Partida Rol por web

-¡JA!- río el enano ante la broma de Losse. -Tengo esto.- dijo enseñando una poción de trepar. -Lo mejorrr está arrrrriba, bien dicho. Sí, muy bien.- decía el enano frotándose las manos. -Hay que tenerrrr cuidado... si este tipo es quien crrrreemos...- dijo un tanto preocupado, el elfo había ignorado totalmente las palabras del enano, si fuese el mago que creo el golem de carne, que puso los escarabajos y las gárgolas... podía tener más secuaces dispuestos a lanzarse encima de los aventureros.

Losse miró al enano ilusionado cuando vio la poción, una igual a la que él estaba dispuesto a ofrecerle aunque, por supuesto, prefería ahorrársela. - ¡Sí señor! Pues no se hable más, para adentro que vamos. - Las palabras de Kormack, extrañamente, poseían sabiduría. El encuentro con el demonio encadenado, sin duda alguna, le había hecho recuperar la cautela. - Llevas razón. Quizá sería mejor que esperara en suelo firme hasta que confirmemos si hay algo. Esperaré aquí abajo con el arco hasta que me digas si es seguro. A tu señal subiré y, si no, te cubriré hasta que alcances una mejor posición. -

El débil pestillo de la puerta del balcón, más ornamental que otra cosa, no resistió el golpe que Kormack realizó con el puño sobre el lugar donde el pestillo unía ambas hojas de la puerta. Al contrario de lo que se habría esperado del enano, la ejecución de la tarea fue llevada a cabo con un desacostumbrado sigilo. Las puertas se abrieron de par en par dejando que las cortinas de seda se meciesen con la brisa. El olor a cuero, tintes y orina fue lo primero que Kormack percibió del interior del taller textil. Los pasillos se encontraban en silencio y sumidos en una tenue e incómoda penumbra.

-Psss... dice Kormack para que Losse suba. ...jijiji.- ríe nervioso, con un poco de tela de otra camisa, el enano la enrolla al brazo y golpea fuerte y en el centro de la cerradura. El sonido es sordo y hueco, la puerta se abre como por arte de magia. El enano sonríe y entra, al hacer un aspaviento con el brazo del escudo este inmediatamente se vuelve un escudo pavés tan grande como el antiguo. -Ingenierrria enana.- dice el enano orgulloso de su escudo. Luego mira a Losse y el hace un gesto con los oídos. 

Parecía que la entrada de Kormack había sido más silenciosa de lo que Losse esperaba. El elfo, sin demorarse, echó mano de uno de sus pergaminos y vio como sus pies comenzaban a brillar de color verde. Saltó y comenzó a trepar hasta encaramarse a la repisa del balcón donde se hallaba el enano. - Mi turno. - A continuación sacó su arco e indagó en el suelo por posibles pisadas. Los pies del elfo comenzaron a moverse hacia la primera esquina que se encontró a la izquierda a la cual se asomó para ver qué encontraba. Al ver que todo estaba despejado, el explorador realizó un gesto para que el guerrero permaneciera en su sitio mientras continuaba hasta la siguiente esquina.

Una vez allí, no había ni un solo indicio de paso de ninguna criatura, por lo que el elfo lunar indicó a su compañero que se acercara a la esquina en la que había estado anteriormente donde investigarían lo que escondía aquella puerta que custodiaba la sala.*

- ¿En serio, Ogna? ¿Aún te quedan ganas de aguantar más ... "gente" de ideas fijas? - Aprovechó, para recriminarle a la bardo, cuando ésta le golpeó con el codo, refiriéndose al hombre de la armadura dorada. - ¿Y hasta Athkatla también? ¡Por los dioses!¡Si la fortuna me sonríe puede que me maten antes! - Bromeó, macabro.

Poca era la paciencia que les quedaba a los aventureros, factor que, junto a la proximidad del asedio, decidió por ellos. La corta espera junto a la puerta sur acabó casi  antes de siquiera empezar - Losse y Kormack ya son mayorcitos, sabrán lo que se hacen - Trataba de convencerse Davros antes de abandonar la seguridad de las defensas de la ciudad.

La labia de sus compañeros facilitaron la salida de la ciudad, y esperaba que también funcionara para volver a entrar, pero en el fuerte sería más complicado, probablemente los sirvientes que se quedaron estarían atrincherados en su interior y, quizás, ni siquiera les escucharían.

Tras abandonar los muros, cayó en la cuenta de que no habían indagado si había salido ya la partida que Heomar mencionó, un estúpido olvido, aunque con suerte no tendría importancia.

Tras un corto trayecto, la imponente estructura se erguía frente a ellos, con un aspecto recio y sólidos muros. Nadie asomó su cabeza cuando ya estaban allí, eso hizo pensar a Davros que los soldados que iba a mandar Heomar aún no habían llegado, ya que cadí con total seguridad habrían dejado vigilancia.

El extraño ambiente que se respiraba, aquel incómodo silencio, impulsó al precavido guerrero a desenfundar su bastarda.

- ¿Y bien? ¿Queréis husmear antes gritar? - Preguntó al grupo mientras observaba los altos muros.

Aunque era evidente que el propósito de aquel lugar era la producción de pieles, dado el olor reinante, la capa de polvo que cubría el suelo de la planta superior indicaba que ésta no había sido demasiado transitada en el día a día dentro del taller. Por otro lado, y aunque esto fuese más una sensación que un hecho palpable, flotaba en el aire una cierta sensación de intranquilidad. Losse y Kormack, ambos experimentados en cuanto a lugares peligrosos se trataba, tomaron sus precauciones.

La primera puerta a la que se aproximaron llamó su atención por su manufactura. El marco bajo la cual se erguía era de piedra, al contrario que los del resto de habitaciones, y pese a tener una cubierta de madera algo les decía que no todo era como lo parecía. Con solo palparla ambos supieron que aquella puerta era más una barrera de contención en sí que un simple medio para mantener separada la habitación del pasillo. Sin embargo, y para su extrañeza, ningún sonido llegaba desde el otro lado.

Examinando la robusta puerta, Losse pareció cambiar de idea antes de atravesarla. - Parece demasiado fuerte esta puerta. Ésto no pinta bien. Quizá deberíamos probar por otras primero e investigar más a fondo antes de intentar echarla abajo. A ver si ese cabrón ha dejado por aquí alguna llave que nos sea de utilidad. -

Era agradable cabalgar junto a Davros en ausencia de Losse. Su carácter era muy parecido al de la bardo por lo que su presencia la hacía sentir realmente cómoda. Dejaba así que paladín de Tyr y clérigo de Lazthánder intimaran si ese era su deseo. Zanc pululaba por allí como siempre hacía y, de vez en cuando, Ogna le echaba miradas discretas cargadas de suspicacias.

- La tranquilidad que precede a la tormenta.- Fueron las palabras que le dedicó Ogna a la aparente calma y silencio que reinaba de camino a Fuerte Bueno.

- ¿Husmear?- Dijo haciéndose la sorprendida y negando con la cabeza como si Davros fuera un niño pillo y ella su santa madre. Pero un segundo después le miraba airada y le hablaba bajito para que no les escucharan los otros.- Baja la voz o crees que andar oculto en las sombras va a ir con ese tal Jeldrich. Díselo a Zanc a ver si quiere ir a echar un vistazo.- Ogna picó espuelas y se acercó a Allen y Jeldrich. Mientras se aproximaba observaba el imponente fuerte, sobre la pequeña colina, rememorando viejas historias leídas tiempo atrás.- Magnífica construcción.- Dijo para romper el hielo.- Parece que el portón levadizo está subido. ¿Habrán llegado los soldados mandados por Heomar?

El enano se puso a revisar la puerta y saltaba a la vista que no era de madera, pero Kormack quería saber más. Tras unos segundo de revisión el elfo dijo algo astuto y Kormack asintió. -Serrrá lo mejorrrr...-  y así fueron a la siguiente puerta. El enano por supuesto siempre iba más retrasado para que el elfo pudiese otear sin que Kormack interrumpiese con sus ruidos.

-Yo iré...- Susurró a los compañeros antes de empezar a avanzar hasta los muros de la fortaleza, todo estaba extrañamente calmado, lo más probable es que, como todos pensaban, los sirvientes estuvieran atrincherados en el interior, sin embargo había que cerciorarse.

Apenas llegar a la base del alto muro, sacó su garfio de escalada, colocó su mano izquierda a modo de visera para observar mejor hacia las alturas a la vez que giraba el lazo del garfio con la diestra, finalmente lo dejó escapar, con la fuerza y la precisión necesarias, al menos así lo confirmó al asir la cuerda un par de veces para comprobar su agarre. -Todo bien por ahora...- De inmediato empezó a escalar ayudado de la cuerda para caminar verticalmente hasta llegar a la cima.

Ogna trataba de distraer a Jeldrich y Allen para que no fueran conscientes de la incursión de Zanc. No quería que le soltaran sermones sobre que no era apropiado ni decoroso meterse a husmear sin permiso y todas esas pamplinas. Toda aquella tranquilidad mosqueaba a la bardo y le parecía mejor idea asegurarse antes de delatar su número y posición a grito tendido. De todas formas desde lo alto del fuerte sería muy difícil pasar desapercibidos pero, si alguien podía, ese era Zanc Piesligeros.

- Fuerte Bueno, como sabe todo el mundo, fue en su día el puesto defensivo que proporcionaba seguridad a la pequeña comunidad que más tarde acabaría convirtiéndose en Crímmor.- Empezó a relatar Ogna con voz pomposa y sabiéndose una ilustrada en el tema.- Desde luego eso sucedió siglos atrás, antes de que Amn tuviese las dimensiones y el poder que ahora ostenta la joven nación.- Hablaba como si todo el mundo supiera algo así, pero miraba entre divertida y altiva a Davros. Estaba segura de que el bárbaro se pondría a bostezar de un momento a otro lo cual era divertido.- Pero el Destino es caprichoso y lo que fue el germen de la ciudad después fue postergado al olvido y reducido a escombros.- Ogna imprimía dramatismo a cada frase que daba, haciendo que casi sintiera real pena pro la pobre edificación. Sin embargo, como podían ver delante de sus ojos, no había sido el final del fuerte.- Pero que no os de pena. Nuevos días de esperanza llegaron para el fuerte, que pasaría a llamarse Fuerte Bueno, cuando la familia Crytappers puso sus ojos en él veinte años atrás.- Ogna remarcó la última frase como si la poderosa familia considerara la edificación como un dulce caramelo.- Esos Crytappers...familia de visionarios y ambiciosos propietarios, creyeron que reconstruir el fuerte y habilitarlo con las más selectas comodidades en esa parte de la nación atraería a ricos mercaderes que se alojarían tras sus muros sin dudarlo. Lamentablemente se equivocaron. Crímmor comenzó a perder la carrera comercial contra Athkatla y pese a que aún es una ciudad de primer orden, quienes por allí pasan no tienen intención de estar mucho tiempo.- Y es que a la bardo le habían bastado un par de días en Crímmor para obtener toda aquella información. Mucha la había leído y otra se la había sonsacado, sin que ellos mismos se dieran cuenta, a todos aquellos con los que se cruzaba. La muchacha era avispada y absorbía el conocimiento como el agua una esponja. También lo soltaba de la misma manera.- Además, el hecho de que la posada de la Madre Perla(sí sí justo en la que nos alojó Findoren), abriese sus puertas hizo que la poca clientela dispuesta a pagar exorbitantes precios por una habitación prefiriese alojarse intramuros.- Y el rocambolesco razonamiento de Ogna llegaba por fin a su fin último.- Esa Lamia Crytrappers debe ser una tiparraca de cuidado. Todo el mundo sabe que se la tiene jurada a los propietarios de la posaday que sólo entre en la ciudad cuando no tiene más remedio que hacerlo, en cualquier otro caso manda a sus sirvientes.- Se cruzó de brazos y ladeo la cabeza como la más verdulera de las verduleras.-Dicen que le ha ocasionado más de un enemigo entre los nobles al negarse estos a mantener reuniones con un sirviente.- Toda esa palabrería y datos bien hilados llevaban a Ogna ante la posibilidad de que los Crytapper pudieran ser enemigos de Crímmor y estar manchados de mierda hasta el cuello. ¿No decía Heomar que habían abandonado el fuerte? ¿Estarían compinchados con el ejército enemigo que se aproximaba inexorablemente a la ciudad fortificada?

El paladín escuchó atentamente la información que Ogna les proporcionó sobre el Fuerte bueno. En particular, podría decirse que lo relativo a Lamia Crytrappers era lo más importante y por tanto lo más prioritario para investigar, pues si aquella mujer se sentía dolida por lo que Cimmor había hecho de su espectacular fuerte bien podría aprovechar esta situación para tomar represalias contra ella.

-Es evidente que debemos hablar con esa tal Lamia Crytrappers-, dijo mientras miraba a las murallas.

Alzó la vista al cielo, al lugar donde lo que parecía un simple pájaro parecía revolotear sobre el grupo de aventureros. -Vamos a ver qué es lo que esconden estos muros-, comentó casi ensimismado, como si estuviese pensando en otra cosa, lo cual era cierto. El paladín mantenía otra conversación con su montura, quien había seguido al grupo desde una altura suficiente como para pasar desapercibida ante posibles enemigos. La figura del hipogrifo comenzó a materializarse a medida que descendía a gran velocidad hasta que llegó a la altura de Allen y sus compañeros. De un salto, montó sobre su lomo, acarició el cuello de la criatura y comentó a sus compañeros, -Voy a echar un vistazo, no creo que eviten abrir las puertas una vez sepan que no somos ninguna amenaza-, comentó al grupo para después elevarse unos metros hasta sobrepasar la altura de los muros y poder ver con claridad lo que estos ocultaban.

El pequeño Zanc alcanzó la parte superior de las murallas y de un salto se coló en el interior. No tardó en crecer una sombra justo a su lado que le avisaba de que Allen, montado en su hipogrifo, también se estaba allí para escrutar el recinto y en un momento dado protegerlo si hacía falta. 

Una calma y un silencio absoluto campaba a sus anchas por las calles de Fuerte Bueno. No había señal alguna de que los hombres de Heomar hubiesen llegado allí antes que ellos. Era como si aquel lugar hubiese sido congelado en el tiempo. El mensajero que había dado la noticia al general había dicho que varios sirvientes se habían quedado a cargo del fuerte; pero ninguno de ellos estaba allí vigilando o pendiente de que alguien se acercase hasta las puertas. Aquello no gustó en absoluto al paladín de Tyr que, dejando a Zanc vigilando la plaza, descendió para informar a sus compañeros. Tras los pocos detalles que Allen pudo dar, se llegó a la conclusión de que lo mejor era entrar utilizando la montura celestial y, una vez dentro, ver si podían encontrar a alguien que les explicase qué había sucedido allí y porqué Lamia había dejado el fuerte sin avisar a las autoridades. 

Uno tras otro fueron transportados hasta el patio desierto del Fuerte Bueno. Las puertas de los edificios construidos a su alrededor estaban cerradas a cal y canto y, para su asombro, el portón no había sido asegurado, por lo que si, desde el exterior, un grupo numeroso se lo proponía, no sería difícil abrirlo utilizando garfios y cuerdas. Nadie, aparte de un gato que tomaba el sol en uno de los tejados, salió a recibirlos. Unas sábanas tendidas en una cuerda y un cesto con ropa aún húmeda daban la impresión de que aquellas gentes sencillamente se habían esfumado.

Dejando la misteriosa puerta a un lado, el elfo se acercó hasta la otra situada en la pared opuesta. Esta, más normal en apariencia, no parecía tener nada fuera de lo común. Sin embargo, el olor que se escapaba desde el interior hizo arrugar la nariz al explorador. Un evidente olor a incienso se captaba nada más acercarse a la puerta. No obstante aquello no fue lo que le extrañó; había algo más oculto bajo aquella espesa capa de esencias. El olor de la muerte y de los líquidos de embalsamar propios de algunos templos. Definitivamente aquello distaba mucho únicamente un un taller textil.

Losse realizó un par de gestos al enano que claramente le indicaban una cosa: atención. Aquel extraño olor no hacía sino confirmar la gran idea que fue llegar hasta aquella casa y cómo los necios de sus compañeros seguían más pendientes en tareas mundanas que a lo que realmente habían venido.

Era posible que el premio se encontrara en esa puerta que habían dejado atrás, pero puede que el resto también guardara alguna sorpresa. Había llegado la hora de averiguarlo. El iniciado en la Orden del Arco agarró el pomo y lo giró echando la puerta atrás para ver qué es lo que se encontraba detrás de la puerta.

Encantada de poder disfrutar de otro paseo en la maravillosa montura de Allen, Ogna no puso pegas a dejar los caballos fuera. Después de todo, podrían abrir los portones una vez dentro. sólo esperaba que no los acribillaran a flechazos pero para eso había realizado un vuelo de reconocimiento previo.

- Waaaaalaaaa.- Gritaba Ogna al iniciar el descenso el hipogrifo. Un cosquilleo en sus partes le hizo apretar las piernas con fuerza y soltar una risita nerviosa. Desde las alturas pudo hacerse una buena idea de cómo estaba distribuido el fuerte. Enseguida le echó un ojo a la gran construcción que parecía ser la residencia de los propietarios.- Tienes razón Allen. Desde aquí no se ve ni un alma. Esto no me gusta nada.

Una vez en el antiguo patio de armas Ogna miró alrededor. Si su amado explorador allí les iba a costar saber por la huellas qué había ocurrido, si habían salido de allí precipitadamente como parecía que había sido. Rebuscó en su mochila y sacó una poción que no dudó en beber.

- A ver si esto nos ayuda.- Dijo limpiándose la boca con el dorso de la mano.- El portón no está asegurado y, fijaos...- Señaló a la ropa tendida y aún húmeda.-...¿Vamos a la mansión principal a ver?- Se apresuró en dirección a la puerta que permitía el paso hacia el edificio principal.

La puerta se abrió sin protestar, sin fuerza alguna por parte del elfo más que un ligero empujón. Losse no pudo evitar dar un respingo al ver el cuerpo de un hombre tendido sobre una camilla de madera; no porque éste fuese un cadáver, ya que había visto cientos de ellos, si no por el hecho de que le faltaban los dos brazos y la cabeza. Debía tratarse de un campesino o alguien que pasara numerosas horas bajo el sol, dado el tono tostado de su piel. Había poseído en vida un cuerpo ancho, musculoso  y compacto. Aunque no podían saberlo con seguridad, ambos lo imaginaron fuerte y saludable.

Junto al cadáver, en el poco espacio que quedaba libre en la camilla, reposaban varias herramientas de embalsamar así como una sierra pequeña ideal para serrar huesos. En su hoja dentada aún eran visibles las marcas de la sangre coagulada del último trabajo.

Ambos repararon en la puerta del otro lado de la habitación, atrancada con una barra metálica que impedía la apertura desde el otro pasillo. Inconscientemente ambos miraron al marco de la puerta bajo la que se encontraban hallando así los huecos para insertar otra de esas barras de metal que reposaba junto a uno de los muebles de madera que había más adelante. Quien trabajase allí desde luego no quería que lo molestasen.

En las baldas de las dos estanterías que completaban el escaso mobiliario de la tétrica sala los dos compañeros encontraron numerosos frascos de cristal. Dentro del blanquecino líquido flotaban numerosos órganos perfectamente etiquetados: un corazón de orco, ojos de derro, hígado humano... Una macabra colección. En un lateral, éstos en viales opacos, reposaban varias pociones también etiquetadas junto a algunos pergaminos.