El Avestita no decía nada, esperando que el otro novicio contara por fin que había en el papel.
Estaba esperando, pero mejor lo escribo no sea que me esperen XD
Nicarius observó un instante el papel plegado y pronto se decidió a leerlo. La carta estaba dirigida a Limper.
Hemos mandado a Kfinn a robar la estatua pero no ha tenido éxito, no se que ha sido de él pero me temo lo peor. Al menos ha podido filtrarnos algo de información. La estatua estaba siendo preparada para transportar hacia Ligaheim a través del portal de salto hacia Madoc. Quizá sea inteligente interceptar la nave allí.
Hemos averiguado que hay más gente detrás del fluido. Un grupo alienígena lo persigue, quizá debido a su interés tecnológico pero no hemos conseguido saber nada más de ellos pero si están interesados en semejante tecnología se puede esperar que sean Vau quienes vayan tras ella.
Como bien sabes nos jugamos mucho. No cabe duda que si conseguimos fabricar el arma nuestras facciones en Estigma tendrán muchas más opciones. Pero no es trivial el asunto que se te ha encargado. Los alienígenas están moviendo sus fichas y si se confirman mis sospechas no son una facción fácil de combatir.
Nuestro contacto en Ligaheim es el sacerdote Mortinus. Él es quien debe recibir el fluido.
Confío plenamente en tu capacidad. Se que no fallarás. La orden Eskatónica está en tus manos.
Tu gran amigo,
Darius.
Nicarius leyó la carta en silencio. En su rostro se reflejaba un cierto desconcierto. Abrió la boca un par de veces sin llegar a pronunciar palabra alguna. Finalmente dobló el pequeño trozo de papel y lo guardó:
- El líquido de la estatua parece ser muy importante para mi Orden. Debo entregar la estatua - o su contenido - al sacerdote Mortinus en Ligaheim. El problema es que parece que hay más gente tras la pista de este artefacto, como hemos visto. La carta habla de unos alienígenas que podrían ser Vau, aunque el autor no tiene datos concretos.
¡Perdón por el retraso!
-¿¡Vau!? Vaya, eso es... inesperado. Hubiera esperado conflictos entre diferentes casas nobiliarias, entre gremiales, incluso con la Iglesia... pero, ¿¡vau!? ... umf. -exclamó el magistrado. Desde luego le había sorprendido. Tanto que habían logrado dejarle sin palabras. En realidad la palabra "Vau" siempre venía acompañada del misticismo de lo apenas conocido, bañada de una pátina de miedo y maravilla. Tantos cuentos, tantas noticias contradictorias... Para bien o para mal había surgido, y todo le decía al cara-gris que no sería para lo primero.
Por algún motivo la presencia de los Vau no sorprendía a Ilias.
Probablemente seria por la figura que habían visto en el crucero trampa.
- ¿Y ...estamos muy lejos de Ligaheim? - Dijo calmadamente el Avestita.
La mujer se giró para mirar al resto.
-Si ese líquido fuera mío y lo estuvieran buscando otros, lo sacaría de la estatua. - La señaló. - Es muy grande, no se puede transportar con facilidad, lo único que puede hacer es estorbar.
Podía no saber de muchas cosas, pero de ocultar objetos si.
-Es más sencillo ocultarlo si es más pequeño. - Aclaró. - Sobretodo si hay que seguir viajando con ello.
El Cachorro se alejaba definitivamente del gigante volador en el que habían estado atrapados. Lejos ya quedaba ese recuerdo y ahora era otro el problema que tenían frente a ellos.
Peter Fillion soltó una carcajada tras la pregunta del Avestita.
—Pues ciertamente no. Y este cacharro no tiene mucha más autonomía así que o tomamos tierra ya o...
El hombre dejó la frase en el aire mientras señalaba al exterior. A través del cristal de la cabina de control del Cachorro se veía el maravilloso, tecnológico y rico mundo de Ligaheim, el principal planeta de los gremios.
Nicarius asintió:
- Parece pues que el Pancreator nos ha echado un cabo... Aterricemos cuanto antes, debemos encontrar al sacerdote.
Ilias contempló el planeta herético por la ventana con una mezcla de asco y nerviosismo.
Un Avestita no va a caer muy bien entre tantas almas corruptas - Pensó con desdén mientras su mano acariciaba su querido lanzallamas de forma instintiva.
Miró a sus improvisados compañeros de batalla y no puedo evitar sentirse un poco desplazado por sus orígenes. El único que podía compartir un lazo similar a el, era un Eskatonico. Ilias se sentía fuera de lugar.
Arrodillado, empezó una plegaria al Pancreator por sus almas y para darle fuerzas para ser su faro de luz y rectitud. EL novicio no sabia latín pero había memorizado esas palabras a lo largo de sus años de adoctrinamiento.
Pater, te precor ut separes, purifices et iungas meum salem, meum sulphur et meum argentum vivum spiritus sancti flamma in occulto pectoris mei catino ...
Pronto El Cachorro tomó tierra en Ligaheim. Fillion consiguió aterrizar el transbordador en un claro fuera de los límites de la gran ciudad.
Después de mucho tiempo volvieron a ver la luz del sol y a pisar tierra firme. Para muchos estar tanto tiempo embarcado podría ser normal pero para otros no era tan normal. Especialmente para Daynee. Ella no era más que una mujer civil, quizá con poco entrenamiento militar y la situación empezaba a sobrepasarla, aunque poco decía de todo ello su rostro.
Peter se acercó a Nicarius y le puso una mano en el hombro.
—Supongo que aquí se separan nuestros caminos —dijo dirigiendose a todos—. No te envidio novicio. No se realmente que representa tu carga y casi estoy mejor sin saberlo... Te deseo suerte.
Un instante después todo fue silencio, quizá todos estaban digiriendo un poco lo que había pasado. ¿Cuál sería su siguiente paso? ¿Realmente tenían que dar un siguiente paso? Seguían estando confusos pero al menos ahora estaban en tierra.
En Ligaheim la discreción era el pasaporte a la buena vida. La situación política del planeta era difícil y peligrosa. Con varios centenares de gremios representados en el planeta todo es posible. Cualquier cosa que pueda pagarse con fénix es legal y de hecho se hace. Afortunadamente para ellos la nave no había levantado demasiado revuelo en la gran ciudad. Quizá su situación no fuera muy legal pero es no importaba demasiado en Ligaheim si nadie se enteraba. A poco más de quince minutos andando se encontraba el núcleo civilizado del entorno pero el camino podía hacerse complicado si cargaban con la pesada estatua.
¿Cual sería su siguiente paso?
-Supongo que la idea de compadecerse de un magistrado que perderá la cabeza (literalmente) si no entrega la estatua no entra dentro de la ecuación, ¿verdad? -apuntó con cierto tono de sarcasmo el cara gris, dirigiéndose a nadie en particular.
Había contemplado cómo la nave se iba acercando al planeta, y cómo la tierra también se acercaba, ahora sus botas pisaban esa misma tierra. Alzó la mirada hacia el cielo, ahí arriba estaba esa nave. ¿Les seguirían? ¿Se volvería a mover?
Pero había cosas más prácticas en qué pensar. Ligaheim, se encontraban en Ligaheim. ¿Qué hacer? ¿Qué voy a hacer ahora? Miró a los que habían sido sus compañeros de viaje. Cada cual tenía algo que hacer, todo relacionado con esa estatua. Todos menos ella. No tenía ninguna obligación con ninguno de ellos. En realidad no tenía ninguna obligación con nadie. De repente todo el peso de los últimos días le vino a la mente. Estaba sola. Otra vez estaba sola. Y la verdad es que no quería estarlo. Pero nunca lo admitiría.
-¿Y si consigues entregar la estatua, magistrado? ¿Tendrías una recompensa? - Daynee entrecerró los ojos igual que hacía Kfinn cuando iniciaba una negociación, intentando parecer más dura de lo que de verdad se sentía.
-¿Sugieres que podrías encontrar una mejor recompensa que el permanecer con la cabeza sobre los hombros? Háblame de eso, por favor -y por extraño que pareciera, Ulrich estaba prestando verdadero interés en la posible propuesta de la joven.
A ver con qué me sorprende, nunca se sabe, a lo mejor tiene contactos en Ligaheim a los que los míos no me permitirían acercarme... por problemas legales, claro.
- Bueno, quieren la estatua ... no lo que hay dentro. Al contrario que nosotros. Eso deberÃa jugar a tu favor ... no? - Ilias observó al magistrado.
- Lo que deberÃa preocuparte ahora es como abrir la maldita estatua sin romperla.
Nicarius asintió ante las palabras de Illyas:
- Está claro: cada uno de nosotros quiere sólo una parte de la estatua. Para mí es importante llevar ese contenido al sacerdote... quizás si contactamos primero con él y lo traemos aquí él sepa como sacarlo de la estatua. Luego maese Ulrich podrá llevarle la estatua a quien desee, para nosotros carece de todo valor.
El muchacho observaba la estatua buscando alguna forma de abrir el compartimento secreto sin dañarla, aunque sin demasiado entusiasmo. La idea de encontrar primero al sacerdote le parecía más lógica. Esconderían la estatua y luego regresarían a por ella ¿qué sentido tendría correr el riesgo de dañarla?
Ilias meditó las palabras del otro novicio.
- Me parece que lo comentas es peligroso. Tanto los contratantes del sr. Ulrich, como nuestros anteriores captores, están interesados en el contenido de la estatua. Saben que la tenemos y a quien queremos llevarla ... presentarnos ante el sacerdote es como candar por nuestro pie a una emboscada. -
Guardó silencio por unos segundos.
- Creo que deberÃamos usar mejor nuestros recursos. Estamos en Ligaheim, estoy seguro que lo que no falta son rateros para que abran la estatua previo pago de su silencio. Luego entregamos la estatua a los clientes del Sr. Ulrich ... lo que nos proporciona dos cosas, la entereza fÃsica del magistrado y un tiempo valioso mientras nuestros posibles perseguidores pierden el tiempo siguiendo la estatua. -
Observó las reacciones de los demás ante sus palabras.
- Tiempo que nos deberÃa servir para contactar con el sacerdote. -
Nicarius escuchó algo sorprendido el plan de Illias:
- ¿Y confiaremos en unos rateros para abrir una estatua que, al parecer, contiene un elemento tan valioso? Dices que pagaremos su silencio pero ¿cómo? Yo desde luego no tengo lo que precisamente se dice una fortuna...
- El ratero no sabe que es lo que contiene la estatua y aunque lo vea tampoco comprenderá su valor. - Respondió Ilias.
- En lo que tienes razón es en como pagar su silencio. - Guardó silencio un par de segundos antes de proseguir levantando ligeramente su lanzallamas. - El fuego purificador de la inquisición servirá -
El comentario probablemente enojarÃa a mas de uno, pero sorprendentemente los ojos del novicio demostraban que estaba de guasa y estaba tomando el pelo a los demás.
Daynee calló mientras los novicios hablaban, su mirada pasaba de uno a otro, y sólamente cuando el avestita dijo lo del fuego ppurificador enarcó una ceja.
-Yo probablemente podría abrirla, pero después de eso... casi se me han quitado las ganas de intentarlo.
Miró al magistrado.
-Supongo que te han pagado por trasladar esta estatua, y que aún tienes que terminar de cobrar, es la manera habitual de hacer negocios, ¿no? Así que ganas tener la cabeza puesta sobre los hombros más el dinero por el servicio. - Miró un momento a los novicios. - Si por causas ajenas el contenido no está, no es culpa tuya, la estatua no ha sido manipulada. - Sonrió ampliamente. - Seguro que ayudar a este pobre novicio puede dar una recompensa interesante.
Nicarius abrió la boca aterrado ante la proposición de Ilias. Balbuceó unas palabras:
- No... No podemos matar a alguien por... nuestra Iglesia...
Luego al comprender por la mirada del avestita que todo era una broma se sonrojó hasta las orejas. Al escuchar a Datnee se volvió hacia ella esperanzado:
- ¿Podrías abrir el compartimento? ¿De veras? Oh, loado sea el Pancreator, eso sería fabuloso...
En su joven ingenuidad al acólito ni se le pasaba por la cabeza que Dainee pudiera no querer colaborar o simplemente exigir algo por el favor.