagamoslo juntos. Os necesitare a mi lado para el ritual...

Pero... ¿Qué tiene de malo ese libro? -pregunto, intrigado. Un hechicero puede ser maligno, o un demonio, pero... ¿Un libro?. Los libros no muerden- Nunca he entendido porque los clérigos tenéis esa tirria por los libros. En mi pueblo natal, quemaron una biblioteca solo por si acaso tenía algún libro maligno. ¡Los libros son cosas, no pueden ser malignas!. No obstante, a mí me da igual lo que hagáis con él, no se leer.

Por otra parte, está el tema del veneno. Como ya he dicho antes, no creo que ahora esta torre esté deshabitada. Si te has clavado un dardo, deberíamos de buscar por la torre. Quizás haya algún tipo de veneno. O quizás podamos hacer algún remedio natural con hiervas, pero yo no se hacerlo, y tendríamos que salir de la torre. ¿Ninguno sabéis hacer un contraveneno a base de plantas?. Los boticarios es lo que hacen. Yo tenía un tío boticario. Sabía hacer muchas cosas. Si estuviese vivo, seguro que todo el mundo hablaría de él. Yo, personalmente, hablaría de alguien que tendría 104 años...

Muevo la cabeza, callado, intentando comprender todas las novedades que nos cuentan Rainer y Johannes...las sopeso, una a una, y voy de a poco comprendiendo el porqué del dolor y la tristeza que noté en la torre.

Con la mención del veneno, en cambio, mis manos se mueven presurosas, hasta encontrar la pequaña caja en la cual guardaba un frasco con algunas sanguijuelas.

-Johannes, aqui tengo algo para tratar el veneno...si te sientes mal, podríamos aplicarlas. No es de mi agrado utilizarlas, pero, en caso de vida o muerte...-callo, sintiendome algo contrito. Podría estar hablando de la muerte de un amigo.

Al ver que no parecía tan grave, enfoco el tema del libro.

-Compañeros, creo que de esto, Rainer sabe mas que nosotros. Quizás otro de mi pueblo, mas versado en los Vientos, podría dar información mas certera, ya que conocen mucho. Pero yo no he sido introducido en los Secretos, asi que confío en que Rainer sepa lo que hace.-digo, al cabo de unos momentos de meditarlo.

Repaso nuevamente las palabras de los demás en mi mente, y un detalle quedó claavdo, como una espina.

-No creo que debamos apurarnos a felicitarnos por el tesoro encontrado...la maldad habita en este lugar, y podría bien ser que algo de ella haya quedado impregnada...-Susurro admonitoriamente para mí mismo.

-El sótano, creo, es lo que nos queda por revisar. No conozco el estado del mismo, pero quizás nos permita el paso seguro hacia las profundidades.-contesto ahora a la última pregunta de Rainer, en voz alta.

El tesoro debe ascender a algo más de doscientas coronas con las joyas, todo dependerá de cuánto valgan, mucho, aunque no como ese enorme pedrusco que entregasteis a Oldenhaller, que tan buenos beneficios os reportó. Luego está el asunto del libro, la nota decía que debía ser entregado a los sacerdotes de Morr para su destrucción, el clérigo piensa al respecto: debe tratarse, sin mirarlo demasiado, de un libro para invocar a los muertos. De ahí su entrega a los sacerdotes de Morr. El clérigo intenta aplicar su débil magia sobre el libro, obteniendo únicamente un destello azulado que dura un breve instante, aún no tiene el poder de un clérigo.

Johannes empieza a sentir mucho frío, aunque claro, todos tenéis frío, la humedad de la torre es evidente y la tormenta sigue en el exterior, el caballo sigue moviéndose intranquilo; Wolfgang ha abierto la bodega, a simple vista, y sin bajar, parece un almacén. La media docena de sanguijuelas que llenan el brazo del ladronzuelo siguen chupando sangre. En ese mismo momento Johannes se zarandea, como si fuese borracho y su cara se pone blanquecina, con unos enormes ojos y un temblor en las manos: el veneno ha hecho efecto.

Aparta la mirada ante el uso de sanguijuelas para curar heridas. Solo un Dios deberia poder sanar y no las patrañas y artes de brujeria hereje...

Necesitaremos llevarlo a los sacerdotes de Morr definitivamente... pero sera mejor dejarlo apartados de nosotros mientras estemos aqui... no me fio nada de eso...

Apenas deja el libro lejos de su alcance cuando ve a su compañero caer enfermo. Se aproxima a su lado y observa su cuerpo .

¡Maldita sea! Sabia yo que las manos de un ladron deben mantenerse a distancia de un tesoro desprotegido... ¡siempre traen sorpresas! grita Rainer mientras trata de identificar los efectos del veneno. ¿Alguno sabe de cual podria tratarse? Temo que él sea el unico capaz de identificarlo.

¡JOHANES! ¡RESPONDE!

- No me siento...muy bien...Frío - alcanzo a decir antes de caer al suelo derrumbado - ¡¿Qué está pasando?! - mi voz delata angustia - ¡Ayuda!

-Ohh, no! Johannes!-exclamo, al ver derrumbarse al suelo el cuerpo de nuestro compañero. Apresurado, recurro al único remedio que tengo: preparo las sanguijuelas, mientras busco en las manos de Johannes la herida envenenada.

Le coloco las sanguijuelas, esperando que pueda recuperarse: ahora es cuestión de tiempo.

Maldición -digo al ver a Johannes en ese estado- Espero que puedas hacer algo Eldarindel, porque esto no pinta bien. Y tampoco podemos ir a ver a ningún clérigo ahora. El veneno parece rápido. Si eso no funciona, me temo que estará perdido. A menos que... Rainer, mientras Eldarindel aplica el remedio a Johannes, creo que deberíamos de ir a buscar por la parte que no hayamos explorado de la torre. Con suerte, encontraremos algún antídoto. Bueno, todo hay que decirlo, con mucha suerte. No obstante, poco podemos hacer aquí parados, a parte de ver su agonía...

Venga, no hay tiempo que perder...

Te incorporas del suelo, con dificultad y torpeza. El mundo se vuelve algo...borroso, como si hubieses cruzado los dos ojos, oyes algunas voces que deben ser de tus amigos, también les ves a ellos, aunque no les distingues bien.

Maldito ladrón, hay que identificarlo -dice una voz
No, es Johannes dice otra.
Es una maldición. El veneno es rápido, el brazo está perdido. Quítalo. Es un antídoto. -dice la tercera
En la torre dice la segunda
No hay tiempo que perder -dice la tercera

Notas como alguien te agarra del brazo, oyes tres disparos y muchos pasos alrededor, todas las siluetas se mueven y agitan mucho los brazos, un caballo relincha.

Johannes se incorpora con dificultad, parece no veros pues no so enfoca con los ojos, tiene una estúpida sonrisa en la cara y le babea la boca. Realiza movimientos lentos y muy torpes mientras Eldarendil le coloca las sanguijuelas en el brazo. Grita piediendo ayuda, pero no deja de sonreir. Ninguno sabéis qué hacer, ni siquiera vuestro único curandero: Rainer.

El suelo está muy húmedo y realmente hace frío, eso no es bueno para la salud de nadie. El caballo no para de relinchar y los truenos se suceden unos a otros.

A pesar de mi debilidad me reincorporo al escucharles.

- ¡No! ¡Mi brazo! Es mío, ¡no me lo quitaréis!- grito mientras saco fuerzas de donde no hay para alejarme - ¡Soltadme! - echo mano a la espada y la blando en un arco para que nadie se acerque - ¡Sí! Un antídoto. Tengo que buscar un antídoto en la torre. ¿Gunther cuenta conmigo sabéis? ¡Jajaja!

Por un instante hago amago de marcharme escaleras arriba, pero justo al final me vuelvo.

- No os acerquéis a mi brazo, ¡Eh! - digo haciendo aspavientos con la espada.

Todo ocurre muy rápido: alguien me agarra y comienzan los disparos.

- ¡He dicho que no me toquéis. MI. BRAZO.! - procuro zafarme de la presa, dando un tajo si hace falta, para una vez libre correr hacia la escaleras aprovechando la conmoción y subir al siguiente piso.

Johannes parece estar bajo los efectos de algún raro veneno: se mueve y se queja pero con palabras extrañas. Lo único que se me ocurre, luego de ponerle las sanguijuelas, es intentar sostenerlo para que no se lastime solo.

-Sosténganlo! No dejen que se lastime moviendose de esta forma! Debemos dejar que las sanguijuelas hagan su trabajo!.-les digo a lso demás, mientras intento sujetar a Johannes, su forma moviendose convulsivamente..

¡Esto ya lo he visto antes! -Exclamo al ver que Johannes intenta levantarse- ¡Hay que sujetarle!. ¡Esto es como cuando a alguien le sacan una muela, hay que sujetarle bien fuerte, ya que sacan fuerzas de flaqueza e intentan escapar!. Esto me lo enseñó mi tío el boticario... Una pena que no me enseñase también a hacer antídotos... Quizás estaba demasiado ocupado hablando como para mostrar atención a lo que decía sobre los contravenenos... Maldición.

Dicho esto, sujeto con fuerza a Johannes, para que Eldarindel puede aplicarle las sanguijuelas...

Por Sigmar, espero que las sanguijuelas funcionen...

Rainer se abalanza sobre su compañero, tratando de quitarle las armas y sosteniendole para que no se haga daño.  Solo porta la rodela para evitar hacerle daño a su amigo... ¿que le estaba pasando?

¡Para JOHANES! ¡AGUANTA!

Wolfgang agarra del brazo a Johannes, por el otro lado es Rainer el que intenta agarrar el brazo que porta la espada, cuando el ladrón lo nota describe un arco horizontal con su espada de izquierda a derecha, de no ser por los reflejos de Rainer y el impacto contra su rodela, la espada hubiera herido a los tres. Una vez bloqueada, el clérigo desarma a Johannes; y entre los tres le agarráis, el grita que no le arranquéis su brazo, que lo necesita.

Suenan varios truenos y un destello ilumina el lugar, al final Johannes resbala y se golpea con la cabeza en el suelo.

El arco que el ladrón de Altdorf describe con la espada choca con algo duro, sin embargo algo le golpea ese brazo y le arrebata la espada, varios brazos le agarran ya rañan, y le hacen daño, como si una horda de gatos le atacara. Suena un disparo más, y una enorme luz blanca ilumina la estancia durante un momento. Eso permite ver cinco figuras, siendo que sus amigos eran tres.

Algo agarra a Johannes de la pierna y le hace resbalar sobre el suelo mojado, pierde el equilibrio y su cabeza golpea las baldosas, todo se vuelve menos difuso, pero sí más oscuro, está boca arriba y medio inmovilizado.

Rainer tapa con una manta el cuerpo de Johannes y lo tumba con cuidado. Debera luchar solo contra el veneno y la debilidad junto al frio pueden ser letales. Aleja el arma de su amigo que debido a la locura casi le golpea.

Tened cuidado... podria haber mas trampas como esta por la torre ... no podemos caer todos enfermos, ¿quien nos protegera de los monstruos de fuera?

Desesperado por la visión de Johannes, al que había llegado a considerar un compañero, un amigo, luchando a brazo partido contra un insidioso veneno, mi mirada corría frenética entre mis otros compañeros. Rainer, el aspirante a clérigo, sujetaba con fuerza los brazos de Johannes, pero poco mas podía hacer. Wolfgang estaba asimismo sujetandolo a Johannes, y entre los tres podía palparse un aura de impotencia. Nada...no podíamos hacer nada. Nada mas, al menos, que sostenerle la mano a nuestro amigo, y esperar que su cuerpo y su alma lograran vencer a la extraña sustancia que estaba en su interior.