¡ESA SUCIA RATA YA ESTÁ ALIMENTANDO A LOS GUSANOS! - Contestó Kalat al paladín con su áspera voz y cerrado acento. Kalat Kassot no era de los especímenes más grandes y más poderosos de su raza pero aún así su herencia genética lo ponía por encima de la mayoría de los humanos de los Reinos. Su aspecto bestial, modales poco refinados y aspecto de bruto poco tenían que ver con la realidad a la hora de catalogarlo como un ser inteligente.  Por encima de todo se lo podía definir como un superviviente nato. Hacía tan sólo medio año que había escapado de la ciudad drow de Ched Nassad, la Ciudad de las Telarañas como era conocida en el inframundo, tras unos extraños episodios sucedidos en la casa que lo retenía como esclavo.

Cuando el minotauro alcanzó la superficie varias semanas después de su huida, se encontró a sí mismo en una caverna a dos días de Aguasprodundas que era utilizada por los piratas para descansar las noches de fuerte oleaje.  Los miembros de la tripulación del Zhin Mabul, que ya por aquellos entonces trabajaban bajo las órdenes de Steznag, descansaban por desgracia allí esa noche, y digo por desgracia porque no tuvieron mejor ocurrencia que intentar capturarlo para llevarlo como esclavo a la Isla de la Sirena Muerta. Después de ocho muertes que perfectamente se podrían haber evitado el minotauro entró en el barco no como prisionero si no como el miembro más temido de la tripulación.

El Zhin Mabul y sus aliviados hombres había partido hacía dos días escoltando unas misteriosas rocas extraídas del templo de Mystra dejando atrás a Kalat por orden expresa de Todler, quien tenía mejores usos para el minotauro del que podía dársele en un barco. Hoy había dejado patente que era un adversario temible y por segunda vez quería demostrar que por algo Todler lo había elegido como guardian del Trueno del Mar.

Con un mugido atronador el monstruo astado se lanzó contra Allen bajando la testa e ignorando al aterrorizado marinero que corría por delante de él. Cuando estuvo delante del paladín de Tyr sólo tuvo que levantar los cuernos y dejar que la potencia de su movimiento hiciese el resto. Gracias a los dioses y a la precaución con la que Allen se había aproximado hasta él éste pudo echar su cuerpo hacia atrás en última instancia esquivando lo que podría haber sido un golpe fatal.

Al llegar a la cubierta de batalla, los aventureros comprobaron que sería imposible llegar hasta Zanc sin antes encargarse de los enemigos se encontraban allí, capturando y aniquilando al puñado de marineros que probablemente había liberado el gnomo.

- Quizá Yubian…, pensó Morwing al ver como se reunía con el resto del grupo. – Yubian, en las bodegas de abajo debe haber un gnomo amigo nuestro, ve a buscarlo para que nos ayude aquí arriba, comentaba mientras le sujetaba el brazo para que le prestara atención. – Es muy probable que se encuentre gravemente herido, así que tendrás que socorrerle. ¿Tienes pociones curativas?, preguntó esperando confirmación. – Bien, bien, no dudes en usarlas. Cuando estés con él dile simplemente que sus amigos están en el piso superior combatiendo, será suficiente… luego volved aquí y uniros a la batalla. ¡Vamos!, date prisa… puede que esté grave,  concluyó palmeando su espalda.

Mientras tanto en la zona de lucha, el enorme minotauro se llevaba todo el protagonismo junto a indefensos marineros que bien parecían hormigas ante tan enorme criatura. Allen se aproximó a él valerosamente, protegido tan sólo con su enorme escudo y su brillante armadura. – ¿Será suficiente contra ese bicho?, se preguntó el hechicero justo antes de ver la contundente afirmación a su pregunta. El paladín, con una agilidad poco común en él, sorteó la brutal embestida del minotauro que si hubiese llegado a impactarle, ni siquiera su reluciente armadura habría evitado su final.

-¡Joder!, exclamó Morwing ante tan brutal ataque, - Hay que debilitarlo como sea…

Decidido a ello, el hechicero extendió el brazo apuntando al minotauro. - Akla-r Domoel. De pronto una esfera de intensa oscuridad se formó en la palma de su mano y salió disparada hacia el minotauro golpeándolo de lleno aunque sin certeza de que hubiese provocado algún efecto sobre él. – Esperemos que funcione… 

La cautela de Davros y Losse en su descenso no fue suficiente para pasar desapercibidos ante el nuevo enemigo que se les presentaba. Aquella especie de enana tenía un aire en sus movimientos al pequeño Zanc, aún desaparecido. Su reacción fue sumamente rápida y nada pudieron hacer los dos aventureros ante el lanzamiento de aquella bolsa que dejó parcialmente incapacitado al bárbaro.

Losse invocó a su arco desde su brazalete, que volvió a aparecer en su mano con un rápido pensamiento. Sin embargo, quizá fuera por la inexperiencia de luchar contra ese tipo de enemigo o, simplemente, por una falta de concentración, el explorador erró los dos ataques que le había dedicado a aquella enana de aspecto sombrío. - No puede ser... - Hacía mucho tiempo que el elfo no fallaba dos ataques consecutivos y fue un duro golpe moral para él.

Aquella arremetida fue bestial, el pequeño Gnomo no esperaba ese ataque tan poco ortodoxo pero eficaz. Para cuando quiso darse cuenta, el filo del hacha atravesó las cajas y los barriles que estaba usando como cobertura; evitar el impacto fue imposible. Sintiendo como la hoja impactaba de lleno en su pecho y atravesaba la dura piel que ahora tenía por el efecto mágico del brebaje, el sorprendido Zanc miraba atónito aquella inmensa mole de pelos a medida que la brutal fuerza del impacto lo levantaba del suelo. -¡Maldicion! ¡Este es mi fin! - Fugaces pensamientos recorrieron su mente en ese instante: las diversas aventuras que había tenido hasta ahora y las personas que había conocido en aquel trayecto pasaban una tras otra frente a sus ojos. No quería que éste fuera su final, aún había infinidad de cosas que faltaba por vivir y aún no se había forjado la leyenda que quería ser. 

De repente oscuridad, nada más, sólo oscuridad. Ya no había dolor y sólo pudo contemplar una diminuta luz a lo lejos que iba cobrando cada vez más y más intensidad. Una extraña sensación se apoderó de él. Se sentía atraído hacia aquella luz al igual que los mosquitos. Sin pensar en ello sus pasos empezaron a avanzar hacia aquella cálida luz. Entonces algo lo sacó de su ensimismamiento, una dulce voz femenina le hablaba en su mente. - ¿Hasta aquí es donde quieres llegar pequeño Zanc Piesligeros?... ¿Acaso no querías vivir innumerables aventuras demostrando tu osadía?.... ¡Reacciona! ¡Aún no es tu momento! - Todo lo que le decía aquella voz era verdad, de repente reaccionó y se dijo a sí mismo que no quería rendirse, debía continuar y cumplir su sueño. - Pero, ¿Quien eres? - Indagó Zanc a aquella mujer que le hablaba pero que no podía ver. - Me has caído en gracia pequeñín, tengo muchos nombres pero para ti soy Tymora, diosa de la fortuna es como me conocéis. ¿Sabes? He decidido que aún no es tu hora de abandonar este mundo. Despierta joven Zanc...Despierta.... - Entonces un inmenso resplandor lo cegó por unos instantes y de nuevo volvió a sentir aquel insoportable dolor en su pecho, no podía reaccionar, ni siquiera abrir los ojos, respiraba muy pausadamente y con dificultad, pero... ¡Aún estaba vivo!

¡Despierta! ¡Joven Zanc despierta! - Gritó el pirata dando un par de bofetadas a cada cual más fuerte en la mejilla del pícaro. La calidez del espeso líquido que descendía por su garganta hizo efecto prácticamente al instante cerrando parte de las heridas más graves. Cuando el gnomo abrió los ojos se encontraba semienterrado por trozos de cajas y cebollas. Sufría un intenso dolor en la espalda que le hizo temer que aquel bruto le hubiese partido la espalda dejándolo inválido, sin embargo no fue así, se trataba únicamente de una patata enorme sobre la que Zanc había yacido durante...¿Durante cuánto? ¿Cuánto tiempo había pasado desde su encuentro contra el minotauro?

¡Ya estás a salvo muchacho! - Comentó con alegría un desconocido. Sin duda no era uno de los marineros del Trueno del Mar. Me envía Morwing...me dijo que estarías aquí. - Aquello le confirmó al bribón que aquel hombre, un pirata co total seguridad, se encontraba bajo las órdenes o mejor dicho bajo el control mental del hechicero elfo.

Lo primero que vio al llegar fue a una pequeña pícara, dedujo Davros por el parecido del ropaje con Zanc y otros de su estilo, girarse y, con un veloz movimiento, lanzar un objeto directo al pecho, sin tiempo de reaccionar, impactó liberando un espeso líquido que solidificó al instante. Lo único que pudo hacer fue sacar pecho y mover hacia atrás los brazos y piernas, evitando así que se adhiriera a ellos, poco estético, pero efectivo.

No sin dificultad, avanzó unos pasos, lo más rápido que pudo hacia ambos contrincantes, pero para cuando quiso lanzar su ataque, la pequeña había tenido tiempo de prepararse, y esquivó la lanzada, aunque rozase su pelo.

No había empezado con buen pie éste combate, pero aún se encontraba confiado, tenía a seis compañeros que luchaban a su lado y casi podía saborear el éxito, a pesar del alboroto al otro lado de la puerta... - Tuve que elegir la otra escalera...  - 

El dolor seguía latente en todo su cuerpo, cuando tuvo la fuerza suficiente para reaccionar, pataleó sorprendido por aquel extraño que le había ayudado, como pudo recostó su espalda contra una de aquellas cajas e intentó ordenar las ideas en su cabeza, ¿Que había pasado?, ¿Había sido un sueño?... No, el fuerte dolor en su pecho le confirmó que debía haber muerto, pero de alguna manera sorteó la muerte, la fortuna estaba de su lado, no, Tymora, la diosa de la fortuna le sonreía. -Increíble.... INCREÍBLE!!!, ESTOY VIVO!- Exclamaba un eufórico e incrédulo Zanc ante lo que acababa de vivir, como pudo se levantó y observó con extrañeza a aquel tipo, en definitiva tenía que ser obra de la hechicería del enclenque... -¿Morwing dices?.... Claro!, Morwing!....- Una sonrisa se dibujaba en el rostro del bribón a la vez que hechaba mano de una poción que traía en su cinto, al quitar el tapón, bebió el brebaje con avidez, esperando que el efecto curativo disminuyera el intenso dolor que le provocaban sus múltiples heridas, al terminar de beber la última gota se sintió enormemente reconfortado. -Muchas gracias amigo!... Te debo una- Con complicidad palmeó el costado del desconocido pirata. -Y la bola de pelos con cuernos... ¿Donde está?- El sonido de combate en la cubierta de batalla le dieron una idea de que estaba pasando, sin perder más tiempo avanzó rápidamente hasta las escaleras cercanas y ascendió por ellas hasta llegar al siguiente nivel... -Te sorprenderás de verme Cornudo- Pensaba divertido el pequeño bribón a medida que sus pasos lo acercaban a la fuente del sonido de combate.

A pesar de la algarabía de voces y chillidos reinante en el Trueno del Mar, Mosses separó instintivamente el grano de la paja distinguiendo perfectamente el fino sonido de las flechas a su espalda. ¿De dónde ha salido éste? – Se preguntó realmente impresionado el antiguo soldado Secombiriano al girarse y ver cómo tenía prácticamente encima el hombre del colmillo prominente. Dejó escapar todo el aire que almacenaba en sus pulmones para después obligarse a inspirar con fuerza a la vez que reunía el valor necesario para enfrentarse a un bárbaro con más cicatrices que un perro de pelea. Sujetó con fuerza sus dos hachas de mano, recuerdos tangibles de su vida pasada y únicas pertenencias que no había perdido debido a sus problemas con el juego, y se deslizó hacia Davros cruzando con rápidos movimientos ambas armas a media altura. El juego de manos no era de un novato, según pudo apreciar Davros cuando el pirata lanzó su primer golpe como distracción y utilizó el hacha de la mano izquierda para dar el tajo real desde abajo. El golpe en la rodilla fue sumamente doloroso pero nada para lo que el bárbaro no estuviese preparado. El ligero gesto de molestia que Davros mostró al recibir la herida incomodó enormemente al pirata. Este hijoputa es duro…

No hizo falta que ninguno de los dos hombres dijese lo que pensaba cuando vieron a Morwing señalar con el dedo a Kalat y pronunciar unas palabras ininteligibles. Sólo dos tipos de personas hacían esas cosas: los locos y los magos, y aquel, por lo menos desde esa distancia, aparentaba estar muy cuerdo. La posición de disparo no era la mejor debido a que el gigantesco minotauro impedía un tiro claro. Ya sabes…a la puta cabeza.  – Indicó Halper a su camarada mientras corría hacia el otro lado de la cubierta. No me falles ahora. – Susurró esta vez a su ballesta cuando Nolmar se colocó a su lado. ¡Ya! – Gritaron ambos Baldurianos al unísono para acto seguido apretar con mano firme el resorte que liberaba el virote de la ballesta. Los dos proyectiles volaron prácticamente al mismo tiempo, ambos en dirección a la cabeza del hechicero y ambos, para desgracia de Halper y Nolmar, erraron el blanco. ¡No! ¡Maldición! – Las perlas de sudor debido al nerviosismo brotaron en el mismo momento en que el hechicero levantó los ojos en busca del origen de aquellos disparos. Cárgate… cárgate rápido por todos los Dioses...

Thentalkal apretó los dientes cuando Vishna abandonó su cuerpo lamiendo lentamente cada gota que resbalaba por su pulido filo. – ¡Mil veces maldito el viejo tiburón! ¡Eso ha dolido niña! – Se quejó cabreado y sorprendido porque una simple mujer hubiese conseguido herirle de semejante modo.  El pirata soportaría e incluso reiría ante un arañazo en la cara pero una profunda herida de estoque era algo que no le provocaba mucha gracia. Lo que no podía saber el viejo lobo de mar es que Ogna iba a dar a continuación, tanto a él como al estúpido de su compañero, otra sorpresa más que heriría a ambos profundamente esta vez en su orgulloso corazón de curtidos hombres de mar.

¡Jo jo! Mira lo que tenemos aquí Thentalka, una esclava con armadura que ya se cree un aventurero. – Bromeó Fuser, hijo repudiado de una familia de granjeros de Nashkel que bastante tenían con alimentar a siete muchachos como para cuidar de uno más con un evidente retraso mental. El pirata, si es que podía aplicarse dicho término a semejante persona, ni siquiera se había dado cuenta de que su compañero ya manchaba con su sangre el suelo de la cubierta cuando palmeó su espalda con un gesto de complicidad. Que Fuser tuviese menos inteligencia que un reloj de arena no significaba que no fuese peligroso ya que sus fuertes antebrazos no era la primera vez que sujetaban las muñecas de una mujer para hacerla víctima de sus oscuros deseos.

¿Quieres jugar con espadas? Yo tengo aquí un buen mango… - Espetó Fuser a la porta antorchas con mirada lasciva y con una mueca de deseo que mostraba sus asquerosos y desordenados dientes. Sin terminar la frase y sin previo aviso, el enjuto pirata levantó su hacha de mano a gran velocidad cuando vio a Thentalka lanzar una estocada dirigida al vientre de la muchacha. Primero uno y luego otro abrieron los ojos de par en par cuando Ogna, describiendo un arco circular con su estoque mágico, desvió los dos ataques sin perder tan siquiera el ritmo de la canción.

Pero… - Dejó el pirata la frase sin terminar debido a la incredulidad de lo que acababa de ver.

¡Sí! ¡Vamos Manos-Delicadas! ¡Más! ¡Dame más! - Eran sólo varios ejemplos de las vibraciones mentales que Vishna enviaba a su portadora cada vez que el estoque era movido de un lado a otro ya fuese como parte de una estocada o simplemente  el movimiento oscilante que precedía a una. 

¡Delicioso! - Susurró con un impulso de baja intensidad pero rebosante de gozo cuando Ogna la introdujo en la axila el pirata. ¡Ya son mi...nuestros Manos-Delicadas!

¡El estoque se encontraba cómodo y feliz en manos de Ogna! La muchacha por primera vez lo percibió claramente con una creciente sensación de felicidad que sentía en su pecho y que sabía que no era propia.

¡Sí! ¡Sí! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eso era un hacha! ¿A que sí? ¡Oh y eso una espada larga! - Gritó mentalmente cuando Ogna interceptó ambas estocadas y las desvió hacia un lateral. ¡Estúpidos hachas!  ¿Qué se habrán creído?... - Añadió orgullosa.

¡EH NO TAN RRRAPIDOS! – Protestó Kormack tanto por las órdenes de Allen como por el hecho de ser el último en unirse al combate. Miró al minotauro con deseo. - Hmmmm que buen trofeo para enseñárselo a mi hermano Ruzgath. Él nunca mato nada tan grande como eso. ¡Ja! Ahora no podrá decir que no soy un auténtico Quebrantahuesos…

Ya iba a correr en tras Allen haciendo caso omiso de sus órdenes cuando vio a Ogna hacer frente ella sola a dos piratas. Hmmm mejor que le enseñe a esa muchacha cómo se hace para acabar rápido con esos hijos de puta. – Con todo el dolor de su corazón el enano dejó al paladín haciéndose cargo del minotauro para lanzarse a la carga contra el pirata herido por Ogna. Sin embargo, antes de hacerlo se giró de nuevo hacia Allen. ¡Aguanta! – Gritó. Aunque lo que nadie imaginó es que aquel “aguanta” no iba dirigido al paladín si no al minotauro. Eres mío…

El enano golpeó su tacón en el duro suelo de madera y se lanzó a la carrera. ¡QUEBRRRANTAHUESOS! – El primero golpe  de su hacha casi cortó la cabeza del desgraciado, pero aún se resistía a morir. Mierrrrda. – ¡TIENGO PRRISA! ¿QUIERRRES MORRIRTE YA? –

TURNO 2

Ghuelbort ya sabía que inmovilizar a semejante bruto no iba a ser fácil por lo que no le sorprendió cuando éste se acercó hasta ella sujetando una lanza larga. Por suerte la maraña hacía su efecto y su ataque no fue complicado de esquivar, incluso se permitió hacerlo con un  grácil salto hacia un lado. Se maldijo por haber usados sus habilidades innatas para volverse invisible con aquel gnomo bastardo. Cuando baje le cortaré las dos orejas como recuerdo… - La duergar odiaba tener que enfrentarse a enemigos a los que no podía acercarse aprovechando su sigilo o que disponían de armas lo suficiente largas como para mantener alejada a su daga. Su pequeña ballesta, que otras veces servía para acabar por la espalda con algún mercader que huía despavorido después de haber borrado su bolsa y asegurarle que no lo iba a matar, era totalmente inservible con aquellos dos aventureros.

Gruño de mala gana pero aun así decidió hacer frente al bárbaro, sobre todo ahora que sangraba por la rodilla y estaba entretenido con Mosses . Con una voltereta y un pequeño salto se plantó junto a Davros. Su pequeña daga lucía ridícula en comparación con aquel cuerpo pero hombres más grandes habían caído ante sus pies. Sin embargo eso no iba a suceder ese día, o por lo menos no en ese instante, puesto que Davros primero captó el movimiento por el rabillo del ojo y segundo, con el asta de madera de la lanza, golpeó la mano de la asesina para desviar su ataque lo justo haciendo que el filo rasgase únicamente su armadura emitiendo un chirrido metálico.

Arrgg…

El entrechocar del metal contra el metal era música para los oídos de Ogna. Eso quería decir que estaba parando las embestidas de esos asquerosos piratas. Le hubiera gustado burlarse de ellos, humillarlos utilizando su lengua, tan afilada y certera como su estoque, pero tenía que seguir cantando. Por el rabillo del ojo vio acercarse a Kormack. Ya lo reconocía por el olor así que no se asustó. El delicado y preciso ataque que había realizado unos segundos antes se vio eclipsado por el burdo, pero poderoso, ataque de Kormack. Su hacha casi dejaba al pirata sin cabellera a lo que Ogna no pudo más que sonreír. Con la mano libre hizo el signo de cortar con unas tijeras. Cuando acabaran con ellos iba a cortarles el miembro viril y guardarlo como trofeo. Así era Ogna con aquellos que osaban intimidarla con comentarios machistas. La estocada que lanzó a continuación iba cargada de mala baba, apuntando a la entrepierna del hombre que se desangraba, pero sus ansias delataron sus intenciones haciendo que el hombre pudiese esquivar el ataque. Su fiel Vishna iba a quedarse sin el placer de catar un buen trozo de carne. Al menos Ogna estaba satisfecha, había logrado que dos de los tripulantes escaparan y ahora Kormack estaba a su lado.

Llegaba la hora de resarcirse de sus dos fallos anteriores. Esa peligrosa duérgar había lanzado su primer ataque a Davros y Losse no podía permitir dejarla con vida más tiempo. Con un brusco movimiento de cabeza retiró uno de los mechones de su pelo, que se había interpuesto entre su ojo y su objetivo, y agarró otra de sus flechas. El movimiento para dejarlo en el arco fue rápido y preciso, así como su puntería, puesto que un breve instante después la flecha impactaba en el cuerpo de la asesina. Pero aún tuvo tiempo a otro ataque más antes de que ésta volviese a actuar y, atravesando su costado derecho, la segunda flecha rompió dos costillas y se quedó clavada en el interior. Ahora sí, había calculado bien los movimientos de esa enemiga, dejándola a merced de la espada de Davros Zokk. - ¡Ya es tuya, Dav! - Dijo Losse animándolo a acabar con los enemigos que se apostaban ante ellos lo antes posible, pues en la habitación contigua, podían escucharse los primeros sonidos de combate de sus compañeros.

Pícara y pirata acosaban a Davros, que evitaba los ataques que podía y soportaba el dolor de los que no, pero lo que de verdad le dolía al guerrero era fallar sus propios ataques. La lanza larga era inútil con los dos enemigos tan cerca, con lo que tomó la distancia suficiente y, ésta vez, aprovechando el momento en que dos flechas de Loose bajaban la guardia de la diestra puta, le sorprendió con un rápido y preciso golpe en la cara, no tan brutal como los últimos, pero justo lo que necesitaba para que acabase en el suelo. Cada movimiento que Davros intentaba realizar le costaba el doble de esfuerzo, pero la adrenalina hirviendo en su interior le ayudó para ser lo suficientemente veloz como para pinchar el muslo del otro pirata que le acosaba. El que los gritos de dolor de sus oponentes siempre fueran mas altos que los propios siempre era reconfortante para Davros, al que cada corte, golpe o punzada que recibía enseñaba un poco mejor a soportar el dolor un poco más. 

- ¡Bien hecho Losse! ¡Éste es tuyo! - Animaba al elfo a que acabase de un flechazo más al que aún quedaba en pie.

Morwing se había centrado tanto en debilitar al Minotauro que descuidó la presencia del resto de enemigos. Sin embargo cuando, hasta en dos ocasiones, unos virotes pasaron rozando su cabeza, su atención se centró por completo en aquellos dos ballesteros.

El hechicero respondió al ataque con una mirada amenazante sobre uno de los piratas que ya se temía lo peor… - ¡¡Ahora veréis bastardos!!, gritó mientras empuñaba su recién adquirida varita y descendía el resto de las escaleras.

Al dispararla, una flecha verdosa salió dispara velozmente hacia uno de los piratas impactando de pleno en su estómago y provocándole un intenso dolor que continuaría torturando a aquel infeliz durante un buen rato. – Tú serás el siguiente…, amenazó a su otro compañero mientras le señalaba.

Aunque reticente antes las palabras del paladín, Kormack se dirigió hacia el flanco derecho del grupo como le había sugerido Allen y, a juzgar por los gritos de dolor de los piratas que allí se encontraban, el enano no tardaría mucho en acompañar al servidor de Tyr en su combate contra el minotauro. Por su parte, Ogna y su estoque eran cada vez más decididos al combate cuerpo a cuerpo, parecía que la muchacha de marcadas ojeras había encontrado en Vishna su compañera de combate ideal, afilada y frágil a la vez. El paladín se plantó espadón en ristre ante la mole de prominentes cuernos esperando una embestida que no tardó en llegar. Aquella bestia se abalanzó furiosa contra el preparado paladín que, bien por suerte bien por habilidad consiguió esquivar el mortal ataque del minotauro. En ese momento escuchó cómo la letanía de Morwing afectaba a aquella bestia de algún modo. Por su aspecto, intuyó que aquella fuerza de la que hacía gala al comienzo del combate había desaparecido. Quizás por la envergadura o quizás por la excitación del momento, el ataque que el paladín lanzó sobre aquella bestia ni siquiera lo tocó, había perdido una gran oportunidad y ahora quedaba a merced de la bestia.