El aullido de dolor del lobo fue agudo y corto sin embargo pudo escucharse a la perfección en el interior de la pequeña cueva; el animal no tuvo tiempo para  mucho más antes de que el bribón saltase de su escondrijo e insertase su afilada daga en su cuello. No obstante aquella situación no había pasado desapercibida para un tercer lobo que salía en busca de la comida que sus compañeros se habían apresurado a devorar. Para él, aquel chillido llevaba más información en sí mismo que un libro repleto de anotaciones. Fue la reacción de este último la que hizo que sus jinetes llegaran a la conclusión de que algo extraño pasaba. Aquello era algo más que una riña entre sus monturas.

Sin prisa pero sin pausa, los cuatro exploradores, soltaron las tabas, huesos de la mano con los que jugaban, y salieron con paso cauto al exterior. El cuerpo inmóvil de uno de los lobos, en el cual asomaban dos penachos de plumas, les hizo abrir los ojos de par en par.

¡Nos atacan! – Gritó el más adelantado subiendo su escudo para cubrirse el pecho. Fue entonces cuando el gruñido de uno de los lobos saltando sobre Zanc les hizo girarse hacia su izquierda.  El pícaro gnomo, quien ya había imaginado algo semejante, se encontraba preparado y, tan pronto el enorme cánido saltó por encima del cuerpo de su compañero caído, éste sólo tuvo que echarse hacia un lado dejando que las poderosas fauces se cerrasen a pocos centímetros de él, con sólo el aire entre sus afilados dientes.

Vamos allá amigo... - Susurró el soldado amniano al ver salir a los goblins de la cueva. Rissen atravesó los arbustos con el hacha orca en las manos aproximándose a grandes zancadas a uno de los lobos que olfateaba el aire. 

¿No esperabais visita monstruos asquerosos? - Comentó para llamar la atención de los goblins y que se centrasen en él en vez de en sus compañeros ocultos. ¡Creo que este hacha os sentará de maravilla en esas cabezas calvas!

¡POR LA GLORIA DE AMN AAAAARRRRRG!

TURNO 2

La carrera de Rissen continuó con dos nuevos ataques de Losse hacia uno de los trasgos que acababan de aparecer por la puerta de la cueva. El primero de los flechazos finalizó alojado en una de las costillas, estallándola y quedándose incrustada en su cuerpo, mientras que el segundo alcanzó el muslo de la pierna izquierda. A duras penas, el explorador se mantenía con vida mientras observaba el avance del valiente soldado de Amn. Losse buscó rematarlo con una última flecha, pero el grito de Rissen, henchido de orgullo por su patria, lo distrajo y terminó desperdiciando su ataque. Era la hora de comprobar de qué pasta estaba hecha el humano.

-¿Muchos-ojos dices?, ¿a qué te refieres a una criatura?- preguntó interesado pues su padre, como buen lector, le narraba las historias heróicas de los héroes pasados y, entre ellas, existían algunas en las que un criatura redondeada con decenas de ojos era el enemigo a batir, por lo que si se refería a aquel ser el grupo tendría muy complicado realizar alguna acción en aquellas torres.

-Y respecto a ese pájaro de árboles, ¿qué quieres decir?, ¿es otra criatura?, ¿forma parte de su clan?- aquellos datos interesaban al grupo pues, sabía lo que eran los gigantes, ogros y demás, pero aquellos dos comentarios acerca de lo que podían ser otro tipo de criaturas podrían dar ventaja al grupo para un eventual encuentro. Por otro lado, la imagen del barco volador de Steznag llegó a su mente, ¿Si os referís a un barco volador, decís que sobrevuela amenudo estas montañas? cada cuanto tiempo y cuándo fue la última vez que lo vísteis.

-Deduzco por otro lado que aquel nariz afilada, aparte de llenar vuestros estómagos comentaría algo más sobre la guerra que anhelaba, ¿no es así?- la única explicación que veía Allen para esclarecer lo que allí ocurría era la de que Steznag, o quien quiera que esté al mando, prometió a los orcos las montañas si conseguían destruir Nashkel y evitar los posibles refuerzos que llegasen desde el norte una vez el ataque a Athkatla se produjese. Pero era sólo una teoría.

A pesar de la primaria forma de hablar de aquel gnoll, sus respuestas a las preguntas del paladín dejaron detalles muy interesantes. –Dos poderosos Ogros…, al parecer el ejercito orco que habitaba en las montañas estaría liderado por dos ogros de gran poder, y a pesar de haber derrotado a un par de ellos en su breve paso por allí, Morwing estaba convencido que no se trataría de ellos… - Gigantes…, la simple mención de la existencia de gigantes en el ejercito descartaba cualquier idea de volver allí sin refuerzos y un plan bien estructurado.

La alusión al reino orco en las montañas hacía pensar que podría tratarse de algún acuerdo con Steznag. Ellos apoyarían su inminente ofensiva contra la costa de la espada y a cambio recibirían ese puñado de tierras, un precio muy asequible para un Steznag que apuntaba mucho más alto.

Y finalmente la mención de los pájaros revoloteando por las montañas. Un detalle que en una primera instancia no llamaría la atención pero que sin duda alguna se salía de lo común. – Esos pájaros, deben ser posiblemente aves mensajeras…, comento el hechicero con una tono más relajado al ver que el dialogo marchaba por el camino diplomático. -¿Habéis visto alguno de ellos hace poco? ¿Por dónde?, pregunto al líder del grupo. Si consiguiesen interceptar alguno de ellos podrían averiguar a quién va dirigido e información más detallada de lo que están tramando.

-Y otra pregunta más…¿Hasta dónde llegan estos túneles?, concluyó dando paso al gnoll.

Los disparos de Losse no tardarían en ser contestados por otros de menor tamaño pero igualmente bien dirigidos. Las pocas hojas que aguantaban aferradas a las ramas congeladas saltaban por los aires cada vez que una de aquellas flechas golpeaba los arbustos. Éstos, aunque escuálidos y casi totalmente secos, sirvieron como cobertura al elfo explorador que, afortunado, veía como las flechas golpeaban su armadura sin fuerza alguna cayendo a sus pies.

Zanc escuchó los chillidos de rabia de los pequeños goblins que salieron de la cueva en busca de aquellos que osaban acercarse tanto a su refugio. El bribón podía escuchar las flechas pero su preocupación se materializó cuando uno de aquellos pieles verdes se unió a los ataques del lobo que tenía frente a sí. La punta de lanza pasó cerca de la cara del pícaro pero a una velocidad que permitió a éste esquivarla sin problemas y centrar su atención en el lobo.

Rissen se encargó de detener con sus huesos la carrera desesperada del goblin herido por Losse y del lobo que probablemente era su montura. Ambos se lanzaron con fuerzas inusitadas sobre el soldado amniano, poco acostumbrado a luchar con una arma tan pesada como el gran hacha orca. Un mordisco en su pierna derecha y una lanzada en su brazo izquierdo era el precio a pagar por su ímpetu, sin embargo ahora tenía a dos enemigos a su alcance y no iba a dejar pasar la oportunidad de devolver el favor al elfo que le había salvado la vida.

Ogna escuchaba la conversación asimilando todo lo que allí se decía e iluminando a Allen con su antorcha desde abajo, como le había enseñado su maestro para que las llamas dieran un aspecto más fiero al paladín. La jugada les estaba saliendo bien con aquellos gnolls que, debido a su escaso número, se comportaban de manera cobarde y pusilánime.

Un contemplador y el barco volador.- Desde luego Ogna, que también era muy leída, estaba más de acuerdo con la interpretación de Allen que con la del hechicero. Para la bardo estaba bien claro y daba gracias a Mielikki de no haberse metido más en las torres para no enfrentarse a algo así, aunque ahora se preocupaba más aún por Losse y Zanc. 

- ¿Hay algún túnel que nos acerque al pueblo humano?

-¡Buenas noches! ¿Por qué la violencia? - Bromeaba divertido el Gnomo a aquel goblin que intentaba atinarle sin éxito, -Si lo prefieren así... con su permiso!- Se despedía a la vez que daba un golpe de talones a sus botas las cuales activaron su magia haciendo que se moviera mucho más rápido. Con saltos y cabriolas se alejo de los enemigos que tenía frente suyo y corrió con una velocidad endemoniada para reclamar otra víctima, aquel Goblin que estaba herido de muerte por las flechas de Losse. Nada más llegar se escuchó el quejido de dolor de Rissen, prueba inequívoca que el Goblin había acertado el último ataque de su vida, pues un segundo después el filo de la daga del pequeño pícaro se clavaba profundamente en la espalda del explorador verde, sumiéndolo en la más profunda oscuridad. 

Ten cuidado, ¿eh?- Le decía a Rissen al ver la fea herida que tenía. De inmediato se giró para hacer frente a los que quedaban. - ¡Vamos!, ¿Ahora quien sigue? Al menos háganlo divertido! Jajajajaja- Reía burlándose de sus adversarios, no tenían la más mínima oportunidad.

Kormack fue a su sitio como bien había planificado Davros, cuando llegó el momento salió ilusionado, pero se tomo con unas especie de perritos muy simpáticos. Allen y Morwing empezaron a acojonarlos y al enano les dio hasta pena. La charla comenzó bien y parecía que no iba a ver pelea así que el enano guardó su hacha. No habría derramamiento. Hablaron de los orcos y de los ogros. Desde luego no habría tantos ogros, pues Morwing se había deshecho de uno y Kormack también. El enano esperó a que respondiesen sobre las preguntas que se habían formulado sin ser impertinente e interrumpir a Morwing y Allen.

Sí. El Muchos-Ojos ser una criatura grande y redonda como el ojo blanco. - Grooxynz se agachó y aprovechando el polvo del suelo pintó algo que a duras penas podía interpretarse como un contemplador. ¡Oh! ¡No, no, muchos ojos no estar con los orcos! ¡Él vivir allí en lo oscuro...acechando! - Explicó sin poder reprimir en encrespamiento del pelo de su espalda y unas risas nerviosas tanto de él como de sus compañeros. Ogros ser listos y no molestar Muchos-Ojos. Ellos sólo vivir allí hasta que guerra empezar. Pronto, muy pronto dijo el Nariz-afilada antes de asarlo. Dos lunas más y las tribus atacar los valles y la ciudad de los mercaderes.

Ogros sólo jefes de la tribu de la Flecha Negra, pero haber muchos más clanes: el Escalofrío, la Serpiente Azul, los Cuervos Grises...¡muchos, muchos! - Enumeraba excitado por la cantidad de muerte y destrucción que conllevaría aquello.

¡Sí, un barco! - Asintió cuando el paladín nombró el barco de Steznag. ¡Volaba como los pájaros por encima de las montañas! - Se interrumpió para rascarse la cabeza durante unos instantes. Yo verlo hace más  de ocho lunas, puede que más pero Kozzo verlo más veces mucho antes.  - El gnoll más joven asintió enérgicamente ante el comentario de su padre. Tras ello el gnoll veterano se giró hacia los túneles de los que venían.

Túneles profundos...muy profundos. Nosotros no ir abajo, sólo cerca. - Los gnolls, aunque primitivos en ciertos aspectos, sabía perfectamente los riesgos que entrañaba profundizar más en el Infraoscuridad por lo que preferían patrullar por las galerías superficiales donde raramente encontrarían a criaturas tales como Drows, Azotamentes u otra clase de monstruos de mayor tamaño. Sí, nosotros conocer un camino para llegar al valle de pueblo humano. ¿Querer ir allí? - Preguntó mostrando su gran dentadura. Tras ello sus compañeros lo corearon con sus características risas.

Al enano el divertía la risas de aquellos perritos medio humanos. Les recordaba a lo que serían los hijos de Losse y Ogna, serían seguramente como aquellos seres risueños. Ja ja ja! - Reía el enano con ellos. Ante la propuesta hecha por los gnolls el enano se acercó a Allen. ¿Quien te dice que no no leven dirrrectos a una trrrrampa? - Decía a un nivel inaudible para los gnolls, lo suficientemente bajo para que sólo oyese Allen. Claramente el enano se refería a que los gnolls podían llevar al grupo hacia el contemplador o por un camino erróneo. Aunque si les llevaban al pueblo, podían alertar del gran peligro que se les venía encima. El enano dejó la elección en Allen.

El paladín se quedó de piedra al conocer la información que aquellos Gnolls le estaban dando al grupo. -En dos dias atacarán... no hay tiempo para que Puerta de Baldur envíe refuerzos, Nashkel no tiene opción de repeler tal ataque y si Athkatla no está preparada...-

Allen volvió en sí cuando Kormack expuso que podrían tenderles una trampa, -No te preocupes Kormack, están diciendo la verdad, no hay oscuras intenciones en su ofrecimiento- contestó al enano.

Pensativo, finalmente habló a sus compañeros, -Si en dos dias comienza el ataque total, Puerta de Baldur no podrá mandar sus defensas a tiempo, por lo que Nashkel está condenada. Athkatla por su parte, podría soportar el ataque al menos por un tiempo, pero es necesario que reciba la ayuda de Puerta de Baldur tan pronto como sea posible-. Allen exponía las consecuencias que tendría el ataque de no haberse enterado a tiempo. Puede que gracias a ese grupo de Gnolls, existiese aún esperanza para las gentes de Nashkel y Athkatla.

-Está bien-, comenzó a hablar con tono serio, -tenemos en nuestras manos salvar cientos, quizás miles de vidas, por lo que hemos de pensar muy bien qué hacer. Lo primero es buscar una forma para avisar a Puerta de Baldur de lo que aquí ocurre y de lo que va a ocurrir, es indispensable que envíen tropas para rechazar el ataque. Hemos de encontrar la forma de hacerles llegar un mensaje cuanto antes. En segundo lugar tenemos a las gentes de Nashkel, que servirán de comida para los orcos si no hacemos algo. Creo que si hacemos que abandonen el pueblo y se dirijan al norte, hacia Puerta de Baldur, salvaríamos a todos y cada uno de ellos. Y finalmente, respecto a Athkatla, hemos de llegar allí como sea pues si no lo hacemos, la ciudad se verá sorprendida por el ataque brutal de las tribus orcas que ha mencionado el Gnoll-. Se giró hacia él y le preguntó, -¿Existe algún camino que cruce las montañas hacia el sur?, hacia la gran ciudad humana-. Si existía la posibilidad de cruzar estas montañas, había que intentarlo.

Fue un alivio ver como el goblin de la lanza caía fulminado gracias a la rápida e inesperada intervención de Zanc. Ahora Rissen tenía el camino abierto para enfrentarse al lobo que le acosaba sin miedo a sufrir un ataque por la espalda. El soldado de Anm dio un paso a su izquierda para utilizar el cuerpo del gnomo como barrera a fin de que el animal no se percatase de la trayectoria del hacha. Aunque el manejo del hacha no era su especialidad y además ésta no había sido forjada para una persona de su talla y fuerza, no era difícil hacerse a su peso una vez las heridas comenzaron a hacer acto de presencia. El dolor siempre había sido un buen maestro y su ataque fue una buena muestra de ello. La pesada hoja ascendió desde su izquierda para después, una vez rebasara la cabeza de Zanc, caer a gran velocidad sobre el costado del lobo. El cánido chillo de dolor y se vio forzado a encogerse. No había sido una herida muy grave pero en aquellos momentos cualquier factor que impidiese concentrarse podía resultar mortal.

Un gruñido hizo volverse al soldado de nuevo temeroso de que algún enemigo con el que no había contado se cerniera sobre él. Cuando levantó la vista vio como el lobo con el que Zanc estaba luchando había decidido seguirlo hasta su posición para continuar atosigándolo.

¡Aún podemos aguantar amigo! ¡No te preocupes por mi! - Gritó al explorador que ya se preparaba para otra ronda de disparos mortales.

Allen parecía entenderse mejor con aquellos gnolls que Morwing, al que le costaba seguir el hilo de la conversación con esa forma de hablar y las risotadas agudas de Kormack tratando de imitar a sus nuevos “amigos” de fondo.

Sólo cuando Grooxynz comenzó a dibujar en el suelo supo que realmente se estaba refiriendo a un contemplador. Aunque aquello no fue lo más alarmante ya que el líder gnoll vaticinaba que en tan sólo dos días el ejército orco se pondría en marcha hacia la batalla.

Esto dejaba muy poco tiempo de maniobra. Los aventureros confiaban en que Walven hubiese podido alertar de la amenaza a los altos cargos de Puerta de Baldur, y que el mensaje enviado desde Candelero a Ahtkatla no hubiese sido en vano. De todos modos más valía prevenir, y algo de lo que no estaban informados en Puerta de Baldur era del poco tiempo del que disponían si finalmente se decidían a ayudar a la ciudad de los mercaderes.

- Contamos con la posibilidad de enviar un mensaje a tu hermano, Allen. Es posible que haya conseguido informar de todo lo ocurrido en Puerta de Baldur, pero no tienen ni idea que en tan sólo dos días los tambores de guerra comenzarán a sonar. Hay que avisarlos para que no se demoren, comentaba preocupado. – Nosotros, tal y como lo veo, creo que sólo tenemos dos opciones. Marchar a Athkatla directamente para alertarlos abandonando a su suerte a Nashkel y a nuestros compañeros en el caso de que estuviesen allí, o bien ir allí, reunirnos con ellos y confiar en conseguir un modo de avisar a Ahtkatla y el resto de ciudades. ¿Qué opináis?.

-Eso sería fantástico- respondió al hechicero cuando este le dijo que podría contactar con Walven. -Seguro que ha conseguido informarles, lo que habrá ayudado a que sus preparativos estén casi terminados y puedan partir enseguida-. Allen sentía que la situación mejoraba, una ayuda como la que pudiese proporcionar Puerta de Baldur podría echar por tierra las aspiraciones de Steznag o, al menos, el ataque de unas tribus orcas.

El otro punto importante era el de qué hacer, qué camino tomar ahora que el grupo estaba separado. Lo más lógico sería que Zanc y Losse hubieran vuelto a Nashkel para volver a reunirse, pero era algo que de lo que no estaban seguros, sólo esperaba que nada les hubiese ocurrido en aquellas malditas torres. -Creo que si nuestros amigos-, dijo mientras se giraba y miraba a los Gnolls, -pudiesen mostrarnos ese camino que lleva a el pueblo de los humanos, podríamos comprobar si en efecto han conseguido volver a tiempo y partir hacia Athkatla sin demora.-

TURNO 3

El que en su día fue un bebé abandonado en Brost volvió a cargar su arco con la esperanza de olvidar el mal sabor de boca que le dejó no matar al trasgo que posteriormente heriría a Rissen. Debía enmendar la situación dando muerte a alguna de esas criaturas y qué mejor manera que desquitarse con alguno de aquellos que amenazaban su posición con el mismo estilo de combate que el elfo: el arco. Tensó la cuerda e hizo coincidir la proyección de la flecha sobre el cuerpo de uno de ellos. La soltó y ésta desgarró el viento hasta que se detuvo en el torso, junto al hígado. Sin duda fue un gran disparo, aunque no mejor que el posterior, pues, repitiendo el mismo proceso, éste terminó alojado en la tráquea del también explorador matándolo un instante después al ahogarse con su propia sangre.

Losse fijó un nuevo objetivo: el lobo que acababa de cargar sobre Zanc. La flecha salió despedida del arco y, cuando parecía que impactaría sobre el animal, éste realizó un rápido movimiento que evitó que lo alcanzara. El elfo había vuelto a errar el tiro.
 

Sí, sí, no estar lejos... - Dijo amigablemente aunque maldita gracia le hacía tener que guiar a aquellos aventureros y dejar allí tirado el rothe que con tan buena fortuna habían cazado. Sólo esperaba que para cuando regresasen el olor de la sangre no hubiese atraído a algún ser que los convirtiese a ellos en presa.

Vosotros poder viajar a donde querer bajo tierra pero ser peligroso y camino nosotros no conocer. - Expuso con sinceridad puesto que la infraoscuridad se extendía como un extenso manto bajo el continente en el que resultaba fácil perderse e incluso más aún, terminar muerto o esclavo de alguno de los pueblos que moraban aquellas profundidades. No conocer camino hasta ciudad de mercaderes... sólo hasta pueblo de humanos junto a las montañas. 

- Athkatla ya esta avisada de un ataque inminente. Aunque no sepan que son orcos y sólo sepan que una fuerza pirata va a atacar la ciudad, no creo que Lunther Kerredan sea tan tonto, habiendo llegado a conseguir ese puesto, como para no saber que el ataque será por mar y por tierra. Eso nos da un poco más de tiempo para pasar por Nashkel. Allí podemos informar de lo que hemos encontrado...- Recibir nuestra recompensa y quizá...quizá Losse y Zanc nos busquen allí.-...y prepararnos bien para llegar a Athkatla cuanto antes.

Y es que unos aventureros no podían despreciar una justa recompensa para dotarse con mejor equipo. Parecían pordioseros muertos de hambre comparados con la imagen que tenía Ogna de los aventureros de leyenda que leía en los libros de aventuras.

El explorador goblin maldijo varias veces en su idioma al verse solo, sabía quién sería el próximo blanco del elfo. Su compañero yacía en el suelo con un par de flechas sobresaliendo de su cuerpo y, para colmo de males, su lobo de monta también había muerto por los disparos del arquero. Sus oportunidades de huida se habían esfumado al ritmo de las flechas de Losse y de las puñaladas de Zanc. Si al menos contasen con algún apoyo, alguno de los gigantes que acompañaban a su tribu con seguridad inclinaría la fortuna a su favor, pero no, estaba  terriblemente sólo. Con el miedo invadiéndole a gran velocidad se decidió al fin a soltar dos flechas en dirección al everlunita las cuales terminarían como las dos anteriores, golpeando las ramas o pasando de largo sin causar el menor rasguño.

No por ser las armas más grandes eran más certeras, como bien comprobó su compañero goblin al lanzarse a la carga contra Zanc. Los pasos del pequeño combatiente alertaron al bribón mucho antes de que éste estuviese a su alcance. Gracias a la velocidad que le aportaban las botas mágicas pudo girarse en el último momento y dejar que la punta de la lanza hendiese el espacio vacío donde hasta ese momento se había encontrado. 

¿Qué queréis? ¿Qué hacer aquí? -Preguntó el goblin intentando ganar tiempo.

Con el rothe  escondido en un pasadizo sin salida  pocos metros más atrás de  donde se habían encontrado con los aventureros, los cuatro gnoll estuvieron listos para partir. Éstos abrían la marcha por orden expresa de Kormack que, sabiamente, lo había dispuesto así para el caso en que fuesen conducidos a una trampa. Grooxynz  caminaba cabizbajo, resignado a servir a unos seres que odiaba y que menospreciaba en grado sumo pero contra los cuales, debido a su inferioridad numérica, poco o nada tenía que hacer. Excepto alguna protesta en su propio idioma, los humanoides caminaron en silencio las dieciocho millas que los separaba de la salida más cercana en la cara norte de la cordillera montañosa.  

La mayoría de las galerías por las que caminaron no eran más que estrchas ranuras en la roca de pocos pies de anchura y en las que numerosas veces se veían obligados a detenerse y a hacer turnos para escurrirse a través de ellas. Fueron unas horas tediosas en las que el cansancio se convirtió en una pesada losa sobre sus espaldas con la que debían cargar forzosamente. Nadie se planteó la cuestión de descansar y mucho menos con semejante compañía. Aunque los gnolls se comportaban de manera sumisa, ninguno de los compañeros ignoraba las miradas de deseo que estos les dedicaban cuando caminaban bordeando profundas grietas en las que un resbalón sería fatal.

Cuando el aire se hizo menos viciado y una clara brisa comenzó a acariciar su sucia piel supieron que la salida estaba cerca. El ulular del viento precedió a la negrura de la noche que en esos momentos cubría las suaves lomas al pie de las montañas. El agujero a través del cual se deslizaron no distaba mucho de ser lo que para cualquiera hubiese sido una tejonera o una paridera de lobos, pero lo que pocos conocían es que a través de ella uno podía adentrarse a en las mismísimas montañas sin necesidad de verse expuesto a las impredecibles tormentas o las peligrosas avalanchas del invierno, sin mencionar ya a las belicosas tribus orcas.

Sea como fuere, los cinco amigos se encontraban a poca distancia de Nashkel y aún faltaban varias horas hasta el amanecer. El tiempo corría en su contra pero al menos aún le mantenían el pulso. Si la información proporcionada por Grooxynz era cierta, aún dispondrían del tiempo necesario para reagruparse, reaprovisionarse y cruzar los Picos antes de que las tribus orcas pisaran los fértiles valles de Amn.

Grooxynz se sintió aliviado al ver marchar a los aventureros con paso rápido en dirección al poblado humano. Pocas veces había compartido con un humano una charla de más de tres frases sin que el pobre desafortunado acabase muerto y devorado por su antigua y numerosa manada. Había descubierto que eran seres curiosos e incluso interesantes, hasta el enano lo era, pero esperaba que la próxima vez que se topase con uno de ellos no fuese en las mismas condiciones de esa noche. Ciertamente no lo sería.