Partida Rol por web

Las pulsaciones de Losse se aceleraron tal y como siempre sucedía cuando rastreaba a una presa peligrosa que podía acabar con su vida si por alguna razón algo salía mal. Resbalando sobre su trasero y frenando con los talones el elfo se acercó hasta el borde del tejado. Con sumo cuidado para no cometer el mismo fallo que Davros, evitó las tejas más cercanas al borde y se descolgó aprovechando la barandilla de un balcón y los huecos que las piedras de la pared , en los cuales podía introducir la punta de sus dedos de las manos y la punta de las botas. Cuando estuvo a una altura prudencial, saltó al suelo y permaneció en cuclillas unos segundos para asegurarse que su presa no le aguardaba escondida en algún rincón oscuro.

Al distinguir las huellas en la nieve del esquivo extraño se dispuso a seguirlas cuanto antes para que no se separase demasiado y pudiese tenerlo controlado desde la lejanía. Losse no se equivocaba, al asomarse con cuidado a la esquina de la calle avistó a su enemigo entre la multitud intentando mezclarse entre ellos para desaparecer de los ojos de cualquier posible perseguidor. El explorador supo entonces que su presa podía ser rápida trepando o escalando, pero muy bueno tendría que ser ocultando su rastro para escapar del experimentado elfo. Tras años cazando para los monjes del monasterio en los tupidos bosques cercanos a Everlund, seguir a un humano con unas pisadas tan características en un suelo cubierto por nieve el polvo era pan comido. 

Durante aproximadamente media hora Losse fue la sombra del extraño. En un determinado momento su presa se detuvo en una esquina y por un segundo el elfo temió haber sido descubierto. Sin embargo, cuando los matones que habían amenazado a sus compañeros aparecieron para unirse a él, el explorador respiró tranquilo. Ahora incluso era más fácil seguirlos! No andaron durante mucho rato más ya que tras cruzar dos bloques más los hombres se detuvieron frente a una casa de dos plantas con una tapia alrededor. Los hombres se estiraron un poco las ropas y con su propia saliva se peinaron lo mejor posible, acto seguido los cuatro entraron en el recinto.

PuertaRosa rezaba en el letrero de azulejos fijado a una de las columnas de entrada.

VISTA GENERAL

PRIMERA PLANTA

SEGUNDA PLANTA

Hmmm... decía el enano NO está mal. Pero no sabía a que se refería con "pedir favores desagradables", no era muy amigo de los eufemismos. Pero parecía que el gnomo se manejaba mejor que él en aquella ciudad. Al enano le apestaba y sólo quería tomar una cerveza. ¿Y ahorrrra qué? - preguntó el enano esperando que el gnomo le indicase que hacer ahora...

Pese a no tener todas consigo,  ésto no dejaba lugar a dudas. Definitivamente el encapuchado era cómplice de un grupo de matones. Probablemente de los mismos que armaron el revuelo en el callejón.

A Losse no le gustaba llamar la atención cuando estaba persiguiendo a alguien, así que, cuando el grupo de matones entró en el edificio, el elfo se acercó a uno de los niños que correteaban por la calle y le ofreció una moneda de plata a cambio de acercarse a la entrada tapiada. Desde la lejanía, Losse observó si alguien lanzaba algún tipo de mirada furtiva sobre aquel muchacho.

Una vez comprobó que todo estaba en su lugar, el elfo dio un rodeo hasta colocarse en la parte derecha de la casa. Se pegó al muro y puso toda su atención en una de las ventanas para ver si escuchaba algo de interés.

Allen se percató de que al marcharse, aquellos matones abrian a la multitud a su paso como si fuesen conocidos entre los transeúntes, por lo que pidió a Ogna que preguntase a alguno de ellos quienes eran esos malnacidos mientras él lenvantaba a Jasner por la axila con delicadeza para que los acompañase a El festín de los mares.

No empezaron a moverse cuando Davros apareció entre la multitud y comentó al paladín y a Morwing que Losse había ido a seguirlos, bien por el elfo lunar, esperemos sacar algo más en claro sobre esta gente, pensó Allen.

Morwing se percató de cómo los trabajadores trataban de evitar incluso cruzar las miradas con los matones cuando pasaban cerca de ellos. Algunos bajaban tanto la cabeza que sólo les faltaba enterrarla bajo la nieve, era evidente que temían algo y que por lo tanto sería complicado convencer a alguno de ellos para que les facilitasen información. No obstante cuando Ogna iba a proceder a “camelarse” a alguno, Morwing se acercó a ella y le comentó - Con unas monedas hasta la persona más aprensiva puede llegar a aflojar la lengua, finalizó el hechicero mientras le guiñaba el ojo.

- Esperemos a ver si el último intento de Ogna da resultado y partamos a reunirnos con el resto a la posada.

El elfo, con su característico disimulo, espero a que la calle estuviese libre de curiosos y se dispuso a acercarse hasta la casa. El pequeño jardín que poseía la casa estaba muy bien cuidado, con setos perfectamente cuidados y coloridas flores colocadas con mucho gusto para aprovechar el espacio. Pese a estar cubiertos de nieve y que ahora no fuesen tan llamativos debido a la poca luz, con total seguridad en aquella casa vivía una mujer con gusto por la jardinería. Eso no quiere decir que fuese ella quien se arrodillase a trasplantar y podar todas y cada una de las flores y setos por supuesto. Pero para ser una casa en uno de los barrios más pobres de la ciudad, la casa lucía espléndida en comparación con las de los alrededores. La pintura de las fachadas había sido repasada probablemente éste verano pasado y las rejas de las ventanas de la primera planta no tenían ni una desconchadura en el metal.

Losse, pegado a la pared se colocó por debajo de la primera ventana iluminada de la parte derecha de la casa. Aunque unas pesadas cortinas rosas cubrían casi toda la ventana, la luz conseguía abrirse paso por la rendija entre ellas. En su interior, había gente conversando, aunque por las voces más bien parecía que estuviesen riñiendo a alguien. No se escuchaba demasiado bien ya que el cristal de las ventanas eran de buena calidad, pero desde luego la palabra "ESTÚPIDOS", sonó varias veces. Las pronunciaron por igual tanto una mujer como un hombre.

- .....e quemarlos vivos!!!  ..... pasará a mí!! - Comentaba la mujer, que por su voz debía ser mayor. - os mataré yo misma. ¿...ido panda de borregos?

Si los hombres que habían entrado estaban contestando o hablando, desde luego Losse no alcanzaba a escucharlos, ya que la mujer parecía ser la que llevaba la voz cantante. Las voces del otro hombre no habían vuelto a ser escuchadas en un buen rato.

Tras su caída, más vergonzosa que dolorosa, se puso en pie sacudiéndose la nieve de los ropajes, a la vez que el elfo le avisaba de que iba a seguir al saltimbanqui del tejado - Ten cuidado con éste de arriba, parecía que tenía más de un truco en la manga, suerte y no te metas en líos.  -

Miró a su alrededor y no había nadie, al ver que los problemas se habían ido, ni corto ni perezoso, aprovechó para vaciar su vejiga junto a un barril mientras derretía círculos de nieve y observaba la nube que provocaba.

Se dirigió hacia sus tres compañeros y les dijo - Losse ha dicho que quiere hacer una visita a sus nuevos amigos, se reunirá con nosotros en el Festín. -

- ¡Vaya! Por fin somos Ocho - espetó al mendigo, a la vez que le sonreía. - ¿Hemos acabado por aquí o continuamos de compras? Yo necesito alguna cosilla aún, pero puedo verlo mientras volvemos. -

Las andanzas de Losse en solitario llegaron a su fin. Con tal reprimenda, sabía que mucho no durarían en el interior de la casa, así que borró sus huellas alrededor y se puso en marcha hacia la taberna, recordando con exactitud el lugar en el que se encontraba la casa.

La información que había sacado el elfo lunar parecía bastante valiosa y, desde luego, deberían actuar contra el grupo de matones y sus cabecillas.

Que esos tres malandrines fueran abriendo un espacio entre el gentío para Ogna no era más una clara muestra de que apestaban a sudor y pescado crudo. Pero al parecer a sus compañeros sí les parecía un detalle remarcable así que, empujada por Allen y Morwing, la chica se mezcló con el personal que formaba la estela que esos hombres dejaban. En un abrir y cerrar de ojos ya no era la putilla que acompañaba al grupo que había tenido el encontronazo con los matones sino que era una mas entre el gentío. Se había quitado el chaleco negro que tanto adoraba y lo había guardado en su mochila que dejó al recaudo de sus compañeros. Les dejó también el arco y estoque, guardándose tan sólo la daga bien escondida. Se recogió el pelo en un gracioso moño deshilachado y se recolocó la camisola que llevaba para enseñar la poca carne que llevaba dentro.

Putita, putita, putita, les voy a dar yo putita.- Dio un pequeño rodeo para que no la reconocieran y salir por el otro lado del callejón y se puso a trabajar.

- ¿Pero quien se creen esos que son?- Decía como si la hubieran empujado al pasar.- ¡Habráse visto!- Se acercó a alguno de los brutos de por allí, a uno con pinta de tener pocas luces y cara de no ser demasiado malo.- Esos tres se lo tienen muy creído. - Dijo abriendo la boca de manera exagerada como si se le hubiera quedado un resto de comida entre los dientes.- Aún me deben un servicio.- Frunció el ceño e hizo ademán de salir apedirles cuentas, como si fuera una fulana recién llegada a la ciudad. Estaba impaciente pro llevar al mendigo a la taberna  pues aún tenía que preparar su actuación. Ya tenía una idea.

¿Qué haces insensata? - Dijo un hombre mientras agarraba con sus callonas y arrogadas manos el hombro de la chiquilla. Por su olor a pescado, ropa y sus facciones Ogna supo enseguida que se trataba de algún marinero o algún propietario de alguna pequeña barcaza. En la mano que no utilizó para agarrar su brazo llevaba una caña de pescar y una costera de malla con varios peces de tamaño medio. ¿Qué quieres que te rajen la cara? Déjalos, no hay nada que hacer, su señora tiene muy buenos contactos entre los Shegera y los Hillnew. Tus quejas quedarán en nada, y lo más probable es que te encuentren flotando en el canal, si no te han comido antes los cangrejos... - Dijo el hombre intentando meter miedo a la muchacha y sujetándola lo suficientemente fuerte para no permitir que avanzase. No serías el primer cuerpo que encuentro flotando aguas abajo. ¿Me comprendes? Pues venga tira, no te metas en líos. - Concluyó con un ligero empujón hacia el lado opuesto.

Funcionó.

Si hubiera podido hubiera sonreído satisfecha. Un alma caritativa había aparecido entre la cochambre que circulaba por el puerto. Había que tener fe en las personas. Ogna se llevó las manos a la cara cuando el hombre insinuó que podrían estropeársela.- ¡Oh, dios mío! No soy muy guapa pero con una cicatriz no podría ganarme la vida.¡Qué horrror!- Continuó antes un futuro como el descrito por el pescador.-¿Su señora? ¿Una madame? No la conozco, aunque no llevo mucho por aquí. ¿Quién es ella? A lo mejor la he molestado colocándome en aquella esquina.- Dijo insegura.- Para una pueblerina como yo esta ciudad es como un laberinto. Te lo agradezco, puede que me hayas salvado la vida. No me gustaría acabar en esas asquerosas aguas pero esto es tan grande que ni sé por donde caminar. ¿Qué lugares no debería frecuentar? No me querría volver a cruzármelos por nada del mundo. ¿Frecuentan alguna taberna? ¡Para no ir allí en busca de clientes!

El pescador miró a ambos lados con gesto asustado. Encogió el cuello como temeroso de que alguien se lo rebanase y se acercó a la cara de la muchacha. Su cálido aliento mezcla de tabaco y alguna bebida alcohólica impregno el lado derecho del rostro de Ogna. Yo no te he dicho nada... la señora Rosemarie, ya sabes la de las flores para la fiesta de fin de año, suele utilizar a esos brutos para dar palizas a gente que se mete en sus asuntos o que intenta pisarle el negocio. ¿Por qué crees que todos los floristas le venden sus mercancías a ella? - El hombre se detuvo y volvió a mirar en derredor. No sé por donde pararan esos rufianes, pero desde luego , seguramente donde todos los de su calaña, en la Corona de Cobre, en la otra orilla de la bahía. 

Tras contarle las confieones a la chiquilla, el hombre se aclaró la garganta y se separó de ella, no sin antes advertirle. - No seas tonta muchacha, tu vales mucho más que para estar por ahí de esquina en esquina. 

Así pues, terminadas al menos por hoy las pesquisas en la parte sur de los muelles, Morwing, Allen, Davros y una orgullosa Ogna volvieron hacia el Festín de los Mares con un nuevo compañero, Jasner "El mudo", quien caminaba a su lado ajeno a todos aquellos que le rodeaban. El hombre deambulaba como un zombi allá a donde le dirigiesen ya que su principal preocupación, que era comer, ya estaba saciada por hoy.

La nieve seguía cayendo lenta pero sin descanso sobre las calles de la ciudad. Las corrientes de aire levantaban pequeñas ventiscas que hacían las delicias de los más pequeños cuando eran alcanzados por una de ellas. Las amas de casa cerraban las ventanas de sus casas mientras llamaban a sus hijos para que volviesen al calor del hogar. La noche se abalanzó sobre Athkatla en un visto y no visto. Las calles amplias que habían recorrido los compañeros hacía rato, parecían estrechos pasillos de una gran mazmorra, sólo alumbrados por alguna débil luz que se escapaba de alguna casa y algún que otro farolillo de aceite.

Para cuando llegaron a el Festín de los Mares, el grupo estaba literalmente cubierto de nieve. Al menos, el calor que desprendían las chimeneas, que calentaban la estancia principal de la mancebía así como los cuerpos de más de medio centenar de parroquianos, hicieron que los cinco entrasen en calor muy pronto. No hubieron de esperar mucho hasta que una mesa quedó libre y pudieron sentarse para tomar unas cervezas y comer algo de pescado en salazón al que generosamente les  había invitado Pulgar. No habían terminado la primera pinta de cerveza cuando Losse apareció por la puerta de la abarrotada taberna. Una ligera sonrisa asomaba en el fino semblante del elfo y eso era una buena señal.

El paladín guió al pobre Jasner, que seguía ajeno a cuanto le rodeaba, hacia la mesa que había quedado libre. Una vez allí, le habló al mendigo directamente a la cara,lenta y gentilmente, - Beberás y comerás lo que gustes y luego, dormirás en mi habitación,en mi cama. Yo dormiré en mi saco de dormir.- Cuando Pulgar trajo el pescado y la bebida se la ofreció a Jasner, suponiendo que ese gesto sí que sabría cómo interpretarlo. Señor, ¿es posible que tenga algún tipo de herramienta para liberar a este pobre hombre de sus innecesarios grilletes?, y por algún casual sabría algún sitio en esta ciudad donde pudiesen hacerse cargo de un hombre en su estado? - concluyó.

Pulgar miró asombrado al grupo que tenía ante él. No había reparado en la presencia de Jasner hasta que Allen hizo su pregunta. Que la furia de Talos caiga sobre mi taberna! ¿No es éste Jasner el loco de los muelles? ¿A qué clase de amigos me traes aquí Davros? - Preguntó al bárbaro mientras sonreía. Atendiendo al paladín el hombre se rascó la cabeza - Hmmm pues sí, quiero decir, creo que sí. No sé si tengo unas cizallas en el almacén... Ehmm, hmmm, no vayáis a pensar mal! - Rió levemente - Es sólo para cuando algún barril se resiste y tengo que emplear otros métodos para abrirlo. El caso es que... ¿Decías que si algún sitio podría hacerse cargo de él? - De nuevo miró a Davros no sabiendo muy bien si el paladín hablaba en serio o es que era un bromista. Al ver que aquello no se trataba de ninguna broma pasó su sucio trapo de limpiar las mesa por su cara como gesto de incredulidad. Puede que en alguna capilla de Ilmáter, en el distrito de los templos, quieran hacerse cargo de él, siempre y cuando dejéis una buena donación. Y créeme, deberá ser muy buena para hacerlos cargar con...él.

Jasner, si fue consciente de que se estaba hablando de él, debía saber ignorarlo muy bien. - HAAAAAAA HAAHAHAAAAA - Gritaba mientras echaba mano de los pescados que había depositado Pulgar en la mesa.

Una muy buena donación... - Comentó Pulgar de nuevo mientras golpeaba un par de veces las hombreras del paladín. Iré a por esas cizallas.

Ah! - Se detuvo el posadero - y tú chiquilla. Tengo a mucha gente en el local. No sé a qué esperas para ponerte a cantar. - Dijo ante de volver hacia la puerta de detrás de la barra.

¿Pues no sé? Tú fuiste quien me citaste aquí Kormack. - Contestó el gnomo antes de levantarse de la mesa - Pero ya que estamos déjame comprobar algo que he estado viendo todo el rato que llevo aquí sentado esperándote. Zanc tomó un sorbo de la cerveza que llevaba en la mano y derramó un poco sobre sí mismo para dar un mayor aspecto de borracho. Dando tumbos se acercó hasta una de las puertas laterales de la planta baja donde uno de los guardias de la taberna estaba parado. Aguardó hasta que uno de los clientes con aspecto adinerado se dirigiese hacia la puerta. Cuando el guardia abría la puerta para dejarle pasar Zanc intentó escabullirse y pasar también.

El guardia de la taberna, al ver como el pillo intentaba colarse lo agarró por el hombroy lo lanzó hacia atrás violentamente. ¿Dónde te crees que vas desgraciado? Aquí aquí dentro está prohibido el paso a borrachos y a gente de su calaña. - Dijo con malas maneras y buscando con la mirada de alguno de sus compañeros.

Zanc, al ser empujado hacia atrás lanzó parte de su cerveza hacia el guardia que le había detenido. Uy! Lo sssshiento. - Se disculpó de la mejor forma que pudo disimulando estar borracho como una cuba. - Déjame que te ayude a limpiarte... - Se ofreció generoso para permanecer unos momentos más junto a la puerta y ver si podía escuchar o averiguar algo. - Estaba buscando los baños amigo. ¿No están ahí dentro?.