Partida Rol por web

Una mueca con un ojo entre cerrado y el otro mirando a Raul, los labios repitiendo sus palabras para si

-Luis? y ese quien es?

Luego escucha el grito de Facundo y se voltea a mirar hacia la ventana con cara de no me jodas

-La concha de la lora y la que te pario Ernesto, pasame a Henar, Facundo, y vamos a buscar al pelotazo en contra ese

Dice, metiendo medio cuerpo por la ventana, esperando que el locutor le alcance a la mujer

Al asomarse por la ventana del cuarto de baño, Diego no ve a Facundo por ninguna parte. El cuarto de baño está vacío. Lo que no es de extrañar, ya que es Camestres quien, al dirigirse a la puerta principal de la casa y abrirla se encoentra con el locutor, solo, con una piqueta de montaña en una mano y un machete descomunal colgándole de la cintura, dirigiéndose al pasillo.

La apertura de la puerta fue demasiado para los nervios del locutor. Simplemente la sentir el movimiento de la hoja de madera cambió de posición y empuñando la piqueta con ambas manos se preparó para dejarla caer sobre el lobo-humano que estaba seguro se le vendría encima.

Por suerte para Raul, Facu fue capaz de reconocerlo antes de dejar caer su nueva adquisición sobre su cabeza y, con esfuerzo, detener el proyecto de golpe - Estuvo cerca - comentó mientras respiraba profundamente - Voy a la habitación - le informó antes de darse vuelta y continuar su camino por el pasillo buscando la habitación de la que había salido segundos antes - Tengo a la mujer encerrada en el armario... y no quiero se escape -

¡Iellia ies lia cliave die tiodo! - El profesor casi corrió hacia Facundo. - ¿Diondie iestia?

Parecía que František cada vez hablaba peor el castellano, desde luego estaba muy alterado.

El impulso de gritar como un desquiciado se corta en el primer segundo. Ernesto cree que sus cuerdas vocales se le han encogido, deshecho, roto y pulverizado, como todo dentro de su cuerpo, su sangre, su corazón y su coraje. Por un instante, incluso, cree que le ha ganado la parálisis y que no podrá moverse de donde está. En la oscuridad, sus ojos desmesuradamente abiertos son como dos mínimos alfileres. Sus pupilas, encogidas al máximo. Su corazón hecho una cereza seca.

Quizás es la adrenalina. Quizás, la locura que ha cubierto su mente drogando toda su razón. O quizás es un designio de un Dios en el que jamás ha creído, y menos luego de su juventud. Pero de alguna forma, por algún motivo, reacciona al instante. Sus dedos, que nunca habían estado demasiado en sintonía con la tecnología, teclean con rapidez y prefección lo que deben. La pantalla de la cámara del móvil hace que el anterior rayo de luz, que indicaba que la conexión con Facundo Caballero había finalizado, se apaga y da lugar a un cuadrado negro. El sótano.

Ernesto espera un pulso. Trata de asegurarse que el aliento y los sonidos están derecho hacia donde está él. Y de pronto, el flash.

La luz atraviesa el sótano en la dirección de la criatura, un puñal blanco cegador directo a las sensibles pupilas dilatadas. La figura del infierno se recorta perfectamente bajo la repentina claridad. Ernesto levanta el revólver y dispara, totalmente seguro de a dónde lo está haciendo, apuntando a la cabeza de la criatura. Confía que aquel relámpago blanco demore un segundo el avance y que, de esa manera, la bala alcance a la criatura con más facilidad. Y directo al cerebro.

Saca el medio cuerpo de la ventana y mira hacia donde esta el resto de sus compañeros, camina hasta la puerta, apolla la espada sobre su hombro

-Y entonces, que hacemos? no podemos escondernos y dejar a Ernesto a su suerte

- En el armario de su habitación, ya lo dije. Y con las puertas atadas, excepto que sea contorsionista no creo que pueda haber escapado. Además fue solo un minuto mientras buscaba algunas armas - la contesta el locutor al profesor - Parece que las podemos necesitar - con su piqueta de largo mango en la mano Facu parece... un locutor con una piqueta en la mano. O sea, alguien totalmente inutil para un combate.

- No... alguno debería ir a buscarlo, hablé por celular, está en el sótano - le contesta al cámara

¿Contog... Contros... Con-tog-sio-nis-tia? - Consigue decir por fin el anciano. - Precisamente eso me temo.

Ceba su arma y va hacia la casa en dirección a la habitación dde Henar.

No sion di pliata piero siegvirian ispiero.

Tras un instante andando se frena, para darse la vuelta hacia Facundo.

¿Dionde iestá lia cosinia?

- Allí - el cámara señala en dirección a la cocina preocupado por lo que le ha podido entender al europeo - Pero no, até las manijas desde afuera y ella estaba adentro - se lo escucha murmurar mientras avanza seguro en dirección a la habitación dispuesto a asegurarse que las puertas del armario están tan bien cerradas, y atadas, como el las dejó.

Ver a todo el mundo armado intranquilizaba bastante a Camestres, aunque no tanto como observar sus manos desnudas. Picos, palas, espadas y demás armas varias parecían manar en profusión de la misteriosa casa, así que el valeroso asistente no tuvo mejor idea que seguir a sus compañeros hacia el interior del lugar.

Amargamente se arrepintió Camestres de haber abandonado la seguridad de su escondite en el tejado, algo que no se reprocharía por última vez en aquella fatídica noche.

- Ni en pedo me vuelvo a quedar solo...

El anciano sin dar mayor explicación se encamina hacia la cocina, según las indicaciones de Facundo.

-NO!

Dice Diego mirando al locutor desafiantemente

-No vamos a ser tan pelotudos de separarnos nuevamente, vamos todos por el, sabes que si el estuviera en tu lugar te iría a buscar sin dudar, no seas hijo de puta

Mientras comienza a golpear el lomo de la espada contra su hombro nerviosamente

- Y dejar a la mujer encerrada? - pregunta Facu sin querer comprometerse a algo que puede ser peligroso - Por lo menos primero veamos que sigue encerrada - aclara entrando a la habitación y observando las puertas del armario que ató con las cintas de la persiana.

Facundo pasa junto a Diego, ignorando su sugerencia y avanza unos pasos hasta asomarse por el pasillo de la habitación de matrimonio. Allí comprueba que la puerta está en efecto, cerrada con cuerdas, pero sus puertas están siendo presionadas hacia fuera y Henar está sacando una de sus manos, intentando desatar las cuerdas.

Pero antes de que nadie tenga tiempo de actuar, escucháis una detonación. Lejana y amortiguada por provenir de algún espacio interior, pero inconfundiblemente, un disparo.

Has visto a esta bestia recibir disparos e inmutarse muy poco por ellos, pero esta vez, no sabes por qué, pareces haber acertado en algún punto débil, pues su grito de dolor parece muy auténtico. Por desgracia, la misma luz que le deslumbra a él deforma todas las sombras y te hace imposible saber cuál ha sido ese punto, si es que lo hay.

Como respuesta, la criatura se lanza hacia delante, bloqueando el poco espacio de salida que tendrías, goteando saliva y sangre sobre tí.

Sigue a Facundo en la búsqueda de Henar

-Nunca dije que la dejemos encerrada, vamos a llevárnosla, si nos encontramos con el lobo, ella va a evitar que nos arranque la cabeza... te convine que no se te allá escapado

Cuando llegan frente a la puerta y ve los intentos de Henar por escapar mira con complicidad a Facundo.
Pega un espadazo a la cuerda para cortarla y así poder abrir la puerta, cuando escucha el disparo, se deja de perder el tiempo y abre la puerta de golpe. Intenta tomar a Henar y sacarla de la casa

-Busca a los otros mientras Facundo, nos vamos a buscarlo AHORA!

Si hay algo que a Facu no le gusta es recibir órdenes. Y menos si estas provienen del cámara que se ha dedicado ha hacerle insoportable el viaje. Sin embargo, más allá de sus deseos, no puede menos que reconocer que tiene razón, por lo que menenado la cabeza, obedece a regañadientes

- Vamos... está en el sotano. Lo más rápido es la ventana - comenta mientras abre nuevamente la puerta del baño y verifica con su piqueta firmemente empuñada frente a el que no haya una sorpresa dentro del mismo

- RAUL! PROFESOR! - eleva la voz llamando a quienes, se supone estan en la cocina - AQUI QUE NOS VAMOS - insiste tras verificar que nada los espera, tampoco al otro lado de la ventana

Facundo lidera al grupo a través de la ventana o de la puerta delantera hacia el jardín. Una vez allí y con Henar arrastrada del brazo de Diego, a medio camino enttre la estupefacción y el miedo, os acercáis a la puerta del sótano de esta casa. De la oscuridad no surje más sonido que el susurro del viento al pasar por el respiradero del otro lado de la sala principal, en la que no parece haber nadie.

Casi no ve el movimiento. La cabeza desciende sobre el cuello pero se ensarta en su hombro, ocupándolo casi por completo. Al dolor, intenso e hirviente, le sigue algo aún peor: el sonido del hueso al quebrarse, un sonido grave y hueco que predice la rotura de algo importante, como el homóplato o la clavícula. El cuello de Ernesto se arquea para gritar tan fuerte como puede mientras la criatura busca afianzar su presa y empezar a desgarrar..